MAGALLÁNICA, Revista de Historia Moderna: 10 / 19 (Varia) Julio - Diciembre de 2023, ISSN 2422-779X
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DE LA MEDICINA DE MEDEA A LA CURA MEDEANA: EL REJUVENECIMIENTO COMO MEDICINA ENTRE FINES DEL SIGLO XV Y DEL XVII
Melina Zeiter
Universidad Nacional del Litoral / CONICET, Argentina
Recibido: 22/08/2023
Aceptado: 23/12/2023
Resumen
La habilidad rejuvenecedora de Medea ha tenido reapropiaciones disímiles durante la modernidad temprana. A partir de esta capacidad –descrita en Medea de Eurípides y, sobre todo, en las Metamorfosis de Ovidio–, se han establecido algunos paralelismos con ciertas prácticas médicas: los baños calientes, el ejercicio físico, la inyección de remedios, las transfusiones de sangre. El objetivo de este trabajo es dar cuenta de las distintas alusiones a la que podríamos llamar una Medea sanadora, por medio del análisis de obras literarias, escritos médicos y tratados alquímicos. El recorte amplio, desde fines del siglo XV al XVII, se justifica debido a que se pretende identificar una serie de cambios en los modos en que es rescatada esta figura pagana.
Palabras clave: baños calientes; ejercicio físico; transfusión de sangre.
FROM MEDICINA DE MEDEA TO CURA MEDEANA: THE REJUVENATION AS A MEDICAL METAPHOR BETWEEN THE TURN OF THE XVTH CENTURY TO THE XVIITH
Abstract
The Medea’s ability of rejuvenation has undergone various reinterpretations during the Early Modern period. From this capacity -which is described in Medea by Euripides and, especially, in the Metamorfosis by Ovid-, several authors have drawn some parallels with certain medical practices: warm baths, physical exercise as “preservative medicine”, the administration of remedies by injections into the sang. The aim of this work is to highlight the diverse allusions to Medea as healer, through the analysis of literature, medical writers, and alchemical treatises. The wide period boarded, since the turn of the 15th century to the 17th century, is justified by the intention to identify some changes in the modes in which this pagan figure has been rescued.
Keywords: warm baths; physical exercise; blood’s transfusion.
Melina Zeiter. Licenciada en Historia por la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Becaria Doctoral CONICET (IHuCSo – Litoral). Actualmente cursando el Doctorado en Historia en Escuela Interdisciplinaria de Estudios Sociales / Universidad Nacional de San Martín (IDAES–UNSam). Ayudante de cátedra, dedicación simple, en las materias “Formación del Mundo Moderno I” y “Sociedades Medievales”, pertenecientes a las carreras de Profesorado y Licenciatura en Historia de la Universidad Nacional del Litoral.
Correo electrónico: melinazeiter@gmail.com
ID ORCID: 0009-0003-8257-7427
DE LA MEDICINA DE MEDEA A LA CURA MEDEANA: EL REJUVENECIMIENTO COMO MEDICINA ENTRE FINES DEL SIGLO XV Y DEL XVII
Introducción: la Medea rejuvenecedora antigua
La figura de Medea es ampliamente conocida hasta nuestros días por su capacidad mágica, su venganza y su acto infanticida. Dentro de sus habilidades, se encuentran sus poderes rejuvenecedores, que formaron parte del personaje desde la Antigüedad. A pesar de haber sido una de las características reapropiadas durante la modernidad temprana (en el marco del rescate del pasado clásico), esta faceta no ha recibido tanta atención como otras. En este trabajo, propongo ver algunos ejemplos del modo en que los rituales para rejuvenecer de la princesa de la Cólquide fueron recuperados en registros muy diversos, entre fines del siglo XV y del XVII, a fin de dar cuenta, sobre todo, de su asociación a ciertas prácticas médicas. En primer lugar, presento varias obras antiguas que hicieron referencia a la capacidad rejuvenecedora de Medea; con la intención de retomar después algunas de las posibles inspiraciones de los autores temprano modernos.
La habilidad rejuvenecedora de Medea parece haber formado parte de su “retrato mitológico” -junto a su ascendencia divina, su conexión con Jasón y su conocimiento de hierbas- desde la Antigüedad, desde antes de la canónica obra de Eurípides (MCCALLUM-BARRY, 2014: 24). Se pueden identificar referencias a estos poderes en un poema épico del siglo VII a. C. (GRIFFITHS, 2006: 15), mientras que en un fragmento de Nostoi y en comentarios de Ferécides de Siros aparece al rejuvenecimiento de Jasón (MCCALLUM-BARRY, 2014: 26). Con la presentación en el 431 a. C. de la tragedia de Eurípides, la capacidad rejuvenecedora de Medea se inmortalizó a partir del episodio del asesinato de Pelías. En esta escena, nuestra protagonista convence a las hijas de este último que ella podía rejuvenecerlo, y para ello realiza una prueba con un carnero, hirviéndolo en un caldero y reanimándolo luego. Tras la muestra, las hijas de Pelías matan a su padre, creyendo que Medea lo despertaría más joven, pero en su lugar la hechicera huyó junto a Jasón, cometiendo así su venganza.[1] En uno de los escasos fragmentos conservados de Las nodrizas de Baco de Esquilo, se menciona que Medea vuelve a la vida a las nodrizas, y les enseña el procedimiento para que ellas puedan coser y revivir a sus maridos. La asociación con las prácticas de retroceso de la vejez no fue solo esbozada por dramaturgos, ya que Paléfato en el siglo IV a.C. en Peri Apiston planteaba que Medea había inventado los baños calientes y las tinturas de cabello, innovaciones que la llevaron a ser asociada con el rejuvenecimiento (HAWES, 2014: 59). En De incredibilibus, en la entrada a la palabra Aφέψϰν, en latín Decoquere o coquere, se califica a Medea como venefica;[2] y algo similar ocurre con Παροραν, latinizado como Coctio o coctura, que se describe como el invento de Medea.[3]
El énfasis en su capacidad rejuvenecedora tuvo un ímpetu mayor a partir del relato extenso del episodio del rejuvenecimiento de Esón en las Metamorfosis de Ovidio. En 117 líneas (NEWLANDS, 1997) el poeta describe el ritual, que comienza con el pedido de Jasón a Medea que le quite años de vida para dárselos a su padre. La protagonista accede a realizar un encantamiento para rejuvenecer a Esón, pero sin restarle tiempo a su esposo. Para ello, monta un carro tirado por serpientes aladas rumbo a tierras desconocidas, en búsqueda de hierbas y partes animales necesarias para la realización de una pócima. Al volver, espera la noche de luna llena, levanta dos altares y reza a Hécate. Tras recibir la ayuda divina, reúne los ingredientes recolectados en un caldero y los revuelve con una rama de olivo, que se reverdece por sus efectos. Degüella a Esón, drena su sangre por la garganta y la sustituye con el brebaje que había preparado. Luego, el hombre despierta rejuvenecido, con sus músculos revitalizados, sus cabellos teñidos de negro y sus arrugas rellenas.[4]
Sin embargo, Ovidio no fue el único en recuperar esta capacidad. Se pueden destacar las Fábulas atribuidas a Gayo Julio Higino, redactadas aproximadamente en el siglo I a.C., que describen de manera breve los rituales realizados por Medea para rejuvenecer personas ancianas: “Medea, cuando se dedica a cocinar a hombres viejos, ellos se hacen jóvenes”.[5] Estobeo, por su parte, recuperaba la idea de Diógenes, quien explicaba que Medea utilizaba baños calientes y ejercicio físico como métodos de rejuvenecimiento, y equiparaba a nuestra figura con una filósofa (HAWES, 2014: 237, n. 44). La vinculación con las prácticas sanadoras parece haber proliferado en su apropiación antigua-romana, en textos tales como Psedolus, de Plauto, que planteaba la idea de que la palabra medeor (curar) y su derivado medicamentum comparten la misma raíz que Medea (ARCELLASCHI, 1990: 15-16). La misma obra de Metamorfosis de Ovidio, si bien no de manera directa, establecía algunos paralelismos con el uso de determinados términos propios de la medicina como cruor (BÖMER en CORFORTI, 2014: 222). Eso puede verse también en otra obra de Ovidio, Heroidas, en las que las hierbas utilizadas por nuestro personaje no son nombradas de esta manera, sino más bien como medicamina u otros derivados del término medeor (ARCELLASCHI, 1990: 305).[6]
Algunas autoras han establecido paralelismos con las prácticas médicas antiguas; por ejemplo, Maria Regina Candido considera que la mención de las habilidades rejuvenecedoras de Medea por el poeta Estesícoro en 580 a.C., en el marco de los Juegos Fúnebres, se corresponde con una versión más antigua de nuestra heroína como sanadora (healer). Por tal motivo, supone que las familias encargaban ánforas con escenas del rejuvenecimiento de un carnero en contextos funerarios porque creían en la habilidad curativa de Medea (2020: 3-5). Por su parte, María Juana López Medina plantea que el procedimiento realizado para rejuvenecer a Esón en Ovidio sigue una combinación de remedios tradicionales (la utilización de hierbas de Hécate) y la pronunciación de una fórmula mágica (uso de la palabra como sortilegio) que era frecuente en la práctica sanitaria del mundo antiguo romano (2009: 113).
