LA RECEPCIÓN DE LAS PRÁCTICAS PAGANAS EN EL CÍRCULO INTELECTUAL FLORENTINO. MARSILIO FICINO ENTRE EL DETERMINISMO Y LA LIBERTAD INDIVIDUAL
Andrea Paul
Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina
Recibido: 16/3/2022
Aceptado: 18/12/2022
Resumen
En el presente artículo analizaremos el pensamiento de Marsilio Ficino, un ferviente neoplatónico del siglo XV florentino. Nos abocaremos principalmente a desarrollar la presencia de ciertas nociones teóricas que refieren a prácticas paganas como la astrología y la magia. Asimismo, reflexionaremos sobre los acuerdos y las contradicciones que estos saberes provocaron en el interior de su pensamiento. Finalizaremos con el problema del determinismo astral frente a la libertad individual y la respuesta que Ficino ofrece al respecto. Para tal fin, estudiaremos específicamente la etapa filosófica ficiniana desde 1469 hasta 1489 en la cual se puede observar la redacción de varios escritos vinculados con estos temas.
Palabras clave: Marsilio Ficino; Renacimiento; astrología; magia; determinismo; providencia divina.
THE RECEPTION OF PAGAN PRACTICES IN THE FLORENTINE INTELLECTUAL CIRCLE. MARSILIO FICINO BETWEEN DETERMINISM AND INDIVIDUAL FREEDOM
Abstract
In this article, in the first place, we will analyze the thought of Marsilio Ficino, a fervent neoplatonist of the fifteenth century Florentine. In the second place, we will focus mainly on developing the presence of certain theoretical notions that refer to pagan practices such as astrology and magic. Likewise, we will reflect on the agreements and contradictions that this knowledge provoked within his thought. Finally, we will conclude with the problem of astral determinism and individual freedom, beside the answer that Ficino offers in this regard. To this end, we will specifically study the ficinian philosophical stage from 1469 to 1489 in which the writing of several writings related to these issues can be observed.
Key words: Marsilio Ficino; Renaissance; astrology; magic; determinism; divine providence.
Andrea Paul. Doctora en Filosofía por la Universidad Nacional de Córdoba y Magíster en Historia del arte por la Universidad Nacional de San Martín y el Instituto de Altos Estudios Sociales. Profesora universitaria en Filosofía por la Universidad Nacional de General Sarmiento. Actualmente, Codirectora del Programa de investigación sobre Filosofía antigua, medieval y temprana modernidad del Instituto de Ciencia de la UNGS. Profesora asistente en Filosofía Antigua y Medieval (UNGS) y Problemas de Filosofía (UNGS). Su trabajo se centra en la historia de la filosofía renacentista.
Correo electrónico: apaul@ungs.edu.ar
ID ORCID: 0000-0002-1114-6588
LA RECEPCIÓN DE LAS PRÁCTICAS PAGANAS EN EL CÍRCULO INTELECTUAL FLORENTINO. MARSILIO FICINO ENTRE EL DETERMINISMO Y LA LIBERTAD INDIVIDUAL
Introducción
El arte de estudiar y comprender las propiedades ocultas de la naturaleza y sus vínculos con los movimientos planetarios ha generado el interés de varios pensadores renacentistas. Este es el caso particular de Marsilio Ficino, un ferviente neoplatónico que desarrolla su pensamiento en Florencia del siglo XV. Nuestro interés está dirigido principalmente a exponer el desarrollo de una praxis filosófica y ciertas nociones teóricas que refieren a saberes paganos o esotéricos, esto es a la astrología y la magia respectivamente. Con este fin analizaremos, por un lado, su tesis al respecto y los problemas que traen aparejados la relación entre el determinismo astral y la configuración planetaria con la libertad individual y el temperamento propio de la naturaleza humana. Por otro, presentaremos los acuerdos y las controversias que las nociones teóricas sobre la astrología y sus prácticas pudieron provocar en el interior de su propio pensamiento. Estudiaremos específicamente la etapa filosófica ficiniana desde 1469 hasta 1489 en la cual se puede apreciar la redacción de varios escritos vinculados con estos temas. Consideramos que el estudio y la praxis de dichos saberes han sido un objetivo sustancial para Ficino, pues entiende que en ellos existe una concepción ontológica y cosmológica que asistiría en la comprensión de lo real y en el ascenso hacia la divinidad. En este sentido, sostenemos que Ficino comprendía que la astrología era una sabiduría esotérica que podía colaborar con en el camino místico hacia las verdades divinas, contribuyendo con la reflexión sobre la naturaleza y los vínculos espirituales que ésta contiene con el cosmos todo.
La astrología y la magia, además, estaban en sintonía con su objetivo filosófico-político mayor, a saber, establecer la concordia entre el cristianismo y el paganismo. Con este fin reconstruye una línea sapiencial conocida como Prisca theologia, compuesta por teólogos gentiles de distintos orígenes; en Persia Zoroastro, en Egipto Hermes Trismegisto, en Grecia, Orfeo, Aglaofemo, Pitágoras y Platón. Es importante entender que Ficino jugó un rol importante en el renacimiento de los teólogos antiguos. Su trabajo no solo incluyó la traducción de los manuscritos al latín, sino también en la incorporación de sus doctrinas a su propio pensamiento; incorporación que lo llevaría a comprobar tal concordancia. No obstante, el renacimiento de los antiguos teólogos y su defensa doctrinal, le generarían varios problemas, tanto con la Iglesia como con otros pensadores que pertenecían a diferentes escuelas filosóficas. Uno de los problemas más radicales, consistía en la adjudicación por parte de la disciplina astrológica del poder de determinar el juicio y la voluntad del alma humana, anulando, en un sentido, a esta última. De este modo, Ficino se propone hallar el camino que le permitiera justificar con argumentos sustanciales el uso de estas prácticas. Esto es lo que primó en sus escritos, pues ellos nos invitan a descubrir las estrategias elocuentes que Ficino desarrolló a propósito de defender las doctrinas astrológicas y mágicas y resguardarlas de los ataques de quienes la consideraban alejada del saber verdadero indicado por la teología cristiana. Consideramos que existen al menos dos vías por las que Ficino intentó continuar con las prácticas paganas y, al mismo tiempo, evidenciar que no se encontraban en contradicción con la libertad individual, a saber: su teoría sobre el estado saturnino o melancólico y el empleo de un estilo de astrología que no negara la voluntad humana, esto es, una astrología simbólica y natural.
En el desarrollo del artículo nos detendremos brevemente en tres cuestiones importantes para comprender el tema que nos convoca. En primer lugar, qué entiende Ficino por astrología y magia. En segundo lugar, cuales son las fuentes a las que accedió para diseñar así una noción teórica y práctica sobre estos saberes. En tercer lugar, las contradicciones o discordancias y los acuerdos que surgieron a partir de sus escritos. Finalizaremos nuestro artículo con una reflexión sobre una posible concordia entre el determinismo astral y la libertad individual.
