Pasado Abierto. Revista del CEHis. Nº19. Mar del Plata. Enero-junio 2024.
ISSN Nº2451-6961. http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto
Narradora en viaje:
Lina Beck Bernard, El Río Paraná y la construcción discursiva de la alteridad
María de los Ángeles Rodríguez
Universidad Nacional de Entre Ríos, Argentina
Recibido: 20/03/2024
Aceptado: 30/04/2024
ARK CAICYT: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s24516961/igc92ukv7
Resumen
Amelié (Lina) Beck Bernard fue una mujer europea que emprende un viaje desde Europa hasta América del sur. Su mirada de viajera está plasmada en sus producciones escritas donde da a conocer la perspectiva femenina sobre el viaje transatlántico y el reconocimiento del espacio, los sujetos y los objetos que representan el nuevo mundo. Nos focalizaremos en el libro “El Río Paraná. Cinco años en la República Argentina” como un lugar de cruce entre los imaginarios europeos y las realidades locales argentinas, y a sus descripciones como el acto de reconocimiento del ‘otro’. Orientaremos la mirada a la distancia cultural que retrata la autora, a la construcción del mundo y del “otro”, desde las diversas descripciones narradas en sus escritos.
Palabras clave: Viajera europea decimonónica, Discursos (de) en Viaje, Alteridad, Cultura Escrita, Lina Beck Bernard.
Narrator in travel:
Lina Beck Bernard, The Paraná River and the Discursive Construction of Otherness.
Abstract
Amelié (Lina) Beck-Bernard was a European woman who embarked on a journey from the old continent to South America. Her perspective as a traveler is reflected in her written work, which she presents the female point of view on transatlantic travel and the recognition of space, subjects, and objects representing the new world. We will analyze the book "The Paraná River: Five Years in the Argentine Republic" as a meeting point between European imaginaries and local Argentine realities, and on her descriptions as an act of recognizing the 'other'. We will focus our attention on the cultural distance depicted depicted by the author, the construction of the world and the 'other', throughout various descriptions in her writings.
Keywords: Nineteenth-century European traveler, Travel Discourses, Otherness, Written Culture, Lina Beck Bernard.
Narradora en viaje: Lina Beck Bernard, El Río Paraná y la construcción discursiva de la alteridad
El libro “El Río Paraná. Cinco años en la República Argentina” da a conocer la mirada de una mujer, intelectual, a partir del viaje que emprende desde Europa a América del Sur. Esta publicación, además de ser una bitácora de viaje, es una descripción del reconocimiento que Lina Beck Bernard realiza durante el viaje transatlántico que emprende con su marido al litoral argentino.
Tomaremos como punto de partida esta narración para analizar cómo las producciones escritas de viajeros e intelectuales europeos del siglo XIX en la Argentina configuran, orientan, dan forma a las construcciones discursivas de y sobre los sujetos, los objetos, los conceptos y las propias prácticas a partir de sus discursos e intervenciones en producciones de sentido específicas. Nos focalizaremos en “El Río Paraná…” como un lugar de cruce entre los imaginarios europeos y las realidades locales argentinas, y a sus descripciones como el acto de reconocimiento del “otro”. Orientaremos la mirada a la distancia cultural que retrata la autora, a la construcción del mundo y del “otro” en sus “discursos de (en) viaje”.
El cruce entre el Análisis de los Discursos, la Historia Cultural y los Estudios Culturales, nos permitirá, desde la figura de la alsaciana Lina Beck Bernard, adentramos en los discursos de los viajeros europeos, intentando describir cómo se generan efectos de sentido, cómo se materializan en la construcción de estas figuras de alteridad, ciertas valoraciones, estereotipos, distancias y acercamientos en relación al nuevo mundo.
Desde dónde mirar el viaje: perspectivas de análisis
Dentro de la complejidad de los campos de los estudios sobre Comunicación y Cultura (tanto de los procesos y tradiciones que los constituyen como de los debates contemporáneos sobre la pertinencia de objetos a investigar) la intención es estudiar los procesos de construcción de sentido. Para ello recurrimos a la “sociosemiótica”, como la semiótica que “estudia los fenómenos sociales en tanto procesos de producción de sentido” (Verón, 2004: 125). Desde esta perspectiva podríamos dar cuenta de cómo se organiza un sentido a partir de la relación entre los signos y lo social. Este campo transdiciplinario aporta teorías de diferente filiación, diversos campos disciplinares, a fin de dar cuenta de la complejidad de los objetos de conocimiento. El estudio de las condiciones de producción del sentido es una puesta en relación con una espacialidad y una temporalidad: toda construcción discursiva es de carácter diferencial, relacional, abierta e inestable. Entonces, será la sociosemiótica, un modo de lectura del problema, que irrumpe en otros campos de las Ciencias Sociales y no una serie de categorías que se apliquen a un objeto dado de antemano. Así damos una respuesta metodológica para el abordaje comunicacional de la cuestión de los procesos de construcción de sentido: los sentidos producidos por los viajeros europeos del siglo XIX que recorrieron el litoral argentino.
Desde la sociosemiótica como campo multidisciplinario, es necesario convocar, a los Estudios Culturales y al Análisis de los Discursos, entre otros campos. El aporte teórico-metodológico del Análisis de los Discursos (al hilo de la Teoría de la Discursividad Social de Eliseo Verón), permite estudiar los fenómenos discursivos atendiendo al análisis de los fenómenos de producción, circulación y reconocimiento de los discursos. Sus herramientas admiten analizar lo que significan los discursos y los efectos sociales y materiales de su reconocimiento.