Con este panorama, es posible afirmar que la capacidad rejuvenecedora de Medea parece haber estado relativamente extendida en la Antigüedad. El objetivo de este trabajo es dar cuenta los modos en que esta faceta de la hechicera fue reapropiada durante la modernidad temprana, con especial énfasis en los rescates que establecían una relación entre estos poderes y ciertas prácticas médicas (baño caliente, ejercicio físico, inyección). No se restringe a lo que se podría llamar medicina culta o erudita, sino que más bien interesa ver las asociaciones realizadas en registros diversos, por lo que se pretende realizar un paneo amplio, desde fuentes literarias hasta escritos médicos, pasando por tratados alquímicos y esotéricos, panfletos y libros de mitología. Esta reapropiación de la habilidad rejuvenecedora de Medea está lejos de ser homogénea y unívoca, sin embargo, es posible encontrar ciertos quiebres y de marcar ligeros cambios en los modos es que se rescata.
A finales del siglo XV, la descripción del ritual circulaba en las obras literarias que recuperaban su historia (la narrativa ovidiana y la saga troyana); estas adaptaciones, en ocasiones, calificaban a estos poderes como medicina, en un sentido amplio y distinto al erudito. Para mediados del siglo XVI, es posible encontrar algunas alusiones al mito en los escritos médicos, pero que no vinieron de la mano de las narrativas literarias predominantes, sino a partir del rescate de las ideas galénicas y de los escritos de Estobeo. A su vez, en otros registros, como en los libros de mitología y en los catálogos biográficos, se establecieron algunos paralelismos con ciertas prácticas, como los baños calientes y el teñido de cabellos, que contribuyeron a la difusión de la habilidad rejuvenecedora de Medea. Por último, para mediados de la centuria siguiente, la princesa de la Cólquide fue retomada en el marco de las discusiones en torno a nuevos procedimientos sanguíneos que se estaban ensayando en el período, como las inyecciones y las transfusiones de sangre. Con este panorama, la hipótesis que guía el artículo es que la Medea rejuvenecedora expresaba tanto anhelos en torno a la posibilidad de retrasar el envejecimiento, como ansiedades relacionadas con ciertas prácticas médicas, en un contexto en que la medicina estaba pasando por cambios y descubrimientos.
“Medicina de Medea”: las alusiones médicas en la literatura de fines del siglo XV
Por la centralidad de la narrativa ovidiana desde su rescate por los monjes carolingios, durante la Edad Media la capacidad rejuvenecedora de Medea fue conocida sobre todo a partir de las distintas ediciones del Ovide moralisé, que proliferaron desde el siglo XII. En estas obras, Medea se asemejaba a la Virgen María o a Cristo debido a su capacidad de detener el envejecimiento, en tanto que el caldero y el brebaje utilizado para rejuvenecer a Esón devenían en imágenes del bautismo y de la gracia de Dios (FEIMER, 1983: 259-261). En algunas de estas versiones, se empezó a utilizar el término medicina: por ejemplo, esta palabra asomó en la versión de las Metamorfosis publicada en Brujas en 1484, que mencionaba que la fuerza de la medicina permitía a Esón vivir.[7]
Esta progresiva mención a la medicina se observa también en dos ediciones distintas de las Metamorfosis de Ovidio publicadas en Venecia: por un lado, en la latina comentada por Raphael Regius; por otro, en la vulgarización al italiano de Giovanni dei Bonsignori. En cuanto a la primera, publicada por primera vez en 1493 por Simon Bevilaquia,[8] se trata de la versión latina más popular del período, frecuentemente utilizada con propósitos educativos (MCKINLEY, 2001). En esta obra, se pueden identificar dos grandes usos del término medicina en los comentarios de Raphael Regius: uno aplicado a Jasón y a los conocimientos adquiridos durante su educación con Quirón en su infancia: “Jasón hijo de Esón: dado por el padre, fue nutrido y educado en la medicina por Quirón”.[9] El término vuelve a aparecer al relatar la ayuda de Medea durante las pruebas para conseguir el vellocino de oro; en este caso, es notable la injerencia de Jasón en la toma de decisiones: “Jasón acuerda con Medea cuáles medicamentos acepta y de qué modo usarlos contra los gigantes engendrados y los dientes de los dragones; así, [él] logró superar todos los desafíos propuestos por Eetes”.[10] De este modo, nos encontramos con una medicina que no está relacionada con el rejuvenecimiento, sino más bien ligada con la capacidad mágica de Medea y al conocimiento de Jasón.
Por su parte, también se observa el uso del término medicina en una de las primeras versiones italianas impresas de las Metamorfosis: la vulgarización de Giovanni dei Bonsignori, escrita alrededor de 1377, en base a las lecciones tomadas en Bologna con Giovanni dei Virgilio (ARDISSINO, 1993). Al seguir las enseñanzas de su maestro, el texto se presentaba dividido en episodios, con comentarios y explicaciones alegorizadas. Esta obra fue impresa por primera vez en 1497 en Venecia por Zoane Rosso y Lucantonio Giunta. No obstante, entre la versión manuscrita y la edición impresa se observa un cambio en la denominación de los rótulos que separan las escenas: en la publicación del siglo XV, el procedimiento del rejuvenecimiento de Esón es descrito bajo el título “Medicina de Medea”, ausente en la redacción original, en la que el episodio aparece bajo los rótulos “Como Jasón pide a Medea que haga rejuvenecer a su padre” y “Como Medea hace rejuvenecer a Esón, padre de Jasón”.[11] Esta modificación muestra que los libros impresos son productos sociales, en los que intervienen no solo las manos de quienes escriben, sino también de editores, correctores, impresores, cajistas.[12] De este modo, el cambio de título nos da la pauta de un rescate nuevo del episodio del rejuvenecimiento. No obstante, esta asociación fue rápidamente desplazada en la vulgarización de Niccolo degli Agostini de 1522, que abandonó el título “Medicina de Medea” y conservó el de “Di Eson renovato”. En todo caso, la expresión probablemente no tenía que ver con las nociones eruditas de medicina de la época, sino más bien una referencia general a un remedio frente a una enfermedad o la vejez.
Ahora bien, durante este período Medea no solo era conocida por las distintas versiones de las Metamorfosis, sino que es posible reconocer otras obras que difundían sus poderes rejuvenecedores. Por ejemplo, las historias de Troya y sus destrucciones, en las que se incorporaba a la princesa de la Cólquide por la ayuda dada a Jasón para conseguir el vellocino de oro. Su habilidad fue reapropiada como capacidad médica en algunos escritos como en Storia troiana, de Guido della Colonna. En la versión publicada en Venecia en 1481 por Antonio della Paglia, se menciona que Esón puede rejuvenecer gracias a “la cura médica y por la artificiosa virtud de Medea”.[13] De manera similar, en Sumas de cronica troiana de Leomarte aparece que la “ciencia de la física” (es decir, la medicina) tomó el nombre de Medea por su conocimiento de las “fuerzas de las hierbas” -etimología que, como aclara María Estela Martínez Cabezón, es incorrecta, ya que medicina proviene el latín mederi, deriva del griego μέδειν y significa cuidar- (2013: 162).[14]
En el ámbito francés, la obra L’histoire de Jason de Raoul Lèfevre,[15] escrita probablemente hacia 1460, tuvo una circulación relativamente amplia. A pesar de no recurrir al término medicina, se puede apreciar la tímica aparición de una advertencia respecto al rejuvenecimiento de Esón. En la edición publicada en 1485-1486 por Jacob Bellaert, titulada Les fais et les prosses du noble et chevalier Jason, la solicitud de rejuvenecer a Esón se enmarca en una precaución que Jasón le hace a Medea: “pero cuidado de prolongar la vida de otra manera que no sea por medio de Dios y la naturaleza”.[16] En el ritual descrito, se hace alusión a que Esón es bañado en el caldero con hierbas y con su propia sangre:
“y desafió a los dioses al retener la sangre del cordero negro y mezclarla con las hierbas, después rellenó todo lo que mezcló, se dio vuelta y se lanzó hacia el rey Esón y le hizo hacer un bello baño donde ella puso sus hierbas con leche y con miel”.[17]
De hecho, la imagen que acompaña el ritual muestra en espejo a Esón rejuvenecido y a Pelías siendo asesinado por sus hijas, con un detalle particular: cada uno en una bañera.
En síntesis, podríamos decir que para fines del siglo XV la asociación de Medea a la medicina se hallaba en algunas de las obras que recuperaban su historia, pero la conexión no era unívoca ni homogénea. En este sentido, se encuentran matices entre el vínculo establecido por Raphael Regius, que destaca los conocimientos de Jasón en medicina, y el propuesto en la versión impresa de la vulgarización de Giovanni dei Bonsignori, en el que el lugar de Medea adquiere preeminencia. A su vez, en L’histoire de Jason, a pesar de no establecer directamente un paralelismo con el término medicina, hay una descripción detallada del ritual que presenta diferencias respecto de las narrativas ovidianas. En cierto punto, establecía una suerte de paralelismo con la práctica de los baños calientes, que se reforzaba a partir de la incorporación de una imagen en la que se mostraba a Esón en una bañera. Se trataría de unos primeros esbozos de una posible reapropiación de Medea como una figura relacionada con esta práctica médica, que será retomada posteriormente.
