MAGALLÁNICA, Revista de Historia Moderna: 10 / 19 (Varia) Julio - Diciembre de 2023, ISSN 2422-779X
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DE CALIFORNIA AL EXILIO. MISIONEROS JESUITAS EXPULSADOS POR CARLOS III
Enrique Giménez López
Universidad de Alicante, España
Recibido: 06/07/2023
Aceptado: 13/08/2023
Resumen
Las misiones que la provincia mexicana de Compañía de Jesús administraba en la península de California contaban en el momento de la expulsión con dieciséis jesuitas, de los que la mitad eran extranjeros. El trabajo se aproxima a su experiencia misional y, sobre todo, a los avatares de su expulsión, desde el arresto y conducción, tras atravesar México y el Atlántico, hasta su llegada a El Puerto de Santa María, su posterior traslado a Bolonia, y su gradual desaparición en el exilio.
Palabras clave: Carlos III; jesuitas; California; exilio.
FROM CALIFORNIA TO EXILE. JESUIT MISSIONARIES EXPELLED BY CARLOS III
Abstract
At the time of the expulsion, the missions that the Mexican province of Compañía de Jesús administered in the California peninsula had sixteen Jesuits, half of whom were foreigners. The work approaches his missionary experience and, above all, the vicissitudes of his expulsion, from the arrest and driving, after crossing Mexico and the Atlantic, until his arrival in El Puerto de Santa Maria, his subsequent transfer to Bologna, and his gradual disappearance in exile.
Keywords: Carlos III; jesuits; California; Exile.
Enrique Giménez López. Doctor en Historia por la Universidad Autónoma de Madrid, 1981. Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Alicante. Ha sido Investigador Responsable de numerosos Proyectos de Investigación, entre los que se encontran: El siglo XVIII español. Monarquía e Iglesia y Presenza e attività in Italia dei Gesuiti iberici esiliati (1759-1800): forme de impegno e produzione politica, letteraria, scietifica, (2005-2009); La polémica antijesuita en la Europa del siglo XVIII (BHA2002-03416), Ministerio de Ciencia y Tecnología (2002-2005); Política regalista y reformismo en la España del siglo XVIII: la cuestión Jesuítica. (PB94-1511) Ministerio de Educación y Ciencia (1995-1998); La represión del Jesuitismo: Regalismo y antiregalismo en la monarquía católica (PB97-0119) Ministerio de Educación y Cultura (1998-2001). Entre sus más de veinte libros, destacamos los más recientes: (2022) Tempestad en el tiempo de las luces. La extinción de la Compañía de Jesús, Madrid: Cátedra. Madrid; (2021) Juan Andrés: un erudito en el exilio de Italia, Alicante: Universidad de Alicante; (2017) La Compañía de Jesús, del exilio a la restauración: diez estudios, Alicante: Universidad de Alicante. Presidente de la Asociación Española de Historia Moderna desde noviembre de 1995 hasta noviembre de 1997. Director de la Revista de Historia Moderna desde el año 1986 hasta su jubilación en 2011.
Correo electrónico: enriquegimenezlopez@gmail.com
ID ORCID: 0000-0002-6330-0209
DE CALIFORNIA AL EXILIO. MISIONEROS JESUITAS EXPULSADOS POR CARLOS III
En 1767 la comunidad jesuítica en las misiones californianas estaba compuesta por quince sacerdotes y un coadjutor, quienes gestionaban catorce establecimientos misioneros. Su edad media rondaba los cuarenta y un años, siendo el más longevo el P. Lamberto Hostell, nacido en 1706, y el de menor edad el sacerdote Francisco Javier Franco, nacido el 2 de octubre de 1738. Le seguían los también sacerdotes Victoriano Andrés, Wenceslao Linck y el coadjutor Juan Antonio Villavieja, nacidos respectivamente el 4 de septiembre, el 29 de marzo, y el 22 de junio de 1736. El 17 de octubre de 1735 había nacido Juan José Díez, y superaban la cuarentena los PP. Lucas Ventura, nacido el 2 de mayo de 1727, Bruno [Franz Benno] Ducrue, el 10 de junio de 1721, Francisco Escalante, el 20 de noviembre de 1724, y FranzInama, el 4 de mayo de 1719. Eran quincuagenarios, o próximos a serlo, los PP. Jorge Retz, nacido el 28 de abril de 1717, Jacobo Baegert, el 22 de diciembre de 1717, y Juan Javier Bichoff, el 1 de noviembre de 1710.