Es en la experiencia del viaje donde se logra un reconocimiento del mundo y del otro (Román, 2012), pero es también en este lugar de construcción discursiva de la alteridad donde se define la categoría de sujeto. El corpus de análisis, en este caso, está configurado por materialidades textuales de naturaleza lingüística pero que permitirán trasvasar a la dimensión translingüística, a partir de nuestra opción teórico-metodológica. Es desde aquí que los discursos son analizados como “conglomerados de materia significante” (Verón, 2004: 124) que remiten a una red semiótica. De esta manera se analizan fragmentos del proceso de semiosis, desde las huellas que el sistema productivo deja en sus productos: “analizando productos, apuntamos a procesos” (Verón, 2004: 124).
A pesar del registro detallado de la presencia de los viajeros en nuestro territorio por parte de los historiadores, y de los trabajos específicos de la viajera Beck-Bernard, éstos se limitan a hacer un uso específico de las fuentes. Las mismas son utilizadas para reponer información histórica cuando carecen de otros documentos, sin realizar ningún tipo de análisis de lo narrado en las mismas, evidenciándose la vacancia de estudios específicos al respecto y desde perspectivas teórico-metodológicas contemporáneas. Por el contrario, la opción en este caso es emplear los estudios semióticos discursivos para abordar la obra de Beck-Bernard.
La descripción del aspecto físico, de las relaciones sociales que establecen, de aspectos morales y psicológicos, ponen en juego el vínculo que se constituye entre quién narra y quién es descripto. La viajera que al describir lo exterior se describe a sí misma, supone un doble juego de construcción de la “alteridad”: “Es preciso encontrarme con el otro para encontrarme a mí mismo” (Todorov, 1984: 96). Retomamos aquí la problemática de la alteridad que plantea Todorov, a partir de tres ejes: el plano axiológico (juicios de valor), el praxeológico (relación con el otro de acercamiento o alejamiento) y el epistémico (el plano del “conocer”).
Por otra parte, estas narraciones no dejan de ser operaciones de poder que moldean los cuerpos y los deseos, a través de discursos que se constituyen en regímenes de verdad, y establecen las condiciones de posibilidad para pensar a los sujetos y sus cuerpos, que actúan en formas de tecnologías del yo.
Asimismo, hemos retomado información y diferentes perspectivas analíticas de autoras que trabajan las mujeres, el viaje y la figura de Lina Beck Bernard, como Vanesa Miseres (2017), Norma Alloati (2014), Mónica Szurmuk (2007), Crolla (2018, 2021, 2022), y Andrea Miño (2013).
Recorrido de vida
Amélie (Lina) Bernard nació el 10 de febrero de 1824, en Bitschwiller, Alsacia. Siendo muy joven, su padre fue asesinado y su abuelo materno, encargado de su educación, le enseñó latín, griego, dibujo y ciencias. A la edad de dieciséis años se muda a Suiza donde estudia derecho penal y se dedica a promover mejoras en los sistemas penitenciarios. En 1852 se casa con Charles Beck, el administrador de la agencia colonizadora de Basilea, Beck und Herzog, una sociedad que reclutaba inmigrantes suizos, alemanes y franceses para fundar colonias agrícolas en Sudamérica.
En 1857 la familia Beck-Bernard emprende un viaje desde el sur de Inglaterra a Buenos Aires para luego remontar el Río Paraná e instalarse posteriormente en la ciudad de Santa Fe. Es durante la travesía viajera y mientras dura su estancia en Santa Fe que Lina escribe, primero un “diario de viaje” y luego una exhaustiva descripción de su vida y su entorno en la capital provincial.
En relación a las motivaciones del viaje de Lina, que hemos logrado reponer, las mismas funcionan como condiciones de producción (Verón, 2004) del relato Cinco años en la República Argentina. Estos elementos extradiscursivos, aunque no constituyan parte del corpus en sí, nos permiten reconocer ciertas huellas en la producción discursiva de la viajera. Entre las razones del viaje a la provincia de Santa Fe, se pudo corroborar la relación entre Aarón Castellanos[1] y su proyecto de colonización con el gobierno santafesino y la sociedad con Charles Beck y Aquiles Herzog en Suiza. La compañía de inmigración suiza contrata 200 familias que colonizarán lo que hoy se conoce como San Carlos (Sud, Centro y Norte). El Gobernador Juan Pablo López (hermano del caudillo santafesino, Gral. Estanislao López), junto con el ministro Juan Francisco Seguí, firman un convenio que logra traer en un primer momento a 50 familias suizas de agricultores.
La empresa de colonización de Beck con Herzog inicia a fines de 1856 (Crolla, 2018: 11). Fundando San Carlos Sud en 1958. Beck –Herzog garantizaba a los colonos comida, materiales de construcción, semillas y animales. La colonia contaba con un reglamento con “normas morales, educación de los niños, administración, cosechas y 20 días al año destinados por el colono al bien común” (Crolla, 2018: 12).
La investigación de Adriana Crolla (2018) constata otra serie de datos, como que la casona con mirador que habitaron en la capital de Santa Fe era de Pedro Echagüe (predio hoy ubicado en calle San Jerónimo, frente a la Plaza Mayor). En relación al matrimonio Beck-Bernard en su estancia en Santa Fe, cabe aclarar que eran ciudadanos activos en la vida social de Santa Fe, vinculándose con autoridades y la alta sociedad santafesina, que más allá de lo narrado por Lina, se puede ejemplificar con la presidencia del Club del Orden que ejerce Charles entre 1860 y 1861.
