Pasado Abierto. Revista del CEHis. Nº4. Mar del Plata. Julio-Diciembre de 2016.
ISSN Nº2451-6961.
http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto
Un puñado de cartas de Tulio Halperín Donghi, entre la Argentina y Estados Unidos (1954-1978)
Miranda Lida
Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales- Universidad Católica
Argentina/CONICET, Argentina
lidamirand@gmail.com
Recibido:16/11/2016
Aceptado: 05/12/2016
Resumen
Tulio Halperín Donghi no requiere de ninguna presentación en la historiografía argentina, pero las cartas suyas que aquí reproducimos, que atraviesan más de dos décadas, tal vez sí. Dirigidas al profesor de literatura de Harvard Raimundo Lida, uno de sus principales amigos en la costa este de los Estados Unidos, las cartas revelan una sostenida amistad que se enriqueció con el tiempo por compartir experiencias tales como su condición de profesores argentinos en la academia anglosajona de los Estados Unidos; la percepción de una Argentina sumida en dictaduras que cerraban el camino a la vida intelectual y cultural; sus contactos con revistas y amigos en común que habían quedado en el país. A través de estas cartas, el lector puede atravesar los sentimientos encontrados que despertó en el joven historiador la situación política argentina en coyunturas cruciales: los últimos tramos del gobierno de Perón y los sucesivos golpes militares de 1966 y 1976.
Palabras claves: Tulio Halperín Donghi; historia intelectual; exilio; Argentina
A handful of letters by Tulio Halperin Donghi, between Argentina and the United States (1954-1978)
Abstract
Tulio Halperin Donghi does not require to be introduced in argentine historiography, but perhaps the following letters written by him do. Delivered to Raimundo Lida, professor of Literature at Harvard, and one of the most important friends of the historian at the East Coast of United States, these letters show a continued friendship along several decades in which they shared the experience of being argentine professors in Anglo-Saxon universities; the anguish provoked by dictatorships in Argentina that blocked out cultural and intellectual activities; their ties with several friends in common, specially, in Argentina. Through this letters, the reader confronts the mixed feelings provoked by the argentine political situation during the last years of Perón´s government, and the military coups of 1966 and 1976.
Keywords: Tulio Halperín Donghi; intellectual history; exile; Argentina
Un puñado de cartas de Tulio Halperín Donghi, entre la Argentina y Estados Unidos (1954-1978)
Introducción
Tulio Halperín Donghi (1926-2014) no requiere de presentación en la historiografía argentina, pero estas cinco cartas, que atraviesan más de dos décadas —la primera data de 1954; la última, de 1978—tal vez sí. Dirigidas al profesor de literatura de Harvard Raimundo Lida (1908-1979), uno de sus principales amigos en la costa este de los Estados Unidos, las cartas revelan una sostenida amistad que se enriqueció con el tiempo por compartir experiencias tales como su condición de profesores argentinos en la academia anglosajona de los Estados Unidos; la percepción de una Argentina sumida en dictaduras que cerraban el camino a la vida intelectual y cultural; sus contactos con revistas y amigos en común que habían quedado en el país. En sus memorias, Halperín Donghi puso de relieve el valor que tuvo para él esta amistad desarrollada en Buenos Aires, primero, y continuada luego en los Estados Unidos, así como también los estrechos vínculos que relacionaban al profesor de Harvard y su familia, con los padres del historiador, ambos profesores del campo de las Letras —Gregorio Halperín y Renata Donghi de Halperín—. (Halperín Donghi, 2008; Lida, 2014).
Las cartas que transcribimos, datadas entre abril de 1954 y febrero de 1978, provenientes de archivos privados, pero actualmente de acceso público, revisten un alto interés para cualquier intento de realizar una biografía intelectual del más importante historiador argentino del siglo XX, puesto que fueron escritas en tres coyunturas cruciales: la primera, poco antes de la caída de Perón en 1955; las siguientes, entre 1966 y 1967, bajo el impacto de la dictadura de Onganía; la última, finalmente, en 1978, cuando el historiador se encontraba ya radicado en Berkeley, California, pero a pesar de la distancia no ignoraba las implicancias de la dictadura militar.
