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Pleamar. Revista del Departamento de Geografía. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Mar del Plata - Año de inicio: 2021 - Periodicidad: 1 por año
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ISSN N2796-8480

 

https://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pleamar

Ao 1, Nro. 1, Mar del Plata, Argentina, diciembre de 2021

 

 

Artculos

 

Ambientalizar la Geografa

 

Diego Joaqun Garca Ros[1]

Recibido: 29/09/21

Aceptado: 23/11/21

 

Ecologa sin lucha de clases es jardinera

Chico Mendes

 

Resumen

Hace dcadas que las cuestiones ambientales forman parte de la agenda pblica de los diferentes pases, los cuales, con mayor o menor intensidad, llevan adelante polticas pblicas en esa direccin. En Argentina, existe una ingente legislacin ambiental, pero es con la reciente promulgacin de la Ley de Educacin Ambiental (2021) y la Ley Yolanda (2020), que lo ambiental comienza a estar en boga en el discurso de muchos de los actores del arco poltico, los ministerios e instituciones. La Geografa, a pesar de ser una disciplina que se encuentra directamente ligada con la retrica ambiental, ha perdido mucho campo en su corpus analtico, merced al desarrollo que tuvieron los conceptos de espacio, territorio y lugar como nociones vlidas para explicar las formaciones geogrficas. Es tiempo de que la dialctica entre sociedades y sistemas naturales comience a cobrar fuerza a partir de los anlisis ambientales de todos los procesos geogrficos.

 

Palabras clave: geografa, ambiente; educacin ambiental integral; contenidos ambientalizados

Greening Geography

 

Abstract

For decades environmental issues have been part of the public agenda of different countries, which, with greater or lesser intensity, carry out public policies in that direction. In Argentina, there is a huge environmental legislation, but it is with the recent enactment of the Environmental Education Law and the Yolanda Law, that the environment begins to be in vogue of the discourse of all the actors of the political arc, the ministries and institutions. Geography, despite being a discipline that is directly linked to rhetoric, has lost much field in its analytical corpus, thanks to the development of the concepts of space, territory and place as valid notions to explain geographical formations. It is time that the dialectic between societies and natural systems began to gain strength from the environmental analyzes of all geographic processes.

 

Keywords: geography, environment; comprehensive environmental education; green content

 

Vindicacin al concepto de ambiente

Ambiente es, acaso, uno de los conceptos con mayor carga geogrfica de nuestra disciplina, por cuanto refiere a la unidad espacial que sintetiza las relaciones histricas, permanentes y conflictivas entre las sociedades y los sistemas ecolgicos. A pesar de que, en la evolucin de la Geografa, sufri avatares que lo hicieron vacilar hacia concepciones naturalistas o biologicistas -asemejndolo a las nociones de bioma o ecorregin-, actualmente, existe un consenso cientfico importante en considerar que el ambiente es un recorte territorial con lmites definidos (Reboratti, 2000; Bocco y Urquijo, 2013) que engloba a todos los elementos que forman parte de la biosfera: tanto los biticos y abiticos de la naturaleza, como los producidos por las sociedades de manera antrpica.

En otras palabras, podramos definir al ambiente como un sistema de relaciones complejas entre las distintas esferas de la naturaleza (atmsfera, hidrsfera, litosfera y biosfera) y las sociedades, materializadas en un espacio en el que, dadas sus caractersticas particulares, pueden identificarse ciertos lmites. Este tejido conceptual, que busca ofrecer un lugar importante a las actividades humanas a la hora de construir ambientes, recupera la concepcin trabajada por el clsico libro de historia ecolgica argentina llamado Memoria verde, donde encontramos la siguiente definicin: Es un sistema dinmico y complejo resultante de la interaccin entre los sistemas socioculturales y los ecosistemas, susceptibles de provocar efectos sobre los seres vivientes y las actividades humanas (Brailovsky y Foguelman, 2009, p. 34). Ya hemos ponderado el lugar del componente territorial y la importancia de la situacin geogrfica de los ambientes, lo cual les ofrece un componente geogrfico remarcado; por eso citamos las palabras de Di Cione que se transcriben a continuacin:

Los ambientes estn situados geogrficamente. La formacin geogrfica es el mbito especfico donde se combinan la naturaleza y la cultura. Los ambientes son, simplificando, nichos ecolgicos, hipervolmenes no fcilmente delimitables sin considerar su inscripcin geogrfica. Los nichos estn poblados por muchos procesos de territorializacin convergentes. Algunos con gnesis locales (autctonos) y otros distantes (alctonos). La combinacin de todas las territorializaciones determina la formacin territorial de los ambientes especficos. Es imposible modificar los sentidos ambientales sin modificar la formacin territorial. Luego es imposible sin intervenir en las escalas de la formacin social a los fines de alterar la formacin territorial que opera en los especficos ambientes (Di Cione, 1998, p. 8).

La construccin social de ambientes o, mejor, de formaciones ambientales (Di Cione, 1998), a pesar de constituir dinmicas eminentemente geogrficas -dado que sus categoras esenciales e interactuantes forman parte del corpus terico de la disciplina-, ha sido desatendida por una Geografa que, en las ltimas dcadas, estuvo ms interesada en ocuparse del espacio, del territorio y del lugar como categoras de anlisis superadoras y holsticas. Sin embargo, hace ya algunos aos que la Geografa ha recogido el guante de abordar contenidos ambientales en su agenda, tanto acadmica como escolar. Va de suyo el ingente crecimiento de estudios de caso ambientales en los libros de texto y las planificaciones docentes, la multiplicidad de artculos y ponencias en congresos, as como la proliferacin de grupos de investigacin y extensin en universidades, vinculados a temticas ambientales.

