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Pasado Abierto - Año de inicio: 2015 - Periodicidad: 2 por año
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Pasado Abierto. Revista del CEHis. Nº14. Mar del Plata. Julio-diciembre 2021.

ISSN Nº2451-6961. http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pasadoabierto

                                                                           

Comercio, consumo y servicios urbanos en la Buenos Aires del siglo XX: Villa Devoto en los años treinta

Erica Cubilla

Instituto de Ciencias, Universidad Nacional de General Sarmiento

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina

ericaecubilla@gmail.com

Recibido:        02/09/2020

Aceptado:        27/03/2021

Resumen

En las primeras décadas del siglo XX al calor de la expansión territorial y el crecimiento demográfico en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, se conformaron nuevos barrios que poco a poco fueron construyendo sus propios entramados comerciales y de consumo. Este artículo explora la expansión de los comercios y servicios y su gradual identificación con un barrio alejado del centro de la ciudad, Villa Devoto. Procuramos, en primer lugar, documentar las posibilidades que ofrecía un barrio suburbano en términos laborales para los comerciantes, profesionales y trabajadores de oficio. En segundo lugar, ahondar en sus formas de sociabilidad y las actividades que fortalecían su camaradería. Y, por último, comenzar a reflexionar acerca de las opciones para el consumo que tenían a su alcance en este espacio las y los residentes de la Capital Federal. En este sentido, argumentamos que la vida comercial, la vida asociativa y el disfrute del tiempo libre se entrelazaron en una geografía propia.

Palabras clave: comercio, consumo, profesionales, barrio, Buenos Aires.

Commerce, consumption and urban services in Buenos Aires of the 20th century: Villa Devoto in the thirties

Abstract

In the first decades of the 20th century, due to the heat of the territorial expansion and the demographic growth in the city of Buenos Aires, Argentina, new neighborhoods were formed that little by little were building their own commercial and consumer networks. This article explores the expansion of shops and services and its gradual identification with a neighborhood far from the city center, Villa Devoto. In the first place, we try to document the possibilities that a suburban neighborhood offered in terms of employment for merchants, professionals and trade workers. Second, delve into their forms of sociability and the activities that strengthened their camaraderie. And, finally, to begin to reflect on the options for consumption that were available to them in this space by the residents of the Federal Capital. In this sense, we argue that commercial life, associative life and the enjoyment of free time were intertwined in their own geography.

Keywords: commerce, consumption, professionals, neighborhood, Buenos Aires.

Comercio, consumo y servicios urbanos en la Buenos Aires del siglo XX: Villa Devoto en los años treinta[1]

Introducción

En diciembre de 1930 el Boletín de la Asociación de Fomento de Villa Devoto (BAFVD) publicaba una entusiasta síntesis sobre el mercado “El Progreso de Villa Devoto”:

“Se trata de un establecimiento construido con los adelantos que el confort y la higiene aconsejan, contando entre otros con cámaras frigoríficas propias. Este mercado viene a llenar una sentida necesidad en la zona de su ubicación, donde existe una numerosa población. La apertura de este mercado marca para Villa Devoto un progreso comercial y edilicio que es demostración de la confianza que al comercio inspira el creciente adelanto de la población. Es propietario del establecimiento el señor Luis Marsonet, quien así se incorpora al numeroso núcleo de comerciantes de Villa Devoto”.[2] 

La reseña del Boletín traducía, por un lado, los intereses de un buen número de comerciantes, al igual que de tantos otros profesionales, que optaron por ofrecer sus servicios en los nuevos barrios de la Ciudad de Buenos Aires en las décadas del veinte y treinta. Recordemos que estas nuevas áreas -el actual Villa Devoto, Belgrano, Flores- alejados del centro de la metrópoli se incorporaron a la Capital tras la federalización de Buenos Aires en 1880.[3] A partir de entonces, la circunscripción 15 a la que pertenecía Villa Devoto (junto a Villa Mitre y San Bernardo) pasó de 48.381 habitantes en el censo municipal de 1909 a 146.717 en el de 1936, y se convirtió así en una de las zonas con mayor crecimiento poblacional de la ciudad. Por otro lado, la nota reiteraba la existencia de una demanda creciente y la distinción de un núcleo de propietarios y comerciantes asociado a ese lugar, un “numeroso núcleo de comerciantes de Villa Devoto”.

Como explicaremos en las páginas siguientes, estos nuevos barrios de la ciudad se convirtieron gradualmente en zonas de localización de comercios y servicios al calor de la demanda creciente de sus residentes, como nos ilustra la reseña del BAFVD citada más arriba. Con una perspectiva atenta a las relaciones de clase y género, exploramos la expansión de los comercios y servicios y su gradual identificación con un barrio alejado del centro de la ciudad, Villa Devoto. Procuraremos documentar las opciones laborales que ofrecía un barrio para los comerciantes, profesionales y trabajadores de oficio durante la década de 1930. Y examinamos sus formas de sociabilidad y las actividades que fortalecían su camaradería y su identificación con ese barrio. En este sentido, argumentamos que la vida comercial, la vida asociativa y el disfrute del tiempo libre se entrelazaron en una geografía propia.

Por cierto, este desarrollo urbano tuvo lugar dentro de un proceso más amplio de modernización del comercio y los servicios en ciudades de América Latina y Europa (Dussaillant Christie, 2011; Mejía Pavony, 1997; Moreno Ortíz, 2016; Rodríguez Martín, 2015). En el caso de Buenos Aires, durante las primeras décadas del siglo XX, estas transformaciones se vieron en algunos barrios por entonces periféricos de la ciudad.[4] En este artículo nos concentramos en el caso del barrio de Villa Devoto, ubicado al oeste de la Capital Federal, en el límite con la Provincia de Buenos Aires. En sus orígenes, el loteo estaba comprendido entre las calles Lastra, Av. Tres Cruces, Av. de los Constituyentes, Av. América, Av. General Paz, en una zona alejada del centro de la ciudad (Mapa 1). En comparación, a la derecha del mapa en la costa del Río de la Plata, el centro sobresale a simple vista por su densidad edilicia.

Mapa 1: Ubicación de Villa Devoto dentro de la Capital Federal

Fuente: Elaboración propia a partir de “Ciudad de Buenos-Aires y Distrito Federal”. Oficina Cartográfica de Pablo Ludwig, Ciudad de Buenos Aires y Distrito Federal, Buenos Aires, 1900. BNMM, Buenos Aires.

