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Pasado Abierto - Año de inicio: 2015 - Periodicidad: 2 por año
https://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto - ISSN 2451-6961 (en línea)


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En procura de autonomía tecnológica e integración regional. Iniciativas de
cooperación latinoamericana en informática (1970/1990)
Raúl Carnota
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires,
Proyecto Salvando la Memoria de la Computación Argentina, Argentina.
carnotaraul@gmail.com
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Marcelo Vianna
Instituto Federal de Educação, Ciência e Tecnologia do Rio Grande do Sul, Brasil
maverian1@gmail.com
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Recibido: 30/07/2019
Aceptado: 07/10//2019
Resumen
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El propósito de este artículo es presentar una descripción general de la Conferencia de
Autoridades Latino Americanas en Informática (CALAI) como una tentativa inédita de los países
latinoamericanos para compartir esfuerzos y realizar intercambios de experiencias, recursos
humanos y desarrollos tecnológicos en el campo de la informática. Este proceso se remonta a las
actividades del Intergovernmental Bureau of Informatics (IBI) para estimular un debate sobre la
autonomía tecnológica, alentando a los países en desarrollo a definir políticas nacionales activas
y a promover la cooperación Sur-Sur y la integración regional. Las CALAI fueron parte de una
movilización más amplia, representativa de esta orientación, que alcanzó su punto máximo a
principios de los años 1980. En este trabajo presentamos la evolución de los debates de las CALAI
y el proceso de desmovilización que se produjo en la segunda mitad de la década de 1980, así
como algunas experiencias regionales a menor escala y más efectivas en términos de integración.
Pasado Abierto. Revista del CEHis. Nº10. Mar del Plata. Julio-diciembre de 2019.
ISSN Nº2451-6961. http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto
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En procura de autonomía tecnológica Raúl Carnota y Marcelo Vianna
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Palabras clave: autonomía tecnológica, integración, informática, América Latina;
historia social de la tecnología
In search of technological autonomy and regional integration. Initiatives of Latin
American cooperation in Informatics (1970/1990)
Abstract
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The purpose of this article is to present a general description of the Conference of Latin American
Authorities on Informatics (Conferencia de Autoridades Latinoamericanas en Informática-
CALAI), as an unprecedented attempt by Latin American countries to share efforts and exchange
experiences, human resources and technological developments in the field of informatics. This
process goes back to the efforts of the Intergovernmental Bureau of Informatics (IBI) to stimulate
a debate on technological autonomy, encouraging developing countries to define active national
policies and to promote South-South cooperation and regional integration. CALAI was part of a
broader mobilization, representative of this orientation, which peaked in the early 1980s. This
research will present the evolution of the CALAI debates and the demobilization process that took
place in the second half of the 1980s, as well as some smaller-scale and more effective regional
experiences in terms of integration.
Keywords: technological autonomy, integration, informatics, Latin America, social
history of technology
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En procura de autonomía tecnológica e integración regional.
Iniciativas de cooperación latinoamericana en informática (1970/1990)
Introducción
A inicios de la década de 1970 comenzó a ponerse en evidencia el creciente
impacto que estaba teniendo sobre la sociedad el uso de las computadoras y de las
incipientes redes de comunicaciones basadas en ellas.
Ante el freno considerable en el ciclo de expansión económica de la posguerra,
las Tecnologías de la Información (TI) se convirtieron en las tecnologías básicas para la
nueva expansión de los negocios, sin las cuales el relanzamiento del capitalismo global
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hubiera sido muy problemático. En consecuencia, las corporaciones transnacionales
intensificaron sus demandas por una mayor autonomía en el desarrollo, propiedad y uso
de las facilidades y servicios proporcionados por las TI y se agudizó su presión por el
acceso irrestricto a los recursos y mercados del Tercer Mundo (3M) (Castells, 1998;
Mahoney, 1987).
Estas presiones chocaban con el creciente activismo de muchas naciones del 3M1
a favor de un Nuevo Orden Económico Internacional que implicase una más equilibrada
distribución de las riquezas.2 Sobre bases similares en la UNESCO se planteaba un Nuevo
Orden Informacional y Comunicacional Internacional a partir del cuestionamiento al flujo
asimétrico de las comunicaciones, que acarreaba el peligro de la pérdida de la diversidad
cultural.3 En el campo de las TI, la enorme brecha entre los Estados Unidos de
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1 Con la incorporación a las instituciones internacionales de un gran número de nuevos países que venían
de conquistar su independencia luego de confrontaciones muchas veces sangrientas, la correlación de
fuerzas en organizaciones como ONU o UNESCO cambió. En particular, en 1964 se formó, en el seno de
la ONU, el Grupo de los 77 (con 77 países del 3M) con la intención de sumar fuerzas para impulsar políticas
comunes en el seno de la organización.
2 Este reclamo había sido validado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el marco del
período extraordinario de sesiones de su Asamblea General que se celebró entre los días 9 de abril y 2 de
mayo de 1974. Allí fueron aprobados la Declaración sobre el establecimiento de un nuevo orden económico
Internacional y el Programa de acción sobre el establecimiento de un nuevo orden económico internacional
(Resolución 3202 S-VI del 1/5/1974)). En ese mismo año la Asamblea General aprobó también la
Resolución 3281 (XXIX) del 12/12/1974 (Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados).
3 El Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NWICO o NWIO) es un término acuñado
en un debate sobre el desbalance existente en los flujos de contenidos informativos y culturales entre los
países ricos y los del 3er. Mundo. Este debate se desarrolló en la UNESCO a finales de la década de 1970
y principios de la siguiente. El término fue ampliamente utilizado por la Comisión MacBride, un equipo
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Norteamérica (EEUU) y Japón y el resto del mundo preocupaba también a las élites de
países desarrollados como Francia (Mahoney, 1987).
En 1976, el presidente de Francia Valéry Giscard d’Estaing, al solicitar la
elaboración de un informe sobre “los medios de conducir la informatización de la
sociedad”, señalaba que
“El desarrollo de las aplicaciones de la informática es un factor de
transformación de la organización económico y social y del modo de
vida; conviene, pues, que nuestra sociedad esté en condiciones de
promoverla y, a la vez, de dominarla, para ponerla al servicio de la
democracia y del desarrollo humano.”4
El pedido estaba dirigido a Simon Nora, alto funcionario de su gobierno y, en el
informe resultante, titulado “La informatización de la sociedad”, se afirmaba que "los
riesgos de la soberanía se han desplazado hacia el control de las redes, que condicionan
tanto el control de las comunicaciones como la orientación del mercado informático".
(Nora y Minc, 1980)5. Para la misma época el Director General de la UNESCO, Amadou
Mahtar M’Bow, un intelectual senegalés durante cuyo mandato la UNESCO tomó unas
posturas cercanas a los reclamos de los países del 3er mundo6, afirmaba: “Una
dependencia en el dominio de la informática puede implicar un abanico creciente de
servidumbre en múltiples dominios” (citado en Benchenna, 2006: 228)
Unos años antes, visualizando tempranamente el rol de la informática en todos los
ámbitos de la sociedad, Fermín Bernasconi, Director General del International Computer
Center (ICC), surgido de la mano de la UNESCO a inicios de la década de 1950 (Mounier
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presidido por el Premio Nobel de la Paz Sean MacBride, a quien UNESCO le encargó la creación de un
conjunto de recomendaciones para hacer más balanceados los susodichos flujos. La Comisión MacBride
elaboró un informe titulado "Muchas voces, un solo mundo", en el que se esbozaban los principios generales
del Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación.
