Pasado Abierto. Revista del CEHis. Nº8. Mar del Plata. Julio-Diciembre 2018. ISSN Nº2451-6961. http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto
¿Por qué Buenos Aires? Guías para inmigrantes europeos en la segunda mitad del siglo XIX
Mercedes González Bracco
Instituto de Ciencias Antropológicas, Universidad de Buenos Aires, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
mercedesbracco@yahoo.com.ar
Recibido: 20/06/2018
Aceptado: 15/12/2018
Resumen
Este trabajo analiza la construcción de la Argentina en general – y Buenos Aires en particular – como destino de inmigración a partir del trabajo con guías para inmigrantes elaboradas por referentes de la propia colectividad. Este tipo de textos comienza a aparecer a partir de la segunda mitad del siglo XIX, principalmente en dos formatos. El primero se engarza con la tradición de los diarios de viajeros, y puede pensarse como híbrido entre los géneros “relato de viajero” y “guía de viaje”, pues en sus líneas se recogen tanto experiencias de los autores como consejos para los futuros visitantes. El segundo busca ser un manual informativo dedicado a las masas inmigrantes de bajos recursos, requeridos como mano de obra rural e industrial. Proponemos revisar entonces un ejemplo de cada formato indicado a fin de observar qué tipo de ciudad presentaban estos materiales no oficiales y escritos específicamente para connacionales.
Palabras clave: Buenos Aires, imagen de la ciudad, historia urbana, guías para inmigrantes, inmigración, colectividades
Why Buenos Aires? Guidebooks for European immigrants in the second half of the nineteenth century
Abstract
This paper analyzes the construction of Argentina in general - and Buenos Aires in particular - as a destination for immigration from guidebooks for immigrants developed by referents of the same community. This genre begins to appear since the second half of the nineteenth century, mainly in two formats. The first ties in with the tradition of the travelers’ tales, and can be thought of as a hybrid between genders "traveler tale" and "travel guidebook" because it collects both experiences of the authors and tips for future visitors. The second format seeks to be an informative manual for poor immigrant masses, required for rural and industrial labor. We propose to review two examples (one of each indicated format) to observe how the city was presented in these unofficial materials written specifically for fellow countrymen.
Keywords: Buenos Aires, city image, urban history, immigrant guidebooks, immigration, communities
¿Por qué Buenos Aires? Guías para inmigrantes europeos en la segunda mitad del siglo XIX
Introducción
Son muchos los autores que presentan la segunda mitad del siglo XIX como un momento de gran efervescencia para la República Argentina. Cambios institucionales, políticos, económicos y culturales se manifestaron en las profundas mutaciones urbanas que sufrió Buenos Aires en ese momento (e.g. Gorelik, 2004; Gutman y Hardoy, 2007; Liernur y Silvestri, 1993; Scobie, 1974).
Al considerar el rol de la inmigración en dicho proceso, Onega (1982) observa que estos cambios estuvieron fundados en la intención de los liberales vencedores de Caseros de modernizar un país aún feudal, promoviendo un desarrollo económico e industrial que incorporara al país al comercio internacional. Para lograr este cometido, la necesidad de aumentar la población era vital. Sin embargo, por cercanía cultural, el llamado a “todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino” se dirigía específicamente a la población europea, considerada la más capaz para adaptarse a las urgentes necesidades del país. Así lo especificaba el artículo 25 de la Constitución Nacional:
“El Gobierno federal fomentará la inmigración europea; y no
podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada
en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por
objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y
enseñar las ciencias y las artes”.[1]
Como hitos en este proceso son de destacar: la constitución de la Asociación Filantrópica de Inmigración, ente privado y sostenido por extranjeros residentes que actuó entre 1857 y 1869 con apoyo estatal y reemplazada luego por la Comisión Central de Inmigración, dependiente del gobierno nacional; la sanción de ley 817 de 1876, conocida como Ley Avellaneda, de fomento a la inmigración y el establecimiento de colonias en el interior del país y la política llevada adelante por el gobierno de Juárez
Celman de pasajes subsidiados y oficinas de propaganda en distintas ciudades europeas.[2]
A pesar de estos esfuerzos oficiales, Devoto (2009) indica que no fueron tanto las políticas sino la floreciente economía -expresada en la expansión de la frontera agropecuaria y la extensión de la red vial- la principal impulsora de esta etapa migratoria, que se interrumpe en 1914 por el estallido de la guerra en Europa. A finales de este periodo, los resultados fueron, en términos cuantitativos, a todas luces un éxito. No obstante, como detalla Germani (1987: 58-59), el lugar de asentamiento de los recién llegados fue preeminentemente urbano, concentrado mayormente en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. El régimen de propiedad basado en grandes latifundios impidió el desarrollo de los pequeños farmers imaginados por Sarmiento.
El monumental “aluvión” inmigratorio recibido modificó el país no sólo en términos demográficos, sino también materiales y simbólicos, generando un proceso de integración conflictiva con la sociedad local, lo que derivaría en diversas formas de nacionalismo. Sobre este proceso, que ha sido ampliamente estudiado por los historiadores (Bertoni, 2007; Prieto, 2006; Scarzanella, 2002; Svampa, 2006), no suele prestarse atención, sin embargo, al modo en que se construían las expectativas de los inmigrantes acerca de la Argentina en general y Buenos Aires en particular como destino. ¿Por qué la Argentina era un buen lugar para migrar? ¿Por qué Buenos Aires era una ciudad atractiva para instalarse?
