Pasado Abierto. Revista del CEHis. Nº20. Mar del Plata. Julio-diciembre de 2024.
ISSN Nº2451-6961. http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto
“¡Ese era mi hogar!”: Las comunidades de cuidado en la memoria infantil del exilio chileno en el Reino Unido
Verónica Díaz Cerda
Department of Hispanic Studies, School of Modern Languages and Cultures, Faculty of Arts, University of Warwick, Arts and Humanities Research Council,
United Kingdom
veronica.diaz-cerda@warwick.ac.uk
Recibido: 04/09/2024
Aceptado: 20/10/2024
ARK CAICYT: https://id.caicyt.gov.ar/ark:/s24516961/stvrfhym4
Resumen
Este artículo busca contribuir al desarrollo de investigaciones sobre la infancia en contextos de desarraigo, explorando las narrativas de quienes experimentaron las consecuencias del exilio durante su niñez en el Reino Unido. Con ese propósito, rescata la memoria sobre las “comunidades de cuidado”, como sostenedoras de la vida afectiva infantil en el exilio, más allá de la familia nuclear. Esos recuerdos nombran, reconocen y valoran el cuidado tejido dentro de una comunidad como entornos cotidianos de contención que permitieron devolver el ritmo natural de la infancia. Es la mirada infantil la que permite escudriñar las emociones latentes y manifiestas en el acto de dar y recibir, transformando a esos niños del exilio en agentes, en lugar de meros objetos de acción humanitaria.
Palabras clave: memoria, infancia, exilio, Chile, Reino Unido, cuidado.
That was home!: Communities of care in the childhood memory of Chilean exiles in the United Kingdom
Abstract
This article aims to contribute to the development of research on childhood in contexts of displacement, exploring the narratives of those who experienced the consequences of exile in the UK. With this purpose on mind, it brings forth the memory of the “communities of care” as nurturers of children´s emotional life, beyond the nuclear family. Those memories name, recognise and value the care woven within a community as holding environments that allowed the natural rhythm of childhood to be restored. It is the child gaze that enable to scrutinise the latent and manifest emotions in the act of giving and receiving, transforming them into agents, instead of mere objects of humanitarian action.
Keywords: memory, childhood, exile, Chile, United Kingdom, care.
“¡Ese era mi hogar!”: Las comunidades de cuidado en la memoria infantil del exilio chileno en el Reino Unido[1]
Introducción
¿Qué fragmentos de la infancia, tras medio siglo, permanecen grabados en la memoria del exilio? ¿Cuáles emergen, inesperados, sin necesidad de ser convocados? ¿Cómo atrapar esos “destellos” sin que se escabullen? ¿Pueden cinco décadas funcionar como el umbral desde donde capturar esas memorias de niñez? La reciente conmemoración de los 50 años del golpe militar en Chile reabrió una intensa disputa sobre cómo se evoca e interpreta el pasado, en la que distintos actores compitieron por el reconocimiento de la legitimidad de sus narrativas. En ese campo de “batallas por la memoria” (Stern, 2006), las experiencias de los niños y niñas del exilio continúa siendo marginalizada. A pesar de la enorme contribución del Centro de Salud Mental y Derechos Humanos (CINTRAS) en documentar el impacto del terrorismo de estado chileno en la salud mental infantil y del creciente interés académico por comprender la relación entre infancia y dictadura (Castillo, 2019; Castillo y González, 2019; Castillo, et al. 2018; Castillo y González, 2013; Jara, 2016), la voz de la infancia que vivió bajo dictadura sigue siendo más predominante que aquella que proviene de los niños(as) que vivieron el destierro.
En los últimos años, ha surgido un esfuerzo consistente en los estudios de memoria del Cono Sur[2] por incorporar a la infancia como una categoría central en el análisis del exilio (Chmiel, 2022, 2023). Este enfoque ha permitido una comprensión más profunda de las experiencias cotidianas y emocionales de los niños y niñas afectados por el desplazamiento forzado, contrarrestando la tendencia a articular el exilio principalmente desde la perspectiva de los adultos.
Este artículo busca contribuir al desarrollo de investigaciones sobre la infancia en contextos de desarraigo, explorando las narrativas de quienes experimentaron las consecuencias del exilio durante su niñez en el Reino Unido. En ese sentido, rescata la memoria de los niños y las niñas sobre las “comunidades de cuidado” como sostenedoras de la vida afectiva infantil en el exilio, más allá de la familia nuclear. Esos recuerdos nombran, reconocen y valoran el cuidado tejido dentro de una comunidad como entornos cotidianos de contención y protección que permitieron reparar mundos fracturados. Al mismo tiempo, también identifican los vacíos y omisiones en el acto de cuidar. Sin desestimar la importancia crítica de los padres como soportes fundamentales en el desarrollo infantil, esta investigación pone atención en los vínculos afectivos y emocionales forjados con actores externos al círculo familiar.
Este artículo retoma la invitación de Castillo y González (2013: 122) sobre la importancia de ubicar el legado de la dictadura chilena en la infancia más allá del terror, reconociendo también “los elementos que los adultos pusieron a disposición de los niños a fin de otorgarle sentido a sus vivencias”. La intensidad y viveza de esos recuerdos infantiles, manifestados en este estudio, parece aludir a “una coreografía del cuidado, que considera los movimientos (gestos, ritos, rutinas), sentimientos (amor gratitud, dolor, rabia, tristeza) y los recursos (ropa, comida, educación) que se movilizaron al llevar a cabo esta actividad” (Luttrell, 2019:567). La importancia que aquella memoria infantil asigna a las comunidades de cuidado como escudo protector en el destierro no parece ser casual. El exilio chileno en el Reino Unido, a diferencia de otros países, estuvo caracterizado precisamente por la emergencia de una extensa red de solidaridad, construida de forma espontánea y sin marco institucional antes de la llegada de los primeros refugiados (Miorelli y Piersanti, 2021). No obstante, pese a la amplia literatura existente sobre esos círculos de apoyo, hay pocos estudios que tomen en cuenta cómo ese trabajo humanitario se vivió en la práctica, tanto desde la perspectiva de quienes otorgaron asistencia como de aquellos que la recibieron. Es entonces la mirada infantil en esta investigación, que se detiene en el cuidado proporcionado por esos actores, la que permite escudriñar las emociones latentes y manifiestas en el acto de dar y recibir, transformando a esos niños del exilio en agentes, en lugar de meros objetos de acción humanitaria.
Comunidades de cuidado
El cuidado, ese hilo a veces invisible que teje nuestras relaciones humanas y no humanas -y al que evocan las memorias infantiles del exilio-, se ha convertido en un pilar fundamental de la teoría feminista. Sin embargo, abarca múltiples definiciones y enfoques dependiendo del contexto, como práctica afectiva, ética y como responsabilidad política, lo que refleja su complejidad y versatilidad en debates académicos y sociales. Puig de la Bellacasa (2017: 1) se pregunta:
“pero, ¿qué es el cuidado? ¿Es una afectividad? ¿Una obligación moral? ¿Trabajo? ¿Una carga? ¿Una alegría? ¿Algo que podemos aprender o practicar? ¿Algo que simplemente hacemos? El cuidado significa todas estas cosas y cosas diferentes para diferentes personas, en diferentes situaciones”.
