Pasado Abierto. Revista del CEHis. Nº17. Mar del Plata. Enero-junio 2023.
ISSN Nº2451-6961. http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto
Historia Obrera.
Notas y reflexiones a partir de experiencias de divulgación histórica
Federico Avalos
Historia Obrera
fedeavalos78@gmail.com
Gustavo Nicolás Contreras
Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Universidad Nacional de Mar del Plata
Historia Obrera
gustavonicolascontreras@gmail.com
Recibido: 03/04/2023
Aceptado: 05/06/2023
Resumen
El Colectivo Historia Obrera salió a la luz el 29 de mayo de 2020 a partir de la presentación de su sitio web: www.historiaobrera.com.ar Este soporte digital reúne una serie de dispositivos de distinto tipo sobre la historia de lxs trabajadorxs pensados específicamente para públicos amplios, no necesariamente especializados en el estudio de la historia. Las intervenciones realizadas fueron planeadas y producidas transdisciplinariamente por investigadorxs, docentxs, artistas, gestorxs culturales, técnicxs y sindicalistas en una gran variedad de lenguajes y soportes. Desde aquella fecha hasta la actualidad, el colectivo continuó desarrollando su actividad de divulgación histórica sumando experiencias y reflexiones. En este artículo nos focalizaremos de modo sintético en algunas aristas de nuestro proyecto referidas a sus definiciones generales, su funcionamiento, la organización del trabajo, sus concepciones, sus productos y sus prácticas. En este abordaje, haremos hincapié en el proceso de producción y circulación de materiales que hemos desarrollado en estos tres años, así como en nuestro trabajo transdiciplinario.
Palabras clave: Historia Pública, Divulgación, Trabajadorxs, Historia Obrera, Transdisciplinariedad
Historia Obrera. Notes and reflections based on experiences of historical dissemination
Abstract
The Historia Obrera Collective came to light on May 29, 2020, with the launch of its website: www.historiaobrera.com.ar This digital platform brings together a range of diverse devices concerning the history of workers, specifically designed for broad audiences, not necessarily specialized in history studies. The various projects undertaken were planned and produced collaboratively by researchers, educators, artists, cultural managers, technicians, and union members, employing a wide array of languages and mediums. Since that date, the collective has continued to develop its historical dissemination activities, incorporating experiences and reflections. This article provides a concise focus on certain aspects of our project, pertaining to its general definitions, functioning, work organization, conceptual framework, products, and practices. Within this approach, we will make reference to the process of material production and circulation that we have developed over these past three years in the project, as well as our transdisciplinary work.
Keywords: Public History, Historical Dissemination, Workers, Historia Obrera, transdisciplinarity
Historia Obrera.
Notas y reflexiones a partir de experiencias de divulgación histórica[1]
Presentación
El 29 de mayo de 2020, en plena pandemia mundial, lanzamos el proyecto Historia Obrera. Si bien el trabajo que venimos realizando tiene un recorrido más largo, aquel día hicimos nuestra presentación[2] y pusimos a consulta pública nuestra página web: www.historiaobrera.com.ar Transcurridos tres años, y agradeciendo la generosa invitación de la revista Pasado Abierto para escribir en la sección “Taller del Historiador”, quisiéramos compartir algunas experiencias y reflexiones logradas en este tiempo.
Historia Obrera nació como una apuesta colectiva para la divulgación histórica, la investigación en el ámbito gremial y la formación sindical. En su conformación inicial confluimos investigadorxs del mundo académico, profesionales del ámbito cultural, técnicos, artistas y dirigentes sindicales. Nuestro objetivo se focalizó en ofrecer diversos materiales realizados de manera transdisciplinaria entre investigadorxs, músicxs, cineastas, realizadorxs audiovisuales, ilustradorxs, diseñadorxs web, gestorxs culturales, docentes de escuela media, escritorxs y dirigentes sindicales interesadxs en la investigación de la historia obrera, la divulgación histórica y la formación sindical. Desde el comienzo nuestras intervenciones están guiadas por una idea rectora: ofrecer narrativas complejas mediante dispositivos y soportes atractivos y accesibles que combinen los aportes de la investigación histórica con otras disciplinas artísticas y técnicas.
Para desarrollar la iniciativa tuvimos que tener en cuenta diferentes cuestiones: aspectos teóricos sobre historia pública y divulgación, la conformación de un colectivo transdisciplinario, los procesos de trabajo, el financiamiento de un proyecto autogestivo, conceptualizaciones en torno a las tareas que íbamos definiendo desde la práctica, saberes de oficio que fuimos incorporando a nuestras biografías, entre otros.
