Pasado Abierto. Revista del CEHis. Nº12. Mar del Plata. Julio-diciembre 2020.
ISSN Nº2451-6961. http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto
El acontecer contrafáctico:
una historia de los posibles en los trabajos de Juan Carlos Torre
Salvador Lima
Escuela de Historia, Universidad del Salvador, Argentina
salvador.lima.89@gmail.com
Recibido: 12/06/2020
Aceptado: 16/11/2020
Resumen
El ensayo presenta un conjunto de reflexiones acerca de las preguntas contrafácticas en la historiografía, como método válido y legítimo para situar al historiador en la coyuntura pasada, provocar nuevas preguntas y encontrar un justo equilibrio entre las grandes leyes del determinismo histórico y la pura contingencia de los hechos del hombre. Para ello, se expone un breve recorrido histórico de la pregunta contrafáctica en la historia y los trabajos recientemente elaborados sobre el tema. Entre ellos, las disertaciones de Juan Carlos Torre sobre posibles desarrollos alternativos en la historia del peronismo sirven como estudio de caso para comprender la utilidad y la legitimidad del razonamiento contrafáctico como método historiográfico.
Palabras clave: Contrafáctico – Historia virtual – pregunta conjetural – peronismo – Perón
The counterfactual timeline:
a history of possibilities in Juan Carlos Torre’s work
Abstract
This essay presents some considerations about the counterfactual questions in history, as a valid and legitime method to situate the historian in the past conjuncture, promote new questions and find a just milieu between the great deterministic laws and the pure human contingency. In order to do so, a brief history of the counterfactual logic is exposed and the most recent ideas on the subject are exposed on the text. Among them, Juan Carlos Torre’s dissertations on possible alternative developments in the history of Peronism are useful as case studies to comprehend the utility and legitimacy of the counter-factual reasoning as a historiographical method.
Key words: Counterfactual – Virtual History – conjectural question – Peronism - Peron
El acontecer contrafáctico:
una historia de los posibles en los trabajos de Juan Carlos Torre
La pregunta What if…?
La pregunta contrafáctica forma parte del razonamiento cotidiano de cualquier ser humano. Si es imposible resistirse a el interrogante “¿Qué hubiera pasado si…?” para dilucidar el escenario de posibilidades en la vida diaria y tomar decisiones mundanas acerca del futuro, cuanto más útil puede ser entonces dicho interrogante para el profesional de la historia. Al transportarlo a las situaciones de incertidumbre del tiempo pasado estudiado, el razonamiento contrafáctico coloca al historiador frente a la disyuntiva del determinismo o la contingencia, lo inevitable o lo accidental, las leyes de la historia o la acción de los grandes hombres. ¿Qué hubiera sido de la monarquía española si el hijo mayor de los Reyes Católicos no hubiese muerto prematuramente? ¿Habría sido distinta la historia de Europa si Francia no hubiese adquirido la isla de Córcega un año antes del nacimiento de Napoleón Bonaparte? ¿Y si Hitler hubiese muerto en las trincheras del frente occidental? O una de las preguntas preferidas de las tertulias porteñas: si la chusma de Buenos Aires no hubiese ahuyentado a los caballeros del ejército británico en 1806, ¿acaso hoy la Argentina se parecería más a Australia que a sus vecinos latinoamericanos? Todas estas preguntas son problemas contrafácticos, pero no por eso dejan de ser interrogantes legítimos. Como tales, forman parte de una práctica habitual del raciocinio del historiador y de las discusiones académicas, pero que, tradicionalmente, la mayor parte de los trabajos escritos prefieren obviar para no ser acusados de caer en el terreno de la ficción y de la literatura.
La historiografía y el razonamiento contrafáctico
Edward Hallet Carr dijo alguna vez que las preguntas contrafácticas eran más bien un defecto de la historia reciente. En su conferencia “La causación en la historia”, el profesor inglés afirmaba que, mientras que a ninguna persona sensata se le habría ocurrido preguntarse sobre desenlaces alternativos en la Conquista Normanda o la Revolución de los Estados Unidos, eran muchos los intelectuales europeos de su tiempo que se desvelaban con resultados distintos para la Revolución bolchevique (Carr, 1993). Para Carr, el problema de los historiadores del mundo contemporáneo habría sido que “recuerdan la época en que todavía existían todas las opciones, y les parece difícil adoptar la postura del historiador para quien han quedado todas canceladas por el hecho consumado. Estamos ante una reacción puramente emocional y ahistórica” (Carr, 1993).