La Geografa cobra una relevancia especial en el contexto actual en el que aparecen muchos estudios ambientales interesados en el anlisis del espacio: ciencia sustentable, ciencia del cambio de la tierra, ciencia del sistema de la tierra, sociologa ambiental. La geografa ambiental, como una propuesta integradora, debe contribuir a la organizacin del flujo de los diferentes y variopintos componentes de la investigacin, ms all de los problemas de lenguaje y metodologa que puede generar la pretensin holstica (Bocco y Urquijo, 2013, p. 78).

Sin embargo, es preciso sealar que en este artculo no se realizar un relevamiento descriptivo sobre el desarrollo que ha experimentado lo ambiental en Argentina (Condenanza, 2014), sino que se tiene como objetivo realizar un llamamiento a la reflexin sobre un enfoque conceptual y estructural que es importante tener en cuenta a la hora de pensar la educacin ambiental desde nuestra disciplina. En el ltimo tiempo, en Argentina se aprobaron dos leyes muy importantes que, de alguna manera, son las que motorizaron este artculo: en noviembre de 2020, se aprob la Ley N. 27592 -ms conocida como Ley Yolanda-, la cual tiene como objetivo garantizar la formacin integral en ambiente, con perspectiva de desarrollo sostenible y con especial nfasis en cambio climtico, para las personas que se desempean en la funcin pblica; y, en mayo de 2021, se promulg la Ley N. 27621 de Educacin Ambiental Integral (en adelante, EAI), la cual ofrece un andamiaje institucional y presupuestos mnimos para el monitoreo y el diseo de acciones institucionales (en todos los niveles educativos) para llevar adelante una comprensin articulada y transversal de temas ambientales en la educacin. En este sentido, seguramente existirn reacomodamientos ministeriales, se crearn organismos de contralor y se elaborarn materiales educativos para concretar los principios declarativos de ese documento legal. La Geografa, en tanto disciplina que posee incumbencia directa sobre lo ambiental, deber adoptar la decisin de orientar sus acciones formativas e investigativas hacia esa direccin y, para ello, ser importante redoblar esfuerzos entre todos los actores de la comunidad para mostrar presencia en dichos compromisos.

En este sentido, el presente artculo se trata de una plataforma declarativa con rasgos biogrfico-formativos que se erige como un llamamiento disciplinar hacia los actores que formamos parte de la disciplina geogrfica. Ser importante compartir algunas consideraciones que apuntan a fomentar una discusin que contribuya a repensar nuestras prcticas docentes e investigativas en Geografa desde un enfoque ambiental integral, con el propsito de propiciar el debate que nos aproxime a la posibilidad de hacernos cargo de aquello que las leyes ambientales y nuestra historia disciplinar reclaman.

 

Deconstruir nuestras biografas formativas

En Argentina, a la Geografa le queda mucho camino por recorrer para adjudicarse el -merecido y justificado- mote de privilegiada (o autorizada) en el tratamiento de problemticas ambientales, en el abordaje de cuestiones que hacen a la educacin ambiental o en la toma de decisiones en gestin ambiental. Esto se ha dado no solo por el vigoroso avance de otras ciencias, como las ya mencionadas por Bocco y Urquijo (2013), sino por propios yerros de las estructuras geogrficas universitarias y superiores no universitarias que le han hecho perder la brjula con respecto al tratamiento integral de lo ambiental en profesorados y licenciaturas[2].

Sostenemos que toda carrera de Geografa jerarquiza los enfoques y contenidos en su plan de estudios en funcin de las prioridades formativas, o bien, por las disputas entre los actores involucrados, que se dan en torno a su formulacin. En algunos casos, se ha buscado dar mayor preponderancia a la geografa fsica, mientras que otros departamentos del pas, para posicionarse polticamente en oposicin a los primeros, decidieron enfocar sus principios declarativos en torno a la geografa social. Esta polarizacin disciplinar no solo se puede vislumbrar en las estructuras curriculares de los planes de estudio, sino en la reparticin de mesas temticas en un congreso de geografa[3], donde los trabajos fsicos exhiben una dbil consideracin de las relaciones sociales y donde los trabajos centrados en la geografa social, econmica o poltica no acostumbran a tener en cuenta la manera en que las sociedades construyen ambientes (transforman naturaleza) mediante sus racionalidades.

Es por ello que se ha constituido, a nivel pas, una dicotoma que refuerza posturas antagnicas, obnubila abordajes integrales y ocluye miradas que entiendan al ambiente como una construccin histrica y dialctica entre las sociedades y los sistemas naturales. Va de suyo pensar que todava se sostienen interpretaciones que giran en torno a comprender primero la base natural para entender, posteriormente, a las acciones humanas en el espacio (todava sigue vigente esta idea de entenderlo como contenedor). Es por ello que han sido progresistas y denodados los esfuerzos de Gurevich (2005) y Zenobi (2014) por intentar pensar a los territorios contemporneos desde el anlisis multicausal que entiende a los ambientes desde la diversificacin y la complejidad, pudiendo ser atendidos desde un mosaico de materiales curriculares que propenden a la renovacin conceptual y metodolgica de la geografa escolar.

Yendo a los profesorados, la anterior dualidad se ve agravada cuando pensamos que existen carreras que buscan ofrecer mayor preponderancia a la cuestin disciplinar, mientras que otras, a la formacin pedaggica, sin lograr generar el equilibrio necesario para conseguir lo que Shulman (1987) denomina conocimiento didctico del contenido en un trayecto formativo. En el primer caso, segn Davini (2008), desde que existen las instituciones escolares y se conformaron los programas de formacin de los docentes, ha ido perfilndose ntidamente la tradicin acadmica, donde se afirma que lo esencial es que conozcan slidamente la materia que ensean y reducen la formacin pedaggica a una debilidad llamativa, dado que se la considera superficial e innecesaria. En el segundo caso, la carga de materias pedaggicas generalistas es tan grande que, si le quitramos el ttulo al plan de estudios, no sabramos de qu profesorado estamos hablando.