Las narrativas infantiles recogidas para esta investigación parecen definir el cuidado, de manera implícita, en sintonía con la definición propuesta por Puig (2012:199), donde “el cuidado emerge como una actividad relacional y afectiva con la capacidad de crear nuevos mundos” o bien, con la conceptualización de Tronto (1993:103), quien lo describe como “todo aquello que hacemos para para mantener, continuar y reparar nuestro mundo, de manera que podamos vivir en él de la mejor forma posible”. A través de sus relatos, las niñas y los niños del exilio revelan cómo las conexiones afectivas y las interacciones cotidianas desplegadas en diversas comunidades en el Reino Unido tuvieron la capacidad de transformar sus entornos, atenuando la ansiedad y la tristeza, estableciendo nuevas formas de conexión basadas en la atención y en el cuidado.
Tomando en cuenta este marco de referencia, las comunidades de cuidado son conceptualizadas, en esta investigación, como redes dinámicas de apoyo mutuo, que amplían la noción de parentesco, y cuyo principal propósito es generar las condiciones necesarias para el bienestar y realización plena de sus integrantes. Esta noción subraya que el cuidado se despliega más allá de la intimidad de la red familiar y vínculos consanguíneos, manifestándose también en “los entornos que habitamos y por el que nos movemos: vecindarios, bibliotecas, escuelas, parques, redes sociales y grupos a los que pertenecemos” (The Care Collective 2020: 45).
Este artículo adopta el término “comunidades de cuidado”, en lugar de solidaridad u otros conceptos similares, por varias razones. Aunque los conceptos de solidaridad y cuidado están interconectados, la experiencia de aquellos niños y niñas hacen referencia a relaciones directas y afectivas entrelazadas en redes de apoyo mutuo. Si bien ambos términos enfatizan la importancia de la interdependencia en las relaciones humanas, la solidaridad implica una acción colectiva orientada hacia una causa común, cuyo propósito es promover un cambio político o social. Sin embargo, no requiere necesariamente la formación de vínculos personales estrechos, aunque estos pueden surgir en el proceso. Las comunidades de cuidado, en cambio, trabajan principalmente para alcanzar el bienestar y las necesidades específicas de sus miembros, y están unidas por un vínculo emocional y afectivo. En este sentido, siguiendo la definición de Mol (2008) sobre el cuidado, estas comunidades pueden ser vistas como aquellas que se esfuerzan continuamente por mejorar o aliviar una situación, condición o sufrimiento específico de sus miembros.
Esas comunidades de cuidado pudieron actuar como “entornos de contención”- usando el concepto desarrollado por el psicoanalista y pediatra británico Donald Winnicott (1964)-, para los niños y niñas del exilio en el Reino Unido. Los entornos de contención hacen referencia al medio emocional y físico que proporcionan seguridad y bienestar emocional en la infancia. La madre, según Winnicott, cumple un papel fundamental como sostén de protección durante los primeros años de vida, lo que permite a los niños(as) explorar sus emociones, desarrollar su identidad y relacionarse con otros de manera saludable. A medida que los infantes crecen, este entorno se amplía para integrar otras figuras, además de la materna, que también pueden apoyar su desarrollo integral.
Indagar en las memorias infantiles de estas comunidades de cuidado no significa desestimar la importancia crítica de la familia como soporte emocional, físico y social en el desarrollo de los niños y niñas en el exilio. Más bien, se trata de investigar cómo otros actores complementaron o, en algunos casos, subsanaron la insuficiencia de cuidados y afectos dentro de la familia, especialmente en contextos donde los padres no pudieron cumplir completamente con sus responsabilidades emocionales debido a las experiencias traumáticas provocadas por el exilio. Esas memorias de las niñas y niños en el exilio sobre las comunidades que albergaron sus tristezas, alegrías y sueños abogan por ampliar los círculos de cuidado más allá del ámbito privado de la familia biológica.
Las narrativas de aquellos niños y niñas también permiten contribuir a los estudios de memoria que en los últimos años se han enfocado en prestar atención a la presencia de memorias esperanzadoras incrustadas en un pasado doloroso, y que pueden inspirar acciones, visiones y posibilidades futuras (Rigney, 2018; Sindbaek Andersen y Ortner 2019). Aquella perspectiva alienta, precisamente, a expandir la mirada más allá del “paradigma traumático de la memoria” (Rigney, 2018) del campo mnémico, que se enfocó excesivamente en experiencias pasadas de sufrimiento. En este sentido, el propósito de este artículo no es ignorar o menoscabar las memorias de dolor de los niños y niñas del exilio chileno en el Reino Unido. Al contrario, el objetivo es poner atención a cómo las memorias más optimistas y esperanzadoras, tejidas alrededor de las comunidades de cuidado, coexisten con los recuerdos de desesperación, tristeza y angustia provocada por el exilio durante la infancia, sin que estas últimas ensombrezcan a las primeras.
El enfoque de la memoria infantil en aquellas comunidades de cuidado que los arropó en el exilio abre precisamente la posibilidad de imaginar y construir futuras sociedades basadas en el apoyo mutuo y la responsabilidad colectiva, como alternativa a los modelos de agencia que promueven independencia y autosuficiencia. Tal como señala The Care Collective (2020:34): “Solo multiplicando nuestros círculos de cuidado, expandiendo nuestra noción de parentesco, lograremos la infraestructura psíquica necesaria para construir una sociedad de cuidado que tenga el cuidado universal como su ideal”.
Para Nel Noddings (1984), la memoria de haber sido cuidado es esencial para nuestros imaginarios futuros porque tiene un impacto directo en nuestro comportamiento ético. El recuerdo de los momentos en que fuimos cobijados por otros genera un sentido de gratitud y empatía que nos impulsa a replicar esos comportamientos hacia los demás. Esa memoria forma parte de la construcción del “ideal del yo” o la imagen de la persona que aspiramos a ser, basada en las experiencias positivas de cuidado que hemos recibido. Esa imagen ideal nos guía en nuestras interacciones futuras, influyendo en cómo nos relacionamos con los demás y en cómo construimos una sociedad centrada en el cuidado.
Contexto histórico
El exilio todavía ocupa un lugar marginal en los estudios sobre el violento legado de la dictadura de Augusto Pinochet. Si bien investigaciones recientes han sugerido que la historia del exilio chileno en el Reino Unido ha sido explorada en detalle desde múltiples perspectivas (Radley, 2024: 2), lo cierto es que las voces de sus protagonistas aún no han recibido el mismo grado de atención que otras víctimas o sobrevivientes de la violencia de estado ocurrida en Chile. Las políticas de reparación establecidas en Chile también han contribuido a perpetuar esta exclusión, al crear de manera indirecta, una jerarquía entre las víctimas de la dictadura. En esta clasificación, el exilio parece ocupar el último lugar, después de aquellos que fueron asesinados, desaparecidos y torturados.
Aunque no existe información precisa sobre el número de exiliados que abandonaron Chile, se estima que alrededor de 3. 000 personas fueron exiliadas al Reino Unido (Hirsch, 2012), de un total de 200.000 chilenos (Angell y Carstairs, 1987, Snajder y Roniger, 2009, Wright y Oñate Zúniga, 2007) que se vieron obligados a huir tras el golpe de estado de 1973. No existen estadísticas sobre el número de niños y niñas que salieron de Chile con sus padres o nacieron en el exilio. Sin embargo, está documentado que aproximadamente el 76% de los exiliados escaparon de Chile con sus familias, y que alrededor del 79% de esas familias estaban conformadas por entre 2 a 4 miembros antes de huir de la dictadura (Norambuena, 2000).