Devoto (2009) propone algunas hipótesis basadas en grado de información disponible acerca del país y, en tal sentido, otorga una gran importancia al apoyo de parientes y allegados en la generación de cadenas migratorias. Este tipo de propaganda también fue alentada desde organismos oficiales. Alsina comenta que durante la década de 1870 la Comisión Central de Inmigración otorgó pasajes gratuitos de ida y vuelta a una serie de colonos hacia sus lugares de origen para que “visitando a sus familias y amigos les contasen las ventajas que obtendrían viniendo a la República Argentina”.[3]
Asimismo, los agentes de inmigración -promovidos por el gobierno o por empresas privadas- también operaban como fuentes de información oficial, si bien menos fidedignas. A esto se sumaban fuentes escritas oficiales, como folletería sobre las bondades de la Argentina como país de inmigración[4]o incluso los censos específicos dedicados a la capital, traducidos a varios idiomas y donde se detallaba la próspera situación de los extranjeros.[5] De acuerdo con Rigotti, quien estudia también los censos realizados en Rosario con el mismo fin, estos materiales más específicos permitían despegar a estas ciudades de su entorno, mostrando sus características destacables en tanto “herramientas indispensables para competir por brazos y capitales en un mercado internacional de ciudades” (2014: 177).
Finalmente, el material que aquí se analiza -las fuentes escritas por privados también tuvo, aunque de modo marginal, su parte en la construcción de la Argentina como destino. A pesar de su aparente poco peso relativo en la decisión de los inmigrantes, interesa igualmente recuperar estos textos como antecedentes complementarios del tipo de promoción que se desarrollará para atraer a turistas y viajeros,[6]en tanto permiten configurar la “imagen de ciudad”[7]y de nación presentada en tanto sinécdoque de una sociedad cosmopolita y avanzada. En tal sentido, la pregunta que guía este escrito es la siguiente: ¿cómo era caracterizada la ciudad de Buenos Aires en los materiales de promoción para la inmigración publicados por integrantes de las mismas colectividades?
El tipo de textos analizados comienza a aparecer a partir de la segunda mitad del siglo XIX, principalmente en dos formatos. El primero se engarza con la tradición de los diarios de viajeros (Baudizzone, 1941; García de D’Agostino, Rebok, Asato y López, 1981; Prieto, 1996),[8]y puede pensarse como híbrido entre los géneros “relato de viajero” y “guía de viaje”, pues en sus líneas se recogen tanto experiencias de los autores como consejos para los futuros visitantes. Este tipo de materiales está escrito mayoritariamente por y para la comunidad británica, destinados a hombres de negocios que arribaban en misión oficial o enviados por empresas de su país de origen. El segundo formato parece ser más bien un manual informativo dedicado a las masas inmigrantes de bajos recursos, requeridos como mano de obra rural e industrial. Se revisarán entonces dos ejemplos (uno de cada formato indicado) a fin de observar qué tipo de ciudad presentaban estos materiales no oficiales.
Handbook of the River Plate (1869)
Devoto (2009) duda acerca de otorgar el estatuto “inmigrante” para los británicos que vinieron al país, prefiriendo ubicarlos en la categoría de “pioneros”, pues se trataba en su mayoría de hombres solos que se instalaban durante pocos años y retornaban luego a su patria.[9] Lo mismo ocurre, según el autor, para las comunidades alemana y estadounidense. No obstante, aquí se consideran los materiales producidos por esta comunidad en tanto estuvieron destinados a alentar a otros a venir.
Respecto al género literario de estos escritos, Prieto (1996) comenta que la forma de escribir los diarios de viaje cambió a partir del éxito de Le voyage aux régions equinoxiales du Nouveau Continent, publicado por Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland en 1807. Muchos viajeros emularon desde entonces este estilo, que incorporaba observaciones personales y estéticas a las descripciones y enumeraciones típicas de estos materiales utilitarios. En las guías analizadas se observan también algunos de estos recursos, si bien prevalece la información que se estima resultaría útil para el hombre de negocios.
El ejemplo principal encontrado de este tipo de material es el Handbook of the River Plate; comprising Buenos Ayres, the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay, publicado por los hermanos Michael George y Edward Thomas Mulhall.[10] Se trata de un manual escrito para la colonia inglesa en el país y para atraer inmigración de esta comunidad. Tiene varias ediciones (se tuvo acceso a las de 1863, 1869, 1875, 1885 y 1892). La que se analiza aquí es la de 1869, que está dedicada a Sarmiento (entonces presidente). Una pista acerca de la importancia dada a este material es que el propio Sarmiento luego pide una versión en castellano que se publica en 1876.
