UNMDP > Facultad de Humanidades > Publicaciones > Revistas

 

Pasado Abierto - Año de inicio: 2015 - Periodicidad: 2 por año
https://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto - ISSN 2451-6961 (en línea)

Redes y debates en transición: el Frente Amplio de Uruguay en Argentina (1982-1989)

Silvina Merenson

Instituto de Altos Estudios Sociales, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Universidad Nacional de San Martín, Argentina.

 smerenson@unsam.edu.ar

Recibido: 29/01/2020        

Aceptado: 19/05/2020

Resumen

El artículo explora los debates que atravesaron al Frente Amplio de Uruguay en Argentina (FAUA) en la década de 1980. El retorno al Uruguay como un condicional, los sentidos de su continuidad en la Argentina, las controversias y desbordes del principio de “no intervención” en la vida política local y las alternativas seguidas en ocasión del referéndum de 1989 para la revocación parcial de la “Ley de Caducidad” son analizadas como claves interpretativas de su experiencia transnacional. Esta, lejos de ser un ensayo político propio de la coyuntura, es decir de la transición democrática, configuró las bases de una fuerza política extraterritorial en transición.  

Palabras clave: Transiciones democráticas, prácticas políticas transnacionales, Uruguay, Argentina

Networks and debates in transition: the Broad Front of Uruguay in Argentina (1982-1989)

Abstract

This paper explores the debates that crossed the Uruguayan Broad Front in Argentina (FAUA, in Spanish) in the 1980s. The return to Uruguay as a conditional, the senses of its continuity in Argentina, the controversies and overflows of the principle of "no intervention" in local political life and the alternatives followed on the occasion of the 1989 referendum for the partial revocation of the “Ley de Caducidad” are analyzed as interpretative keys of a transnational experience that, far from being a political essay to the transition proper, set the bases of extraterritorial political force in transition.

Keywords: Democratic transitions, transnational political practices, Uruguay, Argentina

Redes y debates en transición: el Frente Amplio de Uruguay en Argentina (1982-1989)

Introducción

Tras el golpe de Estado de 1973, el Frente Amplio (FA) se reorganizó en el exterior. El historiador Miguel Aguirre Bayley (2007) documentó este proceso por el cual la coalición de izquierda uruguaya fundada en 1971 desarrolló una masiva experiencia transnacional. Además del Comité Coordinador, su máxima instancia resolutiva, el FA llegó a contar con más de 50 comités de base en 29 países de Europa, América, Oceanía y África.[1] Hasta mediados de la década de 1980 su objetivo fue mantener la unidad y fortalecer ideológicamente a su militancia fuera del país y estimular diálogos y redes conformadas por distintos actores políticos, sociales y culturales que pudiesen colaborar en la tarea de aislar y denunciar internacionalmente a la dictadura; una causa que, como es sabido, excedió al exilio frenteamplista (cf. Markarian, 2006). La coalición en el exterior acompañó las campañas internacionales contra las violaciones a los Derechos Humanos y se ocupó de preparar el retorno de la fuerza política al país garantizando su solvencia financiera. Pero más allá de este programa común, la militancia relocalizada encontró distintos marcos de interpretación y acción moldeados en buena medida por los países de destino. En este artículo nos ocuparemos del Frente Amplio de Uruguay en Argentina (FAUA), que cobró forma y vida institucional en los primeros años de la década de 1980.

Tres acontecimientos obraron sobre la organización de la militancia frenteamplista en el exilio argentino: el resultado del plebiscito de 1980, las elecciones internas uruguayas en 1982 y la “guerra de Malvinas”. El FAUA nació entre estos mojones que fueron leídos como muestras del principio del fin de las dictaduras en ambos países. De las primeras reuniones organizativas participó la militancia del Partido Comunista (PCU) y el Partido Socialista (PSU), pero también la del Partido Demócrata Cristiano (PDC), el Movimiento de Liberación Nacional –Tupamaros (MLN-T), el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) y el Movimiento 26 de Marzo (M26) aun cuando en esta coyuntura los cuatro últimos no integraban formalmente la coalición.[2] Esta conformación que resultaría anticipatoria, informa el margen de autonomía -y en algunos casos de autonomización- que detentó la coalición en la Argentina.

La organización del FAUA fue vertiginosa: en 1983, cuando Raúl Alfonsín asumía la presidencia argentina, reproducía la estructura que se había dado el FA desde su fundación en el Uruguay, nucleaba a más de 30 comités de base activos en el país y editaba en Buenos Aires sus documentos de debate interno y su propia prensa escrita: Volveremos y Boletín del FA. Si bien ambos tenían por lectores a “los uruguayos obligados a residir en la Argentina”,[3] éstos fueron explícitamente convocados a difundir el periódico en el Uruguay[4] como un modo de vencer la censura aun existente en el país, pero también como una forma de proyectar la legitimidad de la organización del frenteamplismo local. En 1987, el FAUA fue reconocido por las instancias resolutivas de la coalición ya actuantes en Uruguay; su reconocimiento antecedió a la reorganización de algunas de sus departamentales en el territorio nacional, como por ejemplo la de Salto o Maldonado.  

Por su sostén en el tiempo, por su densidad y creatividad, por las redes tejidas con diversas organizaciones y fuerzas políticas argentinas y por la gestión de los “viajes a votar” desde 1984 que hoy conocemos por la metonimia “voto Buquebus”,[5] sería sencillo decir que la experiencia del FAUA es excepcional o, al menos, sumamente particular. Sin embargo, no es nuestra intención agregar un capítulo más al listado de la excepcionalidad nacional, sino más bien todo lo contrario: el camino seguido por el FAUA puede oficiar como cordel de aquello que protagoniza y, al mismo tiempo, lo excede. Es, si se quiere, un hilo conductor que permite narrar vínculos y prácticas políticas transnacionales. Aquí nos focalizaremos en sus primeros años, aquellos que desde la perspectiva nativa son reconocidos como “fundacionales” (1982-1989). Concretamente, interesa explorar los debates que atravesaron al FAUA en torno al regreso al Uruguay, las agendas cooperativas de las transiciones y las posibilidades y límites a la hora de impulsar la militancia transnacional. Pero antes de ocuparnos de todo ello vale detendremos en algunas especificaciones de orden teórico y metodológico.  

Preguntas y problemas, registros y fuentes

Este artículo es parte de una investigación que, entre otras cuestiones, se propuso analizar procesos y prácticas políticas transnacionales en la región haciendo foco en el camino seguido por el FAUA desde su fundación, a comienzos de los años 1980, al presente. Cuando nos referimos a “prácticas políticas transnacionales” aludimos a una dimensión específica de la experiencia migrante, concretamente a las diversas formas y grados de participación política transfronteriza tanto en el país de origen como en el país de destino (Østergaard-Nielsen, 2003a y 2003b). Estas prácticas, a modo de ejemplo, incluyen la militancia en partidos políticos y organizaciones sociales, la participación electoral directa y la intervención en debates públicos sostenidos en medios de comunicación y redes sociales. Se trata de una línea de investigación con un amplio desarrollo en el campo de los Estudios Transnacionales que, para Castles y Miller (2003), se remota a “la creciente politización de la migración” tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en New York. Vale señalar que, en este sentido, buena parte de la producción académica se ha concentrado en las trayectorias migratorias que se desplazan del Sur al Norte global, particularmente en los flujos migratorios desde distintos países latinoamericanos y africanos a los Estados Unidos y Europa.

