Última modificación: 2019-12-20
Resumen
Los ingrávidos (2011) de Valeria Luiselli comienza con una cita de la Cábala: “¡Ten cuidado! Si juegas al fantasma, en uno te conviertes”. Este epígrafe nos introduce en la novela a partir de tres coordenadas: la intertextualidad, el anonimato de la enunciación y la propuesta de un juego en el cual los participantes experimentan un devenir fantasmagórico. A lo largo del texto, el juego se dispone por medio de la cita y referencia a diferentes autores y movimientos literarios del siglo XX (Saul Bellow, Scott Fitzgerald, Federico García Lorca, Gilberto Owen, Los contemporáneos, etc.) que, en tanto jugadores, devienen fantasmas y adquieren ingravidez. La voz de la novela –una narradora escritora– se suma al coro y también deviene fantasmagórica progresivamente, en “el anonimato que conceden las muchas voces de la escritura”. Esta red intertextual traza un espacio atemporal donde habitan simultáneamente voces del siglo XX y la voz de la novela, y donde también se producen entrecruzamientos, especialmente entre la voz del poeta mexicano Gilberto Owen y la de la narradora de Los ingrávidos. Como consecuencia, se delinea una arquitectura particular de la figura del narrador que propondremos como una interioridad-externa. Creemos, a su vez, que esta topología de la voz narrativa permite enunciar una experiencia del “yo” polifónica, anónima y fragmentaria, en consonancia con una subjetividad radicante (Bourriaud, 2009) caracterizada como “una construcción, un montaje: dicho de otro modo, una obra, nacida de una negociación infinita”. En nuestro análisis, rastrearemos la configuración de este espacio intertextual, como “un lugar de cita y encuentro de tiempos y generaciones” (Agamben, 2010) literarias, en relación con la posibilidad de imaginar y esbozar una escritura de la experiencia contemporánea.