MIRADAS DE ÉPOCA SOBRE EL ÉXITO Y FRACASO DE UNA VIDA: EL CASO DE EMMA HAMILTON*
Olaya Sanfuentes
Pontificia Universidad Católica, Chile
Recibido: 05/09/2022
Aceptado: 25/04/2023
Resumen
Emma Hamilton es el caso de una mujer pobre del siglo XVIII que, mediante habilidades femeniles apreciadas en su época, logra superar su condición social y económica de origen y convertirse en una de las mujeres más famosas de Europa, así como una de las más retratadas de Inglaterra. Nacida en la pobreza, se convierte en amante y/o acompañante de diversos caballeros de sociedad, hasta llegar a casarse con sir William Hamilton, embajador de Inglaterra en Nápoles. Ahí conoce al almirante Horacio Nelson, con quien tuvo una comentada y criticada relación amorosa. A pesar de sus encumbramientos sociales, muere sola, enferma, abandonada y pobre. El caso de Hamilton estimula algunas preguntas respecto de dónde poner el foco para visualizar el balance de su vida: ¿en aquel período en que su vida es un ejemplo de éxito y de ascensos? ¿o en aquel en que es más bien un ejemplo de fracaso? ¿en el tiempo posterior en que su figura ha sido revitalizada a través de películas y novelas? Las diversas miradas epocales nos permiten reflexionar acerca de la subjetividad y dinamismo del concepto de éxito y fracaso y sus representaciones.
Palabras clave: Emma Hamilton; éxito; fracaso; tiempo histórico; biografía; feminismo.
EMMA HAMILTON´S LIFE: SUCCESS OR FAILURE?: AN EVALUATION IN LIGHT OF PERPESPECTIVE SHIFTS AS TIME PASSES
Abstract
Emma Hamilton was a poor woman of the Eighteenth century who, through femenine qualities appreciated in her times, managed to overcome her social and economic status from birth and become one of the most famous women in Europe. Born into poverty, she became the mistress of aristocratic gentlemen, even getting married to sir William Hamilton, the English ambassador to Naples. There she met admiral Nelson, with whom she had a high-profile and criticized relationship. Despite her social mobility, she died poor, abandoned, sick and alone. Some questions arise from Hamilton´s life because it can be deemed a success or failure depending on which aspect is analyzed as well as from which historical period we look at her life.
Key words: Emma Hamilton; success; failure; historical time; biography; feminism.
Olaya Sanfuentes. Profesora Titular de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Trabaja en el Instituto de Historia de esa universidad, donde enseña e investiga temas relacionados con la historia y la cultura visual y la cultura material, temas relacionados con el patrimonio y la Historia Pública.
Correo electrónico: osanfuentes@gmail.com
ID ORCID: 0000-0002-6951-1285
MIRADAS DE ÉPOCA SOBRE EL ÉXITO Y FRACASO DE UNA VIDA: EL CASO DE EMMA HAMILTON
Introducción
Fig. 1: Georges Romney, “Lady Hamilton” (1791).
Fuente: Blanton Museum of Art Collections. Oil on canvas 159.1 cm x 133.1.
La imagen que tenemos frente a nosotros (Fig. 1) refleja un momento específico en la vida de una especial y original mujer inglesa del siglo XVIII: Emma Hamilton, nacida Amy o Emmy Lyon, luego Emma Hart y, por último, Emma Hamilton. Este es un cuadro facturado por el artista George Romney en que Emma aparece mirando fijamente al pintor o al espectador, a través de una mirada sin tapujos ni timidez. Va elegantemente vestida con un traje blanco de rica tela y un sombrero azul claro con pluma. Se adivina su buena figura; su belleza y gracia son incuestionables. En un segundo plano aparece el volcán Vesubio activo, sugiriendo los años de finales del siglo XVIII en que esta joven mujer inglesa vivió en la ciudad de Nápoles junto a su marido, William Hamilton. George Romney era un artista muy famoso cuando conoció a Emma y quedó encantado con su encanto. Una literatura decimonónica posterior interpretaría la relación de Romney y Emma como amorosa, a pesar de que Romney se quejaba de que su musa lo trataba con indiferencia y solo como amigo[1]. Emma posó para Romney muchas veces, quien pintó 57 retratos de ella. Este sería el último[2].