Lina Beck-Bernard regresa a Lausana en 1862. En los primeros materiales relevados sobre la biografía de la autora, el historiador Juan Jorge Gschwind y el traductor José Luis Busaniche atribuyen el regreso anticipado a Suiza a la muerte de dos de sus niños durante la estancia en Santa Fe, sin embargo, nuevos documentos que obtiene la investigadora Adriana Crolla (2021-2022) develan que:
“El matrimonio Beck Bernard tendrá cuatro hijas, dos nacidas antes de su viaje a la Argentina y dos nacidas durante su estancia en Santa Fe: Noemí Susana, nacida en Suiza en 1854, casada con Constantino Stoyanesco, ingeniero de Buckarest; Amelia Catalina Laura, nacida en Suiza en 1855 y fallecida en Basilea en 1922; Elisabeth Fanny, argentina, nacida en Santa Fe en 1859 y fallecida el 29 de julio de 1874, según consta en el acta de defunción conservada en el registro de Estado Civil de St-Gingolph (Haute- Savoie, France) y Hélène Mathilde, argentina, nacida en Santa Fe en 1861 y bautizada en la Iglesia protestante de San Carlos en ese mismo año. Esposa de Eduardo de Bavier, negociante de sedas de Zurigo, falleció en Lausana en 1943” (Crolla 2021).
Ya en Paris, en 1864, La Grassart Libraire Editeur publica el libro Le Río Paraná: Cinq années de séjour dans la République Argentine, donde se presenta a los lectores europeos la experiencia transoceánica de la autora y su vida (y la de su familia) en una casona de la ciudad de Santa Fe. Beck-Bernard, en 1872, en Ginebra, publica un segundo libro sobre temas argentinos: Fleurs des Pampas, que reúne tres novelas breves ambientadas en Santa Fe: La Estancia de Santa Rosa, Telma y Fray Antonio.
Su escritura no se limitó a los libros sobre su viaje a Argentina. En 1869 presentó una memoria sobre las prisiones de mujeres, un tema que trabajaba antes de su periplo al continente americano y que posteriormente retoma a partir de la iniciativa de reformar el sistema penitenciario suizo en 1872. Se dedicó también al periodismo desde 1873, escribiendo en L’Esperance, órgano de la Asociación de Mujeres, de Lausana; en Le Confederé du Valais, y en la Revue des Deux Mondes. Los últimos años de su vida los pasó en Italia, pero falleció a los 64 años en Lausana, el 27 de septiembre de 1888.
El Río Paraná: Cinco años en la República Argentina
Como mencionáramos, Lina, ya en Paris en 1864, publica de la mano de La Grassart Libraire Editeur el libro Le Río Paraná: Cing années de séjour dans la République Argentine, donde presenta a los lectores europeos su experiencia transoceánica, su vida y la de su familia en su estancia en Santa Fe. Este relato, escrito en primera persona del plural, da cuenta de la relación que establece con sus lectores, donde se enfatiza un punto de enunciación colectivo, donde la mirada imperial cristaliza sus descripciones.
La primera versión en español fue Cinco años en la Confederación Argentina. 1857-1862, que resultó ser también la primera traducción que realiza y prologa José Busaniche, en 1935. Esta primera versión en español fue para la editorial El Ateneo, pero en la “Noticia” preliminar de la traducción al castellano del libro Busaniche comentó que fue el historiador rosarino Juan José Gschwind el primero en divulgar en castellano y en forma de folletos la tarea del matrimonio Beck-Bernard. Sobre la autora, el editor escribió que:
“Lina Beck-Bernard residió cinco años en el país, observó sin prisa sus costumbres, se vinculó desde un principio al medio social en que vivió, supo ver con ojos de artista el color de la época, captó la poesía de las cosas viejas, anotó datos históricos valiosos, fijó tipos de caracteres, recogió leyendas y tradiciones para escribir el libro que representa el más bello y fino homenaje a la tierra que fue con ella hospitalaria y cordial” (Busaniche, 1935, en Beck-Bernard, 2013: 176).
En la primera versión en español, Busaniche publicó la obra modificando el título original: “Cinco años en la Confederación Argentina (1857-1862)”, suprimió “El Río Paraná” y cambió la denominación “República Argentina”, por el de “Confederación Argentina”. Además, adicionó el período del viaje y estancia de la autora en Santa Fe: 1857-1862.
La razón por la cual el título se modificó se debe, tal vez, a una tendencia a recuperar “la historia de los caudillos y conquistadores que la historiografía liberal consideraba negativa” (Torre, 2013: 34), es por esto que el historiador corrigió a la autora en la denominación del país: “Confederación”. Esto se relaciona con la manera en la cual se pensaba la organización institucional en el período señalado.
No se encontrarían razones aparentes para eliminar “Río Paraná” del título, pero sí para incluir las fechas del viaje, ya que establecen una relación con el momento en que el litoral argentino se convierte en lugar referente de la colonización rural.
La versión en español de Busaniche fue republicada en 2001 por Emecé (sin la “Nota Preliminar” de Busaniche), mientras que la versión de 2013 es traducción de Cecilia Beceyro y se la denomina (como en el original) El Río Paraná. Cinco años en la República Argentina. Esta última traducción se repone del texto original y se incluyen distintos pasajes que no habían sido incluidos en las versiones anteriores.
Narraciones en viaje
Las razones del viaje, como vimos, están ligadas a los intereses de su esposo, Charles Beck, pero la narración no se limita a ser la de una figura que acompaña a su marido, sino que “exhibe una actitud activa de autora y viajera, quien compartió y propulsó el proyecto de su marido: la agencia que se encargaba de reclutar inmigrantes suizos, alemanes y franceses para fundar colonias agrícolas en Sudamérica” (Torre, 2013: 15).