El derrocamiento del presidente socialista Salvador Allende movilizó una de las campañas de solidaridad internacional más amplias y extensas en la historia del siglo XX. En Gran Bretaña, los exiliados chilenos fueron recibidos por una extensa red de apoyo compuesta por sindicatos de trabajadores, estudiantes, académicos, miembros del partido laborista y otros partidos políticos de izquierda, organizaciones no gubernamentales, grupos religiosos, artistas, intelectuales y otros profesionales. Estos círculos de solidaridad emergieron de manera excepcional y con una coordinación sobresaliente, a pesar del contexto institucional desfavorable para la acogida de refugiados, impuesto por el gobierno del conservador Edward Heath. A partir de 1974, los grupos de apoyo se vieron especialmente fortalecidos con la intervención de los gobiernos laboristas de Harold Wilson y James Callaghan, quienes no sólo impusieron sanciones comerciales al régimen de Pinochet (Livingstone, 2020) sino también destinaron fondos de ayuda económica para el reasentamiento de refugiados chilenos[3].
Es precisamente esta extensa red de apoyo, surgida de forma espontánea y sin un marco institucional definido, la que distingue el exilio chileno en el Reino Unido de otros lugares del mundo. Tal como señalan Miorelli y Piersanti (2021), estos grupos humanitarios comenzaron a tomar forma antes de la llegada de los primeros exiliados a Gran Bretaña. Esta situación contrasta con la realidad de otros países de Europa, como Francia o España, en la que las redes de solidaridad surgieron por iniciativa de los propios exiliados. El financiamiento de becas académicas para 900 refugiados, gracias a los esfuerzos de Académicos por Chile (AFC) y la organización no gubernamental World University Service (Ribeiro de Menezes, 2022), también resalta las particularidades del exilio en Gran Bretaña frente a otras naciones. El trabajo de estas extensas redes de soporte colectivo quedó inscrito en la memoria infantil, no como acciones políticas abstractas, sino como una serie de pequeños actos cotidianos, íntimos y afectivos, que amainaron horas de angustia y soledad. Para los niños y niñas del exilio, esas redes tienen rostros y nombres con historia.
Metodología
Las memorias infantiles capturadas para este artículo forman parte del proyecto de investigación “Voices of Humanitarianism: British Responses to Refugees from Chile” de la Universidad de Warwick, financiado por el Consejo de Investigación de las Artes y las Humanidades (AHRC-Arts and Humanities Research Council). Un total de 58 entrevistas fueron realizadas entre junio del 2022 y febrero del 2023 con tres actores que fueron impactados por el golpe militar de 1973: los exiliados chilenos que escaparon al Reino Unido, las hijas e hijos nacidos en Chile o en Gran Bretaña y los individuos que otorgaron asistencia a los recién llegados. Todas las entrevistas, registradas en formato de audio, formarán parte de un archivo que será depositado en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en Santiago y en el Centro de Archivos Modernos de la Universidad de Warwick[4].
Para este artículo me concentro en 20 entrevistas realizadas con 12 adultos que llegaron al Reino Unido durante su infancia y 8 que nacieron en ese país. Las edades de los participantes fluctúan entre los 38 y los 64 años. De ese grupo, 15 corresponden a mujeres y 5 a hombres que se asentaron en Inglaterra, Escocia y Gales. 6 participantes de esta muestra retornaron a Chile dentro de los primeros años en el exilio. El trabajo de campo fue realizado en distintas localidades del Reino Unido y Chile, y un número reducido de entrevistas fue llevado a cabo de manera virtual. A los participantes se les dio la opción de realizar las entrevistas en español o inglés.
Combino las metodologías de la historia oral, el análisis narrativo y la autoetnografía, para comprender cómo la infancia es concebida en el exilio y cómo el exilio ha impactado en la experiencia de la niñez. El uso de estas tres herramientas permite vislumbrar no sólo las reflexiones claramente articuladas de los participantes ante las preguntas de esta investigación, sino también aquellos recuerdos surgidos de manera espontánea y que iluminan dimensiones invisibilizadas del exilio. La cotidianeidad de pequeños gestos, imágenes coloridas, conversaciones minuciosas, paisajes de diversas texturas y personas con nombre y rostro, irrumpen de manera persistente en las narrativas de las niñas y niños del exilio en el Reino Unido.
La inclusión de la autoetnografia, en este estudio, en conjunto con otras herramientas metodológicas, permite subsanar ciertas limitaciones del análisis narrativo en capturar los silencios y expresiones tácitas o, asimismo, dar visibilidad a otros aspectos ocurridos antes y después de la entrevista. Este instrumento me permitió poner en diálogo la memoria de mi niñez con aquellas de los participantes de este estudio, como forma de capturar las dimensiones sensoriales y emocionales de la infancia (Kraftl, 2017). A pesar de no haber sido afectada directamente por la violencia de la dictadura de Pinochet, indagar en mis experiencias pasadas como niña, me permitió descifrar la intensidad y fragmentación de las memorias de los niños y niñas del exilio.
El formato semi-estructurado de las entrevistas brindó un marco flexible para la articulación de memorias. Las preguntas previamente establecidas para esta investigación dejaron espacio suficiente para que los participantes exploraran los temas que consideraran relevantes. En este sentido, las entrevistas son concebidas en este estudio como “encuentros afectivos situados” (Ayata, et al. 2019), cuyo enfoque principal no es la mera recopilación de información, sino la dimensión emocional de aquellas interacciones. En otras palabras, más que una entrevista, se considera una conversación, en la que tanto el participante como el investigador guían el diálogo hacia los asuntos que despiertan interés y juzgan significativos. En este intercambio, las palabras son tan importantes como las señales no verbales, el lenguaje corporal y los silencios.
Un aspecto significativo de este estudio es que el principal tema articulado por los participantes -sus memorias sobre el cuidado-, no estaba previsto en las preguntas de investigación originales. Estos resultados enfatizan la importancia de esos “encuentros afectivos situados” (Ayata, et al. 2019) como metodología que permita que las voces del exilio orienten la indagación hacia nuevas direcciones.
“Empecé a perder un poco el miedo”
El exilio representa el trauma de lo “imprevisto, lo insondable, lo incalculable” (Frankel en Litjmaer, 2022). De manera abrupta, arranca de raíz los vínculos físicos, afectivos y emocionales del país natal y los individuos se ven despojados de un cobijo en el que poder continuar sus vidas. Tanto para los niños que escaparon al Reino Unido como para aquellos que nacieron en ese país, esa memoria traumática no fue inscrita como una experiencia excepcional, sino que fue incorporada en el tejido de la vida cotidiana familiar, en pequeños gestos, rutinas y actividades (Das, 2007). Atrapados entre la vida dejada en Chile y la del nuevo país de acogida, muchos padres enfrentaron dificultades significativas para proporcionar contención emocional a sus hijos, especialmente debido a la falta de acceso a programas de psicoterapia en Gran Bretaña.
Rossana llegó al Reino Unido con 9 años, acompañada de sus padres, dos hermanos y una hermana. Llevaba consigo los nítidos recuerdos de la violencia ejercida por los militares contra su familia en Talcahuano: los allanamientos en su casa, la detención y desaparición temporal de su padre, la angustiosa búsqueda para encontrarlo y la posterior huida a Argentina. El anhelo de refugio en ese país se desmoronó rápidamente con la irrupción de la dictadura, eclipsando toda esperanza de seguridad. En Londres, a pesar de la precariedad del hotel de refugiados donde llegaron, comenzó por primera vez a pensar en la posibilidad de vivir sin sobresaltos, gracias al trabajo paciente y afectivo de una voluntaria del Joint Working Group for the Resettlement of Refugees, organización británica que tuvo un papel clave en la acogida de exiliados chilenos:
“Helen era una inglesa muy linda, rubia, típica inglesa (…) Me acuerdo que ella nos llevaba, a los niños, a un parque. Había un parque…era un adventure playground muy lindo, que era hecho de madera y uno saltaba y se perdía y ¡uy! Lo que me acuerdo mucho de ese momento, de cuando ella nos llevaba ahí, es que yo gritaba, yo corría y gritaba y era lo único que hacía, y nadie me decía nada, nadie me decía <<cállate>> o <<no grites así>> Entonces era como mi espacio para desahogarme de todo lo que habíamos pasado, y ella entendía eso. Nunca me dijo <<por favor, déjate de gritar>>, nada, nada. Y no era la única -yo- que gritaba. Todos los niñitos chilenos que íbamos hacíamos lo mismo”.
