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Pasado Abierto - Año de inicio: 2015 - Periodicidad: 2 por año
https://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto - ISSN 2451-6961 (en línea)

Amaral

Pasado Abierto. Revista del CEHis. Nº2. Mar del Plata. Julio-Diciembre 2015.
ISSN Nº2451-6961.
http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto


Los migrantes recientes y el voto peronista: los nuevos inscriptos en las elecciones del 24 de febrero de 1946.

Samuel Amaral
Universidad Nacional de Tres de Febrero, Argentina
amaral.samuel@gmail.com


Recibido:16/10/2015
Aceptado: 02/12/2015

Resumen

La victoria de Perón en las elecciones del 24 de febrero de 1946 fue explicada en un primer momento por su capacidad para movilizar a la masa de migrantes que durante la década previa había llegado al área metropolitana de Buenos Aires. Muchos métodos ingeniosos fueron usados por los sociólogos para evaluar su influencia en esa elección, pero nadie hasta ahora hizo un estudio completo de la diferencia entre los inscriptos para esa elección y los de elecciones precedentes. Este estudio hace esto. Muestra que, tal como supusieron algunos estudiosos, esos migrantes no provenían solamente de la “sociedad tradicional” sino, principalmente, de la provincia de Buenos Aires; y que, tal como argumenta Darío Canton, ellos no tuvieron mucha influencia en el resultado electoral.

Palabras claves: Peronismo; elecciones; migrantes

Recent migrants and Peronist vote: The newly registered voters in the February 24, 1946 elections.

Abstract

Perón’s victory in the February 24, 1946 elections was first explained by his ability to mobilize people who have migrated to the Buenos Aires metropolitan area along the previous decade. Many clever devices were used by sociologists to evaluate their influence in that election, but nobody so far has made a thorough analysis of the difference between the voters registered for that election and those registered for preceding elections. This study does so. It shows that, as guessed by some scholars, those migrants did not come only from the “traditional society” but mainly from the Buenos Aires province; and that, as argued by Dario Canton, they were not that infuential in the electoral outcome.

Keywords: Peronism; migrants; elections

Los migrantes recientes y el voto peronista: los nuevos inscriptos en las elecciones del 24 de febrero de 1946.

El triunfo de Perón en las elecciones del 24 de febrero de 1946 se atribuyó al apoyo que obtuvo de los trabajadores, pero no de todos ellos. Ya antes de esas elecciones, el 22 de diciembre del año anterior, al examinar la composición social de las fuerzas democráticas y de las peronistas, Victorio Codovilla, el principal dirigente del Partido Comunista, estableció esa división en un informe presentado a la conferencia nacional de su partido. Además del apoyo

“de todos los partidos políticos tradicionales, de gran parte de la juventud obrera y campesina, la inmensa mayoría de la juventud universitaria, de los intelectuales y artistas, de los profesionales, del profesorado, de los empleados, de las clases medias, de los sectores progresistas de la industria, del comercio, de la agricultura de la ganadería y de la finanza, de la mayoría del Ejército y de la Marina y una parte de la policía, de los sectores democráticos del catolicismo y de toda la prensa del país, a excepción de los pasquines peronistas” (Codovilla, 1946: 77)

la Unión Democrática tenía el de “la parte más consciente y más combativa del movimiento obrero y del campesinado”. (Idid., 77) Perón, por su lado, contaba con el apoyo de “los sectores menos politizados de la clase obrera de la ciudad y del campo y de los empleados públicos y particulares que se han dejado influenciar o engañar por la Secretaría de Trabajo y Previsión y por los tránsfugas del movimiento sindical, que dirigen la sedicente Confederación General del Trabajo”, como también con el de “los puestos decisivos que retiene en el Gobierno y en el aparato estatal”, “algunos mandos del Ejército”, “grupos armados de tipo fascista”, “elementos reaccionarios de la oligarquía latifundista”, “una parte considerable del clero”, varias “empresas imperialistas” y “otras de capitales mixtos nacionales y extranjeros”, “la Quinta Columna del nazi-fascismo-falangismo” y “sumas incalculables de dinero”. (Ibid., 83- 84). En términos numéricos, es decir, de la cantidad potencial de votos, sin contar a los obreros, la Unión Democrática tenía, según esa enumeración, una gran ventaja debido a que todos los sectores sociales mencionados parecían reunir mayor cantidad de personas que los que apoyaban a Perón. Solo quedaba por determinar, elección mediante, cuántos eran los integrantes de “la parte más consciente y más combativa del movimiento obrero y del campesinado” y cuántos los de “los sectores menos politizados de la clase obrera de la ciudad y del campo y de los empleados públicos y particulares”. Como el resultado de las elecciones del 24 de febrero de 1946 favoreció a Perón, podría pensarse que estos eran más numerosos que aquellos, pero, en cualquier caso, ¿quiénes eran?

Codovilla lo explicó por anticipado: uno de los factores que había facilitado “la penetración de la demagogia nazi-peronista en el seno de las masas trabajadoras” era el hecho de que “en estos últimos años, grandes masas de trabajadores desorganizados y poco politizados, en gran parte de procedencia campesina, han ingresado a las industrias”. Calculaba que esos trabajadores eran más de trescientos mil, “la mayoría de los cuales son hombres y mujeres jóvenes”; “hijos de chacareros arruinados que vienen a la ciudad a buscar trabajo”; “gente que viene de las provincias pobres a ‘probar suerte’ en la ciudad”; “gente de las barriadas de Buenos Aires y pueblos circunvecinos, que sufren terriblemente la vida de privaciones a que los han sometido los escasos salarios de sus padres y desean liberarse de la sórdida vida del conventillo falto de higiene y de comodidades”. La afluencia de los obreros a las fábricas se había intensificado en los últimos años “como consecuencia del desarrollo industrial que se ha operado durante la guerra”, y ellos permanecían “desorganizados y poco politizados” debido a las dificultades que habían tenido los sindicatos libres, por la persecución sufrida, para ponerse en contacto con ellos, “para educarlos socialmente, organizarlos en los sindicatos, hacerse eco de sus necesidades y organizar la lucha por el triunfo de sus reivindicaciones” (Ibid., 141-142). Así, desde el momento mismo del surgimiento del peronismo quedó fijada una imagen: los obreros nuevos, migrantes recientes, habían apoyado a Perón y eran los responsables de su victoria.

Esa era la interpretación de un político en vísperas de las elecciones, pero es posible que Codovilla expresara ideas que no eran patrimonio suyo únicamente sino parte de un esfuerzo más generalizado por encontrar una explicación, primero, al entusiasmo por Perón de lo que sociólogos posteriores llamaron “las clases populares” y, más tarde, a su triunfo electoral. Algo de eso debe de haber quedado en el ambiente porque cuando, nueve años después, comenzaron los esfuerzos académicos por explicar el voto peronista en las elecciones de 1946, los migrantes recientes, obreros nuevos, mantuvieron el lugar que habían tenido en aquella visión política.


