MAGALLÁNICA, Revista de Historia Moderna: 11 / 22 (Reseña de libro) Enero - Junio de 2025, ISSN 2422-779X |
Reseña
de CARRASCO MARTÍNEZ, A., (2023). Pasión estoica. El estoicismo en la
cultura de la primera modernidad 1580-1650, Madrid: Dykinson, 498 pp., ISBN
9788411708265.
María Luz González Mezquita*
Universidad Nacional de Mar del Plata / MC-RAH, Argentina
gomezqui@mdp.edu.ar
Recibido: 13/05/2025
Aceptado: 21/05/2025
Palabras Clave: Estoicismo; antiestoicismo; tacitismo; Lipsio.
Keywords: Stoicism; antistoicism; tacitism; Lipsius.
La atracción que ejerce en los posibles lectores el título -en apariencia contradictorio- de este libro, bien puede ser el primer paso que los llevará por un camino que está trazado con la intención de guiarlos a través de problemas cruzados que plantean seguridades, incertidumbres y paradojas. Para conseguir su objetivo, el autor de Pasión estoica realiza un exhaustivo análisis de fuentes griegas, latinas, medievales, textos de los siglos XVI y XVII y bibliografía específica. Se propone aclarar la aparente contradicción y declara que, para referirse a la escuela estoica o al estoicismo, de modo genérico utilizará como sinónimos, Stoa y Pórtico. Por otra parte, anticipa que “aunque no encajase en el gusto de los ilustrados, la paradoja era la manera de veridicción estoica, como diría Michel Foucault, o la forma de su teoría del sentido, según Gilles Deleuze” (CARRASCO MARTÍNEZ, 2023: 9). La filosofía de los estoicos se oponía al sistema de Aristóteles y en muchos aspectos a la cultura filosófica establecida. Pretendían diferenciarse del resto de la sociedad y esto los llevó a la construcción de un estilo que produjo admiración y pasión en la Europa tardo renacentista y barroca. Explicar las razones de este éxito es el objetivo del libro para comprender cómo “entre 1580 y 1650, el estoicismo helenístico y romano reverdeció viejos laureles y arraigó en los círculos intelectuales y políticos” (CARRASCO MARTÍNEZ, 2023: 10).
Nos encontramos ante el propósito ambicioso, de un autor que navega entre su profesión de historiador y su admiración por la filosofía. El enfoque transdiciplinar le permite preguntar por las diferentes razones que puedan explicar la popularidad de la doctrina del Pórtico en la edad moderna y facilitar la comprensión del éxito de sus ideas en un contexto distinto del que lo vio surgir. La preocupación es desentrañar el “estoicismo real”, que busca no tanto evaluar la lealtad hacia las fuentes antiguas como el modo en que fueron apropiadas, y circularon.
El aumento de textos estoicos o estoizantes se acompañó -afirma Carrasco- de una aspiración a convertirse en un paradigma ético-político y también epistemológico, alternativo a los marcos hegemónicos de pensamiento contemporáneos que en esos momentos eran el aristotélico-escolástico o el platónico-agustiniano. En un ambiente regido por la teología cristiana, la Stoa atrajo a católicos y protestantes, cuando ya se había dado la ruptura confesional, aunque todos eran conscientes de las dificultades que esta filosofía pagana tenía para ser compatible con el Dios trascendente y cualquiera de sus Iglesias. Pero lo que contribuyó a la popularización del estoicismo fue su propuesta ética con los principios de la resistencia y el autodominio que volvieron a ser atractivos en una Europa atravesada por las guerras civiles: “extirpa de ti las pasiones, vive según la naturaleza, no tengas miedo ni esperanza, no te preocupes de lo que no depende de ti” (CARRASCO MARTÍNEZ, 2023: 12).