En 1954 el joven Tulio Halperín demostró fuerte interés por salir del país en la coyuntura del segundo gobierno de Perón, justo cuando recibió una invitación de Raimundo Lida para dar clases de español en los cursos de verano de Harvard. La propuesta, según recordaría más tarde el propio Tulio Halperín en sus memorias, habría marcado un antes y un después en su vida: cuando la rechazó, a pesar de lo tentadora que resultaba, se sintió reafirmado en su vocación de historiador. En 1954, de hecho, Tulio Halperín ya se veía a sí mismo como un historiador, y por eso le dijo a Lida que prefería dar clases de historia hispanoamericana, en lugar de lengua española. Con la tesis doctoral a punto de ser entregada, se volcaría pronto a un proyecto que para el momento en que escribía esa carta se encontraba ya netamente definido en torno del "estudio de historia económica de Buenos Aires en la época de Rosas". Esta misma carta muestra, también, su insegura situación económica en los años finales del gobierno de Perón, a pesar de que trabaja en muy variados proyectos, y revela la vocación de Tulio Halperín por el chisme o, dicho de una manera más elegante, su manera vívida de narrar los cambios en la escena cultural argentina, con nombres y apellidos que son retratados de manera poco complaciente por el historiador, sin tapujos.
La siguiente serie de cartas, datadas entre noviembre de 1966 y mediados de 1967, revelan un Tulio Halperín sacudido por la experiencia laberíntica de la Argentina de Juan Carlos Onganía. Era ya un historiador formado, que había transitado la experiencia de los años dorados que vivieron las universidades argentinas desde 1955 hasta esa fecha, años que le habían permitido continuar su formación, y a su vez trabajar intensamente, junto a José Luis Romero y Gino Germani. Sin embargo, todos sus planes se desmoronaron con el golpe militar y "la noche de los bastones largos"; debió, por ende, tantear oportunidades en el extranjero, de ahí que volviera a escribirle a Lida sumamente interesado en pedirle que hiciera gestiones en su favor. La expectativa de que las fundaciones Rockefeller y Ford, de los Estados Unidos, permitieran reforzar los centros de investigación en ciencias sociales del Instituto di Tella, lo tuvo a la expectativa por un tiempo, y sólo cuando ese proyecto se frustró, le escribió a Lida en busca de oportunidades en el norte. Así, puede verse que para noviembre de 1966 no tenía todavía nada en firme, sin embargo; tal vez quizás unos pocos meses en Cambridge a comienzos del año siguiente y la expectativa de ser profesor visitante en alguna universidad de los Estados Unidos, ya fuere en Harvard, donde trabajaba Lida, o bien en Brandeis, una pujante universidad de la costa este, que en los años sesenta se destacó por albergar a Herbert Marcuse. Para cuando le escribe a Lida, la decisión de dejar el país ya está tomada, y su actitud es marcadamente pesimista acerca del futuro de la Argentina, incluso en el largo plazo. Puesto que Harvard fue el primer destino de Tulio Halperín en los Estados Unidos luego del golpe de Onganía, este puñado de cartas constituye un engranaje importante en su camino al extranjero. Las dos cartas de 1967, que le siguen, escritas en esta misma coyuntura, revelan que la solidaridad de Lida y su esposa, Denah Levy Lida, fue clave para facilitarle al historiador —que todavía permanecía en Buenos Aires y trabajaba contratado por la Universidad de la República, de Uruguay— su instalación en los Estados Unidos, primero en la costa este, v.g., Harvard, y más tarde en California.