Este proyecto inmobiliario, cuyo primer loteo se realizó en 1889, se consolidó en los años veinte y treinta.[5] Para esa época, contaba con numerosas asociaciones fomentistas, étnicas y benéficas, bibliotecas públicas y populares, clubes deportivos, escuelas estatales y privadas, comisaría, hospital público, Alcaldía de Contraventores, congregaciones católicas, protestantes y judías, oficina de correos, entidades bancarias, cines y teatro y se desarrollaban allí festejos patrios, bailes, corsos de carnaval. Se habían instalado los servicios básicos necesarios y las asociaciones fomentistas vehiculizaban los reclamos de las necesidades más urgentes ante la Municipalidad. En lo que se refiere a medios de transporte, por un lado, al sur de la plaza Gral. Arenales, se encontraba la estación del Ferrocarril británico Buenos Aires al Pacífico (F.C.B.A.P) creada en 1889 -en la actualidad Ferrocarril Línea General San Martín- cuyo recorrido finalizaba en la Estación Central ubicada en el barrio de Retiro en el centro de la ciudad. Por otro lado, al norte de la plaza se situaba la estación del Tramway Rural fundada en 1900 -en la actualidad Ferrocarril Línea General Urquiza- cuya estación cabecera estaba en el barrio de Chacarita. En sus inicios estos eran el principal medio de transporte, tanto hacia el centro de la Capital Federal como hacia la provincia de Buenos Aires y el resto del país. Para 1910, una serie de tranvías (líneas 85 y 86) acercaron a los habitantes de V. Devoto al centro, principalmente al conectarlos con las líneas de subtes que comenzaban a inaugurase en la ciudad.

Utilizaremos como corpus documental la prensa barrial que nos permite llevar a cabo un estudio de la expansión y localización de los comercios y de los servicios en la geografía barrial, sus características y su diversidad. La creciente circulación de boletines, órganos de difusión, periódicos y revistas en los diferentes barrios de la Capital Federal durante los años de entreguerras da cuenta de la relevancia y riqueza de esta fuente tanto para la historia socio-cultural como para la historia económica. Utilizados comúnmente para el análisis del asociacionismo vecinal, pretendemos aquí revalorizarlos para aproximarnos al estudio de las actividades comerciales y profesionales, sus estrategias de comercialización y la visibilización de sus servicios. Recurrimos específicamente al periódico barrial Noticias Devotenses (ND)[6] que comenzó a publicarse con una frecuencia semanal en noviembre de 1932 y el BAFVD publicado por la Asociación de Fomento de Villa Devoto (AFVD) de manera mensual y gratuita desde marzo de 1930.[7] 

Este artículo presenta dos apartados. En el primero, a partir de las diferentes secciones incluidas en la prensa barrial reconstruimos los distintos tipos de comercios y servicios en los cuales podían emplearse hombres y mujeres de la zona. En el segundo apartado, analizamos las formas de sociabilidad de muchos de estos comerciantes y profesionales, su participación en las asociaciones vecinales y sus actividades en el tiempo libre. Finalmente, reflexionamos acerca del potencial de la prensa barrial para dotar de nitidez a esa sociedad urbana en transformación en los años treinta, sus ocupaciones y prácticas de consumo.

Consumos, comercios y servicios en la geografía barrial

Un lector o lectora atento/a a las páginas de ND bien podía concluir que Villa Devoto era un lugar habitado por un buen número de profesionales y comerciantes, que lo dotaban de una fisonomía distintiva. Esto se debe a la notable presencia de publicidades y avisos, así como la existencia de galerías fotográficas de profesionales y comerciantes.[8] Esta abundancia no sorprende ya que ND al igual que la mayoría de los diarios y revistas comerciales de la época tenía que solventarse a través de los ingresos provenientes de dicha publicidad (Saítta, 2000). Es de suponer que aparecer en el periódico implicaba un costo para los anunciantes, la información es prácticamente nula al respecto y no encontramos referencias al precio de dichos avisos. Por otra parte, es verdad que esa abundancia documenta, a nuestro criterio, el interés del periódico en ofrecer un servicio informativo a un conjunto de residentes a los que el periódico definía como una comunidad.[9] 

Asociada al estudio del asociacionismo vecinal, la prensa barrial puede ser la puerta de entrada para examinar las transformaciones sociales a nivel local, los cambios en la vida laboral, en la organización y las prácticas del consumo urbano. En sus páginas daban un lugar preponderante a las actividades de profesionales y comerciantes. En primer lugar, esto lo observamos en las publicidades, con características diversas y dispersas en todas las páginas de ND. Tal como documentó Fernando Rocchi (2002; 2016), la industria de la publicidad se afianzó en Argentina durante las décadas de 1920 y 1930. En efecto, las revistas ilustradas de tirada masiva, como por ejemplo Caras y Caretas o Fray Mocho, tenían un despliegue de avisos de gran tamaño ocupando en ocasiones una página completa o media página, con largas frases alusivas tentando al posible consumidor e ilustraciones y fotografías que mostraban en detalle el producto ofrecido. Para el caso de los avisos publicitarios en la prensa barrial, la estructura se repetía, contenían el comercio o servicio, frases alusivas y algunas imágenes, aunque presentaban una apariencia más modesta que los relevados en las revistas ilustradas. En ND los avisos se destacaban mediante un recuadro, contenían el nombre del comercio, la descripción, la dirección y el nombre y apellido del comerciante en cuestión, de modo que quien se informaba a través del periódico local sabía a qué individuo o qué familia le compraba. Algunos incluían una fotografía o ilustración, aunque comparadas con las revistas ilustradas, en su mayoría las imágenes de ND no eran de buena calidad y eran poco nítidas a simple vista. Los comercios que ofrecían vestimentas, muebles y artículos para el hogar utilizaban ilustraciones en sus anuncios, mientras que, mercados, carnicerías y fruterías contenían una fotografía del local y su mercadería.

En función de la información que nos brinda el periódico en sus publicidades o anuncios, reconstruimos los diferentes tipos de comercio y servicios. ¿Qué comercios se instalaron en esos nuevos barrios? ¿Qué oficios y profesiones prosperaron? En líneas generales, puede decirse que estos cubrían una amplia gama de consumos y necesidades de aquellas personas que residían o transitaban por allí.