En el resurgimiento de la Stoa, el papel desempeñado por Justo Lipsio es fundamental, aunque no fue el único que lo promovió. Se trató en realidad, de un movimiento colectivo que venía actuando en diferentes ámbitos y momentos en un contexto cosmopolita, dominado por la controversia. Sus máximas resultaron de utilidad atravesando siglos, pudieron dar respuesta a diferentes necesidades y plantearon la posibilidad de hibridaciones inesperadas que tienen vigencia aún en nuestros días. Un caso extremo fue la versión en chino del Enquiridión de Epicteto que el jesuita Matteo Ricci realizó a principios del XVII, logrando un texto en el cual confluían la ética estoica, las ideas cristianas y la doctrina de Confucio. Este no fue un caso aislado pues, en otro contexto, Pascal transitaría un camino similar.
A través del análisis de escritos de distintos siglos, el autor de este libro realiza una interesante confrontación de opiniones que manifiestan el principio de que el éxito de la Stoa residía en que oscilaba entre la filosofía y la religión. No pretendían desarrollar una fe en la trascendencia sino vivir sin esperanza ni temor (María Zambrano-Hannah Arendt-Lipsio). Sin embargo, no se trata de una comparación entre el estoicismo clásico y el moderno, quedando en evidencia el interés por analizar el impacto de las obras estoicas en sus lectores, para lograr una vida feliz en el mundo sublunar eliminando la trascendencia, sin miedo al sufrimiento a cambio de eliminar la esperanza, o superar las acciones del poder accediendo a la libertad interior.
Los diferentes términos con los que se ha definido este fenómeno son una muestra de lo problemático que es su campo semántico, entre otros: nuevo estoicismo, estoicismo restaurado, revival estoico, estoicismo cristiano, cristianismo estoizante. Carrasco elige restringir el concepto “neoestoicismo” a los casos imprescindibles, partiendo de la idea de considerar al estoicismo como el intento de armonizar el antiguo estoicismo con el cristianismo desde finales del XVI hasta 1700. Para demostrarlo utiliza textos clásicos y, en algunos casos, relaciona sus dichos con representaciones pictóricas contemporáneas. Este proceso dio como resultado la supresión o la modificación de los aspectos de la Stoa original que eran incompatibles con la teología de cualquier confesión cristiana. La mayor prueba de la existencia del estoicismo es que hubo antiestoicismo, fundado en las críticas contra
“la soberbia de los filósofos que solo confiaban en las fuerzas humanas para resolver los problemas humanos, que entendían la virtud como una fuerza interior para vivir según la ley natural, y que demostraban una inquietante indiferencia hacia la vida eterna” (CARRASCO MARTÍNEZ, 2023: 19).
Estos planteamientos manifiestan las relaciones entre el estoicismo, la religión y la construcción del “Estado moderno” a partir de las virtudes de la constancia y la prudencia, tal como las presentaba Justo Lipsio.
El lugar que se concede a Lipsio como filólogo y filósofo en la difusión de las ambivalentes ideas neoestoicas es destacado. Se le adjudica enunciar un discurso que exponía lo atractivo de esa doctrina y soslayaba sus elementos no cristianos, logrando así aprovechar la seducción que contenía. Se valora la contribución pictórica de Rubens en la construcción de su imagen elogiosa: académico, sabio, humanista. Se educó con los jesuitas en Colonia y en la Universidad de Lovaina. Más tarde pasó a la Universidad luterana de Jena, volvió a Lovaina para doctorarse, y, por fin, tras su pública reconciliación con el catolicismo, retornó a Lovaina, donde murió, dejando sus palabras y acciones que complejizaron la valoración de su trayectoria vital. El pintor fue útil para la estrategia de comunicación que Lipsio utilizó para conseguir la notoriedad. Una fama que construyó a partir de su edición de las obras de Tácito en 1574 y, sobre todo, por la publicación de De constantia (1584) y de Politicorum (1589), entre otros textos de su valiosa producción. Acusado de plagiario, autor polémico, irenista, pero también procurando el castigo contra los disidentes, acusado de unir el estoicismo con el cristianismo, ¿Es posible considerar a Lipsio como un ejemplo de quienes experimentan lo que hemos definido -en otro contexto- como identidades múltiples? (GONZÁLEZ MEZQUITA, 2023)
Encontramos en esta obra un cuidado análisis utilizando un punto de vista comparativo, para plantear los problemas derivados de la pronoia estoica y la providentia cristiana. En ellos se abordan temas como el destino, el azar, la libertad o autonomía del individuo y la espinosa cuestión de la responsabilidad divina en relación con la existencia del mal según la entendían católicos y protestantes.