Ahora bien, ¿cómo era la ciudad en 1869? Con la caída de Rosas, los gobiernos posteriores a 1853 prefiguraron un tipo de representación del espacio urbano superador de la “barbarie” otorgando a la ciudad una dignidad acorde con el nuevo rol que se quería para la nación, si bien las pujas por el establecimiento de la “capital permanente” no se saldarían hasta dentro de una década (Schmidt, 2012). Por lo pronto, en 1857 se inauguró el primer ferrocarril del país con recorrido desde la actual Plaza Lavalle hasta Floresta y se desarrolló el primer plan de pavimentación. En 1864 se creó la compañía de telégrafos que permitió la comunicación de la ciudad con Europa, y en 1869 se inauguraron las primeras obras para la provisión de agua y se realizó el primer censo nacional (Gutman y Hardoy, 2007).
El manual atiende a la celeridad de estas transformaciones ya desde el Prefacio, pues comienza indicando que
“(…) la utilidad de un trabajo como el presente es tan manifiesta
que no necesita explicación ni disculpa. Si fuera posible, sería
deseable la publicación de un manual anual de estos países,
tanto para el uso de los residentes en el Río de la Plata como de
nuestros amigos en Europa y Estados Unidos”.[11]
El interés por lograr que la publicación sea periódica -algo que después se logra en parte a través de las sucesivas ediciones- muestra claramente la intención del trabajo es servir de guía actualizada a la comunidad angloparlante local y del exterior, dando cuenta de los rápidos cambios que sufría por entonces el país. Lo que busca el texto, continúan,
“(…) es otorgar una imagen exacta de la empresa e industria
extranjera en el Río de la Plata (…) Al mismo tiempo hemos
trabajado para demostrar a nuestros lectores en Europa las
muchas ventajas que disfrutan estos países para atraer grandes
oleadas de inmigración”.[12]
Se indica, además, que el fin de la guerra del Paraguay y el inicio de la presidencia de Sarmiento resultan propicios al crecimiento industrial del país, al que auguran el futuro de “su gran modelo, los Estados Unidos”.[13] Esta última aseveración permite inferir que este país era el principal competidor de la Argentina en términos de atracción de inmigrantes, al que se busca emular.
A continuación, el índice también da indicios acerca de las intenciones de este manual. Dividido en tres secciones, la primera está dedicada a la organización general del país, incluyendo una descripción general (que suma datos de Uruguay y Paraguay); estadísticas financieras, agrícolas y armamentísticas; composición de la población y escalas salariales; colonias agrícolas; colonización del Chaco y la Patagonia -con detalle de las colonias británicas allí instaladas-; el Río de la Plata y sus afluentes; rutas del país; empresas, industrias y proyectos; tratados de comercio y navegación con Gran Bretaña y EEUU; biografías de hombres públicos; minería en las provincias cuyanas; historia y literatura del Río de la Plata; monedas, medidas y distancias; advertencia a los inmigrantes; rutas desde Inglaterra y New York y una miscelánea de datos sobre el país. La segunda sección está enteramente dedicada a la ciudad de Buenos Aires y la última sección a la provincia de Buenos Aires, con una descripción general; un panorama de la vida en el campo y un detalle de cada uno de los partidos bonaerenses.
Previo a analizar la sección dedicada a la ciudad, cabe destacar algunas líneas del capítulo de la primera sección denominado “Advertencia a los inmigrantes”, pues permite matizar la afirmación de Devoto acerca del tipo de migrante británico. El capítulo es muy breve pero preciso en cuanto el tipo de inmigrantes esperados y con mayores probabilidades de éxito. Entre ellos se destaca como primera necesidad el arribo de hombres con conocimientos de campo. Siguen en escala de importancia las mujeres para el servicio doméstico y, en tercer término, las parejas jóvenes sin hijos, muy requeridas para ocuparse de estas labores en las estancias del país. Recién en cuarto término se estimula el arribo de “especuladores”, entendiendo por tales hombres de fortuna y visión de negocio, requeridos para establecer toda serie de industrias faltantes indispensables para la vida urbana como “papeleras, fábricas de lanas, omnibuses que atraviesen la ciudad, jardines, teatros ingleses, y cincuenta otras empresas que retribuirán generosamente a sus creadores”.[14] Es decir, si bien los “pioneros” que menciona Devoto son alentados a venir por esta comunidad, el llamado principal está hecho a los migrantes rurales, tal como los requeridos en el resto de Europa. Un punto no menor al respecto es que para ambos tipos de inmigrantes el
conocimiento del idioma local, dicen los autores, era algo salvable. En cambio, si bien algunas profesiones y oficios pueden ser de utilidad -y en tal sentido tenían buena oportunidad los médicos, los impresores y los mecánicos- se desalienta el arribo de abogados, periodistas y hombres de letras en general, ya que el desconocimiento del idioma, las trabas legales para el ejercicio de la profesión y la carencia de eventos sobre los cuales escribir los hacen inútiles.[15]
Pasando ahora a indagar sobre la imagen que se ofrece de la ciudad de Buenos Aires, lo que primero se advierte es que se trata de una imagen construida mediante el relato, ya que el manual no cuenta con ilustraciones (recién en ediciones posteriores a la analizada se ofrece apenas un plano de la ciudad y un mapa de ferrocarriles).[16] La sección dedicada a Buenos Aires cuenta con 160 páginas y se divide en los siguientes capítulos: 1) historia de la ciudad hasta la actualidad; 2) hoteles, clubes, teatros, plazas y mercados; 3) instituciones oficiales; 4) iglesias e instituciones de beneficencia; calles y negocios; 5) aduana; bolsa, bancos y compañías de servicios públicos; 6) los suburbios; 7) excursiones para hacer en tren; tarifas, 8) tasas y reglamentaciones; 9) la boca del Río de la Plata y el puerto. Por una cuestión de extensión, aquí se analiza sólo la presentación del capítulo.
