Pasado Abierto. Revista del CEHis. Nº8. Mar del Plata. Julio-Diciembre 2018. ISSN Nº2451-6961. http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto
España, un país turístico emergente, 1900-1939
Rafael Vallejo Pousada
Universidad de Vigo, España.
vallejo@uvigo.es
Recibido: 01/08/2018
Aceptado: 29/11/2018
Resumen
Este artículo trata sobre la historia económica del turismo en España entre 1900 y 1939. Persigue dos objetos fundamentales. El primero, presentar un breve estado de la cuestión sobre el estudio económico del turismo en España durante el primer tercio del siglo XX. El segundo, mostrar los resultados que entendemos novedosos sobre la economía del turismo de este período histórico y explicar algunas de las metodologías novedosas empleadas para llegar a dichos resultados, por el interés que puedan tener en sí mismas y, sobre todo, porque pudieran ser de directa aplicación a otras experiencias históricas nacionales.
Palabras clave: Historia del turismo, sistema turístico, España.
Spain, an emerging tourist country, 1900-1939
Abstract
This article deals with the economic history of tourism in Spain between 1900 and 1939. It pursues two fundamental objects. The first is to present a brief state of the art on the economic study of tourism in Spain during the first third of the 20th century. The second, to show the results we understand are novel about the tourism economy of this historical period and to explain some of the novel methodologies used to reach these results, because of the interest they may have in themselves and, above all, because they may be of direct application to other national historical experiences.
Key words: History of tourism, tourist system, Spain.
España, un país turístico emergente, 1900-1939
Introducción
El objeto general de este artículo es presentar algunos de los resultados obtenidos en la investigación sobre la Historia Económica del Turismo en España que hemos desarrollado en el último quinquenio, desde 2013, personalmente y en el seno del grupo de investigación HISTURGAL, que contó con un proyecto de investigación competitiva financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad español desde 2015 a 2017. Este proyecto se titula: “Historia del turismo en Galicia. Orígenes y desarrollo en el siglo XX”.[1] No es un proyecto aislado, sino que está coordinado con otro general titulado “Historia del Turismo en España durante el siglo XX: Desarrollo y trayectorias regionales”.[2]
Nuestra labor investigadora desde 2015 a 2017 se ha centrado en el turismo durante el siglo XIX y, sobre todo, en el primer tercio del siglo XX, hasta 1939, incluyendo la fase de la Guerra Civil Española (1936-1939).
Desde el punto de vista territorial, nuestras investigaciones se centran en la comunidad autónoma de Galicia, pero enmarcadas en la evolución del turismo en España y a nivel internacional. El ámbito nacional e internacional del turismo es marco ineludible de referencia. Uno de nuestros presupuestos es que el conocimiento de lo regional tiene pleno sentido sólo si se aborda dentro de una economía nacional y de las corrientes y las circunstancias internacionales en las que aquélla opera. De ahí que nuestros trabajos publicados sobre esta materia, y en vías de publicación, aborden tanto al turismo regional de y en Galicia como el turismo en el conjunto de España.
Precisamente, sobre la historia económica del turismo en España trata este artículo, que tiene dos vertientes fundamentales. La primera, presentar un breve estado de la cuestión sobre el estudio económico del turismo en España durante el primer tercio del siglo XX. La segunda, presentar los resultados que entendemos novedosos sobre la economía del turismo de este período histórico y explicar algunas de las metodologías
empleadas para llegar a dichos resultados, por el interés que puedan tener en sí mismas y, sobre todo, porque pudieran ser de directa aplicación a otras experiencias históricas nacionales.[3]
El trabajo empieza, en un primer apartado historiográfico, identificando “dos problemas de fondo” para caracterizar o concretar la entidad del turismo en España durante el primer tercio del siglo XX. En segundo lugar, se presentan algunas de las aportaciones (principales conclusiones) de nuestra investigación sobre la economía del turismo en nuestro país durante este período, incluyendo los Índices de Intensidad Mediática del Turismo, elaborados a partir de palabras clave y búsqueda y registro de las mismas en la prensa histórica digital disponible, que nos permiten una aproximación, por vez primera, a ciclos turísticos en España durante este período de análisis. Esperamos, en consecuencia, que tanto los resultados como estas metodologías puedan ser conocidos, aplicados y sometidos a verificación en otros casos nacionales o regionales.
1. España como país turístico en el primer tercio del siglo XX: dos problemas (historiográficos) de fondo para su caracterización.
El turismo en España se nos muestra como un fenómeno socioeconómico de largo recorrido, que arranca desde, al menos, las décadas de 1830 y 1840, dando lugar a espacios o destinos turísticos que van dibujando una paulatina y pausada turistificación del país. Iniciado el siglo XX, el turismo conforma una práctica social y una actividad económica, cuyos efectos económicos dinamizadores son ya conocidos localmente, caso de San Sebastián o Santander. El potencial económico del turismo, esto es sus presumibles efectos sobre el conjunto de la economía, tardó en ser reconocido oficialmente y, sobre todo, en ser objeto de una decidida política turística. Esta no se aplicó hasta 1928, con la creación del Patronato Nacional de Turismo, tras la decepcionante, en diversos aspectos, experiencia institucional de la Comisaría Regia de Turismo de 1911 a 1928. En la primera década del siglo XX se había planteado por vez primera el debate sobre fomento de la “industria de los forasteros” o “industria del turismo” como objetivo nacional (1903-1905). Este debate se hizo en la prensa y llegó a las Cortes españolas. El primer organismo para fomentar el turismo fue creado por el gobierno en 1905, la Comisión Nacional de Turismo, aunque sin efectos en la práctica, porque realmente no llegó a funcionar.
La historiografía sobre el turismo español, prolífica y diversa, ha identificado este proceso general. Y sobre todo lo ha identificado a partir de estudios provinciales o regionales. No obstante, la mayor parte de estos trabajos no han sido capaces de precisar la dimensión económica del turismo en la España del primer tercio del siglo XX, esto es, qué aportó a la economía española, ni medir la demanda turística o los principales elementos de la oferta, ni, en consecuencia, identificar qué lugar ocupó el país en el mercado turístico internacional antes de 1939. Los datos que se presentan en los mismos son aislados, fragmentarios; nada de series históricas que permitan una visión coherente, hilvanada -aunque fuera esquemática- de la oferta y la demanda turística para este período 1900-1939. La historia económica española del turismo se mueve en cierta forma a ciegas en todo lo que tiene que ver con este sector económico y esta práctica social durante esta etapa histórica. En consecuencia, las siguientes preguntas no encuentran una respuesta satisfactoria en los estudios históricos: ¿Cuántos turistas? ¿Quiénes? ¿Qué tipos - sociológicos- de turistas? ¿Cómo evolucionaron estos tipos? ¿Cuánto representó el turismo en la economía española? ¿Qué aportes hizo el turismo exterior a la balanza de pagos española? ¿Fue España un país turístico -esto es receptor de turistas extranjeros y con aporte significativo de estos a las cuentas exteriores del país-? ¿Qué lugar ocupó España en el turismo internacional? ¿El turismo siguió en España las mismas tendencias, los mismos ciclos que el turismo internacional? ¿Cómo evolucionó la oferta turística? ¿Se conformó hasta 1939 un sistema turístico en España?