Esta imagen la retrata en la que, probablemente, fue la etapa de su vida con más éxito: se había casado con uno de los hombres más interesantes de Europa (William Hamilton); vivía en Nápoles, ciudad marina con un entorno natural privilegiado y con una vida cultural rica y sofisticada; recibía a todo tipo de viajeros, artistas e intelectuales que iban a Nápoles tras hacer el Grand Tour por algunas ciudades italianas. Ahí, lady Emma los recibía en su residencia, donde cantaba y bailaba para ellos; de todas partes la adulaban y era amiga de la reina María Carolina de Nápoles[3]. Tenía acceso a lujos y a la belleza, ya que en su casa estaba rodeada de los preciosos objetos que su marido, sir William Hamilton, adquiría para formar una de las colecciones de arte antiguo más importantes de Europa. Bajo todo punto de vista, parecía que Emma había llegado a la cúspide de su vida; una que ella se había forjado a sí misma con esfuerzo y estrategia, paciencia y perseverancia. Una vida que jamás alguien de su clase y género habría alcanzado.
Si uno se quedara con esta imagen y muchísimas otras que aparecieron en esta época de su vida, es imposible no pensar en ella como una mujer exitosa. Pero si de galería de imágenes estamos hablando, hay otras menos graciosas que nutren elrepertorio. Estas últimas corresponden a un género satírico que se burla y critica a personajes encumbrados.
Una especialmente interesante y famosa en la época -aunque retrata a Emma ya más avanzada en años- es la que hiciera el caricaturista James Gillray, y que lleva el título de Dido in dispair[4] (Fig. 2). Nos presenta a una Emma grotescamente gorda, aludiendo a aquellos años en que bebía mucho y se dedicaba a las fiestas. Su gestualidad corporal y facial denotan desesperación ante lo que alcanza a ver por la ventana; desde ahí se asoma la flota inglesa a cargo de su amado Horacio Nelson. En un segundo plano, intencionalmente invisibilizado, duerme William Hamilton, el esposo de Emma. Otros detalles son interesantes: un libro abierto en que aparecen dibujos de ella, delgada y grácil, en sus Attitudes, género performático que habría inventado y que la hizo famosa en su época. Llaman también la atención las figurillas antiguas que están en el suelo, haciendo referencia a las colecciones de su esposo.
El éxito y fracaso de una vida son algo difícil de definir. Para fines de este trabajo, trataremos al fracaso como lo opuesto al éxito, entendiendo que ambos son conceptos clasificatorios. Como toda clasificación, esta también es arbitraria y subjetiva. Junto con entender estos términos como nomenclaturas clasificatorias, podemos también abordarlas como actos de transformación[5], buscando cómo las caídas se transforman en oportunidades y los éxitos pueden terminar en fracasos. Quizás una buena forma de mostrar los alces y caídas de nuestro personaje y lo que ella significa, es hacer un recorrido cronológico desde el siglo XVIII al XXI. Pero no es cualquier cronología la que proponemos, sino una amplia e inclusiva que comprenda las posibilidades de las heterocronías o tiempos heterogéneos (DIDI-HUBERMAN, 2008) en su interior. La elección de esta forma de presentación de los materiales desde el siglo XVIII hasta el XXI, es solo una opción organizadora de la información, porque pensar en el éxito o en el fracaso como algo teleológico se aleja absolutamente de los fines de este artículo.
Fig. 2: Dido in Despair.
Fuente: Dido in dispair. Satirical print, Londres Greenwich Royal Museum.
Cuando hablo de una cronología que acoja las heterocronías, estoy proponiendo hacer una revisión de los puntos álgidos o agudos de éxito y fracaso asociados a la figura de Emma Hamilton, desde el siglo XVIII, pasando por el siglo XIX y XX, hasta llegar a nuestros días. Es un recorrido largo donde se visualizan ciertos momentos de auge y otros de caída, encarnados en imágenes, noticias y eventos. Muchas veces conviven percepciones de su vida como éxito y/o fracaso en una misma época, constituyendo tiempos diferentes y diferenciados según quienes son los que generan la impresión y los fines que persigue con su difusión. El que estas dos caras de una moneda asociadas a lady Emma Hamilton podamos apreciarlas hasta el día de hoy, nos habla de un personaje no solamente complejo y polifacético, sino también sedimentado en la memoria, vivo y a mano para encarnar expectativas y desaciertos, según el que emite la opinión o experimenta la sensación.
La biografía, entonces, es algo que puede leerse más allá de la vida biológica de la persona y puede extenderse en varias direcciones, según el carril en que se embarque. Puede que la biografía de un personaje se extienda por siglos y por muchos espacios, geográficos y culturales. La contribución del historiador en estos casos es descubrir las diversas formas del tiempo. Como sugiere George Kubler, detectar y describir las formas del tiempo (2008: 11). Para poder llevar a cabo esta tarea, más que guiarnos por una visión biológica del personaje, atendiendo a su nacimiento, crecimiento, desarrollo y muerte, lo que el historiador debiera hacer es buscar las intermitencias y variabilidades de su presencia en la historia y en la memoria.