Los migrantes recientes

El primer intento de identificar las bases sociales del peronismo fue realizado por Gino Germani en el capítulo XVI de Estructura social de la Argentina, donde correlacionó los porcentajes del voto por las listas de electores de presidente y vicepresidente de la alianza Partido Laborista-Unión Cívica Radical Junta Renovadora en la Capital Federal con los porcentajes de ciertas categorías ocupacionales (Germani, 1955:251-260). El resultado de su análisis fue que había una “correlación altísima” entre la categoría “obreros y obreros industriales” y el voto peronista. Como, según sus cifras, en las elecciones del 24 de febrero de 1946 hubo en Capital Federal 190.000 votantes nuevos, equivalentes a un 46% de crecimiento sobre los votantes de 1942, y muchos de ellos “pertenecían a personas de ocupación obrera” que habían migrado en los años anteriores, ellos “fueron a engrosar en alta proporción al electorado peronista” (Ibid., 256). También señaló, en dos renglones, que el “índice de correlación” de las “clases populares” con el voto peronista “para el total del país” era igualmente positivo, pero algo menor que el de la Capital Federal (Ibid., 259). Esa fue la base empírica de su tesis acerca del papel de los migrantes recientes en el apoyo inicial al peronismo, expuesta en un artículo publicado en 1956, luego incluido como capítulo IX en Política y sociedad en una época de transición, su libro de 1962, y desarrollada más extensamente en otros capítulos de ese mismo libro.

Las críticas a la tesis de Germani fueron de dos tipos: en primer lugar, por limitar el apoyo a Perón al sector de obreros integrado por los migrantes recientes y, en consecuencia, por dejar de lado a los obreros viejos; en segundo lugar, por extender a todo el país, sin ofrecer evidencia, el resultado de su estudio empírico acerca de la correlación de ciertas categorías ocupacionales con el voto peronista en la Capital Federal. La primera de esas críticas fue formulada por Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero en 1971, pero ella se limitaba a incluir en la explicación a otro actor, los obreros viejos, que estaban en la misma área geográfica que los migrantes recientes, sin dar cuenta de quién había votado por Perón fuera de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, donde se encontraba, por la concentración industrial en esa área, la mayoría de los obreros viejos (Murmis y Portantiero, 1971). La segunda de esas críticas fue realizada por Peter Smith, quien analizó las bases sociales del voto peronista en todo el país (Smith, 1972). Con un método similar al de Germani, correlacionó diversas categorías ocupacionales y sociales con el voto peronista en todos los departamentos[1] del país y encontró, según el resumen de sus conclusiones que hizo Germani, que “el rol de los migrantes internos ‘desplazados’ fue de poca monta”, “que solo una minoría de migrantes era de origen ‘rural’ o ‘tradicional’” y que “muchos otros grupos sociales y clases intervinieron en una ‘coalición amplia’ que llevó al peronismo al poder” (Germani,1973: 437). Críticas similares fueron realizadas contemporáneamente por Eldon Kenworthy y E. Spencer Wellhofer: el primero señaló que los migrantes recientes eran solo el 30% de la clase obrera del área metropolitana y que apenas 14% de ellos provenían de zonas rurales; el segundo, que en el área metropolitana el voto peronista provino de los nuevos votantes, quizás migrantes recientes, pero que fuera de ella hubo “fuertes variaciones regionales” (Kenworthy, 1973: 33-34; Wellhofer, 1974: 248-250).

La respuesta de Germani a sus críticos se basó en un estudio “todavía incompleto” de 144 departamentos con un centro urbano de 5.000 habitantes o más, que eran el 39% del total pero, señalaba, tenían el 80% de la población total (Germani, 1973: 443). Su interpretación de los resultados concluyó en la confirmación la hipótesis “clásica”, es decir, la suya, respecto de “la gran preponderancia de los obreros urbanos en el electorado peronista” y “el rol esencial de los migrantes internos”. En cuanto a estos (estimados como el porcentaje de varones nacidos en otras provincias sobre el total de varones argentinos que vivían en cada departamento), señalaba que los coeficientes no permitían distinguir a quienes habían nacido en la provincia de Buenos Aires y habían migrado dentro de ella. Por ese motivo, estimaba los coeficientes incluyendo y excluyendo los departamentos del área metropolitana de Buenos Aires. En el primer caso, el coeficiente era positivo pero bajo, mientras que en el segundo era positivo y alto para todos los departamentos con centros de 50.000 habitantes o más y más alto aun para los centros urbanos con 20.000 a 49.999 habitantes cuyo porcentaje urbano era de 60% o más. (Ibid., 444-445). En su respuesta a Germani, tal como este lo había hecho, Smith señaló los problemas metodológicos de las estimaciones de su crítico y también los del significado de los valores obtenidos para los migrantes, que solo eran significativos si se excluía al Gran Buenos Aires (Smith, 1974: 389-392). Aunque ofreció una estimación alternativa acerca del “peso decisivo” que Germani atribuía a los migrantes en el voto peronista, el principal problema de ambas estimaciones era que los coeficientes de la correlación entre migración y voto peronista eran poco significativos en el Gran Buenos Aires por la falta de información acerca de la migración interna dentro de la provincia de Buenos Aires. Por la vía intentada por Germani y por Smith no era posible, en consecuencia, resolver el problema del peso de los migrantes internos en el voto peronista. La ausencia de información afectaba al área donde se suponía que mayor podía ser la proporción de migrantes y donde más alta había sido la proporción del voto peronista. Para avanzar hacia una respuesta a ese interrogante pendiente fue necesario esperar que, cuarenta años después de ese debate, se encontrara una fuente alternativa a la usada por esos contendientes.