Esta circunstancia se debe a dos problemas de fondo, desde nuestro punto de vista. El primero es obvio: en España, como en otros países para esta etapa, faltan estadísticas turísticas, unas estadísticas que se encuentran a nivel internacional en su fase primigenia. Los primeros registros estadísticos oficiales se originaron aquí con la creación del Patronato Nacional de Turismo en 1928 (Moreno, 2007). Sin embargo, este organismo solo publicó estadísticas para el período 1929-1933 y con algunas limitaciones. Sus datos no permiten estimar de manera adecuada la importancia económica agregada del turismo, pues se centraron en registrar el turismo extranjero, descuidando el turismo interno y emisor. La guerra civil truncó la continuidad de las estadísticas turísticas (Vallejo Pousada, Lindoso y Vilar, 2016).
Terminado el conflicto, Fuentes Irurozqui (1946) recogió las primeras cifras sobre turismo y capacidad hotelera del país, procedentes del servicio estadístico del Sindicato Nacional de Hostelería. Son mucho más completas que las publicadas por el Anuario Estadístico de España en 1943, limitadas a los “extranjeros turistas” hasta 1942. Luego habrá que esperar a 1954, cuando el Instituto Nacional de Estadística publicó las entradas y salidas anuales y mensuales de extranjeros, los medios de transporte utilizados y el número de hoteles y sus plazas, “pero falta todo lo relativo a la repartición geográfica de los turistas extranjeros, a su permanencia en España, a los gastos realizados, etc.” (Arrillaga, 1955: 27). Hasta 1966, no reapareció el registro oficial de las pernoctaciones en los establecimientos turísticos, cuando España ya se había convertido en un país turístico o, en expresión de Fernández Fuster un “país invadido por esta oleada pacífica [que] ya no se presenta indiferente a ella” (1959: 4). En definitiva, la falta de series estadísticas ha constituido un serio obstáculo para la investigación sobre la historia económica del turismo en este período 1900-1939.
El segundo problema de fondo es un problema de enfoque. O más exactamente, un problema de doble desenfoque. El primer desenfoque lo podemos denominar “de la Balanza turística”. Consiste en considerar el turismo español de esa época fundamentalmente como turismo exterior (receptivo). El turismo de la España del primer tercio del siglo XX se ha abordado con los ojos de la España turística de los años 1960 o de los 1990 o de los 2000, esto es, pensando España como “país turístico” y, por tanto, se ha analizado -explícita o implícitamente- desde el turismo receptivo, sobre todo. Si este fue el enfoque dominante, como nos encontrábamos ante un país con relativamente poco turismo internacional hacia él, se llegó a la conclusión de que éste era un país atrasado turísticamente hablando. Ahora bien, el enfoque de la “Balanza turística”, entendido como el enfoque desde el turismo receptivo, constituye una perspectiva errónea. Nos lleva a muchos equívocos, porque realmente quienes más “turistificaron” el país durante el primer tercio del siglo XX fueron antes que nada los turistas nacionales en sus viajes hacia los diversos destinos turísticos en fase de formación.
El segundo desenfoque se puede denominar de “la sobrevaloración de la política turística”. Consiste en pensar el turismo y estudiarlo como si éste fuese el producto fundamentalmente de la política turística. Para nosotros, esta vía conduce a conclusiones igualmente erróneas. En no pocas ocasiones se ha dicho que en esos años no existió tal política turística o que la que existió fue tardía y deficiente. Bajo esta argumentación se llega a la conclusión de que España como país de turismo fue un fracaso (y esto no es así como luego creo que podremos comprobar). En verdad, lo más importante de este período formativo, incipiente, del turismo moderno en España (y también del turismo en otros países), no fue la política turística. La política turística jugó algún papel, entendiendo ésta en sentido amplio, incluyendo en ella algunas significativas medidas sobre tarifas de los ferrocarriles (1904) o medidas fiscales (en 1929, por ejemplo) adoptadas por autoridades distintas a las que podemos considerar en sentido estricto turísticas. Pero el turismo realizado y alcanzado fue más bien el resultado de un proceso por el cual la sociedad incorporó las prácticas turísticas a sus modos de vida, las organizaciones de turismo - activo y receptivo- lo impulsaron y, sobre todo, las empresas turísticas (balnearias, hoteleras, de agencia de viaje o transportes, etc.) pusieron sus servicios a favor de aquellas prácticas y en busca de sus propios beneficios empresariales (Vallejo Pousada, 2018a -en prensa- y 2019 -en prensa-).
En definitiva, desde nuestro punto de vista, si queremos avanzar en un conocimiento histórico-económico del turismo durante el primer tercio del siglo XX necesitamos paliar las carencias estadísticas y, sobre todo, superar los dos desenfoques aludidos. Esto implica nuevos enfoques, nuevos métodos, con el soporte de las nuevas tecnologías, un renovado y quizás más sólido bagaje conceptual y teórico, e incluso incorporar nuevas disciplinas, que permitan extraer de la mucha documentación disponible, con las preguntas adecuadas, una información más sólida, seriada.
La investigación que empezamos en 2014/2015 respecto a este período tenía en cuenta esos dos problemas de fondo aludidos: el problema de las estadísticas y el problema del enfoque (o de los desenfoques). Y tratamos de superarlo en cierta forma. Entre otras razones porque estamos convencidos de que el uso de fuentes tradicionales como la prensa histórica sometidas al influjo benefactor de las nuevas tecnologías, permite un avance cualitativo de la investigación. Es posible, a partir de esas fuentes tradicionales, la elaboración de series temporales, series históricas, y por tanto avanzar en el conocimiento cuantitativo. Y también, claro, es posible usar otras fuentes cuantitativas, como las fuentes fiscales, que en el caso español hasta muy recientemente no se han utilizado en estudios de historia del turismo, aunque sí se habían empleado para el estudio de la historia industrial (Barceló i Pons, 1966; Vallejo Pousada, 2015a y 2017; Vallejo Pousada, Lindoso y Vilar, 2016; Vallejo Pousada y Larrinaga, 2018a -en prensa-).
Estamos convencidos de que el conocimiento, en ésta y en cualquier otra materia o disciplina, es aproximación y al mismo tiempo discusión constructiva. De ahí que nos parezca oportuno presentar en esta monografía algunos de los principales resultados de nuestra investigación. No son resultados definitivos. Forman parte de un conocimiento en proceso de construcción.