Por otro lado, en su libro Pour une histoire des possibles: analyses contrefactuelles et futurs non advenus, Quentin Deleurmoz y Pierre Singaravélou demuestran que, mal que pese a los impugnadores de la conjetura histórica como Carr, el razonamiento contrafáctico está lejos de ser un invento reciente (Deleurmoz & Singaravélou, 2016). Tucídides, Tito Livio, Pascal y Gibbon son algunos de los casos de historiadores que utilizaron hipótesis sobre desenlaces posibles para preguntarse sobre los efectos del azar y la causalidad de los hechos referidos en sus historias. Ahora bien, según Deleurmoz y Singaravélou, estos antecedentes no constituyen un verdadero estado de la cuestión en el sentido de la historia contrafáctica (Deleurmoz & Singaravélou, 2016). Más bien, desde la Antigüedad y hasta la Ilustración, los escritores europeos habrían buscado desarrollar un verdadero razonamiento conjetural, sino que meramente acudieron a preguntas lúdicas para afirmar las causas ya establecidas o recaer en reflexiones filosóficas sobre el azar (Deleurmoz & Singaravélou, 2016). En realidad, la actual práctica contrafáctica sería una consecuencia de la Revolución Francesa, la cual habría provocado una brecha en el orden tradicional temporal, rompiendo las ataduras con el pasado y abriendo el futuro como horizonte de posibilidades para el hombre.
De este modo, el siglo XIX será profuso en historias teñidas de elementos literarios y giros ficticios, a partir de digresiones semihistóricas, con el afán de explicar juicios previos o determinar la importancia de ciertos acontecimientos. Este nuevo género, que será llamado ucronía por Charles Renouvier, tampoco habría constituido un auténtico razonamiento contrafáctico, ya que contravenía las reglas de la disciplina científica al perderse en una imaginación ilimitada (Deleurmoz & Singaravélou, 2016). De todos modos, según los autores, con todas sus libertades literarias, el relato ucrónico habría sentado las bases para la formulación de nuevas preguntas y cuestionamientos acerca de los métodos de la historiografía. En efecto, cincuenta años después del acuñamiento del trabajo de Renouvier, Max Weber aportó la primera teorización científica sobre el razonamiento contrafáctico al decir que únicamente este método de análisis podía conferir a la historia el estatus de verdadera ciencia. Según el filósofo alemán, el raciocinio contrafáctico era completamente legítimo, ya que permitía jerarquizar las causas de los acontecimientos, al medir su aporte histórico y su significancia (Deleurmoz & Singaravélou, 2016). De este modo, la perspectiva de Weber daba un salto cualitativo importante en el desarrollo de los métodos conjeturales y se alejaba de la excesiva fabulación de la ucronía, dado que sugería buscar las claves del desarrollo alternativo en términos de plausibilidad y a través de los datos conocidos. Siguiendo las pautas de Weber fue que, en las décadas de 1950 y 1960, los cliometristas norteamericanos rebatieron ciertas aseveraciones sobre la historia económica de los Estados Unidos y crearon nuevos métodos explicativos a partir de hipótesis contra-fácticas (Deleurmoz & Singaravélou, 2016).
Para inicios de la década de 1990, la caída del Muro de Berlín habría significado un nuevo punto de quiebre, análogo a aquel de la Revolución de 1789 (Deleurmoz & Singaravélou, 2016). Si, en la década precedente, el movimiento posmodernista había debilitado las bases del racionalismo y la idea del progreso, “el fin de la historia” y la muerte de las ideologías habrían provocado una nueva sensación de incertidumbre, ligada con la dificultad para proyectarse en el futuro; de ahí, una confusión creciente entre realidad y ficción (Deleurmoz & Singaravélou, 2016). En este contexto cultural, en 1998, aparece Historia Virtual, conjunto de estudios de historia contrafáctica, dirigido por Niall Ferguson. Según este autor, sus predecesores se habían focalizado sobre causas reduccionistas, como acontecimientos aislados o el carácter personal de los grandes hombres, sin tomar en consideración los conocimientos, las limitaciones y la voluntad de los actores históricos y el ambiente que los rodeaba, por lo que caían en nuevas narrativas teleológicas, en lugar de restituir los momentos históricos al campo de los futuros posibles (Ferguson, 1997). Inspirado en métodos y conocimientos de las ciencias “duras”, como la teoría del caos, Ferguson propuso reconciliar la causalidad y la contingencia, elaborando una metodología historiográfica que superase la dicotomía entre la concepción determinista y la mera visión relativista de la historia (Ferguson, 1997). Para limitar el número de pasados posibles, el historiador contrafáctico debería sustituir el azar por el cálculo de las probabilidades, por lo tanto, al situarse en un momento de divergencia, debe contemplar solamente las alternativas plausibles contempladas por los contemporáneos, según sus propias limitaciones y la información con la que contaban (Ferguson, 1997).
