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Magallánica : revista de historia moderna - Año de inicio: 2014 - Periodicidad: 2 por año
https://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/magallanica - ISSN 2422-779X (en línea)

Reseña de BOLUFER, M.; GUINOT-FERRI, L. y BLUTRACH, C., (Eds.) (2024). Gender and Cultural Mediation in the Long Eighteenth Century. Women across Borders, London: Palgrave, Macmillan, xxi+383 pp., ISBN 9783031-469381; 9783031469398 (eBook).

 

 

 

Natalia González Heras*

Universidad Complutense de Madrid, España

natgonza@ucm.es

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Recibido:        05/08/2024

Aceptado:       13/08/2024     

 

 

Palabras clave: género; Ilustración; transnacional; transcultural; Europa; América.

 

Keywords: gender; Enlightenment; transnational; transcultural; Europe; America.

 

 

 

 

 

El género se presenta en este libro como principal categoría analítica mediante la que abordar contactos e intercambios, a través de los que escribir una Historia transcultural en un contexto transnacional, para el que en los últimos tiempos viene siendo tratado como un siglo que supera las fronteras del setecientos, el dieciocho.

Las editoras de Gender and Cultural Mediation in the Long Eighteenth Century. Women across Borders, Mónica Bolufer, Laura Ginot Ferri y Carolina Blutrach, han articulado un volumen donde cabe destacar el enfoque multidisciplinar, así como internacional, tanto por el precitado enfoque transnacional, como por la procedencia historiográfica del elenco de autoras y autores que participan, quedando reflejado en la extensa bibliografía que sustenta cada uno de los trabajos.   

El largo siglo XVIII sirve para introducir al lector también en el siglo XIX, mostrando la necesaria ruptura entre límites cronológicos, sin la cual no se podrían comprender la evolución y duración -aludiendo al término de transtemporalidad- del pensamiento y de las ideas que se insertan en el marco de la Ilustración desde una perspectiva global. Es el enfoque de la globalidad el que permite refutar el planteamiento clásico del centro difusor francés, desde donde irradió la Ilustración hasta el resto de los contextos geográficos, y da lugar a que se amplíe el alcance de una corriente cultural comprendida en un sentido mucho más complejo.

La condición femenina se presenta como objeto de análisis y los distintos productos culturales, resultado de las actividades llevadas a cabo por mujeres, aunque no sólo, como instrumentos para aproximarnos al objeto de estudio. Productos en cuya conceptualización como híbridos, reconocemos la tradición anglosajona de Peter Burke en la pluma de Mónica Bolufer, quien ha venido reflexionando sobre esta temática desde hace más de una década y da muestra de ello en el exhaustivo estado de la cuestión que plantea junto a Laura Guinot-Ferri en el capítulo introductorio.

El libro se encuentra organizado en cuatro partes. La primera parte trata sobre los debates en torno al género en el siglo XVIII, fruto de una corriente con tres siglos de tradición, la querella de las mujeres. Mónica Bolufer analiza el recorrido que tuvo La defensa de las mujeres de Benito Jerónimo Feijoo (1726) y cómo su traducción y difusión en contextos alejados física y en muchos casos cronológicamente de su origen -Francia, Gran Bretaña, Italia y Portugal, también en sus lazos con Brasil, además de en la América española- cada uno con sus particularidades en la forma de comprender y tratar el tema, así de forma práctica como en el terreno intelectual, contribuyeron a desarrollar los precitados debates en torno a la condición de las mujeres.

Por su parte, Silvia Sebastiani diserta sobre el concepto de civilización en su raíz escocesa y el papel dado a las mujeres como sujeto civilizador por parte de los ilustrados, así como los límites impuestos a aquéllas, desde una perspectiva que se torna del progreso al obscurantismo. Es en este marco en el que se considera que algunos filósofos, insertos en el contexto de la ilustración escocesa, comenzaron a escribir una Historia de las mujeres y cómo el progreso asociado a este proceso de civilización se ha concebido asimismo como el necesario progreso para las mujeres. No obstante, todo ello estuvo reducido a la participación de mujeres pertenecientes a unos “grupos medios” muy concretos, socio-económicamente hablando, fruto del avance comercial y económico, y a un espacio geográfico limitado a la Europa Noroccidental, poniéndose por lo tanto en cuestión el desarrollo en el caso español. Para ello se basa en los discursos de Adam Smith, David Hume, John Millar, William Alexander, John Gregory o William Robertson

En el capítulo de Mariselle Meléndez, se atiende a los debates sobre género y educación que se desarrollaron en la prensa de finales del siglo XVIII en la América española. Una de las problemáticas que se plantean en este estudio es la autoría masculina o femenina de estos textos, que constituyeron verdaderas discusiones dialécticas. Cabe destacar el interés por la educación de las mujeres, fundamentalmente las de los grupos principales de la sociedad, dado el papel que habrían de desempeñar dentro aquellos estados, entre otros, el de educadoras de la infancia dentro del ámbito de su gobierno doméstico. No obstante, también aparecieron opiniones que rompían con los roles tradicionales atribuidos al sexo femenino, abriendo paso a nuevos tipos de mujeres que reclamaban independencia como sujetos, más allá de su concepción como esposas y madres. 