La última es quizás la carta más importante de este lote: jugosa, picante, lúcida y con alusiones explícitas a la situación política argentina luego del golpe militar del 24 de marzo de 1976. Y con críticas punzantes, a su vez, hacia la política editorial de Victoria Ocampo en la revista Sur, en la que acababan de colaborar ambos corresponsales en un número de homenaje a Domingo Faustino Sarmiento, número del que participaron, también, figuras bastante incómodas para ambos, como Marcelo Sánchez Sorondo —hijo de Matías Sánchez Sorondo, funcionario de José F. Uriburu en su hora— y Víctor Massuh. La sutil distinción que establece Tulio Halperín en torno a las dos figuras cuestionadas de Sánchez Sorondo y Massuh, este último embajador de la dictadura ante la UNESCO, por entonces, y por ende tanto más cuestionable, es brillante e iluminadora, e incluye además un hondo lamento del historiador por esa "pobre" Argentina "irremediablemente dañada" cuya vida cultural en plena dictadura se asemejaría a "una balsa de salvamento", en el mejor de los casos.
Fuentes
Criterios de esta edición. Las cartas transcriptas a continuación pertenecen al fondo "Raimundo Lida papers" donado por sus herederos a la Universidad de Harvard, Estados Unidos. (Se incluyen todas las cartas del historiador que se encuentran depositadas en este archivo.) Los corchetes corresponden a agregados y aclaraciones no existentes en el original, para ayudar a su legibilidad. Las notas al pie completan la información faltante cuando es necesaria. (M. L.)
****
1. De Tulio Halperín Donghi a Raimundo Lida (Buenos Aires, 17 de abril de 1954)
Mi querido amigo:
Muchas gracias por tu carta, y por tus indicaciones. Me he apresurado a escribir al doctor Dickmann[1] ; ahora que, de veras, no sé qué desear. Me asusta un poco todo eso, me parece que mi inglés es bastante insuficiente. Desde luego me interesaría mucho más algo equivalente en el campo de la historia hispanoamericana. En fin, veremos qué ocurre con esto; escribí por ganas infantiles de ver Harvard, y la gente de allí, pero sobre todo por una especie de superstición: aquí tengo un trabajo que me ha dado Fatone[2] para una enciclopedia, pero terminará el año que viene y ya me veo gritando de rabia por haber despreciado en la prosperidad lo que cuando esté en estrecheces ya no se volverá a presentar. Pero, hablando más seriamente, me gustaría me avisase Ud. acerca de cualquier posibilidad en el campo hispanoamericano, en Harvard o donde fuere. Sé muy bien que en cuanto a eso sólo podrá Ud., si puede, dar noticias.
¿Qué otras cosa puedo contarle? El trabajo de la enciclopedia es tanto (biografías de hombres ilustres de Hispanoamérica), pero bien pagado y me deja tiempo libre en abundancia. De la tesis me faltan pasar notas y apéndices, entregaré todo en diez días. El "Sarmiento" va bastante bien.[3] Para después, si el destino quiere que me quede aquí, había planeado juntar materiales para un estudio de historia económica, de Buenos Aires en la época de Rosas. En un año juntaría unas cuantas fichas para elaborar cuando y donde Dios quiera.
Otras nuevas: mi hermana se casa dentro del año. A mamá la han trasladado — con toda la sección de Italiano— del profesorado al Lenguas Vivas; Anita le podría contar qué antro es ése. Resultado: que pensaba jubilarse pacíficamente a fin de año, y ahora parece que le convendrá irse antes de lo que calculaba.