Sin posibilidades de extendernos sobre estos múltiples elementos, cada uno de gran interés, por cierto, en este artículo, acotaremos nuestra intervención a algunas de las variables mencionadas desde una perspectiva que recupere centralmente desafíos y ensayos de quienes participamos en Historia Obrera con formación universitaria y en el CONICET.[3] Partiendo desde este recorte, nos focalizaremos de modo sintético en algunas aristas de nuestro proyecto referidas a sus definiciones generales, su funcionamiento, la organización del trabajo, sus concepciones, sus productos y sus prácticas. En este abordaje, haremos referencia al proceso de producción y circulación de materiales que hemos desarrollado, así como a nuestro trabajo transdiciplinario. En un contexto en el que vienen creciendo la divulgación histórica y las humanidades digitales dentro del campo historiográfico, consideramos fundamental socializar experiencias, problemas, reflexiones y sugerencias para pensar y debatir colectivamente nuestras prácticas, perspectivas y anhelos, y así poder trazar próximas estaciones con los mejores criterios posibles. Si en alguna medida aportamos a ello con este artículo nuestra tarea estará más que recompensada.
Toda historiografía es historiografía contemporánea
Como han advertido diversos autorxs, la circulación de resultados de investigaciones históricas realizadas en las universidades y en los organismos de ciencia y técnica se ve, en gran medida, restringida a un público especializado (Adamovsky, 2011; Pons, 2013; Contreras, 2015). Si bien existen ejemplos que se han ocupado de acortar las distancias entre la investigación académica y el público en general, la mayoría no ofrece producciones destinadas a públicos amplios o, al menos, no lo hacen de manera sistemática.
Este interés limitado por parte del mundo académico contrasta con una creciente circulación de narraciones y explicaciones históricas en un amplio y heterogéneo público no especializado. Así lo demuestran variados programas televisivos, novelas históricas de grandes tiradas, libros de amplia circulación con temáticas históricas, series relativamente exitosas para plataformas y contenidos de gran repercusión publicados en redes sociales, en su gran mayoría, realizados por personas que no pertenecen al mundo universitario o al CONICET.
Frente al desinterés institucional y corporativo que hasta hace muy poco manifestaban lxs historiadorxs del ámbito académico por la comunicación pública del conocimiento histórico, otras voces no dudaron en ocupar ese espacio. De hecho, se puede afirmar que, en Argentina, en forma paralela al campo historiográfico profesional, “se fue redefiniendo otro campo con una genealogía propia, no institucionalizado y centrado en algunas figuras individuales de mucho peso, de Félix Luna a Felipe Pigna: la divulgación histórica” (Di Meglio, 2016: 62).
Ciertas coyunturas históricas recientes han reimpulsado el interés de la ciudadanía en general en la historia como herramienta para comprender el presente y pensar el futuro. Como afirman diversos autores, la crisis argentina en 2001 o el 15M en 2011 en España, por citar ejemplos destacados, han propiciado especialmente el acercamiento del público en general a los relatos históricos. Ello tal vez pueda explicarse “porque los lugares comunes, que parecían establecidos por y para siempre, se vinieron abajo, produciendo una suerte de bloqueo intelectivo que nos hizo buscar explicaciones en torno a las razones que nos habían llevado hasta allí.” (Contreras, 2015: 234). Según Adamovsky (2011), en estos contextos de crisis se hizo evidente que la ciudadanía acudía a la historia en búsqueda de explicaciones, pero la mayoría de lxs historiadorxs profesionales no estaban listxs o predispuestxs para ofrecerlas.
Si bien puede ser cierto lo que señala Adamovsky, también debemos convenir que esta situación comenzó a cambiar paulatinamente en los últimos años. Primero a partir de impulsos individuales de profesionales que perteneciendo al mundo académico se involucraron en la divulgación histórica por fuera de sus canales institucionales. Luego, aunque muy recientemente, con mayor reconocimiento institucional a partir de programas, subsidios, espacios en medios públicos de comunicación e instancias de formación académica al efecto.[4] Más allá de esto último, que no deja de ser una novedad, la divulgación histórica y la historia pública como segmento específico de la práctica historiográfica es incipiente y se encuentra dando sus primeros pasos en Argentina.[5]
Si bien se vienen acortando las distancias entre el mundo académico y el mundo de la divulgación, aún queda un largo camino por recorrer. Es un sendero deseable, ya que entendemos que este acercamiento puede impactar de manera positiva en ambos campos. La divulgación histórica seguramente va a ganar en calidad y variedad temática si investigadorxs y especialistas del ámbito académico se vuelcan con mayor regularidad y oficio a su práctica. De igual modo, quienes se involucren sumarán un saber y un quehacer relevante a su perfil profesional, apuntalando un aspecto en el que, por su reciente impulso, no hemos recibido formación específica en nuestras carreras universitarias. Sería deseable que pronto se consoliden espacios académicos que también formen en divulgación histórica e historia pública. Suponemos que esta posibilidad va a depender, en cierta medida, de la vitalidad que muestre este segmento en formación.