Sus recuerdos hacen referencia a la importancia del entorno de contención (Winnicott, 1964) para integrar impulsos emocionales en la infancia. Es decir, un ambiente en que el niño pueda expresar una gama completa de emociones sin sentirse rechazado o desprotegido. La sorpresa que expresa Rossana de poder gritar libremente refleja su costumbre de reprimir las propias emociones. Esa supresión de su tristeza, temor o rabia tenía como objetivo proteger a sus padres: “Si yo hago…si yo grito mucho, los pueden castigar a ellos”. La paciencia, el cariño y afecto demostrado por Helen en las salidas al parque o talleres de manualidades abrieron la posibilidad para que Rossana comenzara a elaborar el trauma desde su perspectiva de niña: “Empecé a sentir que nadie me estaba juzgando, que nadie me estaba observando (…) empecé a perder un poco el miedo”.
La incertidumbre que trajo el cambio de ciudad, meses después, se alivió con la cálida bienvenida ofrecida por los mineros y sus familias en Cowdenbeath, Escocia. El semblante de Rossana se ilumina:
“Llegamos y había una tremenda eh, como fiesta afuera. Estaban tocando los escoceses sus pipes. Estaban vestidos con traje tradicional, estaban todos fuera, y una señora recibe a mi mamá y les da las llaves para que abra la puerta de la casa. Y después nos muestran adentro, y, y era tan divertido porque habían comprado cositas para hacernos welcome. Y habían… estaba lleno de muñequitas españolas que bailan. Y guitarras, por si acaso tocábamos guitarra. Y ¡no tocábamos guitarra! Así que…es, era tan lindo cómo ellos, ellos pensaban que nos podían hacer welcome (…) El poder dormir en una cama tan linda que habían hecho. Nos hicieron unas camas con... sábanas ¡limpias! ¡Me acuerdo el olor de las sábanas cuando llegamos ahí a esa casa!”.
Los recuerdos de Rossana enfatizan la atención al “terreno áspero de lo cotidiano” (Laugier, 2015) o a la “vida cotidiana de lo humano” (Das, 2007). Las muñequitas dispuestas en la casa, las guitarras y el aroma de sábanas limpias evoca, para esa niña, la imagen de manos amorosas atendiendo pequeños detalles, que resaltan que cuidar no requiere de actos elaborados, sino de simples gestos. Tal como señala Laugier, “el cuidado es una sensibilidad hacia los detalles que importan en situaciones vividas (…)” (Laugier, 2015: 224); “nos llama la atención sobre lo ordinario, sobre lo que no podemos ver, aunque esté justo frente a nuestros ojos” (Laugier, 2015: 224). En la escena recordada por Rossana, la atención a los “detalles que importan” no proviene solo de quien entrega el cuidado, sino también de quien lo recibe, lo reconoce y lo valora como gestos de preocupación y afecto.
La importancia de prestar atención a lo particular también está presente en la memoria de Carol, quien recuerda vívidamente el cariño de la entonces política del partido laborista Helen Jackson, y su familia. El simple gesto de abrir la puerta de su casa, e invitar a los chilenos en el exilio a compartir un té y una conversación amena, tuvo un profundo impacto en la formación de su infancia:
“Era una casa enorme, enorme, tenían un camino de entrada bastante largo, con un gran pino en el lado derecho bajando por el camino de entrada…la casa era…en realidad parecía una manor house. Ehhh sé que tenía escaleras a ambos lados de la casa y luego una por el centro de la casa y era como un laberinto de tres pisos y creo que tal vez el segundo piso fuera el ático. Eran una familia realmente agradable, bastante cercanos, bastante cultos. Me encantaba jugar en su casa. Sí, porque era como un laberinto. ¡Siempre quise una casa como la de ella! [risas]. También tenía un jardín enorme. Me encantaba jugar en el jardín, los niños [hijos de Helen Jackson] eran muy amables y nos hicieron sentir muy bienvenidos. Así que creo que pasamos bastante tiempo ahí. Me sentí especial, sí, era como si supiera que había algo diferente en nosotros… sabía que nos estaban dando un trato agradable y nos estaban ayudando”[5].
Este fragmento alude a la importancia de las comunidades de cuidado como facilitadoras de un espacio donde los niños pudieran explorar y moldear su propio universo. El juego, como lenguaje secreto de la infancia, constituye una actividad clave en la configuración de la identidad y la conexión con los otros, de acuerdo a la Psicología. Es aquí donde el niño puede experimentar la transición entre la realidad interna o subjetiva y la externa, lo que Winnicott (1964) llama el “espacio transicional”. En este espacio de contención, donde los adultos valoran la expresión del juego, los niños comienzan a entenderse a ellos mismos y el mundo que les rodea, y procesan emociones y experiencias de su entorno.
“Tuve que aprender a pelear”
En las memorias de la infancia del exilio chileno en el Reino Unido, la escuela ocupa un lugar importante. Para aquellos niños y niñas que fueron testigos y víctimas o sobrevivientes directos de la violencia de la dictadura de Pinochet, esta representó una oportunidad para imaginar la reconstrucción de vidas fragmentadas a través de la pertenencia a una comunidad y ofreció el primer acercamiento directo e intenso con las normas, costumbres, idioma y valores del nuevo país de acogida. La literatura en desplazamiento forzado y migración ha asignado a la escuela un papel preponderante como espacio de cuidado para promover el bienestar y salud mental de los niños y niñas refugiadas (Borsch, et al. 2019; Fazel, 2015). No obstante, si bien la escuela proporcionó para algunos un espacio seguro y estable, especialmente en medio de la desestabilización emocional ocurrida al interior de las familias, para otros la experiencia escolar también está ligada a recuerdos de discriminación y maltrato. María recuerda que, si bien tenía amigos en la escuela, “tan pronto como te peleabas con ellos, empezaban a decirte insultos racistas, de inmediato, era automático”.
Para Paulina la llegada a Londres con 13 años significó enfrentarse a una realidad escolar radicalmente distinta a la que había vivido en Chile:
“Estaba en un muy buen colegio en Santiago. Llego acá a uno totalmente diferente, eh, había más clases, por ejemplo, de cocina, de costurería que de matemáticas o de historia y cosas así. Era horrible. Y además había un problema de que el colegio, habían varias gangs: niños negros, niños blancos, niños irlandeses. Y yo no entraba en ninguno de esos (…) era un colegio muy autoritario, y yo no estaba acostumbrada a eso (…) me empezaron a hacer bullying, pero no solamente de palabras, sino que incluso físico, me pegaron (…). Tuve que aprender a pelear en ese colegio”.
Las experiencias de racismo que sufrieron los participantes de este estudio no estaban necesariamente ligadas a su condición de refugiados, sino que respondía a una discriminación más amplia que afectaba a distintos grupos. Este tipo de racismo se manifestaba en actitudes y comportamientos excluyentes hacia cualquier persona considerada diferente y reflejaba prejuicios más generales hacia características étnicas, culturales o lingüísticas que se apartaban de la norma dominante. Esta discriminación, en ocasiones, no provino solamente de sus mismos pares, sino también de los mismos profesores. María rememora cómo una de las monjas de la escuela católica, a la que asistió cuando pequeña, le pegaba simplemente por hablar español. “Era yo y otro niño refugiado chileno en la clase, y ella nos pegaba por conversar entre nosotros. ¡Pero no sabíamos inglés!”.