El texto original cuenta con dos partes, la primera “Diario y relato” que narra el desplazamiento desde el 9 de enero hasta el 15 de marzo de 1857. El viaje, que en su totalidad se realiza en diferentes barcos, se inicia en el puerto de Southhampton al sur de Inglaterra. En su “diario de viaje”, el pasaje por España y Portugal, se destaca como una frontera entre Europa y América.
Lisboa, Islas Canarias, Islas de Cabo verde son algunas de las descripciones fechadas del viaje, para el 16 de febrero de 1857 arribar a Pernambuco, en Brasil e ir bajando por Salvador de Bahía, Río de Janeiro hasta divisar Montevideo. Después de 14 días de cuarentena por la fiebre amarilla, descienden del barco, el 14 de marzo a las once horas, según sus registros. El día 15 de marzo es el último que fecha como un diario de viaje, en formato de lo que se asemejaría a un diario íntimo.
Lo que se podría entender como una segunda parte posee quince apartados que narran ciudades, el río, su casona, sus vecinos, la fauna y la flora, costumbres y rituales religiosos, hechos históricos e historias que le resultan curiosas, además de personajes relevantes para la política local. Tomaremos en este trabajo una serie de fragmentos textuales como pequeños pedazos de tejido de la semiosis, partiendo del supuesto según el cual el sistema productivo deja huellas en los productos y que el primero puede ser fragmentariamente reconstruido a partir de la manipulación de los segundos: “analizando productos apuntamos a procesos” (Verón, 2004: 124).
El primer título, “Buenos Aires”, se diferencia del formato de bitácora. Claudia Torre asegura que la escritura extensa de su traslado se debe a “exhibir y saldar la distancia con su tierra y su cultura. Y establecer qué próxima y qué lejana al mismo tiempo estaba de su mundo la costa mansa del Paraná” (Torre, 2013: 18).
El relato de los sesenta y cinco días de camarote en distintas embarcaciones, culmina con tres semanas en Buenos Aires, que comienza siendo comparada con París, en clara analogía para que sus lectores puedan identificar y re-conocer el nuevo espacio.
Las calles, el tipo de planeamiento urbanístico (en damero), la cantidad de habitantes, el tipo y material del que están hechas las edificaciones, las ornamentaciones y cada mínimo detalle da cuenta de su relación próxima y lejana con la nueva realidad: “Los edificios nuevos, construidos por genoveses, son encantadores, de una elegancia y un gusto desconocido para nosotros” (Beck-Bernard, 2013: 43).
La relación entre la ciudad y lo urbano en el relato de Lina es una constante que nos permitirá ver cómo “los sentidos y significados del espacio construidos a través de un proceso de contraste entre los elementos materiales y las representaciones, esquemas mentales, ideas e imágenes con los que los individuos se vinculan con el mundo” (Lindón, Hiernaux y Aguiar, 2006: 12, citado en Vera, 2019: 16).
Una vez en el litoral, va cambiando su perspectiva, tanto desde la terraza de su casona, como desde las calles que circula, los edificios que visita; lo que ve y lo que siente; lo que aprendió y lo que escucha; lo que proyecta. Pero siempre desde su lugar de extranjera, una mirada que registra pero que también es registrada. Es así, por ejemplo, que cuando Lina habla de “Los enfermos y los médicos” detalla que muchas personas llegan hasta ellos en búsqueda de remedios y es ahí donde tienen la posibilidad de conocer a personas pobres, desde el contacto y la cercanía de ser la “señora médica” del barrio, describe ese acercamiento casi emocional:
“En Santa Fe pudimos ver, en las personas que viven en la extrema miseria, una profunda resignación frente a la decisión de Dios, sin dobleces, sin amargura, sin recelo, y el reconocimiento, ese don del cielo llevado al extremo […] Casi todos los días, un simpático ramo aparece misteriosamente en la puerta. Saben que nos gustan las flores […] Nos ofrecen con alegría, aludiendo siempre a las bondades de la señora” (Beck-Bernard, 2018: 103).
Esta relación constante nos acerca a la categoría de “zonas de contacto” de Mary Louise Pratt: “lugares en los que confluyen o entran en comunicación culturas que han seguido históricamente trayectorias separadas y establecen una sociedad, con frecuencia en el contexto de una relación de colonialismo” (Pratt, 1996: 1). Su condición de europea la distingue de lo “otro” y sus descripciones se cargan de contrastes entre lo propio y lo ajeno. Es esa relación transatlántica que se teje y que constituye la trama del relato.
En su relato ella se ubica como voz testigo, pero también como figura central, que vivencia una serie de sucesos peculiares o que transmite el conocimiento que recolecta de eventos ya sean sociales, históricos o épicos. La escritura de Lina, que se nos presenta como un Discurso de (en) viaje, es una construcción discursiva de los sujetos que describe, pero también de ella misma: “Estamos frente a un juego de construcción discursiva de identidades narrativas, juego entendido como la narración que un sujeto hace de sí mismo y hace del otro” (Román, 2012: 92-93).