Un colectivo de divulgación
El surgimiento de Historia Obrera en parte debe ser entendido en su contexto. En este sentido, es innegable que la pandemia favoreció los emprendimientos que aprovechan formatos digitales. Sin embargo, Historia Obrera es principalmente una expresión de nuestro anhelo por reunir en un proyecto colectivo impulsos e inquietudes individuales que se venían desarrollando en clave de divulgación y formación sindical. Esta predisposición inicial habilitó el encuentro de investigadorxs universitarixs con sujetos sociales, artísticos y técnicos interesados en producir transdisciplinariamente materiales de divulgación histórica y para la formación sindical. Así, valiéndonos de los conocimientos y las tradiciones teórico-metodológicas propias del mundo académico, planificamos conjuntamente el uso de múltiples formatos, lenguajes y estéticas que son poco habituales en dicho ámbito para producir dispositivos de divulgación histórica.
En su armado originario, Historia Obrera se propuso como un espacio donde investigadorxs y docentes universitarixs especialistas en la historia de lxs trabajadorxs pudieran abordar temáticas específicas a partir de formatos y dispositivos pensados, acordados y diagramados previamente. Nuestro objetivo se concentra entonces en generar distintos materiales, cada uno con características propias, que auspicien múltiples maneras de abordar la historia obrera. La divulgación histórica no es una sola, ni hay un solo modo de hacerla. Los intereses, las sensibilidades y los hábitos de consumo cultural de quienes nos sentimos atraídos por la historia son distintos, por lo tanto, apostamos a que esta diversidad se vea reflejada en las lógicas, los recursos, los formatos, las narrativas y las estéticas que ofrecemos.
En este sentido, Historia Obrera puede pensarse como una usina de proyectos que produce una variedad de materiales de divulgación histórica de manera transdisciplinar. Para que su desenvolvimiento sea efectivo podemos decir que en Historia Obrera coexisten complementariamente una coordinación de tipo centralizada con una producción de tipo descentralizada. ¿A qué nos referimos con esto?
En reuniones regulares se consensuan prioridades en relación al desarrollo de distintos proyectos. En la medida en que nos fue posible, estos tres años hemos planificado un calendario anual con iniciativas programadas anticipadamente. Asimismo, a medida que fue transcurriendo cada año fueron surgiendo otras actividades y propuestas que se fueron debatiendo y, ocasionalmente, incorporando. En esta instancia abarcativa se va construyendo el norte general del colectivo, impulsando proyectos por iniciativas propias y recibiendo al mismo tiempo otras propuestas, principalmente de sindicatos, pero también de organismos de derechos humanos, centros culturales, medios de comunicación, así como de espacios universitarios y de ciencia y técnica.
El espacio de coordinación general que hemos creado articula en términos operativos las tareas cotidianas del colectivo. Su función es lograr la asociación de las diversas personas que necesariamente deben involucrarse en las tareas propias del proceso de producción y circulación de cada material. Esto implica vincular en el ámbito de la producción a lxs historiarodxs con lxs artistas y lxs técnicxs que realizan los dispositivos, combinar con el área de soporte web la incorporación de nuevos materiales o el (re)diseño de una página, organizar la carga de los contenidos en los soportes necesarios, llevar a cabo las acciones comunicativas correspondientes (posteos, gacetillas de prensa, publicidad en redes, etc.), entre otras tareas.
El aspecto centralizador del modelo organizativo define, entonces, la orientación general del proyecto, el desarrollo de las labores cotidianas y una metodología común de trabajo. Este aspecto se complementa en términos operativos con una descentralización de una gran cantidad de las tareas de producción. En este esquema, el sitio web cumple un rol de organizador general, conteniendo en su estructuración distintas “secciones”, las que funcionan como una instancia de clasificación interna del contenido.[6] Así, las “secciones” terminaron convirtiéndose en una forma de organizar el trabajo en el interior del colectivo, definiendo roles y responsabilidades en relación a la mayoría de sus integrantes.
Las secciones cuentan con equipos de trabajo específicos y permanentes. De igual modo, tienen un formato y una identidad propia. El equipo de trabajo que lleva adelante cada sección está conformado por coordinadorxs de sección y por otrxs integrantes, de lxs cuales algunxs sólo colaboran puntualmente en la sección, mientras que otrxs participan de la sección y de Historia Obrera en su conjunto. De igual modo, se van conformando otros equipos de trabajo ad hoc para desarrollar determinados proyectos, como documentales, podcasts, talleres, foto-textos, muestras, concursos, paneles, cursos de formación multimedia, los que, al igual que en las secciones, cuentan con participantes de Historia Obrera y con otrxs colaboradorxs que se van sumando a cada proyecto particular.[7]
Lenguajes, formatos, soportes
El entramado asociativo en el que se sustenta Historia Obrera habilita la coexistencia de distintos grupos de trabajo que tienen por fin estimular a pensar y sentir históricamente a públicos no especializados. El objetivo presenta el desafío de generar narrativas atractivas para receptores que no se acercan a los relatos históricos impulsados por motivos laborales, profesionales o de formación académica, sino más bien por otras razones, tan diversas como pueden ser la curiosidad, el esparcimiento, el placer, las inquietudes políticas, los compromisos gremiales, el deseo de saber, entre otras.[8] Esta situación implica necesariamente que la producción de materiales de divulgación histórica tenga en cuenta cuestiones relacionadas a contenidos, por supuesto, pero también a componentes estéticos, emocionales, identitarios y simbólicos presentes en el momento de apropiación y resignificación de los relatos de divulgación histórica.[9]
Los discursos históricos nos interpelan en múltiples niveles de nuestra existencia. No son solamente relatos sobre el pasado. Hacen referencia a nuestro lugar en el mundo, nutren nuestras percepciones sobre quiénes somos, se conectan con aristas sensibles de nuestras identidades, construyen y apelan a nuestro universo simbólico, impactan en nuestra manera de explicar el mundo. Las narrativas históricas activan intereses, identidades y emociones que exceden el ejercicio de comprender intelectualmente un proceso histórico. Esta capacidad de la narrativa histórica de afectarnos en nuestro fuero más íntimo es una de las claves para comprender la potencia de la divulgación histórica. Es por lo tanto una de las razones que nos motivan a practicarla.