La segunda parte del libro se compone de otros tres capítulos que nos muestran la presencia de las mujeres en el mundo de las letras. Lieke van Deinsen toma como objeto de estudio los retratos de intelectuales y presenta cómo en la medida en la que las mujeres se habían introducido en el panorama literario-intelectual, fueron representadas a través de este género e incorporadas en recopilaciones como el catálogo alemán de Brucker y Haid (Bilder-Sal). Se considera que este hecho dio lugar a que pudieran gozar de una mayor visibilidad que la que ya les daban sus textos dentro la esfera pública, junto a los tradicionales representantes de género masculino. Su difusión internacional, aún siendo menor que la previsión original por parte de los autores, permitió poner en circulación el conocimiento del mencionado catálogo, así como la apariencia física de aquellas autoras.

En su capítulo, Anthony La Vopa analiza la figura de la francesa Louise d´Epinay a partir de sus textos, frutos del conocimiento adquirido de la política y la comprensión de la condición femenina en otros contextos geográficos diferentes al suyo. Su aportación radica en la consideración de la existencia de sujetos feministas en las estructuras propias del Antiguo Régimen, que fueron pioneros a partir del desarrollo de unas líneas de pensamiento y actuaciones consideradas propias de las mujeres producto del sistema liberal, no obstante, su condición como miembros del estamento nobiliario todavía en el siglo XVIII. La búsqueda del yo, la profesión de escritora o la adquisición de nuevos valores, son recogidos en la novela epistolar escrita por d´Epinay, Histoire de Madame de Montbrillant, que analiza La Vopa.  

Asimismo, Amélie Jacques y Beatrijs Vanacker se introducen en esa tipología de escritura fundamental para comprender la condición femenina desde el análisis de la autora-sujeto, los escritos del yo que constituyen las cartas. Estos sirvieron para construir la identidad femenina desde la propia experiencia de escritoras mujeres, con el valor añadido en el caso analizado de la utilización de diversas lenguas a la hora de comunicarse, que fortalecían su desempeño como autoras dentro del panorama intelectual. La figura de Isabelle de Charrière es estudiada en esta línea a partir de dos corpus epistolares, el primero de carácter personal, en una relación afectiva durante su juventud, con James Boswell, y el segundo estrictamente profesional y a una edad madura, en torno a la traducción de sus textos literarios, con Ludwig Ferdinand Huber.

En la tercera parte, el amplio concepto de la traducción centra los estudios recogidos. Luisa Simonutti ofrece reflejo de ese sentido amplio, equiparando la traducción con el viaje y cómo ambos están impregnados de la apropiación de lo nuevo que aporta trascender fronteras, así idiomáticas como geográficas. A partir de su labor, las traductoras del siglo XVIII fueron las encargadas de acercar territorios lejanos mediante las traducciones de los libros de viajes en los que eran descritos, aunque también de otros textos, y haciendo uso de sus propios diarios o cartas, que en un principio tenían un destino privado, hasta que finalmente alcanzaban la esfera literaria. En este capítulo, la autora orienta su mirada a los textos que sirvieron para transmitir imágenes de diferentes lugares, como los de Anne-Marie Du Boccage o de Mary Wortley Montagu, que aportó sus propias visiones del imperio otomano, cuyo desconocimiento tanto había mediatizado durante los últimos siglos la imagen del Mediterráneo.

La aportación de Elisabeth Franklin Lewis profundiza, una vez más, en la conocida obra de María Rosa de Gálvez y remarca el grado de autoría adquirido por las traductoras al intervenir en los textos de cuya traducción eran las encargadas. De este modo, traza un análisis de las traducciones realizadas por María Rosa de Gálvez, observando su interés por construir perfiles de mujeres desde diversas vertientes, que en palabras de Franklin Lewis se aproximaban a su condición de escritora/traductora que trabajaba para vivir, y que la empujó a llevar a cabo trabajos de traducción que venían avalados por su buena acogida en su lengua original, de los que preveía obtener una importante rentabilidad. Así, como por temas que preocupaban a la sociedad de la época, en los que el papel de la condición femenina se comenzaba a cuestionar, como en el matrimonio.