Lo que George Kubler postulara para las biografías de artistas, podemos aplicarlo aquí a la de Emma Hamilton. Lo que está bien o mal, correcto o no, sería modelado por el temperamento del personaje, pero también por las situaciones de fortuna que encuentra (KUBLER, 2008: 11) esto último es lo que se adaptaría a la dualidad entre éxito y fracaso. Lo que resulta de esto, puede ser la negación del personaje -o la crítica acérrima en nuestro caso-, como su ensalzamiento por el entorno en diferentes tiempos. Para Kubler, el tiempo y las oportunidades difieren más que el talento (2008: 6). Lo que él postula para los artistas, lo aplico a lo que ocurre con Emma Hamilton. Si bien fue una mujer excepcional, sus éxitos y/o fracasos, son el recuento de sus experiencias en su propia vida tanto como las percepciones y construcciones que otros hicieron a partir de ella.
Las fuentes que utilizamos para este trabajo son, básicamente, prensa de época, una biografía anónima surgida tras su muerte e imágenes visuales que representan a nuestro personaje. Son registros que recogen diversas y contrastantes miradas sobre nuestra figura. En el caso de la prensa, los que alaban su coraje, por un lado y los que la consideran un peligro para la sociedad, por el otro, se encuentran en los extremos de un abanico de opiniones que reflejan los diversos modelos de sociedad en general y de mujer en particular que se quieren propiciar.
En el caso de las imágenes visuales, de una parte están las pinturas de los más famosos artistas europeos del siglo XVIII que la dejaron inmortalizada en sus obras, en actitud grácil y encarnando los valores neoclásicos; pero en el otro extremo tenemos las caricaturas que critican en tono de burla y sarcasmo su rol en la historia y amplifican sus rasgos y gestos logrando una visualidad patética y grotesca.
El tiempo en que transita esta información es un tiempo no lineal. Con esto quiero aludir a dos cosas: en un primer lugar al hecho de que la biografía de una persona está marcada por altos y bajos, éxitos y fracasos; las formas de experimentar estos vaivenes están marcadas por sus contextos, pero a la vez, generan nuevas situaciones, delineando una dialéctica que se escapa a la de las causalidades y marcando un ritmo que no tiene constancia. Por tanto, es un tiempo en la historia, pero que al mismo tiempo logra acelerar o detener procesos, tener efectos sobre el ritmo de la historia. En segundo lugar, quiero decir que el éxito y fracaso no sólo se viven en la historia o biografía de una persona, sino también se esconden en los pliegues de la memoria. Para comprender estas dimensiones de una vida pasada, no hay que buscar las claves solo en el pasado, sino también en el tiempo de la memoria. En nuestro caso a estudiar, en la memoria de la generación que sucede al personaje y que todavía respira en forma aguda las consecuencias de sus actos; en la memoria de un país que recuerda a sus héroes y que no quiere ver manchada su figura heroica por los actos de terceros; en la memoria de mujeres que, en una relectura de las vidas de otras de su género, reivindican su nombre y sus formas de resiliencia.
Nos es de utilidad, en este contexto, el concepto de historias recordadas de Bernard Lewis, quien propusiera que hay una serie de postulados respecto al pasado -que aquí hacemos extensible a vidas de antaño-, que son más bien ideas sobre el pasado más que historia en el estricto sentido del término. Estas declaraciones tienen que ver con la memoria colectiva de una nación o una comunidad en relación a algunos personajes icónicos de su historia.
Orígenes del personaje
Por su pobreza y su clase, Amy o Emy Lyon, como se llamaba originalmente nuestro personaje, estaba destinada a una vida de anonimato y pesares. Su padre murió a meses de nacer ella (1765) y su madre no podía mantenerla, por lo que Amy hubo de abandonar su casa cuando era muy pequeña. La indigencia la llevó a probar suerte en diferentes pueblos, sirviendo en casas particulares y prostituyéndose desde muy joven. Hacía de dama de compañía de algunos jóvenes burgueses y aristócratas del siglo XVIII, que buscaban a mujeres jóvenes y graciosas que les hicieran de acompañantes y les dieran todo tipo de servicios. Cuando se quedaban embarazadas o se aburrían de ellas, las desechaban como objetos inútiles. Amy o Emma, como la llamaremos desde ahora, compartía origen con estas mujeres y nada presagiaba lo que sería su destino. Su vida estaba más bien destinada a la pobreza, el anonimato y la ordinariez, tanto por género, como por clase.
Pasando de hombre en hombre es que Emma llegó a Londres donde Charles Francis Greville; este era un joven aristócrata inglés al cual le gustaban la buena vida, coleccionar cosas bellas y trabajar poco. Emma permaneció junto a Charles varios años y, según puede deducirse de sus cartas posteriores, pareciera que Emma llegó a enamorarse de él. Durante los años con Greville es que ella vivió su primera etapa de fama y valoración social. Se convirtió en la musa del célebre pintor George Romney, quien realizó varios retratos de ella (LEE, 2017: 21). Otros pintores que se encantaron con su belleza y gracia fueron Reynolds, Lawrence, Hoppner y Angelica Kauffmann.