La relevancia de la producción de dispositivos de divulgación en una diversidad de formatos y soportes se fundamenta en la variedad de capacidades que cada uno tiene para transmitir conocimientos, expresar sensibilidades y estimular reflexiones sobre las múltiples aristas de la historia. A su vez, cada dispositivo se relaciona con ciertos enfoques, perspectivas y sensibilidades que se ajustan mejor a su formato, en el que se desenvuelven con mayor comodidad, habilitando abordajes pertinentes según la temática seleccionada.
Las razones que nos impulsan a promover la divulgación en soportes diversos, no obstante, no se limitan a las capacidades específicas de cada soporte, también se vinculan con las sensibilidades y costumbres de quienes se acercan a los dispositivos que preparamos. La historia académica ha naturalizado la predominancia del texto escrito. Pero este no es el caso de todos los públicos, ni fue así en diferentes épocas (Contreras, 2020). Algunas personas pueden estar más interesadas en el arte gráfico, otrxs en la música, en los videos o en los podcasts. Producir divulgación a partir de múltiples soportes y formatos tiene la virtud, entonces, de brindar diversas puertas de entrada para pensar y sentir históricamente.[10]
Entendemos que esta característica de la divulgación histórica implica un desafío, y al mismo tiempo una posibilidad de exploración y aprendizaje para lxs historiadorxs. La experiencia de Historia Obrera, así como la de muchxs otrxs historiadorxs, muestra que, en contextos apropiados, la escritura de guiones de documentales, la producción de podcasts, la composición musical y otras formas de expresión artística son formatos plausibles de ser abordados con éxito por investigadorxs y docentes del ámbito académico. Ahora bien, para propiciar el aprendizaje en el uso de estos formatos y lenguajes es deseable que esas prácticas también puedan formar parte de las actividades profesionales que realizan, o que potencialmente podrían realizar, lxs historiadorxs. De otra manera, difícilmente dejen de ser casos marginales o impulsos individuales dentro de la práctica historiográfica.
Producción y circulación. Dos momentos de un mismo proceso
La producción en el mundo universitario circula fundamentalmente de manera escrita mientras que los consumos culturales en ámbitos no académicos se dan en una gran variedad de formatos y soportes, donde los textos escritos son solo una parte. Como plantea Anaclet Pons (2013), los modos en que circula la información en la actualidad están íntimamente ligados al desarrollo de internet y las tecnologías a las que está asociada. La pandemia ciertamente ha reforzado esta tendencia. Esta característica de los consumos culturales invita a quienes estén interesadxs en producir divulgación histórica a recurrir a saberes que no son tradicionalmente propios del campo de la Historia o de las Ciencias Sociales.
La experiencia de Historia Obrera está en gran medida ligada a estos cambios. Si bien la circulación de los materiales no es exclusivamente digital, Historia Obrera tiene una identidad fuertemente anclada en el mundo digital. Esta presencia se materializa fundamentalmente en dos espacios: el sitio web y las redes sociales/plataformas (Facebook, Instagram, Twitter, Youtube, Spotify e Ivoox).
El sitio web ocupa un lugar muy importante tanto en la producción, en la circulación como en la identidad del colectivo. En primera instancia, actúa como raíz identitaria porque el punto de partida del colectivo fue la construcción del sitio web. De igual modo, este da cuenta de la propuesta estética y de la multiplicidad de formatos y soportes que caracteriza a la producción del colectivo. En gran medida es su símbolo. A su vez, opera como el espacio que reúne y da soporte a, prácticamente, la totalidad de los materiales producidos por el colectivo. En este sentido es su muestra más cabal.