Más de la mitad eran extranjeros. De Bohemia procedían el P. Bichoff, del condado de Glatz, hoy Klodzko; el P. Linck, de Neudeck o Nejdek, en la actual Chequia; e IgnazTirsck, nacido en 1773 en Commotau, hoy Chonutov. Nacidos en Renania, en el medio Rin, eran los PP. Lamberto Hostell, de Münstereifel, y Jorge Retz, de Coblenza; y de la ciudad alsaciana de Schlettstadt o Sélestat, en el bajo Rin, provenía el sacerdote Jacobo Baegert. Bávaro, de Munich, era el P. Franz BennoDucrue, y Franz Inama era vienés.
Todos ellos ingresaron en la Compañía y se formaron en Centroeuropa.[1] Juan Javier Bichoff (o Bischoff) se había incorporado a la orden en la Provincia de Bohemia el 9 de octubre de 1727, y tras su noviciado en Jicín (Gitschin), cursado sus estudios de Filosofía y Teología en Praga, para posteriormente ejercer como maestro de Gramática y predicar en el colegio de Bratislava. Ya en España, realizó su tercera probación en el colegio de Baza, y el 22 de febrero de 1744 embarcó en Cádiz para Nueva España en el navío “San Francisco”, conocido como “La Peregrina”. A su llegada al colegio Máximo de México fue destinado a las misiones californianas: primero a la de San Luis Gonzaga, para sustituir al P. Hostell, en la que permaneció hasta 1750, cuando se trasladó a la misión de La Purísima Concepción de Cadegomó, con el propósito de explorar el litoral próximo para ver de dar con un desembarcadero adecuado que sirviera de escala al Galeón de Manila (PONCE AGULAR, 2012: 256-258). Cuando le alcanzó la orden de expulsión se encontraba en la misión de Todos Santos, también conocida como Santa Rosa de las Palmas (MATHES, 2007: 123-136).
El alsaciano Jacobo Baegert había ingresado en la Compañía en la Provincia del Alto Rin el 27 de septiembre de 1736. Cursó sus estudios de Filosofía en el noviciado de Maguncia y los de Teología en el colegio alsaciano de Molsheim, levantado junto a su iglesia en 1615 a iniciativa del archiduque Leopoldo de Austria. El P. Baegert fue docente en Mannheim y Haguenau y desempeñó tareas pastorales en Bockenheim a la espera de destino. Antes de embarcarse para Nueva España hizo su tercera probación en el Hospicio de Indias de El Puerto de Santamaría. Embarcó en Cádiz el 16 de junio de 1750 en el navío francés “Corazón de Jesús·”, llamado “El Condé”, a bordo del que llegó a Veracruz el 22 de agosto de 1750. Tras una breve estancia en el colegio San Gregorio de México fue enviado como misionero a California.[2]
El bávaro Franz Benno Ducrue, miembro de la Compañía desde el 28 de septiembre de 1738, había realizado su noviciado y estudiado Filosofía y Teología en Landsberg, a orillas del Lech. Fue maestro de Gramática en el colegio de Rothemburg, en el cantón de Lucerna, y en Aquisgrán, Renania, de donde pasó a Cádiz para embarcarse el 16 de junio de 1750 en el mismo navío que el P. Baegert. Como él, permaneció un tiempo en el colegio mexicano de San Gregorio para, desde allí, y tras una breve estancia en Puebla, dirigirse a las misiones californianas. Desarrolló su actividad en la misión La Purísima Concepción de Cadegomó entre 1753 y 1754, y desde 1755 en la de Nuestra Señora de Guadalupe Huanisapí, fundada en 1720 por el P. Everando Helen, en la que permaneció hasta su expulsión (BERNABÉU ALBERT, 2008: 127). El P. Ducrue dejó una Relación de la expulsión en latín, cuya traducción fue publicada por Salvador Bernabéu.[3]
Lamberto Hostell había ingresado en la Compañía el 18 de octubre 1724. A su llegada a California, tras completar sus estudios en el Colegio Máximo de México, fundó en 1731 la misión de San Luis Gonzaga Chiriyaqui, a cuya consolidación contribuyó el citado Jacobo Baegert. Hostell permaneció en ella entre 1731 y 1738 y entre 1741 y 1745 (RÍO, 2003: 218). Entre agosto de 1738 y noviembre de 1740 Hostell fue misionero en San José del Cabo Añauti, la más meridional de cuantas había fundado la Compañía en la Baja California. Como visitador de las misiones californianas, antes de la expulsión se encontraba en la de Nuestra Señora de los Dolores de Chillá, una misión poco activa por hallarse en una zona desértica, que se utilizaba únicamente como lugar de tránsito para los misioneros que viajaban desde la de Loreto, en la costa del Mar de Cortés -la más importante de las misiones de la Baja California- hasta la ciudad de La Paz (CROSBY, 1994: 400).