Las licenciaturas de Geografa, en cambio, han sabido tutoriar, en algunos casos, las guas que hacen a sus principios investigativos hacia algunos componentes ambientales a partir de seminarios orientados o perfiles que tienen que ver con una mirada integral que estipula marcos tericos en funcin de temas ambientales, que luego podrn ser tomados en cuenta -o no- por las futuras tesis de grado que se presentan al concluir la carrera. Sin embargo, las experiencias ambientales en torno a ciertas lneas de investigacin o la constitucin de seminarios ambientales constituyen archipilagos aislados que no buscan un hilo ordenador ni una coherencia epistmica. Por ejemplo, en un anlisis del plan de estudios de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Malvares Mguez (s/f) sostiene con contundencia:

Puede concluirse en este tem que existe un grado bajo de contenidos ambientales en la currcula de la licenciatura en geografa (). Segn los porcentajes puede decirse que el abordaje interdisciplinar es bajo tanto sobre el total de asignaturas analizadas como en aquellas que presentan contenidos ambientales expresados en diferentes niveles (Malvares Mguez, s/f, p. 8).

En la narrativa anterior hallamos un problema que tienen, en general, las carreras universitarias y los institutos de formacin docente en Geografa: la inexistencia de proyectos comunes entre las materias o la incapacidad para transversalizar marcos referenciales ambientales que pueden hacer las veces de columna vertebral de una carrera. La mayora de los planes de estudio con los que fuimos formados los profesores y licenciados en Geografa en Argentina no ha adoptado al ambiente como una categora significativa para el anlisis geogrfico, como s lo han sido el espacio, el territorio o el lugar. En ese sentido, como ya hemos afirmado, todava se identifican recorridos formativos en que la geografa fsica y la geografa humana discurren por carriles paralelos, donde no existen puntos de dilogo entre las ctedras que se dedican a una u otra rama de la disciplina. Tambin en muchos congresos sigue existiendo esta divisin tajante entre ambos flancos, o incluso, las diferentes ramas que aparecen dentro de cada vertiente (geografa social, econmica, poltica, urbana, rural) no acostumbran a adoptar al ambiente como una categora vlida de anlisis, sino que solo la tienen en cuenta cuando se trata de considerar las diferentes afectaciones negativas de las actividades humanas[4]. Este aspecto lo desarrollaremos en el siguiente apartado.

 

Abandonar la tentacin de adoptar a lo ambiental como una consecuencia de las otras dimensiones geogrficas

Naturaleza y ambiente han sido conceptos que, de manera confusa y desprevenida, se han utilizado de una forma casi indistinta en la retrospeccin de la disciplina. En este sentido, han sido esforzados los intentos de gegrafos como Milton Santos y Carlos Reboratti para entender que la naturaleza, en su dinmica, es una entidad que, lejos de ser intocada, evoluciona a la par de los ritmos sociales y sus modos de produccin. Es por ello que el autor brasileo acu el acertado concepto de segunda naturaleza (Santos, 1995), principio fundante que entiende a las relaciones entre sociedad y naturaleza desde una lgica artificializada, trastocada, instrumentalizada, sin amagues para entender a la naturaleza como un vergel originario. Reboratti (2000), asimismo, hizo el aporte de que la naturaleza no es la esfera primigenia desde la cual se construyen los ambientes, sino que la misma se diferencia del ambiente desde un sentido abstracto y sin lmites definidos. Por eso, en su libro Ambiente y sociedad la comprende como un sistema de relaciones que adopta diferentes comportamientos segn nuestra escala de anlisis: por ejemplo, la naturaleza en el oso hormiguero, a diferencia del ambiente que, como abordamos en el apartado anterior, tiene un componente ms territorial y, por ende, posesivo e identitario: el ambiente del oso hormiguero. Por otro lado, Blanco (2009) sostiene que las transformaciones histricas que ejercieron las diferentes sociedades fueron constituyendo un sistema de naturalezas sucesivas, histricas, resultado de la particular combinacin de las reglas que regulan el funcionamiento de los sistemas fsicos y biolgicos y de las prcticas sociales (Blanco, 2009, p. 50). Este mismo autor trae a Moraes sobre la palestra para referirnos a un interesante proceso de valoracin de la naturaleza, que, agregamos, erige nuevos ambientes, a partir de cinco etapas: apropiacin de los medios naturales, creacin de una segunda naturaleza, apropiacin de la naturaleza ya socializada, creacin de formas espaciales humanas, apropiacin de las formas creadas (Blanco, 2009, p. 50). Como sostiene Seoane (2017, p. 22), la palabra naturaleza ha sido considerada un concepto histrico, complejo, polismico, enigmtico, mistificador, fantasmal e, incluso, promiscuo.

Sin embargo, a pesar de los anteriores esfuerzos conceptuales por conciliar la mirada entre ambiente y naturaleza (ambos entendidos como una construccin social dialctica), a menudo, el abordaje de lo ambiental se circunscribe a la afectacin negativa de las acciones humanas en los sistemas naturales. Una suerte de consecuencia esperable de las diferentes intervenciones sociales en el medio natural. Bajo esta perspectiva es frecuente entender a la naturaleza como una entelequia prstina y en equilibrio permanente -casi un vergel- que resulta ser vilipendiada o esmerilada por el innatamente destructivo mundo social moderno.

Se trata de una perspectiva que lee la naturaleza como algo dado, como una slida base fundacional (u ontolgica) a partir de la cual actuamos y que puede ser invocada para apoyar juicios ticos o normativos sobre prcticas y procedimientos ecolgicos, sociales, culturales, polticos o econmicos. Considrese, por ejemplo, cuntos de los recientes esfuerzos de planificacin sostenible legitiman sus actividades invocando cierta visin transcendental de una naturaleza que se ha desajustado y requiere ser re-equilibrada, un procedimiento que re-equilibrara, a su vez, el orden social (Swyngedouw, 2011, p. 42).