Por su parte, las redes sociales se constituyeron en uno de los principales canales de circulación de los contenidos que se producen. Las redes requieren un trabajo específico que implica la comprensión de los lenguajes comunicativos propios de cada una de ellas, demandando la adaptación del mensaje a los requerimientos del “algoritmo”, o a lo que creemos que de él sabemos, y a lo que esperan lxs usuarixs de cada red según ciertos usos y costumbres coyunturalmente preestablecidos.
Ahora, si bien las redes sociales de Historia Obrera son una herramienta central, la circulación de los materiales producidos no se apoya exclusivamente en ellas. De hecho, hay otros espacios que cumplen un rol también fundamental para la circulación de los materiales de nuestro proyecto y que nos animan a cuestionarnos el lugar, aparentemente todopoderoso, que ocupan las redes sociales en la comunicación de contenidos en la actualidad.
Nuestra experiencia sugiere que los paneles, los talleres, los cursos de formación, las muestras interactivas y las charlas, por citar algunos ejemplos, son un espacio potente y deseable para la circulación de materiales de divulgación. Desde que se retomaron las actividades presenciales luego de la pandemia, Historia Obrera apostó a profundizar estos espacios de encuentro en sindicatos, universidades y centros culturales a partir de la realización de diferente tipo de actividades.[11] Éstas habilitaron la circulación de nuestros contenidos no solo entre el público en general, sino fundamentalmente entre quienes asisten a los distintos encuentros motivadxs por intereses específicos. De hecho, muchas veces las personas que participan de estas actividades a partir de una afinidad temática previa terminan actuando como agentes multiplicadores al promover la circulación de los materiales de Historia Obrera propuestos adrede para ciertas ocasiones.
Estas experiencias y reflexiones logradas en el andar de Historia Obrera nos han llevado a comprender que la circulación de materiales de divulgación no puede ser pensada de manera disociada de la producción; por el contrario, éstas están íntimamente ligadas y se condicionan mutuamente, constituyendo dos momentos de un mismo proceso indisociable.
Esta interdeterminación puede observarse en diversos aspectos. Por un lado, el hecho de que algunas de nuestras primeras producciones surgieran a partir de demandas de actores sociales específicos (sindicatos principalmente, pero también organismos de derechos humanos, centros culturales, medios de comunicación, entre otros) plantea que muchas veces son los espacios de circulación los que demandan ciertos dispositivos de divulgación histórica.
Por otro lado, la circulación condiciona a la producción ya que los lenguajes y soportes que se utilizan para poner en conocimiento público los materiales tienen ciertos formatos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de construirlos. Estos determinantes pueden ser cuestiones simples, como las medidas de una ilustración para un sitio web o la duración y el formato de un video si deseamos mostrarlo en cierta red social, o más complejas, como la selección de un lenguaje audiovisual que implica sumar a una narrativa “literaria” elementos narrativos de imagen y sonido.
Al momento de conceptualizar la producción de los dispositivos, entonces, la elección del formato y el soporte está influenciada por las expectativas en torno a su circulación y por un análisis de los posibles públicos a los que estos dispositivos serán dirigidos. Pero también, en sentido inverso, si se quieren comunicar ciertos contenidos historiográficos a públicos amplios debe considerarse la especificidad de su narrativa y sus necesidades mínimas de despliegue para evitar simplificaciones excesivas que podrían afectar su calidad y sus capacidades. De esta manera, los saberes de oficio y sus condiciones básicas irrenunciables le imponen un límite, por ejemplo, a la voracidad de los modismos de las redes sociales.
Identificar a la producción y la circulación como dos momentos de un mismo proceso se presenta como una oportunidad para convertir este binomio en una tríada, sumando a la investigación histórica como tercera parte.
Como ya hemos mencionado en este artículo, Historia Obrera se ocupa de producir contenidos de divulgación sobre la historia de lxs trabajadorxs. Uno de los públicos imaginados como destinatarios de nuestras producciones son, por supuesto, lxs trabajadorxs, y en particular aquellxs que participan de distintas maneras en organizaciones obreras. Podemos decir entonces que, de la misma manera que tenemos en cuenta los intereses y hábitos comunicacionales de nuestro público a la hora de pensar la producción y la circulación de dispositivos de divulgación, podemos dar un paso más y plantear la necesidad de considerar al menos los intereses, las reivindicaciones, los anhelos, los padecimientos y las necesidades de los actores sociales (lxs trabajadorxs, en el caso de Historia Obrera) en los sistemas de preguntas que guían las investigaciones y que dan pie a nuestras producciones de divulgación histórica. Consideramos, por lo tanto, un norte deseable producir historiográficamente en vínculo directo y fluido con actores sociales, incorporando a la divulgación como parte de este proceso relacional.
Un campo indefectiblemente transdisciplinar
Ciertamente, producir narrativas históricas para públicos amplios y variados, sin caer en relatos reduccionistas, simplistas o maniqueos, manteniendo la complejidad propia de las investigaciones académicas, lejos de ser una tarea sencilla, presenta una serie de desafíos que no pueden ser subestimados.