4 Nora, Simon y Minc, Alain (1980). La informatización de la Sociedad. México: Fondo de Cultura, p. 7
5 El trabajo, elaborado en conjunto por Simon Nora y Alain Minc, fue presentado a Giscard d’Estaing en
enero de 1978 y fue publicado ese mismo año como libro con el título de “La informatización de la
sociedad”. Su visión prospectiva sobre el futuro de las sociedades bajo el creciente desarrollo de la
informática tuvo gran influencia en su época. El libro se constituyó en un best seller en Francia y fue
traducido a numerosos idiomas. Más conocido como “Informe Nora-Minc”, se considera que allí se acuñó
el término telemática. Tuvo, además, un impacto directo en el desarrollo de la informática francesa, en
particular de Minitel, un sistema que permitía, ya en la década de 1980, realizar compras en línea, reservas
de tren, buscar productos, recibir correo electrónico, y chatear de una manera similar a la que luego fue
posible gracias a Internet..
6 Bajo su mandato (1974-1987) la UNESCO abogó por un “New World Information and Communication
Order” (ver nota previa). A raíz de esta orientación los EEUU de Norteamérica abandonaron la UNESCO
en 1984 y recién se reintegraron en 2002.
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Kuhn, 2009), 7 comenzaba un giro en los objetivos y la dinámica de la organización que
la llevaría a transformarse en el Intergovernmental Bureau of Informatics (IBI) (Carnota,
2018).8 Bernasconi sostenía que “la Informática equivale a la Revolución Industrial del
siglo XX” y que los países del Tercer Mundo debían evitar el rol pasivo de receptores de
la nueva tecnologías so pena de profundizar aún más la brecha entre ellos y el mundo
desarrollado.9 El IBI impulsaba la idea de que estos países debían generar Políticas
Nacionales de Informática (PNI) y poseer en el organigrama del aparato estatal
Autoridades en Informática que fuesen responsables del diseño y la ejecución de dichas
políticas.
Un activismo incansable en el plano internacional, alentado por las inquietudes
existentes entre los países del 3M y también en algunos países europeos como Italia,
Francia y España hizo crecer el peso y la membresía del IBI a lo largo de la década de
1970. Un hito destacado en ese camino fue la realización, en 1978, de la Conferencia
Strategies and Policies in Informatics (SPIN), convocada en conjunto por el IBI y la
UNESCO, que reunió a 290 delegados representando a 76 países. Posteriormente tuvieron
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gran eco las Conferencias Mundiales sobre Flujo de Datos Transfrontera (TDF). Estos
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flujos eran una cuestión decisiva para el despliegue de lo que Castells (1998) llamó
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“capitalismo informacional” y constituían un campo de disputa entre las corporaciones y
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los países del 3M. También organizó el encuentro Informática, Desarrollo y Paz en 1981
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en México con el apoyo del presidente López Portillo y, en el mismo año, inauguró el
Centro Regional para América Latina y el Caribe (CREALC) dedicado a la capacitación,
fruto de un convenio entre el IBI y el gobierno mexicano y el Centro Regional de
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7 En 1951 fue aprobada por UNESCO, en cumplimiento de resoluciones del Consejo Económico Social de
Naciones Unidas, la constitución de un centro de cálculo con el objeto de crear un gran laboratorio de
cálculo electrónico para el uso de científicos de todo el mundo. La sede del ICC (y luego la del IBI) fue
Roma. Si bien UNESCO quedó como depositario de la Convención constitutiva del ICC, éste era un
organismo autónomo sostenidos por los países adherentes. A poco de su creación el desarrollo de las
computadoras hizo que el objetivo original perdiera su sentido y, hacia finales de la década de 1960, el ICC
arrastraba una existencia relativamente anodina.
8 En 1966 la asunción de un gobierno dictatorial en Argentina provocó el reemplazo del representante del
país ante el ICC, Manuel Sadosky, conceptuado como el “padre” de la computación argentina, por Agustín
Durañona y Vedia, un reconocido matemático ligado a la jerarquía de la Iglesia Católica y a las Fuerzas
Armadas. En ese momento el prestigio del ICC estaba en su punto más bajo. Durante 1967 el cargo de
Director General quedó vacante y el centro parecía destinado a su disolución. Sólo podemos hacer
conjeturas acerca de si Durañona visualizó en esta crisis una oportunidad y cómo pudo lograr que se
designase Director General interino a una persona de su confianza. Lo cierto es que, en 1968, Fermín
Bernasconi, un experto en Investigación Operativa, ex oficial de la marina de guerra argentina y estrecho
colaborador de Durañona, se hacía cargo de una misión que, según todo parecía indicar, consistía en liquidar
al ICC. (Carnota y Rodriguez, 2014)
9 Bernasconi, Fermín (1970). Discurso de Apertura de la I CALAI. En Actas de la I CALAI. Tomo I.
Buenos Aires. 1970.
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Enseñanza de la Informática (CREI) en Madrid, mediante acuerdos con el gobierno
español. A mediados de la década de 1980, el IBI llegó a contar con 44 estados miembros,
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13 de ellos en América Latina y el Caribe (ALC). Todos pertenecían al 3M, con excepción
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de Francia, España e Italia, cuyos aportes cubrían el grueso de su presupuesto (Carnota,
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2018; Mahoney, 1987). Como veremos a continuación, años antes de su reconocimiento
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internacional y cuando ni siquiera estaba formalizada la conversión del ICC en IBI, la
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primera iniciativa internacional de peso del IBI se había realizado en ALC.
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En Latinoamérica la cuestión de la autonomía tecnológica había sido desde
mediados de la década de 1960 un motivo de reflexiones y debates que dieron cuerpo al
pensamiento latinoamericano en ciencia, tecnología, dependencia y desarrollo
(PLACTED) (Feld, 2011). Este movimiento, si bien muy heterogéneo en su composición,
tuvo como eje central la convicción de que en la región podía crearse una capacidad de
decisión autónoma en materia de selección y uso de tecnologías, e incluso que podían
hacerse desarrollos propios, a través de una mezcla de asimilación, adaptación y
generación de tecnologías, sin necesidad de comprarlas en el exterior llave en mano. Estas
ideas se sustentaban en experiencias importantes como el desarrollo del sector nuclear en
Argentina o el aeronáutico (y posteriormente también el informático) en Brasil (Adler,
1991).
Es posible suponer que las realizaciones mencionadas y las ideas que surgieron a
su influjo, así como la matriz nacional-desarrollista de muchos gobiernos de la región,
hayan creado un clima propicio para la recepción del mensaje del IBI. Esto incluye a los
gobiernos surgidos de los golpes de estado militares, como los que afectaron en la década
de 1960 a la Argentina y Brasil, en los que existía la preocupación por la dependencia en
materia de defensa nacional ante el creciente rol de la informática en todos los aspectos
de la misma.
En definitiva, el contexto que señalamos y los contactos de Bernasconi en el
gobierno argentino se conjugaron para que, en abril de 1970, se realizara en Buenos Aires
la Primera Conferencia de Autoridades Latino Americanas en Informática (I CALAI). El
evento estuvo organizado en conjunto por el gobierno argentino y el IBI (que se
denominaba IBI-ICC dado que la reconversión del ICC aún no estaba formalizada), pero
queda claro de la revisión de sus Actas que el protagonismo era de Bernasconi.10 Su
principal singularidad consistió en que en esos momentos no existían “autoridades en
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10 Actas de la I CALAI. Buenos Aires. 1970.