La juventud prometida y las “muchas medicinas” de Ovidio
La alusión a la “medicina de Medea” no solo apareció en las versiones impresas de las ediciones de las Metamorfosis y de las historias de Troya, sino que también se puede destacar su mención en uno de los principales escritos alquímicos del período: De triplici vita, escrito por Marsilio Ficino.[18] Preocupado por alargar la vida, el platónico escribió una serie de recomendaciones para “recuperar la juventud” en el capítulo XVI de su segundo libro (De vita longa), titulado “De la medicina de los antiguos y de nuevo del habitar y de la dieta”.[19] En este punto, rescata a los caldeos y su intención de expurgar los humores extraños, para en su lugar consumir alimentos como el heléboro; pero advierte los peligros de esta cura. Así, el alquimista aconseja practicarla en la juventud en vez de en la vejez, al menos que se quiera experimentar “la juventud prometida a Pelías por Medea”.[20] De este modo, Marsilio Ficino muestra que este vínculo presenta ambigüedades, ya que por un lado recurrió a Medea como ejemplo de juventud prometida, pero, a la vez, advirtió sobre posibles peligros derivados de los intentos de retroceder el envejecimiento.
Además de esta referencia, es posible hallar una mención a la princesa de la Cólquide en otro de los tratados alquímicos más conocidos del período: De occulta philosophia de Cornelius Agrippa.[21] En el capítulo XV, recomendaba, a la hora de buscar alguna cura, recurrir a elementos semejantes en los que la propiedad o virtud deseada se destacara; por ejemplo, para sanar un ojo izquierdo, usar el ojo izquierdo de una rana. Así, en la enumeración dedicada a alargar la vida, aparecen la serpiente, el fénix y el pelícano. En este marco, mencionó la juventud prometida a Pelías y estableció un paralelismo con ciertos médicos que, al acudir a partes de los mencionados animales y a hierbas como el Helleborus, prometían una restauración de la juventud y, en algunos casos, lo lograban.[22] Agrippa no menciona la advertencia realizada por Ficino en torno a los peligros de este procedimiento, y no lo presenta como una práctica llevada a cabo por otros pueblos (como los caldeos), sino que vincula la juventud prometida por Medea con la realizada por médicos contemporáneos.
La habilidad rejuvenecedora de la hechicera de la Cólquide no aparece en otros tratados alquímicos del período que también se preocupaban por alargar la vida, como De vita longa de Paracelso. Sin embargo, la difusión de esta capacidad de retrasar la vejez a partir de otros registros, que se trabajan a continuación, se deja entrever en una de las ediciones impresas, de un libro escrito siglos antes. El uso de los baños calientes para el rejuvenecimiento ya había sido postulado en el siglo XIII por Roger Bacon. De acuerdo con Allen, el uso de este tratamiento se correspondía con las ideas de su época: el envejecimiento no se explicaba por un desbalance entre los cuatro humores, sino por la destrucción de la “humedad radical” (humidum radicale) y el calor innato, por lo que la manera de prolongar la vida era reponer estos dos componentes (2023: 17-19). En la versión manuscrita de principios del siglo XIV y en la impresa en 1590 en latín menciona a la medicina hecha por muchas medicinas de Ovidio.[23] Sin embargo, en la traducción al inglés publicada en 1683 se agrega una referencia explícita a Medea en los comentarios de Richard Browne: “El poeta habiendo hecho un descubrimiento de algunas extrañas ceremonias (…) pone el conjunto de ollas de Medea para hervir al viejo y duro Esón y rejuvenecerlo”.[24] Así, explicaba que se trata de una alusión a los secretos de este personaje pagano para rejuvenecer a su suegro; conocimientos perdidos de los cuales el autor antiguo romano dejaba pistas.
De este modo, las actitudes de Ficino y Agrippa frente al ejemplo de Medea son distintas: el primero, con reservas y advertencias frente a los posibles peligros de realizar un procedimiento de rejuvenecimiento; el segundo, con una asociación con las prácticas medicinales de su tiempo. Sin embargo, ninguno de los dos escritos nombran a Esón, sino que refieren a la juventud prometida a Pelías, quien, de acuerdo con el relato de Eurípides, no llega a finalizar el ritual porque formaba parte del engaño de Medea a las hijas de este. La situación es diferente hacia las últimas décadas del siglo XVII: en la edición impresa del libro de Roger Bacon, el añadido de una mención a la hechicera da la pauta de que el ritual de Esón no solo es más conocido, sino que también se fue afianzando la asociación de este procedimiento con la práctica de los baños calientes.
Gimnasia, parto y juventud: la Medea “médica” en el siglo XVI y principios del XVII
A pesar de estos primeros esbozos de presentar la relación entre la habilidad rejuvenecedora de Medea como una capacidad en cierto punto médica, las primeras menciones de esta figura en los escritos médicos parecerían datar del siglo XVI. Esta centuria estuvo marcada por el advenimiento de la llamada medicina renacentista, caracterizada por la recuperación del galenismo (NUTTON: 2022:5) y por una mirada humanista de vuelta hacia el pasado a partir de los escritos griegos, a fin de evitar los “errores” de las traducciones latinas. Como ha marcado Nancy Siraisi, en este período los médicos comparten con los humanistas y los anticuarios la preocupación por la cultura física antigua (2007:42). Asimismo, se dio un incremento de la difusión de las ideas médicas gracias a la imprenta, que multiplicó las traducciones a lenguas vernáculas y amplió el público que accedía a ellas (NUTTON, 2022:7). Así, proliferaron escritos médicos de las centurias anteriores, como Chirurgia de Guy de Chuliac, Anathomia de Mondino de Luzzio o Fasciculus medicinae de Johannes de Charetanus y Johann von Ketham; pero también circularon nuevos tratados, como De humanis corpori fabrica de Vesalius. En el marco de esta actitud propiamente humanista de recuperación de los clásicos, Nancy Siraisi (2003) ha identificado ciertos médicos que rescataron episodios variados de la cultura antigua, por tal motivo los llama “médicos anticuarios”. Entre estos, se puede destacar a Girolamo Mercuriale, profesor de medicina en Padua desde 1569. Su obra De arte gymnastica puede considerarse renacentista en el sentido que buscaba dar cuenta de la intemporalidad de los clásicos (Hipócrates y Galeno) y, al mismo tiempo, la distancia con las prácticas médicas y atléticas antiguas (SIRAISI, 2007: 44). La considera como un ejemplo de preservative medicine (SIRAISI, 2003: 236), en la que intenta dar cuenta, ya desde el título de la obra, de la relevancia de la gimnasia en la Grecia antigua.
En la edición publicada en 1573 en Venecia[25] al comienzo del primer libro, el autor recupera algunos de los episodios de los antiguos relacionados con el ejercicio. En este marco, nuestra heroína se asocia a la gimnasia necesaria para mantenerse joven:
“En efecto, Diógenes en las obras de Estobeo dice que la sabia Medea no es envenenadora, sino que ella cuidaba a los cuerpos humanos delicados y suaves, los sometía ella misma a gimnasia y al ejercicio físico, y los transformaba en sujetos robustos y vigorosos. De ahí la fama que ella cocinaba los hombres para restituirles la juventud”.[26]
Nancy Siraisi destaca que la recuperación del episodio de Medea se engloba en la intención de Girolamo Mercuriale de dar relevancia a todos los escritos antiguos (2003:240). Por la similitud de la expresión con la obra de Estobeo, es probable que el médico haya consultado alguna de las distintas versiones bilingües griego-latín de Sententie ex tresauris Graecorum delectae…[27]. De hecho, es probable que haya podido acceder incluso a la versión manuscrita, ya que había un ejemplar en la biblioteca de Alessandro Farnese (DORANDI, 2023: 56), para quien Girolamo Mercuriale había trabajado durante su estadía en Roma (SIRAISI, 2003: 233).
Esta obra podría considerarse como un primer atisbo de una apropiación distinta de la capacidad rejuvenecedora de Medea: ya no se trata de una habilidad conectada con fuerzas ocultas, sino que, al pensarla como una suerte de entrenadora física, hay una aproximación desgajada de los elementos mágicos que la solían circundar tanto en los tratados alquímicos como en las obras literarias. La discusión en torno a la correcta cantidad de ejercicio físico y su vínculo con la juventud fue retomada una centuria después por Vopicus Fortunatus Plemp, nombrado directamente Plempius, en De togatum valetudine tuenda commentatio, obra impresa en 1670 en Bruselas. El médico, que había estudiado en Louvain, Leiden y Padua, tradujo al latín los dos primeros libros del tratado de Avicena, Canon, por lo que contribuyó al enriquecimiento de la tradición galénica con elementos de la medicina árabe. Sin embargo, Plempius seguía las ideas de Galeno en torno a la medicina y, a pesar de no citar a Girolamo Mercuriale más que una sola vez (ULMAN, 1977:113), es probable que haya conocido sus trabajos, ya que utiliza expresiones muy similares; incluso recupera el ejemplo de Medea como posibilidad de los hombres de rejuvenecer.[28] A pesar de este caso, la alusión a nuestro personaje como entrenadora no parece haber estado tan extendida en el período, ya que hasta el momento actual no he hallado otras alusiones.[29]
Es posible hallar otras referencias a Medea, algunas relacionadas con la recuperación de los escritos de Galeno, particularmente de De placitis Hippocratis et Platonis. En esta obra, criticaba las ideas epicúreas y estoicas acerca de las pasiones y defendía la división tripartida del alma. Rechazaba la idea de Crisipo de englobar las pasiones como originarias de la facultad emocional y, por ende, como errores de juicio; y consideraba que la ira a veces podía ser más fuerte y dominar a la razón. En este marco, introducía a Medea como ejemplo: por un lado, su amor por Jasón es una muestra del “ejercicio desmesurado de la facultad concupiscible”; por el otro, porque su ira, al doblegar la razón, la llevó a realizar el infanticidio (MORENO RODRIGUEZ, 2013: 453-454). Si bien la evocación a la princesa de la Cólquide es bastante marginal en su obra, esta alusión no pasó del todo desapercibida durante el rescate de la medicina galénica en la modernidad temprana.
