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Magallánica : revista de historia moderna - Año de inicio: 2014 - Periodicidad: 2 por año
http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/magallanica - ISSN 2422-779X (en línea)

 

 

 

INTRODUCCIÓN AL DOSSIER:

 

PERSONA Y FRACASO: (auto)biografías e identidades en la edad moderna*

 

 

 

Antonio Álvarez-Ossorio Alvariño

María Luz González Mezquita

Saúl Martínez Bermejo

Madrid Institute for Advanced Study-Universidad Autónoma de Madrid, España

Universidad Nacional de Mar del Plata / MC-RAH, Argentina

Universidad Autónoma de Madrid, España

 

 

 

 

Recibido:        05/09/2022

Aceptado:       25/04/2023

 

 

 

 

Resumen

 

Este dossier ha sido pensado como un conjunto de reflexiones a propósito de la construcción de identidades, tomando en cuenta trayectorias vitales que vinculan relaciones dialécticas entre fracasos y éxitos en la Edad Moderna. Los artículos están conectados por preguntas que plantean diferentes problemáticas para inquirir ¿Cuáles son los mecanismos de atribución, negociación y reversión de la etiqueta de fracaso? ¿Cómo influye la etiqueta del fracaso en la trayectoria vital del individuo? ¿Cómo se manifiesta el fracaso individual dentro de una estructura grupal concreta o corporativa?

 

Palabras clave: fracaso; éxito; identidades; trayectorias vitales; biografía: autobiografía.

 

 

PERSONA AND FAILURE: early modern (auto)biography and identities

 

Abstract

 

This dossier is conceived as a set of reflections on the construction of identities. It takes into account vital trajectories that show the dialectical relationships between failures and successes in the Modern Age. Articles are connected by questions that pose different problems to inquire: ¿What are the mechanisms of attribution, negotiation and reversal of the label of failure? ¿How does the label of failure influence the individual's life trajectory? ¿How does individual failure manifest itself within a particular group or corporate structure?

 

Key words:  failure; identities; vital trajectories; biography: autobiography.

 

 

 

Antonio Álvarez-Ossorio Alvariño. Catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Madrid. Director del Madrid Institute for Advanced Study (MIAS) desde 2017. Investigador principal del proyecto H2020-MSCA-RISE “Failure: Reversing the Genealogies of Unsuccess, 16th-19th centuries” (Grant Agreement 823998), 2019-2024; y del proyecto “América en Madrid. Patrimonios interconectados e impacto turístico en la Comunidad de Madrid” (H2019/HUM-5694), 2020-2024. Entre sus líneas de investigación se pueden destacar el modo de vida de los cortesanos, el gobierno de corte y la monarquía de Carlos II.

Correo electrónico: antonio.alvarezossorio@uam.es

ID ORCID: 0000-0001-8974-5583

 

María Luz González Mezquita.  Profesora de Historia Moderna y directora del Grupo de Investigación en Historia de Europa Moderna en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP). MC en Argentina de la Real Academia de la Historia de Madrid. Dra. en Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Directora de la Red de Historia Moderna y de Magallánica Revista de Historia Moderna. Organiza con frecuencia bienal el Coloquio Internacional de Historiografía Europea y ha editado sus resultados. Sus investigaciones se centran en la cultura política de la Monarquía de España. Coordinadora en la UNMDP del Proyecto H2020-MSCA-RISE “Failure: Reversing the Genealogies of Unsuccess, 16th-19th centuries” (Grant Agreement 823998).