Astrología y magia en el Renacimiento
En el Renacimiento el conocimiento sobre la astrología y la magia tal como se la entendía en la Antigüedad, esto es, como un sistema racional que comprendía el comportamiento de los astros y su relación con la naturaleza, estaba condensado en un corpus literario que recogía fuentes clásicas y medievales. La literatura que circulaba, al menos antes de la primera mitad del siglo XV, en principio se basaba en la noción astronómica aristotélica, en las teorías desarrolladas en el Tetrabiblos de Ptolomeo[1] y en las traducciones al latín de fuentes árabes y hebreas. La teoría de la causalidad celestial aristotélica dialogaba con la noción cosmológica de un jerarquizado y animado universo presente en el Timeo de Platón. El Tetrabiblos, presentaba un sistema cosmológico que se correspondía, a su vez, con los fenómenos celestes astrológicos. No obstante, después de la segunda mitad del siglo XV, con la llegada de nuevos manuscritos desde Oriente, el panorama se amplía (véase Macías Villalobos- Macías Fuentes:2020). También circulaba el texto atribuido a Ptolomeo, Centiloquium, citado en varias ocasiones por Ficino, los Oráculos caldeos con los comentarios de Proclo y Psellos y el Corpus hermético, este último de Hermes Trismegisto. Otra fuente que Marsilio Ficino tuvo presente para su doctrina astrológica fue Enéadas de Plotino, no solo accedió a esta obra, sino que además la tradujo al latín y redactó un comentario.
En el caso de las doctrinas sobre la magia, podemos aludir a De mysteriis de Jamblico; De somniis de Sinesio; los Oráculos caldeos; De Occultis operibus naturae y Summa contra gentiles de Tomás de Aquino; la demonología de Psellos; De radiis de Al-Kindi; Sacrificio et Magia de Proclo y Picatrix, entre otros (véase Garay Suárez-Llanos: 2016)[2]. Es importante mencionar que a los fines del artículo hemos distinguido las fuentes astrológicas de las fuentes sobre la magia; sin embargo, para Ficino tal distinción no era posible debido a que ambas se entendían y analizaban en conjunto. Más aún, se puede observar en todos sus escritos, sean de índole cosmológico, metafísico, ontológico o propiamente astrológicos, una combinación entre estas fuentes y las doctrinas filosóficas y cristianas. Asimismo, se debe tener presente que la astrología, la astronomía y la cosmología eran disciplinas que estaban íntimamente relacionadas para la filosofía, considerando su estudio de manera sustancial y concomitante.
Generalmente en el Renacimiento se entendía por Astrología y magia, aquellos saberes que estaban dirigidos a la investigación e interpretación de las leyes de la naturaleza, esto es, hacia el orden espiritual de lo real y a la animación de las esferas celestes. Mientras que la astrología se abocaba específicamente al estudio sobre la composición de los cielos, reflexionaba sobre los movimientos planetarios como una danza cósmica que influía en la naturaleza humana y en el mundo. La magia, por su parte, se dedicaba particularmente al ámbito de la naturaleza, entendiendo que ésta es aquella sabia y hechicera entidad que, gracias a un movimiento armónico y perenne, recibe los rayos divinos y, en consecuencia, se vincula con el universo de manera causal o espiritual. Ambos saberes, intentan comprender aquello que está oculto y que escapa al esfuerzo de los sentidos para que, de este modo, puedan ser aprovechados los beneficios que trae aparejado su vínculo espiritual. Indagar, en efecto, las propiedades secretas presentes en cada uno de los elementos del universo y del mundo, significa comprender los fenómenos celestes, es decir, estudiar el mapa de las estrellas y de los planetas, así como también, la composición de las plantas, de los ríos, de los vientos y de las piedras, entre otras cosas similares.
Tanto la astrología como la magia fueron prácticas que no estaban en su totalidad aceptas por la Iglesia condenando una parte de ellas. Para entender esto, debemos tener en claro que existía una distinción fundamental: por un lado, la magia natural o simpática[3] y sobrenatural o demoníaca y por el otro, la astrología natural y la astrología judiciaria o adivinatoria. El primer binomio nos presenta un saber o una práctica que se dedicaría a investigar los componentes y las propiedades curativas comprometidas en el agua, las plantas y los metales preciosos. Este conocimiento tendría básicamente fines terapéuticos para el caso del cuerpo humano y agrícolas para el caso de los agentes naturales. En otras palabras, entendían a la naturaleza como un conjunto de elementos que estaban asociados con el sistema cosmológico en su totalidad. Este tipo de magia se denomina natural o simpática.
Distintas reflexiones y prácticas convocarían la magia percibida como sobrenatural o demoníaca. Si bien estudia, igualmente, los secretos ocultos de la naturaleza, se acerca a un saber vinculado a la demonología (este tipo de magia en sus límites extremos fue relacionado con la nigromancia). Lo que se condena de este saber es el auxilio de los demonios para su desarrollo. Incluso, más allá de que se discriminaba entre los demonios buenos y los demonios malos, estos, siendo seres intermedios, podrían intervenir de manera negativa en el cuerpo y en el alma humana. De ahí su rechazo por parte de varios pensadores y teólogos cristianos.
En el caso particular de la astrología natural, también entendía el funcionamiento cosmológico y sus vínculos causales con la naturaleza. Su interés estaba radicado sobre todo a conocer la estructura del mundo y las predicciones de ciertos acontecimientos naturales que pudieran, o bien, intervenir positivamente en los cultivos y en las cosechas, o bien causar fenómenos que los perjudicaran. Asimismo, estudiaba la composición física del cuerpo humano para predecir ciertos cambios que pudieran contribuir con el cuidado de sí. De ahí que se vinculara este tipo de astrología con la medicina y la agricultura propiamente dicho. La astrología judiciaria o adivinatoria, por su parte, es aquella que interpretaba los fenómenos celestes y sus vínculos con el fin de predecir el carácter y el obrar del alma humana. Consideraba que el influjo de los astros condiciona la acción y, por tal motivo, se podía determinar las acciones futuras. Esto significaría para algunos, prácticamente anular la libertad humana. En consecuencia, los cuestionamientos que se generaron por este tipo de astrología estaban dirigidos principalmente a la intervención de estas prácticas sobre el alma y el universo, en términos que contradecían a la providencia divina.
Marsilio Ficino era un gran conocedor de estos saberes. Fue un defensor de la magia y astrología natural, condenando en varias ocasiones aquellas prácticas relacionadas con los demonios malignos y aquellas que buscaban anular la voluntad humana y que contradecían, en algún sentido, a las doctrinas cristianas. A pesar de ello y siguiendo a Coulianu (2007), la magia practicada por Ficino no era en su totalidad una magia natural, sino que podría entenderse como una combinación entre ambas, es decir, una demonomagia. Con la astrología sucede algo similar, pues mientras criticaba a la astrología judiciaria, se hacía llamar hijo de saturno por ser de temperamento melancólico a causa de los influjos del astro oscuro. No obstante, esta condición sería fundamental para demostrar que, si bien uno puede recibir la influencia de los astros y éstos provocar cambios en el temperamento, se puede revertir esta situación debido a que el alma racional es libre, cobrando así un nuevo impulso en la interpretación de los acontecimientos terrenos y humanos.