Pero Charles trataba a Emma como otros hombres lo hacían: como un objeto bello que mostrar y del cual alardear, pero del que había que deshacerse cuando el objeto aburría, se convertía en algo caro de mantener o intentaba hacerse persona manifestando sus sentimientos. Estas tres experiencias parecieran haberle ocurrido a Charles en su relación con Emma. El punto es que cuando Emma dejó de serle útil, se la “cedió” o la “recomendó”[6] a su tío William Hamilton a cambio de que el tío pagase las deudas del sobrino burgués que gozaba de la buena vida y las muchas compañías. Fuentes de la época, en forma sarcástica, dicen que Charles la trataba como si fuera un vaso griego, pero que al mismo tiempo fue muy humano porque la educó. Ella habría respondido a los cuidados de su amo, estudiando lo que él le enseñaba y haciendo grandes avances en música, ya que habría desarrollado una voz que derretía los corazones[7].
Con William Hamilton
Emma comenzó en Nápoles otra etapa de su vida y una nueva fase para desarrollarse y adquirir notoriedad. Sir William Hamilton era el embajador de Inglaterra en Nápoles, lugar que utilizaba para relacionarse socialmente, y para desplegar su faceta de coleccionista y científico amateur. Sir William tenía una verdadera devoción por la geología, que podía desarrollar en sus constantes visitas y ascensiones al volcán Vesuvio, activo durante esos años del siglo XVIII. Recolectaba piedras, lavas y tomaba notas que compartía con los más expertos científicos de Europa. De igual forma, coleccionaba vasos griegos y romanos que repartía entre varias propiedades que tenía en la zona de Nápoles. Los objetos pasarían a formar parte de las primeras colecciones del Museo Británico.
A cargo de lord Hamilton, un hombre bastante mayor que ella, Emma siguió aprendiendo muchas otras habilidades. Logró encariñarse con William, a quien atendía y le proporcionaba buena fama entreteniendo a sus amigos. De esta forma, llegó a convertirse en su esposa. Vivieron varios años en Nápoles donde maravilló por sus aptitudes performativas, instaurando un género artístico llamado Attitudes: con un chal se convertía en todos los personajes que quisiera o le pidieran.[8]
Según algunos, compitió con las mejores cantantes de la época y los comentarios positivos acerca de su voz, su gracia, su soltura de cuerpo para representar personaje y su expresividad abundan en las fuentes. Incluso Goethe dijo haber recibido noticias de las virtudes de lady Hamilton. ¿Qué más éxito se podía esperar? Pasar del anonimato y la indiferencia a la celebridad y la opulencia; de la soledad y la invisibilidad a los vítores públicos y a ser retratada por los mejores pintores ingleses; de la ignorancia de la pobreza a la riqueza de la educación y la cultura; de la fealdad de su lugar de origen a la belleza de su entorno. Por donde se le vea, esta mujer logró lo que quería y mostró al mundo que los proyectos de vida pueden llevarse a cabo. En una de sus carta de esta época a su amigo George Romney, Emma le escribió que se sentía la mujer más feliz del mundo.
Su fama y éxito fueron alabados en su época. Se utilizó como modelo de cómo desde la adversidad se puede desafiar al destino; modelo para mujeres bellas y aptitudes artísticas que pueden conseguir el ideal dieciochesco de la accomplished woman; un ejemplo de cómo se podía desafiar el rol tradicional asignado a las mujeres. Según Ersy Contogouris fue durante aquellos años napolitanos que ella logró su apogeo, tomando posesión de su ambiente, usando y desarrollando sus propios instrumentos para proporcionarle agencia (2018: 3).
Su fama y situación en la cúspide de los personajes europeos la hicieron convertirse en un personaje que llamaba la atención de sus contemporáneos, entre ellos los artistas. Son muchísimos los pintores que quisieron retratarla y al hacerlo, la representaban bella y asociada a los ideales estéticos y valores del mundo clásico, aquellos con los que su esposo se sentía identificado, porque representaban el mundo de la educación, el refinamiento y dotaban de autoridad para permanecer alto en el mundo social del siglo XVIII.