Correo electrónico: gomezqui@mdp.edu.ar

ID ORCID: 0000-0002-6013-7434

 

Saúl Martínez Bermejo. Enseña en el Departamento de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha investigado sobre la recepción y traducción de los clásicos en el pensamiento político y la cultura de la edad moderna. Formó parte del Instituto de Cultura y Tecnología de la Universidad Carlos III (2015-2017), para investigar la experiencia sonora y sensorial en la colonización ibérica (c. 1480-1650) y ha combinado esa aproximación con la historia sensorial de las ciudades, las guerras y los consejeros políticos de la Europa moderna. Es secretario de la asociación española de historia pública (historiapublica.es) y fue co-presentador de Contratiempo. Historia y memoria. En la actualidad es coordinador en la UAM del proyecto “Failure: reversing the genealogies of unsuccess, 16th-19th centuries”.

Correo electrónico: saul.martinez@uam.es

ID ORCID: 0000-0002-5740-3893

 

 


 

PERSONA Y FRACASO: (auto)biografías e identidades en la edad moderna

 

 

 

 

 

En el marco de las actividades organizadas por el proyectoFailure: Reversing the Genealogies of Unsuccess, 16th-19th Centuries” (H2020-MSCA-RISE, Grant Agreement: 823998), se realizó, en la Universidad Nacional de Mar del Plata, los días 11 y 12 de junio de 2020 el Workshop Internacional VIDAS FALLIDAS. Elección racional, intereses personales y relatos individualizados del desastre, 1500-1900 / FAILED LIVES. Rational choice, personal interests and individualized accounts of disaster, 1500-1900. Esta reunión analizó cómo los individuos señalan y etiquetan el fracaso propio y de otros;  examinó diferentes construcciones de frustración en relación con la identificación personal de género; e investigó casos que permitan reconstruir trayectorias vitales de personas que fueron capaces de revertir el fracaso y explorar cómo asumieron, resistieron o negociaron calificaciones negativas e identificaciones externas relacionadas con él.

Algunos de los trabajos presentados en esa reunión, forman parte de este dossier pensado como una reflexión a propósito del proceso de construcción de identidades, tomando en cuenta trayectorias vitales que vinculan relaciones dialécticas entre fracasos y éxitos en la Edad Moderna.[1]. Los textos están conectados por preguntas que plantean diferentes problemáticas para inquirir ¿Cuáles son los mecanismos de atribución, negociación y reversión de la etiqueta de fracaso? ¿Cómo influye la etiqueta del fracaso en la trayectoria vital del individuo? ¿Cómo se manifiesta el fracaso individual dentro de una estructura grupal concreta o corporativa?

Las especulaciones en las investigaciones sobre el “yo” en la Edad Moderna han enfrentado preguntas y problemas que merecen una revisión en la actualidad. En este sentido, pueden reconsiderarse las líneas que en su momento desarrolló Marcel Mauss sobre la distinción entre persona (pública) y le soi (self). ¿Hastá qué punto los fracasos se distribuyen homogéneamente entre ambas? ¿Qué papel tiene el fracaso en la construcción social de la persona? Algo semejante sucede con la noción de construcción teatral del yo en la sociedad, avanzada por Ervin Goffman (1997) y retomada en parte por Stephen Greenblatt en su Self-fashioning (1980). ¿Qué rol tiene el fracaso en esa dramatización de la personalidad individual? Otro tema que ha logrado un lugar destacado en las investigaciones recientes es el de las fuentes, en particular el papel de los egodocumentos. La presencia del yo introduce cierta coherencia en un conjunto heterogéneo de textos, tanto por los motivos que propiciaron su escritura como por su arquitectura textual o por las expectativas de circulación (CASTILLO GÓMEZ, 2019: 57-70).