Producir materiales de divulgación histórica requiere, en gran medida, un esfuerzo de síntesis y jerarquización de ejes explicativos. En este campo, los materiales producidos por especialistas del mundo académico habitan la incómoda tensión de verse obligados a ofrecer, en otros formatos y/o en una extensión mucho menor a la acostumbrada, narrativas que aborden el tema seleccionado dejando afuera referencias, debates y sutilezas propias del léxico académico, pero asegurándose de que esas ausencias no impliquen la renuncia a la necesaria complejidad de una explicación histórica, ni a sus reglas rectoras consensuadas en la comunidad de historiadorxs.
Para los profesionales de la historia el desafío central en la producción de materiales de divulgación es la construcción de narrativas históricas consistentes y complejas destinadas a públicos no especializados. Asimismo, el desafío implica ensayar propuestas y contenidos que den cuenta de la variedad de formatos en que se accede a bienes culturales en la actualidad.
Nos parece importante resaltar esta cuestión porque, como hemos observado, en la producción académica el formato dominante por excelencia es el escrito, lo que nos induce a pensar que la mayoría de lxs historiadorxs interesadxs en acercarse a la divulgación histórica probablemente lo harán inicialmente adecuando el lenguaje de su producción escrita, tarea que probablemente podría afrontarse de manera individual (siempre y cuando no consideremos los aspectos relativos a la edición y circulación del producto). Pero en el caso de que optaran por la producción de materiales de divulgación en otros formatos, como el audiovisual, las canciones, los sitios web, los podcasts, etc., requerirán la intervención de profesionales de otras áreas, convirtiéndola en una actividad de carácter transdisciplinaria y colectiva. Y aquí no nos referimos a la clásica interdisciplinariedad dentro de las ciencias sociales entre historiadorxs, sociólogxs, antropólogxs, etc., sino principalmente a una que implica un trabajo articulado con músicxs, directorxs de cine, ilustradorxs, programadorxs, diseñadorxs, correctorxs de estilo, gestorxs culturales, etc.
En este sentido vale remarcar que, si no hacemos explícito el carácter colectivo de las producciones audiovisuales, musicales, textuales o gráficas en el plano de la divulgación histórica, no sólo estaremos invisibilizando el trabajo de profesionales que son fundamentales en la producción de los materiales, sino que estaremos subvalorando el carácter transdiciplinar de la actividad. Ciertamente, es improbable que una figura individual que concentra todos los créditos de los materiales que llevan su firma realice las múltiples tareas que conlleva la elaboración de intervenciones en diversos formatos.
La divulgación histórica adquiere algunas de sus particularidades como campo específico, en gran medida, a raíz del encuentro de saberes provenientes de disciplinas diversas. El encuentro del arte y la tecnología con la historia, propio de la divulgación en estos tiempos, implica entonces el desafío de trabajar conjuntamente con profesionales de otras áreas. Es deseable, obviamente, que lxs historiadorxs realicen una formación en este sentido, al igual que lxs artistas y lxs técnicxs. Es preciso combinar múltiples saberes y ensamblarlos adecuadamente en los distintos dispositivos, al mismo tiempo que es menester desarrollar nuevas prácticas de oficio al efecto. Repasemos brevemente cómo se manifiesta esta situación en nuestro trabajo colectivo.
En la labor cotidiana de Historia Obrera se acude, por un lado, a saberes directamente ligados a la construcción académica de narrativas de carácter histórico a partir de la demanda o de la generación motu proprio de diferentes textos. Su producción, como señalábamos, se adecúa en cada ocasión al formato específico de cada sección o producto: capítulos de libros, artículos breves, textos breves, letras de canciones, libros de síntesis, guiones de documentales o de podcasts, entre otros. Este “saber histórico” es el que desde cierto sentido común se percibe más fácilmente como propio de la divulgación que realizan lxs académicxs. Sin embargo, hay más…
En primer lugar, podríamos destacar que en cada texto se lleva a cabo un proceso de corrección de estilo, que no solo enmienda “errores” formales, sino que, en el caso que fuera necesario, propone modificaciones de escritura en clave de lo que entendemos como una adecuada narrativa de divulgación. Aquí interviene un saber ligado al campo de las letras y la literatura.
Por otra parte, intervienen saberes que hacen posible la existencia de contenidos históricos en lenguajes no escritos. Así, en Historia Obrera se recurre a saberes como la ilustración de contenidos a través de dibujos realizados en diálogo con textos, la composición musical, la fotografía o el registro y la edición de audios, imágenes y sonidos para podcasts, audiovisuales y documentales. De igual modo, hemos trabajado con dibujantes, estampadorxs y quienes confeccionan ropa en nuestra propuesta de remeras con contenido histórico.