Esta concepcin, como toda idealizacin, no solo es errnea y poco congruente con la realidad, puesto que la naturaleza es mutable y su morfologa se ha visto alterada en funcin de tiempos geolgicos y humanos, sino que ha sido utilizada como medida objetiva -o natural- para condenar las actuaciones humanas (Leal, 2002). Es decir, hemos creado una concepcin de la naturaleza para revestir de objetividad nuestras crticas a la forma como se ha transformado el medio natural. Las crticas son vlidas, pero son nuestros valores y no la voz de la naturaleza los que emiten tales juicios

El ecosistema est construido a partir de la unidad contradictoria de capital y naturaleza (). Es importante tambin recordar la definicin de la tecnologa como una apropiacin humana de objetos y procesos naturales para facilitar la produccin. La naturaleza resultante no slo evoluciona de manera imprevisible motu proprio (como consecuencia de las mutaciones aleatorias y las interacciones dinmicas autnomas incorporadas al proceso evolutivo en general), sino que tambin est siendo activa y constantemente reformada y reconfigurada por las acciones del capital (Harvey, 2014, p. 243).

Esta visin dialctica de las formaciones ambientales, las cuales son constituidas a partir de la imbricacin cultura-naturaleza como producto de la propia dinmica del capital, no hace ms que ofrecer una perspectiva compleja basada en relaciones histricas, permanentes y conflictivas. Esas interrelaciones cambiantes dan forma a nuevas entidades espaciales y ambientales, lo cual da origen a lo que Smith, citado por el propio Harvey, denomina produccin de naturaleza:

La direccin que toma esta produccin de naturaleza es una cuestin abierta y no cerrada, siendo evidente asimismo desde hace mucho tiempo que se trata de un asunto plagado de consecuencias no deseadas. As, los frigorficos, que facilitaron el reparto de alimentos no contaminados a una pujante poblacin urbana, fueron identificados, muchos aos despus, como el origen de los clorofluorocarburos (CFC) que estaban nada menos que destruyendo la capa de ozono estratosfrica que nos protege de las radiaciones solares! (Harvey, 2014, p. 244)

Entonces, a partir de estos registros de entendimiento, la Geografa adopta un cariz de permanente denuncia donde toda intervencin en la naturaleza es una problemtica per se, y donde la sumatoria de estas situaciones constituyen el reaseguro que le otorga un semblante ambiental a nuestra disciplina. Por ello, es comn comprender una problemtica geogrfica desde las clsicas dimensiones de anlisis: econmicas, polticas, sociales, culturales y ambientales. Estas miradas siguen divorciando a la naturaleza (siempre una vctima pasiva) de la sociedad (siempre uniforme y esencialmente mala), desconociendo la desigual responsabilidad de actores sociales, omitiendo el entendimiento conceptualmente multifactico e histrico del ambiente, reducindolo a un mero receptculo espacial que recibe, de manera pasiva, el perjuicio de diferentes tipos de contaminacin antrpica.

 

Contribuir a los abordajes sistmicos y estructurales para comprender las dinmicas ambientales

Un lugar comn dentro de la Geografa es pensar a lo ambiental desde los estudios de caso. Tanto en la investigacin, donde proliferan artculos y captulos de libros sobre problemas o implicancias ambientales locales de una situacin geogrfica determinada; como en la esfera educativa, donde los diseos curriculares y los libros de texto estn inundados de estudios de caso que encapsulan lo ambiental en torno a un espacio y tiempo determinados; lo cierto es que el estudio de las llamadas problemticas ambientales en los trminos de islotes temticos y ejemplificados, no hacen ms que fragmentar la mirada estructuralista de la disciplina.

En esta metodologa de trabajo se emplea inductivamente el concepto de multiescalaridad, consistente en la forma de aproximacin espacial sobre los procesos estudiados (mundial, regional, nacional, local). Bajo esta modalidad, se genera un acercamiento hacia los problemas o situaciones particulares de un modo ms preciso, tan necesario para analizar procesos sociales y dinmicas geogrficas, aplicando la multiperspectividad y la multidimensionalidad, a los fines de reducir los mrgenes de abstraccin en un contenido. En palabras de Stake(1999):

El cometido real del estudio de casos es la particularizacin, no la generalizacin. Se toma un caso particular y se llega a conocerlo bien, y no principalmente para ver en qu se diferencia de los otros, sino para ver qu es, qu hace. Se destaca la unicidad, y esto implica el conocimiento de los otros casos de los que el caso en cuestin se diferencia, pero la finalidad primera es la comprensin de este ltimo (Stake, 1999, p. 20).

Los casos son instrumentos complejos que revisten la forma de narrativas sobre una situacin determinada en un espacio especfico y apuntan a comprender o corroborar una teora, concepto o problemtica general, a partir de un problema puntual. El estudio de caso es el vehculo por medio del cual se le da tratamiento a un retazo de la realidad, a fin de que los alumnos y el profesor lo examinen minuciosamente, dado que un buen caso mantiene centrada la discusin en alguno de los hechos contemplados con los que, generalmente, explican situaciones de la vida real de los estudiantes. Esta estrategia de zoom analtico permite profundizar cada uno de los aspectos y/o dimensiones del problema presentado. De este modo, se puede decir que hay dos escalas de anlisis sobre una situacin a ser abordada para lograr su comprensin: una a nivel macro (la contextualizacin) y otra a nivel micro (la especificidad). Segn Merlinsky (2013):

Los estudios de caso tienen que pasar una prueba crucial en la relacin local-global. El valor heurstico del caso reside en su capacidad para intersectar diferentes planos de organizacin social que se expresan en una posicin localizada; as, un caso bien construido no es un caso particular (Merlinsky, 2013, p. 63).

Un estudio de caso debe ser lo suficientemente verstil para incluir dimensiones polticas, econmicas, sociales y ambientales, de manera que su anlisis sea complejo y ayude a comprender situaciones geogrficas ms generales. Segn Wassermann (1994), esta metodologa es compleja y reviste la forma de narrativa y, aunque se centra en reas temticas especficas, los buenos casos se construyen en torno a problemas que merecen un examen a fondo. Sin embargo, no todo es bienaventurado desde esta visin particularizada.