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informática” en país alguno de la región.11 La intención era instalar las ideas promovidas
por el IBI en la agenda pública latinoamericana. De hecho, gran parte de las
deliberaciones de la I CALAI giraron en torno a cuál debería ser el alcance de unas
“políticas en informática”, cómo deberían definirse y cuál debería ser el rol de las
autoridades a crearse.12 También la segunda CALAI (México, 1972) fue gestada desde el
IBI. Este carácter fundacional, aunque prematuro, se evidenció en su discontinuidad. La
tercera CALAI (Buenos Aires 1979) recién se realizó cuando ya se había concretado la
SPIN, la PNI de Brasil estaba en marcha y había una mayor organización institucional de
las autoridades gubernamentales en torno al campo de la informática. A partir de la III
CALAI las conferencias pasaron a realizarse en forma regular y, paulatinamente, la
CALAI se fue institucionalizando como “organismo autónomo regional” con una
Secretaría Permanente (SP) y la edición de un boletín que, en su segunda época, se
denominó “Informática e Integración”. También evolucionaron sus perspectivas, desde
el enfoque casi exclusivo en la informatización de la administración pública hasta
cuestiones como el flujo de datos transfrontera, la definición de contratos tipo para
negociar con los proveedores o la elaboración de proyectos multilaterales de desarrollo.
En forma contemporánea a la regularización del funcionamiento de la CALAI
surgieron en ALC otras instituciones y actividades con vocación integradora. Una de ellas
fue la Federación Latinoamericana de Usuarios de Informática (FLAI) fundada en 1981
y constituida por varias asociaciones nacionales, entre ellas las de Argentina, Brasil y
Chile. La FLAI, con apoyo del IBI, hizo numerosos encuentros en los distintos países de
la región y asistió como observador en varias CALAI. Otro caso fue el de las CLEI
(Conferencias Latinoamericano de Informática) que se realizaban en sedes rotativas por
la región y que, en esos años, junto al foco en las presentaciones de tipo académico,
también debatían temas como “La informática: ¿un factor de desarrollo o de dependencia
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11 Esto no significaba que hubiese desinterés de los gobiernos por la informatización en el Estado. En varios
países se habían formado centros o empresas de procesamiento orientadas a racionalizar este uso como
ENCO (Empresa Nacional de Computación) en Chile, el SERPRO (SERvicio Federal de PROcesamiento
de Datos) en Brasil o el CUPED (Centro Único de Procesamiento Electrónico de Datos) en Argentina
(Medina,2005); (Vianna, 2016); (Fondevila et al, 2008). Las autoridades de estos centros funcionaban a
veces como “proto autoridades” en informática, pero no tenían en sus manos la definición mucho más
amplia de PNI. Para un panorama de las primeras políticas en computación en ALC ver Barquin (1974).
12Asistieron representantes de 14 países de la región, aunque la mitad estaban representados por
funcionarios de las respectivas embajadas en Buenos Aires. De las restantes delegaciones, las de Argentina,
Brasil y Chile estaban integradas con funcionarios ligados a los centros de cómputo estatales, CUPED,
SERPRO y ENCO, las de México, y Venezuela por funcionarios de la administración pública de áreas de
comunicaciones o de reforma administrativa, mientras que los representantes de Ecuador y Paraguay eran
funcionarios de gobierno sin discriminación de tareas. Actas de la I CALAI. Buenos Aires. 1970.
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para Latinoamérica?”. El intento más audaz para aunar esfuerzos en la región en torno a
las tecnologías avanzadas fue el Club de Cali, que nació de la mano del IBI en un
encuentro realizado en mayo de 1984 y que se denominó “Informática y Soberanía: La
Informática, una estrategia para la integración regional.” Estaba constituido por
personalidades de diversos ámbitos de la sociedad de unos 15 países de la región y
propuso el desarrollo de un Programa Latino Americano de Nuevas Estrategias en
Tecnologías Avanzadas (PLANETA) con la idea de que era imprescindible la integración
para lograr el desarrollo autónomo de las tecnologías avanzadas y que, a la vez, un tal
proyecto podría ser muy útil para el objetivo político de la integración (Carnota, 2018).13
A pesar de esos esfuerzos, las transformaciones políticas y tecnológicas en el
plano internacional en el final de la década de 1980 provocaron una discontinuidad de las
iniciativas que buscaban la autonomía y la integración regional en el campo de las TI.
En la CALAI las recomendaciones y debates de las sucesivas conferencias no se
convirtieron en acciones efectivas por múltiples factores. Esto fue puesto en discusión en
la IX CALAI, a finales de 1985, donde se diseñaron algunos proyectos más concretos.
Sin embargo, en los años siguientes las condiciones de contorno fueron cambiando. Los
principales sostenes financieros del IBI, Italia, España y Francia retiraron su apoyo a la
línea política desarrollada y forzaron, en 1987, la renuncia de Bernasconi. Esta crisis y
posterior “autodisolución” de la organización en 1988 fueron una señal inequívoca de
aquellas transformaciones Tanto la CALAI como las demás instituciones e iniciativas
integracionistas acusaron el golpe y experimentaron un progresivo desmantelamiento, a
medida que la falta de recursos y la desarticulación política entre los estados dificultaba
la ejecución de las metas propuestas. Finalmente, el ascenso de gobiernos neoliberales en
muchos países de la región trajo nuevos paradigmas en la orientación de las políticas
tecnológicas, promoviendo el cierre del ciclo de integración y la eliminación de los
principios de autonomía y cooperación que habían guiado las PNI hasta ese momento.
El presente artículo procura aportar a cubrir el notable vacío de estudios sobre la
trayectoria del IBI y, en particular, sobre su impacto en ALC. En la década de 1980,
mientras el IBI estaba en su pico de su actividad, la investigadora norteamericana Eileen
Mahoney realizó su trabajo de tesis doctoral sobre esta organización, en el marco de los
conflictos que se estaban suscitando en torno al rol de la TI en ese mismo momento
(Mahoney, 1987). Este trabajo es una fuente invalorable ya que contó con el acceso a toda
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13 Informe Final de la Reunión Informática y Soberanía. Editado por el IBI. Roma. 1984; Informe Final
Segunda Reunión Plenaria Club de Cali. PLANETA. Editado por el IBI. Roma. 1985
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la documentación existente en las oficinas en Roma, incluye como anexos algunos
documentos y cita muchos otros. Sin embargo, luego del cierre del IBI su propia memoria
se fue desvaneciendo. Recién en la primera década de este siglo algunos pocos autores se
ocuparon, a veces en forma lateral, del surgimiento, ascenso y caída del IBI (Pohle, 2013;
Mounier Kuhn, 2009; Carnota, 2008; Benchenna, 2008). En cuanto a las iniciativas
desarrolladas en América Latina, como las CALAI o el Club de Cali, no existían hasta
ahora investigaciones académicas y ni siquiera referencias en la WEB. La tarea de
reconstruir esta experiencia se ve dificultada por la dispersión o desaparición de las
fuentes documentales y de gran parte de sus actores. Este trabajo está basado en fuentes
documentales rescatadas de archivos personales y de algunos -pocos- organismos
estatales que estuvieron ligados a la problemática de la informática y que conservan sus
archivos.
Las CALAI
Una de las recomendaciones de la I CALAI solicitaba al IBI y al gobierno
argentino la convocatoria de una nueva conferencia al año siguiente en otro país a definir.
Finalmente, la II CALAI tuvo lugar en 1972, en México, también organizada por el IBI
en acuerdo con el gobierno mexicano. La situación no había variado significativamente.