La última contribución acerca del papel de los migrantes recientes en el triunfo de Perón en las elecciones del 24 de febrero de 1946 es Una hipótesis rechazada, de Darío Canton, Luis R. Acosta y Jorge R. Jorrat (2013). Germani acierta “en señalar el papel decisivo de los trabajadores manuales en el triunfo inicial del peronismo”, pero no acierta “en creer que los migrantes internos tuvieron un papel importante en ese triunfo en el Área Metropolitana de Buenos Aires”, ya que “no son tantos, no vienen de donde creía ni tienen los atributos que les adjudicaba”, como “tampoco (...) votan como suponía” (Ibid., 90). Las dudas de Canton –a él se deben la dirección de la investigación y las conclusiones– acerca de los migrantes recientes eran antiguas, ya que, como señala en ese libro, las había expresado en una de las mesas redondas organizadas por Carlos Fayt, cuyos resultados incluyó en su libro La naturaleza del peronismo, publicado en 1967 (Ibid., 3-4; Fayt, 1967).[2] Allí Canton expresa su incredulidad respecto de las características consideradas de los migrantes debidas a su supuesto origen en una sociedad atrasada, como también respecto del posible peso que podrían haber tenido en el resultado electoral, debido a la total ausencia de sustento empírico de esas suposiciones. Por eso creía que ellas eran “creencias compartidas” más que “conocimientos fundados”. Solo 42 años después pudo Canton comenzar una investigación para dar fundamento a los conocimientos respecto de los migrantes internos, basándose en una nueva fuente: las fichas de registro de los inscriptos para las elecciones del 24 de febrero de 1946 existentes en el archivo de la Cámara Nacional Electoral. La investigación para analizar el efecto de la migración interna sobre el voto por Perón en esas elecciones consistió en efectuar una muestra aleatoria de los inscriptos en la Capital Federal (la ciudad) y en diecisiete partidos del Gran Buenos Aires (el conurbano). El resultado de la investigación es que los migrantes internos (definidos como los nacidos en el resto del país) residentes en la ciudad provenían (redondeando en la unidad) en el 48% de la provincia de Buenos Aires y en el 30% de la zona Centro (Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y Santa Fe), lo que suma el 78% y deja un 22% para los de las otras regiones del país; y los residentes en el conurbano provenían en el 60% de la provincia de Buenos Aires y en el 23% de la zona Centro, lo que suma 83% y deja el 17% para los provenientes del resto del país. Los migrantes internos que eran parte de la población económicamente activa eran el 85% en la ciudad y el 89% en el conurbano y los que eran trabajadores manuales eran 45% en la primera y 60% en el segundo, aunque como proporción del total de trabajadores manuales eran el 17% y el 14% respectivamente. La proporción de analfabetos entre los migrantes internos era 2% en la ciudad y 5% en el conurbano. Los migrantes internos al Área Metropolitana (la ciudad y el conurbano), por lo tanto, provenían en el 81% de la provincia de Buenos Aires y la zona Centro, el 87% de ellos era parte de la población económicamente activa, el 53% eran trabajadores manuales y el 4% eran analfabetos.[3]

Los migrantes internos, de acuerdo con los resultados de la muestra, eran muy distintos de lo que había supuesto Germani basado en “creencias compartidas”, no en “conocimientos fundados”. Aun así, ¿votaron por Perón en 1946? Para averiguarlo, Canton, Acosta y Jorrat correlacionaron la información sobre los migrantes recientes con el voto peronista en esas elecciones. El resultado del análisis es que la correlación de los migrantes con el voto peronista es negativa significativa en la ciudad y negativa no significativa en el conurbano. Como por ese motivo en la ciudad los valores son cercanos a cero, evalúan el peso de los migrantes solamente en el conurbano, donde encuentran que el 33% de ellos votó por Perón y que contaron por el 8% del total de votos por Perón (Canton, Acosta y Jorrat, 2013:68).

Las estimaciones de Canton, Acosta y Jorrat, por lo tanto, según la muestra efectuada de los inscriptos en 1946 que habían nacido fuera del Área Metropolitana (que es como definen a los migrantes internos), revelan (1) que el 54,4% de ellos provenía de la provincia de Buenos Aires, el 26,2% de las provincias de Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe y del territorio nacional de La Pampa, y el 19,4% de todas las otras provincias y territorios del país[4] ; y (2) que solo una ínfima porción de ellos habría votado por Perón en el conurbano y aun menos en la ciudad.

Con esto, tal como subraya el título del libro de Canton, Acosta y Jorrat, la hipótesis de Germani acerca del papel de los migrantes recientes en el surgimiento del peronismo es “una hipótesis rechazada”. Hay, sin embargo, otra vía de aproximarse a la evaluación de la cantidad de los migrantes recientes que votaron en las elecciones del 24 de febrero de 1946 y a la proporción que podrían haber sido del voto peronista. Esa vía, no intentada hasta ahora, a pesar de ser la más sencilla y la más accesible para quienes participaron de los debates sobre el tema en la década de 1970 por la disponibilidad de la información, es la comparación de la cantidad de inscriptos en esas elecciones con los inscriptos en elecciones anteriores.[5] La diferencia de la cantidad de inscriptos en cada departamento o distrito entre dos elecciones incluye dos componentes, el crecimiento vegetativo y las migraciones, que no hay demasiada dificultad en estimar. La sección que sigue ofrece una estimación de esos componentes y establece una relación del segundo con el voto peronista diferente de las intentadas anteriormente.


Los nuevos inscriptos

La estimación de la cantidad de migrantes recientes puede hacerse mediante la comparación de las cifras de los inscriptos en los padrones utilizados en las elecciones de 24 de febrero de 1946 con las de los inscriptos en elecciones anteriores.[6] Los migrantes recientes que podrían haber dado el triunfo al peronismo eran los que estaban inscriptos y podían votar.[7] Aunque no se puede saber, naturalmente, cómo votó cada uno de ellos, sí puede conocerse la cantidad de nuevos inscriptos que hubo en cada distrito y en cada departamento en esas elecciones respecto de elecciones anteriores y estimar la proporción que ellos representaban del voto peronista. La comparación de la cantidad de inscriptos entre dos elecciones en cada distrito y en cada departamento permite observar a cada uno de estos en relación con el total; y la comparación de la cantidad de inscriptos con la que podría haber habido de acuerdo con las tasas de crecimiento anual de la población total y de cada distrito permite estimar la diferencia entre los inscriptos esperados y los inscriptos reales. Esa comparación es la que se efectúa en las tablas adjuntas de las cifras de inscriptos para las elecciones presidenciales del 5 de septiembre de 1937 y las del 24 de febrero de 1946.[8]

Los nuevos inscriptos en 1946 respecto de los inscriptos en 1937 eran 732.644 en el todo el país, de los cuales el 25,63% correspondía a Capital Federal, 30,52% a Buenos Aires y 43,85% a los otros trece distritos (Tabla 1). La proporción del total de inscriptos que correspondía a Capital Federal había pasado de 17,29% en 1937 a 19,08% en 1946; y la de Buenos Aires, de 28,66% a 29,06%. Aparte de esos dos distritos solamente otros dos tuvieron una proporción mayor de los inscriptos en 1946 que en 1937: Jujuy, que pasó de 0,83% a 0,86% y Mendoza, de 3,41% a 3,85%. De tal manera, Capital Federal ganó 1,79% sobre el total de inscriptos entre 1937 y 1946; Mendoza, 0,44%; Buenos Aires, 0,40%, Jujuy, 0,03% y San Juan, 0,02% (Tabla 2, columna D). La proporción de inscriptos sobre el total del país de los otros once distritos fue menor en 1946 que en 1937. Los distritos que más perdieron fueron Corrientes, -0,52%; Santa Fe, -0,49%, y Entre Ríos, -0,46%. Aunque el crecimiento de la cantidad de inscriptos dependía de la cantidad de varones que se enrolaran entre esas dos elecciones, también dependía de la cantidad de bajas por muerte o por migración. Aunque la tasa de mortalidad fuese menor en Capital Federal y Buenos Aires que en otros distritos, igualmente su crecimiento, junto con el decrecimiento de la proporción de otros distritos, ya es un indicador de la migración hacia esos dos distritos.