Comencemos por los comercios alimenticios. Si uno repasa las páginas de ND, ningún número deja de incluir publicidad de comercios de venta de alimentos: fruterías, verdulerías, carnicerías, mercados, almacenes y despensas, distribución de hielo, leche, aguas y sodas. Naturalmente, los productos de consumo cotidiano se adquirían en el barrio, en los comercios de cercanía. Aun cuando sus publicidades son escuetas e incluyen el nombre de los comerciantes y sus familias, hay rasgos distintivos de estos negocios que podemos señalar. Por un lado, los adelantos en la conservación de los alimentos con cámaras frigoríficas o la conservación de lácteos y helados para la venta y, por otro lado, la comodidad ofrecida por el servicio de entregas a domicilio a través de pedidos telefónicos. Eran estas características las que resaltaba la prensa local para definir un entramado comercial moderno y atento a las necesidades de las y los clientes. Esto nos habla de comerciantes dispuestos a invertir en adelantos tecnológicos para mantener la calidad de sus productos y de otros dispuestos a requerir de servicios de empleados, probablemente jóvenes, capaces de realizar la entrega de productos pesados a domicilio, por ejemplo, carbón y leñas o aguas y sodas.

En términos de consumo, las y los habitantes del lugar no solo tenían a su alcance alimentos básicos, como carnes, frutas y verduras para realizar preparaciones, sino que también existía una oferta de comidas y postres listos para llevar, disponible en bares, rotiserías y heladerías, por ejemplo, en el Bar Rodis: "Señora: si de improviso se le presentan visitas acuérdese que el Rodis Bar le tiene preparados pollos "allo spiedo", empanadas, pasta frola, helados, casatas y quesitos".[10]   Estos consumos nos sugieren la presencia de familias prósperas con cierto nivel socioeconómico que les permitía destinar parte de los gastos diarios a productos más sofisticados y elaborados por otras personas. En palabras de Roy Hora y Leandro Losada, esto muestra “la ampliación del consumo y la mejora del ingreso característicos de las primeras décadas del siglo”, en lo que ellos definen como el proceso de afirmación de la “cultura de clase media” entre 1880 y 1930 (Hora y Losada, 2011: 624).

En un barrio en pleno desarrollo en el cual, según los especialistas, sus residentes hacían realidad el sueño de la casa propia (Aboy, 2014; Gorelik, 1998; Scobie, 1974), existía una extensa oferta de servicios y venta de elementos destinados a edificar ese sueño: aparatos de radio, mueblerías, bazar, blanquería, máquinas de escribir, colchonerías, florerías y materiales para la construcción. Algunos profesionales ofrecían sus servicios con el mismo fin, arquitectos, ingenieros, constructores y, al mismo tiempo, había una variada oferta de oficios como carpintería, ebanistería, jardinería y electricidad, necesarios para llevar a buen puerto la empresa de edificar la vivienda familiar. Este espacio, utilizado como un ámbito doméstico, lugar de intimidad para la familia nuclear pero también espacio de sociabilidad, punto de reunión y celebración de familiares y vecinos, seguramente era una fuente de prestigio social. En efecto, la posibilidad de disfrutar de una vivienda propia no era un dato menor. Los estudios sobre la vivienda en los diferentes períodos históricos demuestran el rol central de estos lugares en el desarrollo de las relaciones de sociabilidad y para la experiencia de clase.[11]

Otros avisos respondían a las demandas surgidas de una sociedad en que se afianzaba la escolarización infantil y se expandían las labores y empleos de escritorio. ND incluía avisos de mercerías y librerías, que seguían el calendario escolar o de festejos infantiles. Previo al inicio del ciclo lectivo se ofertaban artículos escolares y se publicitaba la venta de uniformes y guardapolvos, consumos que nos hablan de familias interesadas por la educación de sus niños y niñas.

Si bien el panorama parece dirigirse a la educación y el porvenir de los niños y niñas de familias con presupuestos holgados, lo cierto es que existía además una oferta de enseñanza de oficios que a futuro brindaban un rédito económico. Relevamos una variedad de cursos o clases particulares dedicadas a la formación de las y los jóvenes y adultos de la comunidad: cursos de corte y confección, electricidad, dactilografía, música e idiomas. Estos espacios de aprendizaje resultaban fundamentales si tenemos en cuenta que, por ejemplo, para aprender dactilografia en las Academias Pitman las jóvenes deberían trasladarse hacia barrios como Monte Castro o Paternal en los cuales funcionaban sedes de dichas instituciones. (Queirolo, 2018: 245) Para quienes estaban interesados en adquirir un oficio o perfeccionarse, pero no tenían las posibilidades de asistir a una academia en otras zonas de la ciudad, ya sea por el dinero o la distancia, podían acceder a diversas actividades cerca de su lugar de residencia.

Sumado a formación educativa, se trataba de familias cuyos consumos incluían la preocupación por la vestimenta, el cuidado de su higiene personal, la utilización de relojes y joyas, lo cual explica la presencia de un buen número de tiendas de ropa, perfumerías, joyerías, barberías, peluquerías y tintorerías. La preocupación por el cuidado personal adquirió relevancia durante este período. (Barbosa Cruz, 2020; Bontempo y Queirolo, 2012). En definitiva, eran esas/os profesionales, trabajadoras/es de escritorio, comerciantes, quienes consumían estos elementos cuidando su apariencia y su presencia frente a los demás.

Frente a esta oferta de grandes mercados con tecnología moderna, una variada oferta de productos y todos los recaudos de higiene necesarios, la prensa barrial también muestra a otros comerciantes que quedaban por fuera de este elogiado grupo. En este sentido, numerosas notas hacían referencia a las ferias francas reglamentadas y organizadas por la municipalidad y a vendedores ambulantes.