Si bien más arriba se indicó que la inmigración promovida era mayormente de “brazos” para el campo, la sección dedicada a Buenos Aires parece dedicada exclusivamente al otro tipo requerido y recuperado por Devoto (2009): el hombre de negocios. Esto se ve desde el inicio:
“Buenos Aires es, en muchos aspectos, la mejor ciudad de
Sudamérica, aunque la segunda en términos de población luego
de Río de Janeiro. En todos los demás aspectos es la primera en
este continente (…) posee un clima delicioso y es la mejor
opción residencial en la América española”.[17]
Se trata pues de una clara invitación a los compatriotas a venir a instalarse, destacando además su espíritu cosmopolita que los hará sentir bienvenidos:
“El extranjero se encuentra enseguida como en casa en Buenos
Aires, ya que puede procurarse el ingreso como visitante a todos
los clubs y sociedades en la ciudad. Aunque aún no tenemos un
parque público, existe el proyecto de convertir Palermo, la
antigua residencia de Rosas, en una suerte de Champs
Elysées”.[18]
La segura aceptación de los recién venidos en este tipo de sociabilidad porteña permite inferir el rango de inmigrante al que se apela. La referencia a la próxima apertura de un parque comparable al parisino convoca, además, un imaginario de civilidad y belleza europeas.[19] El texto también hace hincapié en el número de comerciantes ingleses ya establecidos y prósperos, quienes “constituyen la clase más respetable en la sociedad de la ciudad”.[20]
En términos generales, este apartado funciona como presentación y en él se describen con gran detalle los progresos urbanos de los últimos 10 años: además de la próxima apertura del parque público, se detalla la futura extensión del tranvía, la extensión del FFCC y el crecimiento de la población. Si bien luego serán descritos con mayor detalle en los capítulos subsiguientes, se da un pantallazo sobre lugares de esparcimiento, alojamiento, instituciones y espacios públicos específicos para la comunidad inglesa -ya sea porque son regenteados por ingleses, porque se habla el idioma o por el buen trato otorgado a los extranjeros. También se describen otras instituciones generales que muestran al potencial inmigrante el grado de avance de la ciudad. Bajo este punto se detalla, por ejemplo, la cantidad de escuelas, hospitales, juzgados, asilos de beneficencia, cementerios, bancos, servicios de transporte y medios de prensa. Este último punto permite reforzar la idea de cosmopolitismo de la ciudad: “Existen diez periódicos diarios, seis en castellano, uno en inglés, uno en francés, uno en alemán y uno en italiano”.[21]
A continuación, se transcribe breve pero contundente resumen con el que se muestra el meteórico progreso de la ciudad:
“Existen pocas ciudades que hayan progresado tanto como
Buenos Aires en los últimos diez años. En 1859 teníamos seis
millas de vías, hoy tenemos 200 millas, en las líneas Norte, Sur,
Oeste y Ensenada. En 1859 había tan solo un transaltántico,
actualmente existen siete líneas desde Inglaterra, Francia,
Bélgica, Italia y Estados Unidos. En 1859, había sólo dos
bancos, ahora hay cuatro. En 1859 la circulación de periódicos
era de 3000 por día, hoy es de 20000. En 1859 la población era
de 100000, la mitad de lo que se estima para la actualidad. En
1859 no había una sola sociedad anónima inglesa ni una
empresa de seguros en el país, hoy sería difícil contabilizarlas.
