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Pasado Abierto - Año de inicio: 2015 - Periodicidad: 2 por año
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Pasado Abierto. Revista del CEHis. Nº8. Mar del Plata. Julio-Diciembre 2018.  ISSN Nº2451-6961. http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto


¿Por qué Buenos Aires? Guías para inmigrantes europeos en la segunda mitad del  siglo XIX

Mercedes González Bracco

Instituto de Ciencias Antropológicas, Universidad de Buenos Aires, Consejo Nacional  de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina

mercedesbracco@yahoo.com.ar 

Recibido: 20/06/2018

Aceptado: 15/12/2018

Resumen

Este trabajo analiza la construcción de la Argentina en general – y Buenos Aires en particular – como destino de inmigración a partir del trabajo con guías para inmigrantes elaboradas por  referentes de la propia colectividad. Este tipo de textos comienza a aparecer a partir de la  segunda mitad del siglo XIX, principalmente en dos formatos. El primero se engarza con la  tradición de los diarios de viajeros, y puede pensarse como híbrido entre los géneros “relato de  viajero” y “guía de viaje”, pues en sus líneas se recogen tanto experiencias de los autores como  consejos para los futuros visitantes. El segundo busca ser un manual informativo dedicado a las  masas inmigrantes de bajos recursos, requeridos como mano de obra rural e industrial.  Proponemos revisar entonces un ejemplo de cada formato indicado a fin de observar qué tipo de  ciudad presentaban estos materiales no oficiales y escritos específicamente para connacionales.  

Palabras clave: Buenos Aires, imagen de la ciudad, historia urbana, guías para inmigrantes,  inmigración, colectividades

Why Buenos Aires? Guidebooks for European immigrants in the second half of the  nineteenth century

Abstract

This paper analyzes the construction of Argentina in general - and Buenos Aires in particular - as a destination for immigration from guidebooks for immigrants developed by referents of the  same community. This genre begins to appear since the second half of the nineteenth century,  mainly in two formats. The first ties in with the tradition of the travelers’ tales, and can be  thought of as a hybrid between genders "traveler tale" and "travel guidebook" because it collects both experiences of the authors and tips for future visitors. The second format seeks to be an  informative manual for poor immigrant masses, required for rural and industrial labor. We  propose to review two examples (one of each indicated format) to observe how the city was  presented in these unofficial materials written specifically for fellow countrymen.

Keywords: Buenos Aires, city image, urban history, immigrant guidebooks, immigration,  communities

¿Por qué Buenos Aires? Guías para inmigrantes europeos en la  segunda mitad del siglo XIX

Introducción

Son muchos los autores que presentan la segunda mitad del siglo XIX como un  momento de gran efervescencia para la República Argentina. Cambios institucionales,  políticos, económicos y culturales se manifestaron en las profundas mutaciones urbanas  que sufrió Buenos Aires en ese momento (e.g. Gorelik, 2004; Gutman y Hardoy, 2007;  Liernur y Silvestri, 1993; Scobie, 1974).

Al considerar el rol de la inmigración en dicho proceso, Onega (1982) observa  que estos cambios estuvieron fundados en la intención de los liberales vencedores de  Caseros de modernizar un país aún feudal, promoviendo un desarrollo económico e  industrial que incorporara al país al comercio internacional. Para lograr este cometido,  la necesidad de aumentar la población era vital. Sin embargo, por cercanía cultural, el  llamado a “todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino” se  dirigía específicamente a la población europea, considerada la más capaz para adaptarse  a las urgentes necesidades del país. Así lo especificaba el artículo 25 de la Constitución  Nacional:  

“El Gobierno federal fomentará la inmigración europea; y no  

podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada  

en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por  

objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y  

enseñar las ciencias y las artes”.[1] 

Como hitos en este proceso son de destacar: la constitución de la Asociación  Filantrópica de Inmigración, ente privado y sostenido por extranjeros residentes que  actuó entre 1857 y 1869 con apoyo estatal y reemplazada luego por la Comisión Central  de Inmigración, dependiente del gobierno nacional; la sanción de ley 817 de 1876,  conocida como Ley Avellaneda, de fomento a la inmigración y el establecimiento de  colonias en el interior del país y la política llevada adelante por el gobierno de Juárez    

Celman de pasajes subsidiados y oficinas de propaganda en distintas ciudades  europeas.[2] 

A pesar de estos esfuerzos oficiales, Devoto (2009) indica que no fueron tanto las  políticas sino la floreciente economía -expresada en la expansión de la frontera  agropecuaria y la extensión de la red vial- la principal impulsora de esta etapa  migratoria, que se interrumpe en 1914 por el estallido de la guerra en Europa. A finales  de este periodo, los resultados fueron, en términos cuantitativos, a todas luces un éxito.  No obstante, como detalla Germani (1987: 58-59), el lugar de asentamiento de los  recién llegados fue preeminentemente urbano, concentrado mayormente en la ciudad de  Buenos Aires y sus alrededores. El régimen de propiedad basado en grandes latifundios  impidió el desarrollo de los pequeños farmers imaginados por Sarmiento.  