Otras nuevas todavía: hemos tenido un [Primer] Congreso de Psicología en Tucumán, que ha resuelto promover la creación de la carrera de psicólogo (con nuevas cátedras para los señores congresales). Todo estuvo muy lejos de tener el esplendor del Congreso de Mendoza [v.g., Congreso Nacional de Filosofía, de 1949]; esa pantagruélica época de oro, en que los invitados traían cajones de ponencias pagadas a tanto la pieza, ha quedado definitivamente atrás. Lo único divertido fue, según dicen, una gresca entre Guerrero[4] y Marone[5] , que por razones misteriosas figuraba entre los asistentes. En la Facultad se han abierto nuevos concursos: el eminente Cortina[6] hace más o menos su despótica voluntad; se proponía rechazar in limine a Gatti[7] (J. F.) pero magnánimamente ha decidido dejarlo llegar hasta las pruebas, en las que, según ha anunciado ya (Cortina, no Gatti) será vencido por un joven que acaba de hacer su tesis con el erudito descubridor del verbo crujir. Más suerte tuvo Caillet- Bois[8] ; es ya titular (en La Plata). François [9] es ahora full-time (esta palabra ha adquirido aquí un matiz especial, significa tan sólo que cobra el doble que los demás). Los motivos son misteriosos; el agraciado anda ahora por esos corredores echando miradas glaciales a sus colegas que le negaron el saludo cuando cayó en desgracia, y ahora se inclinan reverentemente, y se estremecen ante un futuro nada alegre, si es que el — desdichadamente— inmortal director del Instituto de Filología vuelve al poder. Y basta de chismes.
Un saludo muy cordial de su reconocido
Tulio Halperín
2. De Tulio Halperín a Raimundo Lida, (Buenos Aires, 6 de noviembre de 1966)
Sr. Raimundo Lida.
Mi querido amigo:
Le escribo luego de tres meses de haber quedado fuera de la Universidad (meses amenizados por esperanzas de formar aquí mismo unos centros privados de investigación, que se han visto frustrados súbitamente por la decisión de las fundaciones de por allá de no poner dinero en la Argentina —una decisión que, aunque consternante, no deja de ser sensata ¿quién podría asegurar la supervivencia de esos refugios para la emigración interior. [10] De manera que estoy en la etapa del coup d´horizon en busca de trabajo fuera de aquí. Si sabe usted de alguna posibilidad no deje de hacérmela saber (también le he escrito a Marichal[11] sobre lo mismo); esa posibilidad podría ser tanto en USA como en algún lugar de Latinoamérica. No sé si además puedo pedirle algo más: ocurre que hace dos meses un antropólogo social residente aquí me solicitó el curriculum para enviar a [la Universidad de] Brandeis, donde según parece había cierto interés en utilizar la coyuntura argentina para llevar algunos latinoamericanólogos. Luego el antropólogo se fue y no supe más nada. Cuando conversó conmigo le dije que sólo podría ir para enero del 68, y que acaso tendría que volver luego aquí por algún cuatrimestre, porque en efecto, dado que estábamos en la bendita organización de los centros de estudio locales, aunque no estaba demasiado seguro de que iba a salir algo de eso, me pareció poco decente dejar plantados a los colegas que estaban conmigo en esa organización. Ahora las cosas han cambiado bastante, y estaría perfectamente disponible a partir del próximo abril de 1967 (los primeros tres meses del año próximo los pasaré en Inglaterra, con una invitación del Centre of Latin American Studies de [la Universidad de] Cambridge). Me resulta muy difícil escribir al presidente de Brandeis para decirle todo eso, ya que nunca tuve contacto directo con él, sino con el antropólogo (que como le decía se ha marchado ya). Me pregunto si su señora no podría aconsejarme sobre qué hacer en este punto, ya que esa posibilidad me interesa bastante. Me gustaría también saber si la Brandeis está tan interesada en todo el proyecto de ampliación de estudios latinoamericanos como decía el reclutador que tuvimos por aquí.
Perdón por plantearle un caso tan complicado. La situación por aquí es cada vez más deprimente; se apagan los últimos fuegos artificiales del escándalo provocado por el asalto a la Universidad y comienzan a caer las cenizas... Por todas partes uno no encuentra sino gente sacada de su quicio. En fin, habrá que acostumbrarse a todo esto, porque lo tendremos que soportar bastante tiempo. Por el momento, nuestros contratiempos privados nos impiden tener una perspectiva más amplia, lo que acaso sea una ventaja desde el punto de vista de la poca serenidad espiritual que aun nos queda. En fin, la verdad que éste es un país privilegiado.