El género autobiográfico en los primeros siglos de la Modernidad se relaciona con una mayor conciencia de la singularidad frente a los intentos de control social. Las reflexiones del filósofo francés Jules Lequier sobre Faire, non pas devenir mais faire, et en faisant se faire se consagraron como el símbolo de la escritura autobiográfica (GUSDORF, 1991: 16). El individuo se va construyendo para conseguir más autonomía, en un momento de tensión entre las continuidades y los cambios promovidos por la subjetividad y el antropocentrismo dando oportunidad a la manifestación de actitudes ambiguas. Por otro lado, “hay que advertir las presiones institucionales y normas sociales que minan la capacidad del individuo en el Renacimiento para libremente crearse a sí mismo, como reconoce Stephen Greenblatt” (JUÁREZ ALMENDROS, 2006: 12). Pero es reconocido el proceso de ampliación y reformulación de las nociones de individuo y sujeto histórico; la reflexión sobre las categorías (de clase, género, raza o nación) que lo constituyen y que, en buena medida, permiten transcender y discutir la dicotomía convencional entre “gente corriente” y “grandes personajes” (BURDIEL y FOSTER, 2015: 9-14; SCHAUB, 2018). Los análisis de trayectorias personales han destacado la importancia de considerar las complejas relaciones entre éxitos y fracasos (PARKER, 2002) para destacar el rol desempeñado por ellos como momentos a considerar, en relación con el camino al éxito.

Escribir la vida sigue siendo algo inaccesible, sin embargo, permanece el deseo de narrarla, de comprenderla. La biografía siempre fue una tentación que ha retomado vigencia con nuevas fuentes, preguntas y vías que permiten analizar casos, que se alejan de los estereotipos y sugieren dudas sobre las perspectivas basadas sólo en las elecciones racionales que evitan conceder un lugar en la historia para la emotividad, la intuición o la sensibilidad. La biografía puede ser una forma de restituir una época a través de enfoques micro y macroanalíticos. Si bien es aceptable que haya una intención de veracidad en el autor, también puede existir una tensión entre la voluntad de verdad y la narración, ubicando la obra en una dimensión entre la ficción y la realidad histórica. El carácter híbrido del género que se desarrolla entre la vocación novelesca, la preocupación erudita y la generada por un discurso moral de ejemplaridad ha dado lugar a acusaciones de diferente orden (DOSSE, 2007b: 15-17).

¿Cómo podemos llegar a saber todo de una persona? Este horizonte inacabado relanza el deseo del biógrafo en todos los ámbitos que favorecen la transversalidad y la interdisciplina dejando la puerta abierta a hipótesis no reduccionistas entre historia y ficción. El hecho de indagar las situaciones de la experiencia humana es el campo de acción del autor que trabaja con los indicios de los que dispone para resolver un enigma (DOSSE, 2007a: 121).

La compleja relación del autor con su obra y los lectores, llevó a Philippe Lejeune (1975) a elegir el concepto autobiografia para designar cualquier texto regido por un pacto autobiográfico en el que un autor propone al lector la existencia de un discurso sobre sí mismo pero, al mismo tiempo, una relación particular con ese discurso, aquella en la que encuentra la respuesta a la cuestión de ¿quién soy? a través de un relato donde se cuenta como he llegado a serlo.

Lejeune tiene el ambicioso propósito de relacionar biografia y autobiografía / autobiografia y novela. En realidad, considera que la mayor parte de los textos autobiográficos conllevan en proporciones y grados diferentes una parte de relato y una parte de autorretrato. Este pacto se entiende como una narración retrospectiva en prosa, que una persona real hace de su propia existencia, poniendo énfasis en su vida individual y en particular en la historia de su personalidad. A través de la relectura de los clásicos, el autor define el autopacto como propio del hombre sabio que reconoce sus errores, en un camino en el que puede confundirse y corregirse en varias oportunidades. Este es un proceso de humildad, pero también de orgullo porque el autor siente conmiseración por quienes no tuvieron la suerte de confundirse. y disfruta triunfar sobre ellos por su exigencia y lucidez, considerando que se parece a la oveja descarriada del Evangelio, al hijo pródigo (LEJEUNE, 1975; DOSSE, 2007a)

El creciente interés de los historiadores por la autobiografía no debe llevarnos a pensar que las reflexiones sobre las problemáticas relacionadas con ella, estén en el centro del debate. Como afirma Amelang, “Las preguntas de cómo los historiadores han cambiado el entendimiento general de la autobiografía, y de cómo los cambios en la forma de entender la autobiografía han influido sobre la historiografía aún esperan una respuesta” (2006: 144). Con respecto las investigaciones desarrolladas en el campo de las biografías y autobiografías, es importante también tener en cuenta algunas precauciones metodológicas -señala Dosse-  y mantener una distancia prudente con el tema ya que podemos implicarnos y así provocar una cierta adhesión no solo intelectual sino emotiva contra la que debemos luchar (DOSSE, 2007a: 208).