El monumental “aluvión” inmigratorio recibido modificó el país no sólo en  términos demográficos, sino también materiales y simbólicos, generando un proceso de  integración conflictiva con la sociedad local, lo que derivaría en diversas formas de  nacionalismo. Sobre este proceso, que ha sido ampliamente estudiado por los  historiadores (Bertoni, 2007; Prieto, 2006; Scarzanella, 2002; Svampa, 2006), no suele  prestarse atención, sin embargo, al modo en que se construían las expectativas de los  inmigrantes acerca de la Argentina en general y Buenos Aires en particular como  destino. ¿Por qué la Argentina era un buen lugar para migrar? ¿Por qué Buenos Aires  era una ciudad atractiva para instalarse?  

Devoto (2009) propone algunas hipótesis basadas en grado de información  disponible acerca del país y, en tal sentido, otorga una gran importancia al apoyo de  parientes y allegados en la generación de cadenas migratorias. Este tipo de propaganda  también fue alentada desde organismos oficiales. Alsina comenta que durante la década  de 1870 la Comisión Central de Inmigración otorgó pasajes gratuitos de ida y vuelta a  una serie de colonos hacia sus lugares de origen para que “visitando a sus familias y  amigos les contasen las ventajas que obtendrían viniendo a la República Argentina”.[3]

Asimismo, los agentes de inmigración -promovidos por el gobierno o por  empresas privadas- también operaban como fuentes de información oficial, si bien  menos fidedignas. A esto se sumaban fuentes escritas oficiales, como folletería sobre las  bondades de la Argentina como país de inmigración[4]o incluso los censos específicos  dedicados a la capital, traducidos a varios idiomas y donde se detallaba la próspera  situación de los extranjeros.[5] De acuerdo con Rigotti, quien estudia también los censos  realizados en Rosario con el mismo fin, estos materiales más específicos permitían  despegar a estas ciudades de su entorno, mostrando sus características destacables en  tanto “herramientas indispensables para competir por brazos y capitales en un mercado  internacional de ciudades” (2014: 177).

Finalmente, el material que aquí se analiza -las fuentes escritas por privados también tuvo, aunque de modo marginal, su parte en la construcción de la Argentina  como destino. A pesar de su aparente poco peso relativo en la decisión de los  inmigrantes, interesa igualmente recuperar estos textos como antecedentes  complementarios del tipo de promoción que se desarrollará para atraer a turistas y  viajeros,[6]en tanto permiten configurar la “imagen de ciudad”[7]y de nación presentada  en tanto sinécdoque de una sociedad cosmopolita y avanzada. En tal sentido, la pregunta  que guía este escrito es la siguiente: ¿cómo era caracterizada la ciudad de Buenos Aires  en los materiales de promoción para la inmigración publicados por integrantes de las  mismas colectividades?

El tipo de textos analizados comienza a aparecer a partir de la segunda mitad del  siglo XIX, principalmente en dos formatos. El primero se engarza con la tradición de  los diarios de viajeros (Baudizzone, 1941; García de D’Agostino, Rebok, Asato y  López, 1981; Prieto, 1996),[8]y puede pensarse como híbrido entre los géneros “relato de  viajero” y “guía de viaje”, pues en sus líneas se recogen tanto experiencias de los autores como consejos para los futuros visitantes. Este tipo de materiales está escrito  mayoritariamente por y para la comunidad británica, destinados a hombres de negocios  que arribaban en misión oficial o enviados por empresas de su país de origen. El  segundo formato parece ser más bien un manual informativo dedicado a las masas  inmigrantes de bajos recursos, requeridos como mano de obra rural e industrial. Se  revisarán entonces dos ejemplos (uno de cada formato indicado) a fin de observar qué  tipo de ciudad presentaban estos materiales no oficiales.  

Handbook of the River Plate (1869)

Devoto (2009) duda acerca de otorgar el estatuto “inmigrante” para los británicos  que vinieron al país, prefiriendo ubicarlos en la categoría de “pioneros”, pues se trataba  en su mayoría de hombres solos que se instalaban durante pocos años y retornaban  luego a su patria.[9] Lo mismo ocurre, según el autor, para las comunidades alemana y  estadounidense. No obstante, aquí se consideran los materiales producidos por esta  comunidad en tanto estuvieron destinados a alentar a otros a venir.  

Respecto al género literario de estos escritos, Prieto (1996) comenta que la forma  de escribir los diarios de viaje cambió a partir del éxito de Le voyage aux régions  equinoxiales du Nouveau Continent, publicado por Alexander von Humboldt y Aimé  Bonpland en 1807. Muchos viajeros emularon desde entonces este estilo, que  incorporaba observaciones personales y estéticas a las descripciones y enumeraciones  típicas de estos materiales utilitarios. En las guías analizadas se observan también  algunos de estos recursos, si bien prevalece la información que se estima resultaría útil  para el hombre de negocios.

El ejemplo principal encontrado de este tipo de material es el Handbook of the  River Plate; comprising Buenos Ayres, the upper provinces, Banda Oriental and  Paraguay, publicado por los hermanos Michael George y Edward Thomas Mulhall.[10] Se  trata de un manual escrito para la colonia inglesa en el país y para atraer inmigración de  esta comunidad. Tiene varias ediciones (se tuvo acceso a las de 1863, 1869, 1875, 1885  y 1892). La que se analiza aquí es la de 1869, que está dedicada a Sarmiento (entonces  presidente). Una pista acerca de la importancia dada a este material es que el propio  Sarmiento luego pide una versión en castellano que se publica en 1876.  