Las ferias francas estaban constituidas por un conjunto de puestos de venta de productos de consumo cotidiano (carnes, frutas y verduras) y se ubicaban una o dos veces por semana en diferentes calles en los barrios de la ciudad dispuestas por la municipalidad. La prensa barrial de manera recurrente se mostraba crítica con su ubicación o las normas de higiene dentro de sus puestos. Los comerciantes o empleados dentro de dichas ferias parecían no estar a la altura del “progreso comercial” requerido por las y los residentes de Villa Devoto según la cita del BAFVD al inicio de este artículo. ND publicó editoriales, notas, cartas de vecinos y de asociaciones vecinales a modo de queja por la utilización del espacio público, señalando lo perjudicial de estas ferias para el tránsito y para los comerciantes barriales. Estas cartas también eran enviadas a la municipalidad con el objetivo de recibir respuestas al respecto. Por ejemplo, en abril de 1934 ND tituló “El tráfico de la Avenida Tres Cruces afectado por una nueva feria franca”. Allí el periódico señala la queja de los vecinos y el pedido de las sociedades de fomento de trasladar dos ferias francas ubicadas en la Avenida Tres Cruces que provocaban diferentes malestares, entre ellos:

“…el lamentable aspecto que ofrecen estos mercados en la vía pública y puntualizar la escasa higiene observada en el manipuleo de los artículos alimenticios que en ellas se expenden. A aquellas lamentables deficiencias, debe agregarse una no menos grave, referente al problema del tráfico en nuestra principal arteria, el que se verá sensiblemente dificultado cuatro veces a la semana, por el funcionamiento de estos mercados que no condicen con el carácter de ciudad moderna como se ha dado en llamar la nuestra.”[12] 

El editorial finaliza solicitando a la municipalidad su reemplazo por mercados municipales: “Se presenta cada vez en forma más apremiante la necesidad de substituir estas ferias antihigiénicas por mercados municipales que ofrezcan todas las garantías sanitarias y no sean un motivo de perturbación…”.[13] Se presentaba entonces una dicotomía entre las ferias y los mercados, y la principal diferencia estaba marcada por la modernidad y las condiciones de higiene. Evidentemente, debido a la multiplicación de las ferias, existía un público que consumía sus productos, aun por sobre la modernización e higiene que difundió la prensa sobre los demás comercios. Se trataba quizás de habitantes con presupuestos más magros que no se condicen con la imagen próspera que proyectaba el periódico local a través de sus demás secciones.    

En línea con la crítica a las ferias, el comercio llevado a cabo por vendedores ambulantes también era reprobado. El principal motivo de crítica eran las condiciones antihigiénicas que suponía esta manera de comerciar. En agosto de 1930, el BAFVD publicó un editorial titulado “El peligro de los vendedores ambulantes” en el cual juzgaba negativamente su presencia en el barrio:

“Hacemos referencia a los vendedores de frutas y golosinas que abundan en algunos sitios de la localidad, precisamente en aquellos donde por circunstancias especiales es más fácil la extensión de los peligros para la salud. Cerca de las escuelas del distrito y en las entradas de la Asistencia Pública, del Instituto del Cáncer y del Hospital Alvear se sitúan vendedores, que, sin ningún escrúpulo, y sin ningún cuidado, ofrecen a la venta sus mercaderías sin limpieza y en forma que proporciona verdaderas inconveniencias desde el punto de vista de la higiene más elemental.”[14] 

Según la nota, estos vendedores sin escrúpulos, que vendían mercadería sin limpieza, se aprovechaban de la desidia y la falta de control municipal y ponían en peligro la salud de la sociedad, en especial de las y los niñas/os en edad escolar quienes los encontraban en la puerta de los establecimientos:

“No escapa a la observación de nadie que no sea un indiferente por la consideración del más elemental concepto de higiene, que los vendedores ambulantes dan facilidad al contagio de enfermedades, siendo sus mercaderías un punto de contacto entre el interior y el exterior de los nosocomios, lo cual importa un peligro y una amenaza constante para la población y de modo especial para los escolares que constituyen la clientela más asidua de esos negociantes sin escrúpulos.”[15]

Esta mención al contagio de enfermedades y al cuidado de la salud en este mundo urbano condice con una variada oferta de servicios de médicos, odontólogas/os, cirujanos, parteras, psiquiatras, dentistas y farmacias. Estos datos estaban en los avisos de la columna “Profesionales” que brindaba información de dichos profesionales y de martilleros públicos, procuradores, escribanos, abogados, ingenieros civiles e indicaba: nombre completo, profesión, matrícula y dirección del consultorio en el barrio. De manera eventual algunos incluían los días y horarios de consulta, la institución académica en la cual había obtenido el título y los hospitales o clínicas donde trabajaban.

Otras secciones que atendían a la presencia de estos profesionales en el barrio eran la “Galería de Profesionales” y “Nuevo Profesional”. La primera, incluía la foto de alguno de los especialistas junto al resumen de su trayectoria. Era un reconocimiento a individuos cuya instrucción y labores los convertían en sujetos destacados, o podríamos decir, en vecinos notorios. Por ejemplo, a fines de 1932 ND celebraba la trayectoria del Médico Cirujano Dr. Oscar Migliaccio:

“...hoy engalana nuestras columnas es además de un destacado facultativo, un constante estudioso. Prueba de ello son los diferentes trabajos por él realizados, entre los que se destaca el efectuado en colaboración con el doctor José L. Monserrat sobre Malformación Renal y Cáncer, publicados oportunamente por la Revista de Especialidades de la Asociación Médica Argentina.”[16]

Imagen 1: “Dr. Oscar Migliaccio”

Fuente: ND, 12 de noviembre de 1932, p. 4. BAFVDRSP, Buenos Aires.

Dentro de esta galería la representación de la respetabilidad individual se encarnaba siempre en profesionales varones. Si bien los anuncios de la columna Profesionales, como ya mencionamos, consignaban los servicios de especialistas mujeres -odontólogas, dentistas- estas no aparecieron en los retratos publicados por ND semana a semana durante la década de 1930.

Lo mismo sucedía con la sección “Nuevo profesional” dedicada a dar la bienvenida al mundo laboral a aquellos jóvenes recién recibidos conocidos por ser vecinos del barrio. ND afirmaba: “Con altas calificaciones acaba de obtener su título de cirujano dentista el conocido y apreciado joven Oscar Villapol, circunstancia esta que lo ha hecho acreedor de múltiples felicitaciones por parte de sus amistades.”[17] De la misma manera, otra nota resaltaba: “Con altas calificaciones acaba de obtener su título de médico veterinario el joven Enrique Fuks, distinguido y apreciado vecino de nuestra localidad, a quien han llegado numerosas felicitaciones por el éxito conquistado.”[18] Estas reseñas enfatizaban la calidad académica de estos nuevos profesionales varones por sus altas calificaciones en sus estudios universitarios. Destacaban el reconocimiento de las amistades y fundamentalmente celebraban que planearan desenvolver su vida profesional en la zona.  Esto resulta relevante si tenemos en cuenta que la educación funcionaba como un factor preponderante en el proceso de diferenciación social y consolidación de la clase media. En palabras de Mario Barbosa Cruz para la clase media mexicana “habría que pensar en la educación en esta época como motor de ascenso social y como marcador de desigualdades entre ciertos sectores sociales con pretensiones de mejorar su estatus” (Barbosa Cruz, 2020: 14).