Cuando lo que se describe son las mujeres, la mirada se vuelve doblemente propia y ajena. Retomando a Todorov (2008), la relación con el otro no se constituye en una sola dimensión, en este caso, desde el plano axiológico, su condición de mujer reconoce las virtudes, pero es desde el plano praxeológico, plantea un alejamiento, siente pena por su poca formación, pero se aparta de estas “otras” cuyas inteligencias no se desarrollan:
“Hay que constatar que si las mujeres no tienen instrucción, tienen en cambio educación. Desde pequeñas, aún niñas, son capaces de tacto, de trato social, de buen juicio, de sentido común. Tienen en general un espíritu observador, una excelente memoria, una habilidad prodigiosa en todos los trabajos de su sexo, una gran facilidad para aprender y un gran espíritu natural. Todo esto en medio de supersticiones, ignorancia y descuido. Pero se ve que hay ahí buenos elementos. Su inteligencia es como su tierra, excesivamente rica y fértil si se la cultiva, pero sin desarrollo la mayor parte del tiempo” (Beck-Bernard, 2013: 69-70).
Las tematizaciones son similares a la de otros viajeros: el territorio, la naturaleza, los indios, las costumbres; pero la narración se corre del lugar de la objetividad científica, para construir una autoridad que reside en la legitimidad que le otorga la experiencia personal, sentida, seria desde el plano epistémico, del conocer al ‘otro’ que finalmente en el plano praxeológico resulta oscilante, se acerca lo suficiente para reconocer y narrar, pero con carácter de testigo.
Con Lina Beck-Bernard descubrimos una narración de viajera, pero ya no desde los descubrimientos geográficos, ni la recolección de datos, sino de la descripción de experiencias personales y aventuras propias y ajenas, como asegura Mónica Szurmuk (2007: 58): “alterna entre ser una colección de impresiones personales de su vida y del viaje en Argentina y un análisis que aspira a tener validez etnográfica”. La narradora en viaje no es una persona de ciencia, sino una protagonista que observa, siente, disiente y escribe.
Entre sus líneas, constantemente, se vislumbra un “discurso colonial”, no solamente como una abanderada del programa migratorio modernizador que se encarnaba en el proyecto de Charles Beck, sino como lo plantea Spurr (2013), una serie de funciones retóricas, de los representantes de los poderes coloniales. Su forma de utilizar el lenguaje marca su punto de vista y sus argumentaciones establecen la autoridad imperial:
“Estoy al lado de una mujer hermosa, cuya hija de quince años es una de las jóvenes más bellas del baile […] me doy vuelta y veo una india con su pequeño envuelto en su chalina, apoyado sobre su hombro como acostumbran las mujeres del desierto […]. Este contraste, novedoso para mí, me llamó la atención de una manera que no podría describir. Era el lujo de la civilización al lado de la barbarie, como Santa Fe está al lado del Chaco. Estas dos mujeres personificaban, de manera sorprendente, dos razas que trescientos años de luchas han dejado enemistadas y que permanecerán irreconciliables, como siempre lo son los pueblos desposeídos frente a los pueblos invasores.” (Beck-Bernard, 2013: 77)
Se puede observar un lenguaje que no sólo reconoce las luchas entre dominantes y dominados, sino también está cargado de una emotividad que le asigna valor al acontecimiento que narra.
Mirar desde arriba, contar desde adentro
Se destaca en todo momento, la casa Beck-Bernard, casi como un personaje más en la historia, que hace posible, a partir de una azotea-mirador, que la narradora obtenga un punto de vista con sensación de totalidad en su relato. Según asegura Andrea Miño:
“La narración desplegada desde la mirada jerarquizada y la retórica del paseo, permite analizar la distancia cultural entre la narradora y los estereotipos sobre los ‘otros’ que al hilo del relato va construyendo. El vínculo que se establece entre la narración y la representación de lo real, recupera la figura del narrador arcaico que estaba desapareciendo a causa de la inmediatez de la experiencia de los sujetos en la vida moderna” (Miño, 2013: 51).
Es la experiencia que se narra la que conjuga narrador y narración, permitiendo así observar la distancia cultural entre lo propio y lo ajeno. En este relato, particularmente, hay un constante acercamiento y alejamiento de la narradora con lo que narra. Hablamos entonces, de un Discurso de (en) viaje, ya que nos permite pensarlo como: “fuente para estudiar la percepción de esa distancia cultural entre el país propio y el extranjero”, pero sobre todo porque “Irrumpe la inestabilidad en los flujos del sentido, la transfiguración de lo ‘otro’ y, al mismo tiempo, de lo ‘mismo’” (Román, 2012: 29).
La diferencia entre Lina Beck y otros viajeros tiene que ver también con este punto de vista, ahora despojado de una mirada científica, pero dando cuenta de la “umbralidad” de su mirada.
Santa Fe desde la terraza es el primer capítulo que se ubica en su lugar de residencia. Es en la amplia casa donde sitúa el centro de referencia del relato y es desde el lugar de la “azotea” desde donde Lina alterna entre narradora omnisciente y protagonista: “Ese espacio estratégico le permite describir, mirar y registrar, el interior de las demás casas, el sistema educativo, las características propias de hombres y mujeres de Santa Fe e incluso de otras ciudades” (Miño, 2013: 60).
La ubicación espacial entre las otras construcciones, pero también referenciando el Río Salado, las líneas del Chaco o las colinas de Paraná hace que la terraza funcione como un atalaya de donde todo puede verse. Pasa rápidamente a otros techos, otras terrazas y la hacen acceder a patios vecinos, a habitaciones ajenas desde donde relata esas “otras” cotidianeidades:
“En el patio de nuestro vecino, vemos cómo juegan los niños debajo de los naranjos, sacando las frutas de oro que cuelgan a granel de las ramas. Un poco más lejos, una criolla elegante colgó un espejo pequeño en una de las columnas que mantienen el techo de su casa. La vemos como alisa y peina sus magníficos pelos con esa gracia, ese arte único que suelen tener las españolas” (Beck-Bernard, 2013: 69).