Los documentos de trabajo previos, elaborados por expertos del IBI, planteaban tres
objetivos para la conferencia: definir el rol de las autoridades informáticas, su jurisdicción
y relaciones con otros órganos de gobierno y promover la institucionalización en el plano
internacional de dichas autoridades.14 A esta CALAI asistieron también 14 países, pero
sólo 8 de los que habían participado en la primera. Junto a los temas centrales planteados
por el IBI la mayoría de las recomendaciones que surgieron del trabajo en comisiones
siguieron focalizadas en el ordenamiento del sector público, en las necesidades de
formación técnica, en los pedidos a Naciones Unidas (NNUU) y a otros organismos
internacionales de apoyo mediante centros regionales de capacitación, envío de expertos
etc. De todos modos, avanzando sobre las posiciones del IBI, la primera recomendación
planteaba: “Que se considere la informática como parte integral e importantísima en el
proceso de desarrollo…”15.
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14 Documentos preparatorios de la II CALAI. Edit.IBI, 1972
15 “Resoluciones y Recomendaciones de las Conferencias de Autoridades Latinoamericanas en
Informática”. Secretaría Permanente VIII CALAI. México 1985.
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Como ya se dijo, luego de la II CALAI se produjo una discontinuidad y la III
CALAI se reunió en Buenos Aires recién en 1979, cuando ya existían autoridades en
informática o al menos áreas o funcionarios dedicados a este campo en varios países. En
la III CALAI funcionaron comisiones de políticas y planes nacionales de informática, de
normas y criterios para la adquisición de equipamiento informático y de flujo de datos
transfrontera (TDF), los ejes temáticos sobre los que había girado la reciente conferencia
SPIN. Ocupó buena parte de las recomendaciones el tema de las contrataciones de bienes
y servicio informáticos por parte del estado, con énfasis en la fijación de normas, en la
utilización del poder de compra del estado y en el desarrollo de una política de
mantenimiento independiente de los fabricantes. El tema de los TDF era una cuestión
conflictiva que afectaba los intereses de las corporaciones multinacionales, encolumnadas
tras la bandera del “libre flujo de información” frente a las pretensiones de los países del
3M de regular tales flujos en defensa de sus derechos soberanos (Mahoney, 1988);
(Carnota, 2018). En esta oportunidad la CALAI no tomó posición propia, aunque resolvió
formar un grupo de trabajo sobre TDF e invitar a todos los países de la región a participar
de la conferencia mundial que organizaba el IBI para 1980.
Esta postura neutral ante el fenómeno TDF cambió en la IV CALAI (México,
1980), que contó con 12 estados participantes. Allí se aprobó la “Declaración de
Principios de la IV CALAI relativa a los flujos de datos de fronteras”, donde se expresa
que el tema afecta la soberanía, que en su tratamiento se deben salvaguardar los intereses
nacionales y se menciona la necesidad de un nuevo orden internacional de la información,
concepto que también sostenía UNESCO por esa época y que iba en paralelo al reclamo
de un Nuevo Orden Económico Internacional (Mahoney, 1988; Carnota, 2018).16 Entre
las recomendaciones tiene peso la cuestión de las normas para la adquisición de bienes y
servicios informáticos y los protocolos de redes. Un paso importante hacia la
institucionalización de la conferencia fue la propuesta de formación de un grupo de
trabajo a cargo de confeccionar un reglamento de la CALAI. La recomendación
estipulaba pautas para ese reglamento, comenzando por la definición de objetivos.
La consecuencia más destacada de la IV CALAI fue que el país sede (México en
este caso) estableció por primera vez una SP y ésta avanzó en la elaboración del
reglamento. Es probable que la constitución de una SP, que dio sin dudas mayor
estabilidad institucional a la CALAI, haya influido en que las dos siguientes conferencias
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16 “Resoluciones y Recomendaciones de las Conferencias de Autoridades Latinoamericanas en
Informática”. Secretaría Permanente VIII CALAI. México 1985.
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hayan sido las de mayor número de asistentes como señalamos más adelante (ver gráficos
1 y 2).
Gráfico 1: Países participantes en CALAI, por año de edición (1970-1987)
Países participantes em CALAI (1979-1987)
25
20
21
21
15
13
14
13
12
15
16
13
10
9
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5
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0
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1970
1972
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1987
Arg
Mex
Arg
Mex
Chi
Bra
Uru
Mex
Arg
Arg
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
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Fuente: Elaboración propia sobre la base de “Resoluciones y Recomendaciones de las Conferencias de
Autoridades Latinoamericanas en Informática”. Secretaría Permanente VIII CALAI. México 1985; “X
Conferencia de Autoridades Latinoamericanas en Informática”. Informática e Integración 25 diciembre
1987 enero 1988.Secretaría Permanente CALAI. Buenos Aires. 1988
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Gráfico 2: Participaciones en CALAI, por país (1970-1987), destacando a México y
Argentina por el número de participaciones
12
PartIcipaciones em CALAI (1970-1987)
10 10
10
9
9
9
9
9
8
8
8
8
7
7
7
6
6
6
6
5
4
3
3
2
2
2
2
2
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0
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PartIcipaciones em CALAI
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__rendered_path__116__rendered_path__117__rendered_path__123__rendered_path__125__rendered_path__126__rendered_path__134
Fuente: Elaboración propia sobre la base de “Resoluciones y Recomendaciones de las Conferencias de
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Autoridades Latinoamericanas en Informática”. Secretaría Permanente VIII CALAI. México 1985; “X
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Conferencia de Autoridades Latinoamericanas en Informática”. Informática e Integración 25 diciembre
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1987 enero 1988.Secretaría Permanente CALAI. Buenos Aires. 1988.
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La V CALAI, celebrada en Santiago de Chile en 1981, contó con la presencia de
21 países, incluyendo algunos no latinos como Jamaica, Guyana y Surinam. En esta
oportunidad se aprobó el reglamento de funcionamiento para la CALAI, y se elaboró un
anteproyecto de “Convenio Básico de Cooperación en Informática entre Países
Latinoamericanos”.
Las Conferencias funcionaban en base a la presentación de informes de las
diversas situaciones nacionales y al debate en comisiones. En general producían una serie
de recomendaciones que reflejaban las inquietudes de los países participantes a partir de
sus necesidades, que eran muy diferentes entre sí. Al lado de definiciones más políticas,
la mayoría se refería a aspectos como la normalización de protocolos de red, el
intercambio de experiencias y de datos, el pedido a los organismos internacionales de
expertos para formular y colaborar en proyectos o la formación personal capacitado. A
esta última inquietud, cara a la mayoría de los países de la región excepto los pocos que
ya tenían una fuerte infraestructura informática instalada, buscó dar respuesta el IBI a
través de los centros como el CREALC y el CREI.
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La VI CALAI se realizó en Río de Janeiro en 1982, contando nuevamente con la
asistencia de los 21 países que habían estado presentes en Chile. El contexto estaba
fuertemente marcado por el liderazgo de Brasil, donde estaba en pleno desarrollo una
importante industria local funcionando al amparo de su PNI, y por la reciente guerra de
Malvinas que había galvanizado sentimientos de unidad latinoamericana. Entre las
recomendaciones aparece la preocupación por las redes de transmisión de datos y su uso
para compartir los conocimientos contenidos en las bases de datos públicas. Esta CALAI
marcó un hito con la Declaración de Río de Janeiro, que significó un fuerte aval a las
CALAI y a su institucionalización. En la misma se consideraba
“La identificación de la informática como vehículo por el cual se
administran actividades que afectan profundamente a los países en
desarrollo, tales como el flujo de divisas, la generación y transferencia
de tecnología, los empleos clasificados, la educación en escala masiva,
la caracterización cultural, la infraestructura de defensa nacional y la
soberanía en las decisiones que inciden sobre los destinos de cada
país.”17
La declaración, además, reafirmaba los objetivos de la CALAI, reconocía a la
CALAI como “el foro superior más adecuado en el área de política de informática de
América Latina y el Caribe”, manifestaba su apoyo a “los esfuerzos nacionales destinados
a lograr el dominio pleno de la información y de su tecnología asociada y ratificaba “ante
los países desarrollados la necesidad de evitar la imposición de limitaciones al libre
acceso a las tecnologías informáticas de interés de la región”.18
En Montevideo, sede de la VII CALAI en 1983 se hicieron presentes 15 países.