Con Horacio Nelson
Durante sus años napolitanos, sir William y Emma recibieron a Horacio Nelson cuando llegó herido a Nápoles tras la batalla del Nilo (1798). Si bien el almirante era un hombre casado, al conocer a Emma se enamoró perdidamente de ella. Pasó una larga temporada con los Hamilton, conformando un trío que fue famoso en la época. Los tres como anfitriones vivían en supuesta armonía y recibían a invitados de todas partes de Europa. La fama de Emma seguía en ascenso. Cuenta una anécdota que habrían sido visitados por el ex general Dumourier, ocasión en la que Emma cantó Dios salve al Rey, tras la petición del almirante Nelson. La audiencia se emocionó a tal nivel, que rompió a llorar con su voz y con su delicada performance. Emma habría limpiado y secado las lágrimas de los caballeros de la sala: Nelson, Hamilton y, finalmente, Dumourier quien, encantado por la dama, le habría rogado de rodillas le regalara el pañuelo[9].
Este supuesto equilibrio interno vivido por el trío conformado por los Hamilton y Nelson, no fue bien visto por la sociedad inglesa de esos años. Y fue Emma el blanco de todas las críticas. Es verdad que fue inescrupulosa y desafió la moral de la época para triunfar a toda costa. Pero ¿le quita sensación de triunfo a su epopeya vital el haber utilizado todas sus herramientas para lograr su cometido?
Aquí es, entonces, donde las perspectivas de éxito y fracaso comienzan a tornarse más borrosas o al menos no tan nítidas como las fuentes que he utilizado para pintar esta primera imagen de Emma Hamilton. Hay todo un corpus de documentos de la opinión pública y alguna representación visual que se niegan a aceptar que esta mujer haya triunfado de la forma en que lo hizo. Ya sea por envidia o por considerar que no todo fin justifica cualquier medio, hay muchos que la criticaron duramente. Entre los envidiosos, están los que la consideraban una asomada o una trepadora, vigilantes todos de su prestigio social y de la inexpugnabilidad del privilegio.
Son más los que criticaron sus métodos. Estos, no le perdonaban haber corrompido al más grande héroe de todos los tiempos, al hombre más grandioso que Inglaterra había producido[10]: el Almirante Horacio Nelson. El Monthly Review, por ejemplo, decía que la relación de Emma Hamilton con Nelson era vergonzosa, porque Emma habría provocado la separación de Nelson con su esposa. Otro periódico se quejaba de que Emma había tenido la desfachatez de entrometerse en política y haber suscitado varias intrigas, entre otras, el haber influido en la muerte de Caraccioli. El Boston Weekly Magazine, desde el otro lado del Atlántico opinaba que cuando Emma conoció el poder a través de su relación con Nelson, se convirtió en una mujer cruel y llevó a Nelson a una vida de vicio. El Boston Olive Branch decía que era una destructora de hogares felices, la ruina de los que estaban a su lado, la abusadora de la confianza de su marido, la vengadora de los que no se colocaban a sus pies, la instigadora de intrigas y la causa de las crueldades.
Otros simplemente se burlaron de cómo había engordado y que su grácil figura era algo del pasado.
Estos datos van mostrando que las decisiones que tomó Emma iban teniendo consecuencias en su imagen exitosa. Alguna prensa, como he citado, la castigó por sus actos. No obstante, estos influyeron también en la percepción que tenía su esposo lord Hamilton, quien habiendo abandonado la idea de una Emma ingenua y juvenil, se vio afectado por la conducta de su esposa. El resentimiento lo llevó a dejarle toda su herencia a su sobrino Charles. Emma se fue a vivir con Nelson y cuando este murió, Emma se quedó sola, enferma, pobre y alcohólica. No fue invitada a los funerales de Nelson y los que recibieron compensaciones económicas por la muerte del almirante fueron su esposa y su hermano. Tuvo que vender la casa de Merton Place, que le había dejado Nelson, para pagar deudas. Incluso fue arrestada por cuentas impagas, que finalmente fueron saldadas por amistades. Convertida al final de sus días en objeto de repulsión universal, murió en Calais a los cuarenta y nueve años de edad.
Esta vida encarna la más rápida movilidad social imaginada, seguida de una caída no menos espectacular. En sus últimos años, su historia de vida se mostró como una admonición contra todo tipo de vicios, tales como el juego, la bebida y el adulterio, la ambición descarnada y el gasto incontrolable (CONTOGOURIS, 2018: 32). Pero esa es solo una parte porque para otros, su caso es el de la posibilidad de desplegar múltiples identidades, su agencia y el ser modelo para generaciones de mujeres que buscarían sus propias formas de auto expresión (CONTOGOURIS, 2018: 33).
Esta biografía tan intensa fue utilizada para discutir muchas cosas a través de la prensa inglesa de la época: ¿la trató mal la nación inglesa? ¿es aceptable la belleza sin la virtud? ¿qué parte de la historia de Emma deben recordar los ingleses?