Sebastian, quien nació en el Reino Unido, también experimentó discriminación por parte de sus profesores por tener padres que no hablaban inglés como lengua materna:
“Nuestra confianza se vio afectada en la escuela (…) Nuestros maestros nos subestimaban porque tal vez había cosas de las que no éramos conscientes culturalmente hablando (…) Mi hermana tenía dificultades en la escuela [dislexia] y una maestra le dijo “oh, bueno, esto se debe a que hablas español en la casa. Y creo que eso es lo más ignorante que se puede decir porque, en realidad, hablar idiomas abre horizontes y es algo grandioso que se debe alentar a los niños a hacer”.
Las memorias infantiles de este estudio revelan que la escuela británica careció, en general, de una estrategia coherente para conocer las experiencias particulares de los niños y niñas que escaparon de Chile y de aquellos nacidos durante el exilio. Si bien se tenía conocimiento de los antecedentes migratorios de los estudiantes o de sus familias, no hubo un esfuerzo por explorar sus historias personales y abordar sus necesidades específicas. En algunos casos, los profesores demostraron indiferencia a las necesidades emocionales de los niños y niñas del exilio, fomentando incluso actitudes discriminatorias en la sala de clases. Esta actitud de “descuido” es especialmente importante si se considera que la relación profesor-alumno ha sido descrita, en la literatura académica, como “una relación asimétrica que tiene una doble intención” (Van Mannen 1991: 74-75). Es decir, el profesor cuida al niño no solo por lo que es en el presente, sino también por lo que podría llegar a ser en el futuro. Estas experiencias negativas fueron navegadas por los niños en la mayoría de los casos en solitario. Para no preocupar a sus padres, muchos ocultaron los episodios de bullying. Además, las barreras del idioma, el desconocimiento del sistema educativo y las extensas jornadas laborales o de estudio de algunos padres dificultaron que estos pudieran involucrarse de manera efectiva.
La comunidad en el exilio
Los episodios de bullying fueron subsanados, para algunos, a través del cambio de escuela debido al traslado a otro barrio o ciudad. Sin embargo, la mayoría de los niños y niñas del exilio aluden al papel “protector” de la infancia que tuvieron las escuelas chilenas establecidas en varias ciudades del Reino Unido por la propia comunidad de exiliados y que abrían sus puertas los fines de semana. Esas “escuelitas”, como varios de nuestros participantes las llaman, actuaron como un recurso de apoyo importante para las familias, ofreciendo un lugar donde los niños pudieron forjar relaciones con otros niños con experiencias similares, además de hablar español y conocer sus raíces culturales. Algunos padres, que enfrentaban depresión y estrés postraumático, también pudieron encontrar en ese espacio formas significativas de contribuir a la comunidad a través de pequeñas tareas que, muchas veces, eran incapaces de realizar en casa.
Carol esperaba impaciente, cada semana, la llegada del sábado para participar en las actividades de la “escuelita” de Sheffield: clases de historia de Chile, escritura, español, manualidades, juegos, bailes y cantos. Con el correr de los años, esas tareas organizadas en torno a la escuela durante los fines de semana dieron paso, de manera gradual, a otras iniciativas comunitarias, como el torneo de fútbol celebrado cada año en la Universidad de Rotherham, en la que exiliados chilenos y sus familias, de todo el Reino Unido y Europa, solían congregarse alrededor de ese campeonato. En aquella comunidad, la celebración de la Navidad era un momento especialmente significativo:
“Era como una especie de iglesia, salón comunitario que tenían, lo arrendaban cada año y todos teníamos navidad juntos. Y jugábamos juegos chilenos…ya sabes, como corre el anillo…sí, solo juegos chilenos y era como, se sentía como si hubiera cientos de niños, pero probablemente no lo eran, pero éramos muchos de nosotros, definitivamente, éramos más de cuarenta niños. Entonces todos los niños solían dormir en un mismo salón, con colchones de campaña y cosas así. Era como una gran fiesta de pijamas. Y todos lo pasábamos bien. Entonces los niños jugaban y bromeaban, mientras los padres bailaban, ya sabes, escuchaban música chilena. Cuando era niña, en realidad había una cosa que me encantaba de la comunidad chilena…siempre estábamos reunidos y celebrando”.[6]
Esta comunidad creó una nueva definición de familia, con lazos no sanguíneos de parentesco, compuesta por “tías”, “tíos”, “abuelos”, “abuelas”, “primos” y “primas”. Esos vínculos adquirieron una relevancia especial para los niños porque significó la oportunidad de experimentar por primera vez la calidez del entorno de una familia extendida. En algunos casos, estos lazos afectivos no solo intentaron ocupar el vacío dejado por la familia que no salió al exilio. Algunos niños buscaron activamente en esas relaciones aliviar el quiebre emocional producido con sus padres. Maribel nació ocho años después de que sus padres llegaran al Reino Unido escapando de la dictadura. Creció en una casa con un padre abusivo y una madre depresiva. En ese contexto, el afecto y cuidado proporcionado por sus “tíos” adoptivos ocupó un papel fundamental en su infancia. “Mi tía Norma y mi tío Jorge son las dos personas que tuvieron el impacto más grande en mi vida (…) No son tíos y tías, pero son mis tíos…son la única familia que conozco (…) Ellos sabían cómo era mi papá. Vieron a mi mamá en su peor estado… lo infeliz que estaba… Lo sabían. Eran los únicos que sabían exactamente lo que estaba pasando”. Su memoria atesora la calidez de sus abrazos, las miradas cómplices, la alegría de las cosas simples.
A pesar de la fuerte conexión afectiva de los niños con la comunidad de exiliados, algunos padres experimentaron esos lazos con menor intensidad emocional. Cuando llegó el momento de decidir el retorno, sus pensamientos no se centraron en la “familia” que dejarían atrás en Gran Bretaña, sino en la que los esperaba en Chile. Inti, quien llegó al Reino Unido con pocos años de edad, recuerda así el retorno a Chile:
“Era bien extraño sentir que yo tenía toda mi familia allá [Inglaterra]. Tenía los hijos de exiliados, mis tíos, por decirlo, mis abuelos, que no teníamos ningún lazo sanguíneo, pero habíamos construido una comunidad que yo sentía que ellos eran mi familia. Entonces cuando llegamos acá [Chile], nos separamos todos. Unos se quedaron allá, otros se quedaron acá, conocí a mis tíos reales, a mis abuelos reales, pero nunca logré tener un afecto como el que tuve cuando estuve en el Reino Unido”.
Carol, quien no retornó a Chile, también recuerda con nostalgia esa comunidad: “¡Ese era mi hogar!, ¿sabes? Simplemente estar con esa gente era mi hogar. Creo que eso fue realmente algo hermoso. El hecho de que nos volviéramos familia y extendiéramos la familia”.
Agencia como atención a lo particular
Los nuevos estudios sociales de la infancia han posicionado a los niños y niñas como actores sociales que participan activamente en la construcción de sus propios entornos de vida (James, et al. 1998; Sirkko, et al. 2019). En este campo, los estudios sobre migración y desplazamiento forzado se han enfocado en los últimos años en explorar las tácticas de resiliencia desplegadas por estos durante y después de sus travesías hacia el país de acogida, en contraste con estudios previos centrados en explorar sus narrativas de trauma y vulnerabilidad (Faultich Orellana, 2015). No obstante, los esfuerzos por visualizar a los niños y niñas como sujetos sociales e históricos han desencadenado un excesivo énfasis en entender la agencia infantil como prácticas o actitudes de resistencia o rebelión, dejando de lado otras expresiones de agencia menos evidentes y reconocibles (Lancy, 2012).