Al parecer, contar con un título y ejercer una profesión abrían las puertas al reconocimiento de la prensa local y por tanto dotaban de prestigio a esos jóvenes vecinos. Los profesionales destacados por ND encarnaban la trayectoria del ascenso social a través de los estudios universitarios y era precisamente ese logro lo que constituía el pilar de su reputación y respetabilidad barrial.[19] Al hacer un paralelismo con los enlaces matrimoniales y festejos de compromisos publicados en ND en la sección “Charlas Sociales”, esta exhibía fotografías que mayoritariamente mostraban imágenes femeninas. A partir de la comparación de ambas secciones podemos inferir que el mérito y esfuerzo académico y laboral se asociaba a la figura de varones, mientras que los acontecimientos fundantes de una nueva vida familiar -compromisos, matrimonios- constituían la ocasión para el lucimiento femenino, momentos en que la mujer adquiría protagonismo público. Así ND retrataba la vida en un barrio, en el cual los títulos académicos y el trabajo eran experiencias casi exclusivamente masculinas, y las escenas de la vida marital y familiar eran monopolios femeninos.

Cabe sumar una breve referencia a la cuestión de su localización en la geografía barrial. Es evidente que aquellos comerciantes ligados a la venta de alimentos estaban ubicados en zonas de mayor tránsito de la población, o como los define A. Gorelik, en torno a “pequeños focos dinamizadores de la suburbanización: una fábrica, una calle por la que pasa el tranvía, una estación de tren” (2010 [1998]: 287). En Villa Devoto eran espacios demarcados por las dos estaciones de ferrocarril y la plaza General Arenales tal como observamos en el mapa 2. Los avisos destacaban la ubicación en el barrio, por ejemplo, “Jardín, florería y semillería. Se hacen ramos, coronas y todo trabajo perteneciente al ramo. Frente a la Estación F.C.P [Ferrocarril Central al Pacífico]”.[20] La repetición de esta información en los anuncios de ND da cuenta del rol central que tuvieron las dos estaciones de ferrocarril para el desarrollo de estos espacios laborales y de zonas comerciales.

Mapa 2: Ubicación de la Plaza Arenales y estaciones de ferrocarriles en Villa Devoto

Fuente: Elaboración propia a partir de “Nuevo plano de la ciudad de Buenos Aires”. Talleres de la Sociedad Anónima Casa Jacobo Peuser LDA, papelería, librería e imprenta, Nuevo Plano de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1936. BNMM, Buenos Aires.

A diferencia de otros barrios, no se evidencia una calle comercial en la cual se aglutinaron la mayoría de los comerciantes, como en la Avenida Cabildo en Belgrano o la Avenida Rivadavia en Flores, más bien en Villa Devoto los comercios se ubicaban en torno a la plaza y a las estaciones. Ejemplo de ello son los bares alrededor de la plaza, los cuales representaban espacios de sociabilidad, de diversión para las familias los fines de semana, a diferencia de lo que sucedía a fines del siglo XIX (Gayol, 2000). Los comerciantes atentos a las necesidades y nuevos consumos familiares ofrecían alimentos preparados o una salida familiar para cenar o almorzar en algún bar del barrio. Por ejemplo, en el anuncio del Bar Rodis se aclaraba: "Helados y Casatas RODIS ¡Son exquisitos! Encárguelos al RODIS BAR. SALONES RESERVADOS PARA FAMILIAS"[21] o la publicidad del Bar y Recreo San Martín destacaba: "En las noches de calor, concurra con su familia a los jardines del Bar y Recreo "San Martín" A donde beberá una exquisita cerveza y será atendido con el mejor esmero. Salones reservados para familias. Especialidad en banquetes y lunchs".[22]

Por otra parte, este amplio panorama de comercios y servicios nos acerca a un conjunto de trabajos urbanos que aún nos es poco conocido. En primer lugar, vale notar la presencia de mujeres a cargo de negocios y servicios, modistas, peinadoras, así como también de profesionales: parteras, maestras, profesoras de inglés, francés, música y telegrafía, cirujanas dentistas o farmacéuticas. En el mundo urbano las mujeres se emplearon a principios del siglo XX en puestos laborales que paulatinamente se feminizaron: secretarias, maestras, vendedoras y empleadas de comercio (Caldo, 2014; Pareja Alonso, 2011; Queirolo, 2014, 2018). En Villa Devoto esto muchas veces implicaba el trabajo en el ámbito familiar, con sus maridos, por ejemplo, en el sector farmacéutico: “Farmacia del Parque. Única en Villa Devoto y Parque atendida por dos profesionales universitarios. M. Angélica Rodriguez de Butzonicth y Oscar Butzonicth. Seriedad-Honestidad-Competencia"[23] o en las peluquerías: “Casa de peinados ‘Nelli’. Atendida por sus propietarios Mari y Manolo”.[24] Por otra parte, en otros ejemplos se destacaba la labor exclusivamente femenina en las tiendas de ropa: “Casa María Luisa. Única en la localidad, exclusivamente para señoritas y niños. En ella hallará el más alto exponente de elegancia y distinción. Atendida por sus dueñas-precios económicos”.[25] El trabajo femenino se volvía central en las peluquerías, tiendas o talleres de modista, lugares en los cuales las clientas construían cierto lazo de intimidad con quien les sugería un peinado o corte de cabello o les tomaba las medidas para confeccionar su vestimenta. 

Una última característica para resaltar es la oferta de servicios en las propias viviendas. Los lugares de trabajo variaban entre locales comerciales, academias y consultorios a la calle o también podían ser parte de la propia vivienda familiar. Quienes accedían a clases particulares de idiomas o de instrumentos musicales, por ejemplo, podían optar por dirigirse a alguna academia publicitada en ND o aprender con clases personalizadas en la vivienda de las profesoras y profesores disponibles en el barrio. Lo mismo sucedía con los consultorios profesionales o con la oferta de oficios como es el caso de las modistas. De este modo, la vivienda familiar pasaba a representar, además de un elemento de distinción, un lugar para el trabajo asalariado y conjugaba un espacio para las actividades familiares y laborales.

