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Pasado Abierto - Año de inicio: 2015 - Periodicidad: 2 por año
https://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto - ISSN 2451-6961 (en línea)

Pasado Abierto. Revista del CEHis. Nº11. Mar del Plata. Enero-junio de 2020.

ISSN Nº2451-6961. http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto

                                                                                       

Reseña de Roy Hora (2018) ¿Cómo pensaron el campo los argentinos? Y cómo pensarlo hoy cuando ese campo ya no existe. Buenos Aires: Siglo XXI. 237 páginas. ISBN 9789876298520

                       Ignacio Rossi

Universidad Nacional de Luján, Argentina

                       ignacio.a.rossi@outlook.com

Recibido:        25/02/2020

Aceptado:       1/04/2020

Palabras claves: campo, latifundio, imaginario político, dinamismo económico.

Keywords:  countryside, large estates, political imagery, economic dynamism.

“La Argentina respira campo”, dice Roy Hora, aludiendo a que la historia de mitos evocativos en torno a la potencialidad agropecuaria de nuestro país es innegable.  Sin embargo, a pesar de la importancia del campo en el debate ciudadano, el latifundio en Argentina nunca gozó de legitimidad histórica. Es por ello que el autor se propone analizar cómo la manera de concebir a la gran propiedad se transformó a lo largo del tiempo examinando intelectuales, políticos y personalidades públicas que caracterizaron el espíritu de cada época y construyeron climas de ideas. A pesar del sólido antilatifundismo en momentos concretos de la historia argentina no se lograron reformas en el régimen de tenencia del suelo. Quizás esto podría entenderse por la imaginación política nacional y el dinamismo económico con capacidad inclusiva que, a pesar de todo, tuvo el campo en la historia argentina. Con esta hipótesis central, el autor recorre en tres apartados y una reflexión sobre el presente, el imaginario político y social de los argentinos sobre el campo.

En el primer capítulo, se discute el latifundio como un problema político, en el marco colonial de la América española y signado por una visión del campo relacionada con el atraso, la ignorancia y un primitivismo emanado de una vida preponderantemente pastoril contrapuesta a la primacía de la ciudad. Luego, en las antípodas del siglo XVIII, el argumento que asociaba la ocupación del suelo basada en la cría de ganados a campo abierto con un tipo inferior de organización social se extendió por el periodo borbónico. A partir de la revolución de independencia, un campo que dejaba de lado su pasividad social, emergía a la vida política para convertirse en una fuerza destructora y proclive al salvajismo. Sería con la lectura sarmientina que la gran estancia ganadera pasar a considerarse como un espacio social donde emergían liderazgos autoritarios que impedían la conformación de una sociedad de hombres libres. Incluso, luego de la Batalla de Caseros la crítica al latifundio, argumentada como el impedimento para la plena conformación de la República y las virtudes del farmer norteamericano se agudizaron. Sin embargo, problemas urgentes de la construcción nacional en un contexto de expansión económica y bienestar popular restó importancia a la cuestión del latifundio y, finalmente, durante los años dorados del crecimiento exportador se acallaron las impugnaciones que parecían irreductibles.

En un segundo apartado, el latifundio es considerado como un problema social. A pesar de la expansión de la política democrática y el ascenso del campesinado en toda Europa durante el último cuarto del siglo XIX, la gran propiedad sobrevivió en nuestro país. Las ideas económicas imperantes, que veían como irracional e improductiva a la gran propiedad y por ello estimulaban reformas agrarias, produjeron revueltas como las de “el grito de Alcorta” en 1912 en varios lugares del globo. La impugnación a la gran propiedad, como los orígenes de los problemas sociales de una próspera agricultura familiar y la buena acogida de todo el arco político contemporáneo de esta premisa, se tradujeron en diatribas moderadas que prácticamente no cuestionaron la concentración de la tierra más allá de algunos aspectos técnicos. Finalmente, la democratización producida desde 1916 marginó los problemas del campo de la lucha política. Durante la crisis de los años treinta, aunque el problema del campo y puntualmente las críticas a la figura del terrateniente volvieron al debate público, no irritaron a una clase gobernante ni a sectores populares que migraban a las urbes en busca de posibilidades. Como afirma Roy Hora, cuando la Gran Depresión quedó atrás, aún los sectores dirigentes veían en el campo el principal sector de un modelo de desarrollo que había posibilitado la diversificación productiva y la urbanización.

En un tercer apartado la cuestión agraria, en el contexto que abre el estallido de la Segunda Guerra Mundial, pasa a ser un problema económico. El cambio en el patrón de desarrollo provocado por el ascenso del peronismo trajo como parteaguas una batería de políticas que buscaron subsanar el retroceso de la actividad agrícola y su impacto en los chacareros. Las críticas dirigidas a una desacreditada clase propietaria, la caracterizaron como la “egoísta oligarquía” y reavivaron la cuestión de la reforma agraria al punto de ser una de las insignias en la campaña electoral de 1946. Compartido por los más diversos partidos políticos, se creó un clima sobre el que incluso se incursionó en algunas expropiaciones. Sin embargo, ante el impacto negativo de esta política en el área sembrada a partir de 1948, el gobierno dio marcha atrás para refugiarse en los argumentos económicos que dieron más importancia a una mayor productividad que al régimen de propiedad. Como asegura el autor, “su peor enemigo no era la elite terrateniente y sus aliados imperialistas sino la caída del producto”, lo que en última instancia derivaba del consenso que aún gozaba el campo en un patrón de desarrollo articulado con el crecimiento manufacturero. Posteriormente, aunque durante la etapa desarrollista volviera parcialmente la crítica al campo, esta se concentraría en la preocupación por el atraso tecnológico, finalmente subsanado por el favorable contexto de la Revolución Verde y de las inversiones extranjeras.

El último capítulo, dedicado a reflexionar en torno al campo en nuestros días, parte del irregular desempeño de la economía nacional desde los setenta. La pérdida de prestigio del sector manufacturero y las estrategias aperturistas configuraron un modelo de desarrollo que a comienzos del siglo XXI abrieron nuevas oportunidades a la exportación de bienes agrarios. De allí en más, el ascenso de las economías asiáticas y su demanda de bienes agropecuarios y alimenticios con mayor valor agregado devolvieron al campo argentino su lugar de prestigio y por eso, la cuestión del latifundio perdió lugar en el debate público. El conflicto del campo en el año 2008 sería la fiel expresión de la potencialidad de las empresas rurales frente a una tradición populista que, a pesar de sus denuncias, rara vez impugnó el régimen de tenencia del suelo. Un proceso de renovación de la burguesía caracterizado por la división de enormes estancias, el arrendamiento a gran escala, la sojización y la tecnología de la siembra directa, explicarían el auge de nuevas formas societarias en las que la tierra ya no es el marco de funcionamiento empresarial, sino, solo un factor de producción que no hizo otra cosa que poner a la pequeña propiedad en retroceso.

Este es un libro imprescindible para pensar el lugar del campo en el imaginario político y social de los argentinos con una perspectiva histórica, que en definitiva conduce a una reflexión compleja en torno al lugar del campo en la actualidad. En un país en el que la balanza comercial se torna regularmente deficitaria dejando a la economía en vulnerabilidad ante los shocks de demanda, la reflexión a la que nos invita Roy Hora constituye un aporte importante para aprender a sacar mejor provecho de las oportunidades que ofrece el campo de una manera más justa y equitativa.

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