La identificación del estoicismo con una ética de la constancia, de la firmeza de espíritu y de la paciencia ante las desgracias es, seguramente, la representación que alcanzó más popularidad entre la opinión pública. La propuesta de resiliencia ante las perturbaciones que afectaban al alma, la mente o la personalidad era uno de los grandes atractivos del Pórtico y formaba parte de los grandes debates del Barroco como en el caso del que confronta la razón con las pasiones. Evidentemente, el asunto tocaba directamente lo ético, lo antropológico-psicológico, y lo político, así como la medicina. En este amplio campo de discusión entró el estoicismo con su propuesta racionalista extrema de erradicación de las pasiones y de cómo gestionar la afectividad (razón/afectos).
Un lugar importante dentro del libro se asigna al desarrollo de las claves para comprender el yo estoico integrando aspectos antropológicos, psicológicos y éticos examinando cómo se relaciona con las propuestas de Kant en lo que denominó una antropología pragmática. La intención de Carrasco es demostrar que entre finales del XVI y mediados del XVII, como reacción al desgarro confesional y la agresividad con la que se percibe la acción del poder sobre las conciencias, el Pórtico ofrecía una alternativa ética ante la expansión amenazante y continuada de los tentáculos de la política y las iglesias, que iba desde el reforzamiento interior a la emancipación.
Ante todo, es necesario resaltar la preocupación conceptual del autor para determinar en qué sentido se utiliza el término yo, ya que se trata de una categoría de análisis que no aparece como tal en las fuentes. En este sentido, destacamos el propósito de superar el apriorismo de pensar que todo lo relacionado con la individualidad, antes de 1700, es solo un precedente de la Ilustración, época en la que, supuestamente, habría tomado carta de naturaleza la reflexión sobre la conciencia del sujeto. Esto constituye una previsión metodológica para prestar atención a la alteridad de los actores, para respetar sus peculiaridades dentro de un contexto específico espacial y temporal alejando los riesgos del presentismo. Para evitar posibles miradas teleológicas, el autor se propone entender el yo estoico anterior al paradigma ilustrado y también al cartesiano, no como antecedente de ellos, sino como hallazgo y materia de debate en su propio contexto (CARRASCO MARTÍNEZ, 2023: 71).
En estos procesos, es importante el papel que juega el estoicismo en la configuración de la soledad moderna. Como en otros aspectos, el Pórtico se remite al buen juicio, según el principio autorreferencial de que la mejor vida es aquella que decide vivir el estoico. Es el sabio, con la autoridad que le confiere su razón, quien crea su espacio y forma de vida, indiferente al entorno, se estaba asentando un discurso autónomo sobre el yo, de matriz estoica y conectado con las prácticas cristianas.
Uno de los aspectos más controvertidos del estudio del estoicismo antiguo consiste en reflexionar sobre cuál es su idea de la política, si existió una teoría política estoica, qué forma de “Estado” recomienda y cómo debe organizarse el poder político dentro de la comunidad. La falta de textos estoicos antiguos originales viene agravada por el problema de insertar la misma noción de lo político en el corazón de la Stoa ya que, el único concepto sociopolítico que ofrece el estoicismo antiguo es el de la cosmópolis, o ciudadanía del mundo, que originariamente proviene de los cínicos (CARRASCO MARTÍNEZ, 2023: 259).
Muy sugerentes en esta obra son las apreciaciones que cuestionan la tradición historiográfica que considera que la aportación más destacada del estoicismo en el proceso de construcción de los “Estados modernos”, ha sido inspirar una función de ética del sometimiento y disciplina en línea con la estatalización del poder. Este constructo soslaya la opinión de quienes, desde Dilthey, prestaron atención al papel que esta doctrina había jugado en el proceso hacia la modernidad política y filosófica. En lo que no parece existir duda es en cuanto a la carencia de una teoría política sistemática, más allá de la utopía cosmopolita o del vago precepto del cumplimiento de la ley universal ¿Es posible actuar éticamente en política? ¿Existe alguna forma política verdaderamente ética? Estas preguntas permiten desarrollar una cuestión central con respecto a las relaciones entre la ética y el poder y sus respectivas zonas de intervención. Otra vez Lipsio resulta haber sido considerado como quien había unido lo mejor de la filosofía y de la política, a partir del magisterio, entre otros, de Séneca y Tácito. Vinculado con estas propuestas se examinan los atributos principales de un príncipe: prudencia y clemencia y la tendencia que asocia lo estoico, lo senequiano y lo español.