Entre las preocupaciones se incorporó “la introducción de la informática en todos los
niveles educativos”. Muchas recomendaciones se reiteraban, dado que resultaban, en
verdad, expresiones de deseo que no había quién ejecutara. En particular la SP,
destinataria de muchas de ellas, no tenía recursos propios para concretarlas.
Una recomendación que desde nuestra perspectiva de historiadores resulta
interesante es la que proponía elaborar “monografías sobre el desarrollo histórico de la
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17 “Resoluciones y Recomendaciones de las Conferencias de Autoridades Latinoamericanas en
Informática”. Secretaría Permanente VIII CALAI. México 1985.
18 “Resoluciones y Recomendaciones de las Conferencias de Autoridades LatinoAmericanas en
Informática”. Secretaría Permanente VIII CALAI. México 1985.
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informática en los diferentes países”, incluyendo “entrevistas a representantes destacados de
la política informática respectiva que ofrezcan testimonios de los procesos de desarrollo
informático nacional.”19
La octava conferencia, que tuvo lugar en México en 1984, tomó nota de esta falta
de concreciones e intentó corregirla mediante el establecimiento del Programa México de
Acciones Estratégicas, consistente en seis proyectos, cada uno de los cuales tenía un país
responsable. Vale la pena describirlos pues da cuenta de las preocupaciones centrales que
dominaban a la CALAI en esos años iniciales de la década de 1980:
- Delinear “una estrategia de la región de desarrollo autónomo en informática”:
realizar un “seguimiento y evaluación de las tendencias tecnológicas y de mercado
mundiales” y analizar comparativamente “las estrategias de las empresas transnacionales
en América Latina y el Caribe”;
- “Establecer las pautas para los contratos informáticos sobre la base de
condiciones razonables y equilibradas”;
- Estudiar los “mecanismos jurídico-políticos y técnicos para la definición de
políticas nacionales sobre el flujo de datos transfronteras y su armonización entre los
países de América Latina y el Caribe”;
- “Proponer acciones en relación con la normalización y compatibilidad de
equipos y sistemas” y “promover la definición de políticas sobre creación y divulgación
de bases de datos nacionales y la constitución de una red regional de bases de datos, la
cual integre esfuerzos nacionales”;
- “Proseguir las tareas de relevamiento llevadas a cabo por la SPCALAI en
relación con especialistas en informática, centros de investigación y desarrollo, entidades
dedicadas al desarrollo del software, bancos de datos públicos y recursos informáticos” y
“realizar un diagnóstico comparativo costo-beneficio de la informatización de los sectores
públicos de América Latina y el Caribe”;
- “Dar continuidad a los estudios interdisciplinarios realizados respecto a la
dimensión social de la informática, en articulación con otros organismos regionales e
internacionales”.20
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19 “Resoluciones y Recomendaciones de las Conferencias de Autoridades LatinoAmericanas en
Informática”. Secretaría Permanente VIII CALAI. México 1985.
20 “Resoluciones y Recomendaciones de las Conferencias de Autoridades Latinoamericanas en
Informática”. Secretaría Permanente VIII CALAI. México 1985.
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Una recomendación destacable por su novedad y por el contraste con la mirada
más acrítica de la década anterior es la que planteaba a las autoridades que “presten la
debida atención a los efectos negativos que la aplicación de la informática y su principal
herramienta, las computadoras, puedan producir en el incremento de las brechas y
diferencias sociales existentes en nuestra región” y que “ante el reto que plantea el
impacto de la informática en los valores culturales, adoptar las medidas tendientes a
fortalecer la conciencia sobre la entidad cultural de la América Latina”.21
La IX CALAI se celebró en Bariloche, Argentina a fines de 1985. En su apertura
el Subsecretario de Informática argentino, Carlos Correa, señaló los cambios acelerados
de las nuevas tecnologías de la información y su creciente fusión con las de
comunicaciones, el gran peso económico que el sector tenía en los países industrializados
y su rol estratégico “en la estructuración de los núcleos de poder tecnológicos y
económicos contemporáneos”.22 Indicó que el papel de ALC es marginal, pese a los
esfuerzos de países como Cuba y Brasil y a los planes de Argentina y México. ALC no
podrá aislarse del avance de una tecnología tan invasiva, dijo luego, y para insertarse
activamente en “la revolución tecnológica que la informática impulsa es absolutamente
indispensable poner en marcha mecanismos concretos de cooperación al interior de la
región”. Afirmó finalmente que el desafío de la CALAI era pasar de la integración de las
palabras a “hechos concretos que permitan avanzar hacia un desarrollo autónomo de la
informática en la región.”23 El debate se centró en el examen de los resultados de las
CALAI. Hubo consenso en redefinir el rol de la CALAI y dar más estabilidad a la SP,
ampliando su período de mandato a 2 años. Por otro lado, Correa sinceró otra dificultad
de la CALAI: “los países de Latinoamérica no tienen una doctrina propia del rol de los
mismos en el campo de la informática. Las doctrinas existentes varían entre las que
proponen para Latinoamérica un rol de consumidores pasivos hasta las que la ven en un
rol de productor activo. 24
Tanto en la VIII como en la IX CALAI se hizo presente el Club de Cali y sus
propuestas lograron la adhesión de ambas conferencias.
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21 “Resoluciones y Recomendaciones de las Conferencias de Autoridades Latinoamericanas en
Informática”. Secretaría Permanente VIII CALAI. México 1985. Este cambio de enfoque está seguramente
inducido por las transformaciones de una tecnología cada vez más “invasiva” por la creciente expansión de
su uso, potenciado por la aparición de las microcomputadoras, tecnología que reflejaba patrones culturales
propios de otras latitudes, en particular de EEUU y Europa occidental.
22 Informe de la IX CALAI. Secretaría Permanente IX CALAI. Buenos Aires.1985.
23 Informe de la IX CALAI. Secretaría Permanente IX CALAI. Buenos Aires.1985.
24 Informe de la IX CALAI. Secretaría Permanente IX CALAI. Buenos Aires.1985.
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Proyectos Latinoamericanos
En esos años estaba muy presente la idea de que estaba ocurriendo una “tercera
revolución industrial” (3RI), entendido como el advenimiento de un nuevo paradigma
tecnológico-económico de acumulación capitalista, sustentado en el desarrollo del
Complejo Electrónico-Informático, la Biotecnología y los Nuevos Materiales. En este
nuevo modelo de acumulación se realizaba un traslado de las «ventajas comparativas»
desde las riquezas naturales y su explotación primaria hacia el dominio de la ciencia y la
tecnología (Nun, 1995). Sectores de las élites de los países del 3M sostenían que era
posible recuperar el «tren perdido» del desarrollo mediante un conjunto de políticas
públicas que promoviesen un “salto” a la 3RI. Por el contrario, una actitud pasiva frente
a este fenómeno conduciría a profundizar la dependencia. Estas ideas, que estaban en
línea con la filosofía del IBI, fueron expresadas claramente por el Ministro de Ciencia y
Tecnología de Brasil, Renato Archer, en un discurso pronunciado en ocasión de la
apertura de uno de los pocos proyectos de cooperación regional que funcionó en esa
época:25
“La mutación del Orden Económico Internacional representa un desafío
crucial para las economías en desarrollo y, en especial, para las
economías de industrialización tardía, como el Brasil y como la
Argentina. El impacto de la llamada revolución microelectrónica
acelera el progreso tecnológico en los países avanzados, modificando
incesantemente la estructura de producción de varias ramas
industriales.”26
Agregaba luego que, como consecuencia del mencionado fenómeno, “la brecha
tecnológica entre los países del primer y los del tercer mundo amenaza ampliarse,
profundizando los niveles de dependencia de nuestros países en relación con las grandes
potencias industriales” y postulaba que, para evitar esta profundización, era necesario “el
establecimiento de proyectos nacionales en los sectores de tecnología de punta”.27
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25 Se trata de la primera de las Escuelas Brasileño-Argentinas de Informática a las que nos referiremos más
adelante.