En síntesis, tanto comerciantes como profesionales, convirtieron al barrio en un lugar no sólo de residencia sino también de trabajo atravesado por diferenciaciones de clase y de género. La decisión de establecerse en esta zona de la ciudad pudo estar relacionada con la posibilidad de alcanzar una vivienda más accesible y módica que en el centro, pero a la vez parece revelar cierta confianza y optimismo respecto al potencial que el barrio ofrecía en términos de oportunidades laborales y comerciales en función de la expansión y diversificación de consumo de esos vecinos y vecinas devotenses. En definitiva, la prensa barrial parecía mostrar un barrio con posibilidades de ascenso social, con el prestigio y los consumos propios de una clase media en expansión. Villa Devoto ofrecía un escenario promisorio para el establecimiento de comercios y consultorios profesionales y la prensa barrial, al igual que la prensa masiva, contribuía con la conformación de un mercado laboral que encontraba en el barrio su geografía propia.

Sociabilidad vecinal, tiempo libre y camaradería

Para muchos Villa Devoto era un espacio de trabajo, el lugar donde elegían instalar sus comercios, abrir sus consultorios y ofrecer sus servicios. Pero, para éstos y tantos otros trabajadores y trabajadoras el barrio constituía además el lugar de residencia, un espacio donde la actividad laboral se entretejía con prácticas de participación pública y sociabilidad vecinal que atendían a fomentar el desarrollo de la zona.

Al promediar los años treinta, Villa Devoto contaba con una amplia variedad de espacios asociativos formales:[26] sociedades de fomento, sociedades de beneficencia, asociaciones étnicas, clubes deportivos y bibliotecas populares. Allí sus habitantes podían encontrarse, intercambiar ideas sobre las necesidades del barrio, realizar alguna actividad recreativa y, en consecuencia, relacionarse entre sí. Los estudios sobre el asociacionismo barrial nos advierten que para entender el funcionamiento de dichas instituciones es preciso examinar su organización y formas estatutarias (Bravo y Fernández, 2014; González, 1990; Romero, 2001). Esto resulta necesario si nos interrogamos por quienes participaron en ellas. En el caso de la Asociación de Fomento de Villa Devoto (AFVD), fundada en 1896, contaba con un promedio de 230 socios para 1930. Las listas de socios mensualmente publicadas en los boletines brindan sus nombres y apellidos y nos permiten constatar que los afiliados a esta entidad eran todos hombres.

Pero, ¿quiénes eran estos individuos que llevaban adelante el gobierno de esta entidad fomentista? Es evidente que el hecho de pertenecer a la comisión directiva seguramente los dotó de visibilidad en tanto vecinos, pero aquí nos interesa precisar su perfil ocupacional, a partir de la información que brinda el periódico barrial. Por ejemplo, Bernardo Braylan quien se desempeñó como vice director y vocal de la Asociación, era uno de los profesionales que anunciaba sus servicios como dentista en la columna de ND dedicada a tal fin.[27] Del mismo modo, Antonio Marino, secretario en dos mandatos consecutivos, ofrecía sus servicios como martillero público.[28] ND publicaba el aviso de Juan Demichelis, pro tesorero de la institución durante dos años: “Juan Demichelis y Hno. Técnicos constructores y proyectistas”, en la misma columna que Braylan y Marino. Por su parte, la fotografía de Selim Hid, tesorero y vocal en diferentes períodos, se incluyó en la “Galería de Comerciantes” del primer número de ND[29] y publicitaba en el BAFVD su negocio: “Tienda La Confianza. La casa más antigua y mejor surtida en la localidad. Sedas- lanas- novedades- fantasías y confecciones- especialidad sobre medias.”[30] El profesor Fidel Gasbarro (secretario por dos mandatos) fue el único que apareció en el listado de Comisión Directiva con una mención a su ocupación como docente.  

En el ámbito barrial estos hombres tuvieron protagonismo en numerosas actividades, no necesariamente organizadas por la AFVD. Para dar algunos ejemplos, en marzo de 1934, Fidel Gasbarro, José Gonzalez Menéndez, José Garbarino, Francisco Di Fonzo, Juan Arbeille integraron la comisión organizadora de los festejos patrios del 25 de mayo, en tanto secretario, tesorero, pro-tesorero y vocales, respectivamente.[31] Participaron en las comisiones organizadoras de los corsos vecinales a partir de 1933, los festejos del cincuentenario de 1938 y en las comisiones de bienvenida a los miembros del Concejo Deliberante que recorrían el barrio.

Por fuera de la esfera familiar y asociativa, comerciantes y profesionales de Villa Devoto desarrollaron actividades de ocio en el marco de vínculos que nacían de su mundo laboral. Esto sucedía, para los profesionales, por ejemplo, luego de la conformación del Círculo de Profesionales de Villa Devoto (CPVD) en octubre de 1934. Este grupo de profesionales se reunía con el fin de encontrarse con sus pares, discutir necesidades y problemáticas del barrio y de zonas vecinas y llevar a cabo actividades en su tiempo libre que fortalecieran su camaradería y solidaridad.[32] De este modo, ejercer una ocupación o profesión en el barrio no representó solo el desempeño de una actividad, sino que a su vez nutrió prácticas y formas de sociabilidad laboral. Tal como describe ND, la primera reunión contó con dos momentos, una asamblea para elegir las autoridades del CPVD y una instancia más distendida que constaba de una cena de camaradería en el Bar Alemán. En la edición siguiente, ND publicó en la tapa la nómina de profesionales varones que asistieron a la cena, los nombres de los elegidos para formar parte de la comisión directiva y una foto del presidente electo.[33] 

