Este trabajo tiene por objeto retornar, anacrónica (Didi-Huberman 2002) y rapsódicamente (Antelo 2013), a una serie de experiencias teórico-críticas en las que podemos leer distintas imágenes de la literatura y de las artes latinoamericanas cuya singularidad y potencia conviene interrogar. Este mandato a la vez crítico y ético se desprende del derrotero que Brasil ha ocupado en la construcción del campo de la literatura latinoamericana y en la imagen misma de América Latina. Desde los dilemas en torno al nombre hasta el barroco americano de Lezama Lima, pasando por Henríquez Ureña, Ángel Rama y Antonio Candino, América Latina se ha relacionado de modo complejo y fluctuante con la literatura brasileña. Una de estas formas de relación es, como sabemos, la del secuestro (del Barroco, para Haroldo de Campos; de una línea de Modernidad para Raúl Antelo). Este trabajo se propone analizar estas derivas teórico-críticas con el fin de repensar el lugar de la literatura Brasileña en las teorías de/en América Latina.