En cuanto al problema de los conceptos y las categorías analíticas utilizados y su relación con las cuestiones disciplinares, las autobiografías no pueden ser sólo abordadas desde lo lingüístico y formal, sino que deben complementarse con aportes provenientes de la sicología, el sicoanálisis, la sociología, la antropología, y la historia. Al mismo tiempo, se debe evitar tanto el modelo genético como el esencialista buscando la comprensión de las acciones de los individuos y su relación con los condicionamientos de las estructuras sociales. Con estas prevenciones se trata de evitar el peligro de la ilusión teológica que pretende que todo encaje en una vida con la intención de delinear una identidad unitaria, que permanece detrás de los cambios. En realidad, en los procesos vitales encontramos individuos plurales, heterogéneos que son resultado de complejos procesos de hibridación en una pluralidad de itinerarios personales. Interesantes construcciones de identidad que permiten investigar cómo se ven a sí mismos los actores sociales y cómo los ven los contemporáneos y la posteridad.

Las identidades y su funcionamiento han generado numerosas discusiones. Pueden relacionarse con otras, en situaciones específicas, así como, en diferentes instancias manifestarse en la misma persona o interactuar juntas en una configuración social (STETS y BURKE, 2009: 130; JENKINS, 2004). En todo caso, no se trata de reunir diferentes momentos de una trayectoria vital a modo de un puzzle que puede significar un conjunto de piezas cuya unidad no se conoce porque, tal vez no existe; aunque podemos entenderlo como un “conjunto de piezas que pueden ser encajadas en una unidad superior” (BUENO, 1991: 9).

En estas trayectorias vitales se manifiestan situaciones contradictorias ante las que nos preguntamos ¿Qué proporción de sus éxitos o fracasos se debe a su propia personalidad y sus convicciones, y cuánto se debe al contexto, tanto específico como global en el que le ha tocado actuar? (ELLIOTT, 2015: 168). Por otra parte, un tema fundamental es cómo acercarnos a la posible veracidad de los testimonios considerados y en qué medida logramos ponderar correctamente las manifestaciones performativas de los contextos temporales y espaciales específicos. En este punto, en una autobiografia conviene considerar hasta qué punto lo vivido produce el texto o es el texto el que produce una vida. Esto puede conducir a confusiones. Por un lado, podemos aceptar que el autor dice la verdad a través de un lenguaje que da expresión a un sujeto, pero también se puede creer lo contrario, poniendo en duda las afirmaciones de quien utiliza un discurso para conseguir una forma de perfeccionar su propio destino y así ganar lo que en realidad se perdió consiguiendo una apologética de sí mismo (DOSSE, 2007a: 2012). Lo cierto, es que la importancia de los egodocumentos hay que buscarla más allá de la verdad de estos testimonios, aunque el historiador tiene la obligación de verificar su exactitud. Estas pruebas son también manifestaciones artísticas y el medio para orientar una búsqueda. Un intento de acercarnos a un ayer lejano para encontrar el sentido y el valor que conserva para nuestro hoy.