En relación al párrafo citado, podemos ver cómo la utilización de los tiempos verbales genera un efecto de cotidianidad en una escena que parece pintarse como única. Es la relación entre la enunciadora y su enunciación (Benveniste, 1974) que, al alternar presente y pretérito perfecto simple, genera un retrato que parece repetir la vida doméstica como un ritual.
El imaginario europeo en Beck-Bernard se representa en el modo en el que interpreta ciertas acciones para justificar los comportamientos de los “otros”. Lidia Girola, retoma a Castoriadis para asegurar que “El imaginario es un magma cohesionante, un conjunto complejo de construcciones simbólicas que hacen posible las relaciones entre personas” (Girola, 2012: 388). En la narrativa de Beck-Bernard algunos hechos cobran relevancia solamente por el lugar que les otorga el relato, esa acción que se convierte en tradición sólo por el hecho de percibirse de ese modo, “la asignación de significado a eventos que se consideran cruciales” (Girola, 2012: 388). Es así que desde su lugar de europea entabla la relación con esta sociedad a la que a través de la palabra justifica y le otorga un sentido:
“En las antiguas y amplias casonas se vive bajo el modelo patriarcal[2], con tres o cuatro generaciones: abuelos, bisabuelos, madre, hija y nietos. Como las mujeres se casan muy jóvenes, se quedan con sus madres los primeros años de sus matrimonios, ya que los maridos se ausentan seguido y por mucho tiempo a causa del comercio, la guerra o de sus ocupaciones de estancieros. Gracias al desarrollo precoz de su vida familiar, se ven abuelas a los treinta y dos o treinta y tres años y no es raro ver a tíos y sobrinos de la misma edad, todos ellos viviendo bajo el mismo techo. Estas asociaciones, que no se manifiestan en nuestros países con la misma facilidad, nos permiten testimoniar a favor de los corazones y de los caracteres. Generalmente todos tienen buena disposición, unos con otros; mucha paciencia e indulgencia recíproca” (Beck-Bernard, 2013: 72).
Nos resultó llamativo el enunciado “patriarcal” en la descripción anterior. Esto nos hace pensar, desde las condiciones de reconocimiento contemporáneas, que la autora posee una perspectiva (que en la actualidad) podría denominarse de género. Lina atribuye rasgos específicos a los hombres como a las mujeres, pero desde un posicionamiento femenino que propone una forma diferente de interpretar la experiencia. En la voz de la autora, los hombres, con naturaleza de gauchos, son comerciantes y guerreros, inteligentes, finos y elegantes; empero son ignorantes y conscientes de serlo, despreocupados de la religión, pero respetuosos de las mujeres no importa al grupo social al que pertenezcan, le otorgan a éstas un lugar destacado.
De las mujeres, Lina asegura: “son las reinas en su casa y ejercen esta realeza de manera poco constitucional […] son muy buenas, devotas, fieles en amistad, resignadas a la voluntad de Dios, ofreciendo y dando lo poco que poseen con una gracia encantadora” (Beck-Bernard, 2013: 72-73). Las mujeres en la casa no solamente cumplen labores como contracara de los hombres, sino que tienen un posicionamiento “noble”, donde la generosidad y la predisposición es la virtud que se resalta.
Otro lugar hay para los niños en el relato, donde cada patio posee uno “donde reinan como amos”, sea natural o adoptado (criaturas de Dios) son objetos de pasión y entusiasmo. Una observación que no pasa desapercibida es la que afirma que “cuando los niños son europeos y rubios, el entusiasmo es sin límite. Los llenan de regalos, flores, frutas, caramelos.” (Beck-Bernard, 2013: 73).
Mirar desde afuera
En el exterior de su casona, el paseo, las calles, otras casas, los salones, el espacio urbano, adquieren protagonismo. El universo narrado se vincula con la gente y la gente con los eventos y con los lugares en los que circula. Tzvetan Todorov en su obra Nosotros y los otros (2003), realiza una descripción de “principales viajeros tipo” que se encuentran en las literaturas de viaje. Las formas en las que los viajeros interactúan con los otros en el curso del viaje es la que establece el “retrato” del que viaja. Dentro de ellos podríamos enmarcar a Lina Beck-Bernard como una viajera exota “al no compartir nuestras costumbres, él simplemente las percibe, en vez de sufrirlas; para él, nosotros no somos naturales, ya que él[3] procede constantemente por comparación implícita con su propio país, lo cual le da el privilegio de descubrir nuestras deficiencias, es decir, aquello que no se ve.” (Todorov, 2003: 391-92).
Para el 25 de Mayo, en su descripción sobre la “emancipación argentina”, Lina describe no sólo la decoración de las calles sino el desfile de la guardia nacional. A ésta la describe como “mal equipada” y con pocos conocimientos de maniobras europeas. Como una burla a lo que ella considera un espectáculo militar. Los detalles no importan, “no le importan a nadie”. También volvemos a pensar en clave de Todorov (2003) para interpretar la problemática de la alteridad, ya que desde el plano axiológico que se organiza la mirada de la viajera los otros no son como yo.
En el relato de la fiesta en la calle se resalta aquello que le es extraño. La descripción se detiene en “el reñidero, la arena de combate de los gallos”, y a las carreras de caballos, como parte del divertimento popular de las festividades. Desde el plano praxeológico, lo extraño funciona generando el distanciamiento máximo en el discurso de la viajera.