Ahora bien, ¿cómo era la ciudad en 1869? Con la caída de Rosas, los gobiernos  posteriores a 1853 prefiguraron un tipo de representación del espacio urbano superador  de la “barbarie” otorgando a la ciudad una dignidad acorde con el nuevo rol que se  quería para la nación, si bien las pujas por el establecimiento de la “capital permanente”  no se saldarían hasta dentro de una década (Schmidt, 2012). Por lo pronto, en 1857 se  inauguró el primer ferrocarril del país con recorrido desde la actual Plaza Lavalle hasta  Floresta y se desarrolló el primer plan de pavimentación. En 1864 se creó la compañía  de telégrafos que permitió la comunicación de la ciudad con Europa, y en 1869 se  inauguraron las primeras obras para la provisión de agua y se realizó el primer censo  nacional (Gutman y Hardoy, 2007).  

El manual atiende a la celeridad de estas transformaciones ya desde el Prefacio,  pues comienza indicando que  

“(…) la utilidad de un trabajo como el presente es tan manifiesta  

que no necesita explicación ni disculpa. Si fuera posible, sería  

deseable la publicación de un manual anual de estos países,  

tanto para el uso de los residentes en el Río de la Plata como de  

nuestros amigos en Europa y Estados Unidos”.[11]

El interés por lograr que la publicación sea periódica -algo que después se logra  en parte a través de las sucesivas ediciones- muestra claramente la intención del trabajo  es servir de guía actualizada a la comunidad angloparlante local y del exterior, dando  cuenta de los rápidos cambios que sufría por entonces el país. Lo que busca el texto,  continúan,  

“(…) es otorgar una imagen exacta de la empresa e industria  

extranjera en el Río de la Plata (…) Al mismo tiempo hemos  

trabajado para demostrar a nuestros lectores en Europa las  

muchas ventajas que disfrutan estos países para atraer grandes  

oleadas de inmigración”.[12]

Se indica, además, que el fin de la guerra del Paraguay y el inicio de la  presidencia de Sarmiento resultan propicios al crecimiento industrial del país, al que  auguran el futuro de “su gran modelo, los Estados Unidos”.[13] Esta última aseveración  permite inferir que este país era el principal competidor de la Argentina en términos de  atracción de inmigrantes, al que se busca emular.

A continuación, el índice también da indicios acerca de las intenciones de este  manual. Dividido en tres secciones, la primera está dedicada a la organización general  del país, incluyendo una descripción general (que suma datos de Uruguay y Paraguay);  estadísticas financieras, agrícolas y armamentísticas; composición de la población y  escalas salariales; colonias agrícolas; colonización del Chaco y la Patagonia -con detalle  de las colonias británicas allí instaladas-; el Río de la Plata y sus afluentes; rutas del  país; empresas, industrias y proyectos; tratados de comercio y navegación con Gran  Bretaña y EEUU; biografías de hombres públicos; minería en las provincias cuyanas;  historia y literatura del Río de la Plata; monedas, medidas y distancias; advertencia a los  inmigrantes; rutas desde Inglaterra y New York y una miscelánea de datos sobre el país.  La segunda sección está enteramente dedicada a la ciudad de Buenos Aires y la última  sección a la provincia de Buenos Aires, con una descripción general; un panorama de la  vida en el campo y un detalle de cada uno de los partidos bonaerenses.  

Previo a analizar la sección dedicada a la ciudad, cabe destacar algunas líneas del  capítulo de la primera sección denominado “Advertencia a los inmigrantes”, pues  permite matizar la afirmación de Devoto acerca del tipo de migrante británico. El  capítulo es muy breve pero preciso en cuanto el tipo de inmigrantes esperados y con  mayores probabilidades de éxito. Entre ellos se destaca como primera necesidad el  arribo de hombres con conocimientos de campo. Siguen en escala de importancia las  mujeres para el servicio doméstico y, en tercer término, las parejas jóvenes sin hijos,  muy requeridas para ocuparse de estas labores en las estancias del país. Recién en  cuarto término se estimula el arribo de “especuladores”, entendiendo por tales hombres  de fortuna y visión de negocio, requeridos para establecer toda serie de industrias  faltantes indispensables para la vida urbana como “papeleras, fábricas de lanas,  omnibuses que atraviesen la ciudad, jardines, teatros ingleses, y cincuenta otras  empresas que retribuirán generosamente a sus creadores”.[14] Es decir, si bien los  “pioneros” que menciona Devoto son alentados a venir por esta comunidad, el llamado  principal está hecho a los migrantes rurales, tal como los requeridos en el resto de  Europa. Un punto no menor al respecto es que para ambos tipos de inmigrantes el

conocimiento del idioma local, dicen los autores, era algo salvable. En cambio, si bien  algunas profesiones y oficios pueden ser de utilidad -y en tal sentido tenían buena  oportunidad los médicos, los impresores y los mecánicos- se desalienta el arribo de abogados, periodistas y hombres de letras en general, ya que el desconocimiento del  idioma, las trabas legales para el ejercicio de la profesión y la carencia de eventos sobre  los cuales escribir los hacen inútiles.[15] 

Pasando ahora a indagar sobre la imagen que se ofrece de la ciudad de Buenos  Aires, lo que primero se advierte es que se trata de una imagen construida mediante el  relato, ya que el manual no cuenta con ilustraciones (recién en ediciones posteriores a la  analizada se ofrece apenas un plano de la ciudad y un mapa de ferrocarriles).[16] La  sección dedicada a Buenos Aires cuenta con 160 páginas y se divide en los siguientes  capítulos: 1) historia de la ciudad hasta la actualidad; 2) hoteles, clubes, teatros, plazas y  mercados; 3) instituciones oficiales; 4) iglesias e instituciones de beneficencia; calles y  negocios; 5) aduana; bolsa, bancos y compañías de servicios públicos; 6) los suburbios;  7) excursiones para hacer en tren; tarifas, 8) tasas y reglamentaciones; 9) la boca del Río  de la Plata y el puerto. Por una cuestión de extensión, aquí se analiza sólo la  presentación del capítulo.