El CPVD puso en marcha una manera de disfrutar el tiempo libre: las reuniones de camaradería. Se realizaban mensualmente, en diferentes clubes, bares y restaurantes de la zona, con preferencia del Bar Alemán, ya que el grupo no contaba con un lugar físico propio. Dichos encuentros eran anunciados en ND y posteriormente se podía leer una crónica del evento acompañada por fotografías. Por ejemplo en mayo de 1939: “En el Club Devoto se efectuó el jueves pasado la cena que el Círculo de Profesionales de la localidad ofreciera a sus asociados con el fin de estrechar vínculos de camaradería. El acto transcurrió en un cordial ambiente de animación. (…) Finalizada la cena se efectúo la Asamblea Anual Ordinaria”.[34] En algunas ocasiones estas tertulias sumaron a otros profesionales de barrios vecinos y compartían diferentes acontecimientos de la vida íntima y familiar: “Con motivo de su enlace, el CPVD ofreció el miércoles pasado una ceremonia al Dr. Romeo J. Messuti. La cena transcurrió en un agradable ambiente de cordialidad hacia el agasajado, quien agradeció a los postres la demostración ofrecida”.[35] 

El principal objetivo de este Círculo era la unión de los profesionales a través de actividades de sociabilidad. Sin embargo, no todos los profesionales participaban, quedaban por fuera las mujeres, quienes no aparecían en la nómina de asistentes ni estaban presentes en las fotografías publicadas. Asimismo, los hombres que asistían a estas reuniones parecían no hacer partícipes a sus familias o esposas, sino que concurrían solos.

Imagen 2: Reunión de camaradería CPVD

Fuente: ND, 9 de octubre de 1937, p. 1. BAFVDRSP, Buenos Aires.

Estos profesionales compartían algo más que un título, la casa de estudio de donde provenían y la visibilidad de encarnar la profesión en la figura de un hombre esforzado y culto. Tenían lazos de colaboración y amistad forjados en el tiempo libre, en ámbitos exclusivamente masculinos. Hacia la década de 1930, entonces, la vida barrial mostraba que existían hombres y mujeres profesionales, estas últimas, aunque minoritarias se hacían visibles en la columna “Profesionales” de ND. Sin embargo, en las prácticas propias de la sociabilidad profesional –círculos, banquetes, reuniones de camaradería- las mujeres no participaban ni como profesionales ni desde el rol familiar. Podemos usar aquí la frase “muchas, pero invisibles” retomada por G. Queirolo (2019) para conceptualizar de qué modo fueron interpretadas las estadísticas sobre el trabajo femenino entre 1914 y 1960. Para el caso de Villa Devoto, si atendemos a las fotografías y las reuniones de camaradería nos encontramos con un entramado exclusivamente masculino. No obstante, si atendemos a los anuncios publicitarios y a la columna de profesionales logramos encontrar a esas mujeres trabajadoras y profesionales, hacerlas sólo allí visibles. A nivel barrial, la construcción de lazos y vínculos entre profesionales era una práctica para varones que no hacía más que masculinizar profesiones que en verdad empezaban a ser crecientemente ejercidas por mujeres.

Consideraciones finales

Este artículo se propuso reponer la expansión comercial y de servicios barrial en la Buenos Aires de los años treinta teniendo en cuenta las relaciones de clase y de género. El énfasis recayó en visibilizar las ocupaciones de los residentes, su cotidianeidad y la heterogeneidad de un universo comercial y de servicios en el que muchos hombres y mujeres se ocupaban a diario en los barrios porteños. Reconstruimos a través de la prensa barrial una articulación entre los sujetos y el espacio urbano, es decir, la presencia de los comerciantes y profesionales fruto y a la vez motor del crecimiento en la zona. De este modo, definimos al barrio como espacio constitutivo de la identidad de estos comerciantes y profesionales, un ámbito compartido que aunaba a sujetos con ocupaciones e intereses disímiles.

Al explorar la sociabilidad y la vida de estos residentes desde la perspectiva de género, hemos dado cuenta de la cristalización de ciertos ideales de masculinidad y feminidad en la sociedad devotense. El alcanzar una profesión, contar con un trabajo independiente eran prácticas y valores asociadas a la realización de los hombres, prácticas y virtudes masculinizadas, mientras que el espacio doméstico, la vida matrimonial y familiar parecían la misión natural que debían cumplir las mujeres.

El estudio de los periódicos barriales nos permitió iluminar las posibilidades de trabajo femenino en actividades comerciales o por cuenta propia. Sabemos que, aun teniendo en cuenta el modelo de género que reproducía la prensa local, el trabajo femenino asalariado se expandió. En efecto, las mujeres desarrollaban diversas labores en el ámbito barrial ya sea en la esfera familiar o de manera individual.

En esta interpretación destacamos el valor de la prensa barrial. Ésta cumplía un papel fundamental en la construcción de un imaginario de barrio dinámico que requería de periódicos capaces de publicitar sostenidamente los servicios de esos comerciantes y profesionales. A partir de ella, es posible dotar de carnadura a los residentes de esos barrios que se incorporaron a la ciudad una vez federalizada y, que se han englobado bajo una caracterización más general de sectores populares urbanos, en la conocida interpretación de Leandro Gutiérrez y Luis A. Romero (1995).[36] Por su parte, aquellos análisis que volvieron a poner la atención en el perfil ocupacional de los sectores urbanos con el objeto de caracterizar las clases medias insistieron en su fragmentación hasta la llegada del peronismo al poder (Adamovsky, 2013). Aquí se ha buscado precisar sus actividades, su cotidianeidad en su labor diaria, en su tiempo de ocio. Prestar atención a los lugares donde residían, llevaban adelante sus labores y pasaban el tiempo libre, nos permitió comprender la relevancia del espacio en la constitución de identidades sociales, como la clase media urbana. Compartir el barrio contribuyó a dotar de identidad a este mundo heterogéneo de ocupaciones. El barrio hermanaba comerciantes con profesionales, comerciantes con consumidores y profesionales con clientes, reforzaba el sentido de comunidad y a la vez lograba visibilizar sus oficios, su trabajo diario, sus esfuerzos cotidianos.

En suma, al concentrarnos en los espacios de trabajo barriales pudimos reconstruir las características de ese mundo comercial y de servicios y redefinir a los nuevos barrios de la ciudad de Buenos Aires como un espacio no solo para la vivienda, el ocio y la sociabilidad y sino también para el desempeño del trabajo de hombres y mujeres de las más diversas edades y calificaciones.