Otro indicio está dado por la proporción de crecimiento en 1946 respecto de 1937 en cada distrito. El crecimiento de los inscriptos en todo el país entre las dos elecciones fue del 27,41% (Tabla 2, columna A). La proporción de diez distritos estuvo por debajo de esa cifra y la de los otros cinco estuvo por encima. Los distritos cuya proporción del crecimiento de la cantidad de inscriptos fue mayor que la del país fueron Mendoza, con el 43,73%; Capital Federal, con el 40,64%; Jujuy, con el 32,71%; Buenos Aires, con el 29,19% y San Juan, con el 28,90%. Los distritos en los que menor crecimiento tuvo la cantidad de inscriptos entre esas dos elecciones fueron San Luis, con el 3,59%; Corrientes, con el 11,66%; y La Rioja, con el 12,49%. Estas cifras indican que, si las tasas de enrolamiento y de mortalidad eran constantes, esos tres distritos estaban expulsando población, como también sucedía con otros distritos que no tenían las mismas características socioeconómicas y que también estaban por debajo del porcentaje de crecimiento de los inscriptos entre las dos elecciones, como Córdoba, con el 24,77%; Entre Ríos, con el 18,00%; y Santa Fe, con el 22,39%.

La tasa de crecimiento anual de los inscriptos en todo el país entre 1937 y 1946 fue del 2,98% (Tabla 2, columna B). En cinco distritos la tasa de crecimiento anual fue superior a esa proporción y en los otros diez fue menor. Entre los primeros, la más alta se dio en Mendoza, con el 4,50%, seguida de Capital Federal, con el 4,22%, Jujuy, con el 3,49%; Buenos Aires, con el 3,15% y San Juan, con el 3,13%. La tasa más baja de crecimiento anual fue la de San Luis, con el 0,43%, seguida por Corrientes, con el 1,35%, y La Rioja con el 1,44%.

La proporción que los nuevos inscriptos de 1946 respecto de los de 1937 representaban sobre el total de inscriptos de 1946 era en todo el país el 21,51%, pero ella fue mayor que esa cifra en los cinco distritos en que mayor había sido el porcentaje de crecimiento entre las dos elecciones y fue menor en los diez distritos en que ese porcentaje había sido menor que el crecimiento de los inscriptos de todo el país (Tabla 2, columna C). Los nuevos inscriptos representaban en 1946 el 30,42% del total de inscriptos en Mendoza; el 28,90% en Capital Federal; el 24,65% en Jujuy; el 22,60% en Buenos Aires; y el 22,42% en San Juan. En los otros diez distritos, los nuevos inscriptos representaban una proporción menor que en el total del país, con la proporción más baja en San Luis, con el 3,46%, seguida de Corrientes, con el 10,44%, y de La Rioja, con el 11,10%.

Las proporciones indican cuáles eran los distritos que ganaban o que perdían en 1946 respecto de los inscriptos registrados en 1937, pero como la cantidad de inscriptos era muy distinta en cada distrito, para evaluar el volumen de las migraciones es necesario estimar también las cantidades absolutas. La cantidad de inscriptos esperados en 1946 (Tabla 3, columna A) es la que cada distrito habría tenido si todos hubieran crecido de acuerdo con la proporción de crecimiento del total del país (27,4%).[9] Como eso no sucedió, hay una diferencia entre la cifra de inscriptos esperados y los registrados en 1946 (Tabla 3, columna B). La mayor diferencia positiva es la de Capital Federal, donde la cifra real excede a la esperada en 61.114 inscriptos. Los otros distritos con diferencias positivas fueron Mendoza, con 14.871 inscriptos más que los esperados; Buenos Aires, con 13.644 inscriptos; Jujuy, con 1.170 inscriptos; y San Juan, con 680 inscriptos. El distrito con la mayor diferencia negativa es Corrientes, donde hubo 17.808 inscriptos menos que los esperados. Otros distritos con altas diferencias negativas son Santa Fe, con -16.788 inscriptos; Entre Ríos, con -15.792 inscriptos; Santiago del Estero, con -9.985 inscriptos; San Luis, con -9.151 inscriptos; Córdoba, con -7.922 inscriptos; y Tucumán, con -5.598 inscriptos. La Rioja, cuyas proporciones estaban entre las más negativas, en términos absolutos tuvo 3.412 inscriptos menos que los esperados, seguida entre los que menos inscriptos perdieron respecto de los esperados por Catamarca, con -2.856 inscriptos, y Salta, con -2.162 inscriptos. Capital Federal y Buenos Aires ganaron en conjunto 74.758 inscriptos respecto de los esperados, en tanto que los tres distritos de la zona Centro de Canton, Acosta y Jorrat (Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe, ya que en el territorio nacional de La Pampa no había elecciones nacionales) tuvieron 40.502 inscriptos menos que los esperados y los otros diez distritos, 34.251 inscriptos menos. La comparación de los inscriptos reales en 1946 con los esperados según la tasa de crecimiento de los inscriptos entre las dos elecciones muestra que la proporción de los nuevos inscriptos esperados (Tabla 3, columna B) sobre el total de inscriptos de 1946 es del 11,35% en Mendoza y del 9,41% en Capital Federal, que son los cifras más altas, y del -23,00% en San Luis y del -14,10% en Corrientes, que son las cifras más bajas (Tabla 3, columna C).

Otra estimación de los inscriptos esperados se puede hacer utilizando la tasa de crecimiento anual de la población del país entre los censos de 1914 y 1947, que fue 2,04% (Tabla 3, columna D). La cantidad de inscriptos reales para las elecciones de 1946 fue 237.457 inscriptos más que los esperados por la aplicación de esa tasa de crecimiento anual acumulada a la cantidad de inscriptos de 1937 (Tabla 3, columna E). Nueve distritos tuvieron más inscriptos que los esperados: en primer lugar, Capital Federal, con 102.160 inscriptos más, seguida por Buenos Aires, con 81.689 inscriptos. La suma de las cifras de dos distritos equivale al 77,4% de la diferencia entre el total de inscriptos de 1946 y los esperados según esa tasa de crecimiento. La comparación de los inscriptos reales en 1946 con los esperados según la tasa de crecimiento anual intercensal total acumulada entre las dos elecciones muestra que la proporción de los nuevos inscriptos esperados (Tabla 3, columna D) sobre el total de inscriptos de 1946 es del 17,53% en Mendoza y del 15,72% en Capital Federal, que son las proporciones más altas, y de -14,42% en San Luis y de -6,15% en Corrientes, que son las más bajas (Tabla 3, columna F).

Entre 1937 y 1946, de acuerdo con estas estimaciones, los distritos con mayor cantidad de inscriptos respecto de los esperados según la tasa de crecimiento de los inscriptos entre las dos elecciones y según la tasa de crecimiento intercensal de la población fueron Mendoza, Capital Federal, Jujuy, Buenos Aires y San Juan; y los distritos con menor crecimiento de acuerdo con esas dos estimaciones fueron San Luis, Corrientes y La Rioja. En el caso de los primeros, la diferencia se debería a las migraciones internas hacia Capital Federal, Buenos Aires y, sorprendentemente, Mendoza; mientras que las diferencias en Jujuy y San Juan, cuyas cifras absolutas son bajas según la primera estimación, son más difíciles de determinar. En el caso de los segundos, la diferencia negativa en la cantidad de inscriptos reales respecto de los esperados se debería a la emigración. En términos absolutos, sin embargo, los distritos que según la primera estimación más emigrantes tuvieron fueron Corrientes, Santa Fe y Entre Ríos.