Si bien más arriba se indicó que la inmigración promovida era mayormente de  “brazos” para el campo, la sección dedicada a Buenos Aires parece dedicada  exclusivamente al otro tipo requerido y recuperado por Devoto (2009): el hombre de  negocios. Esto se ve desde el inicio:  

“Buenos Aires es, en muchos aspectos, la mejor ciudad de  

Sudamérica, aunque la segunda en términos de población luego  

de Río de Janeiro. En todos los demás aspectos es la primera en  

este continente (…) posee un clima delicioso y es la mejor  

opción residencial en la América española”.[17] 

Se trata pues de una clara invitación a los compatriotas a venir a instalarse,  destacando además su espíritu cosmopolita que los hará sentir bienvenidos:  

“El extranjero se encuentra enseguida como en casa en Buenos  

Aires, ya que puede procurarse el ingreso como visitante a todos  

los clubs y sociedades en la ciudad. Aunque aún no tenemos un  

parque público, existe el proyecto de convertir Palermo, la  

antigua residencia de Rosas, en una suerte de Champs  

Elysées”.[18]

La segura aceptación de los recién venidos en este tipo de sociabilidad porteña  permite inferir el rango de inmigrante al que se apela. La referencia a la próxima  apertura de un parque comparable al parisino convoca, además, un imaginario de  civilidad y belleza europeas.[19] El texto también hace hincapié en el número de  comerciantes ingleses ya establecidos y prósperos, quienes “constituyen la clase más  respetable en la sociedad de la ciudad”.[20] 

En términos generales, este apartado funciona como presentación y en él se  describen con gran detalle los progresos urbanos de los últimos 10 años: además de la  próxima apertura del parque público, se detalla la futura extensión del tranvía, la  extensión del FFCC y el crecimiento de la población. Si bien luego serán descritos con  mayor detalle en los capítulos subsiguientes, se da un pantallazo sobre lugares de  esparcimiento, alojamiento, instituciones y espacios públicos específicos para la  comunidad inglesa -ya sea porque son regenteados por ingleses, porque se habla el  idioma o por el buen trato otorgado a los extranjeros. También se describen otras  instituciones generales que muestran al potencial inmigrante el grado de avance de la  ciudad. Bajo este punto se detalla, por ejemplo, la cantidad de escuelas, hospitales,  juzgados, asilos de beneficencia, cementerios, bancos, servicios de transporte y medios  de prensa. Este último punto permite reforzar la idea de cosmopolitismo de la ciudad:  “Existen diez periódicos diarios, seis en castellano, uno en inglés, uno en francés, uno  en alemán y uno en italiano”.[21]

A continuación, se transcribe breve pero contundente resumen con el que se  muestra el meteórico progreso de la ciudad:

“Existen pocas ciudades que hayan progresado tanto como  

Buenos Aires en los últimos diez años. En 1859 teníamos seis  

millas de vías, hoy tenemos 200 millas, en las líneas Norte, Sur,  

Oeste y Ensenada. En 1859 había tan solo un transaltántico,  

actualmente existen siete líneas desde Inglaterra, Francia,  

Bélgica, Italia y Estados Unidos. En 1859, había sólo dos  

bancos, ahora hay cuatro. En 1859 la circulación de periódicos  

era de 3000 por día, hoy es de 20000. En 1859 la población era  

de 100000, la mitad de lo que se estima para la actualidad. En  

1859 no había una sola sociedad anónima inglesa ni una  

empresa de seguros en el país, hoy sería difícil contabilizarlas.  

En 1859 los inmigrantes sumaban 4700, actualmente los  

informes indican 30000 por año. En 1859 la oficina de correos  

manejaba 400000 cartas y documentos, al día de hoy maneja  

casi 4 millones. En 1859 el saldo aduanero era de  

aproximadamente 200000 libras, hoy excede los dos millones de  

libras. El mismo incremento se observa en cada rama de la  

industria o empresa. Está por comenzar el servicio de tranvías en  

la ciudad y los suburbios, con líneas ya proyectadas o en  

proceso de construcción”.[22]

El uso de la primera persona del plural muestra claramente el nivel de  compromiso de los autores con su nuevo lugar de residencia. Para que no queden dudas  respecto de su potencial, el apartado finaliza indicando el lugar privilegiado de Buenos  Aires como nodo de las comunicaciones con el exterior y el interior del país. Esto sirve  tanto para el esparcimiento, como para los negocios y hasta para la aventura, lo que, sumado a la variedad de atractivos urbanos y cosmopolitismo de su población, la  transforma en un lugar privilegiado para la residencia de cualquier hombre de negocios:  