En primer lugar, es posible mencionar el tratado De activa medicinae. Sciencia comentarii duo, de Jêrome de Monteux publicado en 1557. El médico, quien desarrolló su mayor actividad en París, reivindicaba la relevancia de la danza para la salud, por lo que se puede pensar en una línea similar a la de Girolamo Mercuriale por la importancia dada al ejercicio físico. En este escrito, Medea aparece en el capítulo XVI, en el que da cuenta de los modos en que es posible salvar al cuerpo de las afecciones. Comienza con una cita a Aristóteles y su idea de la prudencia, luego trae a colación a Galeno para hablar de las pasiones, y presenta a Medea como ejemplo de quien cede a la irascibilidad, a partir de retomar la versión de Eurípides.[30] El fragmento se corresponde con la cita que aparece en De placitis Hippocratis et Platonis, por lo que es probable que el modelo sea esta obra.[31]
En segundo lugar, se pueden destacar las disputationes de Niklaus Johann Stupanus. Profesor de medicina teórica de Basilea entre 1589 y 1624, documentaba sus lecciones académicas, por lo que sus disputationes dadas desde inicios del siglo XVII fueron recopiladas en un único volumen en 1614, Medicina theorica, que contenía 119 disertaciones. Muchas de estas presentaciones trataban sobre temas relacionados a la cirugía ligada a la anatomía, una visión que era muy común en las universidades italianas (SCHLEGELMILCH, 2021: 273-275). En Propositiones medicae de sterilitate mulierum quas divino numine & lumine anuente, Gratioso & Amplissimo senato Asclepiadeo, desarrollada en 1604 aparece una mención a una célebre frase de Medea en Eurípides: la que expresa su preferencia por pelear en batalla antes que parir.[32] La alusión se enmarca en una disquisición del médico en torno a las diferencias entre las mujeres fértiles y las estériles en términos de envejecimiento: “Por qué, sin embargo, quienes son fértiles envejecen más pronto que las estériles, esto es, porque aquellas no soportan la dificultad y las labores del parto como las fértiles. Por lo que Medea, en Eurípides, dijo que prefería luchar tres veces bajo su escudo antes que parir”.[33] En este caso, la mención a la princesa de la Cólquide es un mero ejemplo, que no tiene que ver con su capacidad rejuvenecedora o sanadora, sino que más bien aporta a su argumento sobre las labores del parto. También hay otra alusión a la hechicera en Disputationes de animae humanae facultatibus, functionibus acsedibus, ya que en el capítulo De trium animae facultatum diversitate, recupera el episodio del infanticidio como muestra del modo en que la ira puede ir contra la razón: “que nos sirva de ejemplo (…) la historia de Medea de Eurípides, quien enojada con Jasón, avanzó en su enojo al punto de matar a sus propios hijos, nacidos de Jasón, sin embargo, lamentaba esto debido a su propia ira”.[34] Seguidamente, cita un breve fragmento en griego en que da cuenta de este lamento de Medea, al que traduce al latín como Novi qualia perpetrem mala, Sed ira potentior est consilio meo. De este modo, se trataría de una referencia similar a la expresada en De activa medicinae… de Jêrome de Monteaux.
También me gustaría rescatar una referencia previa, en la disputatio II X, titulada De causis siccae intermperiei atq humidae, y presentada en 1602, en la que Stupanus sigue los pasos de Galeno, al enumerar las posibles causas por las que el cuerpo puede afectarse por la intemperie seca, y los medicamentos para revertir esa condición. En este marco, recupera las opciones dadas en Methodo medendi, e inmediatamente asegura que “un medicamento similar fue el de Medea, compuesto de azufre y betún líquido”.[35] Este último ejemplo no se inspiraba en Eurípides, sino más bien en Plinio: en su Historia naturale, en el libro II, en el capítulo dedicado a la nafta, el autor menciona a Medea, ya que ella habría utilizado este elemento para quemar a la nueva esposa de Jasón (Creúsa o Glauca, dependiendo la versión) a partir de hechizar su corona.
De este modo, las primeras alusiones a nuestra figura en los escritos médicos del período se revelan heterogéneas: por un lado, hay una primera asociación a su capacidad rejuvenecedora como una habilidad médica en Girolamo Mercuriale, quien postula una interpretación alejada de los componentes mágicos que acompañaban al mito. Así, a partir de la recuperación de los escritos de Estobeo, propone una Medea que, por medio del ejercicio físico, podía rejuvenecer a los hombres. Por su parte, los rescates de Jêrome de Monteaux y de Niklaus Johann Stupanus se inspiran en los escritos de Galeno, quien a su vez había recurrido a la obra de. En estos dos casos, Medea aparece como un ejemplo de quien cede a la ira, por lo que su incorporación viene de la mano de pensar la relación entre las pasiones y la razón. Por su parte, el añadido del medicamentum de Medea en la disertación de Stupanus sobre los efectos de la intemperie en el cuerpo, ausente en el escrito de Galeno, nos hace pensar en otra posible fuente de inspiración: la Historia natural de Plinio. En este caso, la palabra medicamentum haría más bien referencia a un veneno, una de las posibles acepciones del término, de acuerdo con el diccionario de Lewis y Short (1879). En todos los ejemplos citados, la presencia de la figura de Medea es marginal, y no pasa de ser una mera referencia clásica que muestra el conocimiento de los médicos de la cultura antigua. No obstante, sus menciones en estos tratados, con sentidos muy diferentes, nos da la pauta de dos cuestiones: por un lado, de la difusión de su historia, ya que proporcionaba un ejemplo que posiblemente era conocido por la audiencia; por el otro, que sus primeras apariciones en los escritos médicos tenían dos principales fuentes de inspiración, no relacionadas con la narrativa ovidiana: Estobeo y Galeno.
Los baños calientes y la tintura de cabellos
Un indicio de la difusión de la asociación de Medea a la medicina se puede ver en la proliferación de menciones en registros muy diversos. En primer lugar, en los tratados de mitología, entre los cuales se destaca Mythologiae, siue Explicationis fabularum libri decem de Natale Conti, uno de los que tuvo mayor difusión.[36] En esta obra, el capítulo VII del sexto libro está dedicado a nuestro personaje: a pesar de recurrir a una gran cantidad de citas y fuentes clásicas, el término “medicina” está ausente para referirse a nuestra figura. Más bien, la incluye dentro de las magas (magi) y enumera sus encantamientos, pero advierte que ninguno de estos hechizos sucedió realmente: más que una bruja, en realidad ella podría ser una alegoría del buen consejo o una simple mujer criminal (HEAVEY, 2015: 11-12).[37] Esta situación cambió con las ediciones en lenguas vernáculas del tratado: en la versión francesa publicada en 1627 en París por Pierre Chevalier con la traducción de Jean de Montlyard y de Jean Baudoin, titulada Mythologie, ou Explication des fables, oeuvre d'eminente doctrine, & d'agreable lectura, Medea no solo aparece como una gran maga. Por el contrario, se la presenta como conocedora de “secretos de la medicina”, entre los cuales se encuentran el “blanquear los cabellos negros y teñir de negro los cabellos blancos” y la invención de los baños calientes, de gran eficacia para la virtud de la medicina, por medio del cual ella puede curar diversas enfermedades.[38] Aclara que sus medicamentos los hizo en escondite, por lo que los médicos de su tiempo no pueden descubrir los secretos de su práctica:
“Entre estos [remedios], ella sabía preparar una cierta cocción, que quienes la usaban unos pocos días se tornaban más sanos, más frescos y dispuestos que antes, de manera que se veían tan ágiles que parecían rejuvenecidos. Y por esto que muchos, entonces todavía ásperos y groseros, que veían que para estas preparaciones ella se servía de madera, fuego, ollas, calderos, recipientes y otros utensilios, se imaginaban que ella hacía hervir y cocinar a los hombres para hacerlos rejuvenecer”.[39]
Las fuentes de inspiración del libro de mitología de Conti son variadas: para el caso del mito de Medea, menciona a autores como Hesíodo, Apolonio y Ovidio. En el caso de la traducción francesa, el uso de la expresión “secretos de la medicina” nos da la pauta de un posible préstamo: los libros de secretos. Conocidos desde la Edad Media, estos escritos eran una compilación de fórmulas y “experimentos” diversos, que combinaban desde prescripciones médicas y procedimientos mágicos hasta recetas de cocina, pasando por tinturas de cabello; que proporcionaban acceso a “secretos de la naturaleza y el arte” (EAMON, 1994). Las fuentes de inspiración para estos textos eran variadas: desde obras antiguas, tradiciones medievales locales, descubrimientos realizados en distintos períodos. Céline Bohnert considera que la idea de secreto en la traducción francesa del libro de Conti se corresponde con dos de los sentidos que esta noción tenía en el Renacimiento, de acuerdo con la distinción realizada por William Eamon: por un lado, la tradición esotérica, que entiende el secreto como un saber propio de la naturaleza, imposible de conocer porque son parte del orden de las cosas; por el otro, la noción de secreto ligada a una realidad transitoria y contingente (BOHNERT, 2015: 99).