La vida póstuma de una imagen
Con posterioridad a su vida, Emma volvió a gatillar pasiones encontradas y se convirtió en eje articulador de muchas batallas. Pocos años después de su muerte apareció el libro anónimo Memoirs, que ilustra perfectamente la crítica de un sector importante de la sociedad inglesa hacia la figura de Lady Hamilton. Aparecido en 1815, esta publicación tuvo tal éxito, que fue también traducido al francés en 1816. Reconoce su gloria y lo que logró en vida, pero comienza sus páginas advirtiendo al lector la postura del anónimo autor frente a las estrategias que habría utilizado la inglesa para hacerse un lugar en la sociedad inglesa. Argumenta que la moral es más grande que el genio y que los preceptos e instituciones de la religión son de infinita más consecuencia que la gloria temporal[11]. Continúa diciendo que es importante que la gente conozca la verdad y no se deje llevar por representaciones parciales ni que la virtud se vea debilitada frente a grandes nombres[12].
Para el autor, relatar una vida mostrando solo el lado bueno de las personas, es como un retrato, en que la semejanza se sacrifica en pos de la belleza[13]. En una actitud moralista propia de su época, el libro recomienda que los biógrafos estén atentos a todos los aspectos de las vidas de los personajes que sobresalen y no se dejen obnubilar por sus glorias. Los biógrafos debieran hacer historias y no panegíricos, manifiesta el autor.
Yendo de lleno a la figura de Emma Hamilton, el autor argumenta que ella jamás debiera de haberse alejado de su lugar de origen para tentarse por la contaminación y costumbres licenciosas de las ciudades. Va luego relatando en forma exhaustiva y con detalle descriptivo cada uno de los episodios de esta vida tan excepcional, pero con una hipótesis que queda muy clara desde el comienzo y que se entrelaza en cada una de sus páginas. Emma era una mujer extremadamente talentosa y su éxito fue superlativo. Sin embargo, detrás de esas luces, se escondía una mujer inescrupulosa y ambiciosa dispuesta a todo.
Contemporáneamente a la aparición de este libro, se publicaron las cartas privadas entre Emma y Nelson. Las reacciones del público no se dejaron esperar. Los que defendían la imagen de Nelson y luchaban por mantener su carácter heroico y endiosado, argumentaban que no se justificaba la publicación de estas cartas. Estas, decían, develan mal gusto y deslices del carácter del héroe que no vale la pena recordar para no empañar su figura. Abogaban por mantener el perfil heroico y no humano del almirante, en vez de dejarse llevar por estas misivas que parecían hechas para difamarlo[14]. Este grupo de personas decía que lady Hamilton había publicado estas cartas para ganar dinero y ufanarse de su relación con el héroe.
En el siglo XX apreciamos una serie de eventos que nos demuestran que la figura de Emma Hamilton y sus acciones estaban lejos de haber sido olvidadas. A partir de estos eventos contemporáneos, podemos tirar los hilos de unas memorias que han surcado los siglos arrastrando pasiones e ideas respecto a lo que debe o no debe ser y hacer una mujer, los métodos y estrategias para triunfar en la vida y lo que, en cada época, significa una vida digna de ser recordada.
Un primer ejemplo digno de mención es el de la sociedad que lleva su nombre y que existe hasta el día de hoy. Esta sociedad está liderada por un grupo de genealogistas, descendientes lejanos de Emma, especialistas y aficionados a la historia marítima y naval. La iniciativa es una suerte de conmemoración de la memoria de este personaje y busca promover el respeto y el aprecio hacia lady Emma Hamilton. La página web de la asociación comienza presentando al personaje bajo el título “una historia increíble” y contiene un apartado en el que se enumeran sus logros: la primera mujer británica en adjudicarse la cruz de Malta por su valentía; confidente de la reina de Nápoles; personaje crucial en la batalla del Nilo librada por el almirante Nelson; fama mundial por sus Attitudes; inspiradora de modas. Todos estos indicadores de éxito eran unos logros increíbles para tratarse de la hija de un pobre herrero de Cheshire nacida en una época de nula movilidad social e inequidad de género[15].
Un segundo grupo de ejemplos es el que constituyen las representaciones cinematográficas y literarias que la redimen. Su candidez e ingenuidad fueron retratada en el cine a través de películas directamente inspiradas en su biografía, That Hamilton woman, de Alexander Korda (1941) o My fair Lady (CUKOR, 1964), inspirada en Pygmalion de George Bernard Shaw (1912). En estas obras, se pinta una Emma grácil e inocente que tras muchos esfuerzos logra pulir su lenguaje, aprende maneras para comportarse en sociedad y atiende atenta a las enseñanzas de sus tutores. El mensaje que se respira es la del incentivo al esfuerzo personal; esto, junto a un toque de suerte son la clave del éxito para escalar en la sociedad. Dos condiciones de marginalidad, como serían el género y la pobreza, pueden revertirse con ciertas estrategias.