Esta fragmentacin en diferentes microgeografas no hace ms que perder de vista la injerencia que tiene la reproduccin del sistema capitalista en los ambientes del planeta, mediante sus lgicas de expoliacin y rapia hacia la naturaleza, donde prepondera una racionalidad explotacionista de extractivismo hacia atrs y de contaminacin hacia adelante, basada en un modelo consumista que sostiene pirotcnicamente a este sistema. Perder de vista esta dimensin holstica de las lgicas que son inherentes al capitalismo es caer en la trampa del divide y reinars que el propio sistema nos impone. Y no solo eso. Si no utilizamos a la Geografa como herramienta para la comprensin crtica y estructural de los cimientos que enarbolan la depredacin de la base natural, con sus consecuentes pasivos ambientales, entonces el capital aproxima sus inquietudes y despliega sus velas para absorber el discurso verde.

() el capital ha convertido los asuntos medioambientales en una gran rea de actividad empresarial. Las tecnologas ambientales cotizan actualmente al alza en las bolsas mundiales. Una vez que esto ocurre, como en el caso de la tecnologa en general, la configuracin de la relacin metablica con la naturaleza se convierte en una actividad autnoma frente a las autnticas necesidades reales. La naturaleza se convierte, de nuevo segn Neil Smith, en una estrategia de acumulacin (Harvey, 2014, p. 243)

No solo en el cambio climtico podemos distinguir anlisis estructurales para comprender la dinmica del capital. La multiplicacin de incendios, la lgica explotacionista en mares, ros y montaas, los procesos de desertificacin, la siembra de rboles reforestados o la introduccin de animales exticos, la modificacin sustancial de paisajes para asociarlos al canon de belleza turstico, la destruccin de humedales para establecer urbanizaciones cerradas; son parte del mismo problema y conforman nuevos ambientes que desmaquillan el verdadero rostro del capital. Perder de vista el anlisis estructural para comprender estas lgicas a gran escala, por un lado, nos circunscribe en analizar lo ambiental como un conjunto de pasivos de los cuales no se podr actuar de manera preventiva, sino multando o sancionando (principios propios de la economa ambiental, vertiente neoclsica de la economa). Y por otro, porque en vez de utilizar a la Geografa como un conjunto de herramientas tericas y metodolgicas para comprender la totalidad y la dinmica de expansin del sistema capitalista, la utilizamos como un estandarte de denuncia que, ms all del impacto y la indignacin, no avanza hacia la comprensin de las lgicas del capital.

 

Estudiar autores que ayuden a comprender (y explicar) dinmicas estructurales en la produccin de ambientes

Luego de haber diagnosticado que a la Geografa le falta desarrollo en la formacin ambiental en los trminos que se puedan superar las microgeografas del estudio de caso, se vuelve imprescindible formarnos y capacitarnos en una lnea terica de entendimiento holstico sobre lo ambiental, en tanto totalidad y en tanto lgica de expansin del capital, es necesario nutrirse de autores que tributan en ese sentido o que han sentado las bases para construir ese marco conceptual. Como hemos afirmado, los ambientes se construyen en base a las relaciones entre los sistemas sociales y los sistemas ecolgicos, y esos vnculos, en la mayora de los casos, se encuentran trastocados por la lgica global del capitalismo. Por tanto, su evolucin deja de responder a la dinmica de los tiempos de la naturaleza, para aparearse con tiempos econmicos que se sostienen en una lgica privada y de cambio, por sobre la idea del bien comn y de uso. De este modo, el explotacionismo es el tipo de manejo predominante -por lejos- en el capitalismo, donde la mayora de las tecnologas son destructivas(Gallopn, 1985) y no respetan, de ningn modo, los procesos de regeneracin y resiliencia de los sistemas naturales. Y peor: an aquellas tecnologas que, en el mejor de los casos, son constructivas y conservativas, tambin estn ancladas a racionalidades que poco tienen que ver con el respeto por las sucesiones ecolgicas.

De este modo, el discurso predominante sobre la naturaleza y la constitucin de ambientes se enseorea con lentes econmicos que observan a los elementos en bruto como una gndola de recursos que se encuentra all para satisfacer necesidades humanas segmentadas (sin desglosar tipos de necesidades ni actores apropiadores). Solo en aquellos casos en que la situacin ambiental se entuerta y se vuelve insostenible, se atisba a multar a los responsables cuando ya es demasiado tarde. Va de suyo la corriente preponderante en los Estados modernos: la economa ambiental (Yu Chang, 2005; Tsakoumagkos, 2006), donde -casi con cautela y pidiendo disculpas-, se atina a la multa econmica para resarcir un pasivo ambiental (siempre irreversible), cumpliendo con el principio del contaminador-pagador.