2. La economía del turismo en España en el primer tercio del siglo XX: Cinco ideas principales.
Nuestras investigaciones en curso sobre la Historia económica del turismo permiten presentar, a día de hoy, al menos cinco conclusiones significativas. La primera conclusión es que el cambio de siglo, en torno a 1900, fue significativo para el turismo en España y hacia España. En la primera década del siglo XX se planteó por vez primera de forma explícita, como objetivo nacional, el fomento de la “industria de los forasteros” o “industria del turismo”, usando los mismos términos de los contemporáneos.[4] Con el despertar del siglo XX irrumpió en el país el “turismo moderno”. Entendemos que el turismo moderno aparece cuando se difunde el gusto a viajar por placer, se multiplican los turistas y se desarrolla una industria a su servicio para facilitar la gestión de viaje, los desplazamientos, el alojamiento e incluso el entretenimiento en los destinos. Los viajes son cosa antigua, tradicional; lo nuevo, lo moderno, era su “explotación industrial, el viaje concebido como negocio”, según señalaba Pierre Clerget (1935: 561). Esta explotación industrial significaba que el turismo había de ser concebido y fomentado como sector económico llamado a ser significativo en la estructura económica española, esto es, como campo de actividad que produjera aportes relevantes a la economía del país, como ya lo hacía en naciones “turísticas” referentes, caso de Francia, Italia o Suiza.
La segunda conclusión, apoyada en investigaciones propias y del grupo TURHISGAL, es que el turismo en España entre 1900 y la Guerra Civil (1936-1939) siguió la misma trayectoria del turismo internacional, sus mismos ciclos o fases, y unas similares transformaciones en sus modalidades, en los sujetos que efectuaban prácticas turísticas y en los agentes que suministraron servicios turísticos e hicieron posible los viajes de placer. España, con sus peculiaridades, no fue una excepción en la difusión transnacional de la “moda del turismo”. Esta conclusión es posible gracias a una serie histórica bautizada como Índice de Intensidad Mediática del Turismo (IIMT) (con base en el año 1913). Para España la hemos elaborado a partir del número de citas de la palabra “turismo” en las versiones digitales de los periódicos La Vanguardia, ABC (con su suplemento Blanco y Negro), en la prensa disponible en la Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional (Gráfico 1).[5] Una vez confeccionado este indicador, lo hemos contrastado con los datos conocidos de entradas de turistas extranjeros y pasajeros por mar en España con base en el año 1913 (Gráfico 2) y observamos una alta correlación con ambas series en los períodos 1901-1939 y 1912-1933 (0,60 en turismo receptivo y 0,72 en pasajeros extranjeros entrados por mar). La correlación es mucho más elevada cuando contrastamos la intensidad del vocablo “turismo” en la prensa con las series del PIB real elaboradas por Maddison (1991). En este caso, el coeficiente de correlación alcanza un valor 0,96 al usar la media del PIB real de los dieciséis países más industrializados del mundo en el primer tercio del siglo XX (1900-1935) y un 0,95 cuando empleamos el PIB real español del mismo período.[6] El sometimiento de las referidas series (PIB real e IIMT) a pruebas de cross-correlation y causalidad de Granger verifica, asimismo, que están relacionadas estadísticamente de forma significativa, de modo que corroboraran los resultados obtenidos con el coeficiente de correlación.[7]
Gráfico 1. Índice de Intensidad Mediática del Turismo (IIMT) en España, 1900-1940 (1913 = 100)
400
300
200
100
0
0
0
9
1
3
0
9
1
6
0
9
1
9
0
9
1
2
1
9
1
5
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9
1
8
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9
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1
2
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1
4
2
9
1
7
2
9
1
0
3
9
1
3
3
9
1
6
3
9
1
9
3
9
1
IIMT España
Fuentes: Hemerotecas digitales de La Vanguardia, ABC y Biblioteca Nacional de España (abril 2015).
Gráfico 2. Turismo extranjero e Índice de Intensidad Mediática del Turismo, 1901- 1940 (1913 = 100)
400
375
350
325
300
275
250
225
200
175
150
125
100
75
50
25
0
1
IIMT Turistas Extranjeros Pasajeros por Mar
Fuentes: Hemerotecas digitales de La Vanguardia, ABC y Biblioteca Nacional de España (abril 2015); Tena (2005) y Anuario Estadístico de España (1916-1935).
También hemos hecho unas primeras series de este tipo para Estados Unidos y Gran Bretaña a partir, respectivamente, de la hemeroteca del The New York Times y del catálogo de la British Library (Gráfico 3), que hemos comparado con el caso español; dicha comparación permite constatar que hasta 1935 se identifican en España una fases turísticas similares a las internacionales, que es posible apreciar también en el turismo de algunas repúblicas iberoamericanas, como Argentina o Uruguay, según vemos en Pastoriza (2011) y Da Cuña, Campodónico, Maronna, Duffau y Buere (2012). En el caso español, aquel alineamiento se rompió en nuestro caso como consecuencia de la Guerra Civil desatada en 1936.
Gráfico 3. IIMT en España, Gran Bretaña y Estados Unidos, 1900-1940 (1913=100) 700
600
500
400
300
200
100
0
0
0
9
1
3
0
9
1
6
0
9
1
9
0
9
1
2
1
9
1
5
1
9
1
8
1
9
1
1
2
9
1
4
2
9
1
7
2
9
1
0
3
9
1
3
3
9
1
6
3
9
1
9
3
9
1
España Gran Bretaña EE.UU.
Fuentes: para España, Hemerotecas digitales de La Vanguardia, ABC y Biblioteca Nacional de España (abril 2015); para Gran Bretaña, The British Newspaper Archive; para EE.UU., The New York Times, 1851- 1940.