En 1859 los inmigrantes sumaban 4700, actualmente los
informes indican 30000 por año. En 1859 la oficina de correos
manejaba 400000 cartas y documentos, al día de hoy maneja
casi 4 millones. En 1859 el saldo aduanero era de
aproximadamente 200000 libras, hoy excede los dos millones de
libras. El mismo incremento se observa en cada rama de la
industria o empresa. Está por comenzar el servicio de tranvías en
la ciudad y los suburbios, con líneas ya proyectadas o en
proceso de construcción”.[22]
El uso de la primera persona del plural muestra claramente el nivel de compromiso de los autores con su nuevo lugar de residencia. Para que no queden dudas respecto de su potencial, el apartado finaliza indicando el lugar privilegiado de Buenos Aires como nodo de las comunicaciones con el exterior y el interior del país. Esto sirve tanto para el esparcimiento, como para los negocios y hasta para la aventura, lo que, sumado a la variedad de atractivos urbanos y cosmopolitismo de su población, la transforma en un lugar privilegiado para la residencia de cualquier hombre de negocios:
“Buenos Aires es el centro de la comunicación entre esta parte
de Sudamérica y Europa. El viajero puede embarcarse hacia
cualquiera de los puertos en el Paraná o el Uruguay, o hacia las
provincias del interior o las más distantes Repúblicas del
Paraguay, Bolivia o Chile. Puede incluso viajar en vapor por
2000 millas hasta el interior del Brasil, pasando por Asunción. O
si está ansioso por visitar las tribus indias de la Patagonia,
encontrará un viaje mensual en barco hacia Bahía Blanca y Río
Negro. Como lugar de residencia para el visitante (…) ninguna
ciudad en este hemisferio cuenta con atracciones superiores. El
clima es sano, y hay gran variedad de entretenimiento público,
una sociedad ilustrada y actualizada, una saludable atmósfera de
progreso, y correspondencia semanal desde Europa”.[23]
Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina (1900)
Para el año 1900 -luego de la recuperación económica de la crisis sufrida en la década anterior- la corriente migratoria de Europa a la Argentina se encontraba en pleno auge y los italianos eran amplia mayoría. En tal sentido, la Comisión de Inmigración desalentaba la promoción del país en Italia y prefería abocar sus esfuerzos en los países del norte de Europa.[24] Este cambio también se enmarca en la amenaza que implicaba la creciente inmigración italiana para la construcción de la nacionalidad argentina (Bertoni, 2007).
¿Qué pasaba, mientras tanto, en Buenos Aires? En términos de desarrollo urbano, para el cambio de siglo la capital sufría una densificación descontrolada, lo que determinó que se intensificara el hacinamiento de muchos inmigrantes en los conventillos del centro de la ciudad, a pesar de las epidemias pasadas y de las políticas higienistas (Salessi, 2000). Pero todo comienza a cambiar rápidamente gracias a la electrificación del tranvía en 1897 y el abaratamiento de los pasajes, el desarrollo de loteos privados en zonas alejadas y el aumento del salario real gracias a la estabilidad de la moneda. La conjunción de estos elementos inició el ciclo expansivo que Scobie (1974) denominó “del centro a los barrios” y que daría el perfil definitivo a la ciudad.[25] Las primeras camadas de inmigrantes, ya asentados y con trabajos estables, se convirtieron en los pobladores de estos nuevos suburbios populares, mientras que las nuevas camadas los reemplazaron como habitantes de los conventillos del centro. Dado el cambio de mirada hacia los italianos, es posible que la llegada de estas nuevas camadas estuviera, como indicó Devoto (2009), sostenida en gran medida por amigos y familiares ya establecidos en la ciudad. No obstante, también existieron otros materiales de difusión como la Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina, escrita por Giuseppe Ceppi, periodista italiano que bajo el seudónimo Aníbal Latino hizo carrera en el diario La Nación y que ya contaba con otros textos sobre la Argentina como Tipos y costumbres bonaerenses (1886) y Cuadros Sud-Americanos (1888).[26]
La Guida es un pequeño folletín de 88 páginas sin imágenes dividido en cuatro secciones: “Instrucciones preventivas”; “Trabajos y colocaciones”; “Nociones útiles a los inmigrantes” y “Observaciones y críticas”. El formato chico y liviano permite suponer que estaba pensado para que los inmigrantes lo tuvieran encima como elemento de consulta permanente.
En su introducción, el autor sostiene que, dado que los gobiernos no pueden prevenir el fenómeno de las migraciones, es necesario que las personas que migran tengan la mejor información acerca de los países más adecuados para establecerse y la forma de comportarse en ellos. Esto, continúa, es precisamente lo que encontrarán los usuarios de la guía, tema tan relevante “que el gobierno y el parlamento de la República Argentina, a pedido del autor, han decidido autorizar la compra de quince mil copias para hacerlas distribuir gratuitamente en Italia”.[27] A continuación, el autor realiza una advertencia a la prensa italiana, solicitando que promueva la guía como contraparte del trabajo que él realiza en nuestro país para “hacer amar a Italia y a los italianos”. También indica que su trabajo se diferencia de tantas otras formas de propaganda que han difundido informaciones erróneas sobre la Argentina, generando hostilidad en el público, el gobierno y la prensa italiana. Estos datos corroboran el contexto mencionado acerca de los problemas acarreados por la cantidad de italianos que ya poblaban la ciudad. En estos términos, la guía buscaba por un lado orientar la conducta de los inmigrantes para ser bienvenidos, y por otro suavizar las suspicacias generadas en Italia por el rechazo local.
A los potenciales inmigrantes, el mensaje es claro: no existe un país mejor para emigrar que la Argentina. La cantidad de connacionales ya establecidos hace que las cadenas de solidaridad sean seguras, pues “no hay localidad en la que no haya una sociedad italiana”,[28] al tiempo que las posibilidades para los trabajadores son mucho más provechosas que en el país de origen. Esto se enfatiza sobre todo en el caso de trabajadores agrícolas, que podrán emplearse con facilidad en el interior del país. Para los trabajadores industriales, artesanos o comerciantes, la situación no es tan prometedora debido al poco desarrollo de la industria y la competencia de los ya establecidos, aunque no se desalienta su arribo.