Considerando que los niños y niñas no expresan su agencia en la forma y términos que son familiares para los adultos (Kallio y Hakli, 2010), en esta investigación agencia no es entendida como una cualidad fija o dicotómica, que implique necesariamente una acción independiente destinada a generar un cambio. Es más bien conceptualizada como el atributo de los niños y niñas de interpretar, interactuar y responder a sus entornos cotidianos interdependientes, entre ellos al cuidado que reciben. En este sentido, tal como enfatiza Bartos (2012), el marco de la ética del cuidado resulta una aproximación útil y novedosa a la hora de examinar la agencia infantil puesto que son precisamente las relaciones interdependientes, en lugar de acciones individuales y autónomas, las que constituyen un elemento fundamental para comprender la agencia de los niños. Este estudio, además, localiza la agencia infantil, en las prácticas cotidianas y mundanas. La ética del cuidado ofrece precisamente una alternativa para ampliar y expandir la comprensión de la agencia infantil al enfocarse en los aspectos relacionales que ocurren en el día a día.
En la “coreografía del cuidado” (Luttrell, 2019) desplegada en el exilio chileno en el Reino Unido no sólo los actores humanitarios tendieron movimientos, sentimientos y recursos para llevar a cabo esa actividad. Los niños y niñas respondieron a ese cuidado a través de un reconocimiento afectivo y emocional, reflejado en sus memorias de infancia. La atención activa hacia las particularidades o detalles del cuidado proporcionado por otros involucra agencia puesto que requiere una intención de involucrarse con el mundo alrededor o “crear un espacio para que otros entren y las relaciones se desarrollen” (Sevenjuijsen, 2018:23). En otras palabras, los niños dan sentido al cuidado que reciben, interpretan su significado y responden emocionalmente a su entorno.
La respuesta de quien recibe el cuidado corresponde a la cuarta y última fase del proceso de cuidado, descrita por Tronto (1993). Este paso garantiza que el cuidado brindado sea significativo, respetuoso y esté alineado con las experiencias de su receptor. Tal como en una coreografía, los cuidadores guían sus movimientos en relación a la respuesta del sujeto de atención, creando de esta forma un círculo relacional y recíproco. La consideración de la respuesta del receptor de cuidado es fundamental puesto que supone respetar a la otra persona como participante, sujeto de derechos y con capacidad de respuesta, en lugar de la mera consideración de objeto receptor del cuidado. En otras palabras, los niños y niñas pueden constituirse en agentes de sus propias circunstancias incluso en situaciones de dependencia y vulnerabilidad a través de cómo responden y dan forma a la dinámica de cuidado (Laugier, 2015).
La minuciosidad en las memorias infantiles recopiladas para esta investigación, sobre el cuidado desplegado por otros, revela la capacidad perceptiva de los niños y niñas, de “observar un detalle o gesto aislado en contraste con su fondo” (Laugier, 2015). Sus recuerdos no sólo encapsulan el acto de cuidado en sí, sino también la forma en que el niño lo percibió como un acto significativo.
Las narrativas de los participantes de esta investigación sugieren que las comunidades de cuidado fueron capaces de identificar precisamente aquello que requería atención específica en esos niños: un espacio físico y afectivo para que pudieran continuar viviendo su infancia en plenitud, dejando a un lado -aunque fuera momentáneamente- el miedo, la ansiedad y las responsabilidades domésticas que la vida en el exilio impuso sobre ellos. Esta investigación supone que la clara identificación de sus necesidades fue posible porque el sujeto del cuidado fue capaz de responder al cuidado recibido, a través de gestos o palabras, orientando al cuidador hacia aquello que requería reparación. Así, los gritos a todo pulmón en el parque, los juegos ensoñados en “casas-laberintos”, pero también las respuestas no verbales pudieron guiar a las comunidades de cuidado a entender cuáles eran las heridas del exilio que requerían atención y apuntar a sus verdaderas necesidades.
En otras palabras, el presente artículo permite expandir la noción de agencia de los niños(as) dentro de prácticas de cuidado. Así, ésta no solamente puede ser identificada en las labores que los propios niños pueden ejercer cuidando a otros dentro de sus familias, escuelas y otros entornos cotidianos (Díaz Cerda, 2024). Tal como intenta demostrar esta investigación, la agencia infantil también puede ser identificada en la recepción del cuidado entregado por los adultos, tensionando de esta forma ciertas representaciones tradicionales que confrontan dependencia (el recipiente de cuidados) y autonomía (cuidador).
En este sentido, Roxani Krystalli (2024) ha destacado que la noción de agencia adquiere mayor relevancia si deja de concebirse como algo que se tiene o no se tiene, y en cambio se aborda desde la perspectiva de cómo las personas la ejercen en la práctica. “¿Qué pueden sentir, pensar, decir, hacer y desear estas personas como resultado de ejercer agencia en ciertas direcciones?” (Krystalli, 2024: 19), se pregunta la autora, enfatizando la importancia de valorar formas de agencia menos visibles, pero igualmente significativas.
Las memorias infantiles recopiladas para esta investigación provienen, como ha sido mencionado previamente, de las experiencias de niños(as) que llegaron al Reino Unido escapando de la dictadura, así como de aquellos nacidos durante el exilio. A pesar de la diversidad de estas experiencias, así como la de otras variables demográficas presentes en la muestra, las narrativas recogidas no parecen resaltar diferencias significativas en la manera en que los niños(as) reconocen y valoran la importancia de las comunidades de cuidado. Dicho de otro modo, el impacto de aquellas comunidades en la formación de la infancia parece trascender variables demográficas. Esto podría, por un lado, indicar que el fuerte lazo emocional con aquellas comunidades de cuidado podría ser una experiencia compartida entre los niños y niñas que sufrieron la abrupta ruptura de la estructura y funcionamiento cotidiano de las familias, provocada por el exilio.
No obstante, es importante señalar que la falta de distinciones importantes en las narrativas presentadas aquí podría ser también el resultado de la naturaleza emergente del tema de este artículo. Tal como fue señalado anteriormente, el enfoque en las comunidades de cuidado no fue definido de antemano en el diseño de esta investigación. En consecuencia, se necesitan datos más específicos para identificar variaciones significativas en las memorias infantiles recopiladas durante este estudio.
Otro factor clave que podría explicar la falta de diferencias significativas entre los relatos presentados en esta investigación es la distribución de género en la muestra, compuesta mayoritariamente por mujeres. De esta forma, es necesario que futuros estudios presenten mayor equilibrio en la composición de grupos de participantes para que permitan la identificación de matices y diferencias individuales en las narrativas presentadas.
Consideraciones finales
El propósito principal de este artículo ha sido visibilizar a los niños y niñas del exilio en el Reino Unido como agentes de un “destino propio” (González de Oleaga, et al. 2019) que ha sido fraguado en sus experiencias cotidianas. La memoria infantil de esta investigación, que ha iluminado a las comunidades de cuidado como entornos de contención más allá de la esfera familiar, revela una agencia que no está anclada en expresiones de autosuficiencia, rebelión o resistencia como formas de reparar mundos fracturados. Expone, más bien, una capacidad de acción articulada en torno al reconocimiento de la naturaleza dependiente y vulnerable del ser humano, que necesita de otros para prosperar.