Para contrarrestar a la anterior perspectiva, existen otras lneas de pensamiento -y accin- como la economa ecolgica (Foladori y Pierri, 2005; Tsakoumagkos, 2006) y la ecologa poltica (Leff, 1995; Alimonda, Toro Prez y Martn, 2017) que proponen un respeto por los tiempos de los sistemas ecolgicos y una modificacin ontolgica del sujeto en su relacin con la naturaleza, a partir de racionalidades y prcticas de accin que apunten a trastocar las estructuras del status quo. En este sentido, existen algunos autores que son referentes, desde hace dcadas, que nos permiten obtener perspectivas totalizadoras sobre el ambiente. OConnor (2003) se ha esmerado en analizar la crisis ecolgica desde el desarrollo desigual y combinado, donde recupera los conceptos marxistas de formaciones sociales capitalistas y modo de produccin para contrarrestar lo que l identifica como la victoria del posmodernismo en el ecologismo. El gegrafo ingls Swyngedouw (2011), desde un sentido provocador hacia las miradas despolitizadas del ambientalismo, y tomando los postulados de los filsofos Morton, Latour y iek, sostiene que la naturaleza no existe, apuntando a desechar las concepciones prstinas y enamoradizas de una naturaleza natural que hace siglos dej de existir. Leff (1995), quien desde hace dcadas viene contribuyendo al pensamiento ambiental latinoamericano para comprender que nuestra sujecin regional no es solo econmica sino ambiental, y pretende, junto con otros autores (Galano, Curi, Motomura, Porto Gonalves, Silva, ngelLeff, 2002) recuperar las concepciones pachammicas de relacin con el medio, para construir ambientes sostenibles y realizar el llamamiento a una nueva ontologa del buen vivir. Lwy (2012) y Bookchin (1999) proponen fuertes rupturas con el capitalismo desde sus diferentes formaciones polticas: el primero, a partir del llamado ecosocialismo, quien lo define como una corriente poltica fundada sobre una constatacin fundamental: la salvaguarda del equilibrio ecolgico del planeta; la proteccin de un medio ambiente favorable a las especies vivas incluida la nuestra es incompatible con la lgica expansiva y destructiva del sistema capitalista. (Lwy, 2012, p. 9). El segundo, en cambio, adems de ser fuertemente crtico con el sistema capitalista, tambin se muestra desencantado de otras experiencias de la historia llamadas progresistas, que tambin han sido destructivas con los ambientes, entonces propone el colectivismo ecolgico con postulados como los siguientes: Debemos organizar un movimiento que cree una sociedad ecolgica, una sociedad que est descentralizada, que sea democrtica, humana. Debemos empezar a revitalizar nuestras comunidades y nuestros vecindarios, creando una nueva poltica a escala local, devolvindolos a la vida, reforzndolos (Biehl, 2017, p. 57).

Finalmente, y ya en trminos ms didcticos que contribuyen a construir esta mirada estructural en las aulas de geografa, aparecen algunos elementos que se caracterizan por tener una gran claridad: la sencilla escritura de Federovisky (2018) con su crtica al edulcorado hombre verde que propugna el neoliberalismo como estrategia de dominacin y fragmentacin de la lucha social, los cortometrajes animados del ilustrador Steve Cutts[5], quien cuestiona las formas de apropiacin de la naturaleza y genera crticas sobre el impacto del consumismo sobre los ambientes. Finalmente, tambin es importante dar cuenta que el propio capitalismo y los actores que lo impulsan no es esttico, se est haciendo eco de la crisis ambiental y, por supuesto, quieren quedar bien parados ante esta situacin. Es el famoso lavado de cara o greenwashing (Harvey, 2014) que llevan a cabo las empresas para mostrarse ms amigables con la naturaleza (que ellos, de nuevo, llaman ambiente) y por eso desarrollan cientos de proyectos de responsabilidad social empresarial que apuntan, una vez ms, a individualizar culpas y democratizar acciones de cuidado con el medio ambiente. En este sentido, para finalizar el presente apartado, por un lado, recomendamos el artculo de opinin de Broffoni (2021), quien clarifica posturas de los actores sociales en Argentina para desenmascarar intenciones; y, por otro, aparece el mapa colaborativo del Environmental Justice Atlas[6] (Atlas de Justicia Ambiental), el cual exhibe ms de 3500 conflictos ambientales en todos los continentes (nucleares, minerales, agua, basurales, biodiversidad, industriales, etc.) y contribuye a extraer conclusiones estructurales, donde, lejos de atomizar las problemticas ambientales, podemos identificar que las lgicas de destruccin y ecocidio tienen una racionalidad global.

Ambientalizar la Geografa

Si bien el verbo ambientalizar no es un neologismo creado por este artculo[7], podramos afirmar que esta propuesta ambiciona generar marcos conceptuales y metodolgicos para la Geografa que estn basados en la comprensin esencial y relacional del ambiente, a los fines de emprender una empresa militante de transversalizacin, basada en los registros tericos y en el diagnstico de situacin contemplados en los apartados anteriores. Esta nocin con ambicin de integralidad y atravesamiento ambiental de todos los contenidos surge en los aos setenta por parte de educadores que identificaban a lo ambiental como una posibilidad para (des)compartimentar los niveles de la escuela a partir de concepciones holsticas que sean capaces de problematizar todos los campos del saber en torno a una perspectiva tan integradora como es la del ambiente. Corbetta y Sessano (2016) traen a colacin un interesante prrafo que discurre en ese sentido:

() la dimensin ha sido el significante empleado casi desde el inicio de la EA para designar cmo debera procederse a incorporar los contenidos, enfoques y perspectivas metodolgicas ambientales en el currculum () la dimensin era un planteamiento que impregnaba el currculum en su conjunto, para intentar fecundar el contenido convencional de las asignaturas con una ambientalizacin que [no obstante] muy frecuentemente consista en la adicin de contenidos y actividades didcticas sobre algn problema o fenmeno ambiental (Gaudiano como se cit en Corbetta y Sessano, 2016, p. 48).

A pesar de esos interesantes esfuerzos por transversalizar la educacin a partir de la perspectiva ambiental como posibilidad para articular espacios y refundar miradas holsticas, la realidad es que, en la mayora de los casos, las Ciencias Sociales han perdido la posibilidad de abordar contenidos que sean estructurados desde lo ambiental. En un anlisis sobre el plan de estudios de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Malvares Mguez (s/f) concluye:

A pesar de los altos porcentajes hallados por la presencia de contenidos ambientales, puede considerarse que estos son engrosados por contenidos temticos puntuales aislados y por el alto nmero de asignaturas del rea social en relacin a las otras reas temticas. Pero si se observa el aporte de contenidos ambientales del rea social en s resulta ser el ms bajo. Puede concluirse en este tem que existe un grado bajo de contenidos ambientales en la curricula de la licenciatura en geografa (Malvares Mguez, s/f, p. 8).