Con saludos muy cordiales para su esposa y los amigos de por allá. Muy afectuosamente suyo
Tulio Halperín
Otrosí digo: paso para Inglaterra pasaré por New York y zonas cercanas en los primerísimos días de 1967 ¿entre el primero y el 10 de enero por dónde andarán ustedes? Me encantaría poder verlos. T. H.
3. De Tulio Halperín Donghi a Raimundo Lida (Buenos Aires, 21 de junio de 1967)
Sr. D. Raimundo Lida.
Mi querido amigo:
Esta carta, que le escribo por consejo de [Enrique] Anderson [Imbert[12] (fugazmente de paso por Buenos Aires) es para darle trabajo a Dina [Denah[13], con motivo de nuestra próxima ida allí. Si no puede hacer mucho, pídale por favor que no se preocupe. Yo escribí al respecto a Marichal, que se había ofrecido a hacer algo por eso; me derivó luego a David Haberly, secretario del Comité de Estudios Latinoamericanos, que no me contestó tampoco (si usted pudiera sin mucho trabajo preguntarle si recibió mi carta, le agradecería que lo hiciera). Por otro lado, me mandaron un formulario del Housing Service de la Universidad, que llené solicitando alojamiento en Botanic Gardens (el único grupo de casas de la universidad que se ofrecía para Faculty), pero tampoco me han contestado y según Anderson eso significa que no tienen lugar allí y debería buscar por mi cuenta.
Y sobre eso quería consultar con Dina. A mí no me importaría buscar fuera de Cambridge [Mass., Estados Unidos] (en Belmont, Arlington, Newton o lugares así) un departamento o casa no grande (tres piezas grandes servirían). Naturalmente, también en Cambridge me gustaría, pero eso al parecer es mucho más difícil. Según Anderson es preferible y más rápido empezar por alquilar amueblado, para cambiar luego, pero eso no me convence mucho. De todos modos:
Primera pregunta ¿amueblado es mucho más caro? ¿Cuál sería el alquiler de un departamento amueblado de dos dormitorios?
Segunda pregunta ¿es posible alquilar algo decente, fuera de Cambridge, llegando alrededor del 1 de septiembre? Según Anderson es demasiado tarde, pero él declara no saber bien hasta dónde llega la influencia de Harvard, haciendo que todo lo ofrecido se alquile antes de septiembre. La verdad que es importante para mí saberlo, porque no me resulta fácil salir de aquí antes de primeros de septiembre.
Otra cosa, para Dina o usted, si viene al caso y sin que les pida que se lancen a una campaña al respecto. Mi mujer quisiera hacer algo allá; por una parte quisiera hacer su doctorado —según Anderson le conviene hacerlo en Literatura Comparada— pero no podrá inscribirse ya sino para el año 68-69. Tiene el habitual título de Profesor de Enseñanza Secundaria, Normal y Especial en Letras, de la Facultad de Filosofía y Letras de Rosario, y hasta los conocidos acontecimientos fue allí mismo profesora adjunta de Literatura Septentrional; por lo que dice Anderson estos cargos de secundario no están demasiado bien pagados y suponen unas doce horas semanales de enseñanza; ella está perfectamente dispuesta a tomar alguno en esas condiciones. ¿Es posible encontrar algo así? Desde ya, muchas gracias por todo lo que pueda hacer.
Y nada más, salvo de nuevo las gracias, y mis disculpas por volver a ocasionarles trabajos. Por aquí poco es lo que pasa; luego de la alarma de las semanas que han pasado, ha vuelto la placidez a este país feliz.
Mis recuerdos a Dina. Un abrazo
Tulio Halperín
4. De Tulio Halperín Donghi a Raimundo Lida (Buenos Aires, 23 de junio de 1967)
Sr. D. Raimundo Lida.
Mi querido amigo:
Me apresuro a escribirle nuevamente porque acabo de recibir carta de David Haberly; le ruego que le pregunte Ud. si recibió la mía. Por otra parte las noticias que me da no son demasiado buenas: en Botanic Garden no hay departamentos vacíos, y el problema de encontrar casa se plantea tal como yo lo sospechaba.