Los resultados de este estudio no buscan generalizar la experiencia de la infancia en el exilio en el Reino Unido. La trayectoria de la niñez es diversa y está influenciada por contextos particulares, lo que resalta la necesidad de investigaciones adicionales que exploren con mayor profundidad la agencia afectiva que los niños y niñas del exilio desplegaron en sus entornos cotidianos. Debido a que el tema específico para este artículo emergió de manera inesperada durante el transcurso de la investigación, no fue posible indagar con mayor detalle en ciertos aspectos relevantes que podrían ser desarrollados más a fondo.
Las memorias infantiles del exilio revelan cómo las comunidades de cuidado abrieron puerta a la imaginación, al juego y a la libre expresión de emociones cuando el entorno familiar no siempre ofreció espacio para ello. Brindaron, también, un lugar para reivindicar sus identidades como niños y alejarse momentáneamente de las responsabilidades del trabajo emocional que los aguardaba en casa. La mayoría de los participantes de este estudio reconocieron las dificultades de sus padres por sostener el flujo cotidiano de las rutinas y detalles como resultado del impacto del exilio. Posándose en distintas escenas, las narrativas recopiladas para este estudio muestran cómo distintas comunidades de apoyo fueron capaces de identificar las huellas del desarraigo que requerían atención y reparación.
Es precisamente esta apreciación del papel que cumplieron aquellos actores, en facilitar que la infancia recuperara su ritmo natural, la que permite visualizar a esos niños y niñas del exilio como agentes y no como meros receptores pasivos de cuidado. En otras palabras, no sólo quien entrega el cuidado presta atención a “los detalles que importan en situaciones vividas” (Laugier, 2015: 224). El receptor de ese cuidado también es capaz de distinguir lo particular de los pequeños gestos o prácticas cotidianas en el vasto entorno que los rodean. Este reconocimiento es crucial en la ética del cuidado porque destaca su naturaleza mutua y relacional. En otras palabras, tal como destaca Tronto (1993), el cuidado sería incompleto si no fuera valorado e integrado en la vida de la persona que lo recibe.
La existencia de memorias tan vívidas sobre la importancia de las comunidades de cuidado en el exilio sugiere que, incluso siendo niños, hubo una valoración o reconocimiento consciente, aunque tal vez no plenamente articulado de ese apoyo. Esas experiencias dejaron una huella que ha sido transformada, como adultos, en una narrativa importante. El entusiasmo con el que los participantes en este estudio rememoran esas prácticas de cuidado revela cómo éstas han sido incorporadas en la formación de sus identidades -en la construcción del “ideal del yo”- y han guiado sus relaciones con otros (Noddings, 1984).
Inti lo expresa de la siguiente manera, al evocar su niñez en diálogo con su presente: “Uno llega a este mundo para hacer algo, no solamente para comer y estar. Tiene que haber un sentido, un propósito…Y ese fue como mi cable a tierra. Eso fue como decir ‘no necesitas pertenecer a ningún lugar, necesitas entender por qué estás aquí´”. Las memorias infantiles que emergen de este estudio son, de cierta manera, memorias de gratitud. A todos aquellos que tendieron y entretejieron redes para sostener la vida en el exilio.
Bibliografía
Angell, Allan y Carstairs, Susan (1987). The Exile Question in Chilean Politics. Third World Quarterly, 9(1), pp. 148–167.
Ayata Bilgin, Ozkaya, Derya y Wahba, Dina (2019). Interviews as situated affective encounters: a relational and processual approach for empirical research. En Kahl, Antje (Comps.). Analysing Affective Societies: Methods and Methodologies (pp. 63-77). Abingdon: Routledge.
Bartos, Ann (2012). Children caring for their worlds: The politics of care and childhood. Political Geography, 31(3), pp. 157-166.
Borsch, Anne, Skovdal, Morten y Smith Jervelund, Signe (2019). How a school setting can generate social capital for young refugees: Qualitative insights from a folk high school in Denmark. Journal of Refugee Studies, 34(1), pp.718–740.
Castillo, Patricia y González, Alejandra (2013). Niñez en dictadura: lo filiativo como espacio de resistencia. Revista de Geografía Espacios, 3 (6), pp. 117-131.
Castillo, Patricia (2019). Infancia/dictadura: testigos y actores (1973-1990). Santiago de Chile: LOM ediciones.
Castillo, Patricia y González , Alejandra (2019). El Diario de Francisca. 11 de septiembre de 1973. Santiago de Chile: Editorial Hueders.
Castillo, Patricia, Peña, Nicolás, Becker, Cristóbal, y Briones, Génesis (2018). El pasado de los niños: recuerdos de infancia y familia en dictadura (Chile, 1973-1989). Psicoperspectivas, 17(2), pp. 1-12.
Chmiel, Fira (2022). La memoria, una casa que gira. Infancia y exilio en las últimas dictaduras de Argentina y Uruguay. Buenos Aires: Teseo.
Chmiel, Fira (2023). La artesanía del saber: sonidos, objetos y enigmas en la memoria de las infancias en el exilio. Clepsidra - Revista Interdisciplinaria De Estudios Sobre Memoria, 10(19), pp. 89–108. https://doi.org/10.59339/ca.v10i19.515
Das, Veena (2007). Life and Words: Violence and the Descent into the Ordinary. Berkeley: University of California Press.
Díaz-Cerda, Verónica y Ribeiro de Menezes, Alison (2024). The Modern Records Centre’s Chile Collections as a Space for Memory and Recognition. Exchanges: The Interdisciplinary Research Journal, Vol.11, No.4, pp. 77-86. https://doi.org/10.31273/eirj.v11i4.1580
Díaz-Cerda, Verónica (2024). Emotion Work and the Children of the Chilean Exile. Manuscrito en Revisión.
Faulstich Orellana, Marjorie (2015). Immigrant Youth in Transcultural Spaces: Language, Learning and Love. New York: Routledge.
Fazel, Mina (2015). A moment of change: Facilitating refugee children's mental health in UK schools. International Journal of Educational Development, 41, pp. 255–261.
González de Oleaga, Marisa (2019). Eslabones de una misma cadena. En González de Oleaga, Marisa, Meloni González, Carolina y Saiegh Dorín, Carolina (Comps.) Transterradas: El Exilio Infantil y Juvenil como Lugar de Memoria (pp. 5-20 ). Buenos Aires: Tren en Movimiento.
Hirsch, Shirin (2012). Chileans in Exile: Experiences of British Interaction and Return. Oral History Journal, 40, pp. 47–57.
James, Allison, Jenks, Chris y Prout, Alan (1998). Theorizing childhood. Cambridge: Polity Press.
Jara, Daniela (2016). Children and the Afterlife of State Violence: Memories of Dictatorship. New York: Palgrave Macmillan.
Kallio, Kirsi Paulina y Häkli, Jouni (2010). Political geography in childhood. Political Geography, 29, pp. 357– 358.
Kraftl, Peter (2017). Memory and Autoethnographic Methodologies in Children´s Geographies: Recalling Past and Present Childhoods. En Evans, Ruth, Holt, Louise y Skelton, Tracey (Comps.). Methodological Approaches. Geographies of Children 2. Singapore: Springer.
Krystalli, Roxani (2024). Good Victims. The Political as a Feminist Question. Oxford: Oxford University Press.
Lancy, David (2012). Unmasking Children’s Agency. Sociology, Social Work and Anthropology, 277 (14), pp. 1-20.
Laugier, Sandra (2015). The Ethics of Care as a Politics of the Ordinary. New Literary History, 46(2), pp. 217-240.
Lijtmaer, Ruth (2022). Social trauma, nostalgia and mourning in the immigration experience. The American Journal of Psychoanalysis, 82(2), pp. 305–319.
