Tierras de nadie. La escritura de las ruinas en Antonio José Ponte y Matilde Sánchez
Resumen
Tras el colapso de la Unión Soviética y la puesta en evidencia del fracaso de las utopías de masas del capitalismo y el comunismo, un conjunto de producciones literarias latinoamericanas contemporáneas se ha dedicado a indagar la potencia política y estética de las ruinas del pasado reciente como punto de partida de una interrogación sobre los modos de vida posibles en el presente. Mientras que La ingratitud (1990), de la argentina Matilde Sánchez, relata la experiencia extrañada de una ciudad signada por el abandono e inmersa en un clima de fin de época, algunos relatos de Cuentos de todas partes del Imperio (2000) y los ensayos incluidos en La fiesta vigilada (2007) y Un seguidor de Montaigne mira La Habana (1995), del cubano Antonio José Ponte, problematizan la materialidad de las ruinas que pueblan la capital cubana y erosionan toda expectativa de progreso. A partir de una tensionada relación de desapego con la identidad nacional, ambos autores exploran anacronismos que desarreglan la continuidad del tiempo histórico, imaginan posibilidades de vida más allá de la pertenencia a la nación y configuran un campo de enunciación en el que el escritor emerge como fantasma.