En concordancia con lo anterior, Ficino sostiene que cada astro tiene su espíritu y por ende su influencia. En el De amore, por ejemplo, sostiene que “Marte sobresale en fortaleza, porque él hace a los hombres más fuertes. Venus le domina” (Ficino [1469]1994:107) y en el De vita: “enseñan los astrólogos que algunas de las estrellas mayores, descubiertas por Mercurio, tienen grandísimo poder”. De este modo confirma que los planetas ejercían sus respectivas influencias sobre el alma y el cuerpo mediante ciertos demonios. También sostiene que, de los siete planetas, el Sol, Júpiter y Venus (denominados por el “las teres gracias”) son benéficos frente a Marte y Saturno que son maléficos. Mientras que Mercurio se inclina hacia uno y hacia otro. Es por ello que, si uno quisiera que el cuerpo y el espíritu se impregnaran de las cualidades de uno u otro planeta debería tener conocimiento de estos perfiles (CULIANU, 2007: 190 191).
Ficino y la astrología
Para entender la dimensión del trabajo filosófico astrológico de Ficino, deberíamos recuperar la concepción simbólica del universo y recordar que el cosmos tripartito entre la tierra, el cielo y la divinidad estaba colmado de un alma, un espíritu e inteligencia. El pensamiento ficiniano tiene la particularidad de invitarnos constantemente a descifrar sus fuentes, pues en su intento de conciliar el paganismo con el cristianismo ha incorporado tratados de diferente índole y origen.
Tal como lo menciona Pompeo Faracovi en su artículo Tra Ficino e Bruno: gli animali celesti e l'astrologia nel Rinasciemento las ideas mesopotámicas y su astrolatría babilónica (cierta adoración al mapa estelar) subyacen en el pensamiento astrológico de Ficino, particularmente la teoría sobre las esferas celestes, planetas y estrellas, como fuerzas vivientes que influyen en el temperamento humano. De ahí la importancia de descifrar los enigmas y movimientos estelares. Estas raíces basadas en la vida de los cielos recorrieron varias culturas desde las tempranas cosmovisiones mito-poética de los antiguos sumerios en la que la bóveda celeste estaba poblada de símbolos y figuras míticas antropomorfas en varios casos, hasta las cosmologías griegas y romanas (POMPEO FARACOVI, 2002: 198). Son justamente estas fuentes las que le ofrecen a Ficino los cimientos para elaborar su propia teoría astrológica que, sin apartarse totalmente de las fuentes medievales, recupera el pensamiento antiguo e imprime nuevos símbolos. Pues como sostiene Pompeo Faracovi, para aquellos antiguos “indagatori del cielo” (inquisidores del cielo), las figuras celestes no significaban meras representaciones alegóricas, por el contrario, la injerencia que éstas tenían con el obrar del hombre era vital. Los astros, pues, eran entendidos como poderes divinos que “silenciosamente” guiaban la acción y el temperamento humano. De allí que los astrólogos fuesen aquellos intérpretes de señales de los cielos, quienes entendían los movimientos de los astros y las figuras que estos inscribían en la bóveda celeste (POMPEO FARACOVI, 2002: 198)[4].
Los saberes considerados paganos relacionados con la teúrgia, la magia y la astrología están presente en todos sus escritos. Destacando algunos: de su juventud, De divino furore (1457) de sus escritos de madurez Commentarium in Convivium Platonis, De amore (1469), Theologia platonica de immortalitate animorum(1482), De triplici vita(1489) y de sus últimos escritos De sole et lumine (1493), Comentaria in Platonem (1496) y sus traducciones y comentario de Plotino Enéadas y Jamblico De Mysteriis Aegyptiorum, por dar algunos ejemplos de su basta bibliografía. Es cierto que estos saberes aparecen con mayor o menor intensidad según sea el tema que convoque a Ficino. Tal es el ejemplo del De amore en el que, si bien las fuentes sobre astrología y magia son citadas a lo largo de la obra, solo en uno de sus discursos es claro al definir la magia y relacionarla con todo el sistema cosmológico sosteniendo que “¿Pero, por qué imaginamos al amor mago? Porque toda la fuerza de la magia se basa en el amor. La obra de la magia es la atracción de una cosa por otra por una cierta afinidad natural” (FICINO, 1994 [1469]: 153-154)[5]. Continúa diciendo que de este modo puede entenderse la razón por la que llegaron a ser magos algunos pensadores, esto es, por su amistad con los demonios, así como los demonios son magos porque conocen la afinidad de las cosas mismas. Toda la naturaleza para Ficino es llamada maga por el amor recíproco entre sus elementos. Sin embargo, debemos esperar hasta 1489 para que publique una obra que desarrolle los saberes paganos en su máxima expresión[6].
Ahora bien, ¿cuál es el interés de Ficino sobre la astrología y la magia? No solo conocía de forma precisa estas prácticas, sino que a su vez reconocía en ellas un camino para alcanzar el conocimiento del universo, principalmente el conocimiento de los vínculos espirituales entre el universo y el mundo. Estos saberes, además, se hallaban en consonancia con otras doctrinas ficinianas, tal es el caso de su noción sobre el furor divino. En otros términos, para Ficino conocer las influencias astrológicas sobre el alma era una herramienta que lo dirigía en el camino hacia la divinidad, de manera similar que lo ejercía el arrebato divino. Recordemos que el alma asciende a través de los cuatro furores: el poético, el sacerdotal, el profético y, finalmente, el erótico, hacia la contemplación de la divinidad. Al respecto dice: “éstos son los estadios por los que desciende la locura poética: Júpiter toma a Apolo. Apolo ilumina a las Musas. Las Musas despiertan y estimulan las almas delicadas e insuperables de los poetas. Los poetas inspirados inspiran a su vez a los intérpretes. Finalmente, los intérpretes conmueven al auditorio” (FICINO, 1994 [1469]: VI, 14, 222). Aquí observamos como complementa la teoría del furor divino con los saberes astrológicos, siendo estos últimos partes esencial de la “locura o frenesí”.
Prolifera, no obstante, la preocupación por hallar un camino por el cual las doctrinas astrológicas no se contradijeran con los dogmas cristianos. De Triplici Vita representa tal vez el intento más arduo. Tómese el pasaje siguiente como ejemplo,
“Que el universo es como un animal y que está animado de una manera mucho más intensa es algo que demuestran no solo los razonamientos de los platónicos sino también el testimonio de los astrólogos árabes. Y en estas páginas demuestran asimismo que, como consecuencia de una cierta aplicación de nuestro espíritu al espíritu del mundo, hecha por medio de un arte que sigue a la naturaleza y por medio del efecto, se transfieren a nuestra alma y a nuestro cuerpo los bienes celestes. Esta transferencia se produce, por un lado, a través de nuestro espíritu, que es en nosotros medio y ha sido revigorizado por el espíritu del mundo y, por otro lado, a través de los rayos de las estrellas que actúan favorablemente sobre nuestro espíritu, cuya naturaleza es parecida a los de los rayos y tiene, además, la capacidad de adaptarse a los rayos celestes (FICINO, 2006 [1489]:96)”[7].