En otras palabras, se est dejando pasar la oportunidad para volver a lo ambiental una dimensin social, una formacin donde se conjugan relaciones entre lo social y lo natural; en beneficio de las Ciencias Naturales, las cuales no vacilan en apropiarse del concepto ni sucumben a la hora de llevarlo hacia una concepcin biologicista que hasta el da de hoy perdura. En este sentido, es dable preguntarnos: Existe posibilidad de incorporar el saber ambiental en el marco de la racionalidad instrumental y compartimentada que opera muchas veces en la formacin geogrfica de profesores y licenciados?, Es loable llegar a acuerdos conceptuales bsicos dentro de nuestra disciplina que nos permitan entender al ambiente como una construccin dialctica entre sociedades y sistemas ecolgicos?, Cun lejos nos encontramos, en tanto gegrafos, de entender al ambiente como el origen de la reproduccin social y el desarrollo de la vida?, Constituye una quimera hablar de saber ambiental como praxis de saberes interdisciplinares y de saberes populares experienciales?

Para clarificar esta situacin y comenzar a encontrar vnculos hacia adentro de la disciplina, citaremos un pasaje del Manifiesto por la Vida, escrito en Bogot en 2002 por acadmicos, ambientalistas, militantes sociales, campesinos e indgenas:

La crisis ambiental es una crisis de civilizacin. Es la crisis de un modelo econmico, tecnolgico y cultural que ha depredado a la naturaleza y negado a las culturas alternas. El modelo civilizatorio dominante degrada el ambiente, subvalora la diversidad cultural y desconoce al Otro (al indgena, al pobre, a la mujer, al negro, al Sur) mientras privilegia un modo de produccin y un estilo de vida insustentables que se han vuelto hegemnicos en el proceso de globalizacin (Galano et al, 2002, p. 1)

Desde esta perspectiva, sostenemos sin vacilaciones que todos los contenidos geogrficos son susceptibles de ser abordados desde el ambiente. Pero no ya desde la particularidad de los estudios de caso ni de las consecuencias finales de una problemtica en trminos de contaminacin, sino desde la necesidad de que lo ambiental transversalice los anlisis geogrficos que nosotros proponemos. No se trata de incluir la dimensin ambiental desde la problemtica sino desde la concepcin de las situaciones geogrficas. Esto es, ni ms ni menos, que el pleno abordaje de las relaciones dialcticas entre las sociedades y los sistemas ecolgicos, objeto relativamente olvidado en algunos enfoques o ciertos momentos de la historia de la geografa argentina del pas que, repetimos, ha pendulado dicotmicamente entre el antagonismo geografa fsica y geografa social.

Casi medio siglo de historia de la crisis ambiental y de la EA que naci como su alter ego, deberan ser suficientes para demostrar que no es posible la sustentabilidad en el marco del paradigma del progreso indefinido, el conocimiento fragmentado, la desvinculacin del mundo natural y de una tradicin educativa subordinada a la novedad, encandilada por la tecnologa, a-historisista y antropocntrica (Corbetta y Sessano, 2016, p. 55).

Estos autores, de una manera interesantemente provocadora, sostienen que, a esta altura, la educacin ambiental constituye un saber maldito, por cuanto disloca estructuras, resignifica saberes y obliga a pensar ambientalmente. Por ello, no se trata solo de incorporar la solapa ambiental a todo aquello que se trabaje, sino que la iniciativa tiene que ver con modificar la ptica, cambiar los marcos. Entender que todos los hechos o procesos geogrficos trabajados son susceptibles de ser abordados desde la mirada ambiental, o sea, ambientalizados, no solo significa tener en cuenta las relaciones sociales y naturales, sino que involucra concebirlos desde la mirada sociocrtica que ya hemos trabajado en el apartado anterior.

As como de a poco lo vamos haciendo con la Educacin Sexual Integral (ESI), la sancin de la nueva Ley de Educacin Ambiental Integral supone incluir la dimensin ambiental en todos los contenidos de la enseanza de manera transversal y obligatoria. Ese marco legal ser un gran sostn para transitar estos senderos. Se cita a continuacin un principio de este documento legal:

Artculo 3- La educacin ambiental, como proceso permanente, integral y transversal, ha de estar fundamentada en los siguientes principios: a) Abordaje interpretativo y holstico: adoptar el enfoque que permita comprender la interdependencia de todos los elementos que conforman e interactan en el ambiente, de modo de llegar a un pensamiento crtico y resolutivo en el manejo de temticas y de problemticas ambientales, el uso sostenible de los bienes y los servicios ambientales, la prevencin de la contaminacin y la gestin integral de residuos (Ley de Educacin Ambiental Integral).

En cada uno de los pasajes de este artculo se hace referencia a muchas de las cuestiones que hemos referido en este escrito: la necesidad de construir la crtica interpretativa y holstica desde la perspectiva ambiental, de modo que sirva para construir enseanza e investigacin activa. De manera que, como docentes e investigadores en Geografa, debemos tener la capacidad acadmica y la cintura didctica para identificar situaciones ambientales en cada contenido, puesto que, ms que de un tema verstil identificable en todos los tramos de una planificacin o de un problema geogrfico de investigacin, se trata de desarrollar una ptica ambiental sobre ellos. Nos apoyamos en Swyngedouw (2011), quien sostiene:

Para Latour, no existe algo as como la Naturaleza en s y para s misma, ni algo como la Sociedad (o la Cultura). El conjunto de cosas (humanas y no humanas) que pueblan el mundo est formado por hbridos de naturaleza y cultura que se multiplican incesantemente. Junto a Michel Serres y otros, Latour sostiene que estos desordenados entramados socio-naturales se construyen a partir de series proliferantes de cuasi-objetos, ensamblajes relacionales configurados en red, ubicados a medio camino entre los polos de la Naturaleza, por una parte, y la Cultura, por el otro. Son al mismo tiempo ambas cosas y ninguna, y a pesar de todo son socio-ecolgicamente significativos y polticamente performativos. Estos entramados forman las socio-naturalezas que definen, coreografan y sostienen la vida y las prcticas cotidianas (Swyngedouw, 2011, p. 44).