Asimismo, en el Baile que se lleva a cabo en el Cabildo, se resalta que el baile empieza tarde “llegamos a las 10. La sala está vacía aún […] A las once los invitados empiezan a llegar” (Beck-Bernard, 2013: 76). En la descripción del salón, vuelve su mirada más suave con las mujeres donde, desde el plano axiológico, hay una valoración estética, una comparación con las identidades europeas, pero resaltando ciertos rasgos distintivos:
“Vemos venir, en grupo o solas, a las jóvenes criollas, acompañadas de sus madres, casi todas relativamente jóvenes, aunque algunas, de bellos rasgos, traicionando su edad por la apariencia y el arreglo. Sus hijas son, con pocas excepciones, extremadamente lindas y defienden sin duda la reputación de la belleza de las razas criollas españolas. Nada más elegante que su aspecto, nada más aterciopelado que sus ojos, con pestañas y cejas admirables. Sus cabellos, abundantes y brillosos, entremezclados de flores y perlas, están peinados con un gusto encantado. Agréguenle rasgos nobles, una prestancia real y, como se decía hace un tiempo en Francia, ‘una gran distinción’. Este estilo se ve en el país en la mayoría de las mujeres, ya sean vendedoras de naranjas o grandes damas” (Beck-Bernard, 2013: 75).
El baile en sí no es una experiencia atractiva, más bien resalta todo aquello que le es desagradable: se refiere a la música como “detestable” y la danza abarrotada de gente, donde hay pocos invitados y muchos curiosos que pueden entrar gracias a la complicidad de los guardias. Son los parientes, los conocidos y los amigos de los soldados quienes plagan el baile. Niños y perros completan la escandalosa escena. Es en la utilización de los adjetivos “desposeídos” e “invasores” que el relato cobra fuerza.
Para Lina, el baile se acaba a las dos, aunque el salón sigue lleno y la fiesta animada. Vuelven a su hogar con la descripción de una atmósfera perfecta fuera del baile, silenciosa y vacía. Dos horas después (a las cuatro de la mañana) se termina el baile para los demás, lo sabe porque los escucha desde su ventana.
A modo de conclusión: Mirar lo femenino desde lo femenino
Desplazarnos hacia la mirada de la mujer en los discursos viajeros decimonónicos es, al decir de Vanesa Miseres (2017), buscar moverse
“de esa imagen de la mujer como sujeto estable, doméstico, objeto de representación fijo de una mirada externa que ha sido el centro de muchos estudios sobre el rol femenino […] para proponer, en su lugar, una mirada basada en la circulación y el movimiento, capaz de estudiar las intervenciones de las mujeres dentro de la cultura a través de sus relatos de viaje” (Miseres, 2017: 209).
Encontramos en las páginas de Lina Beck Bernard una mirada sobre América, con una pluma suave, europea, con una sensibilidad especial sobre lo cotidiano, sobre el día a día que transcurre bajo una mirada atenta desde su azotea. En este relato una voz que quiere contar, desde un lugar de privilegio, europeo, pero subalterno en relación a su condición de mujer.
La obra a la que referimos registra una serie de contrastes con la mirada del viajero científico naturalista, varón. Lo primero que se pone en juego es la subjetividad. El posicionamiento de la mujer como mujer, antes que como universal. El ejemplo perfecto tiene que ver con la descripción de los ambientes domésticos y cotidianos, en el que siempre sobresale la figura o función de otras mujeres.
En general, asegura Szurmuk, las mujeres que escribieron relatos de viaje para ser publicados eran de clase alta e inscribieron su escritura dentro de la introspección autobiográfica (2007: 24). En la obra de Beck Bernard se puede leer continuamente, como en el caso de otras viajeras (Szurmuk, 2007), la descripción de un adentro y un afuera. Es en el hogar donde la viajera ubica su cuerpo y su mirada, y desde ahí observa los cuerpos y las miradas de los otros: mujeres pobres, indígenas, mestizos.
Asimismo, la narradora comparte con su comunidad de lectores valores y costumbres culturales: en el caso de “El Río Paraná…”, los constantes guiños al proyecto colonizador, a la religión protestante o las asociaciones de los tipos de viviendas a las europeas o los modos de vestir. Volvemos a la otredad como modo de mirar.
El hogar, la lengua, el paisaje y el cuerpo, toman un lugar relevante en la narración de nuestra viajera y la mirada se organiza discursivamente desde lo visual (lo que nos hace pensar en su faceta su artística). Es interesante recalcar que su esposo y sus hijas casi no aparecen mencionados solamente los encontramos en un nosotros inclusivo. No se especifica la cantidad de niños que tiene, ni su sexo (Szurmuk 2007: 56). Es como si el libro fuese escrito para que la autora se expresara alejada de la figura de esposa y madre, lejos de los papeles que debía desempeñar dentro de la sociedad.
Es cierto que un lugar preponderante tiene en su escritura el paisaje de la región, pero también hay un enfoque sobre las figuras femeninas y sus funciones. Cuando las representaciones van por el lado de los personajes masculinos (el indio, gaucho, el sacerdote) siempre se las hace en relación a las mujeres y no son descritos los hombres con valoraciones positivas como la de las féminas.
Es el funcionamiento de las mujeres en la sociedad moderna lo que subyace en su relato. Las diferencias entre las mujeres de diferentes clases sociales. La clase alta, educada pero no instruida con vidas sociales urbanas y activas; y las clases populares, aborígenes, criollas, con sus quehaceres y creencias.
Beck-Bernard, no universaliza a un tipo de mujer, en clave etnográfica, sino que cada descripción enmarca a un tipo de mujer, pero con la especificidad del caso que propone (da las características de las indias, pero en relación a aquella que vendía carbón y tenía dificultades para encargar una misa; o la relación de la mujer con la política, a partir de la historia de su vecina, entre otras). En cada relato hay una historia que se adjunta para completar el cuadro. Como artista del pincel y de la palabra, pinta cuadros de situación.