En el presente monográfico de la revista los ensayos pretenden ahondar en diferentes vertientes sobre los discursos del fracaso individual y las formas de su eventual reversibilidad entre los siglos XV y XIX. En su estudio, Claudio Rolle se aproxima a la visión que Giorgio Vasari ofrece de Paolo Ucello en sus célebres Vidas durante el siglo XVI. La lectura que Vasari propone en su obra predominará durante siglos en la perspectiva de la posteridad sobre el pintor toscano. Vasari reprobó la dedicación de Ucello a indagar en las perspectivas, en vez de culminar la formulación de nuevas formas artísticas. ¿Cómo caracterizó Vasari el fracaso del pintor toscano? ¿Qué elementos lo definían? Vasari criticó que el pintor se fuese aislando de los ámbitos de sociabilidad, en una especie de ahumanidad. Según este relato, Ucello vivió en soledad la parte final de su vida como un ermitaño y, sobre todo, murió triste y pobre. De este modo, por contraste, se trazaba la imagen del artista exitoso en la Italia y la Europa de mediados del siglo XVI, un genio integrado en la conversación civil y recompensado por la comunidad con las marcas del reconocimiento, la fama y los bienes materiales.

El estigma de la “muerte en pobreza” aparecerá en otros estudios de este dossier, como arquetipo del fracaso individual. Desde esta perspectiva el hecho de que la parca realice su postrera visita encontrando al sujeto con privaciones en el tener y carencia de bienes es un indicio contrastado del declive personal. Por ello, en el Glosario del fracaso coordinado por Valerio Rocco (2021) algunas voces elaboradas por Saúl Martínez Bermejo como bancarrota y pobreza se situaban en el campo semántico de la etiqueta del fracaso. La miseria en la muerte se transforma en una “mancha” que infama y determina la imagen del legado personal en la posteridad. Una circunstancia significativa que apunta Rolle fue cómo, desde la óptica de Vasari, la decepción de Donatello con las nuevas obras de Ucello fue un elemento desencadenante que determinó su aislamiento social. Surge aquí una nueva variable en los hilos que mueven la conducta individual. Las expectativas defraudadas en una amistad se convierten en el sendero del distanciamiento de la vida social, en una búsqueda individual de nuevas invenciones ajenas a su cotización en la comunidad. A la postre como indica Rolle, más allá de la opinión común construida a posteriori, Paolo Ucello vuela.

  Gibrán Baustista y Lugo revela en su estudio cómo la narración del colapso del imperio mexica podía convertirse en un manantial de honores y mercedes o, al menos, de pretensiones en la corte de los reyes católicos de España. A través de una fuente sorprendente, los expedientes de concesión de hábitos de órdenes militares, se sigue el hilo de los testimonios a través de los cuales la ruina de los antepasados legitimaba la consecución de dignidades de sus descendientes. A principios del siglo XVII la labor de los testigos en la obtención de un hábito de Santiago por parte de Pedro Tesifón Moctezuma, bisnieto de Moctezuma, puso de relieve como el fracaso y el éxito no siempre tenían una dimensión individual, sino pendían de una red que acompañaba a la persona, en este caso los círculos de novohispanos radicados en Madrid para intentar avanzar en sus variados intereses. La renuncia a los derechos al trono mexica a favor de Felipe III y la declarada lealtad a los reyes de Castilla eran los pilares que permitieron canjear gloria pasada por honor operativo en el presente. El reconocimiento del vasallaje, de la subordinación, permitió al “príncipe” de sangre mexica el ascenso en el rango de los europeos. La consecución del hábito de Santiago sería el embrión de una nueva escalada en la jerarquía del honor reconocida por los españoles, siendo la plataforma para lograr con el paso del tiempo el título nobiliario de conde de Moctezuma, con el que un pariente consorte regresaría a la ciudad de México ya como virrey de Nueva España. Las ruinas de la dinastía mexica se convirtieron en prosperidades de una casa que obtendría a principios del siglo XVIII nuevos señoríos en tierras novohispanas como el ducado de Atrisco.