El vienés Franz
Inama von Sternegg pertenecía a la Provincia de Austria desde su ingreso en la
Compañía el 14 de octubre de 1735. Tras cursar los preceptivos estudios de Filosofía
y Teología en los colegios de Gratz y Viena, y ejercer de maestro de Gramática en
los de Passau, en Baviera, y Linz, en Austria, y de Poesía y Retórica en
instituciones educativas de la Compañía en Hungría, en junio de 1750 se hallaba
en El Puerto de Santa María para embarcar con destino a la misión de San José de
Comundú,[4]
fundada por el P. Julián Mayorga en 1708, junto a los ya citados Benno Ducrue y
Jacob Baegert, más el alemán George Retz (MASTEN DUNNE, 1968: 302), destinado a
la misión de San Ignacio de Kaadaakamán, la más septentrional de las misiones
jesuíticas. Retz colaboraría en las exploraciones y estudios cartográficos -del
jesuita croata Fernando Konsag, padre superior de las misiones californianas
desde 1758 (ASTORGANO ABAJO, 2009; BURRUS y GÓMEZ, 2001: 345). El P. Inama proporcionó
información al misionero Miguel del Barco sobre algunos aspectos de la fauna
californiana, en especial sobre la anatomía y comportamiento de las serpientes
de cascabel, y sobre los efectos de su mordedura, noticias que Del Barco
incorporaría a su Historia natural y Crónica de la Antigua California.
El P. Retz aprendió la lengua cochimí del P. Franz Inama, construyó la misión de Santa Gertrudis en 1752[5] e instruyó al también misionero Wenceslao Linck en la lengua indígena. Retz había ingresado en la Compañía en Alemania el 20 de octubre de 1733, y llegado a Nueva España en 1750, junto con otros jesuitas centroeuropeos. El P. Linck era jesuita desde el 18 de mayo de 1754, había estudiado en el Clementium Pregense y se encontraba en California, en Santa Gertrudis, desde 1762. Efectuó varios viajes de exploración con el propósito de conectar las misiones californianas con las de Sonora. Redactó un diario del que emprendió al Colorado en 1766.[6]
Junto al también bohemio Wenceslao Linck, Ignaz Tirsck viajó a Nueva España desde Cádiz en 1756, y tras sus estudios en Tepotzotlán, el Máximo de México y el de Espíritu Santo de Puebla, llegó con Linck a las misiones californianas en 1761. Fue destinado a la misión de Santiago de lo Cora, fundada en 1724 por el P. Nápoli, y saqueada por los indios pericúes durante la revuelta de 1734, durante la que murieron dos jesuitas.[7] El P. Tirsk fue encargado de su reconstrucción, que alternó con el retrato de la naturaleza de la región y los hábitos de los nativos en acuarelas (con comentarios en alemán) que, en número de cuarenta y siete, se conservan en la Biblioteca Estatal de Praga (LEÓN-PORTILLA, 1974: 89-95).[8]
De los misioneros súbditos de España, y que por ello vivieron el exilio de Italia, el más notable fue Miguel del Barco. Como a todos los jesuitas procedentes de las Provincias americanas de la Compañía, una vez llegado a El Puerto de Santa María el 15 de julio de 1768 se le tomó su filiación y quedó recluido en la Casa de Guía de la ciudad gaditana.[9] Se dejaba constancia de su nacimiento en la población extremeña de Casas de Millán el 13 de noviembre de 1706, hijo de Juan Fernández del Barco y de Isabel González, y de que su vida como jesuita se había iniciado en la Provincia de Castilla el 18 de mayo de 1728, tras cursar estudios de Leyes en Salamanca. Se resumía su formación en España con el preceptivo noviciado en Villagarcía de Campos y estudios de Filosofía en el colegio de Santiago de Compostela. Iniciada la Teología en el colegio Real de Salamanca, la concluiría en Nueva España, en el colegio de San Pedro y San Pablo de México. Embarcó en Cádiz el 22 de noviembre de 1735 en el patache “Santa Rosa”, y tras una “penosa navegación al llegar al deseado puerto zozobró con un recio temporal, y él y todos sus compañeros se salvaron asidos al árbol mayor saltando en la playa de San Juan de Ulúa, de donde abonanzado el tiempo pasó al inmediato puerto de Veracruz, de aquí emprendió su viaje para la Ciudad de México, adonde llegado se quedó en el Colegio Máximo a finalizar su curso teológico”. Concluida su formación, asistió a los contagiados en la gran epidemia de tifus de 1737, llamada matlazáhuatl, causante de una elevada mortalidad,[10] y durante la que él mismo enfermó. Realizó su tercera probación en el colegio del Espíritu Santo de Puebla, y de allí fue destinado a las misiones californianas.[11] Las biografías hagiográficas manuscritas que se conserva en la Biblioteca Comunale de Bolonia[12] dedicadas por el P. Félix Sebastián[13] a los jesuitas de la Provincia mexicana, aportan nuevos datos, que es preciso distinguir de la exaltación santificadora del misionero. El P. Barco es presentado como “un religioso perfecto” enfrentado a un país al
“cual parece negó la naturaleza todas las comodidades para que fuera habitación de los hombres, pues se compone de solo áridos cerros, montes infructíferos, pedregales continuos, sin ríos que lo bañen, donde son muy raras las lluvias y rocíos del cielo, y en donde no se presenta cosa a la vista que no cause horror”.