La mirada (de) viajera se posa en las mujeres, sus ocupaciones y sus cuerpos (vestimenta, accesorios, fisonomía, semblantes). En las celebraciones se manifiestan momentos de encuentro con el “otro” y, en el relato, la construcción discursiva de las mujeres dispone un modo de ver a la sociedad argentina. Por ejemplo, en las grandes fiestas “las mujeres rivalizan en belleza, en lujo, en coquetería” mientras que, como contracara, los hombres se deshacen “en cumplidos halagadores, en astucia para lograr que sea aceptado un ramo o una tarjeta” (Beck-Bernard, 2013: 79). De hecho, Lina asegura que en las fiestas religiosas las mujeres son protagonistas.
En el caso de Semana Santa, detalla que cada noche las mujeres hacen procesiones con antorchas y muestran el lujo de sus vestidos mientras que, por otro lado, relata que sus vecinas le contaron que sin atuendos nuevos no podrían hacer el recorrido. En las antípodas, los hombres, que junto al sacerdote (figura controversial en el relato), de manera “horrible” hacen música con varios instrumentos “cuyos sonidos disonantes desagarran los oídos” dan comienzo al desfile.
En el relato de Lina Beck-Bernard encontramos el desplazamiento también entre diferentes clases sociales, donde se codea con la clase alta, es amiga de las damas, pero en simultáneo convive, ayuda y escucha a la plebe (criadas, indias, criollas que han perdido su abolengo). La autora distingue a las “damas”, con “sus atuendos, vestidos de brocado, mantillas de encaje, abanicos de nácar y otro, rosarios de perlas con cruz de brillantes”; mientras que a su lado “van trotando las jóvenes mulatas, las negras, las indias que las sirven. De “esta parte de la población” acentúa que sus vestimentas parecieran de utilería de teatro, exageradas y tristes.
Lina Beck-Bernard, en su condición de mujer y viajera, se describe a sí misma, construye discusivamente su yo, a partir de la narrativa sobre la “alteridad”, que en este caso son otras mujeres, como grupo al que describe casi constantemente, desde un plano axiológico. Uno de los ejes por el cual construye este otro diferente a ella está relacionado a la religión y a la educación. Lina, en un movimiento de identificación y diferencia, al ser una protestante practicante, cultivada en latín, griego, ciencias, dibujo, reconoce a las mujeres argentinas como personas con una instrucción general y religiosa sumamente precaria desde su nacimiento hasta su muerte.
Finalmente, hay en cada construcción discursiva de las figuras femeninas un momento de valoración positiva desde el plano axiológico (no pasa lo mismo con las figuras masculinas como el sacerdote o los gauchos), desde el plano epistémico ella asegura tener el conocimiento de que ellas sostienen con su fe, sus infructuosas existencias.
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María de los Ángeles Rodríguez es Licenciada en Comunicación Social, con mención en Periodismo, egresada de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos. En la actualidad es Tesista de la Maestría en Estudios Culturales que depende del Centro de Estudios Interdisciplinarios de la Universidad Nacional de Rosario (RSC 399/2015). Hace 18 años que se desempeña como docente, tanto en nivel secundario como universitario. Actualmente, es Jefa de Trabajos Prácticos, interina, de la cátedra: Análisis del Discurso en la Licenciatura y el Profesorado en Ciencias Sociales de la FHAyCS - UADER y Docente a cargo del Taller IV “Análisis de los Procesos de Configuración y Expansión del Imperialismo: Caso Argentina”, en las mismas carreras. Es Jefa de Trabajos Prácticos, por concurso de antecedentes y oposición, en la cátedra de “Semiótica” en la Facultad de Humanidades Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Entre Ríos en la Sede Paraná, y Concepción del Uruguay de la FHAyCS de la UADER, cargo obtenido por concurso de antecedentes y oposición, en uso de licencia. Por otra parte, se desempeña como Auxiliar de Docencia de Primera Categoría, de carácter interino, en la cátedra de Análisis del Discurso y Periodismo Especializado: Periodismo Científico, en la Licenciatura en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Además, en nivel secundario, es profesora titular de las asignaturas “Lengua y Literatura”, “Literatura Argentina” y “Literatura Latinoamericana”. Participa de Proyectos de Investigación y Extensión.
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[1] Considerado el primer “empresario colonizador”, según la reconstrucción histórica de Adriana Crolla (2018) Aarón Castellanos fue un gran propietario territorial de Salta, quien luego de la Batalla de Caseros había tomado contacto con el mercado financiero londinense y fue uno de los artífices del ferrocarril Rosario-Córdoba. La autora asegura que “Desairado primero por Buenos Aires y luego por Urquiza, piensa en Santa Fe, zona pobre y entonces vacía pero potencialmente rica y presenta su proyecto de colonización al gobierno provincial santafesino, el que, después de hesitaciones y cabildeos, termina por aprobar el Primer contrato de Colonización de la historia argentina el 15 de junio de 1853. Esta decisión del gobierno de Santa Fe posibilitó la instalación permanente y exitosa de la primera colonia de extranjeros europeos suizos y alemanes, Esperanza en 1856.” (Crolla, 2018: 8)
[2] La cursiva es nuestra.
[3] Es necesario aclarar que en la “Galería de viajeros” que concibe Todorov, las figuras en su totalidad son masculinas. Esto hace que resulte relevante el análisis aplicado a una mujer.
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