Iván de los Ríos profundiza en los orígenes del canon del pensamiento de la modernidad a través de su aproximación al Discurso del Método de René Descartes, que fue publicado en 1637. La trayectoria personal del filósofo francés sirve de marco al giro que implicó la impresión de su obra decisiva. La lectura de libros y los viajes formativos que estaban asociados con la formación de las personas en la buena sociedad europea se convierten en ilusiones y trampas que impiden el verdadero conocimiento. Lecturas y viajes constituyen un camino engañoso que distorsiona la búsqueda de la verdad. Frente los fundamentos del saber clasicista, en las obras de los Antiguos abundan los errores. El nuevo método exige romper violentamente con un itinerario del saber para alumbrar la vía a la ciencia moderna. Fracaso libresco y naufragio viajero son los rasgos de una vida fallida que solo a través del desengaño permite un nuevo renacer fundado en la incertidumbre.

Prevenir la caída. A este anhelo de los validos en la monarquía de España durante el siglo XVII dedica Antonio Álvarez-Ossorio su estudio. La caída se asumía como parte de un proceso inevitable para quienes dependían de la mudanza del favor real. En un tiempo en el que seguía reinando la diosa Fortuna próspera y adversa, moviéndose sobre una esfera en permanente movimiento, las mercedes de la cornucopia daban paso a los rigores de la espada. En la plaza mayor de Madrid el marqués de Siete Iglesias perdió su cabeza tras haber gozado de los beneficios del monarca y de su favorito, ascendiendo en la jerarquía del honor y en la riqueza. La ciencia política implicaba adelantarse a este final irreversible, y hacer más suave el descenso, atemperando la brutalidad del disfavor. Más allá del arte de conservación en la cúspide estaba la certeza del declive. Durante el reinado de Carlos II, la trayectoria de Fernando de Valenzuela permite indagar en las estrategias fallidas o hasta cierto punto útiles del arte de caer. Aunque no logró salvar sus riquezas y títulos, a la postre consiguió mantener la cabeza encima de sus hombros, aun a costa de la prisión y del destierro.

De los advenedizos y hombres nuevos se pasa a los linajes más antiguos de la grandeza de España a través de la vida del último Almirante de Castilla. María Luz González Mezquita examina en su estudio, las decisiones que adoptó en los últimos años de su vida, en el contexto de la guerra de Sucesión por la corona española. En la década final del siglo XVII el Almirante había llegado a asumir la dirección del gobierno de la monarquía. Tras la muerte de Carlos II, Juan Tomás Enríquez de Cabrera desconfiaba de la nueva dinastía y optó por trasladarse a Portugal y declararse leal a la casa de Austria, en la persona del archiduque Carlos, al que reconoció como legítimo rey Carlos III. En un entorno cambiante, el Almirante tuvo que iniciar en la corte de Lisboa un nuevo itinerario del pretender, compitiendo con figuras emergentes que rodeaban al aspirante al trono. Su postrera actuación en las campañas bélicas en la raya de Portugal se fue tiñendo de un melancólico desengaño. En este caso un signo de un cierto fracaso individual se asociaba a la melancolía, la enfermedad saturnal que distanciaba a las personas de la vida activa y les llevaba a un estado temporal de apatía. Por entonces el Almirante consideraba que “yo ya estoy viejo y no quiero cuentos”. El paso del tiempo le impedía recomenzar el juego en el tablero de la corte, en un periodo de incertezas y guerra que se prolongaba. La muerte le sorprendió entre dos mundos, antes de configurarse un equilibrio dinástico en las cortes de Madrid y Viena que le permitiese rentabilizar su lealtad a los Austrias compensando las confiscaciones y sentencias de traición por el bando borbónico.