Nuestro IIMT refleja las cinco grandes fases turísticas que señalan la historiografía y los contemporáneos (Gráfico 1, Gráfico 2 y Gráfico 3). Se identifica un primer momento de despegue del turismo moderno, concebido como industria a fomentar, desde el despertar del siglo hasta la Primera Guerra Mundial, de forma que entre 1910 y 1914 asistimos a una especie de primer boom turístico. Tras éste, se entró en una segunda fase de contracción turística que no se superó de manera clara hasta 1924-1925, aunque la recuperación se inició en 1919-1920. A continuación, asistimos a una tercera fase, de marcado boom turístico, con sus máximos en 1929-1930 con las Exposiciones Iberoamericana de Sevilla y Universal de Barcelona. Estas fases coinciden plenamente con las establecidas para el turismo mundial, pues como señaló Ogilvie (1933), tras el retroceso durante la guerra mundial y la postguerra inmediata, “en todo el mundo son perceptibles las mismas características generales: un aumento en el número de turistas hasta 1929-30 y una disminución después” (Ogilvie, 1933:81-92). También en el caso español se constata el retroceso -identificado por Ogilvie- de 1931-1932 (el último año resultó nefasto para el turismo internacional) y una dinámica recuperación en 1933-1935 con desiguales comportamientos regionales. En línea con lo que venía sucediendo desde 1925, las iniciativas turísticas y el stock turístico del país alcanzaron las cotas más altas durante el período republicano. En la mayor parte de la historiografía disponible, a la hora de analizar el comportamiento del turismo en la etapa republicana, se suele comparar con lo que sucedió en 1929, un año extraordinario para la actividad turística en España y en el mundo entero. Si lo hacemos así, se registra de manera clara un retroceso turístico. Sin embargo, lo cierto es que, pese a ser años complicados política, social y económicamente, los de la Segunda República constituyeron los más intensos del turismo español entre 1900 y 1936 (interno y receptivo) y de ganancia de posiciones del país en el turismo internacional, por el peor comportamiento de los países vecinos. Hay varios factores económicos y sociológicos que explican dicho comportamiento. Por una parte, el nivel de precios y los precios comparados, debido al tipo de cambio (devaluación de la peseta desde 1928-1929), hicieron que el país ganara posiciones respecto a Francia, con un turismo exterior en retroceso en los años treinta por efecto de la relativa sobrevaloración del franco y la inflación, y respecto de Italia, donde Mussolini había optado desde la estabilización de la lira en 1927 por una moneda sobrevaluada por motivos políticos, y que los británicos propendieran a viajar más al país. Por otra parte, la “popularización” del viaje para el turismo interior. Las empresas turísticas de transportes y alojamiento ajustaron precios, en el contexto de la crisis, y las agencias ofrecieron cada vez más paquetes turísticos pensados en las “clases modestas”, porque se asistía a “una época en que la gente viaja, sobre todo la de la clase media y de recursos limitados, que es la que puede interesarse en venir a España”.[8]En 1934, por ejemplo, los viajes organizados que programaba el periódico Luz desde Madrid, estaban “cada vez más animados” del “propósito de favorecer el turismo de las clases modestas”.[9] La crisis en España fue menos intensa que en otros países (Comín, 2011) y las clases que mantuvieron su capacidad de compra (rentas relativas) mostraron una propensión mayor a viajar, dentro de un ambiente de acelerado cambio sociológico (Vallejo Pousada, 2018a -en prensa-).
La Guerra Civil (1936-1939) cortó esta primera etapa formativa del turismo moderno en España. Tras 1936, el turismo se hundió, como revela nuestro IIMT, mientras que a nivel internacional se asistió desde 1933 a una expansión turística que propició un segundo máximo histórico en 1937 -bastante superior al de 1929-, al que siguió un moderado debilitamiento en 1938-1939 en el caso estadounidense. De este modo, el comportamiento de la serie española se asemeja al de las series americana y británica hasta el desencadenamiento de la guerra civil. Esta contienda anticipó localmente el retroceso de las actividades turísticas que tres años después desencadenó, a nivel global, la Segunda Guerra Mundial (Gráfico 1, Gráfico 2 y Gráfico 3).
Una tercera conclusión de nuestros trabajos es que el turismo se extendió socialmente entre los españoles y las españolas, desde una práctica minoritaria y en buena medida elitista durante el siglo XIX, hasta alcanzar a las clases medias y algunas capas de la clase trabajadora, ya en los años 1920 y sobre todo 1930, en un proceso de capilaridad social hacia abajo. Valga una cita -entre otras muchas posibles- del delegado municipal de turismo de Almería en 1929, indicando que hacen turismo “no solo los potentados, sino las personas de clase media que dan gran contingente de viajeros”,[10]como ya en cierto modo se constataba avanzado el siglo XIX (Vera, 1986: 141-142; Vallejo Pousada, Lindoso y Vilar, 2018a -en prensa-; Vallejo Pousada, Vilar y Lindoso, 2018b -en prensa-; Barquín, 2018 -en prensa-). Esta popularización del viaje se expresa asimismo a través de la política de “tarifas reducidas” aplicadas en verano por las dos principales compañías ferroviarias, MZA y Norte, pensadas para los veraneantes a las playas mediterráneas o cantábricas. Un rasgo del transporte de viajeros de estos años fue la “extensión de los servicios de transportes hacia clases sociales cada vez más amplias”, como explicó Barquín (2018 -en prensa-). El turismo en España durante este período fue un fenómeno protagonizado más por españoles -dentro del país o hacia el extranjero- que de extranjeros hacia España. Así lo demuestran los testimonios de los contemporáneos, el registro de turistas que pasaron por las oficinas de turismo abiertas en esta época y la estimación que hemos elaborado a partir de esos registros y de las cifras de turistas extranjeros pernoctados en el país entre 1931 y 1933, registradas por los servicios estadísticos del Patronato Nacional de Turismo (Cuadro 1 y Cuadro 2).
Cuadro 1. Estimación de los turistas y los ingresos turísticos en España, 1931-1934
Ingresos por turismo receptivo (Miles de pts.) | Pagos por turismo emisor (Miles de pts.) | Saldo Turístico (Miles de pts.) | Turistas extranjeros (Miles) | Ingresos/ Turista extranjero (Pesetas) | |
Años | 1 | 2 | 3 | 4 | 5 |
1931 | 131.000 | 149.000 | -18.000 | 187 | 700 |
1932 | 161.000 | 127.700 | 33.300 | 202 | 797 |
1933 | 136.000 | 106.900 | 29.100 | 200 | 679 |
1934 | 142.000 | 83.700 | 58.300 | 191 | 744 |
Media 1931-1934 | 142.500 | 116.825 | 25.675 | 195 | 730 |
ESTIMACIÓN | |||||
Renta p.c. España/UE 15 (2000) (%) | Gasto medio teórico de un español (pts.) | Turistas emisores españoles (1) (miles) | Turistas emisores españoles (2) (miles) | ||
Años | 6 | 7 = (5*6)/100 | 7 | 8 | |
1931 | 73 | 510 | 292 | 213 | |
1932 | 77 | 611 | 209 | 160 | |
1933 | 74 | 500 | 214 | 157 | |
1934 | 74 | 547 | 153 | 112 | |
Media 1931-1934 | 74 | 542 | 216 | 160 |
Fuentes: Elaboración propia a partir de Tena, 2005: 632 y 641; Carreras y Tafunell, 2003: 474-481. Nota: Las diferencias entre turismo emisor 1 y turismo emisor 2 se deben al gasto imputado a cada español en el extranjero: (1) gasto medio igual al 76% del gasto de un extranjero en España, porcentaje equivalente al de la renta per cápita estimada para 1931-1934 como media de la UE15; (2) gasto medio igual que el de un extranjero en España.