Varios son los tópicos que recorre esta obra, pero todo ellos están sesgados por el cuidado de sí y principalmente el resguardo del alma, del espíritu y del cuerpo de los males que pueden aquejarlos los influjos de los astros. Para tal fin, se describen de manera minuciosas un grupo de recetarios que contienen fórmulas, ingredientes y consejos en vías de mantener una vida saludable, en términos físicos y espirituales, tal como se deja vislumbrar en los títulos que conforman la obra: De Vita Sana, De Vita Longa, De Vita Coelitus Comparanda. Ofrece, además, una explicación sobre las formas y los tiempos en que se deben preparar y suministrar cada una de las recetas.
La fabricación de talismanes no se encuentra ausente en esta obra, además de tener una presencia significativa, corren parejos con la buena alimentación y la buena música descritos con el fin de realizar una “terapia espiritual”. incluso, el tratado culmina con la formulación de una terapia musical-astrológica que involucra el poder innato de las palabras. De ahí que el lenguaje también se vinculara con los saberes ocultos, pues son las palabras las que deben ser empleadas en el momento justo y de la manera justa para recibir los beneficios que se desee adquirir de los astros. Desde este lugar, sostiene que la astrología es una herramienta fundamental para el médico, pues conociendo la configuración planetaria y su correlato con el cuerpo humano, éste puede realizar su labor de manera más efectiva. Sostiene en De vita:
“Finalmente, concluyamos junto a Galeno que la astrología es necesaria para el médico. Al referirse a los días críticos sostiene que es cierto lo que dicen los egipcios: a saber, que la Luna indica día tras días día tras día la condición tanto de la persona enfermo como de la sana, y si los rayos de Júpiter o venos se mezclaran con la Luna cada uno de ellos reciben benéficas influencias. Por el contrario, si son Marte o Saturno [los que se unen con la luna] acontece lo contrario. (Ficino [1489]1989: III, 11, 288)”[8].
El pasaje anterior se une con otras expresiones que priman en la obra, tales como “Opera quidem ad salutem mira, quae a medicis in astrologia peritis per res ex multis compositas”. En otras palabras, sostiene que los médicos formados en astrología pueden realizar esas maravillosas terapias debido a que son capaces de elaborar, gracias al conocimientos de los fenómenos celestes, ungüentos compuestos de muchos elementos (polvos, líquidos, electuarios, etc.) sabiendo el momento adecuado para recibir las influencias celestiales en los que éstas impregnan y colman el ungüento (FICINO, 1989 [1489]: III, XIV).
Por este mismo camino, consideró que un estudio escrupuloso sobre el mapa astral y sus movimientos, esto es de los ciclos planetarios y de los perfiles estelares, admitiría la comprensión de las influencias o correspondencias de los planetas sobre el alma humana. Los rayos de las esferas celestes, sostiene, lo penetra todo, influyendo en secreto todos los días sobre nuestro espíritu. Por tal motivo, es capital conocer la configuración planetaria y los perfiles de cada una de los planetas para entender la razón por la que estás influencias hieren y afectan el temperamento humano y la naturaleza. Aprender, además, la hora astrológica precisa, es decir, la hora indicada para recoger algunas hierbas, elaborar ciertos alimentos, esculpir una imagen y fabricar algunos talismanes, significaría saber el momento propicio en el que un astro ejerce su influencia astral. Para Ficino, en efecto, existen horas cosmológicas de luz y oscuridad que determinarían el carácter y la procedencia de la influencia.
En consonancia con lo anterior, el arte de entender o descifrar, justamente, los símbolos y los signos astrales contribuye en el conocimiento de los beneficios ocultos de estos rayos y la manera de atraerlos para sí. En efecto, estas cualidades pueden estar ocultas, pero son parte del cosmos, es la luz divina que desciende hacia los astros y a través de ellos hacia la naturaleza, colmando de dicha energía a las plantas, a los árboles, a las piedras. Un ejemplo de ello es la Luna, pues ella actúa como transmisora de los favores de tres astros: el Sol, Júpiter y Venus. Ficino, a su vez, sostiene que aquellos que con el estudio o la plegaria buscan imitar la magnificencia y armonía de los cielos, lograrían ascender en el conocimiento divino, pero aquellos que con artificios y malos actos imitan el desorden, serán desdichados pues recibirán la influencia oscura de los astros.
Para Ficino el estudio y la calidad del espíritu es lo que define qué astro emanaría su influjo. Tal es el ejemplo de la melancolía, puesto que, “al alejarnos de los asuntos humanos, mediante el ocio, la soledad, la constancia, a través de la teología, la filosofía más esotérica, la superstición, la magia, mediante la agricultura y la tristeza, nos ubicamos bajo la influencia de Saturno” (FICINO, 1989 [1489]: III, 3, 252)[9]. Continúa diciendo que finalizamos bajo la influencia de Mercurio y del Sol, si nuestro espíritu nos impulsa en la búsqueda de la elocuencia, del canto y de la verdad y la gloria. Asimismo, caeremos bajo la influencia de Venus si nuestra vida buscara la alegría y la música. (ídem). Es pues el mago o el astrólogo quien se encargaría de “conjurar” o abstraer esas energías ocultas.
En su libro De sole et Lumine, Ficino sostiene que todos los objetos celestes tienen desde su generación su propia luz, pero dicha luz en principio se oculta a nosotros. El sol, por ejemplo, “es el ojo eterno que todo lo ve. Luz celestial inconmensurable que modera las cosas celestes y las mundanas, liderando o impulsando [trahens] el curso armonioso del mundo (FICINO, 1493: VI, 968)[10]. Continúa diciendo:
“Moisés, piensa que el Sol en el día es el Señor de los entes celestial, en la noche la Luna, como un Sol nocturno. Todos colocaron al Sol en el medio del mundo, aunque por razones diversas. Efectivamente, los caldeos colocaron al Sol en medio de los planetas. Los egipcios entre dos mundos quinarios: cinco planetas sobre él, la Luna y los cuatro elementos debajo de él. Verdaderamente, piensan que ha sido por la Providencia ubicado más próximo a la tierra que al firmamento, para que, de este modo, su fuego y su espíritu ferviente favorezcan el humor de la Luna, del aire, del agua y de la materia densa de las cosas terrenales (FICINO, 1493: VI, 968-969)”[11].
En suma, los rayos que emiten los astros, penetran en la máquina del mundo difundiese por él y así confieren sus cualidades. En conformidad con ello Ficino señala en De vita que al igual que los agricultores que observan los cielos para saber el momento en el que deben realizar su trabajo, los médicos deben aprovechar los beneficios de los astros e incluso los talismanes preparados en los momentos de máxima influencia.