Estas estimaciones muestran los posibles movimientos interdistritales pero no los ocurridos dentro de un mismo distrito. Para estimar esto es necesario prestar atención a las diferencias de los inscriptos en 1946 en cada departamento de cada distrito respecto de elecciones anteriores. Como los resultados de la muestra de Canton, Acosta y Jorrat indican que casi la mitad de los inscriptos en las elecciones de 1946 habia nacido en los partidos de la provincia de Buenos Aires que no eran parte del área metropolitana, a continuación se estudia la variación en la cantidad de inscriptos en los partidos de esa provincia entre las elecciones del 6 de marzo de 1938 y las del 24 de febrero de 1946.[10]

Entre 1938 y 1946 hubo en Buenos Aires 207.206 nuevos inscriptos (Tabla 4). Los partidos en que más había crecido la cantidad de inscriptos en términos absolutos eran el conjunto Avellaneda-Lomas de Zamora-Cuatro de Junio,[11] con 56.430 nuevos inscriptos; La Plata, con 20.942; San Martín, con 19.635; General Pueyrredón, con 12.931; y Vicente López, con 11.579. Esos siete partidos contaban por el 59% del crecimiento de la cantidad de inscriptos en el distrito. Catorce partidos del Gran Buenos Aires (Almirante Brown, Avellaneda, Cuatro de Junio, Esteban Echeverría, San Martín, General Sarmiento, Lomas de Zamora, Las Conchas, Matanza, Seis de Septiembre, Quilmes, San Fernando, San Isidro y Vicente López) contaban por el 63% del crecimiento y otros tres de ellos (Florencio Varela, Merlo y Moreno) sumaban un 1% más.[12] En el otro extremo se encontraban los ocho partidos que habían perdido inscriptos en términos absolutos: Navarro, Colón, Ramallo, San Andrés de Giles, Rivadavia, General Belgrano y General Lamadrid. Ellos perdieron, en conjunto, 1.444 inscriptos, pero otros nueve partidos habían tenido un crecimiento absoluto menor a cien inscriptos: Marcos Paz, General Villegas, General Conesa, Pila, Caseros, Laprida, Patagones, Puán y Roque Pérez. Más que las pérdidas absolutas, que representan una proporción pequeña del crecimiento de los partidos donde más creció la cantidad de inscriptos cuentan las relativas, es decir, los partidos donde el crecimiento no se produjo al mismo ritmo que el del distrito, que, por lo tanto, también estaban expulsando inscriptos.

El crecimiento de la cantidad de inscriptos entre 1938 y 1946 en el distrito fue del 26,49%, pero 21 partidos tuvieron un crecimiento mayor que ese y 88 partidos lo tuvieron menor.[13] Entre los primeros se encuentran General Pueyrredón, que creció el 114,81%; Vicente López, el 105,56%; San Martín, el 77,17%; Avellaneda-Lomas de Zamora-Cuatro de Junio, el 75,05%; y Matanza, el 71,92%. Entre los segundos, están Ramallo, que tuvo un crecimiento (en realidad, un decrecimiento) del -1,61%; General Belgrano, del -1,76%; Navarro, del -2,21%; General Paz, del -2,61%; San Andrés de Giles, del -2,79%; Colón, del -2,81%; General Lamadrid, del -7,57%; y Rivadavia, del - 13,79%. Los primeros son partidos en gran medida urbanizados y, excepto un caso, localizados en el Gran Buenos Aires; los segundos son partidos de diversas áreas productivas de la provincia. (Si la comparación se efectúa con la cantidad de inscriptos en 1940, 34 partidos habían perdido inscriptos en términos absolutos en 1946: todos los mencionados excepto Pila, y además Bartolomé Mitre, Carmen de Areco, Pergamino, Rojas, San Antonio de Areco, San Pedro, Alberti, Bragado, Carlos Tejedor, Chivilcoy, General Arenales, General Pinto, Junín, Nueve de Julio, Pehuajó, General Paz, Las Flores, Pellegrini y Bolívar. Otros doce partidos, entre ellos Pila, habían tenido un aumento inferior a cien inscriptos: Las Heras, Exaltación de la Cruz, San Nicolás, Lobos, San Vicente, Chacabuco, General Viamonte, General Guido, Guaminí, Juárez y Tornquist. Los nombres de los partidos indican que todas las zonas de la provincia, excepto el área metropolitana, perdían inscriptos en términos absolutos).[14]

Los nuevos inscriptos contaron en 1946 por el 20,94% del total de inscriptos de ese año en el distrito. Hubo igualmente 21 partidos en los que los nuevos inscriptos representaron una proporción mayor que en el distrito y 88 partidos en los que la proporción fue menor que la del distrito. Entre los primeros, la proporción más alta de nuevos inscriptos se dio en General Pueyrredón, con el 53,41% del total de inscriptos en 1946; en Vicente López, con el 51,35%; en San Martín, con el 43,56%; en Avellaneda-Lomas de Zamora-Cuatro de Junio, con el 42,87%; en Matanza, con el 41,83%; en Seis de Septiembre, con el 40,09%; en San Isidro, con el 41,51%; y en Quilmes, con el 35,71%. Entre los segundos, además de los partidos que tuvieron un decrecimiento de la cantidad de inscriptos, en seis partidos los nuevos inscriptos representaron una proporción de más de veinte puntos porcentuales menor que la proporción del distrito y otros 47 partidos tuvieron una diferencia de diez a veinte puntos porcentuales con la proporción del distrito. Aunque la pérdida de inscriptos es difícil de evaluar en términos absolutos, esas diferencias entre la proporción que los nuevos inscriptos representaron en los partidos del área metropolitana y en la mayoría de los otros partidos de la provincia es, sin duda, otro indicio de la migración que tuvo lugar dentro de esta entre las elecciones de 1938 y de 1946.


