El viaje al Uruguay es prácticamente un tópico de la literatura argentina. Así lo ha abordado la crítica en textos que abarcan desde el siglo XIX hasta la década de 1990. Las novelas La uruguaya (2016) de Pedro Mairal y Acá todavía (2016) de Romina Paula, que selecciono entre un corpus más amplio en el que parece la misma serie de temas e imágenes, me permiten ver la continuidad de esa serie en el siglo XXI. Desde el romanticismo, el Uruguay que se escribe desde la Argentina subsana imaginariamente una carencia o un conflicto que está presente en la otra orilla. Lo que aparece fuertemente en este nuevo siglo es la concreción de esa idea en imágenes del tiempo y el espacio. El país vecino es un lugar entre lo familiar y lo exótico que permite, como un mundo paralelo, operar las leves variaciones que resultan en la versión mejorada de la realidad argentina. Pero también está marcado por una temporalidad diferente, una aparente detención, un retraso o estancamiento en el que, sin embargo, anclan proyectos de futuro. Uruguay es una utopía y una ucronía. La pregunta que me interesa desarrollar en este trabajo es por la forma que adquiere el cruce del río, el sentido del viaje y las representaciones que aparecen en las novelas; las figuras del cruce que juntan o separan las dos orillas, que las reúnen en un área cultural o extreman la distancia bajo una mirada exotista.