En lo que respecta al Cono Sur, como es ampliamente sabido, las redes políticas migrantes no constituyen ninguna novedad, más bien se encuentran fuertemente enraizadas en los procesos políticos, económicos y sociales seguidos en la región desde fines del siglo XIX. Sin embargo, hasta el momento son pocos los abordajes etnográficos que exploraron en perspectiva histórica las especificidades de las prácticas políticas transfronterizas o transnacionales en/entre nuestros países.[6] En consecuencia, la pregunta por los modos en que se tejen las relaciones institucionales y los vínculos personales que habilitan la vida política transnacional requiere avances empíricos e históricamente situados. Por ello, las respuestas posibles no deberían contemplar sólo la movilidad poblacional, también deberían incluir las redes -basadas en acuerdos y alianzas- por las que circulan las ideas, valores y materialidades que, entre otras cuestiones, fueron transformando los modos y espacios en los que construir identificaciones y hacer política como en este caso: “a dos orillas”.

Como ya fue mencionado, este artículo explora un momento tan específico como clave de la experiencia del FAUA y lo hace a partir las preguntas que emergieron del trabajo de campo multisituado (Marcus, 1995) realizado desde el año 2009. Este incluyó la realización de 43 entrevistas en profundidad y 22 historias de vida de hombres y mujeres pertenecientes a distintas generaciones y clases sociales, en su gran mayoría vinculados a la coalición de izquierda Frente Amplio (FA), radicados en la ciudad de Buenos Aires y su región metropolitana, así como en otras provincias argentinas. A ellas debe sumarse un gran número de conversaciones e interacciones informales, así como el registro etnográfico de múltiples y diversas instancias públicas y semi-públicas de reunión que movilizaron a la militancia transnacional tanto en la Argentina como en el Uruguay -actos partidarios y electorales, mesas redondas, jornadas electorales, reuniones, asambleas y plenarios- en el transcurso de las campañas electorales con vistas a las elecciones presidenciales de 2009 y 2014.

La intención de hacer una etnografía de la historia del FAUA particularmente atenta a las redes militantes -aquellas sobre las que se construyen las lógicas y representaciones políticas transnacionales- incorporó el análisis de documentos escritos producidos por mis interlocutores y/o sus agrupaciones políticas de pertenencia. Si pude registrar fragmentos e imágenes del derrotero seguido por la militancia frenteamplista en Argentina fue, en buena medida, gracias a los archivos personales que actuales o ex integrantes del FAUA compartieron generosamente conmigo: actas y balances de comités de base, informes, comunicados, cartas, afiches e invitaciones a eventos públicos, transcripciones de discursos, ejemplares de boletines y periódicos de la prensa partidaria local. En su gran mayoría inéditos, estos textos escritos se transformaron en fuentes en tanto fueron producto de diversos vínculos, diálogos, acuerdos y pactos. Son, dicho de otro modo, parte indisociable de largas conversaciones y entrevistas con sus atesoradores y custodios. En cada caso, a modo de soporte o de impulso, el proceso de digitalización, revisión y relectura colectiva de aquello que en términos nativos era designado como “recuerdos” desplegó y expandió distintas memorias/narrativas.[7] Trabajé, como hace ya tiempo sugirió Eduardo Archetti (1999), sobre lo escrito y lo hablado en busca de significados e interpretaciones porque ello resulta esencial para el análisis antropológico de sociedades complejas y alfabetizadas.  

A partir de la sistematización de una serie de eventos referidos en las entrevistas, las conversaciones ocasionales y las fuentes escritas abordé la prensa escrita de circulación nacional tanto argentina como uruguaya.[8] En la prensa busqué rastrear cómo, en cada caso, fueron narradas y representadas las acciones de la militancia transnacional, los arreglos entre los gobiernos y los apoyos o impugnaciones por parte de diferentes dirigentes políticos en ambos países. Decidí sumar el relevamiento de la prensa escrita por diversas razones. En principio porque fue -y continúa siendo- un insumo crucial para la militancia local, especialmente para los años en que los dispositivos digitales y las redes sociales no existían o todavía no tenían la importancia que tienen actualmente. También porque los diarios, desde sus distintos espacios y líneas editoriales, moldearon opiniones, vehiculizaron denuncias y lanzaron “operaciones políticas” ante las cuales la militancia local reaccionó de diversos modos. Finalmente, porque, con mayor o menor intensidad, el “juego de los espejos” de los estilos nacionales desplegado en sus páginas fue y es parte ineludible de las formas en que particularmente la “vieja guardia” del FAUA conjuga sus vidas y experiencias políticas transnacionales. Como ya anticipamos, a continuación nos detendremos en algunos de sus debates y dilemas para los años fundacionales.

“Volveremos”: ¿volveremos?

En los primeros años ochenta, el retorno al Uruguay, “una promesa y una esperanza (…) una vocación y un compromiso” según podía leerse en la portada de los primeros números de Volveremos, cifró los debates que se dio la militancia frenteamplista radicada en la Argentina y marcó la relación orgánica entablada con el FA. Los mensajes del líder máximo de la coalición, el Gral. Líber Seregni, colocaban este objetivo fundamental en el horizonte vital, inscribiéndolo en el terreno de una “necesidad nacional” portadora de un sentido conmovedor:

“Les digo a los compañeros en la Argentina (…), que los esperamos acá, y que los precisamos acá. La patria, el Uruguay los precisa. Que -con la experiencia que han recogido en estos años, de amargura para ellos, de estar mirando a través del río, haciéndolo chico para ver la orilla de este lado, con la esperanza siempre del regreso, con la angustia de estar lejos- les decimos que los esperamos y que los necesitamos.”[9] 

Sin embargo, tras las elecciones de 1984, las noticias publicadas en la prensa frenteamplista local y en los diarios argentinos de circulación nacional ponían paños fríos o signos de interrogación a las expectativas: “la grave crisis económica, política y social” que denunciaba el dirigente del PSU Reinaldo Gargano en una de sus visitas a Buenos Aires,[10] se multiplicaba en las voces de otros referentes frenteamplistas que llamaban a la cautela y a reforzar la militancia reterritorializada. El PDC lo explicaba como sigue:

“Los demócratas cristianos uruguayos en Argentina [sabemos] que retornar no es tarea fácil y más aún es imposible hoy en la medida en que lo encaremos masivamente. Debe ser el retorno el objetivo fundamental, pero (…) muchos compañeros no podrán volver por muchos años y a ellos debemos atenderlos, brindarles motivos, incentivos, que los hagan sentir siempre uruguayos (…) Además, antes de preparar el retorno ayudemos a que no tenga que venirse un compañero más a la Argentina, como lamentablemente se está dando en forma alarmante.”[11] 

Buena parte de esta lectura fue la que se impuso en los “Lineamientos Generales de Trabajo” elaborados por el FAUA para el año 1986. Lejos entonces de avizorar en el retorno su desmantelamiento, este comenzó a motorizar su misión: “mantener a los uruguayos de cara a su país”, “ganarlos para nuestras ideas”, incluso a quienes que se proponían regresar, “para que cuando vuelvan lo hagan como frenteamplistas”.[12] Con este objetivo el FAUA se incorporó a la “Comisión del Reencuentro”,[13] una instancia multipartidaria que consideró un ámbito privilegiado desde el cual transformarse en referencia política de la colectividad uruguaya en Argentina. Al mismo tiempo, se dio la tarea de fortalecer a la coalición en el Uruguay como opción electoral, a fin de poner freno al drenaje emigratorio.

Hacia fines de la década la prensa del FAUA informaba que, “si en los años 1970 arribaba un promedio de 13 uruguayos por día al país, para 1988 esa suma trepaba a 50”.[14] Esta misma investigación definía a la Argentina como “la segunda ciudad del Uruguay, ya que ninguna de las ciudades del interior se le acerca siquiera a la cantidad de habitantes de nacionalidad uruguaya”[15] que residían en el país. Independientemente del rigor de estadístico, lo destacable de estas notas es que el diagnóstico presentado a los lectores de ambos países oficiaba como un llamado a la militancia, pues se advertía que en ese nicho de “recién llegados”, potencialmente opositor, nutrido por quienes sufrían las consecuencias del plan económico seguido por el gobierno de Julio María Sanguinetti (1985-1990), el frenteamplismo local podía y debía crecer.[16] 

Sin duda se trataba de un crecimiento que no dejaba de ser problemático, ya que implicaba incorporar a quienes no necesariamente portaban las mismas credenciales que podía exponer la “vieja guardia” del FAUA, integrada por el exilio político de los años setenta. Aun así, la voluntad de “congregar a todos” fue parte de una tarea pedagógica que incluyó la búsqueda de nuevas categorías que promovieran la identificación diluyendo las periodizaciones y clasificaciones que, en términos nativos, diferenciaban a los “exiliados políticos” de los años 1970 de “exiliados económicos” de los años 1980. En una extensa nota publicada en Boletín del FA, el término propuesto para propiciar este encuentro, y con él la incorporación de nuevos migrantes a la militancia, fue “expatriado”:

“La rica lengua castellana dice ‘de aquel que abandonó su patria por necesidad’ que es un ‘expatriado’ (…) Los uruguayos que vivimos en Argentina y que salimos del país de 1965 en adelante no lo hicimos como resultado de mejores oportunidades laborales, sino porque entendimos de buena fe que no teníamos otra salida a la situación (…) A los expatriados que vivimos en Argentina nos trajo la necesidad (…) El programa del FA, profundamente nacional, democrático y pacífico, contempla las medidas necesarias para recrear una economía que esté al servicio del país. Con un gobierno popular tendremos la posibilidad de construir un camino que nos lleve de vuelta al Uruguay.”[17] 

Aunque “expatriado” no parece haber adquirido potencia identificatoria, la exploración de “caminos” por los cuales lograr la “unidad en la diversidad” que, en este caso, no sólo refería a la sectorial o partidaria, sino también aquella vinculada a las trayectorias migratorias, fue un posicionamiento político en sí mismo. Esto último no es un dato menor, pues definía las particularidades que la militancia local asignaba al hacer de la política en Argentina. En el “juego de los espejos”, escribía un integrante del Comité de Base Banda Oriental ubicado en el municipio de Vicente López, “un comité de base en la Argentina debería tener un mayor componente de amistad y confraternidad que el deseado para sus pares montevideanos (…) cuidando de no cerrar el círculo, aceptando al recién llegado con su realidad; evitando las ‘castas fundacionales’”.[18] Algo de esta prédica parece haber funcionado, pues en plena campaña por el retorno y a lo largo de toda la década, el FAUA no dejó de expandir y multiplicar sus comités de base. De hecho, la consolidación territorial del FAUA llevó a la necesidad de establecer tres regionales para el mapa del conurbano bonaerense: Sur, Norte y Oeste.[19] Se trató de un período en que, según sintetizaba Darío, integrante de la Mesa Política, “teníamos un montón de problemas, pero ninguno de organización o de plata. Los comités se autofinanciaban y mandábamos nuestro aporte para el Frente también”. Al menos hasta la crisis hiperinflacionaria argentina de 1989, el FAUA envió su cotización con regularidad a la Comisión de Finanzas de la coalición, tal como consta en los balances.  

En 1987, casi al mismo tiempo en que el FAUA fue formalmente reconocido bajo la órbita de la Comisión Delegada del Interior del FA, inauguró su local central ubicado sobre la calle Sarmiento, detrás del Teatro Gral. San Martín. La inauguración de la “Casa del FA” fue parte de una apuesta hacia el futuro que incluyó “un baño de realidad” respecto del mentado retorno. El día de su inauguración, que contó con la presencia de Líber Seregni, Darío lo explicaba como sigue:

“Muchos se preguntarán qué sentido tiene organizar y mantener este FA en Argentina, fuera del Uruguay, para qué tanto esfuerzo. Y la verdad, compañeros, es que nosotros nos hicimos la misma pregunta (…) Y llegamos a la conclusión de que más allá de nuestra inserción en la Argentina, más allá de si íbamos a volver o no al Uruguay en lo inmediato (...) podíamos colaborar en la lucha activa por la defensa y profundización de la democracia recién conquistada (...) En Argentina hay muchos uruguayos, muchos de nosotros hemos tenido que dejar nuestra intención inicial de volver inmediatamente al Uruguay, nos dimos cuenta que no era tan fácil, que íbamos a estar un tiempo más acá en Argentina. Hay muchos que siguen viniendo, porque la crisis del sistema en Uruguay y la política económica del gobierno no da soluciones y sigue expulsando gente. Hay muchos uruguayos en Argentina, y es nuestro deber, nuestra responsabilidad, lo impone nuestra conciencia política, organizar y encausar toda esa potencialidad.”[20]

Durante aquella jornada, Seregni saludó la “idea de permanencia en el tiempo, de trascendencia y de continuidad de los compañeros del FA radicados en Argentina” colocando el retorno como parte de un anhelo que requería del firme compromiso militante enunciado por Darío:

“Sí, sí, está presente como elemento motivador el regreso al paisito. Claro que sí, es nuestra tierra (...) Hemos de volver al Uruguay, pero para volver hay que cambiarlo (…) Nosotros de adentro, ustedes desde acá, todos juntos en una misma obra (…), forjar nuestra patria libre, digna, soberana, y edificar sobre ella una sociedad más justa, más humana, más solidaria y más participativa. ¡Lo vamos a hacer compañeros! ¡Que nadie dude! ¡Viva el Frente Amplio! ¡Viva el Frente Amplio de Uruguay en Argentina!”.[21] 

Para la “vieja guardia” del FAUA el retorno al Uruguay fue configurándose entonces como un condicional, un motor que encauzó profundas convicciones pero que, al mismo tiempo, supuso posiciones difíciles de sobrellevar. Estas últimas se presentaron como una interpelación directa a la dirigencia de la coalición. En 1989, uno de los informes de la Mesa Política del FAUA a la orgánica del FA recogía los duros términos de esta posición: “ya no nos conformamos con la expresión de desear regresar, vamos más lejos, vamos a reclamar nuestro derecho de retornar a la patria, [para eso] el derecho a la tierra es fundamental. Necesitamos medios para adquirir terrenos. El FA debe tomar una política respecto del derecho a la tierra para los exiliados”. La intransigencia a la hora de reclamar bases materiales concretas para asegurar el desexilio se combinó, sin embargo, con otras preocupaciones que también delinearon los términos del intercambio político y estratégico con la dirigencia en Montevideo. Una de ellas, tal como veremos a continuación, giró en torno a cómo procesar la territorialización de la militancia transnacional una vez derrotada la dictadura uruguaya.

¿Qué hacer en y con Argentina?

Si el FAUA debía o no involucrarse en la vida política argentina fue objeto de un largo y profundo debate. La posición discursiva era categórica: “en todos los aspectos de nuestro accionar debemos tener especial cuidado de no comprometer al Frente Amplio interfiriendo en la vida política argentina”, afirmaban los Lineamientos Generales de Trabajo para 1986. Para el PCU, el sector más numeroso en el país, el principio de “no intervención” resultaba claro: “se militaba de cara al Uruguay”, “no podía tomarse posición en Argentina”. En este punto, todos los “camaradas” entrevistados fueron terminantes, aunque justificaron esta opción de diversas formas: en que más temprano que tarde regresarían al Uruguay, en las fracturas y dificultades que los alineamientos políticos en Argentina podían generar al interior de la “colonia oriental” a la que deseaban llegar y en “cuestiones de seguridad”. Esto último no fue menor: como señalan Claudia Feld y Marina Franco (2015), los primeros años de la transición a la democracia marcaron un tiempo incierto, lleno de continuidades y dilemas en el que las “cuestiones de seguridad” revelaron su asidero. Durante toda la década de 1980, algunas de las autoridades del FAUA fueron investigadas por los servicios de inteligencia argentinos.[22] 

Un rápido recorrido por las páginas de los primeros números de Volveremos permite advertir la opción enunciativa por la “no intervención”. En ella, las notas que anticipaban el fin de la dictadura uruguaya y debatían las reglas del juego democrático que estaba dispuesta a seguir la coalición, convivían con los análisis y las manifestaciones de solidaridad para con las luchas libradas en Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Chile, entre otros países del continente. Lo curioso es que esta profunda e innegable convicción latinoamericanista dejaba fuera cualquier referencia a la Argentina. De hecho, para la década, las ponderaciones del FA sobre el curso político argentino deben rastrearse en el periódico Compañero, editado en Montevideo, y no así en la prensa del FAUA. Pese a ello, sería un error desprender de esta elipsis una restricción respecto de los alcances del latinoamericanismo y del antiimperialismo que cultivaba su militancia: como veremos a continuación la vida política argentina se imponía, y lo hacía a partir de prácticas concretas no exentas de controversias.

Si bien las declaraciones públicas de “no intervención” permitieron sortear situaciones complejas en coyunturas críticas, también fueron objeto de tensiones y conflictos. Algunos sectores, entre ellos el PVP y el MLN, disputaron fuertemente esta posición, especialmente cuando se trataba de sumarse a las denuncias en materia de violaciones a los Derechos Humanos durante el terrorismo de Estado impulsadas por el Comité Argentino de Solidaridad con el Pueblo Uruguayo (CASPU) presidido por Norberto Lorenzo, un destacado dirigente del Partido Intransigente (PI). Las diferencias en torno a los abordajes de las consecuencias más terribles de las dictaduras en uno y otro país motivaron distintos planteos ante la Mesa Ejecutiva (ME) del FAUA. En mayo de 1984, a modo de ejemplo, el comité de base Andrés Guacurarí situado en Glew, con el apoyo del comité de base Zelmar Michelini de la Capital Federal, solicitó a la ME tomar posición respecto de las declaraciones de un compañero que habría afirmado a un medio de prensa uruguayo que en el Uruguay no existían “campos de concentración” semejantes a los argentinos. A su vez, el mismo comité debió borrar una pintada que había realizado cerca de la estación de Lanús con la consigna “Ley de Punto Final, Obediencia Debida y Caducidad son del mismo palo”, no sin antes dejar testimonio fotográfico de dicho mural. El FAUA no era afecto a la expresión pública de este tipo de analogías que, sin embargo, alimentaban sus debates cotidianos, particularmente hacia 1989.

Pese a lo anterior, los contornos de la “no intervención” se tornan difusos, particularmente cuando atendemos al modo en que el FAUA buscó capitalizar las distintas adscripciones políticas de sus militantes y sus contactos sostenidos con el amplio arco político argentino atento a la transición uruguaya. Al apoyo del PI, el Partido Socialista Popular, la Juventud Radical de Renovación y Cambio, el Frente de Agrupaciones Estudiantiles Peronistas y los organismos de Derechos Humanos que se desprenden de los documentos, los relatos de quienes integran la “generación fundadora” suman a distintos funcionarios de gobierno y políticos clave de la transición argentina; particularmente a quienes allanaron la regularización de la situación migratoria de varios compatriotas o facilitaron el otorgamiento de subsidios para impulsar emprendimientos sociales, culturales y comunicacionales que fortalecieron las actividades de distintos comités de base. En el caso de quienes militaban en la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, la figura del dirigente peronista Antonio Cafiero resulta central, al igual que la del radical Antonio Tróccoli y la de Luis Zamora, legislador y principal referente del Movimiento al Socialismo (MAS).