“Buenos Aires es el centro de la comunicación entre esta parte  

de Sudamérica y Europa. El viajero puede embarcarse hacia  

cualquiera de los puertos en el Paraná o el Uruguay, o hacia las  

provincias del interior o las más distantes Repúblicas del  

Paraguay, Bolivia o Chile. Puede incluso viajar en vapor por  

2000 millas hasta el interior del Brasil, pasando por Asunción. O  

si está ansioso por visitar las tribus indias de la Patagonia,  

encontrará un viaje mensual en barco hacia Bahía Blanca y Río  

Negro. Como lugar de residencia para el visitante (…) ninguna  

ciudad en este hemisferio cuenta con atracciones superiores. El  

clima es sano, y hay gran variedad de entretenimiento público,  

una sociedad ilustrada y actualizada, una saludable atmósfera de  

progreso, y correspondencia semanal desde Europa”.[23]

Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina (1900)

Para el año 1900 -luego de la recuperación económica de la crisis sufrida en la  década anterior- la corriente migratoria de Europa a la Argentina se encontraba en pleno  auge y los italianos eran amplia mayoría. En tal sentido, la Comisión de Inmigración  desalentaba la promoción del país en Italia y prefería abocar sus esfuerzos en los países  del norte de Europa.[24] Este cambio también se enmarca en la amenaza que implicaba la  creciente inmigración italiana para la construcción de la nacionalidad argentina  (Bertoni, 2007).

¿Qué pasaba, mientras tanto, en Buenos Aires? En términos de desarrollo urbano,  para el cambio de siglo la capital sufría una densificación descontrolada, lo que  determinó que se intensificara el hacinamiento de muchos inmigrantes en los  conventillos del centro de la ciudad, a pesar de las epidemias pasadas y de las políticas  higienistas (Salessi, 2000). Pero todo comienza a cambiar rápidamente gracias a la  electrificación del tranvía en 1897 y el abaratamiento de los pasajes, el desarrollo de  loteos privados en zonas alejadas y el aumento del salario real gracias a la estabilidad de  la moneda. La conjunción de estos elementos inició el ciclo expansivo que Scobie (1974) denominó “del centro a los barrios” y que daría el perfil definitivo a la ciudad.[25] Las primeras camadas de inmigrantes, ya asentados y con trabajos estables, se  convirtieron en los pobladores de estos nuevos suburbios populares, mientras que las  nuevas camadas los reemplazaron como habitantes de los conventillos del centro. Dado el cambio de mirada hacia los italianos, es posible que la llegada de estas  nuevas camadas estuviera, como indicó Devoto (2009), sostenida en gran medida por  amigos y familiares ya establecidos en la ciudad. No obstante, también existieron otros  materiales de difusión como la Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica  Argentina, escrita por Giuseppe Ceppi, periodista italiano que bajo el seudónimo Aníbal  Latino hizo carrera en el diario La Nación y que ya contaba con otros textos sobre la  Argentina como Tipos y costumbres bonaerenses (1886) y Cuadros Sud-Americanos (1888).[26]

La Guida es un pequeño folletín de 88 páginas sin imágenes dividido en cuatro  secciones: “Instrucciones preventivas”; “Trabajos y colocaciones”; “Nociones útiles a  los inmigrantes” y “Observaciones y críticas”. El formato chico y liviano permite  suponer que estaba pensado para que los inmigrantes lo tuvieran encima como elemento  de consulta permanente.  

En su introducción, el autor sostiene que, dado que los gobiernos no pueden  prevenir el fenómeno de las migraciones, es necesario que las personas que migran  tengan la mejor información acerca de los países más adecuados para establecerse y la  forma de comportarse en ellos. Esto, continúa, es precisamente lo que encontrarán los  usuarios de la guía, tema tan relevante “que el gobierno y el parlamento de la República  Argentina, a pedido del autor, han decidido autorizar la compra de quince mil copias  para hacerlas distribuir gratuitamente en Italia”.[27] A continuación, el autor realiza una  advertencia a la prensa italiana, solicitando que promueva la guía como contraparte del  trabajo que él realiza en nuestro país para “hacer amar a Italia y a los italianos”.  También indica que su trabajo se diferencia de tantas otras formas de propaganda que  han difundido informaciones erróneas sobre la Argentina, generando hostilidad en el  público, el gobierno y la prensa italiana. Estos datos corroboran el contexto mencionado  acerca de los problemas acarreados por la cantidad de italianos que ya poblaban la  ciudad. En estos términos, la guía buscaba por un lado orientar la conducta de los  inmigrantes para ser bienvenidos, y por otro suavizar las suspicacias generadas en Italia  por el rechazo local.

A los potenciales inmigrantes, el mensaje es claro: no existe un país mejor para  emigrar que la Argentina. La cantidad de connacionales ya establecidos hace que las  cadenas de solidaridad sean seguras, pues “no hay localidad en la que no haya una  sociedad italiana”,[28] al tiempo que las posibilidades para los trabajadores son mucho  más provechosas que en el país de origen. Esto se enfatiza sobre todo en el caso de  trabajadores agrícolas, que podrán emplearse con facilidad en el interior del país. Para  los trabajadores industriales, artesanos o comerciantes, la situación no es tan  prometedora debido al poco desarrollo de la industria y la competencia de los ya  establecidos, aunque no se desalienta su arribo.  