En este sentido, me permito formular las siguientes preguntas: Por qu continuar diseccionando los estudios geogrficos bajo los artificiales y dicotmicos universos Sociedad y Naturaleza, cuando las realidades ambientales nos demuestran lo contrario?, Por qu esperar a que el currculum nos marque que en tal o cual unidad se tiene que trabajar lo ambiental cuando se puede -debe- hacer en todos los contenidos? Una buena forma de comenzar a transitar estas miradas parte del supuesto que todo problema ambiental es bsicamente un problema social, tal como lo refleja el Manifiesto por la Vida citado con anterioridad.

En lo concreto, la propuesta final es que, los/as gegrafos/as seamos capaces de identificar a lo ambiental dentro de cada variante espacial a las que ya estamos acostumbrados/as. Por ejemplo, espacio urbano (ambientes absolutamente artificializados), espacio rural (producciones agrcolo-ganaderas como apropiaciones indirectas de agua y nutrientes del suelo), centro-periferia (bonos de carbono y mecanismos de desarrollo limpio para cristalizar las relaciones de dependencia), expansin geogrfica del capital (petroleras o mineras transnacionales que producen ambientes sacrificables), deslocalizacin industrial (contaminaciones y explotaciones en pases subdesarrollados), pobreza (violaciones al derecho constitucional de vivir en un ambiente sano), desigualdad (apropiacin diferencial de bienes comunes). La lista puede seguir, pero lo que es importante es que esa dimensin ambiental sea construida, ya no desde una mirada naif que entienda al ambiente como esa categora esttica que siempre es vctima de contaminaciones humanas, sino desde un abordaje estructural que habilite la reflexin de las relaciones sociedad-naturaleza desde las lgicas rentsticas y avasallantes del capitalismo, puesto que, como sostiene Smith (1984) en su tesis sobre la produccin de la naturaleza, la base natural de la existencia humana es cada vez ms el resultado de la produccin social que es consecuencia del desarrollo de la acumulacin de capital, donde el valor de cambio modela las relaciones naturales para modificar sus condiciones ecolgicas para siempre.

En otras palabras, y como conclusin general, la presente propuesta apunta a utilizar a nuestra Geografa como una herramienta para el cambio, lo cual implica despojarnos de miradas ingenuas, capitalistamente individualizantes y religiosamente culposas, para generar una ciudadana crtica que sea capaz de identificar a los verdaderos responsables de la crisis ambiental que impera sobre nuestro planeta. Esto significa

reflexionar sobre la ambientalizacin de la Educacin Ambiental como una praxis subvertidora de los contextos educativos institucionalizados y de las prcticas educativas instituidas; un nuevo lenguaje para comprender el mundo, una nueva alfabetizacin. Esta condicin convierte a la Educacin Ambiental (EA) en saber maldito condenndolo a las fronteras institucionales de los sistemas educativos (Corbetta y Sessano, 2016, p. 47).

Las recientes aprobaciones de la Ley de Educacin Ambiental Integral y la Ley Yolanda reclaman la transversalizacin de todos los niveles educativos y obligan a funcionarios pblicos a formarse desde esta perspectiva. La Geografa posee los marcos tericos, epistemolgicos y metodolgicos para poder cubrir dichas demandas. Se trata de generar aperturas dentro de las estructuras de nuestras carreras y de poner en juego todos los factores disciplinares que nos ayuden a comprender las realidades geogrficas desde las complejidades de los ambientes. Solo tenemos que generar acuerdos mnimos, pensar polticamente y estar a la altura de las circunstancias. Ambientalicemos.

 

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Sobre el autor:

Diego Joaqun Garca Ros es docente y capacitador de profesores de Geografa (CIIE). Profesor en Geografa (UNMDP), Especialista en Educacin y TIC (INFD) y Magster en Prctica Docente (UNR). Profesor de Geografa Ambiental I y II (ISFD N 19) y dictante del curso Educacin Ambiental para la Construccin Ciudadana en la Direccin Provincial de Formacin Docente. Autor de los libros El arte de los recursos didcticos en el aula de geografa (2019), Cartografas didcticas (2020) y Geogrficamente (2021). Argentina

 

 

 


Cita sugerida: Garca Ros, D. (2021). Ambientalizar la Geografa. Pleamar. Revista del Departamento de Geografa, (1), 61-82 Recuperado de: http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/pleamar/index

 

 

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[1] Universidad Nacional de Mar del Plata ciiegeografia@gmail.com

[2] El tratamiento y consideracin de lo ambiental dentro de los documentos oficiales marco, tales como los Lineamientos Nacionales para la Formacin Docente Continua y el Desarrollo Profesional (2007) por el Instituto Nacional de Formacin Docente; el documento sancionado por el Consejo Interuniversitario Nacional (2010) denominado Lineamientos Generales de la Formacin docente comunes a los profesorados universitarios; la Ley de Educacin Superior N 24251 (1995) y la Ley Nacional de Educacin N 26206 (2006); es muy tenue. Solo existen expresiones vagas como consolidar el respeto por el medio ambiente (Ley de Educacin Superior) o un artculo completo, pero hasta ahora vaco y sin presupuesto, en la Ley Nacional de Educacin (artculo 89).

[3] Por ejemplo, la realizacin de los Congresos Nacionales de Geografa de Universidades Pblicas (Argentina) han segmentado las mesas como compartimentos estancos, aunque de a poco se van superando estas dicotomas.

[4] Afortunadamente, en el EGAL 2021 de la ciudad de Crdoba (Argentina), se ha avanzado hacia una composicin de mesas temticas que rompe con aquellas estructuras, donde se puede observar a lo ambiental a partir de una transversalizacin en la mayora de los ejes.

[6] https://ejatlas.org/

[7] Ya fue acuado por Llobera (2012) y por Corbetta y Sessano (2016)

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