Otro tipo de saberes que participan en la producción de los materiales divulgación son aquellos vinculados al diseño en general y el diseño web en particular. Estos saberes recorren transversalmente la totalidad del proyecto, ya que en primera instancia intervienen delineando la imagen general de Historia Obrera en tanto “marca”. En este sentido, establecen las coordenadas estéticas e identitarias del colectivo, así como las estéticas particulares de cada producto específico. Lo hacen a través de la selección y el diseño de tipografías, logos, colores identificatorios y diseños particulares que están presentes en cada una de las secciones y en cada uno de los materiales producidos. Hay en este sentido un trabajo de curaduría general en términos de imagen y comunicación por parte de los diseñadores.
Los saberes comunicacionales también son transversales a la totalidad del proyecto. Entre ellos podríamos destacar los conocimientos vinculados a la circulación de los materiales producidos, tanto la puesta a disposición del público, el uso de redes sociales, la comunicación institucional como la actividad de difusión a través de la prensa.
Por último, no queremos dejar de mencionar saberes vinculados a la organización del trabajo que implican la conceptualización, la planificación, la calendarización y la coordinación de proyectos, así como el manejo de criterios de vincularidad que favorezcan las interacciones de los grupos de trabajo. En este sentido, nos hemos propuesto condensar los aprendizajes y los acuerdos establecidos en lo que denominamos “estándares”, ya que pensamos la práctica de Historia Obrera como un proceso productivo. Los “estándares” serían una forma de sistematizar lo aprendido en cuestiones relativas a la producción y la circulación de nuestros materiales. Su concreción nos permite ordenarnos en términos organizativos y compartirlos con regularidad en las labores de los equipos de trabajo y, potencialmente, con futuros nuevos integrantes. Con este fin vamos escribiendo breves manuales de usos, en los que también se registran detalles técnicos relacionados a las secciones, los dispositivos y los materiales.
Historia Obrera, ciertamente, constituye un espacio propicio para una interacción entre distintos saberes. Entendemos que esta situación va más allá de nuestro proyecto y que será una práctica cada vez más recurrente en la medida que se asienten y desarrollen las humanidades digitales y la divulgación histórica. Esta tendencia sugiere que debemos asumir el desafío de desarrollar habilidades y espacios que habiliten el encuentro y el trabajo transdiciplinario de profesionales de la historia con educadorxs, comunicadorxs, gestorxs culturales, artistas y técnicxs, con el fin de producir dispositivos de alta calidad en clave de divulgación histórica en soportes y lenguajes variados.
Cabana - Chapadmalal,
29 de mayo de 2023.
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Federico Avalos es profesor en Historia (ISPAS) y Especialista en Enseñanza de Ciencias Sociales (UNC). Realizó su tesis sobre cuestiones referidas a la divulgación histórica, materia sobre la que viene trabajando los últimos siete años. Es editor responsable del sitio web del Colectivo Historia Obrera. Fue integrante de equipos de trabajo de tres Proyectos de Comunicación Pública del Conocimiento Científico, del Programa de Apoyo al Fortalecimiento de la Ciencia y la Técnica en Universidades Nacionales, SPU, UNMdP (RR N° 4503/21). Es colaborador en el proyecto PICTO Género 00003-2022, “Género, trabajo y organización sindical en Mar del Plata, CABA y Córdoba: una contribución a la lucha por derechos en la Argentina reciente”. Asimismo, se formó en el manejo de lenguajes y plataformas web (WordPress, HTML, CSS y JavaScript) para participar en el desarrollo y soporte del sitio web www.historiaobrera.com.ar.
Gustavo Nicolás Contreras es profesor, licenciado y doctor en historia por la UNMDP, institución en la que también es docente. Es Investigador Adjunto del CONICET. Es miembro del Consejo Directivo del INHUS, del GIMSSPAM, la Red de Estudios sobre el Peronismo, el Programa Interuniversitario de Historia Política, la RELATS y la REDLATT. Es responsable de un convenio entre el CONICET y el Sindicato de Luz y Fuerza de Mar del Plata para construir un Archivo Histórico y un Centro de Cultura Obrera. Es director de la Colección de libros “La Argentina peronista: política, sindicalismo, cultura y del colectivo Historia Obrera”. Publicó El peronismo obrero (GEU/EUDEM, 2018) y en coautoría En primera persona (Eudem, 2017) e Imágenes que recorren un siglo. Cien años del Centro de Capitanes de Ultramar y la Marina Mercante (CCUOMM, 2019).
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[1] Una primera versión de este trabajo fue presentada en la mesa “La historia obrera divulgada: experiencias, proyectos, resultados y perspectivas” desarrollada en el marco del I Congreso Internacional Historia Pública y Divulgación. Problemas, actores y escenarios de la historia divulgada, realizado en la universidad Nacional de Quilmes entre el 22 y el 24 de mayo de 2023. Su escritura se fundamenta en nuestro interés y empeño por reflexionar constantemente sobre nuestras prácticas, concepciones, procesos de trabajo y proyectos en el campo de la divulgación histórica.