Los contornos difusos de la “no intervención”, base de la acción política transnacional, también se afirmaron en términos materiales. Sin ir muy lejos, en los lugares de reunión de los comités de base: unidades básicas peronistas, comités de la Unión Cívica Radical, locales sindicales, del Partido Comunista y el Partido Socialista argentinos y del PI, que además puso a disposición del FAUA sus contactos editoriales e imprenta. Toda esta infraestructura provista por el proceso de recomposición de la trama política argentina resulta crucial para comprender el camino seguido por el FAUA. Estos lugares, vale insistir, no constituyen un dato menor: además de compartir los gastos de mantenimiento, de brindar apoyo y asistencia a las actividades organizadas, muchos de “los compatriotas” que se acercaron al FAUA lo hicieron invitados por la militancia argentina. En algunos casos los vínculos personales derivaron en relaciones institucionales; en otros, en cambio, las relaciones institucionales fueron motivo de conflictos y alejamientos. Luego volveremos sobre esto, ahora lo que deseo señalar es que la infraestructura material al momento de la organización del FAUA fue, principalmente, obra de los vínculos trabados por su militancia en el país. En este sentido, algunos sectores acompasaron la recomposición político-institucional en el Uruguay. A fines de 1982 el PCU abrió su local en el barrio porteño de Almagro. En “la Sierrita”, nombre que remitía a la calle en que se encontraba la sede central del partido en Montevideo, se planificó uno de sus primeros actos en Buenos Aires que, según sus organizadores, reunió a unos 400 compatriotas y contó con la colaboración financiera de un banco argentino estrechamente vinculado al PCA. Poco después, el M26 también inauguró su propia sede en el barrio de Villa Crespo.

La creación de los comités de base siguió entonces una lógica territorial alentada por las grandes distancias geográficas, aunque también hubo quienes optaron por viajar varias horas para integrarse a aquellos que sentían más afines en términos políticos, o que contaban con mayor presencia de sus sectores de pertenencia. Además de desarrollar distintas acciones que incluyeron actividades para recaudar fondos, venta de bonos contributivos y de suscripciones a la prensa escrita, peñas, “cenas de acercamiento” y compras comunitarias para enfrentar la creciente inflación, los comités conformaron espacios de estudio y debate. Estos se nutrieron de los materiales provistos por la Comisión de Propaganda del FAUA, aquella que se ocupaba de reimprimir en Buenos Aires los boletines y documentos para uso interno elaborados por el Centro de Prensa del FA. Lo que se decidía reimprimir y circular entre los comités locales -intervenciones y mensajes de Seregni, bases y lineamientos políticos básicos- definió el programa asumido por el FAUA y orientó los diálogos con las organizaciones sociales, sindicales y políticas en la Argentina, particularmente a la hora de producir su principal remesa política (Goldring, 2004) y de organizar los desplazamientos electorales hacia el Uruguay.  

1989: verde y después

Como vimos hasta aquí, al mismo tiempo en que el FAUA disputó al interior de la coalición las estrategias y el estatus del retorno, construyó su “sentido de permanencia” en el país. Esto último implicó definir y jerarquizar ámbitos y luchas para contribuir, retomando las palabras de Darío, a la “defensa y fortalecimiento de la democracia recién recuperada”. En este sentido, la creciente movilización de las organizaciones de derechos humanos en ambos países comprometió a militancia frenteamplista local que asumió un rol sumamente activo como mediación entre las orillas. La consigna "sin justicia no habrá paz”, impulsada por la Comisión de Derechos Humanos del FAUA, se encarnó en acciones concretas como la participación en 1985 de la campaña “Mariana: te queremos en casa”[23] coordinada con la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo y, en enero de 1987, con la incorporación a la Comisión Pro-referéndum Filial Argentina, aquella que motorizó la consulta para derogar parcialmente la Ley de la Caducidad de la Pretensión Punitiva de Estado, “una ley de amnistía anticipada, es decir sin juicio previo, a favor de todos los militares y policías que fueran acusados de haber cometido crímenes en el ejercicio de sus funciones durante la vigencia del régimen dictatorial” (Yaffé, 2017: 180).

La campaña por el “voto verde” se centralizó en la “Casa del FA” y en el local que el Partido Nacional tenía en el barrio de Belgrano. La filial en Argentina, al igual que la comisión en el Uruguay, contó con las subcomisiones de “finanzas” y “propaganda”, pero sumó una adicional: la de “festival y pasajes”. Esta última señalaba, además del desafío de reunir las firmas necesarias para convocar al referéndum, el esfuerzo de organizar el traslado para poder emitir el voto. Las dos consignas locales -“Uruguayo, yo firmo” y “Por un futuro de paz”- se estamparon en afiches y volantes que circularon por toda la capital y varias ciudades del conurbano bonaerense y provincias argentinas. Los avales para impulsar la consulta se recolectaron en los más diversos sitios y ciudades del país: parques, plazas y ferias; en el Puerto de San Fernando, en el horario de salida de la lancha hacia Carmelo; en sedes sindicales, casas y comercios particulares. Al cabo de un año, la comisión había reunido más de 20.000 firmas, varias más que las logradas en algunos departamentos del Uruguay.

El trabajo de la comisión en Argentina se desarrolló en un contexto dominado por el temor y la incertidumbre. “Estábamos arrancando, íbamos por la segunda o tercera reunión”, recordaba Leonel, “cuando fue lo de Semana Santa”, es decir cuando tuvo lugar el primero de los denominados “levantamientos carapintadas”, en abril de 1987.[24] El lanzamiento de la campaña, que tuvo lugar en la Federación de Box y contó con la presencia del diputado por el PN Juan José Fuentes y del senador por el FA Germán Araújo, se llevó a cabo un mes más tarde, en un clima de gran alerta y preocupación. Dos años después, pocos meses antes de concretarse el referéndum, el Movimiento Todos por la Patria (MTP) tomó el cuartel ubicado en la localidad de La Tablada. Esta acción indicó un punto de inflexión y evidenció el modo en que el activismo transnacional podía tensionar el marco frentista. Para la militancia del MLN, el correlato de la acción del MTP supuso el robustecimiento del “imaginario insurreccional”[25] y la caracterización de la uruguaya como una “democracia tutelada”, por lo que consideró prioritario conformar “una organización de cuadros y militantes con mentalidad político-militar insertos en las masas” (Garcé, 2006: 107). En tanto, el resto de los sectores que componían el FAUA optaron por suspender sus actividades y la publicación de la prensa escrita por un tiempo prudencial. Cuando ésta última volvió a editarse se limitó a reproducir el comunicado emitido por el FA en el que la coalición rechazaba categóricamente “las acciones foquistas y terroristas de cualquier signo” y reafirmaba que “la vía electoral es la vía de la lucha política”.[26] 

Quienes participaron de la campaña recuerdan los modos en que la situación política argentina permeaba los argumentos en torno al apoyo o no el “voto verde”. Marcos, que los domingos estaba asignado a la mesa informativa de Parque Centenario, evocaba aquellos días en función de las siguientes ponderaciones:

 

“la cosa acá [en Argentina] daba miedo pero también enojaba mucho, había bronca. Nadie creía que allá [en Uruguay] podía darse un alzamiento militar, pero cuando te decían eso, que podía pasar algo como acá, vos decías: ‘bueno, compañero, tampoco podemos dejar por eso la impunidad reinando, ¿no?’. Se presentaban conversaciones así, cada firma era un debate de lo que pasaba allá, de lo que pasaba acá, todo junto, todo mezclado”.[27] 