Cuadro 2. Composición del turismo en España, 1931-1934
Turistas | Turismo | Turistas totales en España, 1931-1934 (media) | % Turism o Total (1) | % Turism o Total (2) | % Población española |
Extranjeros | Receptivo | 142.500 | 9,6 | 10,0 | 0,6 |
Españoles en España | Interno | 1.118.562 | 75,7 | 78,7 | 4,7 |
Españoles en el extranjero 1 | Emisor (1) | 215.721 | 14,6 | - | 0,9 |
Españoles en el extranjero 2 | Emisor (2) | 160.011 | 11,3 | 0,7 | |
Turismo total 1 | Turismo total 1 | 1.476.783 | 100,0 | 6,2 | |
Turismo total 2 | Turismo total 2 | 1.421.073 | 100,0 | 5,9 | |
Población española (Media 1931-1934) | 24.010.750 |
Fuentes: Elaboración propia a partir de Tena, 2005: 632 y 641; Carreras y Tafunell, 2003: 474-481. Nota: Las diferencias entre turismo emisor 1 y turismo emisor 2 se deben al gasto imputado a cada español en el extranjero: (1) gasto medio igual al 76% del gasto de un extranjero en España, porcentaje equivalente al de la renta per cápita estimada para 1931-1934 como media de la UE15; (2) gasto medio igual que el de un extranjero en España.
Con esos datos obtenemos un total de turistas en España en 1931-1934 que oscilarían entre 1,42 y 1,48 millones de personas, es decir, equivaldría al 5,9% y 6,2% de la población total respectivamente (Cuadro 2).[11] Dos hechos comparados avalan esta estimación. Por un lado, Checoslovaquia, que dispone de buenas estadísticas turísticas para este período, tiene por esas fechas una renta per cápita real similar a la española y los checos que hacen turismo representan en torno al 13% del total de la población
(Ogilvie, 1932). Por lo tanto, hay motivos para pensar que en España pudiéramos estar en la mitad como mínimo del porcentaje checo, aunque allí hubiese una más arraigada cultura del viaje turístico. Por otro lado, según las estadísticas turísticas oficiales francesas, los visitantes españoles a Francia para el decenio 1924-1934 arrojan una media anual de 339 mil personas, más que las que obtenemos con nuestra estimación del Cuadro 2, si bien las estadísticas francesas no dejan bien claro si se trata de “visitantes” o estrictos “turistas” (Gautier, 1932; Trimbach, 1938). Estimada de esto modo, nos encontramos ante la siguiente estructura del turismo en España en los primeros años ’30: un 75% de turismo interno; un 15% de turismo emisor y en torno a un 10% de turismo receptivo.
El turismo receptivo pesaba poco en el PIB español del primer tercio del siglo XX: en torno a un 0,45% a principios de los años 1930, años en los que los ingresos por turismo receptivo cubrieron hasta un 25 a 30% del déficit comercial (Cuadro 3). Ahora bien, los aportes del turismo exterior fueron mayores, ya que esos ingresos no contabilizan los de los excursionistas ni lo de los cruceristas en sus excursiones al desembarcar en tierra, un crucerismo que experimentó un boom precisamente en los años previos a la Guerra Civil Española (Cerchiello, 2017; Vallejo Pousada, 2018a -en prensa-). En 1929-1934 las autoridades turísticas españolas contabilizaron un total de 2,1 millones de “extranjeros llegados” al país por motivos turísticos, de los cuales sólo 1,3 millones eran turistas en sentido estadístico, esto es, “causaron estancias” en el país (pernoctaron en hoteles); el resto eran excursionistas. En consecuencia, estos viajeros “en tránsito” representaron el 35% del total de los visitantes o “extranjeros llegados a España”, según los calificaban las estadísticas de la época (Vallejo Pousada, 2018a -en prensa-). Por otra parte habría que considerar el consumo turístico de los españoles, presumiblemente mayor, a esta altura, que el de los extranjeros (Vallejo Pousada, Lindoso y Vilar, 2018b y 2018c). De este modo, nuestra intuición es que el turismo español pudo aportar en los primeros años treinta entre el 1,5 y el 2,5% del PIB español.
Cuadro 3. Peso del turismo receptivo en la economía española, 1899-1934
Turistas (miles) | Pagos por turismo (Millones ptas.) | Ingresos por turismo (Millones ptas.) | Saldo turístico (Millones ptas.) | %Ingresos turísticos/ Déficit comercial | %Ingresos turísticos/ Importaciones | % Ingresos turísticos/ Exportaciones | %Ingresos turismo/PIB | |
1899 | 15,0 | 50,0 | 35,0 | 6,1 | 5,8 | 0,54 | ||
1900 | [116,5] | 19,4 | 64,8 | 45,4 | 7,7 | 6,9 | 0,66 | |
1904 | 130,4 | 68,0 | 8,0 | 7,5 | 0,60 | |||
1912 | 198,7 | 120,0 | Positivo | 9,6 | 8,6 | 0,93 | ||
1925- 1927 | 213,3 | -25 | ||||||
1929 | 276,5 | [c. 400] | “Quizá” positivo | |||||
1931 | 187,2 | 149,0 | 131,1 | -17,9 | 25,5 | 4,9 | 6,1 | 0,39 |
1932 | 201,9 | 127,7 | 161,0 | 33,3 | 24,9 | 6,2 | 8,2 | 0,49 |
1933 | 200,3 | 106,9 | 136,3 | 29,4 | 30,4 | 6,0 | 7,4 | 0,43 |
1934 | 190,8 | 83,7 | 142,1 | 58,3 | -- | 6,1 | 5,7 | 0,41 |
Fuentes: Vallejo Pousada, Lindoso y Vilar, 2016 y 2018d.
En lo referente a la demanda turística, nuestras investigaciones en curso permiten también una cuarta conclusión, que completa la tercera arriba referida: el hecho de que en España predominara un turismo de carácter nacional no significa que el nuestro fuese un país irrelevante dentro del mercado turístico internacional. Los datos globales que hemos reconstruido, a partir de los datos recopilados en la década de 1930 por los servicios estadísticos de la Sociedad de Naciones, permiten identificar a España como un país turístico emergente en el panorama turístico mundial. En 1931 España ocupaba el puesto decimotercero en el ranking mundial de países turísticos y en 1933 había escalado hasta el noveno (Cuadro 4), en tanto que en 1932 ocupaba el puesto undécimo en el mercado mundial del turismo emisor (Cuadro 5).
No era todavía un líder, estaba aún lejos de las potencias turísticas en cuanto a cifras de turistas e ingresos por turismo receptivo, pero recortó distancias durante los primeros años treinta. La industria del turismo había arraigado y el país iniciaba su trayectoria para convertirse en uno de los líderes del turismo mundial, como ya revelaron diversos testimonios contemporáneos en los años previos a la Guerra Civil. En consecuencia, puestas fuera de este contexto internacional, las cifras publicadas de ingresos por turismo (receptivo) por parte del Patronato Nacional de Turismo español (recogidas en el Cuadro 1 y en el Cuadro 3) nos llevan a infravalorar la importancia del turismo y, sobre todo, la creciente importancia económica de este sector en los años previos a la Guerra Civil.