El primer destino en California del P. Miguel del Barco fue la misión de San Francisco Javier, la segunda fundación de la Compañía en la Baja California tras la de Loreto, a la que llegó para sustituir a su fundador, el fallecido Juan de Ugarte. Aprendió la lengua de los cochimíes, y logró, tras gran esfuerzo, cultivar maíz y levantar una iglesia, considerada como “la mejor iglesia levantada por los jesuitas en California” (LEÓN-PORTILLA, 2009: 416-417). Fue varias veces Visitador de la Provincia, y de sus experiencias viajeras y los modos de vida de las comunidades indígenas[14] dejó testimonio en su Noticia de la California (BARCO, 1988), donde trató la cuestión de si California era isla o península, definitivamente resuelta por las exploraciones del ya citado jesuita Wenceslao Linck en 1766. La Noticia de Del Barco fue ampliamente utilizada por Francisco Javier Clavijero para su póstuma Storia della California, publicada en Venecia en 1789, un año antes de la muerte de Barco en Bolonia.
Una breve hagiografía dedicó también Félix Sebastián al misionero Lucas Ventura.[15] De familia aragonesa venida a menos, huérfano temprano, su educación quedó a cargo de Vicente de Sesé López de Mendoza, barón de Sangarrén, un señorío cercano a Huesca. Inició sus estudios de Gramática y Filosofía en el colegio de la Compañía en Zaragoza. Ingresó en la orden ignaciana el 25 de noviembre de 1749, con el propósito de pasar como misionero a la Provincia de México. Hizo su noviciado en el de Tepotzotlán, completando el preceptivo ciclo formativo con los estudios de Filosofía en el colegio de San Ildefonso de Puebla y de Teología en el Máximo de ciudad de México. Tras su tercera probación fue enviado a la misión de Loreto,
“la primera fundación que al fin del Siglo pasado fundaron en aquella extendida e inculta Península nuestros Jesuitas. Ésta, por la comodidad del puerto, se hizo como escala para todas las demás Misiones, y era de la que se proveían todos los Misioneros para poder vivir, y mantener a los Indios de aquel estéril país. Hallábase aquí el almacén a donde de tierra firme se conducían todos los géneros necesarios para el abasto de los Apostólicos Jesuitas; al mismo tiempo se tenía un arsenal donde trabajaban carpinteros de ribera, calafates, y herreros, que conducidos allí con sus familias formaban como un Pueblo aparte; últimamente estaba el Presidio de los soldados con su Capitán y Oficiales pagados del Rey, de los cuales era Capellán, Pagador y Ministro Real el Misionero. Todos estos tres géneros de gente, que hacían otras tantas poblaciones aparte, estaban al cuidado y dirección de nuestro Padre Lucas”.
También aragonés, de Graus, era Victoriano Arnés, que había ingresado en la Compañía el 13 de abril de 1754. Tras su noviciado en Tarragona, cursó estudios de Filosofía en el colegio granadino de San Pablo e inició los de Teología en el de Santa Catalina de Córdoba. Embarcó en la bahía gaditana el 28 de junio de 1760 en el navío “Nuestra Señora de Begoña”, alias “El Vencedor”, habitual desde su botadura en 1699 en la navegación entre la metrópoli y Nueva España. Arnés concluyó sus estudios de Teología en el Máximo de San Pedro y San Pablo de México, y tras realizar su tercera probación en el de San Ignacio de Puebla, fue destinado a las misiones californianas,[16] donde colaboró con el P. Wenceslao Link en San Francisco de Borja Adac,[17] hasta que pasó a fundar la misión de Santa María de los Ángeles, entre los indios cochimíes, la última misión establecida por los jesuitas en la península californiana antes de su expulsión (MAYO, 2007: 185).