Juan Carlos Torre y la historia contrafáctica del primer peronismo
Entre los historiadores argentinos, las pautas para el trabajo contrafáctico preconizadas por Ferguson han sido adoptadas por Juan Carlos Torre, en sus investigaciones acerca del peronismo clásico. La premisa de Torre es revisar ciertos momentos de divergencia en la historia de Perón, con el fin de determinar la causalidad en el devenir histórico de su trayectoria política y del movimiento peronista en la segunda mitad del siglo XX argentino.
En principio, el método de Torre es eficaz. En “¿Qué hubiera pasado si hubiese fracasado el 17 de octubre?”, Torre analiza la carrera de Perón, los documentos de la época y los testimonios de los actores para determinar los momentos fundacionales del movimiento peronista y brindar un cuadro más apegado a la realidad percibida por los contemporáneos (Torre, 2005). El logro de Torre está en tomar un evento tan significativo y mitificado en la memoria histórica de los argentinos, como el 17 de octubre, y desnudarlo de toda su áurea o sus sombras. En primer lugar, Torre describe al Perón de los momentos previos como lo debió ser: un hombre abatido, lleno de dudas, dispuesto a pasar al ostracismo. En definitiva, un hombre mortal, “más bien un beneficiario que un promotor de la movilización popular que lo rescatara de la derrota política”, lejos de aquella imagen de caudillo brillante y maquiavélico (Torre, 2005, p. 59). Además, Torre no solamente cuestiona la imagen de bronce de Perón, sino que cuestiona la lealtad irrefrenable y el espíritu combativo de la CGT. Según el autor, la dirigencia de la confederación se hallaba dividida y una parte de ella no estaba de acuerdo con las medidas de fuerza, sino que bregaba por una posición contemporizadora con el régimen militar (Torre, 2005). Luego, la votación interna a favor de la huelga había sido muy ajustada y, en todo caso, fueron los sindicatos locales y los trabajadores los que se movilizaron espontáneamente, un día antes del día programado, obligando a los mandarines de la CGT a apresurarse a liderar un movimiento que no habían previsto. Diferenciándose del relato canónico del justicialismo, Torre argumentó que éste aún no había sido el momento de divergencia, ya que la movilización espontánea demostraba que poco importaba para las masas de descamisados lo que se decidía en la CGT (Torre, 2005).
Es lo que sucedió o, mejor dicho, lo que no sucedió el 17 de octubre, el marcador histórico que abre la puerta para el razonamiento contrafáctico de Torre. Según éste, la negativa del Ministro de Guerra Eduardo Ávalos a reprimir la movilización cuando aún estaba gestándose, fue el momento clave en la historia. De acuerdo con el análisis conjetural del autor, si Ávalos hubiera actuado en tiempo y forma con la fuerza necesaria, la masiva movilización obrera en el centro porteño no se habría producido, por lo que Perón habría pasado al exilio político, como el propio coronel lo había expresado a Ávalos, Farrel, sus allegados y su esposa en los momentos previos a la marcha (Torre, 2005). La hipótesis de Torre no es mera especulación ya que, como él mismo lo explica, en la mañana del 17 de octubre, Ávalos contaba con el aval, la fuerza y la información necesarios para impedir la concentración de los trabajadores en protesta en Plaza de Mayo. Sin embargo, por subestimar la movilización o por querer evitar el derramamiento de sangre, el Ministro de Guerra decidió no actuar cuando todavía estaba a tiempo. Para justificar esta conjetura, Torre expone que, en una entrevista periodística realizada el 16 de octubre, Ávalos había expresado arrepentimiento por un hecho de la Revolución de 1943 que se había cobrado la vida de setenta personas. Al parecer, dicho evento habría sido la razón para la reticencia de Ávalos a usar la violencia contra los civiles del 17 de octubre (Torre, 2005). Además, el autor razona que tampoco habría que descartar la pequeña vanidad de los altos mandos del Ejército por no perder la imagen de benefactores sociales que se habían ganado, lateralmente, durante la gestión de Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión (Torre, 2005). Si, hasta aquí, Torre había revisado eficazmente la historia peronista y construido una hipótesis contra-fáctica verosímil, acorde con las opciones plausibles de los actores, pasado este momento divergente pasa a narrar una historia alternativa sobre el devenir político argentino. Con toda su originalidad y plausibilidad, el mundo paralelo narrado por Torre tiene el problema de que, a medida que avanza su cronología, sin material histórico para constatar las opciones y las ideas de los protagonistas (como recomendaba la metodología de Ferguson en Historia Virtual), la cantidad de desarrollos posibles se multiplica en cada giro de los acontecimientos, por lo que el número de “futuros pasados” se vuelve ilimitado.