Respecto a los sentimientos que la nueva geografía podía generar, Ceppi advierte  que “la monotonía de las inmensas y despobladas llanuras argentinas gravita con peso  aplastante sobre algunos migrantes”,[29] pero que eso no debe hacerles olvidar las  penurias que dejaron atrás. Esta imagen recuerda a las comparaciones realizadas por los  viajeros ingleses acerca de la pampa y el océano, de los cuales Ceppi -como periodista  viajero- fue probablemente lector.

Dentro del capítulo “Nociones útiles a los inmigrantes” se encuentran varios  puntos dedicados a Buenos Aires. Al igual que en la guía inglesa, la descripción de la  ciudad remite a comparaciones con Europa como parámetro de modernidad. En este  caso, el apartado comienza indicando que la ciudad tiene 800.000 habitantes, pero que  debido a que el tipo de construcción es de casas bajas, la superficie ocupada es grande  como la de París, que alberga 3 millones. “Sin embargo” -continúa- “en los últimos  años se han construido numerosos edificios altos, especialmente en las calles centrales  que van adoptando, y algunas ya poseen, el aspecto de las mejores calles de las grandes  ciudades europeas”.[30] Se indica además que “Buenos Aires tiene un puerto artificial  grandioso que da inicio a las principales calles de la ciudad, como aquel de Génova,  Barcelona o Marsella”.[31] Es posible imaginar el contraste de estas imágenes con la  materialidad urbana aún precaria, “efímera”, descrita por Liernur (1993). Sin embargo,  dada las características del material, esta otra ciudad no aparece en la guía, sino muy  subrepticiamente, como se indica más adelante.

Volviendo a la comparación con Europa, respecto al movimiento urbano también  se dice que en las calles del centro es “tan grande a ciertas horas del día que el tránsito  es difícil tanto para la gente como para los vehículos, no encontrándose nada igual en  las grandes ciudades italianas salvo de ciertas calles en Génova, Milán y Nápoles”.  Entre estas calles se destaca la Avenida de Mayo que, “llena de palacios grandiosos,  puede sostener con ventaja la comparación con los mejores bulevares o avenidas de  París, Londres, Berlín y Viena. Lo mismo puede decirse de las calles Florida, Artes,  Buen Orden, Santa Fe y Callao”.[32] Se ve así que la imagen europea es propuesta como  marco de referencia al mismo tiempo que como aliciente, seguramente pensado para  aquel potencial inmigrante proveniente del campo o de algún pueblo pequeño.

A lo largo de esta descripción aparece tan solo una imagen que se construye en  contraposición a las semejanzas europeas; es la referida a la cuadrícula porteña. Aquí la  mirada es negativa para el ejemplo local en términos estéticos, pero positiva en términos  prácticos, pues el autor indica que si bien  

“(…) en un primer momento producen un efecto negativo en los  

italianos y españoles habituados a las ciudades y pueblos de  

calles onduladas con bellas perspectivas, donde la variedad de  

los panoramas parece ser la única regla constructiva; sin  

embargo pronto se comprende que la distribución recta de las  

cuadras es cómoda, fácil, simple. Cualquiera que preste un  

momento de atención, puede orientarse enseguida en Buenos  

Aires, contando para ir a cualquier lado el número de cuadras  

que debe caminar”.[33]

Un tema que no aparece en la guía inglesa y que da cuenta del perfil diferente de  los usuarios de la italiana, es el referido al alojamiento. En este caso, el autor advierte  que los alquileres son malos y caros en comparación con las ciudades europeas, a pesar  de las mejoras en el transporte:  

“Los alquileres son carísimos en Buenos Aires, mucho más que  

en las grandes ciudades europeas. Cada pieza cuesta en  

promedio 25 pesos al mes en casas de familia, y entre 15 y 20  

pesos en los llamados ‘conventillos’, esto es casas donde viven  

apiñadas numerosas familias de clases pobres que se ven  

obligadas a reducirse a una sola habitación para no gastar en  

alojamiento la mitad de sus salarios. Ahora las cosas comienzan  

a mejorar con los tranvías eléctricos que facilitan la  

comunicación con los barrios más alejados, pero aun así los  

alquileres serán siempre caros”.[34]

Aquí es donde, como se mencionó más arriba, puede entreverse algo de esta  “otra” ciudad a la que arribaban estos inmigrantes y que transitarían mucho más que los  “palacios grandiosos” que comienzan a poblar las calles del centro. No obstante, el texto  busca responder a las aspiraciones de los inmigrantes y todo el tiempo remarca la  importancia de una ciudad que no defrauda a nadie que decida quedarse en ella, pues

“(…) lejos de producir desilusión a los europeos que llegan por  

primera vez, produce en cambio el efecto contrario, causando  

estupor por su grandiosidad y malestar en no pocos por su  

semejanza con las grandes capitales europeas. Y aunque esto  

altere a los ilusos o ignorantes que sueñan con cosas raras e que  

quisieran encontrarse entre hombres primitivos cubiertos de  

pieles, es una prueba palpable de la vitalidad del país y de sus  

riquezas”.[35]

Es interesante que en este caso la semejanza con las ciudades europeas pueda  causar “malestar” en los recién arribados. Tal vez aquí Ceppi haga nueva referencia a  todos esos malentendidos que él pretende salvar con su folletín. Se desilusionará  entonces quien pretenda venir a buscar “hombres primitivos”, pero se fascinará aquel  que admire su “grandiosidad”.

