“Inventar al delincuente sexual. La configuración discursiva y extradiscursiva del violador como principio de inteligibilidad para la violencia sexual”

Resumen

Mediante la implantación de las denominadas perversiones sexuales como resultado de un proceso de medicalización de hábitos y comportamientos sexuales, el siglo XIX dio lugar a una nueva forma de definir, interpretar, ordenar y gobernar las distintas manifestaciones de la vida sexual. Como corolario de la dimensión productiva propia de un poder que operaba fijando disparidades, nació así un conjunto de figuras clasificadas a partir de sus elecciones y comportamientos sexuales, conocidas como los “perversos”. En este artículo analizamos cómo mediante la articulación estratégica de un conjunto de saberes y prácticas discursivas y extradiscursivas se logró instalar la idea de que quienes tenían comportamientos sexualmente violentos o abusivos no solo estaban expresando sus gustos e inclinaciones eróticas sino que constituían una categoría diferenciada de persona. Nos preguntamos entonces: ¿al interior de
qué reglas de enunciación discursivas y relaciones de poder dicha figura pudo convertirse en objeto de saber científico que permitía explicar y comprender mejor a la violencia sexual?, y luego ¿qué tipo de categoría diferenciada de ser humano constituía el violador conforme a estos discursos y saberes?