[2] “Lanzamiento de Historia Obrera”, en línea: https://www.youtube.com/watch?v=QUHoaBhQO_8&t=92s
[3] Para una mirada más amplia y completa del colectivo Historia Obrera y su proyecto puede consultarse provechosamente la tesis de Especialización en la Enseñanza de las Ciencias Sociales de Federico Avalos (2022). Este artículo se nutre, en cierta medida, de sus avances y de los intercambios realizados en el marco de su elaboración.
[4] En este punto podríamos destacar a modo de ejemplo los “Proyectos de Comunicación Pública del Conocimiento Científico” del año 2021, impulsados por el Programa de Apoyo al Fortalecimiento de la Ciencia y la Técnica en Universidades Nacionales de la Secretaria de Políticas Universitarias; el Concurso “Ciencia por contar: Las juventudes comunicamos la ciencia”, llevado adelante en 2022 por el programa de Juventudes en Ciencia y Tecnología, dependiente de la Subsecretaría de Coordinación Institucional del Ministerio de Ciencia, y los recientes Concursos Federales “Ideas proyecto divulgación científica” y “Arte, ciencia, tecnología e innovación”, convocados por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación.
[5] En 2011 la revista Nuevo Topo publicó un sugerente dossier que recuperó experiencias, reflexiones y propuestas de historiadores que venían practicando la divulgación histórica. En los años siguientes fueron creciendo los textos que se ocuparon del tema. En 2013, Gabriel Di Meglio y Ezequiel Adamovsky dictaron un curso optativo de grado para la carrera de historia de la Universidad de Buenos Aires (UBA) titulado “La divulgación histórica: reflexiones y prácticas desde el oficio del historiador”. Al año siguiente lo repitieron en la Universidad Nacional de La Plata. Desde entonces los cursos y los talleres sobre el tema han proliferado en universidades de distintos lugares del país. A fines de la década pasada, la Universidad Torcuato Di Tella y la Universidad Nacional de Quilmes abrieron diplomaturas sobre historia pública y divulgación. Desde el año pasado, esta última cuenta con una maestría, mientras que en mayo de 2023 impulsó el I Congreso Internacional Historia Pública y divulgación.
[6] Actualmente las secciones en funcionamiento son cinco: Efemérides…, Mitin…, Retazos…, Apuntes… y la Colección La Argentina peronista… Pueden consultarse en www.historiaobrera.com.ar Para profundizar en el conocimiento de algunas de estas secciones, pueden consultarse ponencias y artículos que recientemente hemos realizado miembros del colectivo al respecto (Aldao, et. al., 2023; Andújar et. al., 2023; Contreras, 2022).
[7] Por fuera de las secciones podemos destacar las columnas tituladas “Brotes de Historia obrera” e “Imágenes de historia obrera”, la realización de tres documentales y dos audiovisuales conmemorativos, la señalización de un espacio urbano con sentido de memoria histórica, la organización de un concurso sindical de fotografía y memoria histórica, la transmisión on line de cinco paneles, tres ediciones de las jornadas Mitin por un feminismo proletario, un podcast conmemorativo de un aniversario sindical, cursos de formación sindical de carácter multimedia, dos muestras gráficas interactivas para teatros y centros culturales, el impulso del Primer Encuentro Iberoamericano de Historia Publica y Divulgación Histórica, diversas intervenciones en la prensa gráfica, radial y televisiva, entre otras. Recientemente uno de los miembros de Historia Obrera reflexionó sobre las perspectivas del colectivo en la realización de unos de los documentales citados (Ladeuix, 2023).
[8] Gabriel Di Meglio ha señalado que “a diferencia de la enseñanza, la divulgación no está institucionalizada, no tiene un público encuadrado, sino que compite con productos que no son historiográficos. Y por lo tanto una de sus premisas básicas es buscar modos de entretener mientras comunica contenidos. Hay que atraer a los lectores, oyentes o espectadores” (Di Meglio, 2011: 10).
[9] Una experiencia significativa en este sentido fue la realización y publicación de un libro conmemorativo sobre los cien años del Centro de Capitanes de Ultramar y Oficiales de la Marina Mercante (Caruso y Contreras, 2020).
[10] En el proyecto Retazos de Historia Obrera hemos experimentado en distintos formatos la posibilidad de abordar la historia de lxs trabajadorxs de múltiples maneras a través de capítulos de libros, un glosario, un film, documentales, canciones, un disco, ilustraciones, fotográficas, podcasts, cursos de formación multimedia y una muestra interactiva (Contreras, 2022).
[11] Tal vez la muestra más significativa de esta búsqueda sea el Primer Encuentro Iberoamericano de Historia Pública y Divulgación Histórica que, en diciembre de 2022, organizamos desde Historia Obrera junto a la Asociación Española de Historia Publica y Atarraya de México, y en conjunto con la universidad Nacional de Mar del Plata, institutos de CONICET, sindicatos de distintos lugares del país y centros culturales de la ciudad. Ver https://historiaobrera.com.ar/encuentro-iberoamericano-de-divulgacion/
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