Contradicciones frente a los saberes esotéricos: astrología y magia
En las últimas décadas diferentes especialistas han descrito la actitud oscilante que Ficino posee frente a la praxis astrológica. Angela Voss (2000) afirma que, así como podemos encontrar en los escritos un Ficino resuelto defensor de las prácticas astrológicas, también podemos observar un pensador crítico de las mismas. ¿Qué es lo que induce a Ficino a cambiar de actitud? ¿es realmente un cambio de opinión? ¿representan estrategias frente a las posibles acusaciones proveniente de la Iglesia? Podemos enunciar algunas razones que justifican o explican esta posición oscilante. La primera de ellas, puede estar inmediatamente relacionada con la acusación de Curiositas en 1473, por parte de colegas y teólogos cristianos. Uno podría creer que esta experiencia es la que definió en Ficino un cambio de actitud frente a la astrología, sin embargo, siguiendo con este razonamiento, no podríamos explicar la razón por la que escribe catorce años después De triplici vita.
La segunda razón estaría vinculada con la relación de amistad y de respeto que Ficino tenía con su discípulo y colaborar Pico della Mirandola y con Angelo Poliziano quienes, como sabemos, no estaban de acuerdo con la astrología adivinatoria. Pico escribe una Disputatio, publicada póstumamente, que tiene resonancias en Ficino. En agosto de 1494 escribe una carta a Poliziano confirmando su posición a favor de Pico y su desprecio hacia los “vanidosos astrólogos” quienes propagan un tipo de saber que va en contra de la providencia divina y la libertad individual[12].
Una tercera razón puede estar relacionada con las controversias internas que se observan en sus propios escritos. Esto significa que ciertas nociones astrológicas entran en contradicción con sus propias creencias. La disputa tal vez más radical refiere al determinismo astral que forma parte intrínseca de la astrología adivinatoria. Quizás ésta es la razón más contundente que genera en Ficino la difícil tarea de defender los saberes paganos, pero también ser su verdugo, enfrentando así su faceta de astrólogo con su posición de teólogo cristiano. No obstante, si bien el determinismo astral compite ferozmente en contra de la libertad humana, creemos que Ficino encuentra el camino por el cual pueden convivir estas dos facetas sin contradicción. Encuentra, en última instancia, la manera de rescatar a la astrología de las críticas demoledoras que, paradójicamente, él mismo contribuyó a propagar. Consideramos que su noción de melancolía transita estos senderos y que, a partir de allí, existe una astrológica simbólica que abona en su intento de conciliación. Esto lo trabajaremos en el siguiente apartado, ahora aboquémonos a algunos registros de estas controversias.
En 1477 cuando Ficino ya era un gran conocedor de las practicas astrológicas, escribe, pero no termina y tampoco publica, una obra en contra de la astrología adivinatoria, Disputatio contra iudicium astrologorum[13]. En una carta a Franceso Ippoliti, en la que le presenta gran parte de esta Disputatio le dice que ha escrito un libro que se opone a los pronunciamientos de los astrólogos. En este escrito se puede observar un golpe retórico directo a los astrólogos. Colmada de críticas hacia “los límites de los conocimientos astrológicos” sostiene que los mismos son meras “metáforas poéticas, analogías pueriles (pueriles similitudines)” y quienes practican tal ciencia son “ruines ogros”. Compara a los astrólogos con los gigantes que ambicionaron con expropiarle el trono a Júpiter y así el dominio sobre el cosmos. Agrega, además, que estos astrólogos al declarar que todo sucede necesariamente gracias a las estrellas, están quitando de Dios, todopoderoso y supremo, su propia providencia y su absoluta soberanía sobre el universo (VOSS, 2006). Aquí pareciera que Ficino ha enterrado su faceta de astrólogo para siempre.
En 1478, un año se cumplía de la Disputatio cuando Ficino le escribe al Papa Sexto IV presentándose “como alguien devoto tanto de la profecía como de la astrología” prediciendo algunos acontecimientos desafortunados para los próximos años, según ciertas configuraciones planetarias”[14]. En 1484, siete años después de la Disputatio, manteniendo esta obra como nuestro punto de comparación, Ficino elige publicar la primera edición de las traducciones de los diálogos platónicos (Divini Platonis opera Omnia. La segunda edición se publica en Venecia en 1491). Elige esta fecha porque según él, se podía observar precisamente la conjunción entre saturno y júpiter, astros que representan la razón y la fe. Ese mismo año Pico della Miarandola llegó a Florencia, un joven destinado a desempeñar un papel definitivo tanto como defensor de la magia espiritual (particularmente la Cábala), como opositor de la astrología judicial. Esta fue una ocasión trascendental para Ficino, ya que se sintió conectado con Pico a través de un profundo vínculo saturnino (VOSS, 2006: 21). Es interesante que dos años antes publica su obra maestra Theologia Platonica De animorum immortalitate sosteniendo lo siguiente:
“Sin embargo, existen dos clases de tales hombres. Algunos sienten frecuentemente admiración por este templo de Dios, a saber, por la máquina del mundo; otros, en cambio, con mayor devoción veneran a la divinidad de este templo. Al alma del primero, tranquila en el sueño, se le revelan las pasiones del mundo, y las cosas de las qué más se siente atraído, para que vea futuras lluvias, guerras, pestilencias y similares cosas […]. Platón en el Timeo lo explicó cuando dijo que algunos son profetas [vates] y otros son intérpretes de profetas (FICINO, 2001-2005 [1482]: XIII, 2, 29)”[15].
Doce años después de la Disputatio nace una de las obras más controversiales de Ficino que pareciera contradecir su actitud negativa sobre la astrología, su tratado médico-astrológico De triplici Vita. En esta obra si bien podemos apreciar una aceptación completa de la astrología natural, nunca estuvo en cuestión en el pensamiento de Ficino, lo interesante es la presencia de la astrología adivinatoria oculta bajo estrategias elocuentes.
En 1489, Ficino recibe una carta del Húngaro Johannes Pannonius. Una carta que presenta varias acusaciones indirectas y no tan indirectas de lo que el propio Pannonius consideraría “un abuso hacia el pensamiento de los antiguos paganos” poniendo en duda la restauración y legitimidad de los antiguos en su intento de conciliarlos con el cristianismo. Vemos algunos fragmentos de la carta:
“Aquí en Buda, he leído en tu carta dirigida a Bandini en tu prefacio a Platón y aun en el prefacio a tu propia Teología, que atribuyes a la Providencia lo que alguien podría sospechar que es el resultado del destino […]. [E]n Florencia, recuerdo haber escuchado de parte de dos astrólogos amigos tuyos que estabas a punto de hacer renacer las antigua opiniones de los filósofos dado que las estrellas estaban en una cierta posición. Aunque escuché cuál era esta posición, no la recuerdo suficientemente bien. Pero estoy seguro que tú la recuerdas, y, de hecho, pienso que la has descubierto tú mismo. Los dos astrólogos han afirmado también, para confirmar sus dichos, que, en ese momento determinado por el destino, habías traído a la luz lo que había sido por mucho tiempo olvidado: la antigua música y los cantos de la lira y los cantos órficos. Luego has traducido al antiquísimo Hermes Trismegisto y numerosos versos pitagóricos. Igualmente has realizado una interpretación de los versos de Zoroastro […] En lo que a mí respecta, amigo mío, te advierto de tener cuidado respecto de esa renovación de los antiguos para que no sea, por azar, el resultado de una cierta curiosidad más que el fruto de la religión (FICINO, Epistolae, CXXXXX)”[16].