26 Archer, Renato (1986). “Os Desafios da Informatica a Sociedade Latino-Americana”. Aula Inaugural
da Iera. EBAI. Centro de Convenciones da UNICAMP.
27 Archer, Renato (1986). “Os Desafios da Informatica a Sociedade Latino-Americana”. Aula Inaugural
da Iera. EBAI. Centro de Convenciones da UNICAMP.
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Este espíritu de alentar políticas de informática orientadas a autonomía
tecnológica en un marco de integración regional se observa en las recomendaciones y
resoluciones de las sucesivas CALAI. En la VIII, IX y X CALAI, las últimas de la serie
sobre las que centra este trabajo, se registra un número creciente de voces que exhortaban
a pasar de las declaraciones a los proyectos concretos y entendiendo que ningún país
aislado podría remontar el retraso en el dominio de las nuevas tecnologías.
Estas orientaciones con enfoque regional ya se delineaban desde inicios de la
década de 1980. Un ejemplo fue la Federación Latino Americana de Usuarios de
Informática (FLAI) que se constituyó a fines de 1981 por iniciativa de la sociedad
brasilera SUCESU.28 Desde 1983 y hasta finales de la década se realizaron numerosos
“encuentros latinoamericanos de usuarios de informática” (ELAUDI) en ocasión de
congresos nacionales de informática de diversos países. Algunas actividades promovidas
por el IBI, que dio soporte a la organización de los encuentros, se realizaron en el marco
de los ELAUDI. La FLAI concurrió como observador a varias CALAI e incluso tomó a
su cargo algunos informes técnicos encomendados en las conferencias. Otro ámbito
donde el clima latinoamericanista y “antidependentista”29 se hizo notar fueron las CLEI
cuyo foco era centralmente académico. Además de debates políticos, como se mencionó
en la Introducción, se generó, en su décima edición de 1984, una declaración que
convocaba a actuar “no ya como usuarios expertos de las tecnologías, sino como
productores y abastecedores de tecnología” (Migliaro, 2015).
La iniciativa más ambiciosa para el impulso de la integración regional en torno a
la informática fue el Club de Cali. Este movimiento nació de la mano del IBI en un
encuentro realizado en mayo de 1984, con el auspicio del presidente de Colombia
Belisario Betancur, que se denominó “Informática y Soberanía: La Informática, una
estrategia para la integración regional.” Era una iniciativa que apuntaba a romper la
inercia de los gobiernos nacionales, envueltos en climas de inestabilidad política y asfixia
económica por el peso de la deuda externa, y estaba conformado por personalidades de
distintos ámbitos de la sociedad con el objetivo de forjar “consenso en la búsqueda de
caminos comunes para los grandes problemas de América Latina y el Caribe” para lo cual
se procuraría “orientar a nuestros gobiernos en la formulación de políticas que aprovechen
el enorme potencial de la informática para el desarrollo económico y social”.30 En
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28Sociedad de Usuarios de Computadores y Equipos Subsidiarios, fundada en 1965.
29 En el sentido utilizado por (Adler, 1991).
30 Soberanía e Informática”. Dossier sobre la constitución del Club de Cali. Agora 8. 1984/2. Roma, 1984.
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definitiva, el Club era “un movimiento de opinión de alcance latinoamericano en favor
de un desarrollo autónomo de la informática en la región”.31 Para promover estos
objetivos en cada país, se propuso la conformación de capítulos nacionales del Club.
La segunda reunión plenaria del Club de Cali se realizó en octubre de 1985. De la
misma surgió la propuesta de desarrollar en forma integrada entre los países de la región
un Programa Latino Americano de Nuevas Estrategias en Tecnologías Avanzadas
(PLANETA), cuyas orientaciones generales quedaron planteadas en esa oportunidad y
cuyos objetivos se definían en los siguientes términos:
“Las tecnologías avanzadas tendrán un papel preponderante y
decisivo en el desarrollo de América Latina, el cual será soberano
o definitivamente dependiente, en gran medida en función de la
forma como esas tecnologías sean asimiladas. El Proyecto
PLANETA deberá buscar la creación de condiciones que
contribuyan a que las tecnologías avanzadas y, en particular, la
informática, constituyan un elemento importante en el desarrollo
autónomo de la región. En este contexto, la integración
latinoamericana aparece como un instrumento fundamental para
el logro de estos objetivos.”32
Dando cuenta de la trama que se había establecido entre organizaciones y personas
comprometidas con estos principios de autonomía tecnológica por y para la integración
regional, una de las resoluciones de la VIII CALAI fue dar apoyo al recientemente
constituido Club de Cali y a su documento fundacional, las “Reflexiones de Cali”.33 Al
año siguiente la IX CALAI apoyó explícitamente la idea del Proyecto PLANETA.
Mientras estos movimientos se desplegaban, otros proyectos, animados del mismo
espíritu, se pudieron concretar. Uno de ellos fue el Programa Argentino Brasileño de
Informática (PABI), acordado entre las autoridades de Informática de ambos países y que
se puso en marcha en 1985 (Aguirre y Carnota, 2009). El PABI reunía a investigadores
en líneas de punta que, además del intercambio de experiencias y conocimientos, se
propusieron abordar un proyecto conjunto que comenzó a dar sus primeros pasos en
1987.34 En el marco del PABI se desarrollaron las Escuelas Brasileño Argentinas de
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31 Informe Final de la Reunión Informática y Soberanía. Editado por el IBI. Roma. 1984.
32 “Proyecto PLANETA”. Agora 13. 1986/1. Roma, 1986.
33 “Resoluciones y Recomendaciones de las Conferencias de Autoridades Latinoamericanas en
Informática”. Secretaría Permanente VIII CALAI. México 1985.
34 Estación de trabajo heurística orientada a Software, concebida como una plataforma para generar
programas. “Proyecto ETHOS”. Informática e Integración 19 Oct-Nov 1986. pp.7-9. Secretaría Permanente
IX CALAI. Buenos Aires. 1986.
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Informática (EBAI),35 escuelas de verano por la que pasaron varios miles de estudiantes
con cursos donde investigadores activos enseñaban temas que estaban en la frontera del
conocimiento (Fotografía 1).
También vale la pena mencionar la creación de la Escuela Superior
Latinoamericana de Informática (ESLAI), una iniciativa del primer gobierno argentino
de la actual etapa democrática (Aguirre y Carnota, 2009). Su objetivo era formar
profesionales de excelencia y estuvo abierta a postulantes de toda la región. La concreción
de la ESLAI fue el resultado de una labor conjunta del IBI, la UNESCO, el Gobierno de
la Provincia de Buenos Aires y la Secretaría de Estado de Ciencia y Técnica (SECyT) de
Argentina. En su breve existencia dio lugar al egreso de casi un centenar de graduados en
informática de variados países de ALC con un nivel académico de excelencia.
Fotografía 1: Manuel Sadosky (centro, con anteojos) y estudiantes argentinos en la I EBAI,
Universidade Estadual de Campinas (Unicamp), Brasil, feb/1986.