Respecto a los sentimientos que la nueva geografía podía generar, Ceppi advierte que “la monotonía de las inmensas y despobladas llanuras argentinas gravita con peso aplastante sobre algunos migrantes”,[29] pero que eso no debe hacerles olvidar las penurias que dejaron atrás. Esta imagen recuerda a las comparaciones realizadas por los viajeros ingleses acerca de la pampa y el océano, de los cuales Ceppi -como periodista viajero- fue probablemente lector.
Dentro del capítulo “Nociones útiles a los inmigrantes” se encuentran varios puntos dedicados a Buenos Aires. Al igual que en la guía inglesa, la descripción de la ciudad remite a comparaciones con Europa como parámetro de modernidad. En este caso, el apartado comienza indicando que la ciudad tiene 800.000 habitantes, pero que debido a que el tipo de construcción es de casas bajas, la superficie ocupada es grande como la de París, que alberga 3 millones. “Sin embargo” -continúa- “en los últimos años se han construido numerosos edificios altos, especialmente en las calles centrales que van adoptando, y algunas ya poseen, el aspecto de las mejores calles de las grandes ciudades europeas”.[30] Se indica además que “Buenos Aires tiene un puerto artificial grandioso que da inicio a las principales calles de la ciudad, como aquel de Génova, Barcelona o Marsella”.[31] Es posible imaginar el contraste de estas imágenes con la materialidad urbana aún precaria, “efímera”, descrita por Liernur (1993). Sin embargo, dada las características del material, esta otra ciudad no aparece en la guía, sino muy subrepticiamente, como se indica más adelante.
Volviendo a la comparación con Europa, respecto al movimiento urbano también se dice que en las calles del centro es “tan grande a ciertas horas del día que el tránsito es difícil tanto para la gente como para los vehículos, no encontrándose nada igual en las grandes ciudades italianas salvo de ciertas calles en Génova, Milán y Nápoles”. Entre estas calles se destaca la Avenida de Mayo que, “llena de palacios grandiosos, puede sostener con ventaja la comparación con los mejores bulevares o avenidas de París, Londres, Berlín y Viena. Lo mismo puede decirse de las calles Florida, Artes, Buen Orden, Santa Fe y Callao”.[32] Se ve así que la imagen europea es propuesta como marco de referencia al mismo tiempo que como aliciente, seguramente pensado para aquel potencial inmigrante proveniente del campo o de algún pueblo pequeño.
A lo largo de esta descripción aparece tan solo una imagen que se construye en contraposición a las semejanzas europeas; es la referida a la cuadrícula porteña. Aquí la mirada es negativa para el ejemplo local en términos estéticos, pero positiva en términos prácticos, pues el autor indica que si bien
“(…) en un primer momento producen un efecto negativo en los
italianos y españoles habituados a las ciudades y pueblos de
calles onduladas con bellas perspectivas, donde la variedad de
los panoramas parece ser la única regla constructiva; sin
embargo pronto se comprende que la distribución recta de las
cuadras es cómoda, fácil, simple. Cualquiera que preste un
momento de atención, puede orientarse enseguida en Buenos
Aires, contando para ir a cualquier lado el número de cuadras
que debe caminar”.[33]
Un tema que no aparece en la guía inglesa y que da cuenta del perfil diferente de los usuarios de la italiana, es el referido al alojamiento. En este caso, el autor advierte que los alquileres son malos y caros en comparación con las ciudades europeas, a pesar de las mejoras en el transporte:
“Los alquileres son carísimos en Buenos Aires, mucho más que
en las grandes ciudades europeas. Cada pieza cuesta en
promedio 25 pesos al mes en casas de familia, y entre 15 y 20
pesos en los llamados ‘conventillos’, esto es casas donde viven
apiñadas numerosas familias de clases pobres que se ven
obligadas a reducirse a una sola habitación para no gastar en
alojamiento la mitad de sus salarios. Ahora las cosas comienzan
a mejorar con los tranvías eléctricos que facilitan la
comunicación con los barrios más alejados, pero aun así los
alquileres serán siempre caros”.[34]
Aquí es donde, como se mencionó más arriba, puede entreverse algo de esta “otra” ciudad a la que arribaban estos inmigrantes y que transitarían mucho más que los “palacios grandiosos” que comienzan a poblar las calles del centro. No obstante, el texto busca responder a las aspiraciones de los inmigrantes y todo el tiempo remarca la importancia de una ciudad que no defrauda a nadie que decida quedarse en ella, pues
“(…) lejos de producir desilusión a los europeos que llegan por
primera vez, produce en cambio el efecto contrario, causando
estupor por su grandiosidad y malestar en no pocos por su
semejanza con las grandes capitales europeas. Y aunque esto
altere a los ilusos o ignorantes que sueñan con cosas raras e que
quisieran encontrarse entre hombres primitivos cubiertos de
pieles, es una prueba palpable de la vitalidad del país y de sus
riquezas”.[35]
Es interesante que en este caso la semejanza con las ciudades europeas pueda causar “malestar” en los recién arribados. Tal vez aquí Ceppi haga nueva referencia a todos esos malentendidos que él pretende salvar con su folletín. Se desilusionará entonces quien pretenda venir a buscar “hombres primitivos”, pero se fascinará aquel que admire su “grandiosidad”.