Es notorio como Pannonios quiere dejar en claro que el pensamiento de Ficino está íntimamente ligado al paganismo y que se aleja de los dogmas cristianos. Para él el florentino por defender a los antiguos y las potencias astrológicas, desplaza el dominio de la Providencia. Además, no es menor y no es inocente, su intento de invocar constantemente a los astrólogos como amigos de Ficino. Y más peligroso aun invocar la curiositas. La respuesta de Ficino es extensa y es contunde. Veamos algunos fragmentos:
“Si hubieses comprendido nuestros escritos, dices que los has leído, no dudarías de que esta renovación de los antiguos sirve ampliamente a la providencia divina. […] Es un hecho que en una época determinada nació una filosofía piadosa entre los persas en los tiempos de Zoroastro, e igualmente entre los egipcios en los tiempos de Hermes Trismegisto, y que ellas concordaban entre sí. Luego esta filosofía piadosa fue nutrida entre los Tracios en los tiempos de Orfeo y Aglaofemo. Inmediatamente después se desarrolló entre los griegos y los italianos en los tiempos de Pitágoras. Finalmente fue llevada a la perfección en Atenas en los tiempos del divino Platón. […]Pero ¿Por qué has mencionado mi nacimiento y mi horóscopo cuando has querido atribuir al destino la causa de mi trabajo? No niego que esta configuración planetaria – es decir, Saturno como ascendente en Acuario y el Sol y Mercurio en la novena región del cielo, con los otros planetas en aspecto con esta novena región- significa que un hombre renovará los misterios de los antiguos […] aprenderás también que el destino, es decir la serie de causas celestes, sirve a la divina providencia. […]Se entrega a la búsqueda de su propio libre arbitrio cuando la virtud ardiente lo lleva al cielo y cuando pregunta lo que debe hacer. Consulta voluntariamente los oráculos y está siempre libremente de acuerdo con la voluntad de la divinidad. Sirviendo a la providencia sirve al mismo destino señalado por los oráculos. El destino [Pannonios] significa para ti lo que Providencia ha ordenado y establecido (Ficino, Epistolae, CXXXXV-CXXXXVI)”[17].
En 1497 publica De misterio de Egipto obra que apela, entre otras cosas, a la teúrgia y como ésta sirve a las bases del camino iniciático hacia el Bien. Obra que lo acerca más a los saberes paganos, pero a su vez lo mantiene en su intento de conciliación.
Determinismo astral y libertad humana
En su Teologia platónica Ficino dice: “Quod autem quaedam elementorum naturae in caelo sint, omnes astrologi confitentur” (Ahora bien, todos los astrólogos admiten que las naturalezas de los elementos existen de alguna manera en los cielos) (FICINO, [1489] 2001-2005: XVI, 6, 6). Esta certeza se extiende a todos sus escritos, pues entendía que el saber de los astrólogos consiste en entender los vínculos entre las esferas celestes y el mundo. El problema con la astrología no residía en este saber, pues por lo descripto hasta aquí queda claro que el conflicto se centró en el determinismo astral. Esta controversia está íntimamente ligada con la defensa de la libertad individual y el intento de conciliarla con los saberes astrológicos. Sostiene en el De Vita.
“Pero me gustaría conversar un momento con el severo prelado de la religión. Dime por favor Prelado, ¿qué es lo que condenas en el recurso de los astros? Dices todo lo que limita nuestro arbitrio; todo lo que deroga el culto al único Dios. Pero contigo no solo condeno estas cosas, sino que también las rechazo fuertemente. (Ficino [1489], 1989: III, 25, 380)”[18]
Efectivamente, interpretar a los astros, sus movimientos y su influencia, no es algo que para Ficino sea incorrecto. Lo que es equívoco es considerar los astros sean los creadores del futuro humano. Los astros actúan, más bien, como “ministros” o “vehículos” de una voz mayor, reflejando la luz que de ella emana. Justamente es la providencia divina quien, valiéndose de las estrellas, escribe en ellas su voluntad. Sostiene en el libro nueve de su Teología platónica que los conocimientos de los astrólogos que explican la disposición de los astros y los augures de las aves, representan la letra de la divinidad, entonces solo descifran los significados ocultos de su escritura.
La naturaleza humana, por lo tanto, no está sometida a los astros puesto que, como dice Ficino, “La vita rationalis del alma no está sometida al cuerpo, lo que le permite liberarse de las influencias astrales y es así que Ficino toma posición en relación con el determinismo astral y el libre arbitrio”. Así, mientras los astros pueden tener una fuerte influencia en la naturaleza y en el hombre, no puede gobernar en su racionalidad, pues ahí es la naturaleza humana es libre de toda influencia astral.
Qué sucede con la melancolía[19], aquel estado que surge gracias al influjo de Saturno? Su influencia afecta el temperamento humano, aunque no forje un futuro es cierto que controla el estado anímico y físico. Recordemos que Ficino elabora su propia carta natal y descubre que nació bajo el influjo de saturno. Desde ese momento se ocupa de dar un nuevo sentido al estado melancólico. Este planeta maléfico, dirige hacia aquel que se subsume bajo su influencia a un estado de extrema tristeza, pero también, hacia la contemplación de las verdades divinas. De ahí la paradoja que se encuentra dentro del mismo estado: su misma amargura es fuente de los mejores saberes. En otras palabras, “en su forma natural la melancolía puede ser tanto tierra abandonada para la enfermedad como campo de cultivo para los grandes éxitos, porque contiene virtualmente en sí lo extraordinario y lo extraño” (Theunissen, 2005: 32). Por esta razón, la melancolía es inmediatamente asociada a la filosofía, al arte o a la poesía, actividades que se vinculan con la captación profunda del mundo y la comprensión de los saberes supremos. Sostiene, “los filósofos llegarán a conocer su Saturno, contemplando los secretos de los cielos”. Así nace De triplici Vita, una obra en la que imperan los consejos para evadir las consecuencias maliciosas del estado saturnino sobre el alma y el cuerpo. Dice Ficino:
“[Saturno], este segundo planeta, que es el más encumbrado de todos, eleva a quien le busca a la contemplación de las cosas más sublimes. Por este motivo, los filósofos finalizan con el ser singular, especialmente cuando su alma, así alejada de los movimientos externos y del propio cuerpo, se acerca lo máximo posible a las cosas divinas y se convierte casi en su instrumento. Henchida, pues, de lo alto con oráculos e influjos divinos, piensa constantemente cosas nuevas e inusuales y predice el futuro. Así lo afirman no sólo Demócrito y Platón sino, también Aristóteles en el libro de los Problemas (FICINO, [1489]2006: 30)”[20].