Cuadro 4. España y países turísticos líderes en 1931 y 1933. Ingresos por turismo receptivo
Posición | 1931 | Millones dólares-oro | Posición | 1933 | Millones de francos |
1 | Canadá | 241,6 | 1 | Francia | 3.000 |
2 | Francia | 235,2 | 2 | Canadá | 2.000 |
3 | Estados Unidos | 112,0 | 3 | Italia | 1.725 |
4 | Reino Unido | 78,2 | 4 | Estados Unidos | 1.425 |
5 | Italia | 72,8 | 5 | Suiza | 700 |
13 | España | 12,4 | 9 | España | 325 |
Fuente: Vallejo Pousada, 2018a -en prensa-, a partir de datos de la Sociedad de Naciones.
Cuadro 5. Países turísticos en 1932. Pagos por turismo emisor (millones de dólares oro)
Posición | Países | Millones dólares-oro | Posición | Países | Millones dólares-oro |
1 | Estados Unidos | 445,0 | 11 | España | 10,2 |
2 | Reino Unido | 69,4 | 12 | Polonia | 10,0 |
3 | Alemania | 30,1 | 13 | Brasil | 9,6 |
4 | Francia | 19,5 | 14 | Italia | 8,9 |
5 | Unión Africana del Sur | 17,7 | 15 | Japón | 8,3 |
6 | Indias Holandesas | 13,3 | 16 | Australia | 8,1 |
7 | Argentina | 13,2 | 17 | Suecia | 7,0 |
8 | Checoeslovaquia | 12,4 | 18 | Hungría | 5,7 |
9 | Países Bajos | 12,1 | 19 | Nueva Zelanda | 5,0 |
10 | Canadá | 10,6 | 20 | Grecia | 4,5 |
Fuente: Vallejo, Lindoso y Vilar, 2018c, a partir de datos de la Sociedad de Naciones.
Nuestros trabajos en curso permiten una quinta conclusión: España se comportó como un país emergente en el turismo internacional porque durante el primer tercio del siglo XX -y en algunas localidades y regiones con orígenes ya decimonónicos- se fue configurando hasta mediados de los años 1930 un particular sistema turístico (Cuadro 6
y Cuadro 7), con variantes o diferencias regionales. Este sistema turístico en formación previo a la Guerra Civil contiene las bases del sistema turístico español contemporáneo. Cuadro 6. Sistema Turístico
o c i t s í r u t
a m e t s i S | Destinos y productos | |
Mercado (informal, formal) | ||
Agentes | - Turistas (consumidores) | |
- Asociaciones de Turismo activo | ||
- Asociaciones de Turismo receptivo | ||
- Administración | ||
- Empresas (oferentes) | ||
Organización turística |
Fuentes: Vallejo Pousada, 2018a -en prensa- y 2019 -en prensa-.
Cuadro 7. Agentes del sistema turístico español, 1900-1939
1. Turistas: bañistas, agüistas, veraneantes, excursionistas, turistas. |
2. Organismos de turismo activo: Asociaciones excursionistas, Clubs de alpinismo, Clubs de ciclistas; Reales Automóviles Club; Moto-clubs, Asociaciones de camping; Touring Clubs. |
3. Organismos de turismo receptivo: Sindicatos de Iniciativa o Sociedades de Fomento del Turismo |
4. Empresas o “Industria turística”: 1) Balnearios; 2) Industria hotelera; 3) Industria de restauración (restaurantes, cafés, etc.); 4) Empresas de transporte: trenes, tranvías, funiculares, vehículos (garajes), autobuses, navieras, aviones; 5) Prensa especializada en viajes y turismo; 6) Agencias de viaje; 7) Empresas especializadas en ocio y atracciones para forasteros; 8) Empresas urbanizadoras; 9) Otras empresas (publicidad, cine, fotografía) |
5. Sector informal de alojamiento |
6. Administración turística: 1) Estatal; 2) Municipal; 3) Provincial; 4) Autonómica. |
Fuentes: Vallejo Pousada, 2018a -en prensa- y 2019 -en prensa-.
El país alcanzó la condición de potencia turística durante los primeros años 1960 (Vallejo Pousada, 2013, 2014 y 2015b; y Larrinaga y Vallejo Pousada, 2013 y 2015). Pero está condición no surgió de la nada, ni tampoco exclusivamente de las corrientes masivas de turistas que fluyeron desde la Europa occidental hacia las periferias del placer mediterráneas tras la Segunda Guerra Mundial. Las bases institucionales y empresariales autóctonas estaban puestas antes de la Guerra Civil Española, así como las modalidades turísticas y sus respectivas geografías, por más que las tendencias -y los públicos posteriores acentuasen la orientación mediterránea que se vislumbra ya en la década de 1930, cuando la diversidad de turismos y destinos era por lo demás palpable. Lo expresa bien el surgimiento de una organización turística y los avances -cuantitativos y cualitativos- en la oferta turística.
En efecto, podemos decir que en un país existe un sistema turístico cuando existen destinos identificables o reconocibles como tales, agentes del turismo -bien como turistas individuales, asociaciones de turismo y empresas o industrias turísticas- y una organización turística. Sin turistas –y sus distintas modalidades, desde el viajero al veraneante, desde el excursionista hasta el más estricto turista- no hay turismo. Asimismo, sin empresas que operen en el mercado turístico y sin una organización turística no existe tal sistema turístico. Dicha organización avanzó de forma sustancial en estos años, como muestra la organización del aludido Patronato Nacional de Turismo a partir de 1928, y como se entrevé a través del crecimiento de las cifras del gasto en turismo por el gobierno central desde 1928.
Ahora bien, el avance del turismo quizás se perciba con más intensidad en el tejido empresarial y en el capital formado por su iniciativa, expresado en el patrimonio o stock turístico del país, al igual que se percibe en su reflejo en el territorio, en la urbanización de espacios rurales en torno a los balnearios, en la aparición de equipamientos y servicios turísticos en playas y en localidades del litoral, en las comunicaciones y los medios de transporte, etc. En el caso español, el proceso de turistificación ofrece un largo recorrido, que arranca en las décadas de 1830 y 1840, al igual que observamos en otros países europeos y americanos. Este proceso de turistificación español, que asimilamos a la configuración de las bases de un sistema turístico en ciernes, se aceleró en las cuatro primeras décadas del siglo XX, antes de la Guerra Civil. Este avance se encuentra expresado en el progreso de la oferta turística y el stock alcanzado en los años treinta, como se muestra en el Cuadro 8 y en el Cuadro 9. Los equipamientos u oferta más estrictamente turística (hoteles, baños y balnearios) existentes a la altura de 1933, más que duplicaban los existentes en 1900 (Cuadro 8).[12]
Cuadro 8. Oferta turística en España, 1900-1933
Hotelería turística (1) | Sociedades anónimas empresas hotelería (2) | Sociedades anónimas de balnearios y aguas minero medicinales (3) | Hospedaje independiente de los Balnearios (4) | Establecimientos de hotelería públicos (5) | Casas de Baño (6) | Balnearios (7) | Agencias de viajes (8) | Total (1 a 8) | |
1900 | 258 | 2 | 3 | 32 | 215 | 210 | 720 | ||
1910 | 322 | 8 | 11 | 61 | 242 | 223 | 867 | ||
1914 | 368 | 9 | 13 | 53 | 261 | 234 | 885 | ||
1922 | 385 | 21 | 23 | 74 | 257 | 252 | 1.012 | ||
1927 | 681 | 34 | 30 | 548 | 265 | 17 | 1.575 | ||
1929 | 780 | 35 | 32 | 1 | 488 | 298 | 44 | 1.667 | |
1933 | 808 | 44 | 40 | 18 | 537 | 312 | 61 | 1.820 |
Fuentes: Vallejo Pousada, Lindoso y Vilar, 2016 y 2018d; Vallejo Pousada y Larrinaga, 2018 y Estadística de la Contribución Industrial y de Comercio (CIC).