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Erica Cubilla es Magíster en Ciencias Sociales (IDES-UNGS) y Profesora Universitaria en Historia (UNGS). Es doctoranda en Ciencias Sociales (IDES-UNGS) y becaria doctoral de CONICET bajo la dirección de Silvana Palermo. Desempeña tareas docentes en el nivel superior en el área de historia y ciencias sociales. Integra el Proyecto de Promoción General del Conocimiento: Política y Cultura en los siglos XIX y XX (ICI-UNGS) y el PIP: Política de masas y cultura de masas en la Argentina entre las dos guerras mundiales: miradas locales, nacionales y transnacionales. Sus investigaciones se concentran en el estudio de la clase media, la cultura urbana y las prácticas de consumo.

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[1] Este artículo forma parte de mi tesis de maestría y de la investigación que realizo para mi tesis doctoral en el Posgrado en Ciencias Sociales IDES-UNGS. Agradezco a las/los evaluadoras/es anónimos los comentarios y sugerencias.

[2] Boletín de la Asociación de Fomento de Villa Devoto (en adelante BAFVD), diciembre de 1930, p. 5. Biblioteca Nacional Mariano Moreno (en adelante BNMM), Buenos Aires.

[3] Previo a 1880, el área de lo que hoy es Villa Devoto pertenecía al territorio de la Provincia de Buenos Aires. Con la Ley de Federalización, la provincia le concedió parte de su territorio a la Nación para la demarcación definitiva de la Capital Federal. Específicamente, los partidos de San José de Flores y Belgrano se sumaron al territorio. Desde 1887 cambiaron en su extensión los territorios de la Capital Federal y de la provincia y se fijó el límite entre ambos distritos con la proyección de la Avenida General Paz. Hasta ese momento, esos lugares habían sido zona de residencia y recreación de las clases más acomodadas.

[4] Además de Villa Devoto, mencionamos a Belgrano, Flores, Villa del Parque, Villa Urquiza, en los cuales se acrecentó la oferta de comercios y servicios y aumentó su número de habitantes. Si bien cada espacio tuvo sus características distintivas, es importante resaltar que, en su mayoría, los barrios por fuera del centro de la ciudad conformaron sus propios espacios de trabajo, de consumo y de ocio durante este período.

[5] La conformación de la Capital Federal requirió de la participación del estado municipal y nacional pero también fue el fruto de las iniciativas de empresarios privados. En efecto, el 4 de abril de 1889 el Banco Inmobiliario (1887-1893) presentó a la Municipalidad el proyecto de un nuevo pueblo bajo las firmas de los ingenieros Carlos Buschiazzo y José Poggi. En el primer loteo se bautizó al pueblo como Villa Devoto en homenaje al presidente del Banco, Antonio Devoto, un inmigrante italiano nacido en Lavagna en 1832. Antonio Devoto había llegado a Argentina en 1854 e iniciado su exitosa actividad comercial con un almacén en el centro de la ciudad.

[6] Bajo la dirección de Lorenzo Blanco y Jorge Figueroa contenía 8 páginas y era distribuido semanalmente mediante el correo por una suscripción mensual de $ 1. Ambos estaban emparentados con los impulsores de los primeros loteos de terrenos de la zona. En su primer número enunciaron entre sus objetivos el de acompañar y dar a conocer el crecimiento y la cultura del barrio.

[7] Circularon en Villa Devoto diferentes periódicos y boletines que no han sido conservados hasta el día de hoy, entre ellos, El Despertador, La Ráfaga y La Razón de Villa Devoto.

[8] Sumado a las publicidades y galerías, a partir de abril de 1934 ND agregó en la última página la “Guía del Hogar”, con la dirección de los comercios y su número telefónico.

[9] Natalia Milanesio advirtió sobre la insistencia de los expertos publicitarios en el uso de los medios de prensa de pueblos y ciudades menores en los tiempos del peronismo clásico. Aun teniendo “menos páginas y que la calidad de impresión y composición era mediocre, sus tiradas eran consistentes, sus lectores eran fieles y sus editores no perdían oportunidad de enfatizar las ventajas de anunciar en ellas” (2014: 69).

[10] ND, 7 de enero de 1933, p. 4. Biblioteca de la Asociación de Fomento de Villa Devoto “Roque Saenz Peña”, (en adelante BAFVDRSP), Buenos Aires.

[11] En mi tesis de Maestría analizo con mayor detalle la idea de prestigio social y qué elementos eran constitutivos de la clase media en Villa Devoto (Cubilla, 2018).

[12] ND, 21 de abril de 1934, p. 1. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[13] ND, 21 de abril de 1934, p. 1. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[14] BAFVD, agosto de 1930, p. 2. BNMM, Buenos Aires.

[15] BAFVD, agosto de 1930, p. 3. BNMM, Buenos Aires.

[16] ND, 12 de noviembre de 1932, p. 4. BAFVDRSP, Buenos Aires

[17] ND, 8 de abril de 1933, p. 3. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[18] ND, 8 de abril de 1933, p. 3. BAFVDRSP, Buenos Aires.  

[19] En el período posterior a la reforma universitaria de 1918 la matrícula en las universidades aumentó año a año considerablemente (Buchbinder, 2005: 118).

[20] ND, 7 de enero de 1933, p. 8. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[21] ND, 5 de marzo de 1938, p. 7. El subrayado es nuestro. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[22] ND, 6 de enero de 1934, p. 6. El subrayado es nuestro. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[23] ND, 1 de enero de 1937, p. 15. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[24] ND, 7 de enero de 1939, p. 5. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[25] ND, 1 de enero de 1937, p. 12. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[26] Los espacios de sociabilidad “formal” son lugares en los cuales las relaciones entre los individuos están mediadas por diversos instrumentos organizativos tales como reglamentos, estatutos, comisiones directivas, asambleas, etc. (Agulhon, 1994: 55).

[27] ND, 12 de noviembre de 1932. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[28] ND, 11 de marzo de 1933. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[29] ND, 5 de noviembre 1932, p. 4. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[30] BAFVD, marzo de 1930. BNMM, Buenos Aires.

[31] ND, 5 de mayo de 1934, p. 1-2. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[32] ND, 1 de diciembre de 1934, p. 1. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[33] ND, 8 de diciembre de 1934, p. 1. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[34] ND, 6 de mayo de 1939, p. 2. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[35] ND, 1 de abril de 1939, p. 4. BAFVDRSP, Buenos Aires.

[36] Para una interpretación que invita a reconsiderar la visión sobre los sectores populares urbanos en la historiografía ver Camarero, 2007.

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