Livingstone, Grace (2020). British Campaigns for Solidarity with Argentina and Chile. Bulletin of Latin American Research, 39 (5), pp. 614-628.
Luttrell, Wendy (2019). Picturing Care: an Introduction. Gender and Education, 31 (5), pp. 563-575.
Miorelli, Romina y Piersanti, Valentina (2021). Staying Alive: 1970s Southern Cone exiles in the UK. Bulletin of Latin American Research, 40(2), pp. 220-234.
Mol, Annemarie (2008). The Logic of Care: Health and the problem of patient choice. London, UK: Routledge.
Noddings, Nel (1984). Caring, a feminine approach to ethics & moral education. Berkeley: University of California Press.
Norambuena, Carmen (2000). Exilio y Retorno. Chile 1973-1994. En Vallejos Pinto, Julio, Garcés Durán, Fernando y Olguín Tenorio, Myriam (eds.). Memoria para un nuevo siglo: Chile, miradas a la segunda mitad del siglo XX (pp.173-187). Santiago: LOM Ediciones
Puig De La Bellacasa, María (2017). Matters of Care: Speculative Ethics in More Than Human Worlds. Minneapolis, MN: University of Minnesota Press.
Puig De la Bellacasa, Maria (2012). Nothing comes without its world: Thinking with care. The Sociological Review, 60, pp. 197–216
Radley, Chantal (2024). The Transformation of UK Chilean Diaspora Space. Global Networks, https://doi.org/10.1111/glob.12486
Ribeiro de Menezes, Alison (2022). Recovering Refugee Stories: Chilean Refugees and World University Service. Journal of Refugee Studies, 35 (3), pp. 1073–1088
Rigney, Ann (2018). Remembering hope: transnational activism beyond the traumatic. Memory Studies, 11(3), pp. 368–380.
Sevenhuijsen, Selma (2018). Care and Attention. South African Journal of Higher Education, 32 (6), pp. 19-30.
Sindbaek Andersen, Tea y Ortner, Jessica (2019). Introduction: Memories of Joy. Memory Studies, 12(1), pp. 5-10.
Sirkko, Riikka, Kyronlampi, Taina y Puroila, Anna (2019). Children´s Agency: Opportunities and Constraints. International Journal of Early Childhood, 51, pp. 283-300.
Stern, Steve (2006). Battling for Hearts and Minds: Memory Struggles in Pinochet’s Chile, 1973-1988. Durham: Duke University Press.
Sznajder, Mario y Roniger, Louis (2009). The Politics of Exile in Latin America. Cambridge: Cambridge University Press.
The Care Collective (2020). The Care Manifesto: The Politics of Interdependence: The Politics of Compassion. London: Verso Books
Tronto, Joan (1993). Moral Boundaries: A Political Argument for an Ethic of Care. New York: Routledge.
Van Manen, Max (1991). The Tact of Teaching. The Meaning of Pedagogical Thoughtfulness. Ontario, Canada: The Althouse Press.
Winnicott, Donald (1964). The Child, the Family and the Outside World. London: Pelican Books.
Wright, Thomas y Oñate Zúñiga, Rody (2012). Chilean Political Exile. Latin American Perspectives, 34, pp. 31–49.
⌘
Verónica Díaz Cerda es Investigadora del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Warwick, Reino Unido. Doctora en Relaciones Internacionales, Universidad Autónoma de Barcelona y Magíster en Relaciones Internacionales, Universidad de Essex. Sus principales áreas de interés e investigación son la justicia transicional, redes transnacionales de derechos humanos, exilio y estudios de la infancia.
Pasado Abierto, Facultad de Humanidades, UNMDP se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.
[1] La autora agradece profundamente a cada uno de los participantes de esta investigación, cuya generosidad al compartir sus experiencias ha sido fundamental para la realización de este estudio. Asimismo, desea agradecer a los dos revisores anónimos, cuyos comentarios detallados y sugerencias críticas han contribuido a mejorar el contenido y la claridad del manuscrito. Una mención especial también merece la Profesora Alison Ribeiro de Menezes, directora del proyecto de investigación en el que está basado este artículo, por su constante apoyo, orientación y valiosos consejos para llevar a cabo este estudio.
[2] Al respecto, la revista Clepsidra ha publicado dos dossiers importantes que brindan un espacio de diálogo para compartir las experiencias de las infancias afectadas por el terrorismo de Estado en Argentina, Chile y Uruguay. Se recomienda revisar el dossier Las infancias afectadas por el terrorismo de Estado en el Cono Sur: violencias, agencias y memorias (Vol. 10, No. 19, abril 2023) y el dossier Ampliar los marcos sociales de la memoria: niños, niñas y adolescentes sobrevivientes en las narrativas postdictatoriales (Vol. 10, No. 20, octubre 2023).
[3] El gobierno laborista de Harold Wilson impuso un embargo de armas a Chile que prohibió la venta de equipo militar al régimen de Pinochet. Fue la primera vez que el Reino Unido impuso, en tiempos de paz, un embargo unilateral sin una resolución directa de Naciones Unidas. También negó los créditos de exportación financiados por el estado para las empresas que deseaban comerciar con Chile.
[4] El Modern Record Centre de la Universidad de Warwick (MRC, por sus siglas en inglés) alberga diversas colecciones de archivos sobre la experiencia de los chilenos en relación a la represión dictatorial de Pinochet y el exilio en el Reino Unido. Entre estos fondos documentales sobresalen los archivos del World University Service (WUS), que tuvo un papel clave en otorgar apoyo y oportunidades educativas a los exiliados, y los archivos sobre las diversas campañas de solidaridad realizadas en Gran Bretaña (Díaz Cerda y Ribeiro de Menezes, 2024).
[5] Nota del Traductor: la traducción de esta entrevista, originalmente en inglés, ha sido realizada por la autora.
[6] Nota del Traductor: la traducción de esta entrevista, originalmente en inglés, ha sido realizada por la autora.
Enlaces refback
- No hay ningún enlace refback.
Copyright (c) 2024 Pasado Abierto
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional.
ISSN 2451-6961 (en línea) se encuentra bajo Licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional | |
Revista Incluida en: | |
ROAD https://portal.issn.org/resource/ISSN/2451-6961 | |
LatinREV https://latinrev.flacso.org.ar/mapa | |
Latindex Directorio https://www.latindex.org/latindex/ficha?folio=26011 | |
Google Académico Link | |
BASE (Bielefeld Academic Search Engine) Link | |
Latinoamericana(Asociación de Revistas Académicas de Humanidades y Ciencias Sociales) Link | |
MIAR (Matriz de Información para el Análisis de Revistas) Link | |
SUNCAT Link | |
WorldDCat Link | |
Actualidad Iberoamericana Link | |
OAJI (Open Academic Journals Index) Link | |
CZ3 Electronische Zeitschriftenbibliothek Link | |
Europub (Directory of Academic and Scientiic Journals) Link | |
Open Science Directory Link | |
EC3 metrics Link | |
Root Indexing Link | |
| JournalsTOCs Link |
Scientific Indexing Services Link | |
Citefactor (Directory Indexing of International Research Journals) Link | |
Malena Link | |
Evaluada por: | |
Latindex Catálogo 2.0 Link | |
Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas Link | |
DOAJ (Directory of Open Access Journals) Link | |
ERIHPLUS (European Reference Index for the Humanities and Social Sciences) Link | |
REDIB (Red Iberoamericana de Innovación y conocimiento Científico) Link | |
CIRC (Clasificación Integrada de Revistas Científicas) Link | |
Pasado Abierto utiliza el identificador persistente: | |