Cuadro 9. Capital desembolsado en las sociedades anónimas de hotelería y balnearios, gasto del Estado en turismo, IIMT y IIBM, 1900-1935
Gasto del Estado en Turismo | Sociedades anónimas hotelería (capital desembolsado acumulado). | Sociedades anónimas de balnearios y aguas minero-medicinales (capital desembolsado acumulado) | Índice de Impacto Mediático del Turismo. IIMT | Índice de Impacto Mediático de los Balnearios. IIMB | |
% del Gasto total | Millones pts | Millones pts | 1913 = 100 | 1913 = 100 | |
1900 | 2,0 | 4,2 | 13 | 41 | |
1910 | 15,3 | 14,5 | 49 | 106 | |
1914 | 0,005 | 15,6 | 15,2 | 95 | 112 |
1922 | 0,005 | 34,6 | 23,1 | 109 | 109 |
1929 | 0,304 | 59,0 | 27,8 | 388 | 139 |
1933 | 0,077 | 64,6 | 36,6 | 279 | 104 |
% Variac. | 1.440 | 3.130 | 771 | 2.046 | 154 |
Fuentes: Vallejo Pousada, Lindoso y Vilar, 2016 y 2018d; Vallejo Pousada y Larrinaga, 2018 y Estadística de la CIC.
Notas:
1) IIMT e IIMB: 1900 = Media 1900-1909.
2) Sociedades anónimas: 1900 = Media de 1901-1909.
3) Sociedades anónimas hoteleras, capital desembolsado: 1900 corresponde a 1901 y 1933 a 1932. 4) Sociedades anónimas de balnearios y aguas minero-medicinales: 1933=1934.
En todo caso, no estamos sólo ante una cuestión de cantidad, sino también de calidad: más de tres décadas de cambios cualitativos, sociológicos, en la propensión a viajar de los españoles, en la intensidad turística del país -veinte veces superior en 1930- 1935 a 1900-1910 según el IIMT (Cuadro 9)-, y, de forma particular, en la mirada exterior hacia España, en la percepción de los turistas foráneos y de quienes creaban destinos y ofrecían ilusiones, experiencias turísticas, como las agencias de viajes extranjeras, que ya habían puesto los ojos en el país, en sus ciudades, sus playas y sus islas. Estas agencias ya venían actuando entre sus clientes potenciales para popularizar ciudades como Santa Cruz de Tenerife, Palma de Mallorca o Málaga, pero también “muchas otras poblaciones de menor importancia en el Mediterráneo español, como Torre-Molinos, Calahonda, Marbella, en Andalucía, y Sitges, Caldetas, Tossa-de-Mar, S'Agaró, etc., en las costas catalanas”. Este entrecomillado es el testimonio de J. Bosch, responsable en Londres del Spanish Department de la multinacional del viaje Pickfords Travel Service, fechado el 12 de octubre de 1939, con mucha anterioridad a los años del desarrollismo franquista.[13] La Costa Brava y la Costa del Sol, Canarias y Baleares, entre otros destinos, ya estaban descubiertas.
Si nos atenemos a las fases ideadas por Butler del ciclo de vida del turismo[14]podemos afirmar que, llegados los años treinta, en muchos espacios turísticos españoles se estaba en la fase de implicación y en otros ante las primeras manifestaciones de la fase de desarrollo. En julio de 1933 Fernando Betrán, representante del Patronato Nacional de Turismo en la Asamblea de la Federación Española de Sindicatos de Iniciativa Turística celebrada en Barcelona, afirmaba que “el concepto de turismo como industria ha nacido y se desarrolla entre nosotros. Hace unos años apenas existía”.[15] En marzo de 1935, un Guía-Interprete turístico oficial que trabajaba en el puerto de Barcelona, a la pregunta de un periodista de La Vanguardia sobre “¿Qué porvenir tiene para España el turismo?, respondía que “un porvenir magnífico” ya que “España puede ser el país de Europa que con más intensidad atraiga al turista”,[16] una vez resueltos los problemas de bajo gasto público en promoción y la inestabilidad política (“tranquilidad pública”). En diciembre de 1935, el Sindicato de Iniciativas turísticas de Madrid afirmaba que “en poco tiempo se ha llevado una labor que permite esperar más que nunca un magnífico porvenir (…) y las Agencias de viaje europeas empiezan a señalar nuestro país como punto de atracción turística”.[17] En enero de 1936 era la Sociedad de Atracción de Forasteros de Barcelona quien reconocía que efectivamente “está en marcha el turismo” en el país,[18] con diversidad de manifestaciones regionales (Garay, 2007; Palou, 2012 y 2018 -en prensa-; Pellejero, 2005 y 2016; Vallejo Pousada, 2018a -en prensa-). Todas estas afirmaciones estaban en línea con lo que en 1930 había afirmado una acreditada publicación turística Suiza, Schweuzer Hotel en un artículo en el que evaluaba el turismo en España a aquella altura:
“España tiene todo lo que hace falta para ser un teatro de gran
turismo (…); en cuanto su propaganda haya tenido tiempo de
producir efecto, ocupará un puesto principal -y el tiempo de ello
seguramente no está lejos- entre los países en los que el
movimiento de extranjeros tiene un papel económico de primer
orden.”[19]
Epílogo
La preocupación por el turismo moderno, esto es, el turismo concebido como industria, afloró en España nada más iniciarse el siglo XX, aunque el turismo ya había aparecido en este país desde las décadas de 1830-1840. Los años 1903-1905 fueron significativos en esa toma de conciencia respecto al turismo moderno, que buscaba incorporar a España al mercado turístico internacional, como país receptivo equiparable a Francia, Italia y Suiza, los líderes del momento.