Aurora explicaba estas conexiones como una “mezcla fértil” que también se expresaba y encausaba en los multitudinarios actos organizados en sitios públicos, como el anfiteatro de Parque Lezama:

“eran actos que hacíamos muy expectantes, y con mucho miedo también, porque acá la cosa estaba muy pesada. Acá, decíamos, ‘si vuelven los militares, vuelven a matar’. Estaban los ‘levantamientos carapintadas’, no era joda, pero eran actos increíbles. El anfiteatro [de Parque Lezama] se llenaba de uruguayos y de argentinos también. Muchos argentinos, porque veían ahí una idea progresista, democrática. Se armaban debates, eran actos increíbles.”[28] 

Por su parte, Leonel recordaba entre risas las “confusiones” que despertaban aquellos encuentros crecientemente binacionales:

 

“el Frente [Amplio] en esa época no era tan conocido como es ahora, ¿no? Entonces me acuerdo que se acercaban argentinos que andaban paseando por ahí y nos preguntaban de qué partido éramos, ¡porque nos querían votar! Entonces explicábamos que no, que el Frente era uruguayo y que esto y lo otro y, claro, ahí venía la otra pregunta: ‘bueno, ¿y acá [en Argentina] con quién están?’ Y ta, era un problemón porque, menos con la derecha, ¡estábamos con todos!”.[29]

Como en otras instancias clave de la vida política uruguaya, la prensa argentina siguió con atención los pormenores del referéndum y fue insumo de los debates entre la militancia del FAUA. El interés no solo radicó en el rumbo que tomaba “la cuestión militar” en el Uruguay, sus lecturas también estaban orientadas por aquello que este proceso habilitaba en materia de posicionamientos respecto de la crítica coyuntura argentina. Esto último, vale añadir, pone en perspectiva y orienta en el presente las narraciones de Marcos, Aurora y Leonel citadas más arriba.  

El diario La Nación acompañó decididamente la posición del presidente Julio María Sanguinetti y destacó la “seguridad institucional” deparada por la Ley de Caducidad, contraponiéndola a los “sobresaltos experimentados por Argentina a causa del tratamiento de la cuestión militar” por parte del gobierno de Alfonsín.[30] En sucesivas notas, la incertidumbre ante una victoria del “voto verde” y la crisis institucional que ello podría generar se combinaba con las objeciones al FA, al que presentaba como una fuerza debilitada por las tensiones internas y por su falta de propuestas concretas en caso de ganar la consulta. Conocido el resultado, el diario calificó la victoria del “voto amarillo” como “una decisión valiente”, producto de una ciudadanía que dejaba atrás los “enconos y desgarramientos políticos y sociales [para] mirar hacia el futuro sin temor a las acechanzas del pasado”[31]. En tanto, el diario Clarín dicotomizó la consulta entre “partidarios del esclarecimiento judicial” y “partidarios de la reconciliación” señalando que, más allá del resultado, “el tema de los militares” no parecía superado en Uruguay, como tampoco lo estaba en Argentina.[32] 

Al igual que los posicionamientos editoriales, las declaraciones de los referentes políticos argentinos tras la consulta también indicaron los modos en que cuestiones clave de las transiciones en ambos países fueron pensadas y proyectadas más allá de las fronteras territoriales. Para el FAUA fueron claves interpretativas que, entre otras cuestiones, permitieron definir con cierta precisión a los aliados y adversarios que alimentaban y dinamizaban su acción política local. En este sentido, Fuerza Republicana, presidida por el represor tucumano Antonio Bussi, hizo llegar su “fervorosa felicitación” y saludó “la madurez de una sociedad que no se deja confundir por la acción psicológica”, afirmando que “a la luz de este resultado, el alfonsinismo seguirá siendo el único gobierno de la historia civilizada que juzgó y condenó a sus militares que cumplieron con el sagrado deber militar de preservar la vigencia de las instituciones”.[33] En tanto, Eduardo Barcesat (candidato a senador por Izquierda Unida) lamentó las consecuencias que el resultado tendría para América Latina mientras que, Simón Lázara (diputado por el Socialismo Unificado), observó el “efecto La Tablada” sobre el resultado a favor de la impunidad.[34] 

La derrota del “voto verde” señaló un punto de inflexión en el curso de la experiencia del FAUA. Luego de su organización y reconocimiento institucional por parte del FA, de la creación de sus órganos de prensa y de la multiplicación de sus comités, una pregunta se instaló entre su militancia: “y ahora, ¿qué?”. El informe presentado por el comité de base Chavez Sosa a la Mesa Política proponía un balance y sintetizaba algunas alternativas posibles: el FAUA podía continuar privilegiando el retorno como principal objetivo político –aquello que en el informe se denomina “volver y solo volver”-, podía constituirse como un “grupo de apoyo” local al FA ante cada coyuntura electoral, o bien podía debatir su propia agenda a fin de incidir sobre la coalición en pie de igualdad con las departamentales situadas dentro de los límites físicos del territorio nacional. Con el apoyo de otros comités, el Chavez Sosa llamó a “rectificar el rumbo”, lo cual implicaba entender la solidaridad -y no el retorno- como principal vía de acceso a la comunidad uruguaya, atravesada para entonces por la crisis hiperinflacionaria argentina. También propuso intensificar la presencia frenteamplista en las denuncias por las violaciones a los Derechos Humanos cometidas por las dictaduras. Ambas cuestiones requerían, por una parte, entablar una disputa con Montevideo -“encontrar un método para que seamos escuchados y tenidos en cuenta” por la dirigencia de la coalición- y, por la otra, “no perder de vista la realidad argentina, que también es nuestra realidad”.[35] Con estos debates por delante, la militancia frenteamplista en el país ponía un pie en los “años noventa”, años en los que el Foro de San Pablo y los distintos ensayos frentistas en Argentina colocarían la experiencia del FAUA en la primera fila de las inspiraciones.    

Consideraciones finales

A lo largo de la década de 1980 la militancia frenteamplista en Argentina experimentó varias y diversas transiciones encadenadas. En principio, aquellas asociadas a la recuperación democrática en ambos países, pero también aquella que comenzaba a mostrar que el FAUA había llegado para quedarse, que no se trataba de un ensayo político propio de la coyuntura -es decir de la transición democrática-,  sino de la configuración de una fuerza política transnacional en transición -es decir marcada por un “sentido de bifocalidad” (Vertovec, 1999) y “simultaneidad” (Levitt - Glick Schiller, 2004)- que desde entonces supone el cultivo de múltiples relaciones sociales, organizacionales y políticas a través de las fronteras territoriales.  