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35 La EBAI comenzó sus actividades en 1985, formando su primera clase en febrero de 1986. Hubo seis
ediciones de EBAI, la última en la ciudad Córdoba en 1993. Una característica de EBAI fue la publicación
de trabajos de estudiantes y profesores, contemplando diferentes aspectos de la Informática, como la
arquitectura de computadoras, la automatización, las bases de datos, los circuitos electrónicos e los sistemas
gráficos, que caracterizaron un intercambio efectivo de experiencias y conocimientos.
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Fin de Ciclo
Ya entrada la década de 1980, se reforzaron las tendencias a favor de la
desregulación y de la reducción de la presencia estatal, en particular en el campo de las
comunicaciones. Si bien las posiciones del IBI eran, en general, conciliadoras respecto al
rol de las corporaciones, muchas de sus acciones, como la apertura del debate sobre los
TDF con participación de los países del 3M o la promoción de contratos tipo para la
adquisición de material informático, que afectaba las estrategias corporativas de venta,
iban en dirección opuesta. Los países que proveían el grueso del presupuesto del IBI,
Francia, Italia y España, que habían obtenido magros resultados en sus aspiraciones de
acceder al mercado informático de los países subdesarrollados, recibieron la presión de
los intereses afectados. Por otra parte, como señala Mahoney (1987), la misma tendencia
privatista y desreguladora condujo al debilitamiento de los estados nacionales del 3M,
cuyas dirigencias eran las destinatarias naturales del discurso y de los proyectos del IBI.
Los proyectos concebidos desde el IBI como el Programa Especial de Informática
para el Desarrollo (Strategies and Policies for Development -SPINDE), ambicioso
programa de informatización del 3M que estaría dotado de un presupuesto de mil millones
de dólares, no pudieron concretarse. 36 Tampoco se pudo realizar una segunda conferencia
SPIN por la que el IBI venía trabajando desde el fin de la exitosa I SPIN. Esta situación,
sumada al enfrentamiento con la UNESCO, que lo veía como competidor, y que había
lanzado su propia iniciativa denominada Programa Internacional para la Informática
(PII), y a una crisis financiera agravada por el retiro del apoyo de Francia y luego de
España forzaron, en 1987, la renuncia de Bernasconi, alma mater de la organización desde
su origen. Al año siguiente una Asamblea Extraordinaria decidió la auto disolución del
IBI (Carnota, 2018).
En ALC y pese a los esfuerzos desplegados, estas mismas transformaciones
políticas y tecnológicas en el plano internacional provocaron, hacia finales de la década
de 1980, una discontinuidad de las iniciativas que buscaban la autonomía y la integración
regional en el campo de las TI. La crisis del IBI y su posterior “autodisolución” fueron, a
la vez, una señal inequívoca de los “nuevos vientos” que soplaban y un duro golpe a esas
iniciativas que, en gran medida, se sostenían gracias al apoyo político y económico del
IBI.
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36 Estamos preparando la conferencia SPIN II para el año 83, donde se va a poner en marcha un programa
de mil millones de dólares y de esa cantidad un 40% va a provenir de los países de la OPEP”. Entrevista a
Fermín Bernasconi. En Mundo Informático. Vol II. Nro. 26. junio de 1981.
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Luego de la IX CALAI, la SP quedó a cargo de Argentina por dos años. En 1986
a través de reuniones parciales y consultas se decidió convocar la X CALAI para 1987 y
que el país sede fuera nuevamente Argentina. Desde el número 15 el Boletín Informativo
pasó a denominarse “Informática e Integración” y en sus páginas pueden leerse las
numerosas iniciativas en el sentido de la integración en materia tecnológica. que
comenzaron a desarrollarse ese bienio. Entre otras, abrió sus puertas la ESLAI y comenzó
a funcionar el PABI, se iniciaron tratativas de establecer cooperación entre Argentina y
México y se realizó el encuentro “Latinoamérica, Parlamento y Nuevas Tecnologías. La
Informática, herramienta de integración regional”, con presencia de parlamentarios de
diversos países y de representantes del Club de Cali.37
A principios de 1987, el editorial del número 21 de la revista trataba “La crisis del
IBI”.38 Allí se decía que la comunidad informática latinoamericana ligada al IBI “asiste
con desaliento a la profundización de la crisis de la única organización internacional
especializada en informática” Se destacaba el apoyo del IBI hacia la integración regional,
el intercambio Sur-Sur y a varios proyectos relevantes como la ESLAI y se afirmaba que
“[s]u enfoque multilateral de los proyectos ha estado libre de los condicionamientos que
ocurren en las relaciones bilaterales entre países con diferente poder de negociación”
Interpretaba esta crisis “en el marco más amplio de la crisis del multilateralismo y de la
debilidad objetiva de los países en desarrollo dentro de los organismos internacionales”.
Dos números después, el editorial llama a fortalecer la CALAI. Reconoce que hasta allí
las conferencias han servido para “crear una trama de relaciones y conocimiento reciproco
al interior de la región” y que la IX CALAI había avanzado en darle un sentido más
practico a las actividades y propone un cambio de reglamento que refuerce el carácter de
organismo autónomo, dando a la SP mayor estabilidad y recursos.39
La X CALAI se realizó en Mendoza, Argentina, con la concurrencia de 9 países,
la cifra más baja desde el inicio de las conferencias. La síntesis publicada en Informática
e Integración 25, titulado “Hacia una Informática Latinoamericana” refleja un
protagonismo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como
potencial proveedor de fondos para el desarrollo de algunos proyectos entre dos o más
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37 “Primer Encuentro Latinoamérica, Parlamento y Nuevas Tecnologías. La Informática herramienta de
Integración Regional”. Informática e Integración 23 Junio-Julio 1987. Secretaría Permanente IX CALAI.
Buenos Aires. 1988.
38 Correa, Carlos M. (1987). “La crisis del IBI”. En Informática e Integración 21 Febrero-Marzo 1987.
Secretaría Permanente IX CALAI. Buenos Aires. 1987
39 Correa, Carlos M. (1987). “Fortalecer la CALAI”. En Informática e Integración, 23 Junio-Julio 1987.
Secretaría Permanente IX CALAI. Buenos Aires.
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países que allí se delinearon, en general continuando las temáticas de los que habían sido
propuestos en las dos conferencias anteriores (Fotografía 2). En el plano político la X
CALAI se manifestó en solidaridad con Brasil, cuya PNI estaba amenazada por las
presiones de EEUU. Por su parte se avanzaron preacuerdos entre CALAI y CREALC y
entre CALAI y CREI, los centros creados por el IBI. Si bien no hubo referencias a
PLANETA, si estuvo planteada la idea de hacer un proyecto importante en conjunto para
lo cual se pedían fondos al PNUD para desarrollar un “proyecto de asistencia
preparatoria” que permitiese definir el proyecto definitivo a encarar. Finalmente se
cambió el reglamento de modo que la SP pasara a ser electiva, en vez de ser asignada
automáticamente al país sede, y tuviera un mandato por dos años extensible a otros dos.
En esa oportunidad fue electa Argentina para la SP.40
Fotografía 2 La tapa del boletín “Informática e Integración”, anunciando la realización
de la X CALAI y una reunión de trabajo del evento en Mendoza, Argentina, 1987
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Fuente: Biblioteca MCT (Brasil).
Creemos que allí se cierra un ciclo. Si bien desconocemos sus contenidos en
detalle, las conferencias posteriores parecen haber sido sostenidas en parte por España y
esto generó su transformación en Conferencia de Autoridades Iberoamericanas en
Informática (CAIBI).41 La CAIBI sobrevivió hasta inicios del presente siglo, pero sufrió
un vaciamiento de sus objetivos.