Desde el ámbito de las letras, la intelectual Susan Sontag la convierte en uno de los protagonistas de su obra El amante del volcán (2001). En su novela, Sontag de alguna forma redime a Emma de cualquier juicio histórico desfavorable. Para esto, la novelista estadounidense describe la época de Emma como una en que la sobre ponderación de la belleza, la acumulación y colección de objetos y la experimentación como forma de entender y apropiarse de la realidad, constituyen el contexto que convierten a Emma en una víctima de los hombres. Tanto el sobrino Charles como su tío William, así como todos los otros hombres de su época, la trataron como si fuera un objeto y es esa actitud masculina la que queda en entredicho en la descripción de época de Sontag. El resultado es que El amante del volcán ha tenido muchas ediciones y Emma se ha convertido en un personaje histórico de fama mundial, frente al que lectores y lectoras desarrollan una actitud empática y comprensiva.
La historiadora Ersy Contogouris concuerda en espíritu con lo que Sontag planteara en su novela. Desde su propia disciplina, se alinea con Ann Bermingham, quien describe a Emma como una pantalla en blanco en que los deseos masculinos podían proyectarse. Emma era un objeto para ser mirado, intercambiado y consumido. Pero Contogouris (2018) dice que ella fue más allá al ser capaz de afirmar su subjetividad y logra verla en tanto objeto como sujeto, negociando y desafiando una y otra supuestamente contradictoria identidad.
Por último, me gustaría mencionar una exposición que tuvo lugar en el National Maritime Museum de Inglaterra en el año 2016. En este recorrido por iniciativas que ponderaron de una forma diferente y alternativa a la de la época de los protagonistas, la curatoría de esta exposición decidió resaltar la notoriedad de Emma en términos sumamente positivos. Contra la tendencia generalizada de relacionar esta institución con Horacio Nelson, la exhibición llevaba por título Seduction and celebrity. The espectacular life of Emma Hamilton y la mostraba como una de las celebridades internacionales más famosas de su tiempo. Junto con presentar a Emma como la mujer que robó el corazón de Nelson, la exposición la catalogó como una mujer extraordinaria por derecho propio, que logró sortear las dificultades de la vida y tener gran notoriedad, antes de enfrentar la prisión y destitución. La exposición repara en el hecho de que el haber estado sujeta al escrutinio público, explica en parte la resonancia de su figura hasta el día de hoy.
Consideraciones finales
Tras esta breve presentación me quedo con la pregunta, ¿dónde hay que pararse en la historia para hablar del éxito y/o de fracaso de una biografía? Una alternativa podría ser desde la supuesta experiencia del sujeto que lo experimentó en su vida y a la que intentamos acercarnos a través de sus testimonios, con un vocabulario epocal que refiere a emociones y sentimientos; esto es lo que intenta, de alguna manera, la línea de la historia de las emociones que las entiende como un constructo cultural que obliga a pensar, entre otras cosas, en el vocabulario textual y visual de los sentimientos de época. Otra alternativa es pensar el éxito o el fracaso desde nuestras preocupaciones contemporáneas aplicadas al pasado, pensando en los ideales o proyectos de la cultura en términos más globales. Esto podría llevarnos, en este caso de estudio específico, a acercarnos a la perspectiva de género, que parte de la constatación de que, en la historia, la mujer ha tendido a ser invisibilizada y relegada a ciertos ámbitos como parte de un proyecto civilizatorio. En ese sentido, el ideal dieciochesco de la accomplished woman constituiría un pequeño espacio de la mujer para entrar en el ámbito de la cultura y de la belleza, pero para los fines establecidos por los hombres. En este caso, el juicio del éxito o fracaso estaría dado desde afuera del sujeto, ya sea por los que hablaron de ese sujeto en cuestión en su época o por la historiografía que sistematiza los hallazgos y los pone en diálogo tanto con los rasgos de una época como con sus sueños e ilusiones.
A estas diversas aproximaciones al éxito o fracaso de una vida en su contexto, desde el punto de vista del propio sujeto y de los otros que la juzgan, habría que agregar las posibilidades de lectura y relectura que se gatillan en épocas posteriores. El fracaso sería, entonces, una “vivencia en el tiempo y de la propia subjetividad” (ROCCO LOZANO, 2020). que nos permite leer y releer nuestra vida y la de los otros. El mismo acto de escritura de este artículo cuestionando y complejizando esas categorías, es una forma de relectura. Este punto de vista, junto con propiciar una forma de mirar el tiempo que se aleja de la linealidad, constituye una suerte de apertura hacia nuevas formas de calibrar las experiencias. Una forma, probablemente, de revertir la experiencia del fracaso.
