Tamaño de fuente: 

La lucha simbólica que tiene por finalidad la imposición de determinados sentidos como legítimos suelen tomar la forma de «universales» con los que difícilmente se podría estar en contra. La tarea del portavoz, según, Bourdieu, es construir formas de representación política que manifiesten en el terreno público los sentidos informulados y vividos de los grupos y llevarlos a un modo de expresión que les permita sustraerse de la inmediatez de las situaciones que lo afectan en un movimiento de objetivación. Esto deja presumir que existen diferentes formas de existencia del sentido. Uno relativo al orden privado, «no formulado» o «inconfesable» y, el otro, con carácter explícito y «declarado» en el espacio público a través de la palabra que Bourdieu denomina «sentido oficial». Pero, al afirmar que los dominados reproducen la dominación «aún sabiéndolo y a su pesar» pone al de-cubierto que la subjetividad puede comprometerse abiertamente a través de la conciencia con los «sentidos oficiales», que expresan el «interés general», y desmentirlos con sus prácticas, motorizadas por un sentido privado. Sin embargo, la tarea del portavoz y la institución de sentido por la palabra pueden tener una función muy distinta a la de la complicidad de la dominación. Tanto Freud, en sus referencias al lugar del lenguaje en la clínica, como Merleau-Ponty, desde una fenomenología de la expresión, han trabajado sobre una estratificación de la palabra en la subjetividad a partir de sus diversos vínculos con el sentido de la vida afectiva. De esta manera, el propósito de este trabajo es avanzar en la elucidación de las formas en las que la subjetividad se compromete con el «sentido oficial» y la «palabra declarada», señaladas por Bourdieu, tanto en los procesos de complicidad con la dominación como en las posibilidades de su transformación, a la luz de los mencionados aportes de Freud y Merleau-Ponty sobre el lenguaje.

Subjetividad Doinación Expresión