El voto peronista

Tras establecer la cantidad de los nuevos inscriptos entre las elecciones de 1937 y 1946 y las proporciones que ellos representaban sobre el total de inscriptos en los quince distritos resta poner en relación esas cifras y proporciones con las del voto peronista. Como la proporción de votantes no fue la misma en todos los distritos, para relacionar la cantidad de nuevos inscriptos con el voto peronista hay que estimar la cantidad de nuevos inscriptos que votaron mediante la aplicación del porcentaje de voto en cada uno a esa cantidad (Tabla 5). De tal modo se obtiene la cantidad de nuevos votantes en cada distrito. Naturalmente, esta es una cifra solamente indicativa, puesto que los nuevos votantes no tenían por qué votar en la misma proporción que el conjunto de los votantes, pero no hay indicadores para efectuar una corrección de esa cifra. Los nuevos inscriptos, asimismo, eran más que los estimados solamente mediante la diferencia entre la cifra de inscriptos de 1937 y la de 1946 debido a las bajas por fallecimiento y por cambio de domicilio a otro distrito, pero tampoco hay indicadores que permitan efectuar esta corrección. Con estas salvedades, en todos los distritos, hubo 611.098 nuevos votantes, dado que los nuevos inscriptos eran 732.644 y la proporción de votantes sobre inscriptos fue del 83,41%. Los nuevos votantes representaron entre el 39,14% del voto peronista en todo el país, pero en los distritos osciló entre el 54,76% en Mendoza y el 7,52% en San Luis. Cuatro distritos tuvieron una proporción mayor que la del país: Capital Federal, 15,34 puntos porcentuales; Buenos Aires, 2,05 puntos porcentuales; Córdoba, 7,62 puntos porcentuales; y Mendoza, 15,62 puntos porcentuales. Los distritos con mayor cantidad de nuevos votantes fueron Capital Federal y Buenos Aires, con 166.092 y 185.693 respectivamente, que representaban el 58% del total de nuevos votantes en las elecciones de 1946. La suma de los votantes nuevos de esos dos distritos representaba el 47% del voto peronista en ellos y el 23% del voto peronista del país.

En esa estimación de los nuevos votantes no está descontado el crecimiento vegetativo de la población, por lo que ella incluye a todos los nuevos votantes, nativos o migrantes. Si se consideran solamente las cifras de migrantes según la estimación hecha de acuerdo con la tasa de crecimiento de los inscriptos entre 1937 y 1946 (Tabla 3, columna B), se tiene que los 61.114 migrantes de Capital Federal y los 13.644 de Buenos Aires representan en conjunto el 10% del voto peronista de esos dos distritos sumados y el 5% del voto peronista total del país. Si se toma la estimación de los migrantes de acuerdo con la tasa de crecimiento intercensal de la población (Tabla 3, columna E) se tiene que los 102.160 migrantes de Capital Federal y los 81.689 de Buenos Aires representan el 24% del voto peronista en esos dos distritos y el 12% del voto peronista en todo el país.

Las estimaciones de los votantes nuevos y de los posibles migrantes por distrito no consideran, como se ha visto más arriba, las migraciones que tuvieron lugar dentro de la provincia de Buenos Aires. Los votantes nuevos en ese distrito, estimados como la proporción de votantes sobre inscriptos en las elecciones de 1946 aplicada a la diferencia entre los inscriptos para las elecciones de 1938 y 1946, fueron 172.083 (Tabla 6). Ellos representaban el 38,46% del voto peronista de Buenos Aires, pero esa proporción variaba entre los partidos del Gran Buenos Aires y otros pocos muy urbanizados, que tenían una proporción de nuevos votantes más alta que la del distrito, y la mayoría de los partidos de la provincia, donde los nuevos votantes eran una proporción menor que la del distrito. Entre los primeros se encuentran General Pueyrredón, donde los nuevos votantes fueron el 121,38% del voto peronista; General Madariaga, el 101,35%; Vicente López, el 91,17%; Cañuelas, 73,48%; San Isidro, el 66,17%; Matanza, el 65,47%; San Martín, el 64,86%; Seis de Septiembre, el 64,40%; Avellaneda-Lomas de Zamora-Cuatro de Junio, el 63,69%. En total 35 partidos tuvieron una proporción de votantes nuevos sobre el voto peronista mayor que la del distrito.

Los votantes nuevos, sin embargo, no eran todos migrantes, ya que cierta cantidad de votantes nuevos se debía al crecimiento vegetativo de la población. Tal como en el caso de la estimación de los votantes nuevos por distrito, se puede estimar la cantidad esperada de nuevos inscriptos mediante la aplicación de una cierta tasa de crecimiento a la cifra de inscriptos de 1938. Una de ellas es el porcentaje de crecimiento de la cantidad de inscriptos en el distrito en el período, que fue 26,49% (Tabla 4) y la otra el porcentaje resultante de la tasa acumulada anual intercensal en todo el país, el 2,04%, por lo que fue de 17,53% para el período 1938-1946.[15] Las cifras obtenidas de nuevos inscriptos esperados sustraídas de las cifras de inscriptos reales da una diferencia en la cantidad de inscriptos que puede atribuirse a los migrantes. La estimación de los nuevos votantes que eran migrantes se obtiene mediante la aplicación a esa cifra del porcentaje de votantes sobre inscriptos que se registró en cada partido del distrito. De esa manera, se puede realizar una estimación de los migrantes votantes según la tasa de crecimiento de los inscriptos y otra según la tasa de crecimiento de la población. A partir de esas cifras, se puede valorar la proporción que los migrantes votantes eran sobre el voto peronista en cada partido de la provincia.

El resultado es, de acuerdo con la primera estimación, que los porcentajes más altos de migrantes votantes sobre el voto peronista se dieron en General Pueyrredón, con el 93,37%; Vicente López, con el 68,29%; San Martín, con el 42,60%; San Isidro, con el 41,47%; Matanza, con el 41,35%; Avellaneda-Lomas de Zamora-Cuatro de Junio, con el 41,21%; Seis de Septiembre, con el 38,90%; Quilmes, con el 29,34%; Esteban Echeverría, con el 24,25%; San Fernando, con el 20,11%; y Almirante Brown, con el 20,04% (Tabla 7). En otros diez partidos, la proporción de los migrantes votantes sobre el voto peronista fue positiva pero menor al 20%, en tanto que en 87 partidos la proporción de los migrantes votantes sobre el voto peronista fue negativa.

El resultado de acuerdo con la segunda estimación da los porcentajes más altos en General Pueyrredón, con el 102,84%; Vicente López, con el 76,03%; San Martín, con el 50,12%; San Isidro, con el 49,82%; Matanza, con el 49,50%; Avellaneda-Lomas de Zamora-Cuatro de Junio, con el 48,81%; Seis de Septiembre, con el 47,52%; Quilmes, con el 38,39%; Esteban Echeverría, con el 34,48%; General Lavalle, con el 33,29%; San Fernando, con el 30,91%; y Almirante Brown, con el 30,61%. En siete partidos los migrantes votantes eran entre el 20% y el 30% del voto peronista; en otros siete eran entre 0,01 y 20%; y en los restantes 84 partidos el porcentaje de migrantes votantes respecto del voto peronista era negativo.

Los diecisiete partidos del Gran Buenos Aires, según la primera estimación, tenían 69.770 migrantes votantes, que representaban el 15,59% del voto peronista en el distrito y el 4,47% del voto peronista del país. Los mismos diecisiete partidos del Gran Buenos Aires, según la segunda estimación, sumaban 84.778 migrantes votantes, equivalentes al 18,95% del voto peronista en Buenos Aires y al 5,43% del voto peronista en todo el país. La diferencia entre los migrantes votantes esperados y los votantes efectivos era de 58.165 votantes, que no puede asignarse a ningún partido en particular, que equivalían al 13% del voto peronista en el distrito y al 3,73% del voto peronista en el país. Sumados esos porcentajes, los migrantes votantes podrían haber contado, si todos votaron por Perón-Quijano, por el 31,95% del voto peronista en Buenos Aires y el 9,16% del voto peronista en todo el país. Naturalmente, como habría dicho Germani, estos resultados son provisorios y dependen de supuestos que, si son modificados, podrían dar resultados diferentes aunque difícilmente en una dirección radicalmente distinta de la que aquí se observa.


