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En el marco de la actual dinámica de la modernización, donde el trabajo va adquiriendo nuevas formas para sustentar la matriz de acumulación, asistimos a la emergencia de nuevas y particulares formas de empleo precarizado y flexibilizado. Muchos autores coinciden en considerar estas prácticas como propias de sectores informales y desorganizados ligados a las crisis, como dispositivo de gestión de las “poblaciones sobrantes” del mercado laboral. En contraposición, otra línea de análisis propone la economía social–solidaria como una forma de integración social por fuera de las protecciones del trabajo asalariado y desde donde satisface el consumo de valores de uso básico para la reproducción de la vida, por otras vías además de la mercantil.
Siendo una definición en disputa, preferimos alinearnos a las corrientes que, bajo el concepto de “economía popular”, engloban esta dimensión específica de la organización social y económica que trasciende la lógica de la ganancia, en tanto matriz de estrategias de reproducción social. En ese sentido, pretendemos retomar la óptica de Georges Bataille en relación a los aspectos homogéneos y heterogéneos de los grupos societales para pensar la especificidad de estas prácticas, la articulación con las estructuras institucionalizadas del capitalismo e intentar tensionar la incomprensión e indiferencia que, a nuestro criterio, existe ante un problema que tiende a ser subordinado.