Los aspectos negativos de la influencia saturnina, no obstante, se pueden contrarrestar con ciertas prácticas que equivalen a “vencer” los males de la melancolía, tales como “alimentos adecuados, caminatas agradables y, sobre todo, música”. Si bien el estado melancólico es el resultado del influjo de los astros sobre la naturaleza humana, los esfuerzos por “domesticar” la melancolía son más intensos y se asemejan al ejercicio de la voluntad singular que se dirige a neutralizar el determinismo astrológico, limitando de ese modo algunos de sus aspectos más negativos.
La astrología es, en suma, “el arte de saber leer las señales y traducir el mensaje”. Lo que se entiende como la carta natal trazada por el horóscopo, no es otra cosa que el carácter o el temperamento que se forja por estar de bajo de tal astro. La astrología solo es un camino para que el alma humana pueda entender la espiritual del universo y reconocerse parte de él como imagen de Dios. De este modo, está al servicio de la filosofía y de la religión. En otras palabras, el estudio de los modelos celestiales, su interpretación y su experiencia acercan al alma hacia el conocimiento divino. La pregunta que surge, entonces, es el límite que poseen lo cielos para revelarnos la verdad divina.
Ficino, al igual que sus pares neoplatónicos, creía en un universo que estaba estructurado y conectado gracias a una simpatía universal, tal como lo expresó Proclo. La tesis de la simpatía universal, además, ofrece una visión del universo configurado como un único organismo vivo, en el que cada aspecto del mismo está vinculado con el otro. Así los símbolos o los signos ocultos pueden llevar las influencias de los planetas, así los números mágicos en la tierra corresponden con la simpatía universal. Asimismo, a los ojos de Ficino, el alma necesita del auxilio de otros saberes para ascender hacia la divinidad. Estos saberes, justamente, son la astrología, la magia y la teúrgia. Particularmente, benefician al alma humana en su camino de deificación. Entonces ¿podemos vincular el saber astrológico y mágico con un camino iniciático hacia la experiencia mística? Ficino le confiere a la astrología y a la magia un carácter místico-religioso y desde este lugar defiende su práctica. Por esta sintonía va el autoconocimiento, esto es, el saber de nuestra propia historia astral. En otros términos, entender como a partir de la comprensión de los materiales de la naturaleza y del curso de los astros, el alma del hombre puede elevarse hacia el conocimiento de la totalidad. Según Ficino, la filosofía no constituye solamente un pensar racional, sino que combina la meditación y la racionalidad en su anhelo o deseo de entender el universo y sus misterios. Si la filosofía de Ficino es una invitación para “ver con los ojos del alma” lo que es verdaderamente nuestra realidad, la astrología y la magia lo llevaban por ese camino.
Para finalizar, en sus escritos insiste sobre la conciliación entre el cristianismo y el paganismo, pero también y de acuerdo al tema, mantiene las voces separadas, nunca aceptando que los argumentos de la astrología adivinatoria sobrepasen los límites y determinen el funcionamiento de lo divino. Sostiene Voss (2006) que como platónico, Ficino verá a través del cosmos la mente divina, como católico ortodoxo, localizará a Dios más allá de los límites de las estrellas, como un mago hermético, usará imágenes e invocaciones para simpatizar con el mundo-alma; como fiel seguidor de Tomás de Aquino, negará la legitimidad de la magia de los talismanes; como médico, afirmará que los poderes sembrados en el mundo por el anima mundi son naturales, como astrólogo buscará los beneficios de los astros (25-26). Esto es lo más interesante de su pensamiento y el juego que nos invita a jugar, es decir a encontrar los puntos de concordancia y distanciamiento entre todas las fuentes que incorporó en su filosofía. En suma, como señala Pompeo Faracovi, Ficino hace uso de estas fuentes y puede entender a la astrología en una doble dirección, convirtiéndola simultáneamente en una herramienta para analizar la constitución física y, por otro, las inclinaciones psicológicas. La astrología pasa así a funcionar como una técnica de autoconocimiento, del alma y su vínculo con el cuerpo. (POMPEO FARACOVI, 2002: 2015). Así la animación del cielo y la idea de una verdad oculta en ellos se expresa en un lenguaje nuevo impregnado de una rica vertiente simbólica en el pensamiento de Ficino
Consideraciones finales
Es difícil describir de manera completa y precisa lo que ha significado la astrología y la magia para el mundo renacentista. La circulación de fuentes sobre estos tópicos creció a medida que pasaban los años y se elaboraban más traducciones de fuentes de origen egipcio, mesopotámico, persa, hebrero y griego. Estas son las fuentes de la filosofía de Marsilio Ficino.
El objetivo principal de este artículo fue presentar de manera preliminar algunas consideraciones relacionadas con las controversias o contradicciones que las prácticas astrológicas han generado en el pensamiento de Ficino. Reflexionamos sobre la noción que tiene sobre las doctrinas y las prácticas de la astrología y de la magia. Para Ficino estos saberes contribuyen en el conocimiento sobre la armonía y constitución del universo en su totalidad. Asimismo, comprender los influjos astrales abonaría en el cuidado de sí y de la naturaleza. No obstante, su gran preocupación lo dirigió a intentar conciliar la astrología con las doctrinas cristianas, considerando a los astros vehículos de la divinidad y no causa del futuro. En suma, la astrología representaría el arte de comprender las señales de los cielos con el fin de acercarnos al conocimiento de la divinidad.
Bibliografía
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[1] Para mayor información sobre las nociones aristotélicas respecto a los movimientos planetarios, se recomienda la lectura de BOTTERI, G. y CASAZZA, R., (2015). El sistema astronómico de Aristóteles Una interpretación. Buenos Aires: Ediciones Biblioteca Nacional.
[2] Se recomienda también la lectura de POMPEO FARACOVI, O. (2002). Tra Ficino e Bruno: gli animali celesti e l'astrologia nel Rinasciemento. Bruniana & Campanelliana , Vol. 8, No. 1 , pp. 197-232. La autora bien señala que Ficino adquiere ciertas herramientas y técnicas sobre la praxis astrológica a través de fuentes mesopotámicas, griegas y egipcias, que lo guiarían, entre otras, a decodificar su propia carta astral. En otros términos, tal como sostiene Pompeo Faracovi, entre las fuentes de la astrología ficiniana no faltan el Tetrabiblos ptolemaico, con su interpretación de la astrología como una investigación conjetural, apoyada en una cosmología peripatética; la cosmología y metafísica neoplatónicas, la visión hermética del arte, como conjunto de técnicas para trazar las disposiciones individuales y como base fundamental para comprender la correspondencia macro-microcósmica; los maestros de Chartres, Tomás de Aquino, etc. (POMPEO FARACOVI, 2002: 216)
[3] En el Renacimiento, la magia simpática o natural fue considerada un saber sólo destinado a ciertas personas iniciadas en sus doctrinas, a los que le otorgaba capacidades y poderes para comprender los misterios del universo. Entre las clasificaciones de la magia elaboradas durante esa época, la más interesante es, tal vez, la que Giordano Bruno en su tratado De Magia (Sobre la Magia), donde distingue entre nueve y diez categorías. Se recomienda la lectura de Pompeo Faracovi (2002) para un estudio comparativo entre Marsilio Ficino y Giordano Bruno.