Otro trabajo para Dina (y van no sé cuantos). Me plantea Haberly, a quien le pregunté las posibilidades de que Doris (mi mujer) entrara como candidata a Ph. D. de Harvard, que ve pocas en Literatura Comparada o en Literaturas Germánicas; sugiere que tome por el contrario el doctorado en Lenguas y Literaturas Escandinavas, donde al parecer siempre hay sitio. La idea nos parece bastante absurda; el solo aprendizaje de las lenguas es un trabajo arduo, y no hay ninguna razón para emprenderlo sino la de que en esa sección hay sitios vacantes (esto es un poco extrínseco). ¿No hay posibilidades de hacer estudios graduados en literatura alemana en Brandeis, o en alguna otra universidad menos codiciada de la región de Boston? Esto aparte del problema de encontrar alguna tarea para ella enseñando español en secundario. ¿Es demasiado? En fin, espero que Dina no lo crea demasiado pedir.
Haberly me aconseja ir allí hacia el 20 de agosto; dice que después es mucho más difícil conseguir casa. Me importaría conocer la opinión de Dina sobre ese punto; tengo contrato en Montevideo hasta el 31 de agosto, y marcharme antes significaría dejar unas cuantas cosas truncas (o por el contrario andar enloquecido de cosas en el momento anterior a la partida, ya de por sí bastante complicada). Lo primero no quisiera hacerlo porque la Universidad de Montevideo [Universidad de la República] se ha portado admirablemente conmigo. Y lo segundo quisiera también evitarlo si fuera posible.
Recuerdos, y todas mis excusas, a Dina. Un abrazo
Tulio Halperín
5. De Tulio Halperín Donghi a Raimundo Lida, ( [con membrete de University of California, Berkeley], 8 de febrero de 1978)
Mi querido amigo:
Gracias por su carta, y por las noticias bastante tranquilizadoras sobre su salud, de lo que algo habíamos oído. Por aquí nos tiene usted, más acostumbrados a esta absurda California de lo que nunca hubiéramos esperado (es verdad que el más trágico estilo de absurdo que se cultiva en la Argentina nos ha ayudado a la aclimatación).
A mí también me fastidió bastante la compañía de Marcelo Sánchez Sorondo[14] No es por cierto lo peor que me pasó por escribir en Sur, no sólo porque la compensaban otras compañías mucho menos gratas.[15] En 1960 me tocó publicar un largo artículo de historia reciente en su número de treinta aniversario, sólo para descubrir que en el mismo número publicaban una maligna diatriba de Miguel Ángel Virasoro[16] contra Francisco Romero, que Jorge Paita[17] había increíblemente publicado[18]; sin duda la zafiedad de pensamiento y estilo del autor restaba eficacia al ataque, pero a la vez agravaba el insulto al destinatario. En comparación con eso, el artículo del pobre Marcelo (que es una excelente persona y un caballero, y si es un fascista no puede remediarlo) parece en verdad ampliamente soportable. Y cosas como esas me parecen inevitables en un país en que el fascismo ha dejado una marca mucho más honda de la que gustemos de admitir: en un número sobre Sarmiento la presencia de un fascista era inevitable, y en cierta medida al pobre Marcelo le pasó como a Balaam[19], con todas sus reticencias no pudo sino terminar cantando las glorias del homenajeado. Confieso que, molestia por molestia, me molestó más el artículo de [Víctor] Massuh,[20] no sólo porque estaba lejos de ser imprescindible recordar a [Juan] Mantovani[21] en un número sobre Sarmiento, sino porque Massuh —por motivos perfectamente honorables— como embajador de la UNESCO se dedica a desmentir una "campaña de calumnias" contra el gobierno argentino, campaña que en la mayor parte de los casos se limita a recordar la verdad de lo que pasa. Por lo menos Sánchez Sorondo dejó atrás hace años la etapa en la que se dedicaba a la apología del crimen, y que Massuh tenga sus ideas menos irremediablemente confundidas no creo que sea