  

El pequeño libro cierra con un pedido al gobierno argentino para que mejore las condiciones de los migrantes con rebajas en los pasajes, con mejores condiciones de  alojamiento y con mayor prontitud en la colocación laboral y una reafirmación a los  connacionales italianos de porque, en razón de todas las cuestiones expuestas a lo largo  del texto, la Argentina es el mejor país para migrar.  

A modo de cierre

El tópico inmigratorio es un lugar siempre visitado por la historiografía argentina.  No obstante, es posible seguir encontrando elementos poco trabajados que permiten dar  cuenta del fenómeno desde nuevas aristas. En tal sentido, este trabajo se propuso posar  la mirada sobre los materiales construidos por y para las comunidades migrantes en  función de observar algunos detalles interesantes para la construcción de nuestra  historia urbana.

Lo que se desprende de ambos textos es, en primer término, el aparente  desconocimiento sobre nuestro país de los potenciales lectores. Esto se expresa  claramente en el temprano texto de los hermanos Mulhall, mientras que para el  momento en el que escribe Ceppi -en el cual la inmigración italiana era masiva- el  mayor problema eran los malentendidos en ambas orillas, que el autor también enmarca  como desconocimiento. Explicar a sus comunidades qué esperar del lugar al que se  emigra es entonces uno de los principales objetivos.

A partir de allí, la intención es clara: mostrar a Buenos Aires como un destino  inmejorable. Para ello, la celeridad y capacidad transformadora de los cambios urbanos  son en ambos casos ejes fundamentales de persuasión. La inminencia de la construcción  del Parque Tres de Febrero en el texto inglés y la reciente electrificación del tranvía en  el italiano dan cuenta de ello. También es notable en ambos casos la necesidad de  mostrar al cosmopolitismo como valor, a través de la permanente comparación con  ejemplos europeos. Las edificaciones, las calles, las multitudes, el movimiento, todo  remite a las más modernas urbes transatlánticas. En la guía de Ceppi incluso se hace  explícita su contrapartida: Buenos Aires no es una tierra de exotismos. La modernidad  urbana, el carácter europeo y las oportunidades económicas son, a pesar de los 30 años  que separan un texto del otro, las características comunes que hacen de Buenos Aires el  mejor destino para emigrar, siendo inglés o italiano, siendo rico o pobre. Las diversas

instituciones de connacionales ya establecidos también permiten dar cuenta de las  posibilidades para el propio desarrollo.

En suma, el llamado de los hermanos Mulhall y de Ceppi a sus compatriotas  permite mostrar otras miradas sobre Buenos Aires, miradas que fueron testigos de  cambios urbanos arrolladores en primera persona. Su convocatoria, atravesada por la  certeza del éxito, veía en Buenos Aires una tierra de oportunidades, en la que aún estaba  todo por hacerse y que invitaba a establecerse para comenzar una nueva vida, tal como  ellos lo habían hecho.  

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Mercedes González Bracco es Doctora en Ciencias Sociales y Licenciada en  Sociología por la Universidad de Buenos Aires. Especialista en Gestión Cultural por la  Universidad de San Martín. Magister en Historia y Cultura de la Arquitectura y la  Ciudad por la Universidad Torcuato Di Tella. Investigadora Asistente CONICET con  lugar de trabajo en el Instituto de Ciencias Antropológicas de la UBA. Docente de  posgrado en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo y en la Facultad de  Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente dirige el proyecto de  investigación PICT “El patrimonio urbano en cuestión: tensiones y negociaciones en  torno a su instrumentalización de cara al turismo. Buenos Aires 2007-2015”. Se  especializa en temáticas vinculadas al patrimonio cultural y urbano, el turismo y  los consumos culturales. Ha publicado artículos de su especialidad como capítulos de  libro y en revistas científicas locales e internacionales.

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[1] Constitución de la Nación Argentina (1853). Recuperado de  http://www.biblioteca.jus.gov.ar/constitucionargentina1853.html. Consultado: 15/05/16.

[2] Alsina, Juan (1910). La inmigración en el primer siglo de la independencia. Buenos Aires: Felipe  Alsina Editor.

[3]  Alsina, Juan (1910). La inmigración en el primer siglo de la independencia. Buenos Aires: Felipe  Alsina Editor, p.76.

[4] Pelliza, Mariano (1888). Manual del inmigrante en la República Argentina. Buenos Aires: Imprenta del  Courrier de la Plata; S/A. (1904). Noticia breve sobre la República Argentina como país de inmigración.  Buenos Aires: Talleres de publicaciones de la Oficina Meteorológica Argentina.

[5] Latzina, Francisco (Comp.) (1889). Censo general de población, edificación, comercio e industrias de  la ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires: Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco.

[6] Otro antecedente complementario puede encontrarse en las exposiciones universales en las que participó  la Argentina. Al respecto puede verse Di Liscia y Lluch (2009).

[7] De acuerdo con Lacarrieu la imagen urbana remite a un núcleo duro que cristaliza la vida y la sociedad  como en una fotografía; siendo el producto de una acción intencional de recorte y selección, donde prima  el valor constituido desde el acto de la memoria. La autora denomina núcleo duro de la cultura urbana  porteña “a esta matriz desde la cual se configuró la Buenos Aires deseada. Ese núcleo es el resultado de  un trabajo de delimitación de un modelo cultural urbano que, con pocos cambios, resiste hasta la  actualidad” (Lacarrieu, 2007: 50). El imaginario urbano, por su parte, se acerca a la idea de  representación social, permitiendo “estructurar y organizar el mundo social a partir de la construcción de  modelos que operan simbólicamente a través de discursos y prácticas concretas” (Lacarrieu, 2007: 55). Es  decir, mientras que el imaginario se conforma de manera más heterogénea y lábil, la imagen se encuentra  intencionalmente diseñada en base a un recorte específico que busca ciertos efectos.