La difusión del libro de mitología de Natale Conti inspiró a autores de otras regiones. Por ejemplo, en el ámbito hispánico, se pueden destacar los escritos de Juan Pérez Moya, en los que se muestran dos visiones ambivalentes de nuestra figura. En primer lugar, su catálogo Varia historia de sanctas e illustres mugeres en todo genero de virtudes. Recopilado de varios autores, impreso en Madrid por Francisco Sánchez en 1583.[40] En el capítulo LIII del libro tercero, titulado Mugeres que supieron Medicina, aparece mencionada Medea y se la describe como “docta en el conocimiento de las hiervas, segū Palefato”.[41] La princesa de la Cólquide también aparece en Philosofia secreta. Donde debaxo de historias fabulosas se contiene mucha doctrina provechosa a todos estudios. Con el origen de los Ídolos o Dioses de la Gentilidad. Es materia muy necessaria para entender Poetas e Historiadores, considerado el primer manual de mitología en español, publicado por la misma casa impresora dos años después. Entre sus principales fuentes se pueden destacar los tratados de Giovanni Boccaccio y Natale Conti (MARTÍNEZ CABEZÓN, 2012: 361). La obra se enmarca en una voluntad más general de divulgar conocimientos en lengua vulgar, con un rechazo explícito por la ficción literaria (BARANDA, 2000: 50), en la que su objetivo era interpretar las fábulas para descubrir la verdad, ocultada por los autores antiguos (MARTÍNEZ CABEZÓN, 2012: 360). En el capítulo LII del tercer libro, De la gentilidad, titulado “De Medea”, se destacan sus conocimientos. Primero, es descrita como “grāde Maga, y muy docta en todo genero de veneno”,[42] para luego afirmar que:
“Por Medea se entiende el consejo, y por esto le hazē hija de Idia, que quiere dezir la que conoce. Iason puede significar medico del arte, que quiere dezir curar. Irse con Medea significa, que el que ha de buscar medicina a su alma (que es la prudencia) para hazerle hombre bueno y prudente”
Así, engloba los crímenes cometidos por Medea (desde el asesinato de su hermano Apsirto hasta el de sus propios hijos) como efecto de la ausencia de moderación de los deseos, lo que lleva a la torpeza, una idea que ya había sido expresada por Natale Conti. Por último, rescata una habilidad más de nuestro personaje: “En lo que dize de remoçar los viejos: es que fue la primera que hallò una flor que tenia virtud de convertir los cabellos canos en negro”. Para ello, lavaba los pelos en el agua caliente en que había cocido a la famosa flor. El tratamiento de nuestra protagonista es ambivalente: por un lado, se la piensa como consejo (hija del conocimiento) que acompaña a Jasón, por otro, se destacan sus conocimientos, pero que luego son negados al sostener que nunca acontecieron esos hechos; por último, se la coloca como “metáfora del noble acto de vencer las pasiones” (MARTÍNEZ CABEZÓN, 2012: 363). La Declaratio de Medea termina con una explicación “racional”, si se quiere, del episodio de Pelías: este muere por no poder aguantar las hierbas utilizadas para teñirles las canas. Juan Pérez Moya también inspiró a autores posteriores, como a Pietro Paolo de Ribera en su obra La glorie immortali de’trionfi et heroiche d'ottocento quarantacinque donne illustri antiche e moderne, impresa en 1609 en Venecia por Evangelista Deuchino (LEONE, 2023: 64), en la que Medea es descrita como “dotta Fisica” y se la incluye dentro del apartado titulado D‘alcune Donne, nella Medicina eccellenti.[43]
En síntesis, las distintas ediciones del libro de mitología de Natale Conti, así como otras obras que circularon en el período como las de Juan Pérez Moya, contribuyeron a la difusión de las habilidades rejuvenecedoras de Medea, relacionándolas principalmente con dos prácticas: los baños calientes y las tinturas de cabellos. A su vez, en ocasiones, algunas versiones de estos escritos presentaron a la hechicera de la Cólquide como médica, o con conocimientos de la medicina, por lo que quizás podrían haber contribuido a la recuperación de Medea por parte de ciertos escritos médicos posteriormente. Sin embargo, esto no implicaba el abandono de las facetas infanticida y vengativa, ni tampoco una mirada positiva de sus conocimientos mágicos: como figura en Philosophia secreta, la hechicera conoce “todo género de veneno”. Por último, estas obras dan cuenta de que muchas de estas asociaciones no derivan necesariamente del ritual descrito en Ovidio, sino incluso de otros autores antiguos como Plinio y Paléfato.
La chirurgia infusoria y la cura medeana
A partir de la recuperación, en 1628, por parte del médico William Harvey de la descripción de la circulación sanguínea realizada siglos atrás por Ibn-Al-Nafis, se generaron una serie de querellas y experimentaciones. Estos ensayos culminaron en ciertas innovaciones médicas, en particular las inyecciones y las transfusiones: en este sentido, se suelen marcar como hitos la administración intravenosa llevada a cabo por Christopher Wren en 1656 y la transfusión de sangre de un cordero a un muchacho de 15 años por Jean-Baptiste Denys en 1667.[44] Estas pruebas no estuvieron exentas de debates, y es en el marco de estas discusiones que es posible marcar un cambio en el modo de reapropiarse de la figura de Medea en términos médicos.
En el ámbito francés circularon dos tratados que recuperaron la figura de Medea: L’art de vivre longuement sous le nom de Médée laquelle enseigne les facultez des choses qui sont continuellement en nostre viage & d'où naissent les maladies, ensemble la méthode de se comporter en icelles, & le moyen de pourvoir à leurs offences, de Pierre Jaquelot, publicado en Lyon en 1630 y Médée resucitée, affirmant l'utilité de la transfusion du sang. Ensemble la réponse à la lettre du sieur Denis sur la folie guérie et les bigarrures sur l'ombre de Jupiter, de Pierre-Martin de La Martinière, impreso en 1668 en París. En ambos casos, las alusiones a nuestro personaje sobrevolaban una discusión más amplia en torno a las utilidades y las desventajas de la transfusión de sangre. En una época en la que todavía no se habían descubierto los cuatro tipos sanguíneos, esta práctica podía ser un procedimiento médico no solo doloroso, sino también mortal.
Pierre Jaquelot (o Jacquelot) era doctor en la universidad de Montpellier. Su obra, aprobada por el College de Medecins de Lyon, se situaba en la línea de los llamados “regímenes de santidad”, que prescriben una “higiene de vida” (KOŹLUK y PITTION, 2009: 188), pero sin llegar a basarse en tratamientos o fármacos (WYGANT, 2009: 176).[45] La inclusión de referencias mitológicas formaba parte del recurso literario y retórico captatio benevolentiae, en la que los Antiguos eran pensados como pioneros en descubrir las ciencias ocultas (FREYERMUTH, 2010). En la presentación de L’art de vivre longuement..., el escrito se autocalifica como néotérique, término aplicado a quienes siguen los postulados de Paracelso, a pesar de que este es mencionado una sola vez (KOŹLUK y PITTION, 2009: 190).[46] La incorporación de Medea no se restringe al título de la obra, sino que se la incluye en la dedicatoria e incluso el autor la llama “mi Medea” (Ma Médée), como ha notado Sylvie Freyermuth (2010). Posteriormente, vuelve a aparecer al final del primer capítulo como modelo a seguir para conseguir el objetivo de conservar la vida y retrasar la muerte. Sin embargo, no todas las referencias a la figura son positivas, ya que la nombra ejemplo de cólera, al rescatar la “crueldad que ella usa contra su propia sangre” (cruauté de laquelle usa contre sa propre sang). Koźluk y Pittion consideran que, si bien Jaquelot recurre a una cultura clásica que es un “lugar común”, a la vez la complejiza al darle una dimensión médica, construyendo una nueva figura del mito. También plantean que “el caldero [de Medea] no es el emblema sulfúrico de una medicina empírica”, sino más bien “el símbolo de otra medicina, una regenerativa que sabría sanar por los encantamientos de las palabras” (199-200).[47]
En cambio, Médée resucitée es una obra de menor tamaño, de apenas doce páginas, en la que Pierre-Martin de la Martinière se entrometía en la discusión en torno a la ya mencionada primera transfusión de sangre entre animales y humanos realizada en 1667 por Jean-Baptiste Denys. El texto se engloba dentro de una serie de publicaciones que versaban sobre el mismo tema; en muchos de ellos incorporaba en los títulos alusiones a personajes mitológicos, como Apolo (L’Ombre d’Apollon, découvrant les abus de cette prétendue manière de guerir les maladies par la transfusion de sang, publicada en 1667)[48] y Minerva (Rencontres de Minerve la vertu honneur et amour. Faisans voir l’abus des Circulateurs du Sang sur le sujet de leur Chymere, impreso en 1668).[49]
El panfleto comienza con un breve texto en prosa dedicado a Pierre-Martin de la Martinière, titulado Ironie y firmado por “Ganery”, quien aparentemente se desempeñaba como doctor en la Universidad de París; allí, se intenta convencer al primero de ceder a la transfusión de sangre. Frente a esto, el médico contesta con una evocación a nuestro personaje: propone reforzar la imaginación, ya que le parece ver en el aire a una mujer en un carro tirado por dos dragones, quien la mira con un solo ojo, enojada, y le dice:
“Por los ojos del Sol, mi antepasado, te manifiesto que si mis encantamientos no son suficientemente poderosos, te descuartizaré como a mi hermano Absirto y a los hijos que he tenido con Jasón, si tú no te quitas la voluntad que tienes de abolir la Transfusión, inventada por Idía mi madre, de la cual he hecho una cantidad de milagros”.[50]
Enseguida, Medea es descrita como execrable y funesta bruja, y Pierre-Martin de la Martinière afirma “protesto a pesar de tus amenazas”, y promete jamás abandonar el interés por “la cosa pública”.[51] En este sentido, su posición respecto de este procedimiento se vinculaba con sus postulados en torno a mantener el orden inmutable de Dios (LOUX, 1988). De este modo, se puede ver una mirada distinta de nuestra figura de la propuesta por Pierre Jaquelot.