Si bien Francisco Escalante había nacido en Jaén el 20 de noviembre de 1724, su ingreso en la Compañía fue en la Provincia mexicana el 25 de agosto de 1744. Hizo su noviciado en Tepotzotlán y cursó estudios de Filosofía y Teología en Puebla y Ciudad de México. Tras su tercera probación, en el colegio pueblano del Espíritu Santo, pasó a las misiones californianas. Se encontraba como jesuita de cuarto voto en la de Santa Rosalía de Mulegé, tras profesar el 8 de diciembre de 1763. En Mulegé el P. Escalante levantó en piedra el edificio de la misión que concluyó en 1766, su primer destino como misionero entre 1757 y 1759, y a la que regresó en 1760, tras una breve estancia en la de Santiago de los Coras (BERNABÉU ALBERT, 2008: 135).
El soriano Francisco Javier Franco había ingresado en la Compañía en la Provincia de Toledo el 21 de octubre de 1753. Tras su noviciado en Madrid y estudios de Filosofía y Teología en el colegio de San Esteban de Murcia, partió para Nueva España desde Cádiz para, tras concluir la Teología en el colegio mexicano de San Pedro y San Pablo y realizar su tercera probación en Puebla, pasar a California, junto a Victoriano Arnés en la misión de Santa Rosa de Todos Santos (CROSBY, 1994: 401). Posteriormente ejerciócomo capellán de la pequeña guarnición del presidio real de Loreto.[18]
El coadjutor Juan Antonio Villavieja era, como los anteriores, nacido en España,[19] si bien había ingresado en la Compañía en la Provincia de México el 31 de diciembre de 1762. Según Ignacio del Río “desde antes de que se estableciera formalmente la procuraduría de Loreto se contó en esa misión con el auxilio de un hermano coadjutor, encargado de recibir y despachar barcos y mercancías, así como tener el control del almacén general” (RÍO, 2003: 137), labor que ejercía Villavieja.
Dos de los misioneros californianos eran mexicanos de nacimiento: Juan José Diez y José Mariano Rothea, ambos de Ciudad de México. Diez había ingresado en la Compañía el 23 de diciembre de 1752, y Rothea el 8 de marzo de 1749. Su recorrido hasta llegar a California había sido idéntico, desde el noviciado en Tepotzotlán hasta sus estudios de Teología en el Máximo de México y de Filosofía en Puebla, en cuyo colegio del Espíritu Santo efectuaron su tercera probación. Mientras Diez fue operario en la Casa Profesa, de donde partió enviado a las misiones de San Francisco de Borja y la Purísima Concepción Cadegomó, el P. Rothea pasó directamente a la misión californiana de San Ignacio, donde sustituyó al P. Fernando Consag, fallecido en septiembre de 1759.
El proceso de arresto y conducción hasta España de los misioneros californianos ha sido descrito con detalle por Eva María St. Claire (ST. CLAIR SEGURADO, 2005: 122-128). La dispersión de las misiones por la Baja California supuso una primera dificultad, pues no fue posible reunirlos en el puerto de Loreto hasta febrero de 1768. La operación fue dirigida por el militar Gaspar de Portolá, destinado al virreinato de Nueva España en 1764 (BERNABEU ALBERT, 1992: 271-295), quien fue comisionado en agosto de 1767 para ejecutar la expulsión de los misioneros californianos desde Sonora, donde se hallaba, para lo que debía cruzar el golfo de California desde la costa de Nayarit, acompañado de catorce misioneros franciscanos. Las borrascas y los vientos contrarios dificultaron la operación, con lo que no alcanzó la costa californiana hasta primeros de diciembre de 1767. El primer misionero jesuita con quien se encontró Portolá fue IgnazTirsh, quien despachó cartas para los misioneros en que les daba noticia de la Pragmática Sanción, y les indicaba que debían acudir a Loreto, capital de la provincia, lo que no se consiguió hasta febrero del siguiente año, para seguidamente ser embarcados en “La Concepción”, el bajel que traía suministros desde la costa mexicana de Nayarit. Los jesuitas fueron desembarcados en la bahía de Matachel, y el 5 de febrero conducidos al puerto de San Blas por el Mar de Cortés. De allí viajaron hasta Veracruz por tierra en condiciones penosas,[20] “atravesando los extendidos Reinos de la Nueva Galicia, Mechoacán, y México”, donde llegaron a fines de marzo. El 13 de abril los 16 misioneros fueron embarcados en la fragata real “Nancey” junto con 80 presidiarios, a bordo de la que llegaron a La Habana el 5 de mayo de 1768, puerto de escala para el viaje hasta la bahía de Cádiz. Allí quedaron recluidos en una hacienda a las afueras de la ciudad, vigilados por tropa (FERNÁNDEZ ARRILLAGA, 2009: 42-44).