Entre los debates que marcaron el pulso de esta década, aquellos asociados al retorno al Uruguay combinaron no solo condiciones y derechos adquiridos por la militancia, también las estrategias para construir aquello que Líber Seregni designaba como “sentido de permanencia”, aquel capaz de captar las identificaciones políticas del colectivo uruguayo residente en el país que, como vimos, continuó nutriéndose de compatriotas. La prédica de la prensa partidaria y las acciones territoriales desplegadas desde los comités de base fueron claves en la tarea de fortalecer el FAUA. Desde estos últimos partieron las distintas posiciones acerca de qué hacer y cómo posicionarse respecto de la vida política argentina, particularmente en torno a la denominada “cuestión militar” que demostraba a la militancia cuán enlazadas se encontraban las transiciones.

El contexto local en que se desarrolló el proceso que derivó en el referéndum de 1989 en el Uruguay abonó entre la militancia una lectura transnacional que, poco antes, ya había desbordado la enunciación del principio de “no intervención”. En este sentido, las redes tejidas con partidos políticos y organizaciones sindicales, sociales y de derechos humanos evidenciaron la hiperintegración (Lacroix, 2014) de la militancia como parte crucial de su agenciamiento. Sin embargo, el resultado de la consulta -la derrota del “voto verde”- abrió un tiempo de balances y de esperas que, ya en los años 1990, además de reorientar la acción del FAUA, ensancharon la distancia respecto de “Montevideo”.    

Bibliografía

Aguirre Bayley, Miguel (2007). Frente Amplio. Uno solo dentro y fuera del Uruguay en la Resistencia a la dictadura. Montevideo: Cauce.

Archetti, Eduardo (1999). Masculinities, football polo and the tango in Argentina. Oxford-New York: Berg.

Castles, Stephen y Mark Miller (2003). The age of migration. Palgave Macmillan: Hampshire.

Feld, Claudia y Marina Franco (Dirs.) (2015). Democracia, hora cero. Actores, políticas y debates en los inicios de la posdictadura. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Garcé, Adolfo (2006). Donde hubo fuego. El proceso de adaptación del MLN- Tupamaros a la legalidad y la contienda electoral (1985-2004). Montevideo: Fin de Siglo.

Goldring, Luin. (2004). Family and Collective Remittances to Mexico. Development and Change, Vol. 35 N° 4, pp. 799-840.

Grimson, Alejandro (2003). La nación en sus límites. Contrabandistas y exiliados en la frontera Argentina-Brasil. Barcelona: Gedisa.

Halpern, Gerardo (2009). Etnicidad, inmigración y política. Representaciones y cultura política de exiliados paraguayos en Argentina. Buenos Aires: Prometeo.  

Jelin, Elizabeth (2002). Los trabajos de la memoria. Buenos Aires: Siglo XXI.

Koselleck, Reinhart (1993). Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos. Barcelona: Paidós.

Lacroix, Thomas (2014). Conceptualizing Transnational Engagements: A Structure and Agency Perspective on (Hometown) Transnationalism. International Migration Review, Vol. 48 N° 3, pp. 643–679.

Lastra, María Soledad (2014). Los retornos del exilio en Argentina y Uruguay. Una historia comparada de las políticas y tensiones en la recepción y asistencia en las posdictaduras (1983-1989). Disertación de doctorado. FHCE/Universidad Nacional de la Plata, La Plata.

Levitt, Peggy y Nina Glick Schiller (2004). Perspectivas internacionales sobre migración: conceptualizar la simultaneidad. Migración y Desarrollo, segundo semester, pp. 60-91.

Marcus, George (1995). Ethnography in/of the Word System: The emergence of Multi-sited Ethnography”. Annual Review of Anthropology, N° 24: 94-117.

Markarian, Vania (2006). Idos y recién llegados. La izquierda revolucionaria uruguaya en el exilio y las redes transnacionales de derechos humanos 1967-1984. México: Uribe y Ferrari Editores.

Merenson, Silvina (en prensa). “Agencia y desigualdad en la acción política transnacional: los desplazamientos electorales del Frente Amplio de Uruguay en la Argentina (1984-2014)”. Historia y Sociedad.

Østergaard-Nielsen, Eva (2003a). Transnational Politics. Turks and Kurds in Germany. London: Routledge.

Østergaard-Nielsen, Eva (2003b). The Politics of Migrants. Transnational Political Practices. International Migration Review, Vol. 37, N° 3, pp. 760-786.

Vertovec, Steven (1999). Conceiving and researching transnationalism. Ethnic and Racial Studies, Vol. 22, N° 2, pp. 447-462.

Yaffé, Jaime (2017). Transición, democracia y justicia en Uruguay. Reflexiones a 30 años de la recuperación democrática de 1985. En Valim Mansan, Jaime; Yaffé, Jaime y Gordim da Silveira, Helder (Orgs.). Transições à democracia: Europa e América Latina no século XX (pp. 173-189). Porto Alegre: EDIPUCRS.

Silvina Merenson. Profesora en Historia por la Universidad Nacional de La Plata, Magister en Antropología Social por el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES) y el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y Doctora en Ciencias Sociales por el IDES/Universidad Nacional de Gral. Sarmiento. Es Investigadora del CONICET y profesora ordinaria del IDAES/UNSAM en donde co-dirige el Centro de Estudios Antropológicos. Ha publicado artículos en revistas nacionales y extranjeras sobre prácticas políticas transnacionales, nación e historia del pasado reciente en Argentina y Uruguay. Entre sus libros se cuentan: Memorias de las ex presas políticas del Penal de Villa Devoto en el transcurso de la última dictadura militar en la Argentina (Ediciones Al Margen, 2014) y Los peludos. Cultura, política y nación en los márgenes del Uruguay (Gorla, 2016).

Pasado Abierto, Facultad de Humanidades, UNMDP se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.


[1] Comité de Base es la nominación que reciben las células barriales del FA, su característica es el trabajo político y social en el territorio.

[2] A comienzos de 1974, el PDC dejó de participar en la orgánica del FA actuante en la clandestinidad. En tanto, el PVP y el MLN-T, no pertenecían al FA fundacional, tramitaron formalmente sus incorporaciones, de manera diversa y en tiempos diferentes, una vez recuperado el régimen democrático.

[3] Portada. Volveremos, N° 1, Buenos Aires, 1983. Repositorio (Archivo personal del Frente Amplio de Uruguay en Argentina).

[4] “Compañero: haz llegar este periódico a los hermanos en el Uruguay”, podía leerse en varias de sus páginas.

[5] Por razones de espacio no abordaremos en este artículo los viajes electorales organizados por el FAUA en ocasión de las elecciones de 1984 y 1989. Estos ya han sido analizados en otras ocasiones. Véase Merenson, en prensa.  

[6] Aun cuando los estudios transnacionales no fueron el marco teórico de las etnografías de Grimson (2003) y Halpern (2009), sin duda constituyen antecedentes fundamentales en la región.  

[7] Como bien es sabido, estas narraciones no configuran un relato de lo “realmente ocurrido”, sino una reelaboración selectiva que asigna sentidos y significados al “espacio de la experiencia” en el presente (Jelin, 2002; Koselleck, 1993).