La densidad en el tratamiento de temas concomitantes, nos permite acceder a un análisis que demuestra que el estoicismo tardorrenacentista y barroco trató de configurar una vía de acceso a un cambio de paradigma, hacia una época que hemos dado en reconocer como modernidad y se desarrolló desde la segunda mitad del siglo XVII y se prolongó a lo largo del siglo XIX hasta su agotamiento en el XX.
La lectura de esta obra, que el autor ha madurado durante muchos años, consigue un efecto benéfico en el lector que asume el riesgo de acercarse a un estudio sobre temas que reconocía, hasta aquí, distantes. Ya en su producción previa, había incurrido en el campo del estoicismo en relación con los grupos privilegiados. Ahora, nos propone reconsiderar el proceso de impacto de esta corriente con extensión a otros actores del tardorrenacimiento y el Barroco y a la hibridación de las ideas con otras expresiones que interpretan la relación de los hombres entre sí y con su entorno. El vocabulario y las representaciones de la Stoa mostraron capacidad de adaptación para superar las barreras del tiempo y los esquemas mentales, logrando resultar válidos para explicar realidades diferentes a las originarias y ser útiles en ambientes culturales insospechados (CARRASCO MARTÍNEZ, 2023: 14). ¿Cuáles fueron las relaciones entre las ideas de Lipsio, Tácito y Maquiavelo? ¿Cómo se llegó a la construcción de una propuesta que pudiera hablar de la “razón de estado” sin propugnar una abierta defensa de las consignas de Maquiavelo?
El detallado análisis de fuentes clásicas, la precisión conceptual y los comentarios sobre traducciones, se beneficia con el enfoque comparativo entre diferentes autores procedentes de diversas tradiciones intelectuales y al mismo tiempo, nos sugiere nuevas preguntas. Los primeros tres capítulos constituyen la parte más densa en el sentido geertziano, en mi opinión, muy necesaria para ofrecer los instrumentos que permiten un mayor aprovechamiento de los capítulos cuarto y quinto imbuidos de las problemáticas de la cultura política. Las conclusiones son un corolario riguroso en relación con el desarrollo de los contenidos previos. Una lectura atenta nos permite aprovechar el hilo conductor que va desde las primeras declaraciones de principios que no abdican ante afirmaciones esencialistas, hasta las finales sobre la consolidación de los objetivos.
El libro tiene una considerable carga de erudición que no puede ser improvisada sino el resultado de muchos años de investigación, al mismo tiempo, la virtud de ofrecer una lectura accesible sin renunciar a la precisión y al cuidado nivel heurístico. Por otra parte, la mirada de un historiador permite aprovechar el cruce de dimensiones sincrónicas y diacrónicas. Tal vez quisiéramos seguir leyendo, aunque el diseño y el propósito cronológico del libro está cumplido con creces. Lo cierto, es que no podemos dejar de preguntarnos por qué y cómo desapareció o en qué se transformó el efecto estoico. Estos y otros problemas nos proyectan a un futuro con más reflexiones sobre los temas que analiza y sugiere esta obra que es de referencia para quienes deseen conocer las proyecciones de la Stoa en el mundo moderno.
Bibliografía
CARRASCO MARTÍNEZ, A., (2023). Pasión estoica. El estoicismo en la cultura de la primera modernidad 1580-1650, Madrid: Dykinson.
GONZÁLEZ MEZQUITA, M. L., (2023). “Notas en torno a la complejidad identitaria en el proceso de cambio dinástico: La Monarquía de España (XVII-XVIII)”. e-Spania, N° 45.
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