Volvieron a ser embarcados el 18 de mayo en la capital cubana en la fragata de comercio “San Joaquín y la Cruz de Caravaca”, alias “Las Amazonas”, capitaneada por el mercader Joaquín de la Cruz y Soto. Sufrieron durante la travesía varias tempestades hasta su llegada a la bahía gaditana el 9 de julio de 1768, al cabo de cincuenta días de navegación. Tres jesuitas mexicanos acompañaron en la travesía a los misioneros californianos, pues se habían retrasado en el embarque efectuado en Veracruz, habían subido a bordo del “Nancey” el 13 de abril, y ahora pasaban a “Las Amazonas”: los sacerdotes Cosme Díaz León, misionero en Nanarachi, cerca de Chihuahua, en las misiones de Tarahumara; el también sacerdote Nicolás Sachi, del colegio de Chiripas; y el coadjutor Cayetano Cao, del colegio de San Andrés de Ciudad de México, que había retrasado su salida y permanecido en su colegio para ofrecer a los comisionados la información que requirieran, dada la complejidad de sus rentas (GIMÉNEZ LÓPEZ, 2014: 271-284).
En El Puerto de Santa María los misioneros californianos quedaron divididos en dos grupos: en su mayoría fueron alojados en la Casa de Guía, propiedad del conde de Cumbre Hermosa, y los restantes en el convento franciscano de la Observancia,[21] donde permanecieron durante más de ocho meses a la espera de que los enviasen a sus países de origen (PACHECO ALBALATE, 2007: 167-168), si bien gracias a las gestiones del embajador austriaco conde de Colloredo-Mansfeld se permitió a los nacidos en tierras del Imperio salir para Ostende en marzo de 1769 a bordo del queche holandés “Señora María” del capitán Andrés Cornelius. Arribaron el 13 de abril, salvo el P. Bichoff, que salió de la bahía gaditana en la embarcación sueca “La Amable Señora” del capitán Cuerdt Aversoltelmand con destino a Córcega, de donde partió para su país de origen.
A primeros de junio de 1770 se preparó una expedición compuesta por ocho buques extranjeros, custodiados por el navío de guerra “Santa Isabel” para conducir a la costa italiana del Genovesado a 829 jesuitas, de los que 332 eran mexicanos.[22] Desde allí, previo permiso de las autoridades de la república, debían viajar por tierra hasta los Estados Pontificios, atravesando los Apeninos hasta llegar al ducado de Parma, paso obligado para Bolonia y Ferrara (ST. CLAIR SEGURADO, 2005: 313-314).
Una vez llegados a las legaciones pontificias, en enero de 1770 únicamente se encontraba en Ferrara, en la legación de Rávena, Victoriano Arnés.[23] Allí residió hasta abril de 1773[24] en que se trasladó a Bolonia con los restantes jesuitas californianos. En 1778, cuando se relajaron las restricciones para afincarse en Roma, pasó a la capital de la Santa Sede, y en ella murió en 8 de junio de 1788, siendo enterrado en la iglesia del Iesú.[25] Los padres y coadjutores de la Provincia mexicana residentes en Ferrara eran en fechas próximas a la extinción 58, mientras que los residentes en Bolonia alcanzaban la cifra de 227. El resto, hasta sumar 352 jesuitas mexicanos, vivían en distintas localidades, en su mayoría de la Emilia-Romagna.[26] La movilidad de los jesuitas fue en aumento tras la desaparición de la orden en 1773; algunos se trasladaron de Bolonia a Ferrara, como Juan José Díez, quien dejó Bolonia por Ferrara en abril de 1774.[27] Allí falleció el 5 de noviembre de 1808, tras haber recibido en los años noventa algún socorro de los Comisarios Reales, dada su indigencia.[28] Francisco Javier Franco vivió una breve temporada en Bérgamo a primeros de 1790, para regresar a Bolonia meses después y fallecer allí el 10 de enero de 1807.