En el ámbito italiano, Luca Tozzi describió en 1681 una nueva técnica llamada chirurgia infusora.[52] Este descubrimiento suponía la inyección en la sangre de un remedio preparado previamente y se enmarcó en la difusión de la idea de Prolongatio Vitae. El procedimiento guardaba ciertos paralelismos con el proceso de rejuvenecimiento de Esón –según el cual, recordemos, Medea corta la garganta de su suegro e introduce por la herida la pócima realizada–, y por esta razón Tozzi, en su Medicinae pars prior, presentaba su experimento como la “cura maravillosa” de Medea (CONFORTI, 2014: 219), que permitía restituir la juventud. Así, el médico rescataba la descripción del sistema sanguíneo realizada por Richard Lower, por lo que probablemente se refería a su Tractatus de corde.[53] Para el mismo momento, Francis Potter, uno de los primeros médicos en proponer la realización de una transfusión de sangre, sostenía que la idea de realizar el experimento con un perro se le ocurrió mientras pensaba en la historia de Medea (CONFORTI, 2014: 226).
Hacia la última década del siglo XVII, Olaus Borrichius, médico y gramático danés, propuso en uno de sus discursos académicos llamar “cura medeana” a la transfusión de sangre. El autor suponía que Medea había aprendido el arte milagroso de rejuvenecer de los sacerdotes egipcios, según Jean Baptiste Ullersperger (1866).[54] En uno de los discursos dictados en 1690 e impresos en 1714, Borrichius decía: “Pero teniendo por verdadero el mito, debajo de la cobertura se pone al descubierto este secreto médico”.[55] Este “secreto médico” es relatado en Ovidio, a partir de la historia de Pelías; y el experimento era realizado por médicos contemporáneos a Borrichius.[56] La presencia de estas menciones a Medea en tratados escritos por médicos de distintos lugares para referirse a procesos similares da cuenta de un nuevo rescate de este personaje pagano.
De este modo, para fines del siglo XVII parece ser que las alusiones a Medea en los tratados de medicina se alejan, en parte, de las referencias a Estobeo y a Galeno que se veían en la centuria anterior. A la vez, en cierto punto tienden a homogeneizarse, al encarnar una suerte de modelo -sea a favor o en contra- de los experimentos sanguíneos, a partir de rescatar el episodio del rejuvenecimiento de Esón relatado en las Metamorfosis de Ovidio. Sin embargo, este cambio no implicó el abandono total de las conexiones con las otras prácticas de retraso del envejecimiento que proliferaron en los años precedentes. De hecho, la Histoire de la médecine de Daniel Leclerc, impresa en 1696 en Génova por J. A. Chouër y D. Ritter, es un ejemplo de que estas asociaciones no se perdieron. En esta obra, Medea aparece entre las diosas o heroínas que formaron parte de la invención de la medicina,[57] junto a otras figuras paganas como Diana, Cibeles y Circe. El texto describe que todo el mundo la cree maga y alude a sus poderes rejuvenecedores; cuyo fundamento de esta creencia se basa en su conocimiento de hierbas que tiñen los cabellos blancos en negros.[58] Además, la asocia con los baños calientes: “Ella fue también la primera en atreverse hacer baños calientes, para tornar los cuerpos más flexibles y más ágiles y para curarlos de diferentes enfermedades; esto hizo que las personas, que veían todo el aparato de calderos, agua y leña, sin saber para qué servía, difundía que ella les hacía hervir”.[59] Así, la obra de Leclerc sintetizaba las asociaciones de las habilidades rejuvenecedoras de Medea –el teñido de cabellos y los baños calientes– como parte de una historia de la medicina.
Conclusiones
Con todo lo visto hasta aquí, es posible afirmar que la capacidad médica de Medea, entendida no tanto en un sentido actual de sanación sino más bien de restauración de la juventud, tuvo una circulación relativamente amplia pero heterogénea, en la que se solapaban asociaciones a tratamientos médicos (baños calientes, ejercicios físicos, inyecciones), a prácticas mágicas que desataban fuerzas ocultas, a ideas sobre los modos de “alargar la vida”, a preocupaciones por intentar ir contra la naturaleza y los designios divinos. Maria Conforti (2014) y Amy Wygant (2007) han postulado que la reapropiación de Medea en el marco de la difusión de la idea de Prolongatio Vitae aparece como metáfora por la preocupación en torno al envejecimiento. En este sentido, se trata de un rescate que provenía del ampliamente leído texto de Ovidio, que contribuyó a moldear las percepciones del cuerpo humano y a situarlo en el mundo natural, al ofrecer imágenes y palabras que permitían describir algunas de los anhelos y las ansiedades relativas a un campo médico que estaba cambiando drásticamente (CONFORTI, 2014: 229). No obstante, como se ha mostrado, la progresiva difusión de la habilidad rejuvenecedora de Medea como una capacidad que podríamos llamar médica vino de la mano no solo del rescate de Ovidio, sino también de otros escritos antiguos, como los de Paléfato, Estobeo e Higino. Y, como se ha mostrado, entre mediados del siglo XVI y principios del XVII, las alusiones a la hechicera de la Cólquide se relacionaron, en algunos casos, con el rescate de las ideas galénicas acerca de las pasiones.
Parece haberse dado una suerte de movimiento entre los distintos registros, lo que da cuenta de distintas maneras de reapropiarse del sustrato mitológico antiguo. En un primer momento, la asociación del rejuvenecimiento como una práctica médica, con componentes mágicos, parece haber proliferado en ciertos escritos literarios de fines del siglo XV y en una de las obras alquímicas de mayor difusión, la de Marsilio Ficino. El siglo XVI y los primeros años del XVII se muestran como un período bisagra, en el que se desplazan las asociaciones médicas en las ediciones de las Metamorfosis y otras obras literarias que relataban el mito, quizás debido a la propensión humanista propia del período que proponía una lectura más atenta a las fuentes antiguas. Sin embargo, este abandono no eliminaba la vinculación de Medea al rejuvenecimiento y, en un segundo plano, al anhelo de la posibilidad médica de restituir la juventud. La preocupación por y la voluntad de alargar la vida, que ya estaban presentes al menos desde el siglo XIII, (CRISCIANI, REPISI y ROSSI, 2009) adquirieron un nuevo ímpetu, que se expresó en la proliferación de recomendaciones en registros variados.
La difusión de la Medea conocedora de secretos médicos parece que no transcurrió tanto por los propios escritos médicos, sino por otros canales: los catálogos biográficos, los tratados mitológicos, los textos alquímicos y las obras literarias, en las que proliferaban asociaciones de nuestro personaje a los tratamientos (como los baños calientes), a otras prácticas que suponían preocupaciones en torno al envejecimiento y anhelos acerca de su retraso. En este punto, se engloban apropiaciones tan disímiles como las de quienes asemejan los poderes de Medea al uso de elementos como el caldero o el hervido de hierbas y las interpretaciones que buscaban una explicación desgajada de los elementos mágicos, como se puede ver en la asociación del rejuvenecimiento con el teñido de los cabellos blancos en Philosophia secreta de Juan Pérez Moya. La alusión de Girolamo Mercuriale se muestra como una referencia casi aislada entre los escritos médicos del período, por lo que quizás constituye un primer atisbo de las asociaciones que proliferarán años después.
Para mediados del siglo XVII, parece darse una suerte de homogeneización en las alusiones a nuestro personaje al vincularse con los experimentos sanguíneos (transfusiones e inyecciones) del período, con su cúspide en la expresión cura medeana de Borrichius. Con esta progresiva asociación de Medea a los experimentos sanguíneos, es posible ver, no sin tensiones, una suerte de “racionalización”, si es que cabe el término, del episodio del rejuvenecimiento. Sin embargo, esta tendencia no eliminó otras alusiones médicas, ya que, como hemos visto, hacia fines de la centuria continuaba circulando la conexión de Medea con los baños calientes y la tintura de cabellos.