El pequeño libro cierra con un pedido al gobierno argentino para que mejore las condiciones de los migrantes con rebajas en los pasajes, con mejores condiciones de alojamiento y con mayor prontitud en la colocación laboral y una reafirmación a los connacionales italianos de porque, en razón de todas las cuestiones expuestas a lo largo del texto, la Argentina es el mejor país para migrar.
A modo de cierre
El tópico inmigratorio es un lugar siempre visitado por la historiografía argentina. No obstante, es posible seguir encontrando elementos poco trabajados que permiten dar cuenta del fenómeno desde nuevas aristas. En tal sentido, este trabajo se propuso posar la mirada sobre los materiales construidos por y para las comunidades migrantes en función de observar algunos detalles interesantes para la construcción de nuestra historia urbana.
Lo que se desprende de ambos textos es, en primer término, el aparente desconocimiento sobre nuestro país de los potenciales lectores. Esto se expresa claramente en el temprano texto de los hermanos Mulhall, mientras que para el momento en el que escribe Ceppi -en el cual la inmigración italiana era masiva- el mayor problema eran los malentendidos en ambas orillas, que el autor también enmarca como desconocimiento. Explicar a sus comunidades qué esperar del lugar al que se emigra es entonces uno de los principales objetivos.
A partir de allí, la intención es clara: mostrar a Buenos Aires como un destino inmejorable. Para ello, la celeridad y capacidad transformadora de los cambios urbanos son en ambos casos ejes fundamentales de persuasión. La inminencia de la construcción del Parque Tres de Febrero en el texto inglés y la reciente electrificación del tranvía en el italiano dan cuenta de ello. También es notable en ambos casos la necesidad de mostrar al cosmopolitismo como valor, a través de la permanente comparación con ejemplos europeos. Las edificaciones, las calles, las multitudes, el movimiento, todo remite a las más modernas urbes transatlánticas. En la guía de Ceppi incluso se hace explícita su contrapartida: Buenos Aires no es una tierra de exotismos. La modernidad urbana, el carácter europeo y las oportunidades económicas son, a pesar de los 30 años que separan un texto del otro, las características comunes que hacen de Buenos Aires el mejor destino para emigrar, siendo inglés o italiano, siendo rico o pobre. Las diversas
instituciones de connacionales ya establecidos también permiten dar cuenta de las posibilidades para el propio desarrollo.
En suma, el llamado de los hermanos Mulhall y de Ceppi a sus compatriotas permite mostrar otras miradas sobre Buenos Aires, miradas que fueron testigos de cambios urbanos arrolladores en primera persona. Su convocatoria, atravesada por la certeza del éxito, veía en Buenos Aires una tierra de oportunidades, en la que aún estaba todo por hacerse y que invitaba a establecerse para comenzar una nueva vida, tal como ellos lo habían hecho.
Bibliografía
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Mercedes González Bracco es Doctora en Ciencias Sociales y Licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires. Especialista en Gestión Cultural por la Universidad de San Martín. Magister en Historia y Cultura de la Arquitectura y la Ciudad por la Universidad Torcuato Di Tella. Investigadora Asistente CONICET con lugar de trabajo en el Instituto de Ciencias Antropológicas de la UBA. Docente de posgrado en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo y en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente dirige el proyecto de investigación PICT “El patrimonio urbano en cuestión: tensiones y negociaciones en torno a su instrumentalización de cara al turismo. Buenos Aires 2007-2015”. Se especializa en temáticas vinculadas al patrimonio cultural y urbano, el turismo y los consumos culturales. Ha publicado artículos de su especialidad como capítulos de libro y en revistas científicas locales e internacionales.
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[1] Constitución de la Nación Argentina (1853). Recuperado de http://www.biblioteca.jus.gov.ar/constitucionargentina1853.html. Consultado: 15/05/16.
[2] Alsina, Juan (1910). La inmigración en el primer siglo de la independencia. Buenos Aires: Felipe Alsina Editor.
[3] Alsina, Juan (1910). La inmigración en el primer siglo de la independencia. Buenos Aires: Felipe Alsina Editor, p.76.
[4] Pelliza, Mariano (1888). Manual del inmigrante en la República Argentina. Buenos Aires: Imprenta del Courrier de la Plata; S/A. (1904). Noticia breve sobre la República Argentina como país de inmigración. Buenos Aires: Talleres de publicaciones de la Oficina Meteorológica Argentina.
[5] Latzina, Francisco (Comp.) (1889). Censo general de población, edificación, comercio e industrias de la ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires: Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco.
[6] Otro antecedente complementario puede encontrarse en las exposiciones universales en las que participó la Argentina. Al respecto puede verse Di Liscia y Lluch (2009).