una circunstancia atenuante, y la adhesión a una tradición liberal y humanitaria cuando se está en esa tarea tiene algo de repulsivo. Pero también esa segunda compañía es inevitable; lo que queda de la vida cultural argentina se parece a una balsa de salvamento, en que los sobrevivientes, que no han elegido estar juntos, tratan de aguantarse lo mejor posible. Pero convengo en que presentar las pulidas tonterías de Marcelo como una obra maestra revela notable falta de discernimiento; esa falla no impide a Javier Fernández[22] ser en efecto una excelente y honorabilísima persona (sin duda usted lo conoció, aunque no se acuerda: es el hijo del admirable bedel del Instituto del Profesorado, Julián Fernández). Sólo en parte la disculpa la general decadencia, que hace de lo que hace treinta años hubiese sido considerado un impresentable mamarracho un dechado de mesura, equilibrio y discreción. No sé si echó usted alguna vez una mirada sobre los escritos de— por ejemplo— [Juan José] Hernández Arregui, que han sido biblia de la más reciente generación: la comparación es ilustrativa. Esa misma decadencia —ahora política— hace difícil encontrar fuerzas para indignarse retrospectivamente contra el ilustre progenitor de Marcelo; en comparación con el actual titular del ministerio del Interior —el general [Albano Eduardo] Harguindeguy— se aparece como un Lorenzo de Médicis.
Pero supongo que lo que menos necesita usted ahora es recordar a nuestra pobre Argentina, me temo que irremediablemente dañada por lo que le ha pasado y le pasa. Nuestros mejores recuerdos a Denah; esperemos que Clarita [v.g., la historiadora Clara E. Lida, hija de R. Lida] halle una oportunidad de darse una vuelta por Berkeley.
Un abrazo,
Tulio Halperín
Referencias Bibliográficas
Tulio Halperín Donghi (2008). Son memorias. Buenos Aires: Siglo XXI.
Miranda Lida (2014). Años dorados de la cultura argentina. Los hermanos María Rosa y Raimundo Lida y el Instituto de Filología antes del peronismo. Buenos Aires: Eudeba.
Nicolás Sánchez Albornoz (2012). Cárceles y exilios. Barcelona: Anagrama.
Martín Alejandro Vicente (2014). Los intelectuales liberal-conservadores en la Argentina 1955-1983 (Tesis de Doctorado). Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
Fuentes
"Raimundo Lida Papers", HUPG FP 61.8, Correspondence, ca. 1940-1979, Pusey Library, Universidad de Harvard, Estados Unidos.
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Miranda Lida a es Doctora en Historia por la Universidad Torcuato Di Tella. Se desempeña como Investigadora Independiente en CONICET, con sede en el Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica Argentina y como Profesora Titular en esa misma casa de estudios. Se especializa en temas de historia social y cultural de la Argentina del siglo XX.
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[1] Enrique Dickmann (1874-1955). Médico e importante dirigente socialista. Fue diputado nacional.
[2]Vicente Fatone (1903-1962). Filósofo y orientalista. Más tarde, interventor y organizador de la Universidad Nacional del Sur.
[3]Tulio Halperín Donghi, "Facundo y el historicismo romántico. La estructura de Facundo", La Nación, 13 de marzo de 1955 y "Sarmiento y el historicismo romántico. Civilización y barbarie", La Nación, 23 de septiembre de 1956.
[4] Luis Juan Guerrero (1899-1957). Doctor en Filosofía. Profesor en el Instituto Superior del Profesorado Secundario y en la Universidad de Buenos Aires. Autor de Psicología, manual de más de 10 reediciones.
[5]Gherardo Marone (1891-1962). Profesor de Literatura italiana en la Universidad de Buenos Aires. Fue editor del epistolario entre Benedetto Croce y Karl Vossler.
[6] Augusto Cortina. Profesor de Teoría Literaria, Facultad de Filosofía y Letras, en los años peronistas. Fue además editor de la obra de Jorge Manrique.