[8] Si bien los diarios de viajeros también proponían una imagen de la ciudad que circulaba en Europa, no  son considerados aquí en tanto su objetivo no era el fomento de la inmigración. Muy por el contrario,  algunos de ellos resaltan características negativas para el establecimiento de sus coterráneos.

[9] La referencia a esta comunidad como “pioneros” en lugar de “inmigrantes” puede asociarse además una  representación social vinculada a su rol “civilizador” frente a la “barbarie” local. Así como los sajones  eran preferidos por las autoridades locales como pioneros rurales para colonizar y administrar las grandes  extensiones de tierra recientemente conquistadas, la organización del nuevo Estado también los requería  para la apertura de nuevos negocios propios de una nación moderna (Graham-Yooll, 2000; Man y Man,  2013).

[10]  De acuerdo con Howat (2002), los hermanos (eran tres en total) llegaron a la Argentina desde Dublín a  mediados del siglo XIX. Además de los manuales citados, publicaron otros libros y fundaron el diario The  Standard en 1861, de gran relevancia para la comunidad angloparlante (Graham-Yooll, 2000).

[11]  Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres,  the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, p.v.

[12] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres,  the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, p.v.

[13] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres,  the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, p.vi.

[14] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres,  the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, p. 162.

[15] Dado que los hermanos Mulhall dirigían un periódico en inglés en Buenos Aires, sorprende el  desaliento a los periodistas interesados en venir, a quienes advierten: “aún si saben castellano, no tendrían  nada que hacer, no existiendo reuniones, juicios, discursos, etc. que reportar” (Mulhall, Edward y  Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres, the upper provinces,  Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office, p. 162). Es posible  suponer que la referencia se aplica a eventos que pudieran ser de interés para los ingleses residentes en

Gran Bretaña y no para la comunidad británica local, o que estuvieran intentando evitar la competencia.

[16] Resulta curioso pensar en el porqué de esta carencia, cuando por su rol de editores no podían  desconocer la existencia de libros de imágenes como las acuarelas y litografías de Carlos Pellegrini o los  álbumes de Vistas de Benito Panunzi. Quizá no hicieron uso de imágenes por limitaciones de imprenta.

[17] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres,  the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office,  Sección B, p. 1.

[18] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres,  the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office,  Sección B, p. 2.

[19]  Imaginario que podía interpelar a los ingleses ya que se encontraba activo -reconocido a través de los  debates europeos y norteamericanos como el Park Movement- al tiempo que se incorporaba a los sentidos  locales en términos de catarsis sanadora de su pasado sangriento, clausurando “aquellos significados,  sobreimprimiendo su modelo de civilización a la barbarie” (Gorelik, 2004: 57).

[20] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres,  the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office,  Sección B, p. 2.

[21]  Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres,  the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office,  Sección B, p. 3.

[22] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres,  the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office,  Sección B, pp. 3-4.

[23] Mulhall, Edward y Mulhall, Michael (1869). Hand book of the River Plate; comprising Buenos Ayres,  the upper provinces, Banda Oriental and Paraguay. Vol. I. Buenos Aires: Standard Printing Office,  Sección B, p. 4.

[24] Alsina, Juan (1900). La inmigración europea en la República Argentina. Buenos Aires: S/E.

[25] A estos elementos hay que agregar la amenaza que implicaba el conventillo en tanto foco de  inmoralidad y rebelión, por lo que las nuevas casitas suburbanas eran también objeto de intervención  disciplinaria sobre los modos “correctos” de habitar y sociabilizar con los que se instruía a los  inmigrantes (Liernur, 2014)

[26] Este último libro, en particular, es interesante en términos de que muestra “la otra cara” de los textos de  propaganda, pues recoge escritos publicados en La Nación donde ensalza las bondades de la inmigración  italiana ante un público argentino cada vez más reticente: “Recorred las ciudades, perdeos por los campos  y allí donde veáis un argentino apercibido á la realización de un gran proyecto y preocupado por dar  forma á una feliz iniciativa, hallaréis á su lado á algún italiano dispuesto a secundarlo con sus esfuerzos y  facilitarle la tarea con su trabajo” (Ceppi, Giusseppe (1888). Cuadros Sud-Americanos. Buenos Aires:  Librería Universal, p. 132).

[27] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires:  Stabilimento Tipográfico Roma, p. 3.

[28] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires:  Stabilimento Tipográfico Roma, p. 11.

[29] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires:  Stabilimento Tipográfico Roma, p. 43.

[30] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires:  Stabilimento Tipográfico Roma, p. 66.

[31]  Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires:  Stabilimento Tipográfico Roma, p. 67.

[32]  Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires:  Stabilimento Tipográfico Roma, p. 68.

[33] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires:  Stabilimento Tipográfico Roma, p. 67.

[34] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires:  Stabilimento Tipográfico Roma, p. 69.

[35] Ceppi, Giusseppe (1900). Guida dell’emigrante italiano alla Reppublica Argentina. Buenos Aires:  Stabilimento Tipográfico Roma, p. 68.

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