En las múltiples apropiaciones de la Medea rejuvenecedora, es posible contrastar las miradas más pesimistas, que advertían sobre los posibles peligros de intentar revertir el envejecimiento, como en el caso de Marsilio Ficino o la discusión de Pierre de la Martinière. Por el contrario, otras visiones parecen más esperanzadoras, que promovían curas artificiosas, maravillosas, como en el caso de Luca Tozzi y Pierre Jaquelot. Me interesa destacar que la figura de Medea parece encarnar no solo ansiedades en torno al envejecimiento y a ideas acerca de posibles maneras de “alargar la vida”, sino también ciertas esperanzas frente a las nuevas alternativas que se fueron descubriendo en estos años, en un período de grandes cambios de las prácticas médicas. Las Metamorfosis proveían un rico repositorio de fábulas e imaginería para lidiar con el “lado oscuro” de estas técnicas médicas y terapéuticas que se estaban ensayando (CONFORTI, 2014: 226). Así, el rescate de Medea se aleja de su faceta infanticida y vengativa para encarnar la posibilidad de rejuvenecer, ya sea por medio de baños calientes, de teñido de cabellos o de procedimientos sanguíneos (inyecciones o transfusiones).
Bibliografía
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[1] Para ver un estudio sobre la iconografía del rejuvenecimiento de un carnero, escena frecuentada durante la Antigüedad, véase: (CÁNDIDO, 2020: 1-6).
[2] De incredibilibus, München, Bayerische Staatsbibliothek -- A.gr.b. 2387 d, p. 58.
[3] De incredibilibus, München, Bayerische Staatsbibliothek -- A.gr.b. 2387 d, p. 96.
[4] Sobre la relevancia del episodio del rejuvenecimiento de Esón para la introducción de cambios y matices en el personaje de Medea, véase: (NEWLANDS, 1997: 178-210; ROSNER-SIEGEL, 1982: 231-243).
[5] En el original: Medea, ut dicitur, seniores homines coquens, iuuenes eos faciebat. Para esta instancia, se consultó la versión publicada en 1535 en Basilea. Fabulas, Bibliothèque National de France (BnF), Bibliothèque Carré d'art / Nîmes, Ms. 7929_1, f. 129.
[6] Esto último no impide que, tanto en las obras de Ovidio como en otras versiones del mito, se recurra al uso de términos como pharmakon y sus derivados, que refiere a elementos que pueden tener efectos benéficos o perjudiciales, o, incluso, veneficam y nociones que comparten su raíz, asociadas al envenenamiento.
[7] Para este trabajo, se consultó la versión publicada en 1494 en París. La Bible des poëtes, Métamorphose, Bibliothèque nationale de France (BnF), département Réserve des livres rares, VELINS-559, f73v.
[8] Para este artículo, consulté la versión publicada en Venecia en 1497 por Augustino Barbadico.
[9] En el original : ex Aesone iason: qui et chiro ni alendus: medicinamque docendus fuit traditus a patre (traducción libre). En Metamorphosis, Bibliothèque nationale de France (BnF), 532.1, f. 147, vv. 43-44. Agradezco a Maximiliano Utrera (UNL) por ayudarme con la traducción de los escritos en latín.
[10] En el original: Iaso cum Medea conuenit ab eaque et medicamenta acceptit et quo modo adversus gigantes e dentibus draconis orituros se gereret cognouit ita propter omnem Aeete speciem omnibus propositis certaminibus supior euasit (traducción libre). En Metamorphosis, Bibliothèque nationale de France (BnF), 532.1; f. 151, vv. 18-22.
[11] En el original, respectivamente: Come Jason prego Medea chefaccia mr ringiovanire il padre y Come Medea faire ringiovanire Auson padre di Jason (traducción libre). En Metamorfosis vulgare, Biblioteca Apostólica Romana, Urb.lat.644, ff. 91v y 93r.
[12] Sobre el carácter social del proceso de publicación, véase: (CHARTIER, 2006, 2016; GRAFTON, 2014).
[13] En el original: la medichabile cura: & artificiosa uirtute di Medea. En Storia troiana: Historia destructionis Troiae, Montpellier Méditerranée Métropole - Médiathèque centrale Emile Zola, L0023.
[14] Estas apropiaciones positivas no son unívocas, sino que, por el contrario, a la par circulaban discursos que enfatizaban el accionar violento de nuestra protagonista, con su consecuente difusión de una imagen de Medea como personaje cruel y asesino. Se pueden destacar las obras de Giovanni Boccaccio, quien relataba sus capacidades mágicas con tintes negativos. De hecho, parece haber sido el primero en su utilizar, en Genealogia, el término maleficarum para referirse a los conocimientos de Medea, término que desde el siglo XII se asociaba a fuerzas demoníacas y a prácticas de brujería (FEIMER, 1983: 272-273).
[15] Sobre la obra de Raoul Lefèvre, véase: (BERCEA-BONCSKAI, 2008: 81-95; MORSE, 1983: 34-45).
[16] En el original: mais au regardde vous de alonger la vie autremēt que dieu et nature (traducción libre). En Les fais et les prosses du noble et chevalier Jason, Bibliothèque nationale de France (BnF), département Réserve des livres rares, RES-Y2-153, f. 146, vv. 29-32.
[17] En el original: i noir moutō aux dieux dēfer dont elle řtint le sang z le messta avec les herbes puis garnie de tout ce q/ mestier lui estoit retourna de vers lanciē roy esō et lui fist faire ung moult beau baing ou elle mist ses herbes z du lait et du miel (traducción libre). En Les fais et les prosses du noble et chevalier Jason, Bibliothèque nationale de France (BnF), RES-Y2-153, f. 147, vv. 5-12.
[18] La bibliografía sobre Marsilio Ficino es prolífica, por lo que se consignan aquí algunas obras de referencia: (HANEGRAAF, 2010: 553-567; TARABOCHIA CANAVERO, 1977: 697-717).
[19] En el original: De medicinis senuz et de habitatione iterum at quom dieta (traducción libre).
[20] En el original: Ne forte iuuventute illam a medea pelie seni promisam experiamur (traducción libre) (ff. 45r-46v). Para el marco de este trabajo, se consultó la versión impresa en 1515 por Jean Barbier, actualmente disponible en la Biblioteca de Catalunya: https://mdc.csuc.cat/digital/collection/llibimps16/id/237363 Consultado en julio de 2023.
[21] La bibliografía sobre el trabajo de Cornelius Agrippa es prolífica, por lo que se consignan algunas obras de referencia: (NAUERT, 1957: 161-182; HANEGRAAFF, 2009: 1-25; YATES, 1994 [1964]).
[22] En el original: Iccirco medici quídam quibusdam confectionibus ex vipera & elleboro (…) promittunt restituere iuventutem: et restituut quandoque, nonnunquam etiam talem qualem Medea Peliae seni promissam restituit (traducción libre). En De occulta philosophia, München, Bayerische Staatsbibliothek; 4 Phys.m. 7 d, ff. 11v-12r.
[23] En el original: Sed Ovidius dicit se per unum medicamentum ex diversis medicis commixtum (traducción libre). En Universiteitsbibliotheek Gent, BIB.MED.003653, f. 14.
[24] En el original: The Poet having made a Discovery of some odd ceremonies (…) sets of the Kettle of Medea to parboil old tough Eson to more tender years (traducción libre). En Duke University, History of Medicine Collection, Ms. E B129C, p. 68.
[25] Se trata de la segunda edición del libro y contenía imágenes de Pirro Ligorio, quien recreaba escenas de la Antigüedad sin voluntad de ser una fuente precisa. A esta edición le sucedieron otras, entre las que se destaca la de Ámsterdam en 1672, que añadió los grabados de Andreas Frisius (SIRAISI, 2003: 241).
[26] En el original: Etenim Diogenes apud Stobaeum dicebat, Medeam sapientem, non ueneficam suisse, quae acceptis mollibus, & effeminatis hominum corporibus, confirmab at ipsa gymnasis, ac exercitationibus, & robusta, uigen tiaq. Reddebat. Unde fama emanauit quod coquendo carnes in iuuentutem restituret (traducción libre). En De arte gymnastica, Augsburg, Staats- und Stadtbibliothek; 4 Alt 208, f. 8r, vv. 14-19.
[27] Por ejemplo, la obra fue publicada en 1543 y 1549 en Basilea por Ioannis Oporini y en 1552 en París por Chaler Périer y Martin Le Jeune.
[28] De togatum valetudine tuenda commentatio, Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid, BH MED 3721, p. 287.
[29] He encontrado referencias posteriores, por ejemplo, en el Dictionnaire historique de la médecine contenant son origine, ses progrés, ses révolutions, ... l'histoire des plus célébres médecins, ... Avec l'exposition de leurs sentimens & de leurs découvertes, & le catalogue de leurs principaux ouvrages, de Nicolas Eloy publicado en 1756, en Frankfurt y en París, menciona a Medea en la entrada que define el término gimnasia. Así, ella “también realizaba ejercicios prácticos similares” (Médée faifoit aussi practique quelque chose de semblabe), en Bibliothèque nationale de France (BnF), département Sciences et techniques, 8-T8-10 (1), p. 430.
