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El estreno de Plaga zombie (Parés, Sáez) en el año 1997 posibilita la reconstrucción de un circuito de producción cinematográfica cooperativa, no-comercial, en el que los equipos tienen un alto grado de endogamia y solidaridad (nos referimos al denominado “Nuevo cine fantástico argentino”). El surgimiento del movimiento se enmarca en una experiencia generacional a la que denominaremos “hijos del video”. Con este término nos referiremos a una generación de fanáticos (devenidos en cineastas amateurs) que, sin formación institucional pero con una educación pop brindada por la cultura video club y gracias a la democratización de la cámara VHS, comenzaron a hacer cine. La convergencia de estos factores constituye una nueva clase, la toma de conciencia de una nueva clase: la de los agentes que conforman el movimiento y, dentro de esto, en el proceso real, el surgimiento (a menudo desigual) de elementos de una nueva formación cultural (Williams). Los aportes que Williams realizó al campo de la industria cultural son indispensables para este trabajo. Desde esta óptica, los agentes de este movimiento operan como figuras semánticas que, a pesar de ser artistas emergentes, no necesitan esperar una definición, clasificación o racionalización antes de ejercer presiones palpables y de establecer límites efectivos sobre la experiencia y sobre la acción (Williams). El trabajo prestará particular atención a la trilogía de Plaga zombie (1997; 2001; 2011), a sus metáforas sobre neoliberalismo en relación con las narrativas del tercer mundo en tanto alegorías nacionales (Jameson). Así como también a cómo las diferentes composiciones del espacio urbano operan como escenario de la crisis nacional y hablan de la capacidad del cine para incorporar la experiencia histórica real por medio de la forma (Williams).

Plaga zombie; cine fantástico; VHS; generación