Conclusiones

Las migraciones internas ocurridas en los años anteriores a las elecciones del 24 de febrero de 1946 fueron advertidas en ese momento al menos por un político, que es posible que no haya sido el único, quien explicó que parte del apoyo a Perón provenía de quienes por ese motivo habían llegado al área metropolitana, urbanizada e industrializada. Esa percepción fue retomada en las primeras explicaciones del surgimiento del peronismo dadas en 1956 por un sociólogo, Gino Germani, y un historiador, Tulio Halperin Donghi. Ellos diferenciaron a los integrantes de la antigua clase obrera de los migrantes recientes. Para estos, llegados de “una durísima vida campesina al arrabal fabril”, dice Halperin Donghi de manera sugerente pero temporalmente imprecisa, lo que el peronismo “proponía institucionalizar y consolidar mediante sus reformas” era “la liberación del temor y la angustia”, que era lo que el trabajo industrial representaba frente a la incertidumbre que la crisis de la agricultura había llevado a sus vidas (Halperin Donghi, 1956: 19 y 1995: 44-45). Los migrantes recientes, para Germani, habían conformado una masa en disponibilidad, debido a la anomia producida por el tránsito de la sociedad tradicional a la sociedad de masas. De tal modo, tanto para la percepción inicial del apoyo del peronismo como para quienes primero buscaron una explicación de su surgimiento, los migrantes recientes eran el principal componente de ese fenómeno político.

Esa tesis fue criticada, pero no rechazada, porque dejaba de lado el papel de los integrantes de la antigua dirigencia sindical y de la antigua clase obrera en el surgimiento del peronismo (Murmis y Portantiero), porque exageraba la cantidad de migrantes recientes (Kenworthy) y porque la composición social inicial del peronismo fuera del área metropolitana era muy variada (Smith). La respuesta de Germani a sus críticos no disipó las dudas que ellos habían manifestado, ya que su propio análisis posterior no era concluyente respecto del papel de los migrantes recientes. El rechazo de la tesis de Germani se debió a la investigación dirigida por Darío Canton, cuyo resultado es que los migrantes recientes no pesaron en el voto peronista en la ciudad de Buenos Aires y que pesaron poco en el del Gran Buenos Aires.

Los resultados del análisis efectuado a partir de las diferencias en la cantidad de inscriptos en todo al país para las elecciones de 1937 y de 1946 y en la cantidad de inscriptos para las elecciones de 1938 y de 1946 en el distrito Buenos Aires muestran que los migrantes internos efectivamente existieron, pero que llegaron al área metropolitana principalmente desde la pampa húmeda, donde, como señalaron algunos críticos de Germani (Halperin Donghi, 1975; Little, 1975) no existía la sociedad tradicional de la que él había supuesto que provenían. Muestran, igualmente, que podrían haber tenido algún peso en el triunfo de Perón en el Gran Buenos Aires, siempre que hubiesen votado masivamente por él, pero que, aun en tal caso, no explican su triunfo en los otros nueve distritos de los once cuyos electores obtuvo. Los migrantes recientes, por lo tanto, en coincidencia con los resultados de la investigación dirigida por Canton, no tuvieron una influencia decisiva en los resultados de las elecciones del 24 de febrero de 1946.

Los migrantes recientes existieron, pero no provenían de una región que pudiese clasificarse como sociedad tradicional; los migrantes recientes estaban en el área metropolitana, pero Perón ganó en casi todo el país, no solamente en esa área. Los migrantes recientes, podrían haber votado masivamente por Perón, pero aun en tal caso habrían tenido un peso limitado en los resultados del área metropolitana y mucho más limitado en el conjunto del país. El triunfo de Perón no se debió, por lo tanto, a los migrantes recientes. El supuesto papel de los migrantes recientes en ese resultado se basa, además, sobre un supuesto implícito: que ellos no tenían una experiencia política previa y que, por lo tanto, carecían de una identidad política y eran, por lo tanto, una masa disponible movilizada por un líder. La explicación del triunfo de Perón en las elecciones del 24 de febrero de 1946, agotada la vía de la composición social del voto peronista, reside en factores puramente políticos que es hacia donde Canton recomienda orientar la investigación, tal como desde hace varios lustros lo están haciendo historiadores de todo el país.[16]


Anexo de Tablas


Referencias bibliográficas

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Argentina, Presidencia de la Nación, Ministerio de Asuntos Técnicos, IV Censo general de la nación, tomo I, censo de población, Buenos Aires, Dirección Nacional del Servicio Estadístico, s.f. (citado como IV Censo, vol. 1).

Canton, Darío, Luis R. Acosta, y Jorge R. Jorrat (2013) Una hipótesis rechazada: el rol de los migrantes internos según Gino Germani en los orígenes del peronismo, Buenos Aires, Hernández.

Codovilla, Victorio (1946) Batir al naziperonismo para abrir una era de libertad y progreso, Buenos Aires, Anteo.

Fayt, Carlos S. (1967) La naturaleza del peronismo, Buenos Aires, Viracocha. Fayt, Carlos S., (2007) La naturaleza del peronismo, 2ª ed., Buenos Aires, Errepar.

Gayol, Sandra V., Julio C. Melon y Mabel N. Roig, (1988) “Peronismo en Tandil: ¿perpetuación conservadora, desprendimiento radical o génesis sindical?”, Anuario IEHS, Nº 3, 313-343.

Germani, Gino (1955) Estructura social de la Argentina: análisis estadístico, Buenos Aires, Raigal.

Germani, Gino (1962) Política y sociedad en una época de transición, Buenos Aires, Paidós.

Germani, Gino (1973) “El surgimiento del peronismo: el rol de los obreros y de los migrantes internos”, Desarrollo Económico, N° 51, vol. 13, 435-488; incluido en Mora y Araujo y Llorente (1980), 87-163.

Halperin Donghi, Tulio, “Del fascismo al peronismo”, Contorno, julio 1956, N° 7-8, 15-21, reimpreso en Argentina en el callejón, 2ª ed., Buenos Aires, Ariel, 1995, 29-55.

Halperin Donghi, Tulio, “Algunas observaciones sobre Germani, el surgimiento del peronismo y los migrantes internos”, Desarrollo Económico, 1975, vol. 14, Nº 56, 765- 781; incluido en Mora y Araujo y Llorente (1980), 219-250.

Kenworthy, Eldon, “The function of the little-known case in theory formation or what Peronism wasn’t”, Comparative Politics, octubre 1973, vol. 6, N° 1, 17-45.