Bolonia fue, pues, el lugar de residencia de la mayor parte de los misioneros californianos,[29] inicialmente en residencias campestres, para pasar pronto a Bolonia, si bien hasta elinvierno de 1769-1770 la mayor parte de cuantos procedían de la provincia mexicana seguían residiendo en los palacios Herculani y Tusculani, y en otras seis casas de menores dimensiones. Las excepciones se situaban en la misma via San Felice, en el palazzo Fontanelli, dondese instaló el colegio de la Tercera Probación de la provincia mexicana, que contaba con 60 jesuitas, y en la que ejerció como profesor el P. Miguel del Barco; y en la via Pelicani, cerca del Teatro Nuovo, donde residían 40 jesuitas, entre ellos su Provincial. En la primavera de 1770, los mexicanos alquilaron ocho casas en la ciudad, donde pasaron a vivir más de 100 jesuitas hasta entonces repartidos en casas de campo.Allí vivía en febrero de 1789, superados los ochenta años de edad, Miguel del Barco, “muy pobre, atendido a la pensión”,[30] quien según su biógrafo
“escribió una larga y muy completa historia de la California, en la que mostró, no solo su veracidad, más también su ciencia. Ésta la compendió el difunto y docto P. Javier Clavigero, que la tenía escrita en italiano cuando lo arrebató la muerte, y después fue impresa en Venecia”.[31]
Del Barco falleció el 24 de octubre de 1790[32] y fue enterrado en la iglesia de San Giorgio, de los servitas. Lucas Ventura no dejó nunca la capital boloñesa hasta su muerte el 9 de diciembre de 1793. Fue sepultado “en la Iglesia Parroquial de Santa Cristina dicha de la Fondazza, Convento de Religiosas Calmaldulenses”.[33]
Dos californianos se acogieron a la Real Orden de 10 de marzo de 1798 que autorizaba a los jesuitas exiliados en Italia a regresar a España, con la prohibición de residir en la Corte y Sitios Reales (PRADELLS NADAL, 2002: 530-560); Francisco Escalante, quien en 1780 figuraba entre los “signores associatti” a la “Soria antica de Messico” de Clavigero (BELLETINI, 1995: 615), regresó a su ciudad natal de Jaén, logró eludir la nueva orden de expulsión de marzo de 1801 y falleció en Jaén el 24 de junio de 1806.El coadjutor Juan Antonio Villavieja corrió la misma suerte. Regresó a España desde Bolonia, donde había vivido con solo la pensión más los socorros puntuales concedidos por los Comisarios Reales,[34] y murió en Cádiz el 5 de octubre de 1816,[35] siendo el último superviviente de los misioneros californianos.[36]
Bibliografía
Fuentes primarias editas
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[1] Archivum Romanum Societatis Iesu (en adelante ARSI) Provincia Mexicana leg. 23, y ARSI Hisp. leg. 148.
[2]Sobre Baegert como precursor de la moderna etnografía californiana y su obra de 1772 NachrichtenvonderAmerikanischenHalbinselCalifornien, vid.: (LÜSEBRINK, 2007: 377-394).
[3] Relación de la expulsión de la Compañía de Jesús de la Provincia mexicana, y particularmente de California en el año 1767, con otras noticias dignas de saberse (BERNABÉU ALBERT, 2008: 153-183).
[4]El P. Inama permaneció en la misión de San José de Comundú desde 1751 hasta su expulsión en 1768. Desde allí mantuvo correspondencia con su hermana relisiosa carmelita en Colonia: “Letter of Reverend Father Franz Inama, S. I., Missionary in California, fron the Austrian Province to his Reverend Sister, a Carmelite in Cologne on the Rhine, written from Mission San José, on October 14, 1755”, en Decrue’s Account of the Expulsion of the Jesuits fron Lower Californua (1767-1769), ed. de Ernest J. Burrus, St. Luis, Jesuit Historial Institute, 1967, p. 152.
[5]Según León-Portilla el P. Retz fue “el primer misionero jesuita que se estableció definitivamente en un sitio dentro de lo que hoy es la mitad norte de la península, y que corresponde al moderno Estado de Baja California” (1988: 278, nota 77).
[6]Al respecto, nos remitimos a: (BURRUS, 1966; PONCE AGUILAR, 2003; BINKOVÁ, 2007: 444-479).
[7]Sobre la revuelta de los indios pericúes, vid.: (RÍO, 1991: 27-38).
[8] Una reproducción de las pinturas en P. Tirsk (2015).
[9]Sobre la estancia de los regulares americanos y filipinos en El Puerto de Santa María, vid.: (PACHECO ALBALATE, 2007).
[10]Sobre el origen de la epidemia, el agente etiológico y sus consecuencias demográficas, especialmente en Zacatecas, en: (RAIGOZA QUIÑÓNEZ, 2006).
[11]Filiaciones de los Regulares de la Compañía transferidos del puerto de La Habana en la Fragata de Comercio sombrada San Joaquín, y la Cruz de Caravaca, alias Las Amazonas que se hallan en la Casa Calle de la Aurora, pertenecientes a las Misiones de la Provincia de México, Puerto de Santa María 15 de julio de 1768, en Archivo Histórico Nacional (en lo sucesivo A. H. N.) Clero-Jesuitas leg. 827,
[12] SEBASTIÁN, F. Memorias de los Padres y Hermanos de la Compañía de Jesús de la Provincia de Nueva España difuntos después del arresto acaecido en la Capital de México el día 25 de junio del año 1767. Biblioteca Comunale de Bolonia, Ms. A 531, ff. 166-175. La breve biografía fue utilizada por: (LEÓN-PORTILLA, 2009: 407-458).
