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Asistimos a una crisis sistémica que se manifiesta tanto en el orden de los límites físicos (la acumulación del capital crecientemente asentada en la desposesión, agudizando el extractivismo y la depredación, amenaza la vida planetaria) como sociales (la cuestión del desempleo es una problemática mundial que amenaza la mitad del trabajo asalariado en América Latina en las próximas dos décadas). Es así que el modelo económico, político y cultural hegemónico se desarrolla a espaldas de las bases materiales que sostienen la vida.
Esta contradicción del capitalismo está imbricada a las contradicciones de la estructura patriarcal que diferencia la producción y reproducción de las condiciones materiales para la vida mediante la división sexual del trabajo. La subordinación del trabajo reproductivo al capital - “patriarcado del salario”- en el marco de la crisis sistémica supone una feminización creciente de la pobreza: la desocupación es mayor en las mujeres, los empleos a los que éstas acceden son más precarios, con salarios más bajos y, mayormente, relacionados a tareas de cuidado.
En este contexto, muchos sujetos trabajadores inventan su trabajo a partir de formas de reproducción social que se pueden denominar como Economía Social y Popular, ocupando las mujeres un rol fundamental en las nuevas formas de socio-metabolismo. Nos ocuparemos de poner en debate estas experiencias en el conurbano bonaerense y, especialmente, en las cooperativas de recicladores. En ellas surgen relaciones de trabajo basadas en principios de solidaridad, reciprocidad y asociatividad que no sólo recomponen el lazo social sino que también tienden a cerrar el hiato entre producción y reproducción, al tiempo que, representan una posible disminución de la “huella ecológica”.

Economía Social y Popular, Producción y Reproducción, Lazos Sociales, Huella Ecológica.