[8] Para el periodo que aborda este artículo, en el caso de la prensa argentina, se consultó: Clarín, La Nación, Tiempo Argentino (para 1984) y Página 12 (desde 1987).

[9] Volveremos con Seregni.  Volveremos, N° 12, Buenos Aires, 1984, p. 7. Repositorio (Archivo personal del Frente Amplio de Uruguay en Argentina). El subrayado me pertenece en todos los casos, salvo indicación en lo contrario. 

[10] El gobierno dramatiza la situación.  Boletín Socialista. Buenos aires, 1985, p. 3. Repositorio (Archivo personal del Frente Amplio de Uruguay en Argentina).

[11] Frente Amplio en Argentina: una gran tarea por hacer. Volveremos, N° 3, Año 3, Buenos Aires, 1985, p. 7. Repositorio (Archivo personal del Frente Amplio de Uruguay en Argentina).

[12] Lineamientos Generales de Trabajo para 1986. Frente Amplio de Uruguay en Argentina, Buenos Aires, 1986, p 2. Repositorio (Archivo personal del Frente Amplio de Uruguay en Argentina).

[13] Para un análisis de esta comisión y de las políticas de retorno en Uruguay véase Lastra (2014).

[14] Uruguayos en Argentina. Boletín del FA, N°2, Año 1, Buenos Aires, 1988, p. 9. Repositorio (Archivo personal del Frente Amplio de Uruguay en Argentina).

[15] Uruguayos: ¿emigrantes o expatriados? Boletín del FA, N°4, Año1, Buenos Aires, 1989, p. 5. Repositorio (Archivo personal del Frente Amplio de Uruguay en Argentina).

[16] Véase: Uruguayos en Argentina. Boletín del FA, N° 2, Año 1, 1988, p. 9. Repositorio (Archivo personal del Frente Amplio de Uruguay en Argentina).

[17] Uruguayos: ¿emigrantes o expatriados? Boletín del FA, N° 4, Año 1, 1989, p. 5. Repositorio (Archivo personal del Frente Amplio de Uruguay en Argentina).

[18]La ronda de los comités. Boletín del FA, N°4, Año 1, Buenos Aires, 1989, p 7. Repositorio (Archivo personal del Frente Amplio de Uruguay en Argentina).

[19] Las tres en tres zonas fueron: Sur (que nucleaba los comités de base de Avellaneda, Quilmes, Berazategui, Lanús, Glew), Norte (San Fernando, San Martín, Tigre, Vicente López) y Oeste (Ramos Mejía, Moreno, Hurlingham, Morón e Ituzaingó).

[20]  Manuscrito del discurso pronunciado por Darío en Casa del FA, 29 de octubre de 1987, pp. 1-2. Repositorio (Archivo personal del Frente Amplio de Uruguay en Argentina).

[21] Manuscrito del discurso pronunciado por Líber Seregni en Casa del FA, 29 de octubre de 1987, p. 8. Repositorio (Archivo personal del Frente Amplio de Uruguay en Argentina).

[22] Véase Comisión Provincial por la Memoria-FONDO DIPBA División Central de Documentación, Registro y Archivo, Mesa DS, Factor Político, Carpeta varios, Legajo 354, ps. 26.

[23] La campaña tuvo por objetivo la restitución de Mariana Zaffaroni, secuestrada junto a sus padres uruguayos en septiembre de 1976. La niña había sido encontrada en 1984 pero, ante el accionar de la justicia, sus apropiadores se dieron a la fuga.

[24] Entrevista a Leonel, realizada por la autora, agosto de 2011. Siguiendo los aspectos éticos de la investigación, los nombres de los entrevistados son los reales.

[25] El “imaginario insurreccional” sostenía que el aparato represivo que actuó durante el terrorismo de Estado no dudaría en volver actuar de intensificarse la lucha de clases. Según me dijo uno de sus promotores, el día que se realizó la consulta popular, la militancia tupamara en Buenos Aires fue movilizada para oficiar de cobertura en caso de que fuese necesaria la salida del país de la dirección del MLN. Al respecto, véase Garcé (2006).

[26] Del Frente Amplio por los sucesos de La Tablada. Boletín del FA, N° 4, Año 1, Buenos Aires, 1989, p. 3. Repositorio (Archivo personal del Frente Amplio de Uruguay en Argentina).

[27] Entrevista a Marcos, realizada por la autora, mayo de 2013.

[28] Entrevista a Aurora, realizada por la autora, abril 2018.

[29] Entrevista a Leonel, realizada por la autora, agosto de 2011

[30] La Nación, 1 de abril de 1989, p. 2.  Biblioteca Nacional, Buenos Aires.

[31] La Nación, 18 de abril de 1989, p. 8. Biblioteca Nacional, Buenos Aires.

[32] Clarín, 14 de abril de 1989, p 32. Biblioteca Nacional, Buenos Aires.

[33] La Nación, 18 de abril de 1989, p. 3. Biblioteca Nacional, Buenos Aires.

[34] Clarín, 18 de abril de 1989, p. 26. Biblioteca Nacional, Buenos Aires.

[35] Informe del Comité de Base Chavez Sosa a la Mesa Política del Frente Amplio de Uruguay en Argentina. Buenos Aires, 1989, pp. 1-2. Archivo personal.

Enlaces refback

  • No hay ningún enlace refback.



Copyright (c) 2020 Pasado Abierto

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional.



Pasado abierto
 es una revista del Centro de Estudios Históricos (CEHis) de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Correo electrónico: pasado.abierto@gmail.com | Web: http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto

ISSN 2451-6961 (en línea)

Licencia Creative Commons se encuentra bajo Licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional

Revista Incluida en: 

ROAD https://portal.issn.org/resource/ISSN/2451-6961

LatinREV https://latinrev.flacso.org.ar/mapa

Latindex Directorio https://www.latindex.org/latindex/ficha?folio=26011

Google Académico Link

BASE (Bielefeld Academic Search Engine) Link
Latinoamericana(Asociación de Revistas Académicas de Humanidades y Ciencias Sociales) Link
MIAR (Matriz de Información para el Análisis de Revistas) Link
SUNCAT Link
WorldDCat Link
Actualidad Iberoamericana Link

OAJI (Open Academic Journals Index) Link

CZ3 Electronische Zeitschriftenbibliothek Link

Europub (Directory of Academic and Scientiic Journals) Link

Open Science Directory Link

EC3 metrics Link

Root Indexing Link

 

JournalsTOCs Link

Scientific Indexing Services Link

Citefactor (Directory Indexing of International Research Journals) Link

Malena Link
Evaluada por: 
Latindex Catálogo 2.0 Link
Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas Link
DOAJ (Directory of Open Access Journals) Link
ERIHPLUS (European Reference Index for the Humanities and Social Sciences) Link
REDIB (Red Iberoamericana de Innovación y conocimiento Científico) Link
CIRC (Clasificación Integrada de Revistas Científicas) Link