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40“X Conferencia de Autoridades Latinoamericanas en Informática”. Informática e Integración 25
Diciembre 1987 Enero 1988.Secretaría Permanente CALAI. Buenos Aires. 1988.
41
“Qué
es
la
CAIBI?”.
Presentación
institucional
de
la
CAIBI.
Recuperado
de
http://www.gobiernodigital.gob.pe/publica/metodologias/Lib5086/cap0202.htm Consultado el 22-8-2018
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Las demás instituciones surgidas en el marco del paradigma de la integración y la
autonomía tecnológica experimentaron, en los años siguientes, un progresivo
desmantelamiento, a medida que la falta de recursos y la desarticulación política entre los
estados dificultaba la ejecución de las metas propuestas. Con la disolución del IBI, el
Club de Cali perdió impulso y desapareció y con él lo hizo el ambicioso proyecto
PLANETA. El PABI y las EBAI continuaron en condiciones más restringidas hasta
mediados de la década del 1990. Luego de que egresaran 3 cohortes la ESLAI tuvo que
cerrar sus puertas en 1991 por la asfixia económica inducida por el nuevo gobierno
argentino. La FLAI sobrevivió unos años, pero dejó de funcionar en la primera mitad de
la década de 1990. Finalmente, la vigencia de nuevos paradigmas en la orientación de las
políticas tecnológicas completó el cierre del ciclo.
Consideraciones finales
El objetivo de este artículo fue proporcionar una visión general sobre la trayectoria
de la CALAI, enmarcada en una tentativa inédita de los países latinoamericanos para
compartir esfuerzos y realizar intercambios de experiencias, recursos humanos y
desarrollos tecnológicos en el campo de la informática. Sin embargo, este intento,
canalizado en la CALAI, tuvo importantes límites, varios de los cuales fueron señalados
en las mismas conferencias. Los márgenes de acción de la CALAI estaban naturalmente
acotados por los dispares niveles de desarrollo informático entre aquellos países que se
concentraban en obtener recursos financieros y humanos para dar los primeros pasos y
aquellos otros que tenían una infraestructura sólida, con una importante informatización
de sus economías, como Argentina, Brasil, Chile y México. Otras limitaciones tenían que
ver con las distintas políticas de estado llevadas adelante por los gobiernos de la región.
En un extremo podría ubicarse Chile, cuya política informática se sostenía en el libre
mercado,42 y en otro Brasil, con un desarrollo industrial informático autónomo importante
(Erber, 1995), o Argentina, con políticas que, al menos en el papel, aspiraban a seguir ese
camino (Nochteff, 1995; Aguirre y Carnota, 2009).
Por otra parte, las conferencias emitían recomendaciones que pocas veces se
concretaban. Desde que comenzó a funcionar regularmente la SP, algunas de estas
recomendaciones tomaban la forma de tareas derivadas a la SP (desde coordinar estudios
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42 Según el informe del representante chileno en el IX CALAI. Informe de la IX CALAI. Secretaría
Permanente IX CALAI. Buenos Aires.1985.
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o recolección de informes de los países hasta encarar por sus propios medios informes
técnicos) que, en general, no podía ejecutarlas dado que era sostenida por el país sede y
no tenía recursos propios. Estas cuestiones comenzaron a revisarse recién entre la VIII y
la IX CALAI. Probablemente todos éstos hayan sido factores importantes en la caída de
la concurrencia desde el pico de 21 países en 1980 y 1981 hasta los 9 asistentes en la X
CALAI. Posteriormente, cuando se inició un camino hacia concretar proyectos viables
integrando diversos países, la crisis del IBI, derivada, a su vez, de los cambios políticos
y tecnológicos que acompañaban (y configuraban) la nueva fase de desarrollo capitalista
a nivel internacional significó un golpe difícil de resistir.
Hay que tener en cuenta que toda la trama de proyectos, actividades y
movimientos, que se entrecruzaron en ALC desde finales de la década de 1970 hasta la
segunda mitad de la década de 1980 en torno al intento de construir una autonomía en el
campo de la informática, tenía en común el apoyo (e incluso a veces la propia iniciativa
de creación) del IBI. Sin embargo, si bien tanto la CALAI como otros proyectos
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comenzaron a perder impulso antes de llegar a resultados concretos, existieron
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experiencias bilaterales menos ambiciosas, pero más efectivas como el PABI y las EBAI,
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que resistieron incluso hasta mediados de la década de 1990.
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La investigación de las circunstancias y contradicciones que rodearon tanto a la
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CALAI como a las otras experiencias relatadas resulta un importante desafío en términos
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historiográficos. Esto es así porque existe una considerable fragmentación de las fuentes
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históricas sobre el tema. Por un lado, la documentación del IBI es aún de difícil acceso,
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ya que sólo se encuentra en los archivos de la UNESCO en Paris. En cuanto a los
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documentos de la CALAI, se encuentran dispersos debido a la extinción de buena parte
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de las “Autoridades Nacionales en Informática” a lo largo de la década de 1990. Aun así,
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el trabajo sobre estos fragmentos resultó un primer esfuerzo para comprender las
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actividades de la CALAI y, en líneas generales, poder reflejar un momento en que
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América Latina osó pensar más allá de las fronteras nacionales con el fin de proporcionar
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sus propias respuestas frente al escenario global de la informática. Otros trabajos vendrán
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para profundizar esa comprensión.
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Bibliografía
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Raúl Carnota. Es licenciado en Matemática (FCEN-UBA) y Magister en Epistemología
e Historia de la Ciencia (UNTREF). Fue profesor regular de la FCEN e investigador en
Inteligencia Artificial y Sistemas Expertos en instituciones de Argentina y Brasil. En ese
campo es coautor de dos libros y ha publicado numerosos trabajos. Tiene una extendida
trayectoria como consultor en desarrollo de software. Actualmente sus áreas de interés
son la historia de la informática y la historia universitaria argentina. Es miembro del
Programa de Historia de la FCEN y del Proyecto SAMCA (SAlvando la Memoria de la
Computación Argentina). Fue uno de los fundadores de los Simposios de Historia de la
Informática en América Latina y el Caribe (SHIALC) y es autor de artículos, capítulos de
libros y co-compilador de dos libros en ese campo. Publicó, junto a Carlos Borches,
Manuel Sadosky, el sabio de la tribu (Del Zorzal, 2014) y es co-autor de la Historia de la
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (EUDEBA,
2015).
Marcelo Vianna. Es becario posdoctoral en Historia en la Universidad del Valle del Río
dos Sinos (Unisinos). Doctor en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Rio
Grande do Sul (PUCRS). Director suplente de investigación del Instituto Federal de
Educación, Ciencia y Tecnología de Rio Grande do Sul (IFRS). Co-coordinador del
Laboratorio de Historia Comparativa del Cono Sur (LabConeSul / CNPq). Coordinador
del Grupo de Trabajo sobre Colecciones, Memoria y Patrimonio de la Asociación
Nacional de Historia - Sección Rio Grande do Sul (ANPUH/RS). Fue coorganizador del
V Simposio sobre Historia de la Informática en América Latina y el Caribe (2018).
Actualmente está desarrollando los proyectos “La computadora en debate: visiones de la
prensa sobre informática y sociedad brasileñas (1971-1991)” y “Los agentes e
instituciones del campo informático brasileño: permanencias y transformaciones (1958-
1992)”. Ha investigado áreas relacionadas la historia social de las élites, la historia social
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de la informática, la informática y la sociedad, las dictaduras y los regímenes autoritarios,
la historia digital y la historia de las profesiones.
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