[4]A pesar de que en Grecia, como sostiene Pompeo Faracovi, la deificación del cielo no siempre se expresó en términos de identificación de los planetas con dioses, es cierto que cada esfera celeste, sea planea o estrella, podría pertenecerle a un dios, sacralizando de esta manera a la misma esfera. En la cosmovisión astrológica y astronómica griega se observa con claridad, por ejemplo, la teoría de la armonía de esferas, basado en el sistema mesopotámico de los siete planetas, las dos luminarias y el cinco estrellas errantes menores, aunque enumeradas en diferente orden (POMPEO FARAVOVI, 2002: 198-200)
[5] Ficino se refiere en sus escritos a varios astrólogos, hebreos como Abraham Ibn , árabes, caldeos y egipcios, considerando que estos últimos desarrollan con mayor precisión el tema de la predicción: “Est et futurorum praedictio ilia qua pollebant Chaldaei et Aegyptii mathematic”.
[6] Para el problema del erotismo mágico véase PAUL, A. M. N. (2019) “Marsilio Ficino y la cristalización de un erotismo mágico en la experiencia mística”, Melancolía. Revista de historia del Centro de Estudios sobre el esoterismo occidental de la UNASUR , 4 pp. 1-27
[7] Quem sicut et quodvis animd multoque efficacius animatum esse, non solum Platonicae rationes, sed etiam astrologorum Arabum testimonia comprobant. Ubi etiam probant ex applicatione quadam spiritus nostri ad spiritum mundi per artem physicam affectumque facta, traiici ad animam corpusque nostrum bona coelestia. Hinc quidem per spiritum nostrum in nobis medium et tunc a mundi spiritu roboratum, inde vero per radios stellarum feliciter agentes in spiritum nostrum, et radiis natura similem et tunc se ipsum coelestibus coaptantem. La traducción castellana en este caso es de Marciano Villanueva Salas (2006).
[8] Denique concludamus cum Galieno astrologiam esse medico necessariam, qui de criticis diebus disputans ait certam esse Aegyptiorum sententiam, id est, Lunam significare affectionem indies aegrotantis atque sani adeo ut si misceantur cum Luna radii Iovis et Veneris, bene afficiatur uterque; sin autem Saturni vel Martis, contraria ratione se habeat. (Traducción propia)
[9]Per separationem igitur a rebus humanis, per otium, solitudinem, firmitatem, per theologiam secretioremque philosophiam, superstitionem, magiam, agriculturam, per maerorem Saturno subicimur (traducción propia).
[10] Atque summatim haec, quae dicam ex hymnis Orphicis congregantur: “Sol oculus aeternus omnia videns. Supereminens coeleste lumen, coelestia temperans, et mundana. Harmonicum mundi cursum ducens, sive trahens. Mundi Dominus (traducción propia).
[11] Moses coelestium Dominum in die Solem putat, in nocte Lunam, quasi nocturnum Solem. Solem quasi Dominum omnes in mundo medium, quamvis ratione diversa, collocaverunt. Chaldaei quidem medium Planetarum. Aegyptii vero inter duos mundi quinarios, nempe super hunc Planetas quinque, sub hoc Lunam et quatuor elementa. Propinquiorem vero Terrae, quam firmamento positum a providentia putant, ut eius fervente spiritu et igne, Lunae aëris, aquae humor, et crassa terrenorum materia foveretur (traducción propia).
[12] La obra de Pico se denominaba Disputationes adversus astrologiam divinatricem, publicado póstumamente en 1496.
[13] En cierto punto, la Disputatio contra judicium astrologorum, buscaba anunlar cualquier referencia a las técnicas astrológicas judiciarias. Si bien esta obra no fue publicada, sí, en cambio, fue conocida por varios amigos y colegas de Ficino, a través, por ejemplo, de su extenso epistolario, de sus obras maduras o en el Comentario a Plotino junto con la traducción de las Enéadas, en 1492. Pompeo Faracovi señala que estas referencias pueden observarse al margen de algunos pasajes de las Enéadas II, III y IV en la cual justifica además la no injerencia o no intervención de los astros en la voluntad humana, puesto que si son cuerpos físicos no actúan en el alma y si son dioses no pueden causar el mal e ir en contra del libre arbitrio. Así, Ficino afirma su rechazo al fatalismo propuesto por la astrología judiciaria, condenada en el Renacimiento como hemos mencionado. ( véase POMPEO FARACOVI, 2002: pp. 205, 210 y 214)
[14] Como sostiene Voss (2000), en verdad apenas existen pocas cartas en las que Ficino no refiera a las influencias astrológicas a sus amigos.
[15] Sed horum hominum duo sunt genera. Alii templum hoc dei, mundi scilicet machinam, admirantur frequentius, alii templi huius numen impensius venerantur. Illorum animo per somnum quieto passiones mundi monstrantur, et illae prae ceteris ad quas magis afficitur, ut pluviam videat futuram, bellum, pestem atque similia. Demonstrationis modum et ordinem supra diximus. […]. Haec tamquam repugnantia in eodem non facile concurrunt. Ideo plurimum non iidem praesagi sunt perspicui et interpretes, et saepe qui praesagiunt nesciunt quid presagiant maxime, et qui interpretantur velociter errant magis in praevidendo- Quod in Timaeo significavit Plato, cum dixit alios esse vates, alios vatum interpretes ( traducción propia).
[16] La carta estaba efectivamente dirigida a Bandini, embajador de Lorenzo el Magnifico en la corte del rey Matthias Corvino, quien se encontraba en Buda. En esta Carta Ficino había establecido claramente su posición según la cual el estudio y la traducción de Platón respondía a las intenciones de la divina Providencia. La traducción de la carta es de Fabián Ludueña (2006: 261-262)
[17] La traducción de la carta es de Fabián Ludueña (2006: 263-262).
[18] Sed iuvat etiam parumper alloqui severum religionis antistitem. Dic age quidnam in astrorum usu damnas, antistes? Quicquid, inquies, arbitrio nostro detrahit; quicquid unius Dei cultui derogat. Eadem ego tecum non damno solum, sed etiam valde detestor (traducción propia).
[19] Dos clases de melancolía existen para Ficino: adusa y natural. Esta última es la que busca defender en su tratado puesto que, no siendo tan nociva para los hombres, resulta provechosa para la contemplación de la divinidad. Es importante aclarar que el hecho de no ser tan nociva no implica que Ficino la catalogue como buena; sólo le interesa subrayar que resulta provechosa en tanto no se mezcle con los mismos contenidos de la adusa.
[20][Q]uorum alter, altissimus omnium planetarum, investigantem evehit ad altissima. Hinc philosophi singulares evadunt, praesertim cum animus sic ab externis motibus atque corpore proprio sevocatus, et quam proximus divinis et divinorum instrumentum efficiatur. Unde divinis influxibus oraculisque ex alto repletus, nova quaedam inusitataque semper excogitat et furura praedicit. Quod non solum Democritus atque Plato affirmant, sed etiam Aristoteles in Problematum libro”.
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