[30] München, Bayerische Staatsbibliothek; Path. 48#Beibd.1, f. 187.
[31] En el original: Novi equidem cuiusmodi faciam mala / Sed fortiot iracundia concilis meis.
[32] Esta frase, enunciada en el monólogo (vv. 214-256), ha sido objeto de discusiones, que han variado entre la identificación de una crítica social de la condición de las mujeres atenienses del siglo IV a. C. por parte de Eurípides, incluso desde una interpretación feminista, hasta discutir sobre el papel de ese monólogo en el intento de Medea de lograr que el coro (y el público) se identifiquen con ella. Para una síntesis de estas disputas, véase: (CORIA, 2013).
[33] En el original: Cur autem foecundae citius senescant, quàm steriles, ratio est, quia steriles non illas difficultates & labores pariundi subeunt, quos fecundae sustinent. Quare Medea apud Euripidem dixit se malle ter sub clípeo in acie dimicare, quàm semel parere (traducción libre). En Propositiones medicae de sterilitate mulierum, Kantonsbibliothek Graubünden, KBG Bn 180, p. 15.
[34] En el original: Exemplo nobis sit cap. 4 libri 6 de Placit. ex Euripide Medea, quae iusta de causa, in Iasonem irata erat: sed ex iracundia eo usq progrediebatur ut propios filios, ex iasone natos necaret, coq, ipso sibimet displicebat unde sic loquebatur, en Medicina theorica, Biblioteca Nacional de España (BNE), ICCU VD17, p. 221.
[35] En el original: Tale quoq erat Medicamentum Medea, ex sulphure et liquido bitumine (traducción libre). En Medicina theorica, Biblioteca Nacional de España (BNE), ICCU VD17, p. 385.
[36] La versión latina del libro de Natale Conti contó con veintiún ediciones entre los siglos XVI y XVII, mientras que la traducción francesa tuvo al menos siete impresiones (BOHNERT, 2015).
[37] Para este trabajo, se consultó la versión publicada en 1616 por P. P. Tozzium. Bibliothèque nationale de France (BnF), 155.2, p. 309. También se leyó la traducción al español de: (IGLESIAS MONTIEL y ÁLVAREZ MORÁN, 2008).
[38] En el original: blanchissoit les cheveux noirs & noircissoit les blancs y elle inventa l’experience de un bain chaud de grande efficace quant à la vertu de medecine (traducción libre). En Mythologie, Bibliothèque nationale de France (BnF), département Philosophie, histoire, sciences de l'homme, J-1943 (1), f. 568.
[39] En el original: Entr’autres elle sçauoit preparer vne certaine decoction, de laquelle ceux qui vsoient en peu de iours estoient rendus plus sains, plus frais & disposts qu‘auparauant: de maniere qu‘à les voir si gaiz & agiles, on les eust estimez raieunis. Et pource que plusieurs pour lors encore rudes & grossiers voyoient qu‘en ses preparations elle se seruoit de bois, de feu, de pots, de chaudieres, de cuues, & autres utensilies, ils s‘imaginerent qu‘elle faisoit boüillir & cuire les hommes pour les raieunir (traducción libre). En Mythologie, Bibliothèque nationale de France (BnF), département Philosophie, histoire, sciences de l'homme, J-1943 (1), f. 568.
[40] Los catálogos biográficos recopilaban brevemente mujeres ilustres y memorables por su propia virtud y erudición (LEONE, 2023: 64). Este género literario no era nuevo para el público de los siglos XVI y XVII, ya que había sido ampliamente difundido en las centurias anteriores por autores como Giovanni Boccaccio.
[41] Varia historia de sanctas e illustres mugeres en todo genero de virtudes, Biblioteca Nacional de España (BNE), [8], [1-8], 9-328 h., f. 319.
[42] Philosophia secreta, Biblioteca Nacional de España (BNE), Fondo Antiguo de la Universidad de Granada, Mss. œ4, A-Z8, Aa-Ll8, œ7, p. 391.
[43] La glorie immortali de’trionfi et heroiche d'ottocento quarantacinque donne illustri antiche e moderne, Universidad Complutense de Madrid, Biblioteca Histórica, Fondo Antiguo, BH FLL 2145, p. 310.
[44] Parte de estos experimentos, así como las discusiones suscitadas, se pueden ver en Journal des savants, publicado en París en 1668 por la Academie des Inscriptiones et Belles-Lettres, München, Bayerische Staatsbibliothek -- 4 Eph.lit. 21-1667/68. Sobre la discusión entre la concepción humoral galénica del cuerpo y las teorías sobre la circulación surgidas en el período a partir del experimento de Jean-Baptiste Denys, véase: (CHIN-YEE, B. y CHIN-YEE, I., 2016: 82-102). Sobre intentos previos de transfusiones de sangre, véase: (PEÑA, 2017: 233-238).
[45] Bibliothèque nationale de France (BnF); 83.1.
[46] La obra también se califica como medicina “bourbonnais”, en relación con las aguas de Bourbon, entendidas como lugar de sanación. Otras referencias citadas en la presentación del tratado son Hipócrates, Galeno, Dioscórides, Aristóteles y Plinio.
[47] En el texto original: Mais ce chaudron n’est pas l’emblème sulfureux d’une médicine empirique qui s’airme à l’époque de Jaquelot et dont Mirko Grmek a retracé la préhistoire dans le mythe. Bouillonnement de citations… En inscrivant le nom de Médée, la magicienne, au titre de son livre, notre petit médecin bourbonnais aurait-t-il voulu en faire le symbole d’une autre médecine, une médecine régénératrice qui saurait guérir par l’enchantement des mots? (traducción libre)
[48] Bibliothèque Nationale de France, département Réserve des livres rares, Z THOISY-325 (FOL 91).
[49] Bibliothèque nationale de France, département Réserve des livres rares, Z THOISY-325 (FOL 81).
[50] En el original: Par l’oeil du Soleil, mon ayeul, ie te proteste que si mes charmes ne Font pas assez puissants, je t’écarteleray comme mon frere Absyrthe, & les enfants que j’ay eu de Iason, si tu ne quitte la volonté que tu as d’abolir la Transfusion, inuentée par Idye ma Mere, de laquelle j’ay fait quantité de miracles (traducción libre). En Médée resucitée, Bibliothèque nationale de France (BnF), département Réserve des livres rares, Z THOISY-325 (FOL 99), p. 3.
[51] En el original: je proteste malgré tes menaces, que jamais ie n’abandonneray l’interest de la chose Publique (traducción libre). En Médée resucitée, Bibliothèque nationale de France (BnF), département Réserve des livres rares, Z THOISY-325 (FOL 99), p. 3.
[52] Esta técnica no fue sola ni inicialmente descrita por Luca Tozzi. Por el contrario, se pueden encontrar alusiones previas en Judicium de Chirurgia Infusoria, de Danielis Majoris, obra impresa en Frankfurt en 1665 (Augsburg, Staats- und Stadtbibliothek -- Med 5242#(Beibd. 3); así como la Dissertationem Medicam de Chirurgia Infusoria, de Michael Etmüller publicada en Lipsiae en 1668 (Augsburg, Staats- und Stadtbibliothek -- Diss Med 1040), por mencionar solo algunas.
[53] Para esta instancia, se consultó la versión publicada en 1701 en Napoli, por Domenico Antonio Parrino. Medicinae pars prior, Česka republika, Národní knihovna České republiky, 18 G 000013, p. 41.
[54] Ancient transfusion and infusion, texto publicado en Transactions of the medical society of the state of Pennsylvania, München, Bayerische Staatsbibliothek -- Med.g. 468 p. 4-1/2, p. 387.
[55] En el original: Fabula narrare credatis, sed sub involucro ejus medicandi secretum aperit (traducción libre). En Národní knihovna České republiky, NKCR__-NKCR__37J000128T1_1K2ZA1E-cs, p. 77.
[56] Esta idea tendrá reminiscencias más tardías, entre las cuales es destaca una mención en el Medical Lexicon de Robley Dunglinson publicado en 1839. Allí, en la definición de “Transfusion” aparece “Cura Medea’na” (München, Bayerische Staatsbibliothek -- Med.g. 126 v, p. 614).
[57] En el original: Deesses ou heroïnes, qui ont eu part à l’invention de la Medecina (traducción libre). En Histoire de la médecine, Bibliothèque nationale de France (BnF), département Sciences et techniques, 4-T1-9 (C).
[58] En el original: Le fondemente de cette opinion vint de ce qu’elle connessoit des herbes que teignoirent en nori les cheveux blancs (traducción libre). En Histoire de la médecine, Bibliothèque nationale de France (BnF), département Sciences et techniques, 4-T1-9 (C).
[59] En el original: Elle fut aussi la premiere qui s’avisa de faire des bains chauds, pour rendre les corps plus souples & plus agiles & pour les guérir de diverses maladies; ce qui fit que le peuple qui voyoit tout cet appareil de Chaudiéres, d’eau & de bois & qui n’en savoit point l’usage, publia qu’elle les faisoit boüillir (traducción libre). En Histoire de la médecine, Bibliothèque nationale de France (BnF), département Sciences et techniques, 4-T1-9 (C), f. 72.
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