Kenworthy, Eldon, “Interpretaciones ortodoxas y revisionistas del apoyo inicial al peronismo”, Desarrollo Económico, enero-marzo 1975, vol. 14, N° 56, 749-763; incluido en Mora y Araujo, Manuel e Ignacio Llorente (Comp.) (1980) El voto peronista, Buenos Aires, Sudamericana.

Little, Walter (1975) “The popular origins of Peronism”, en David Rock (Comp.), Argentina in the twentieth century, (pp.162-178) Pittsburgh, University of Pittsburgh Press.

Macor, Darío, y César Tcach (Comp.) (2003) La invención del peronismo en el interior del país, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral,.

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Melon Pirro, Julio César, y Quiroga, Nicolás (Comp.) (2006) El peronismo bonaerense: partido y prácticas políticas, 1946-1955, Mar del Plata, Suárez.

Mora y Araujo, Manuel, e Ignacio Llorente (Comp.) (1980) El voto peronista, Buenos Aires, Sudamericana.

Murmis, Miguel, y Juan Carlos Portantiero (1971) Estudios sobre los orígenes del peronismo, Buenos Aires, Siglo XXI.

Smith, Peter H., (1972) “The social base of Peronism”, Hispanic American Historical Review, N° 1, vol. 52, 55-73; versión en castellano, “La base social del peronismo”, trad. Mónica Vila Echagüe, en Mora y Araujo y Llorente (1980), 57-86.

Smith, Peter H., (1974) “Las elecciones argentinas de 1946 y las inferencias ecológicas”, Desarrollo Económico, N° 74, vol. 14, 385-398; incluido en Mora y Araujo y Llorente (1980), 165-189.

Samuel Amaral es Doctor en Historia por la Universidad Nacional de La Plata (1977). Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Investigador visitante en las universidades de Londres, Stanford y Chicago. Profesor titular de Historia Económica y Social General, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de La Plata; profesor titular del Seminario de Historia Social y Política, Universidad Nacional de Tres de Febrero. Profesor visitante de Stanford University, Universidad de San Andrés y University of Chicago. Profesor en la Maestría en Ciencias del Estado, Universidad del CEMA. Director de la Maestría en Historia, Universidad Nacional de Tres de Febrero. Académico de número de la Academia Nacional de la Historia. Entre sus publicaciones, se destacan como autor de The Rise of Capitalism on the Pampas. The Estancias of Buenos Aires, 1785-1870 (Cambridge University Press, 1998). Compilador de Juan D. Perón, Cartas del exilio (con William Ratliff; Buenos Aires, Legasa, 1991); Perón: del exilio al poder (con Mariano Plotkin; Buenos Aires, Cántaro, 1993, 2ª ed. Buenos Aires, Eduntref, 2004)); La independencia de América Latina: consecuencias económicas (con Leandro Prados de la Escosura; Madrid, Alianza, 1993), Argentina: el país nuevo (con Marta Valencia; La Plata, Editorial de la Universidad Nacional de La Plata, 1999). A su vez, artículos sobre la historia económica de Buenos Aires en la primera mitad del siglo XIX publicados en revistas académicas de la Argentina, Alemania, España, Gran Bretaña, México y Estados Unidos.



[1]Las unidades administrativas y políticas en que se dividen las provincias se denominaban departamentos en trece de los quince distritos electorales existentes en 1946, pero las de Capital Federal se denominaban circunscripciones y las de la provincia de Buenos Aires, partidos. La denominación genérica aquí utilizada es departamentos.

[2]La cita de Canton está en Fayt (2007: 304-305).

[3]Las proporciones de migrantes internos sobre la población económicamente activa y los trabajadores manuales y de analfabetos se han estimado con la información del Cuadro 15 de Canton, Acosta y Jorrat (2013, 48). La proporción de migrantes internos sobre el total de trabajadores manuales de la muestra, (Ibíd., 43).

[4]Los porcentajes resultan de una combinación de las cifras y porcentajes dados para la ciudad y el conurbano en el Cuadro 15, (Ibíd., 48).

[5]Canton, Acosta y Jorrat (2013, 68-74), dan la cantidad de inscriptos en seis períodos interelectorales entre 1928 y 1954, pero no estiman cuántos de ellos podrían haber sido migrantes recientes en 1946.

[6]Como todas las fuentes, las que proporcionan la cantidad de inscriptos tienen sus problemas. Algunos de ellos son considerados en Amaral (2016, cap. 3).

[7]Los migrantes internos que mantuvieron sus domicilios originales pueden haber tenido influencia en los resultados electorales por su actividad política en su nuevo lugar de residencia, pero esa variable es imposible de medir. Por eso, a los fines de la estimación efectuada en este artículo, no cuentan. El menor porcentaje de participación electoral en algunas provincias respecto del total del país podría reflejar ese fenómeno (Tabla 5), pero la suma de las diferencias respecto de ese total de las siete provincias con menor participación (Catamarca, Corrientes, Jujuy, La Rioja, Salta, Santiago del Estero y Tucumán) da 6.537 inscriptos que no votaron. Si todos ellos hubiesen votado en la ciudad de Buenos Aires, habrían representado el 3,79% del total de votantes (y un porcentaje bastante menor si se incluyese al Gran Buenos Aires).

[8]Las elecciones presidenciales de 1937 son las inmediatamente anteriores a las de 1946 y son las más próximas al momento en que, según Germani, se intensificaron las migraciones internas hacia el área metropolitana. Cf. Germani (1955, 75 y ss.)

[9]“El total del país” se refiere en todos los casos al país electoral, es decir, el conformado por Capital Federal y las catorce provincias de la Constitución de 1853-1860. Los inscriptos en los territorios nacionales solo votaban en las elecciones municipales.

[10]La información sobre las elecciones de 1938 en Buenos Aires es más detallada que la que se encuentra en las Memorias del Ministerio del Interior de 1937 consultadas y esa elección es la más próxima a las presidenciales de 1937.

[11]Cuatro de Junio, hoy Lanús, fue creado en 1944 con la sección 3ª de Avellaneda y en 1945 se le agregaron porciones de Lomas de Zamora, lo que obliga a considerar a esos tres partidos en conjunto en 1946 para poder comparar las cifras de ellos con las de los dos partidos originarios en 1938.

[12]Seis de Septiembre era como se llamaba entonces Morón; y Las Conchas era el nombre de Tigre.

[13]Se cuentan como un solo partido Avellaneda-Lomas de Zamora-Cuatro de Junio, por un lado, y Bahía Blanca-Coronel Rosales, por otro.

[14]Las cifras de las elecciones del 3 de marzo de 1940 en Ministerio del Interior, Memoria, 1940

[15]La utilización de la tasa de crecimiento anual intercensal acumulada de la población de Buenos Aires fue de 2,11%, por lo que su aplicación habría dado una cantidad levemente mayor de la cantidad de nuevos inscriptos esperados en 1946 y, en consecuencia, una diferencia menor con los inscriptos reales de ese año.

[16]Por ejemplo Gayol, Melon y Roig (1988), Macor y Tcach (2003, 2013), Melon Pirro y Quiroga (2006).

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