En una línea que avanza cronológicamente hasta el proceso de construcción de los estados nación, Mirella Agorni destaca a las traductoras que se ganaron el reconocimiento en estos contextos. Algunas lo hicieron a partir de la traducción a su lengua de literatura infantil, que servía para educar a los recién concebidos ciudadanos de aquellos nuevos Estados, en concreto en el caso de la unificación italiana, en el marco de la corriente cultural del romanticismo. El estudio de Agorni se centra principalmente en la figura de la traductora de origen italiano Bianca Milesi y sus traducciones, mediante importantes adaptaciones de carácter cultural desde el inglés al italiano de los textos de Maria Edgeworth.

La última aportación en este tercer apartado corresponde a Elisavet Papalexopoulou. Su trabajo aborda el caso de otra autora, Maria Petrettini, que se mueve en un contexto multicultural y multilingüistico, no obstante, su obra fue rápidamente olvidada. Sus raíces en el espacio geográfico greco-italiano de la isla de Corfú, marcado por los avatares políticos del momento, y su posterior etapa en Venecia fueron determinantes en la concepción de su proyecto, mediante el que reconstruir las biografías de mujeres artistas y autoras y difundir las ideas de la ilustración entre sus contemporáneas. Escribió y tradujo, participó en círculos intelectuales internacionales y en este capítulo es analizada como la traductora al italiano de las Turkish Embassy Letters de Mary Wortley Montagu. Sin embargo, su figura ha pasado  desapercibida tanto para la historiografía griega, por traducir al italiano, como para la italiana, por su origen griego; reflejos todos de su transnacionalidad traducida en una obra intelectual transcultural.

El último apartado interroga una vez más el mundo de la lectura en femenino. La dificultad para distinguir entre qué se vendía, qué se poseía y qué se leía vuelve a ser una constante que inserta estos capítulos en la tradición del estudio de bibliotecas y lecturas, en general, y de mujeres, de forma particular. El capítulo de Alicia Montoya desarrolla una comparativa entre bibliotecas masculinas y femeninas en distintos contextos geográficos –holandés, británico, francés y, en menor medida, italiano- a partir del procesamiento de datos procedentes de inventarios impresos de librerías privadas que fueron  subastadas. La herramienta utilizada para ellos es la base de datos MEDIATE. Por su parte, Laura Guinot-Ferri se centra en la circulación de la “literatura para mujeres”, precisando que no se trataba de un género específicamente destinado al sexo femenino, sino que iba dirigido a cualquier sujeto considerado/a profano en la materia que contenía e interesado en su conocimiento. A partir de esta tipología trasciende las fronteras peninsulares de la Monarquía española y se aproxima a su desarrollo en Nueva España y cómo circuló entre ambos territorios. Las respuestas ofrecidas por la autora a qué se imprimía o con qué características materiales sirven para mostrar qué tipos de libros nutrían aquel circuito.  

Finalmente, la mirada de Patrizia Delpiano torna hacia la península italiana y sitúa al lector en una situación de preocupación sobre determinados géneros –principalmente la novela-, que se alejaban moralmente mediante sus contenidos de los principios propios que orientaban las conductas, en general, y de las mujeres, particularmente, desde la Iglesia católica. El estudio del caso de Robbio di san Raffaele y su obra permite mostrar los esfuerzos realizados desde el ámbito religioso por difundir un género de fuerte carácter “antifilosófico” –novela antifilosófica-, que tuvo una amplia continuidad en el siglo XIX y cuya producción fue traducida a otros idiomas.

Podríamos concluir diciendo que la aportación más novedosa de este libro tiene que ver con cómo aborda temas que han alcanzado hasta el presente un grado de conocimiento importante desde la óptica “local”. Lo hace aplicando una perspectiva de carácter fundamentalmente transnacional, con la que romper las historiografías locales y así contribuir, mediante su complejización y el enriquecimiento conseguido, a reconstruir dos objetos historiográficos fundamentales como el género y la Ilustración. Estos son revisitados más de un cuarto de siglo después bajo la batuta de una investigadora que dio a luz en el año 1998 a su concepción en el marco historiográfico español: Mónica Bolufer: Mujeres e Ilustración. La construcción de la feminidad en la España del siglo XVIII. Valencia: Institució Alfons el Magnànim. Y han ido siendo elaborados en el panorama internacional mediante otros trabajos que hoy pueden ser considerados clásicos, como los que componían el libro Women, Gender, and Enlightenment, editado por Sarah Knott  y Barbara Taylor (Palgrave Macmillan, 2005). Finalmente, los avances que presenta hoy Gender and Cultural Mediation in the Long Eighteenth Century. Women across Borders son fruto del marco ofrecido -como se indica al final de cada capítulo del libro reseñado- por el Proyecto CIRGEN.



* ID ORCID: 0000-0002-0876-4174

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