Bibliografía
Fuentes primarias
(julio 1, 1858). “Lady Hamilton´s Handkerchief”. Ashlar, Detroit, MI.
(mayo 1, 1849). “Nelson and Lady Hamilton”. En Eclectic Magazine of Foreign Literature, Science and Art.
(April 1st, 1814). "ART. V. The Letters of Lord Nelson to Lady Hamilton; with a Supplement of Interesting Letters". Quarterly Review, pp. 73-735. http://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=true&db=h9h&AN=37697827&site=eds- live&ppid=divp85&lpid=divl8
ANÓNIMO, (2009 [1815]). Memoirs of Lady Hamilton with illustrative anecdotes of many of her most particular friends and distinguished contemporaries, London: impreso para Henry Colburn, University of Pittsburg Library System.
CUKOR, G., (1964). My Fair Lady. Warner Bros.
EMMA HAMILTON SOCIETY, (20 de abril 2021). Emma Hamilton Society, http://www.emmahamiltonsociety.co.uk/unsung.html
GILLRAY, J., (1801). Dido in despair, Royal Museum Greenwich, grabado a mano, 250 mm x355 mm, acceso 20 de abril 2021: https://collections.rmg.co.uk/collections/objects/128009.html
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ROMNEY, G., (1791). Lady Hamilton, óleo sobre tela, 159.1 cm x 133.1 cm. Blanton Museum of Art Collections, acceso 20 de abril, 2021, disponible en URL: http://utw10658.utweb.utexas.edu/items/show/2737.
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Fuentes secundarias
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LEE, J., (2017). “A Panoply of plastic poses”. The Art Newspaper.
RECCA, C., (2017). “Amistades y estrategia políticas: Lady Hamilton en la corte de Nápoles”. Investigaciones Históricas. Época Moderna y Contemporánea, N°37, pp. 329-354.
ROCCO LOZANO, V., (Ed.) (2020). Glosario del fracaso, Madrid: Círculo de Bellas Artes.
STEWART, S., (1989). Nonsense. Aspects of intertextuality in folklore and literature, Baltimore and London: The John Hopkins University Press.
* Texto desarrollado en el marco del proyecto REVFAIL "Failure. Reversing the Genealogies of Unsuccess, 16th-19th Centuries" en el programa Marie Skolodowska-Curie Research and Innovation Staff Exchange (H2020-MSCA-RISE 2018).
[1] Anónimo, (1815), Memoirs of Lady Hamilton with the illustrative anecdotes of many of her most particular friends and distinguished contemporaries, Impreso para Henry Colburn, London, digitalizado por University of Pittsburgh Library System, 2009. p. 53.
[2] George R. “Lady Hamilton,” Blanton Museum of Art Collections, accessed April 20, 2021, http://utw10658.utweb.utexas.edu/items/show/2737.
[3] Un buen artículo para entender las relaciones entre Emma y la reina Carolina y la consiguiente influencia de la primera en la política de entonces: Cinzia Recca (2017: 329-354).
[4] Gillray, J. (1801). Dido in despair, grabado a mano, 250 mm x355 mm, Royal Museum Greenwich, acceso 20 de abril 2021: https://collections.rmg.co.uk/collections/objects/128009.html
[5] Me baso en el método que sugiriere Susan Stewart (1989: 5) para comprender el concepto de sin sentido.
[6] The Euterpeiad or Musical Intelligencer and Ladies´Gazette, Septiembre 29, 1821, p. 110.
[7] Sin Autor, The Rural Repository, pp.43-443
[8] Sin Autor, Spirit of the Times, 10 de noviembre de 1849, p. 448
[9] “Lady Hamilton´s Handkerchief,” Ashlar, (Detroit, MI), julio 1, 1858, p. 520
[10] “Nelson and Lady Hamilton”, en Eclectic Magazine of Foreign Literature, Science and Art, Mayo 1, 1849, p. 91
[11] Anónimo. (1815). Memoirs of Lady Hamilton with illustrative anecdotes of many of her most particular friends and distinguished contemporaries, impreso para Henry Colburn, University of Pittsburg Library System, London, 2009.p. 4
[12] Ibid, p. 5
[13] Ibid, p. 8
[14] ART. V. (1814) The Letters of Lord Nelson to Lady Hamilton; with a Supplement of Interesting Letters.", Quarterly Review (London). April 1, 1814. 73-735. Disponible en URL: http://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=true&db=h9h&AN=37697827&site=eds- live&ppid=divp85&lpid=divl8
[15] Emma Hamilton Society (2016), entrada sitio web oificial de Emma Hamilton Society, acceso abril 2021, en URL: http://www.emmahamiltonsociety.co.uk/herstory.html
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