[7] De acuerdo con Lacarrieu la imagen urbana remite a un núcleo duro que cristaliza la vida y la sociedad como en una fotografía; siendo el producto de una acción intencional de recorte y selección, donde prima el valor constituido desde el acto de la memoria. La autora denomina núcleo duro de la cultura urbana porteña “a esta matriz desde la cual se configuró la Buenos Aires deseada. Ese núcleo es el resultado de un trabajo de delimitación de un modelo cultural urbano que, con pocos cambios, resiste hasta la actualidad” (Lacarrieu, 2007: 50). El imaginario urbano, por su parte, se acerca a la idea de representación social, permitiendo “estructurar y organizar el mundo social a partir de la construcción de modelos que operan simbólicamente a través de discursos y prácticas concretas” (Lacarrieu, 2007: 55). Es decir, mientras que el imaginario se conforma de manera más heterogénea y lábil, la imagen se encuentra intencionalmente diseñada en base a un recorte específico que busca ciertos efectos.
[8] Si bien los diarios de viajeros también proponían una imagen de la ciudad que circulaba en Europa, no son considerados aquí en tanto su objetivo no era el fomento de la inmigración. Muy por el contrario, algunos de ellos resaltan características negativas para el establecimiento de sus coterráneos.
[9] La referencia a esta comunidad como “pioneros” en lugar de “inmigrantes” puede asociarse además una representación social vinculada a su rol “civilizador” frente a la “barbarie” local. Así como los sajones eran preferidos por las autoridades locales como pioneros rurales para colonizar y administrar las grandes extensiones de tierra recientemente conquistadas, la organización del nuevo Estado también los requería para la apertura de nuevos negocios propios de una nación moderna (Graham-Yooll, 2000; Man y Man, 2013).
[10] De acuerdo con Howat (2002), los hermanos (eran tres en total) llegaron a la Argentina desde Dublín a mediados del siglo XIX. Además de los manuales citados, publicaron otros libros y fundaron el diario The Standard en 1861, de gran relevancia para la comunidad angloparlante (Graham-Yooll, 2000).
[11] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres, the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, p.v.
[12] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres, the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, p.v.
[13] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres, the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, p.vi.
[14] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres, the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, p. 162.
[15] Dado que los hermanos Mulhall dirigían un periódico en inglés en Buenos Aires, sorprende el desaliento a los periodistas interesados en venir, a quienes advierten: “aún si saben castellano, no tendrían nada que hacer, no existiendo reuniones, juicios, discursos, etc. que reportar” (Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres, the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, p. 162). Es posible suponer que la referencia se aplica a eventos que pudieran ser de interés para los ingleses residentes en
Gran Bretaña y no para la comunidad británica local, o que estuvieran intentando evitar la competencia.
[16] Resulta curioso pensar en el porqué de esta carencia, cuando por su rol de editores no podían desconocer la existencia de libros de imágenes como las acuarelas y litografías de Carlos Pellegrini o los álbumes de Vistas de Benito Panunzi. Quizá no hicieron uso de imágenes por limitaciones de imprenta.
[17] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres, the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, Sección B, p. 1.
[18] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres, the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, Sección B, p. 2.
[19] Imaginario que podía interpelar a los ingleses ya que se encontraba activo -reconocido a través de los debates europeos y norteamericanos como el Park Movement- al tiempo que se incorporaba a los sentidos locales en términos de catarsis sanadora de su pasado sangriento, clausurando “aquellos significados, sobreimprimiendo su modelo de civilización a la barbarie” (Gorelik, 2004: 57).
[20] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres, the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, Sección B, p. 2.
[21] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres, the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, Sección B, p. 3.
[22] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres, the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, Sección B, pp. 3-4.
[23] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres, the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, Sección B, p. 4.
[24] Alsina, Juan (1900). La inmigración europea en la República Argentina. Buenos Aires: S/E.
[25] A estos elementos hay que agregar la amenaza que implicaba el conventillo en tanto foco de inmoralidad y rebelión, por lo que las nuevas casitas suburbanas eran también objeto de intervención disciplinaria sobre los modos “correctos” de habitar y sociabilizar con los que se instruía a los inmigrantes (Liernur, 2014)
[26] Este último libro, en particular, es interesante en términos de que muestra “la otra cara” de los textos de propaganda, pues recoge escritos publicados en La Nación donde ensalza las bondades de la inmigración italiana ante un público argentino cada vez más reticente: “Recorred las ciudades, perdeos por los campos y allí donde veáis un argentino apercibido á la realización de un gran proyecto y preocupado por dar forma á una feliz iniciativa, hallaréis á su lado á algún italiano dispuesto a secundarlo con sus esfuerzos y facilitarle la tarea con su trabajo” (Ceppi, Giusseppe (1888). Cuadros Sud-Americanos. Buenos Aires: Librería Universal, p. 132).
[27] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires: Stabilimento Tipográfico Roma, p. 3.
[28] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires: Stabilimento Tipográfico Roma, p. 11.
[29] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires: Stabilimento Tipográfico Roma, p. 43.
[30] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires: Stabilimento Tipográfico Roma, p. 66.
[31] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires: Stabilimento Tipográfico Roma, p. 67.
[32] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires: Stabilimento Tipográfico Roma, p. 68.
[33] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires: Stabilimento Tipográfico Roma, p. 67.
[34] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires: Stabilimento Tipográfico Roma, p. 69.
[35] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires: Stabilimento Tipográfico Roma, p. 68.
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