[7]José Francisco Gatti se formó en el Instituto de Filología, junto a Amado Alonso, en el período de entreguerras. Su obra principal estuvo dedicada al estudio crítico del Lazarillo de Tormes.
[8] Julio Caillet-Bois. Fue discípulo de Pedro Henríquez Ureña en el Instituto del Profesorado. Fue además crítico literario y ensayista. Se especializó en los cronistas de Indias.
[9] Enrique François fue profesor de griego y latín y director del Instituto de Literaturas Clásicas en la Facultad de Filosofía y Letras. Fue además decano interventor en ocasión del golpe militar de junio de 1943, por lo cual se ganó la enemistad de muchos colegas de la facultad (Lida, 2014).
[10] Al respecto, relata Nicolás Sánchez Albornoz en sus memorias que: "las Fundaciones Rockefeller y Ford, sin desentenderse de la suerte que corrían las disciplinas restantes (física, medicina...), comisionaron a sus asesores John P. Harrison y Kalman Silvert para que evaluaran en qué situación quedaban tras el golpe sociólogos, politólogos, economistas..., así como los historiadores de la misma orientación. La primera idea tomada en consideración fue aportar medios para que fundaciones privadas locales, como el Instituto di Tella, pudieran retener in situ a equipos y profesionales, pero el plan no pudo concretarse" (Nicolás Sánchez Albornoz, 2012). (Agradezco a Luis Alberto Romero y Roberto Cortés Conde aportes y comentarios sobre este punto.)
[11]Juan Marichal (1922-2010). Crítico literario e historiador español. Estudió con Américo Castro en Estados Unidos, pero se instaló en México.
[12]Enrique Anderson Imbert (1910-2000). Escritor y crítico literario. Se formó en la Universidad de Buenos Aires. Luego se estableció en Estados Unidos. Fue profesor en Harvard, donde enseñaba R. Lida.
[13] Denah Levy Lida (1923-2007) fue esposa en segundas nupcias de Raimundo Lida. Proveniente de familia de origen turco- griego y sefardí. Ejerció como profesora en la Universidad de Brandeis.
[14] Marcelo Sánchez Sorondo (1912-2012). Intelectual nacionalista de larga trayectoria en la historia argentina del siglo XX.
[15]Colaboración de Tulio Halperín Donghi, junto a Marcelo Sánchez Sorondo, Víctor Massuh y Raimundo Lida en número de homenaje a Sarmiento, en Sur, 341, julio- diciembre de 1977. También colaboraron José Luis Romero, Bernardo Canal Feijóo, Anderson Imbert, Paul Verdevoye, Marcelo Monserrat, Juan Carlos Ghiano.
[16]Miguel Ángel Virasoro (1900-1960). Filósofo. Participó del Congreso Nacional de Filosofía de 1949. Enseñó en la Universidad de Buenos Aires, entre otras.
[17]Jorge Andrés Paita, poeta y estrecho colaborador de Sur en la década de 1960.
[18]Tulio Halperín Donghi, "Crónica del período" y Miguel A. Virasoro, "Filosofía", en Argentina 1930- 1960, Buenos Aires, Sur, 1961.
[19] Personaje bíblico.
[20]Víctor Massuh (1924-2008). Filósofo. Fue profesor en la Universidad de Buenos Aires y fue decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Fue embajador ante la UNESCO a partir de 1976 (Vicente, 2014).
[21] Juan Mantovani (1898-1961). Educador y pedagogo; profesor universitario. Casado con Frida Schutz, investigadora del Instituto de Filología, donde colaboró R. Lida.
[22]Javier Fernández colaboró con Victoria Ocampo en el número de homenaje a Sarmiento editado por Sur. Otros nombres que participaron, fueron: José Luis Romero, Bernardo Canal Feijóo, Anderson Imbert, Paul Verdevoye, Marcelo Monserrat, Juan Carlos Ghiano.
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