Si, en el artículo mencionado, Torre se enfoca en la contingencia política de un determinado momento clave para desarrollar sus conjeturas contrafácticas, en “A propósito del factor Perón”, adopta un enfoque biográfico para demostrar cómo el recorrido profesional y personal de Perón, junto al contexto político que le tocó vivir, determinaron las claves interpretativas mediante las cuales entendió la Argentina y diseño su proyecto político-social. Tras advertir que no es su intención destacar excesivamente el influjo de los grandes hombres en la historia, Torre afirma que, aunque todo paisaje encierra una variedad de desenlaces posibles, son las decisiones de las personalidades que ocupan un rol preeminente, en una determinada coyuntura, las que determinan cuál de esos desenlaces será el definitivo (Torre, 2014). De todos modos, el autor hace bien en no exagerar demasiado la importancia de estos momentos en la biografía del protagonista. En su visión, la formación militar y las vicisitudes profesionales de Perón habrían sido una influencia decisiva en su futuro estilo de conducción política, pero no serían ellas las claves cruciales del “factor Perón” (Torre, 2014). Con mucha lucidez, Torre ve el momento divergente, decisivo y parteaguas de la experiencia de Perón en su viaje a Italia, tras la muerte de su primera esposa. Es aquí donde introduce su gran interrogante contrafáctico:
[…] ¿y si no hubiera muerto Potota […] la esposa de Perón y se hubiese prolongado en el tiempo ese matrimonio feliz? Esto es ¿y si Perón no hubiese conocido el dolor de esa pérdida y por lo tanto sus allegados no hubieran tenido que acudir en su auxilio, maquinando para que fuese enviado en una misión de estudios a Italia de donde regresaría al país en posesión de las claves maestras de su futura empresa política? (Torre, 2014, pp. 303-304)
Gracias a su estadía italiana en plena era fascista, las grandes comuniones de masas, el estilo de liderazgo de Mussolini y el corporativismo social como tercera vía impactaron decisivamente en la visión que se hacía Perón de la realidad argentina. Sin embargo, no es esto lo que Torre quiere resaltar. En todo caso, la fascinación de Perón por el fascismo italiano ha sido ya discutida por los historiadores. Lo que Torre destaca de la experiencia italiana es el lente europeísta que Perón adquiriría en ella para no soltar jamás; es decir, un punto de vista plenamente teñido de los problemas y desarrollos que caracterizaban a Europa, desde el cual interpretaría, de ahí en más, las coyunturas de la vida argentina. Según Torre, como buen ejemplo del sesgo sufrido desde su “atalaya europea”, en 1946, Perón habría exagerado la amenaza que comportaba el minúsculo Partido Comunista Argentino (Torre, 2014). Contra ella, el presidente desarrolló toda su política social o “justicialismo” como estrategia preventiva para evitar el contagio del socialismo real, en un momento de la vida europea en el cual, tras el prestigio obtenido con la victoria soviética y las guerrillas antifascistas en los países ocupados, los partidos comunistas ganaban grandes cuotas de popularidad y formaban parte de los gobiernos de coalición en las democracias occidentales. En la misma lógica de adopción descontextualizada de la situación europea Torre sostiene que, en 1955, Perón sobredimensionó la competencia que comportaba el novel Partido Demócrata-Cristiano desde que, en el oeste europeo de la posguerra, partidos de esa denominación se habían transformado en grandes fuerzas políticas, tras la práctica desaparición de los viejos partidos de derecha. Al final de cuentas, su temor exagerado ante la “conspiración clerical” hizo perder a Perón sus nervios, tomando la ofensiva contra los sectores católicos, con lo que se ganó nuevos enemigos y enajenó a su principal sostén: el Ejército (Torre, 2014). Como se ve, en este caso Torre se limita a hablar de historia y no se aventura a conjeturar un “futuro pasado” paralelo y ficticio. Por otro lado, su hipótesis contrafáctica es legítima: ¿Cómo se hubiese desarrollado la carrera política de Perón y, con ello, la historia argentina reciente, si el prometedor coronel nunca hubiese conocido la Italia fascista?