[13]El P. Sebastián era sacerdote del colegio de Chinipas, y vivió en Bolonia durante su exilio en Italia hasta su muerte en 1815.
[14]Hizo referencia a la precariedad de sus viviendas: “sus casas se reducen a un cercadillo de piedras superpuestas, y una en cuadro, sin más techo que el cielo. Casas verdaderamente tan estrechas y pobres que en su comparación pueden llamarse palacios las sepulturas”, citado en: (MUÑOZ GONZÁLEZ, 2015: 67-85).
[15] SEBASTIÁN, F. Memorias de los Padres y Hermanos de la Compañía de Jesús de la Provincia de Nueva España difuntos después del arresto acaecido en la Capital de México el día 25 de junio del año 1767. Biblioteca Comunale de Bolonia, Ms. A 531, ff. 255-269.
[16]A. H. N. Clero-jesuitas leg. 827.
[17]La misión de San Francisco de Borja contaba en 1767 con 1.813 indígenas, una de las más pobladas de las misiones jesuitas, en: (SAMANIEGO, 2006: 44).
[18]A. H. N. Clero-jesitas leg. 827.
[19]Era natural de la localidad riojana de Villa de Soto, donde había nacido el 22 de junio de 1736, siendo sus padres Tomás Villavieja y Gertrudis López Sanz, en A. H. N. Clero-jesuitas leg. 827.
[20]Desde el puerto de San Blas hasta Veracruz, en la costa atlántica, los jesuitas transitaron con víveres escasos por Guadalajara, Irapuato y Xalapa.
[21]En la Casa de Guía fueron alojados los sacerdotes Arnés, Baegert, Bischoff, Díez, Ducrue, Tirsch, Hostell, Ináma, Link, Retz, Rothea, Ventura y el coadjutor Villavieja. Los PP. Escalante y Franco, inicialmente instalados en la Casa de Guía, fueron posteriormente llevados al convento franciscano de la Observancia, donde se encontraba el sacerdote Miguel del Barco, en A. H. N. Clero-Jesuitas leg. 827.
[22] Archivo General de Simancas (en adelante A. G. S.) Estado leg. 5.650 Relación de los regulares de la Compañía que se embarcaron en Cádiz.
[23] Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (en adelante A. M. AA. EE.) Santa Sede leg. 572.
[24]A. M. AA. EE. Santa Sede leg. 555.
[25]A. R. S. I. Hisp. leg. 148.
[26]A. M. AA. EE. Santa Sede leg. 552.
[27]A. M. AA. EE. Santa Sede leg. 555. En mayo de 1792, en Ferrara, recibió un socorro de 10 escudos romanos para paliar sus necesidades, en A. M. AA. EE. Santa Sede leg. 586.
[28]En mayo de 172 recibió un socorro de 10 escudos romanos, en A, M. AA. EE. Santa Sede leg. 586.
[29]Sobre la presencia de los expulsos españoles en la legación boloñesa, vid.: (GIMÉNEZ LÓPEZ, 2010: 125-156).
[30] A. M. AA. EE. legajo 582.
[31] SEBASTIÁN, F. Memorias de los Padres y Hermanos de la Compañía de Jesús de la Provincia de Nueva España difuntos después del arresto acaecido en la Capital de México el día 25 de junio del año 1767. Biblioteca Comunale de Bolonia, Ms. A 531, ff. 166-175.
[32] A. R. S. I. Hisp. legajo 148.
[33] SEBASTIÁN, F. Memorias de los Padres y Hermanos de la Compañía de Jesús de la Provincia de Nueva España difuntos después del arresto acaecido en la Capital de México el día 25 de junio del año 1767. Biblioteca Comunale de Bolonia, Ms. A 531, f. 269.
[34]En 1786 percibió 8 pesos de ayuda de los Comisarios.
[35]A. R. S. I. Hisp. leg. 148.
[36]De los misioneros extranjeros solo sabemos de la muerte del P. Ducrue en su Munich natal el 30 de marzo de 1779, de Lamberto Hostell, en Dusseldorf, en 1773, el P. Wenceslao Link en la ciudad checa de Olomuc, donde ejercía como párroco, el 8 de febrero de 1797, el P. Retz, en la localidad alemana de Trier el 8 de abril de 1773, y el P. Tirsch en Bohemia en 1781.
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