Este liderazgo no se consiguió. España no se convirtió en un país estrictamente turístico, es decir, con un turismo receptivo de gran peso en su estructura turística y aportaciones notables del mismo al saldo de su balanza exterior. El turismo de los españoles fue más importante que el turismo extranjero hacia España. Ahora bien, en los años treinta la española se mostró como una nación emergente en el mercado turístico mundial. En los años previos a la Guerra Civil había recortado posiciones respecto a los países turísticos líderes, hasta situarse en 1933 en el puesto noveno por ingresos de turismo receptivo. Este progreso turístico fue posible porque España participó del turismo internacional, con sus mismas fases y sus mismos ciclos. Y sobre todo avanzó en musculatura turística. Fue conformando, a través de los diferentes agentes (turistas, destinos, asociaciones turísticas, empresas y administración turística), un particular sistema turístico, con su correspondiente organización turística, claramente desde 1928, cuando se creó el Patronato Nacional de Turismo. El patrimonio turístico del país en los años treinta triplicaba aproximadamente al de 1900.
De este modo, el proceso de turistificación español estaba en marcha iniciada la Guerra Civil Española. Las bases del turismo contemporáneo, que repuntó a partir de 1948, estaban puestas antes de dicha contienda. Existía una organización política y administrativa, existían empresas y empresarios nacionales y extranjeros deseosos en la primavera-verano de 1939, una vez acabada la guerra, de retomar el negocio turístico con la potencia que había manifestado antes del enfrentamiento fratricida. Fue una ilusión pasajera rota por la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, con aquellos mimbres, aquella experiencia empresarial y administrativa adquirida en el campo de la economía formal e informal, se habían puesto los fundamentos para que España se convirtiera en un país de turismo y en un país turístico, uno de los epicentros del turismo mundial. Varios testimonios de 1930, 1933, 1934 o 1935 lo ilustran, como hemos visto. Para terminar, quedémonos con esta campaña de Pickfords Travel, en correspondencia con el Servicio Nacional de Turismo del nuevo Estado franquista, en un año tan aciago como el 1939: “Why not SPAIN or PORTUGAL this year? On the charming nooks of the Spanish or Portuguese Coasts, the Balearic or Canary Islands, Madeira or Morocco you can be sure of glorious sunshine and inexpensive holidays”.[20]
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Vallejo Pousada, Rafael, Lindoso Tato, Elvira y Vilar Rodríguez, Margarita (2018d -en prensa-). La dimensión económica del turismo en España: la oferta turística, 1900-1939. En Vallejo Pousada, Rafael y Larrinaga, Carlos (Dirs.). Los orígenes del turismo moderno en España. El nacimiento de un país turístico, 1900-1939. Madrid: Sílex.
Vera Rebollo, José Fernando (1986). Turismo y urbanización en el litoral alicantino (Tesis doctoral inédita). Universidad de Alicante, Alicante.
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Rafael Vallejo Pousada es profesor Titular de Historia e Instituciones Económicas en la Universidade de Vigo, a la que pertenece desde 1990. Se licenció en la Universidad Autónoma de Madrid en 1988. Se doctoró en la de Santiago de Compostela en 1998, con una tesis dirigida por Francisco Comín (Universidad de Alcalá de Henares) y Ramón Villares (Universidade de Santiago). En 2012 fue acreditado por la ANECA para el acceso al cuerpo de Catedráticos de Universidad. En 2008 hizo una estancia de investigación en el Institut Jean-Baptiste Say, Université Paris 12 Val-de-Marne, con el profesor Albert Broder; en 2017 en la University of Warwick (School of Modern Languages and Cultures) como Visiting Associate Professor, invitado por la profesora Kirsty Hooper. También realizó varias estancias en las Universidades de Alcalá y Complutense de Madrid y en la sección de Historia Económica del Servicio de Estudios del Banco de España.
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[1] Referencia: HAR2014-52023-C2-2-P. HSTURGAL Lo formamos Elvira Lindoso y Margarita Vilar (Universidade da Coruña), Kirsty Hooper (University of Warwick) y Rafael Vallejo, como investigador principal. Este trabajo se beneficia de la ayuda recibida a través de dicho proyecto.
[2] Referencia: HAR2014-52023-C2-1-P. Su investigador principal es el profesor Carlos Larrinaga (Universidad de Granada).
[3] Por eso una primera versión de este artículo fue ponencia en el X Coloquio Iberoamericano de Estudios Empresariales e Historia Económica (17-18 de mayo de 2018, Santa Marta, Colombia), “Mesa 1. Nuevos enfoques y metodologías”.
[4] Ver: Vallejo Pousada, 2018a -en prensa-; 2019 -en prensa- y Vallejo Pousada y Larrinaga, 2018b -en prensa-.
[5] Este Índice de Intensidad Mediática del Turismo (IIMT) representa la media anual del citado recuento de la palabra “turismo” en las tres hemerotecas mencionadas.
[6] Los datos del PIB español son también de Maddison, Angus Historical Statistics of the World Economy: 1-2008. Recuperado de http://www.ggdc.net/MADDISON/oriindex.htm. Consultado: 29/11/2017.
[7] Para estos contrastes conté con la inestimable colaboración del profesor Marcos Álvarez Díaz (Departamento de Fundamentos de Análisis Económica e Historia e Instituciones Económicas. Universidad de Vigo).
[8] El Turismo español. Tranquilidad y baratura. (4 de marzo de 1932). El Heraldo Español, p. 7.
[9] Luz, 25 de abril de 1934, p. 7.
[10] Fernández, Antonio (1929). De Turismo. Almería. Revista Gráfica de Turismo, N° 3, p. 1.
[11] 5,4%-5,6% si sólo consideramos a los turistas españoles en España y en el extranjero.
[12] Sobre hotelería turística en este período y, en general servicios turísticos en Andalucía, están haciendo aportaciones novedosas, usando como fuente Anuarios Industriales y Comerciales. Ver Fernández Sánchez, González Ruiz, y Núñez, 2017.
[13] Archivo General de la Administración (Madrid). Cultura, Caja 12.034.
[14] El modelo de Butler reconoce las siguientes etapas: exploración, implicación, desarrollo, consolidación, estancamiento y, en su caso, una posterior de declive o rejuvenecimiento.
[15] Sociedad de Atracción de Forasteros de Barcelona (1933). Mis impresiones acerca de la Asamblea. Anuario de Barcelona 1933.
[16] La Vanguardia, 23 de febrero de 1935, p. 9.
[17] Apoyando al turismo. (diciembre de 1935). Madrid turístico y monumental, N° 6, p. 1.
[18] Junta General de la Sociedad de Atracción de Forasteros. (marzo de 1936). Barcelona Atracción, N° 297, pp. 72-73.
[19] Un interesante juicio suizo sobre el turismo español. (13 de febrero de 1930). La Nación. Panorama del Turismo, p. 13.
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