Olaya Sanfuentes propone un cambio de género en los protagonistas de estas trayectorias que combinan éxitos y fracasos, a través de una de las personas más controvertidas en la buena sociedad británica a caballo de dos centurias. Lady Hamilton asumió caracteres legendarios, tanto por los artistas que la adoptaron como musa como por la virulencia de sus detractores. Prostituta, musa o trepadora, rompiendo los moldes deterministas para las mujeres de su condición social, lady Hamilton emergió como una mujer hecha a sí misma frente a las convenciones sociales, mostrando una agencia capaz de maximizar sus oportunidades vitales en el entorno de una Europa sacudida por las guerras napoleónicas. La hija de un herrero dictaba modas en las cortes y asesoraba en el gobierno de coronas. La apoteosis en el reino de Nápoles junto a su esposo el embajador británico Lord William Hamilton y su amado almirante Nelson dio paso a la marginación en Inglaterra. En las sátiras hasta se censuraba que la musa hubiera engordado. Tras su ostracismo se criticó la publicación de las cartas privadas, que “ensuciaban” la construcción de la imagen heroica de un mártir de la patria como el almirante Nelson, que ya había abandonado la carne terrenal para convertirse en blanco mármol.

De nuevo, la muerte en soledad y pobreza sirvió como argumento para etiquetar la vida de Emma Hamilton como fallida. Sensación aumentada por sus postreras adicciones, el alcoholismo y por el hecho mismo de fallecer en Calais, a la vista de una Inglaterra que le cerraba las puertas de sus salones. ¿Podía mutar su fortuna lady Hamilton en la posterioridad a través de la vida literaria de las novelas contemporáneas, del nuevo interés que despertó su vida más allá de los límites sociales? Como sugiere Olaya Sanfuentes, “el éxito y fracaso no sólo se viven en la historia o biografía de una persona, sino también se esconden en los pliegues de la memoria”. El itinerario vital de Emma Hamilton nos permite asomarnos a la crucial interacción entre fracaso y tiempo. Más precisamente, a la relación del fracaso con Chronos y Thánatos. ¿Cómo se consideraría la vida de Lady Hamilton si hubiese fallecido en Nápoles antes de la revolución, ensalzada por los artistas y como consejera política de la reina? El relato del fracaso se agiganta con el final de la vida, como si las postrimerías de la vida fueran el fiel de la balanza que decide el veredicto ante la posteridad.

Precisamente la cuestión del género también gravita en parte en el estudio de Saúl Martínez Bermejo sobre Frederick Douglass y el arquetipo del hombre hecho a sí mismo. La autobiografía de Douglass se convierte en un alegato de emancipación racial y de construcción del yo. La noción de éxito es relativa, ya que depende de las profundidades del origen y de la altura del ascenso social. El discurso del individualismo converge con un relato capitalista que identifica riqueza con éxito fundado en la movilidad social y laboral. Pero también caben los matices, cuando Douglass se muestra confiado en que los afroamericanos conseguirán igualarse con el resto de la población norteamericana cuando hubiese una escuela en cada valle del sur y una iglesia en cada colina. La óptica individualista coexiste con la fe decimonónica en el carácter redentor de la educación. Las novelas de Horatio Alger popularizaron entre mediados del siglo XIX y los primeros lustros del siglo XX este ideal del hombre hecho a sí mismo, que podía superar la pobreza de nacimiento mediante la laboriosidad y la perseverancia, convertido en ideología de una nueva potencia imperial en el mundo tras la guerra de 1898, con la victoria frente a un imperio viejo y enfermo. Sin embargo, era un ideario solo para hombres, del que las mujeres fueron excluidas y marginadas. Con el techo del género se cierra esta perspectiva en la que se analizan las trayectorias personales y su interacción con la etiqueta del fracaso, en ocasiones de cierto modo reversible.

 

 

 

Bibliografía

 

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* Este trabajo forma parte del Proyecto “Failure: Reversing the Genealogies of  Unsuccess, 16th-19th Centuries” (H2020-Marie Skłodowska Curie Actions, RISE, Grant Agreement, no. 823998).

[1] En este sentido vid. Álvarez-Ossorio Alvariño, Amelang, González Mezquita y Martínez Bermejo  (2023: 7-23).

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