Ahora bien, se le podría preguntar a Torre si, tal vez, Perón no hubiese estado ya intelectualmente parado en Europa mucho antes de viajar físicamente allí. Este es el problema de plantear preguntas contrafácticas en las grandes biografías. Al establecer la centralidad del personaje para el devenir histórico, se corre el riesgo de sucumbir a la atracción teleológica. Esto quiere decir que, si Perón es, como dice Torre, la figura clave del siglo XX argentino, entonces cada una de las etapas de su existencia, desde su niñez en adelante, adquiere un significado histórico que no debería tener en sí misma. En definitiva, tantos otros militares participaron del alzamiento militar de 1930 o enseñaron en la Escuela de Guerra o sirvieron de agregados en embajadas y, sin embargo, sus nombres no han trascendido. Con todo, en este particular caso, el razonamiento contra-fáctico de Torre parece acertado y enriquecedor, ya que utiliza correctamente los datos posteriores de la historia peronista para aseverarlo.
Reflexiones finales
Al fin y al cabo, la historia contrafáctica o conjetural debería servir al historiador para hacerse nuevas preguntas. Situarse en el pasado, reconocer la incertidumbre en la cual se movían los actores contemporáneos y verificar el universo de posibilidades incompletas contribuye a desdramatizar la historia, a quitarle su sentido determinista y a relativizar las cadenas causales que constituyen los esquemas de lectura que utiliza el investigador (Dosse, 1996). Ahora bien, esto no debería llevar al otro extremo, es decir, a una historia caótica donde todo vale, todas las posibilidades están abiertas, el puro azar. Como dice el viejo proverbio árabe que cita Marc Bloch en Apología para la historia o el oficio de historiador, “Los hombres se parecen más a su tiempo que a sus padres” (Bloch, 2001, p. 64). En otras palabras, no es posible aislar a los actores históricos de los límites y posibilidades del marco de ideas de su época, ni de su contexto geográfico, temporal y social. En efecto, las grandes explicaciones de la historia no deberían ser descartadas tan fácilmente. Un just milieu entre el determinismo de las leyes impersonales y la contingencia de los hechos humanos parecería ser la respuesta adecuada para las inquietudes del historiador. Bloch mismo acepta que se puede evaluar las probabilidades de que un acontecimiento suceda de una u otra manera, siempre y cuando no se olvide que el pasado está dado y que, por ende, ha determinado el presente y el contexto mismo desde el cual el historiador parte en sus especulaciones (Bloch, 2001). De este modo, la pregunta conjetural no está prohibida para el investigador. Para el eminente historiador francés, el razonamiento contra-fáctico puede hacer de juego metafísico o de artilugio del lenguaje para atenuar los impulsos teleológicos e iluminar la parte contingente e imprevisible en la marché de l’humanité (Bloch, 2001). En conclusión, la pregunta contra-fáctica contribuye a volver la historia más humana.
Bibliografía
Bloch, Marc. (2001). Apología para la historia o el oficio del historiador. 2° ed. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.
Carr, Edward H. (1993). ¿Qué es la Historia?. Barcelona: Ariel.
Deleurmoz, Quentin & Singaravélou, Pierre (2016). Pour une histoire des possibles: analyses contrefactuelles et futurs non advenus. París: Editions des Seuils.
Dosse, Françoise (1996). Paul Ricoeur et l’écriture de l’histoire ou comment Paul Ricoeur révolutionne l’histoire. Cahiers de recherche sociologique, Issue 26, pp. 137-169.
Ferguson, Niall (1997). Virtual History: Alternatives and Counterfactuals. Nueva York: Basic Books.
Torre, Juan Carlos (2005). ¿Qué hubiera pasado si hubiese fracasado el 17 de octubre de 1845? En: El 17 de octubre de 1945. Antes, durante y después. Buenos Aires: Lumière, pp. 55-92.
Torre, Juan Carlos (2014). A propósito del factor Perón. Estudios Sociales, Volumen 46, pp. 299-310.
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Salvador Lima es licenciado en Historia por la Universidad del Salvador. Profesor auxiliar en la cátedra de Historia de América I en la Escuela de Historia de la misma casa de estudios. Alumno posgrado en Maestría de Historia Contemporánea de la Universidad Torcuato.
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